En este número de Alteridades se presenta como tema aglutinador una serie de seis textos asociados al papel crucial de la memoria en la configuración de la cultura de sociedades diversas, así como la reformulación que ellas realizan para ubicarse en el presente, utilizando y reformulando los elementos de la modernidad para convertirse en sociedades contemporáneas y, al mismo tiempo, mantener su identidad cultural. Son artículos que, en conjunto, muestran que lo comunitario es algo más que un territorio, y se integra por relaciones y redes sin las cuales la comunalidad se disiparía. También revelan que los procesos sociales y la cultura están enlazados con entornos complejos y que, para comprenderse, se requiere una visión más integral de los problemas que afrontan en la actualidad las comunidades étnicas, cuya defensa de su territorio o de sus rituales refiere, en realidad, a las posibilidades de reproducción de su cultura.
De esta manera en “La recuperación de la memoria de la mujer yaqui: una mirada a la solidari dad, la colectividad y la agencia”, Edna Lucía García Rivera analiza cómo, a partir de la memoria sobre la violencia y la resistencia de este pueblo desde el siglo antepasado, se construyen referentes para pensar el presente, organizando elementos culturales que, no solamente mantienen su identidad, sino que consideran debieran poseer quienes ahora son sus líderes. Dicha historia establece lo propio y lo ajeno. Las entrevistas evidencian que la sociabilidad se sustenta en la reciprocidad, la responsabilidad y el reconocimiento de lo comunitario como ingredientes centrales para evitar la pérdida del territorio.
Emilia Velázquez Hernández en “¿Cómo se construye el pasado? Reflexiones desde una etnografía histórica en el istmo veracruzano”, muestra los desfases entre cómo una investigación antropológica elabora los elementos significativos del pasado, y cuáles de aquéllos son explicativos para las personas que lo han vivido. Con base en una investigación sobre la reforma agraria en la región indígena del sur de Veracruz conjunta la antropología con la historia, comparándolas con los procesos sociopolíticos que dieron lugar a “ejidos comunales”. A partir de trabajo de archivo y etnográfico, describe los conflictos entre una fracción que desea regresar al régimen comunal, mientras que otros, los más jóvenes, pugnan por la creación de ejidos. La autora se pregunta sobre la dinámica por la cual diversos grupos sociales conciben su pasado con base en concepciones culturales y arreglos sociales que propician el silencio respecto de la información histórica que el investigador encuentra. Silencio que desaparece en parte cuando un grupo de ejidatarios, apoyado por el comisariado ejidal, pretende que se aplique la nueva ley agraria de 1992, la cual modifica de manera sustancial los derechos sobre la tierra.
En “Contemporaneidad, presencias y futuros étnicos: el caso de la población ñuu savi”, Nicolás Olivos Santoyo y Norma Bautista Santiago describen su visita a los pueblos de la zona mixteca, encontrando restaurantes y otros establecimientos comerciales con títulos en lengua ñuu savi, así como bardas y espectaculares que anuncian fiestas y eventos culturales que exaltan la tradición mixteca. Además hay murales de la actriz Yalitza Aparicio y la cantante Lila Downs evidenciando que lo mixteco también ha impactado la cultura nacional e internacional. Con base en lo anterior, sostienen que la contemporaneidad y el futuro de la cultura mixteca articulan prácticas y discursos donde la modernidad se hace presente y, al mismo tiempo, se continúan celebrando fiestas y rituales y estableciendo vínculos de parentesco ritual. De igual modo han formado comunidades en otros países y muestran un empleo entusiasta de la tecnología de la comunicación (celulares, tabletas y computadoras), así como aplicaciones para redes. Afirman que los mixtecos han enriquecido los procesos de reconocimiento étnico mediante símbolos y prácticas que amplían los elementos de pertenencia, en un ensamblaje cultural que proyecta la etnicidad mixteca hacia el futuro.
Lidia Iris Rodríguez Rodríguez, en “Tinku, los guerreros del Tata Wilakruz. Ciclo agrícola y celebración de la cruz en Macha, Potosí”, analiza un ritual en la zona del Potosí, Bolivia, que articula la cosmovisión quechua y el ciclo agrícola desde la perspectiva andina. En éste se combinan momentos de la historia de los quechuas desde la ocupación prehispánica y el colonialismo español con elementos de la cosmovisión. Este ritual es también una forma de resolver disputas entre diversos niveles de la organización social quechua, incluso entre los ayllus por los linderos de las comunidades. Los combates asociados a este ritual pueden durar hasta siete horas, lo que no invalida que en un momento posterior es un ámbito donde se pueden formar nuevas parejas e incluso formalizar noviazgos. El artículo argumenta que la violencia ritualizada no propicia confrontaciones mayores, sino que, por el contrario, las disuelve.
A partir de abordar el tema de la intervención comunitaria en “El concepto de comunidad en los proyectos de intervención comunitaria: disonancias, opacidades y rupturas”, Oscar Osorio Pérez reflexiona sobre los mitos que reproducen lo comunitario para establecer los parámetros de la intervención comunitaria. Propone recuperar los fundamentos de la sociología y la antropología criticando aquellas definiciones asociadas a las visiones sustantivista, funcionalista y estructuralista de comunidad. El autor desgrana el concepto y retoma a Durkheim para defender que la comunidad es una relación social y no un espacio geográfico. Propone pensar lo social en términos de normas, creencias y valores que se imponen a los individuos y a través de los cuales se influyen recíprocamente.
Profundizando en el conflicto socioambiental que han propiciado los permisos de explotación forestal que afectan a una comunidad entre los rarámuris de Chihuahua, Juan Jaime F. Loera González, en “Dos lecturas de un conflicto socioambiental. El caso de Repechique en el norte de México”, critica el enfoque antropocéntrico donde dicho conflicto se ubica en la lucha derivada del control desigual de los recursos naturales. Sostiene que se requiere una visión más globalizadora donde se razone que los habitantes de la comunidad rarámuri no solamente defienden sus recursos maderables, sino un bosque que forma parte de su existencia como cultura y como territorio. Ambos enfoques, afirma Loera, presentan argumentos y modos de lucha que permiten explicar el proceso de esta comunidad. A diferencia de otros grupos que pueden aprovechar el bosque a partir de su poder económico y político, desde la segunda lectura el bosque forma parte de la vida de la comunidad como distribución o acceso a los recursos naturales y también en cuanto ensamblaje entre cultura y bosque. Así, es menester un enfoque integrador con nuevas formas de entender el tema, concebir que la lucha rarámuri no se reduce a salvar el bosque, sino que atañe a su existen cia como comunidad.
Por lo que se refiere al apartado de Investigación Antropológica de la revista, se reúnen cuatro textos muy sugerentes. El primero indaga sobre marginalidad en Cali, Colombia; el segundo trata los efectos de la política del gobierno derechista de Bolsonaro sobre el COVID-19 en Brasil y sus repercusiones en la comunidad amazónica de los yanomami, y los dos últimos se ubican en el ámbito de la antropología médica. El primero de éstos aborda la interculturalidad en la relación médico-paciente indígena y, el segundo, el papel central de las mujeres en la atención y cuidado de los niños indígenas con leucemia.
Más específicamente, en “La experiencia de la marginalidad urbana: el caso del Conglomerado Oriente en Cali, Colombia”, Julieth Andrea Narváez Villegas aborda la marginalidad con base en la experiencia de los jóvenes que habitan la ciudad de Cali. Separándose del paradigma económico, propone una mirada antropológica de la marginalidad urbana con la cual aproximarse a sus prácticas y significados. Destaca aspectos como la inseguridad económica, la desconexión, la fragmentación de las identidades y la estigmatización de los territorios, entre otros. Al ser Cali una ciudad con un importante componente étnico de negritud, considera que se han generado condiciones simi lares a las del apartheid. Profundizando en la experiencia de vivir en los márgenes de lo urbano, la reflexión se construye con base en trabajo de archivo y etnografía para indagar cómo se vive la marginalidad, destacando el movimiento constante de quienes viven esa realidad entre sus espacios de residencia hacia la zona “urbanizada” y viceversa. Mediante el análisis de las narraciones que establecen las fronteras entre lo material y lo simbólico y su combinación para configurar una identificación socioterritorial, el traslado entre una ciudad integrada y una marginal acontece tanto entre espacios físicos como en espacios simbólicos. El trabajo examina la marginalidad retomando la noción de frontera, que ha abierto a la antropología la capacidad para develar nuevos procesos sociales vinculados con prácticas y espacios simbólicos.
En “La necropolítica y el genocidio del pueblo yanomami en el escenario pandémico del COVID-19”, Wilson de Freitas Montero, Caio Augusto Souza Lara y Lorrayne Barbosa de Miranda aborda la violencia hacia los indígenas yanomami de la selva brasileña desde una perspectiva centrada en la necropolítica. El texto explora las vulnerabilidades de dichos indígenas y cómo ellas se han transformado en riesgo a su existencia. Se realiza un recorrido sobre la constante violación a los derechos territoriales y culturales de los yanomami como resultado del auge en la explotación minera del oro debido al alza de su precio y la crisis económica que ha propiciado la pandemia del coronavirus. Sostiene que estos indígenas están viviendo un estado de excepción y de privación de sus derechos de modo tal que se ubican en el espacio descrito por Agamben de homo sacer, el cual facilita el exterminio del otro al despojarlo de su carácter de ser humano o de ciudadano con derechos políticos. Es la exclusión la que abre las puertas a una política de Estado que Mbembe define como necropolítica, la cual determina la forma en que los individuos viven o pueden morir a través de acciones u omisiones del Estado, lo cual puede suceder al abandonar a los individuos en la indefensión y pérdida de soberanía sobre su vida o sus condiciones de vida. El hecho de que el presidente brasileño Bolsonaro no haya enfrentado la pandemia como un problema de salud pú blica impidió realizar acciones e inversiones para contener el COVID-19. Se propició que el derecho a la salud de la población en general y de los indígenas en particular se difuminara despojándolos de su derecho a defenderse del virus o tratar la enfermedad. La negación del impacto del coronavirus en la salud generó que los pueblos más vulnerables del Brasil, como es el caso de los yanomami, se convirtieran en desechables para una derecha brasileña que se negó a tomar acciones para proteger a su población.
Laura Montesi presenta en “Representaciones estereotipadas de la etnicidad en un hospital rural oaxaqueño: barreras a la salud intercultural” los resultados de un conjunto de entrevistas realizadas a los trabajadores (médicos y enfermeras) que laboran en un hospital de Chiapas, el cual atiende a población indígena de más de 70 municipios de la región. La autora expone los elementos teóricos de la interculturalidad como base para definir los aspectos a profundizar, y encuentra una dinámica donde los médicos no se mantienen en el lugar más allá de seis meses, ya que vienen a efectuar su residencia. Formalmente, el hospital atiende a la población bajo el principio de la interculturalidad, basado en la construcción de una relación en la cual la consulta, intervención y orientación a los pacientes están enmarcadas en un contexto de entendimiento recíproco y respetuoso. Pero las entrevistas revelan que la mayoría del personal médico no conoce los principios de la interculturalidad con los cuales debe sustentarse la relación con los pacientes. Además, la mitad de los entrevistados no ha recibido información al respecto y otros, incluso, no conocen sus propósitos. Destaca el hecho de que, en términos generales, el personal de base del hospital y los médicos no reflexionan sobre su cultura y se limitan a adscribirla a los indígenas. La comunicación es uno de los aspectos centrales en las dificultades para lograr una atención adecuada y, pese a que las enfermeras bilingües fungen como traductoras, las variaciones en una misma lengua entorpecen la comunicación. Las entrevistas evidencian algunos prejuicios que a través de adjetivaciones realizan médicos y enfermeras catalogando de ignorantes y desconfiados a sus pacientes. De manera adicional, las desigualdades sociales se naturalizan en las prácticas médicas y, aun cuando explícitamente hay expresiones de reconocimiento a la otredad, es la tolerancia la práctica que impregna las relaciones entre médicos y pacientes.
Renata Gabriela Cortez Gómez y Néstor Rodolfo García Chong estudian el tratamiento de niños con cáncer en “Adherencia terapéutica en niños indígenas con leucemia del Hospital de Especiali dades Pediátricas de Chiapas”, y profundizan en las dificultades que implica la adherencia al tra tamiento: tomar los medicamentos, seguir una dieta, cambiar de estilo de vida y apegarse a las recomendaciones de los médicos. Evalúan el desgaste para cumplir con el tratamiento y las restricciones económicas que marcan los esfuerzos de las familias a fin de atender a sus hijos tanto dentro del hospital como en el hogar. El estudio es estrujante porque nos ubica en el campo de una enfermedad que desgasta económica y emocionalmente a las familias a causa de las deficiencias de la salud púbica, entre las cuales está el desabasto mundial de quimioterapias.
Por último, en este número de Alteridades se incluyen dos reseñas. La primera versa sobre el libro de la destacada antropóloga Lourdes Arizpe Cultura, transacciones internacionales y el Antropoceno donde, nos dice Hanzel Silva, la autora nos invita a reflexionar sobre el compromiso de la antropología y la cultura con el desarrollo del ser humano. La segunda, del libro Otros capitalismos son posibles, del profesor del Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana, Luis Reygadas, es escrita por Leonardo Tyrtania, quien nos dice que el antropólogo desgrana las múltiples posibilidades del capitalismo resultado de las grietas a través de las cuales se filtra la esperanza.