Introducción
En la década de 1920 Rudolf Steiner comenzó a debatir sobre agricultura ecológica (AE) y biodinámica (Steiner, 2011; Paull, 2011); sin embargo estos términos aparecieron en décadas posteriores. La agricultura biodinámica se considera hoy una forma de AE y ambos productos (ecológicos y biodinámicos) pueden ser certificados en muchos países si cumplen una serie de prácticas específicas orientadas a asegurar la sostenibilidad de los recursos naturales (ECC, 1999). Lo que distingue la agricultura biodinámica respecto a la AE, es el uso de nuevos preparados biodinámicos, diseñados para mejorar los suelos y aumentar el rendimiento de los cultivos (Reganol, 1995; Turinek et al., 2009; Chalker-Scott, 2013).
La AE, frente a la agricultura convencional, mejora la biodiversidad y conduce a una menor degradación ambiental (Howard, 1943; Guzman et al., 2009; FAO, 2014; USDA, 2014). Algunos autores argumentan beneficios de la AE en relación con el efecto invernadero, al disminuir insumos químicos y el gasto de energía (Wood et al., 2006), y el uso eficiente del agua (Groot et al., 2010; Lapple y Rensburg, 2011; Altieri y Nichols, 2012). Otros estudios centrados en la agricultura biodinámica (Turinek et al., 2009) muestran también mejoras ambientales en los sistemas de producción. En el caso de la AE, las limitaciones en el uso de productos petroquímicos y de métodos sintéticos es su principal característica (China, 2005; USDA, 2014). En general, estos dos sistemas de producción se consideran más sostenibles que los sistemas agrícolas convencionales (EdwardsJones y Howells, 2001; Rigby y Cáceres, 2001; Mäder et al., 2002; Danhofer, 2005; Patil et al., 2014).
Desde el punto de vista económico, otras investigaciones han analizado las diferencias entre la AE y la agricultura convencional, mostrando que AE es más rentable a pesar de ser menos productiva (Lansink et al., 2002; Azadi et al., 2011; Argyropoulos et al., 2012; Patil et al.,2014). También se ha mostrado el valor social de la AE, al prestar también servicios no alimentarios vinculados al desarrollo rural (Darnhofer, 2005; Gonzalez y Nigh, 2005; Gomez et al., 2005). No obstante, en la actualidad la agricultura convencional es necesaria para solventar las crecientes demandas alimentarias del mundo (Robertson y Swinton, 2005; USDA, 2014).
El término prosperidad rural, desde sus orígenes, se relaciona con aspectos económicos, influido por las doctrinas de los fundadores de la económica clásica Adam Smith y Sir James Stuart (Smith, 1776). Desde este enfoque económico, la prosperidad se define como la capacidad de las personas para generar crecimiento económico a través del consumo de productos y del aumento de bienes materiales (Jackson, 2009). El ideal del progreso indefinido (Friedman, 1987; Ballesteros, 2000) basado en la creencia del carácter ilimitado de los recursos naturales, ha influido en esta visión económica de la prosperidad (Ballesteros, 2000), fomentando el consumo desmesurado en las sociedades modernas (Arendt, 1998). Estas creencias llevaron a que los economistas modernos y la sociedad se despreocuparan por la ecología, deteriorando las relaciones del hombre con la naturaleza y dando origen al llamado homo economicus, que busca maximizar su utilidad (Faber et al., 2002). Desde esta visión, la industria es la actividad económica más dinámica, y la agricultura se presenta como la antítesis de la prosperidad y la modernidad (Moore, 1984).
Esta visión de prosperidad, asociada al desarrollo económico y al proyecto moderno comienza a ponerse en tela de juicio y a decaer en los años 70 (Schumacher, 1976). El fracaso de la ideología del progreso indefinido, como eje de la prosperidad desde la modernización tecnocrática, es la principal causa del cambio (Cazorla et al., 2013). A finales del siglo XX, surgen numerosos conflictos y un profundo malestar en la sociedad que busca nuevas formas de actuar en las relaciones hombre-naturaleza, dando origen a la reivindicación ecológica (Ramos, 1993). La agricultura basada en la alta tecnología entra en crisis, y se realzan los valores del medio rural, que deja de ser visto como un espacio exclusivamente productivo (Robertson y Swinton, 2005).
Esta revalorización de lo rural y lo ambiental hace que la AE se configure como un sistema alternativo, no solamente productivo, sino también orientado a la conservación del entorno y a la mejora de la calidad de vida (Williams y Jobes, 1990; Lapple y Rensburg, 2011). El uso de variedades locales muestra a su vez una revalorización de lo rural y lo ambiental (Acosta y Rodriguez, 2013). Ante esta sensibilización por lo ambiental y la salud, en varios países se comienzan a generar grupos de inividuos interesados en el consumo de productos ecologicos (Shepherd et al., 2005) y se incrementa su demanda (Barrett et al., 2002; Gracia y de Magistris, 2008). De esta forma, se consolida la AE como un modelo alternativo de producción que incide en la prosperidad de las zonas rurales, desde las distintas dimensiones -ambiental, social y económicadel desarrollo rural (Azadi et al., 2011; USDA, 2014).
Este cambio en los sistemas de producción está influenciado por cambios en la actitud de los productores y de los agentes del mercado. En las sociedades desarrolladas, la prosperidad rural ya no equivale simplemente al crecimiento económico. Sin embargo, el aumento de ingresos por la venta de productos es un aspecto clave que sigue asociado con el sentimiento de prosperidad (Diener, 1993). Aunque el crecimiento económico no representa con precisión el bienestar humano, la dimensión económica es un dimensión clave de la prosperidad rural y los agricultores consideran que los recursos económicos incrementan las posibilidades de mejorar su calidad de vida (Baumol et al., 2007). Ante las nuevas tendencias y los nuevos valores, la prosperidad rural se asocia con las capacidades de los individuos para mejorar su calidad de vida, desde un enfoque integrado basado en salud, educación, libertad personal y satisfacción con el entorno (Legatum Institute, 2014).
Esta nueva visión requiere que la sociedad y los planificadores del desarrollo incorporen la contemplación y el respeto a la naturaleza como claves para una visión integrada (Cazorla et al., 2013). Desde esta nueva visión, el modelo Working With People (WWP) se presenta como una propuesta conceptual para abordar este enfoque integrado de prosperidad rural, desde la consideración de tres dimensiones: político-contextual, técnico-empresarial y ético-social (Cazorla et al., 2013). Esta propuesta incorpora elementos clave de la planificación como el aprendizaje social a partir de la participación colaborativa y es fruto de 25 años de experiencia que aporta el grupo GESPLAN, en proyectos orientados a mejorar la prosperidad de las zonas rurales en contextos europeos y en países emergentes (Cazorla et al., 2005, 2013; De los Ríos et al., 2011, 2013).
Materiales y métodos
Para este estudio se eligió la SAT Camposeven, formada por agricultores con más de 30 años de experiencia en producción, transformación y comercialización de cultivos hortícolas, orgánicos y convencionales en Murcia, España. Esta Sociedad Agraria presenta las siguientes características: 1) Promueve procesos de aprendizaje social entre productores orgánicos, empresas, organismos de investigación y gobiernos locales y regional; 2) está considerada como una experiencia exitosa de carácter asociativo y con una finalidad económico-social, orientada a la transformación de productos ecológicos; 3) cuenta con una estrategia de negocio innovadora reconocida con distintos premios (destacando el Premio Thanit 2007 por el Desarrollo y la Innovación Tecnológica); 4) existen distintas alianzas universidad-empresa para proyectos de I+D+i, destacando el proyecto europeo RETHINK del 7° Programa Marco de la Comisión Europea.
La metodología para la recolección y sistematización del análisis se diseñó a través de un panel de expertos compuesto por 38 investigadores de 14 países de la UE, en el marco del proyecto Europeo Rethink (Darnhofer et al., 2014). Este marco metodológico común se basó en el análisis de la prosperidad rural a través de los elementos del WWP (Cazorla et al., 2013; De los Rios et al., 2013). Esta propuesta va más allá de la visión técnico-económica tradicional, tratando de incidir en los comportamientos y en las competencias de los individuos en su contexto. El marco metodológico, desde el modelo WWP, integra procesos de aprendizaje social, para el análisis y la construcción de la prosperidad rural desde tres dimensiones, según se muestra en la Figura 1.
Desde la dimensión ético-social se considera el contexto de comportamientos, actitudes y valores de las personas que interactúan a lo largo de los procesos de producción, transformación y comercialización. La dimensión técnico-empresarial se orienta a la generación de productos y servicios para la sociedad desde unos estándares de calidad y con elementos diferenciadores. La dimensión político-contextual permite que las organizaciones adapten sus prioridades y sus proyectos en los contextos en los que trabajan, para conseguir el éxito desde una gestión sostenible. Por último, la dimensión integradora de las tres dimensiones es el aprendizaje social (Friedmann, 1993).
Al partir de este marco metodológico común, los resultados de la investigación incorporan distintos instrumentos y fuentes de información. Por una parte, la recopilación y revisión de numerosas fuentes secundarias (literatura científica e información histórica de la SAT) sobre los conceptos anteriores y sobre Camposeven. Además, la investigación incorpora información empírica obtenida a través de entrevistas.
Para la recolección y sistematización del conocimiento experto y experimentado se utilizaron dos procesos participativos complementarios: 1) Entrevistas directas a las partes implicadas; 2) seminario-taller WWP. Para las entrevistas directas en profundidad se diseñó un cuestionario a partir del proyecto europeo Rethink (Darnhofer et al., 2014), que fue validado desde el panel de expertos de 14 países. Los cuestionarios incluyeron cuatro secciones con preguntas en relación con las distintas dimensiones sobre la prosperidad rural: 1) La primera orientada a conocer la visión de los entrevistados sobre el concepto de prosperidad y su relación con la Sociedad Agraria; 2) un segundo bloque con preguntas sobre la dimensión ético-social de la prosperidad, para analizar los comportamientos, actitudes y valores de las personas que conforman la Sociedad Agraria; 3) un tercer bloque sobre la dimensión técnico-empresarial de la prosperidad, con preguntas en relación con la producción, transformación y comercialización; 4) una última sección sobre la dimensión político-contextual, con cuestiones orientadas a analizar las relaciones entre la organización agraria y su contexto socioeconómico y político.
El trabajo de campo se realizó de marzo a diciembre de 2014 por el equipo investigador del proyecto Rethink y se realizaron 42 entrevistas en profundidad: 100 % de los socios de la SAT (17) agricultores y propietarios de explotaciones; 100 % de los directivos de la SAT (5); 90 % de los proveedores y empresas colaboradoras (8); además se efectuaron entrevistas a agentes clave del ámbito público-administrativo de los gobiernos (4) y de la sociedad civil y asociaciones empresariales (8). También se realizó un seminario-taller sobre competencias profesionales con los directivos y trabajadores responsables de los distintos departamentos de la SAT. Las sesiones se impartieron durante cuatro días de trabajo en sus propias instalaciones, desde la técnica WWP, aplicada en distintos proyectos con organizaciones rurales (De los Ríos et al., 2013, 2015; Cazorla et al., 2013). Estos talleres permitieron reflexionar sobre los mismos aspectos analizados en las entrevistas y conocer en profundidad otros aspectos en relación con los productos ecológicos y las estrategias de la organización.
Las personas seleccionadas en este proceso abarcan un proceso de aprendizaje de más de 30 años desde el conocimiento experimentado en el sector agroindustrial de la AE. Este proceso analiza la experiencia previa de los productores antes de formalizarse como SAT el año 2007.
Resultados y discusión
Aquí se analizan las estrategias en las cuales se basa la actividad de la SAT para lograr el éxito y la sostenibilidad de la organización, así como los elementos considerados más importantes para lograr la prosperidad rural. Los resultados generados desde la aplicación de la metodología expuesta se presentan ordenados de manera lógica, desde las tres dimensiones del modelo WWP (técnico-empresarial, políticocontextual y ético-social).
Los ámbitos del sistema de relaciones sociales en la prosperidad rural
Los procesos observados evidencian una influencia en la prosperidad rural desde los agentes provenientes de los distintos ámbitos del sistema de relaciones sociales: sociedad civil, privado empresarial, público administrativo y político. Destacan (Figura 2) el ámbito de la sociedad civil (36 %) y el sector empresarial (36 %), por ejercer una mayor influencia en la generación de prosperidad rural. La interacción entre los agentes de estos dos ámbitos genera relaciones de confianza, creando una red de gran valor social y con escasa dependencia de las ayudas públicas.
Esta cooperación con agentes de la sociedad civil y del ámbito empresarial facilita a SAT Camposeven la participación en redes y proyectos de I+D+i orientados a la mejora de la AE. Las acciones de vinculación entre agentes y sectores productivos, facilitan además nuevas relaciones urbano-rurales que dan lugar a nuevos proyectos desde un enfoque integrado y multifuncional de la AE. El alto número de proveedores (4.5 por producto) y de empresas de logística (9 empresas transportistas) vinculadas a productos ecológicos que interactúan, influyen directamente en el desarrollo socioeconómico de la región. Además, los agentes del ámbito político y público-administrativo, son considerados menos relevantes, a pesar de que la administración pública (nacional, regional y local) es la responsable de las normativas relacionadas con la AE y la certificación de productos. La mayor influencia de los ámbitos de la sociedad civil y empresarial coincide con la nueva visión de prosperidad rural, que prioriza la necesidad fortalecer relaciones entre las personas (Jackson, 2009; Kasser, 2009; SDC, 2009).
En el Cuadro 1 se resume la valoración global de cada una de las dimensiones del modelo WWP en la prosperidad rural. En los apartados sucesivos se analizan los elementos de mayor influencia en la prosperidad rural.
Influencia de la dimensión ético-social en la prosperidad rural
La dimensión más valorada es la ético-social (valoración global de 37.8 %), desde donde se genera la confianza mutua para el trabajo en equipo y el éxito de la organización. Dentro de esta dimensión, los entrevistados destacaron los siguientes aspectos de cara a su prosperidad: satisfacción personal, felicidad y calidad de vida, cultura y educación.
Los socios argumentan que desde el año 2007 se ha mantenido el objetivo de generar confianza entre los socios, dando a las personas el máximo valor dentro de la SAT. La conducta y el comportamiento de las personas se consideran claves, sentando los cimientos para el trabajo en equipo. Camposeven se constituye desde los principios de confianza y ayuda mutua, y sus acciones se guían por valores que son compartidos por todos sus socios. Estos valores son recogidos en la misión de la sociedad: promover la salud de las personas desarrollando líneas de productos orgánicos a través del uso de técnicas sostenibles (De los Rios et al., 2015). En esta dimensión también se integran las acciones de la SAT para la formación y el desarrollo de competencias de sus empleados, con procesos de certificación en dirección de proyectos según estándares de la International Project Management Association. De esta forma, frente a la visión tecnocrática y económica de la prosperidad, Camposeven promueve una cultura organizacional que incorpora y promueve la formación, los valores y la ética.
La Figura 3 muestra la valoración de los distintos elementos ético-sociales y el elemento más importante es el liderazgo en el territorio. Esta valoración se debe a que, desde la SAT, se ejerce un liderazgo que inspira confianza y promueve valores comunes entre sus socios, permitiendo transformar la agricultura de convencional a ecológica. El liderazgo es además un elemento clave para la comercialización de sus productos.
Los socios consideran que la capacidad de negociación es importante de cara a comercializar productos en los mercados nacional e internacional. Esto ha sido clave a la hora de superar adversidades en épocas de crisis, permitiendo incrementar considerablemente sus ventas desde el año 2007.
Otro aspecto clave muy valorado es la actitud abierta para la cooperación y el trabajo conjunto. Los agricultores consideran que la forma de gestionar y dirigir la SAT se basa en una “actitud abierta para la participación, la cooperación y el trabajo conjunto, permitiendo tomar decisiones colectivas y resolver los conflictos que surgen para llegar a una solución satisfactoria para todos” (Socio de Camposeven). La Figura 3 muestra todos los elementos identificados como motor de cambio y que influyen en la prosperidad rural.
Influencia de la dimensión político-contextual en la prosperidad rural
La dimensión político-contextual (31.6 %) incorpora una serie de acciones y elementos fundamentales para conseguir que los productores de AE generen y fortalezcan relaciones urbano-rurales. La prosperidad rural está relacionada con la capacidad de generar procesos de cambio organizacional y estructural que fomenten una adaptación hacia las prioridades y necesidades de las partes implicadas (Jackson, 2009). En esta dimensión destaca la I+D+i como elemento estratégico de la SAT desde el 2007, y desarrolla acciones orientadas a conseguir innovaciones en el ámbito de la producción ecológica. Con este objetivo, en el año 2009 la SAT estrecha relaciones con diversas organizaciones, creando la Plataforma Agroalimentaria con la UPM y empresas del sector. Después la SAT se vincula a Plataforma Europea Food for Life, formando un grupo de trabajo con empresas y centros de investigación del sector hortofrutícola. En el año 2013 se crea la Cátedra Fundación Ingenio, en colaboración con el grupo GESPLAN, desarrollando nuevos proyectos para mejorar técnicas de cultivo, innovar hacia la autosuficiencia energética y en el uso eficiente del agua.
En la Figura 4 se muestran los resultados de la valoración de la influencia los distintos aspectos de esta dimensión político-contextual, destacando el mercado internacional (11 %) como elemento más influyente. Esto se debe a que 90 % de la producción ecológica de la SAT se exporta al extranjero y el mercado internacional es uno de los pilares del éxito de la organización y de la prosperidad de las explotaciones asociadas.
La competitividad internacional y nacional es otro de los factores de alta influencia, para poder afrontar la creciente competencia internacional. Desde la experiencia se considera necesario que los productos de la SAT, puedan competir en el mercado internacional por calidad y precio, y diferenciarse a través de la certificación ecológica y biodinámica. La biodiversidad y la protección del medioambiente se fomenta en Camposeven a través de acciones orientadas a una gestión sostenible de los recursos naturales y a promover entre sus socios el empleo de técnicas sostenibles (mantenimiento y aumento de la biodiversidad del suelo). Esta gestión sostenible también contribuye a diferenciar a la SAT de la competencia, generando continuamente pequeñas innovaciones.
Los elementos de menor influencia en la prosperidad rural son las políticas públicas y las subvenciones nacionales. Los agricultores de la SAT, desde su experiencia acumulada, creen firmemente que la prosperidad de las explotaciones debe basarse en la competitividad y en la propia viabilidad de los productos. En otras palabras, en ser autosuficientes y depender lo menos posible del ámbito público administrativo.
Influencia de la dimensión técnico-empresarial en la prosperidad rural
La influencia de la dimensión técnico-empresarial, valorada en 30.6 %, se centra en las posibilidades que ofrecen los productos de la AE, para generar una corriente de bienes y servicios a la sociedad. A lo largo de los años, Camposeven se ha especializado, desde el punto de vista técnico y empresarial, en la línea ecológica y biodinámica. La estrategia de la SAT es llegar a transformar todo el producto a ecológico y biodinámico (actualmente, 65 % de la superficie de cultivo es ecológica y 35 % convencional). Esta especialización parte de las propias explotaciones familiares, que tienen una superficie media de 57.10 ha, y cuya propiedad comparten al menos dos personas. La especialización en las tareas ha llevado a diferenciar a dos tipos de socios: los socios agricultores, con dedición a tiempo completo a la actividad agraria, y algunos socios no agricultores, dedicados a la gestión de la SAT. En ambos casos, todos los ingresos familiares de los socios proviene de la agricultura y de la actividad de la SAT (De los Ríos et al., 2015).
Desde esta especialización técnica, Camposeven ha sabido diseñar una estrategia, con una clara función empresarial (Friedmann, 1993), orientada no sólo a generar productos ecológicos y biodinámicos de alta competitividad en los mercados, sino también a expandir conocimientos y valores ambientales y culturales (Kasser et al., 2009). Su estrategia empresarial y comercial busca además, como factor del éxito de la SAT, la integración social de todos los actores: los agricultores (como principales actores de la producción de AE), la sociedad civil (a través de actividades de concienciación), y agentes de la I+D+i (para desarrollar conjuntamente innovaciones, nuevos productos y técnicas sostenibles). El modelo WWP, integrado en la gestión de SAT, ayuda a conseguir que la organización se comporte y actúe como un “sistema abierto”, capaz de entablar relaciones de diálogo y de trabajar con la gente para generar innovaciones (Cazorla et al., 2013).
Los resultados del estudio evidencian la existencia de tres tipos de estrategias técnico-empresariales (Cuadro 2) adoptadas desde la SAT y que han influido en la prosperidad rural y en la sostenibilidad de la organización.
Desde el comienzo y para encaminarse hacia sus objetivos de diferenciación, Camposeven ha aplicado acciones en relación a la gestión sostenible de los recursos naturales (43.5 %), destacando el uso del agua, como recurso de gran importancia en Murcia debido a su escasez. Entre las técnicas adoptadas destacan el riego por goteo, la siembra bajo protección de láminas plásticas, la construcción de embalses, canales para la recogida de agua, y uso de invernaderos multitúnel. En relación con las estrategias de conservación y mejora de los suelos, se basan en la rotación de cultivos, control integrado de plagas y malezas, mediante medios biológicos y evitando pesticidas, el control mecánico, el uso de fertilizantes orgánicos, y la solarización en invernaderos.
Las estrategias de Camposeven se han centrado en conseguir una diferenciación de sus productos ecológicos y biodinámicos (34.8 %), desde diferentes sistemas de certificación a nivel europeo. Las acciones orientadas a la diversificación de productos y servicios, han permitido a Camposeven aumentar sus ventas en 16 millones de euros entre el 2007 y el 2013, a pesar de la crisis en España, durante la cual muchas empresas del sector cerraron (Figura 5).
Otras acciones de diferenciación se han centrado también en el área de la distribución de los productos SAT. De esta forma, para llegar a un público más amplio, los socios de Camposeven crearon la marca Freshvana, orientada a la venta de productos ecológicos en línea, de forma directa al consumidor.
Por último, las estrategias para la autogestión sostenible (21 %) tienen la finalidad de generar en las propias explotaciones la materia prima necesaria para elaborar preparados biodinámicos para la producción, mediante el reciclaje de residuos y subproductos de origen vegetal para su reutilización como abono. Todas estas estrategias se implementan desde una planificación conjunta y organizada entre los propios socios de Camposeven.
Conclusiones
La conformación de una organización social (SAT) desde el modelo WWP, y orientada a la agricultura ecológica, ha generado procesos de innovación necesarios para persistir ante las adversidades en el contexto del desarrollo rural.
Desde la dimensión ético-social de la SAT se observa una gran influencia en la prosperidad rural. Las relaciones interpersonales y las conductas sientan los cimientos para que los agricultores -y otros actores de los ámbitos públicos y privadostrabajen y avancen hacia la prosperidad rural. Estos procesos permiten mejorar las capacidades y las competencias de las personas, con la ética y los valores como elementos fundamentales para superar conflictos morales y poder trabajar en equipo. La prosperidad rural requiere un cambio de mentalidad en los agricultores, que les permita establecer alianzas público-privadas y vínculos con la sociedad civil.
La agricultura ecológica influye en la dimensión técnico-empresarial de la prosperidad rural, permitiendo la creación de estructuras empresariales sólidas que generan bienes y servicios a la sociedad. El éxito sostenido de estas organizaciones ecológicas se logra cuando además de buscar la rentabilidad, generan otros valores que inciden en la mejora de la calidad de vida de las personas. Las empresas agroecológicas incorporan también valores sociales y ambientales, y optimizan un medio de subsistencia a los productores de las zonas rurales.
Además, la agricultura ecológica influye en la dimensión político-contextual de la prosperidad rural, contribuye a una visión estratégica territorial, mejora la gestión de los recursos naturales en un ámbito contextual, y facilita coordinar actividades y crear sinergias. Estas sinergias son muy eficaces cuando se realizan a través de cooperativas basadas en la confianza, el compromiso y la fiabilidad entre sus socios, creando ambientes favorables para la buena gobernanza. Las capacidades de estas asociaciones para establecer interrelaciones y negociaciones entre agentes públicos y privados regionales, nacionales o internacional y formar alianzas estratégicas, es un factor clave para la prosperidad rural. La experiencia de SAT genera una estrategia de acción que influye en las dimensiones de la prosperidad rural, se confirma la necesidad de un equilibrio entre las dimensiones de la prosperidad rural, y se orienta la transformación de los sistemas convencionales hacia la AE.