INTRODUCCIÓN
Las características que definen los climas son resultado del funcionamiento del sistema climático y reflejan la influencia de los distintos componentes que actúan en conjunto sobre él. En el estudio de su comportamiento, distribución y evolución, se analizan diferentes elementos meteorológicos (temperatura, precipitación, viento, presión atmosférica, humedad, etc.) referidos a distintos rangos e intervalos temporales, que pueden ser considerados de forma aislada o combinada. En este último caso el acoplamiento de los valores dados para un lugar define la naturaleza de su clima. Estas combinaciones conducen a parámetros e índices más o menos complejos, cuyos valores son utilizados para establecer tipos climáticos (Cuadrat y Pita, 2006). El agrupamiento sistemático de estos elementos en clases se fundamenta en diferentes parámetros e índices; el reto a la hora de proponer dichos grupos consiste en establecer criterios generales partiendo de los componentes climáticos que se consideran más representativos. El método de clasificación debe elaborarse en función del objetivo perseguido, aunque no siempre los parámetros y los datos de los que se dispone son adecuados o suficientes, ni están en consonancia con los fines de las distintas disciplinas (geografía, botánica, agronomía). Establecer un esquema tipológico universal, único y válido para las diferentes disciplinas y objetivos es algo utópico dadas la disparidad y complejidad de los propósitos. La formulación de clasificaciones orientadas a determinados ámbitos y fines es un paso necesario en toda ciencia, por su trascendencia en la propuesta de hipótesis y en la orientación de las investigaciones. Esta visión ha prevalecido en las propuestas planteadas por muchos autores (por ejemplo, Gil y Olcina, 1997).
En el siglo pasado se elaboraron numerosos sistemas de clasificación climática. Este trabajo revisa y aplica dos propuestas. Por un lado, la de García (1964), “Sistema Modificado” (SM), quien consideró oportuno adaptar el sistema de Clasificación Climática de Köppen a las condiciones orográficas de México, responsables de la gran variabilidad altitudinal y climática. Por otra parte, la de Rivas-Martínez, “Worldwide Bioclimatic Classification System” (WBCS) (Rivas-Martínez 1987, 1994, 2004; Rivas-Martínez et al., 1999, 2011), en la que se establecieron las relaciones de reciprocidad entre la vegetación potencial y los umbrales bioclimáticos de los índices propuestos, los cuales definen las unidades tipológicas del sistema (macrobioclimas, bioclimas y pisos bioclimáticos).
Por su importancia, se comparan ambos sistemas de clasificación sobre el territorio mexicano para establecer sus relaciones de equivalencia y las fronteras de los bioclimas del país, tomando como referencias las diagnosis de las estaciones climatológicas consideradas y el mapa de climas de Köppen modificado por García (1997).
El clima es el principal factor medioambiental regulador de la distribución de la vegetación mundial (Larcher, 2003), mientras que los factores edáficos o del relieve juegan un papel secundario. La bioclimatología comenzó a estructurarse a partir del establecimiento de las relaciones entre la climatología (valores medios de temperatura y precipitación) y la distribución de las plantas. El conocimiento cada vez más preciso de la distribución y composición de la vegetación, junto con la disponibilidad de datos climáticos y de herramientas informáticas para su tratamiento, posibilitan el reconocimiento preciso, objetivo, recíproco de las fronteras bioclimáticas, de la vegetación y aportan criterio y objetividad en la confección de modelos (Fernández-González, 2004).
En México, García (1964) realizó una serie de modificaciones al Sistema de Clasificación Climática de Köppen (1936) debido a lo sencillo de su aplicación y a la premisa implícita de que la vegetación natural constituye un indicador del clima y considera que algunas de sus categorías se apoyan en los límites climáticos de ciertas formaciones vegetales. Los climas son definidos por los valores medios anuales y mensuales de las temperaturas y las precipitaciones, lo que permite diferenciar varios grupos y subgrupos climáticos que se identifican mediante un código de letras. Köppen (1948) divide a los climas del mundo en cinco grupos principales, identificados por una primera letra mayúscula; cada uno de ellos se divide en subgrupos, los que a su vez lo hacen en tipos, con referencias a la distribución estacional de la precipitación (régimen de lluvias). Las modificaciones realizadas afectan, entre otras, a la consideración del índice de Lang (cociente precipitación total anual/temperatura media anual), del porcentaje de lluvia invernal, de la zonificación térmica y de la utilización de la planta llamada gobernadora (Larrea tridentata) como referente de distribución de las regiones áridas del norte de México y suroeste de Estados Unidos; esto último permitió la delimitación más fina de uno de los subgrupos de los secos (García et al., 1961). Este sistema ha sido utilizado a nivel oficial en el país mediante varias ediciones de mapas; la primera de 1970, consta de 45 cartas, escala 1:500 000, por la Comisión de Estudios del Territorio Nacional (CETENAL) (García et al., 1970). Esta misma dependencia editó otras cartas de climas a escalas más pequeñas y en diferentes fechas. La última consta de 16 cartas, escala 1: 1 000 000, editada por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) (García, 1997).
La propuesta WBCS desarrollada por Rivas-Martínez y colaboradores se articula a partir de tres niveles fundamentales: macrobioclima, bioclima y termotipo. Las distintas categorías reconocidas en cada nivel permiten establecer la tipología del sistema; se definen por la distribución geográfica y guarismos térmicos y ómbricos de carácter anual, estacional o mensual, y que presentan determinados valores umbrales discriminantes. Los cinco macrobioclimas representados se subdividen en un total de 28 bioclimas, relacionados en cada región biogeográfica con su correspondiente tipo fisionómico de vegetación; en cada uno de ellos se diferencian los pisos bioclimáticos, definidos mediante dos parámetros: el termotipo, basado en el índice de termicidad (It), y el ombrotipo, fundamentado en el índice ombrotérmico (Io). El concepto de piso bioclimático hace referencia al marco físico o climático que delimita a una realidad biológica, el piso de vegetación, cuyo dominio es altitudinal y latitudinal. La información bioclimática integrada de los tres niveles se sintetiza en el concepto de isobioclima. El fundamento central del sistema se basa en la relación entre los valores del clima y los modelos de distribución de la vegetación, explicados a través de la zonación altitudinal de los pisos bioclimáticos; sus índices recogen aspectos relacionados con las limitaciones que el clima plantea a la vida de las plantas y sus comunidades.
Este sistema ha llevado a que la bioclimatología sea considerada como uno de los pilares básicos para clasificar y delimitar los ecosistemas del planeta de una forma estandarizada, robusta y práctica a escalas adecuadas para su manejo (Sayre et al., 2008), lo que posibilita su aplicación en programas de estudio y conservación de la biodiversidad y de los hábitats, en el pronóstico para la obtención de recursos agrícolas y forestales, y en la determinación de futuros escenarios climáticos y de vegetación (Navarro y Maldonado, 2002; Talbot y Meades, 2011; Gopar-Merino et al., 2015). En el ámbito de la cartografía bioclimática y ecosistémica se han realizado mapas de diferentes territorios a diferentes escalas como, por ejemplo, EE.UU. (Cress et al., 2009), Sudamérica (Sayre et al., 2008), Bolivia (Navarro y Ferreira, 2007), África (Sayre et al., 2013), Regiones Circumboreales (Sánchez Mata y Rivas-Martínez, 2012) y la Tierra completa (Rivas-Martínez at al., 2011).
METODOLOGÍA
La información de referencia de las estaciones convencionales fue obtenida del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) a través del Banco Nacional de Datos Climatológicos (un total de 5415 estaciones). Dicho organismo depende de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), perteneciente a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (OMM, 2011), se seleccionaron estaciones con más de 30 años de registros; de ellas se extrajeron los valores diarios de temperatura máxima, temperatura mínima y precipitación a nivel diario. Se aplicaron los siguientes filtros: a aquellos meses que no tuvieran un mínimo de 25 días de registro y por lo menos 10 meses con datos, dentro de cada año y en una serie de 30 años consecutivos. El total de estaciones que cumplieron los requisitos planteados fueron 2150; su información se procesó en una hoja de cálculo (Excel) para la obtención de los promedios mensuales. A estos datos se les aplicaron: pruebas de homogeneidad, para poder detectar errores aislados, saltos y derivas en la serie, etc. (Guijarro, 2004); pruebas de aleatoriedad de Kolmogorov-Smirnov y de regresión lineal (Stepanek, 2003); prueba de aleatoriedad de coeficiente de correlación serial de Von Neumann (Bartels, 1982), además de la estadística de Mann-Kendall (U.S. Army Corps of Engineers, 2005); también se calculó el coeficiente de varianza, el promedio aritmético, desviación estándar, la mediana, primer y tercer cuartil, los errores aislados (outliers) y los valores extremos. Con base en las pruebas anteriores se seleccionaron aquellas estaciones que superaron al menos 2 de las pruebas de homogeneidad: 1303 estaciones cumplieron los requisitos mencionados, del periodo 1955-2008.
Estas estaciones fueron clasificadas de acuerdo con el SM (García, 1964) y el WBCS (Rivas-Martínez et al., 2011). En el SM se utilizó para la diagnosis el programa Modifica (García, 2004), que distingue cuatro grupos: A Cálido húmedo y subhúmedo, B Seco, C Templado húmedo y subhúmedo y E Frío, este último presente sólo en áreas muy reducidas en México.
Se tienen tres subgrupos con base en las temperaturas media anual y la del mes más frío, los cuales se presentan en la Tabla 1. La separación de los climas no secos en húmedos y subhúmedos se hace mediante dos gráficas en donde se emplean la cantidad de lluvia que se recibe en el mes más seco contra la total anual. Por condiciones de humedad los subgrupos resultantes y su correspondiente designación se muestran en la Tabla 2.
Subgrupos | Símbolos | |
Grupos no secos | Grupos secos | |
Semicálidos | A(C), C(A) | h’(h), h |
Semifríos | Cb’, Cc | k” |
Muy fríos | EF |
Condiciones de humedad | |
Subgrupos | Símbolos |
Húmedos | m(w), m, m(f), f (m), f |
Subhúmedos | w2, w1, w0 |
Semiáridos | BS1 |
Áridos | BS0 |
Muy áridos | BW |
De la combinación de estas letras (grupos y subgrupos) con los símbolos que indican la precipitación total anual, la estacionalidad de la lluvia, porcentaje de la lluvia invernal respecto de la total anual, la cantidad de lluvia que se recibe en el mes más seco y el cociente de precipitación total anual/temperatura media anual (p/t ), resultan los subtipos. Para matizar el régimen térmico se hace uso de una tercera letra, entre las más significativas se encuentran: a, b, h, k, k’.
Se tienen variantes como la canícula, la oscilación térmica y la marcha de la temperatura, cuyos símbolos son: w”; i, (i’), (e), (e’) y g, respectivamente. La letra H se utiliza únicamente en los climas fríos, que en México sólo se localizan a gran altitud. El término tipo se emplea para designar a la fórmula completa obtenida con el sistema.
Porcentaje de lluvia invernal = (e +f +m)/p x 100
Donde: e, f, m es la precipitación de los meses de enero, febrero y marzo, p precipitación total anual.
Con base en este porcentaje se establecen diferentes categorías en cada uno de los tres regímenes de lluvia contemplados en el SM. Se utilizan los índices rh y rs para separar los climas secos B de los húmedos A, C y E, y para separar los climas secos entre sí. En la Tabla 3 se indican los regímenes de lluvia con sus respectivos símbolos y en qué escenarios se emplean estos índices.
Régimen de lluvias | Porcentaje de lluvia invernal | Índice rh para separar: A, C y E de B | Índice rs para separar: BS y BW |
De verano w | Menor a 10.2% | rh = 2t+28 | rs = (2t+28)/2 |
Mayor a 10.2% | rh = 2t+21 | rs = (2t+21)/2 | |
Intermedio x, f | rh = 2t+14 | rs = (2t+14)/2 | |
Invierno s | rh = 2t | rs = 2t/2 |
El cociente de Lang se utiliza para definir a las tres variantes en las que se dividen los subhúmedos (Tabla 4).
Subhúmedos | Designación | Índice de Lang p/t |
w2 | Los más húmedos | Mayor de 55 |
w1 | Los intermedios | Entre 43.5 y 55.0 |
w0 | Los más secos | Menor a 43.2 |
Este mismo cociente sirve también para definir a los subgrupos:
BS 1 semiáridos p/t mayor a 22.9.
BS 0 áridos p/t menor a 22.9.
La diagnosis del sistema bioclimático de Rivas-Martínez et al. (2011) se hizo a través de una hoja de cálculo y se consideraron los parámetros más significativos:
T: temperatura media anual en grados centígrados.
Ti: temperatura media mensual, siendo i: 1 = enero, ….,12 = diciembre.
Tp: temperatura positiva: suma en décimas de grado centígrados de las temperaturas medias mensuales. Ti1-12 >0° C
Tmax: temperatura media del mes más cálido del año.
Tmin: temperatura media del mes más frío del año.
m: temperatura media de las mínimas del mes más frío en ºC.
M: temperatura media de las máximas del mes más frío en ºC.
Pi: precipitación media mensual, siendo i: 1 = enero…, 12= diciembre.
Pp: precipitación positiva anual (de los meses de Ti superior a °C).
It: índice de termicidad: It = (T + m + M) x 10, índice que pondera la intensidad del frío invernal, factor limitante que controla la actividad biológica de muchas plantas y comunidades vegetales.
Io: índice ombrotérmico: Io = (Pp / Tp) x 10.
Ic: índice de continentalidad simple o intervalo térmico anual (Tmax- Tmin en °C).
Iod1, Iod2, Iod3: índices ombrotérmicos del mes, del bimestre y del trimestre más secos del año, respectivamente. Iod1 = (Pid1 / Tid1) x 10; Iod2 = (Pid2 / Tid2) x 10; Iod3 = (Pid3 / Tid3) x 10. Estos índices sólo se utilizan en los macrobioclimas tropicales.
Para cada estación se obtuvieron los macrobioclimas, bioclimas y termotipos con los índices ya mencionados.
Para encontrar las equivalencias entre los dos sistemas, se compararon los regímenes de lluvias obtenidos por el SM con los macrobioclimas y todos los tipos climáticos del SM agrupados por su grado de humedad con los bioclimas y los compilados por sus condiciones térmicas con los termotipos. Con las equivalencias encontradas entre los dos primeros se nombraron los diferentes polígonos de la cobertura de climas del SM, escala uno a un millón, y de esa forma se obtuvieron los mapas de macrobioclimas y bioclimas del país.
Toda la información cartográfica fue procesada con el sistema de información geográfica ArcMap.
RESULTADOS
En la Figura 1 se muestra la distribución de las estaciones empleadas en el presente trabajo. En general, sólo el 41% del territorio nacional cuenta con una red mínima satisfactoria según los lineamientos propuestos por la Organización Meteorológica Mundial (Jáuregui, 1973; Bautista, 2007).
Las estaciones se agruparon según los criterios tipológicos de cada sistema. Así, para el SM, se consideraron las condiciones térmicas y grado de humedad. En la Tabla 5 se observa que el mayor porcentaje de estaciones con régimen de lluvias de verano e intermedio (39.9%) son cálidas y en menor proporción semifrías (1.9%). En aquellas con régimen de lluvias de invierno, sólo el 0.2% son cálidas.
Con regímenes de lluvias de verano e intermedio | Símbolos | No. de estaciones (%) |
Cálidos | A, (h’), (h’)h | 520 (39.9%) |
Semicálidos | AC, h’(h), h | 364 (27.9%) |
Templados | C, k, k’ | 360 (27.6%) |
Semifríos | Cb’, Cc, k” | 25 (1.9%) |
Con régimen de lluvias de invierno | No. de estaciones (%) | |
Cálidos | (h’)h | 2 (0.2%) |
Semicálidos | h’(h), h | 16 (1.2%) |
Templados | C | 16 (1.2%) |
La Tabla 6 muestra el número y porcentaje de estaciones incluidas en cada jerarquía climática, según su grado de humedad; destacan las estaciones subhúmedas y las semiáridas que conforman casi el 72.1% respecto del total. De las estaciones con régimen de lluvias de invierno, las más representativas fueron las muy áridas (1.5%). El hecho de que la mayoría de las estaciones esté encuadrada en dichas condiciones de humedad se atribuye a su ubicación en zonas con alta densidad de población, donde se concentra el 62% de la población total del país (INEGI, 2010).
Condiciones de humedad | Símbolo | No. de estaciones (%) | |
Parcial | Nacional | ||
Húmedos con régimen de lluvias de verano | 76 (5.8) | ||
Con lluvia invernal entre 5 y 10.2% | m | 41 (53.9) | |
Con lluvia invernal mayor de 10.2% | mf | 35 (46.1) | |
Húmedos con régimen de lluvias intermedio con menos de 18% de lluvia invernal | fm | 46 (3.5) | |
Subhúmedos con régimen de lluvias de verano | 684 (52.5) | ||
Con p/t mayor a 55.0 | w2 | 164 (24) | |
Con p/t entre 43.2 y 55.0 | w1 | 207 (30.2) | |
Con p/t menor de 43.2 | w0 | 313 (45.8) | |
Semiáridos con regímenes de lluvias de verano e intermedio | BS1 | 255 (19.6) | |
Áridos con regímenes de lluvias de verano e intermedio | BSo | 109 (8.4) | |
Muy áridos con regímenes de lluvias de verano e intermedio | BW | 99 (7.6) | |
Régimen de lluvias de invierno | 34 (2.6) | ||
Templados | Cs | 2 (5.7) | |
Áridos | BSs | 13 (37.1) | |
Muy áridos | BWs | 19 (57.1) |
Al aplicar la propuesta de Rivas-Martínez se reconocieron para el país los macrobioclimas Tropical y Mediterráneo. Dentro del primero se identificaron 4 de los 5 bioclimas representados a nivel mundial. El número de estaciones para cada uno se muestra en la Tabla 7, donde también se indican los valores en porcentaje. No hubo estaciones con bioclima hiperdesértico. Respecto a los termotipos, el termotropical y el mesotropical fueron los mejor representados, el 81.2% de las estaciones se ubicaron en alguna de estas situaciones. Respecto a los ombrotipos, el seco junto con el subhúmedo conforman el 67.1% del total. Los ombrotipos tropicales ultrahiperárido y ultrahiperhúmedo no fueron registrados en ninguna estación.
Macrobioclimas | No. de estaciones (%) | ||
Tropicales | 1268 (97.31) | ||
Mediterráneos | 35 (2.69) | ||
Bioclimas tropicales | No. de estaciones (%) | Bioclimas mediterráneos | No. de estaciones (%) |
Pluvial | 50 (3.84) | Xérico oceánico | 11 (0.84) |
Pluviestacional | 458 (35.15) | Desértico oceánico | 24 (1.84) |
Xérico | 692 (53.11) | ||
Desértico | 68 (5.22) | ||
Temotipos tropicales | Termotipos mediterráneos | ||
Infratropical | 163 (12.51) | Inframediterráneo | 16 (1.23) |
Termotropical | 579 (44.44) | Termomediterráneo | 18 (1.38) |
Mesotropical | 479 (36.76) | Mesomediterráneo | 1 (0.08) |
Supratropical | 47 (3.61) | ||
Ombrotipos tropicales | Ombrotipos mediterráneos | ||
Hiperárido | 2 (0.15) | Hiperárido | 10 (0.77) |
Árido | 66 (5.07) | Árido | 14 (1.07) |
Semiárido | 183 (14.04) | Semiárido | 11 (0.84) |
Seco | 525 (40.29) | ||
Subhúmedo | 349 (26.78) | ||
Húmedo | 123 (9.44) | ||
Hiperhúmedo | 20 (1.53) |
Al comparar estos resultados con los obtenidos por otros autores, destaca aquí la ausencia del bioclima Mediterráneo pluviestacional oceánico y del termotipo supramediterráneo, señalados por Peinado et al. (1994) y Macías et al. (2014) en las sierras de Juárez y San Pedro Mártir (Baja California Norte), del Mediterráneo hiperdesértico oceánico, reconocido en el extremo occidental de la península de El Vizcaíno (Macías et al., 2014), y del Tropical hiperdesértico en la cuenca baja del río Colorado (Peinado, et al., 2006); todos ellos presentan una escasa superficie representativa. Esto se debe a que las estaciones de referencia utilizadas por estos autores se omitieron aquí porque carecen de las condiciones requeridas, lo que impidió verificar la presencia de dichos bioclimas. Es muy importante mencionar que desde el punto de vista climatológico, el noroeste del país se caracteriza por la alta variabilidad estacional de la precipitación, lo que refuerza la necesidad de contar con rangos de datos suficientemente amplios (Latorre et al., 1988; Díaz et al., 2008; Salinas-Zavala et al., 1992; Minnich et al., 2000; Vidal y Hernández, 2007).
Al comparar las unidades jerárquicas de mayor rango de ambos sistemas se deduce que los climas con régimen de lluvias de verano e intermedio se corresponden con el macrobioclima Tropical, mientras que los de régimen de lluvias de invierno se vinculan con el Mediterráneo; únicamente una estación con régimen de invierno faltó a la relación comentada. El SM no utiliza el término clima mediterráneo, sino el de clima templado con régimen de lluvias de invierno, situación identificada en la porción noroccidental del país; tanto la localización como las causas que originan estas lluvias en el invierno, han sido ampliamente mencionadas en la literatura (Wallén, 1955; Hastings y Turner, 1965; García y Mosiño, 1968; Latorre, et al., 1988; Walkowiak y Solana, 1989; Zavala et al., 1990).
El WBCS utiliza numerosos índices para definir y acotar las unidades bioclimáticas representativas de los territorios de la Tierra e incide en su relación con las formaciones y comunidades vegetales. En tanto el SM ha sido ajustado ex profeso para México y aplicado con éxito en diferentes países de Centro (INETER, 2007) y Sudamérica. Los diferentes tipos de climas del SM responden a la situación latitudinal del país en relación con los fenómenos tropicales y sistemas atmosféricos de latitudes medias, su compleja topografía, la conformación del continente, las condiciones térmicas de las diferentes corrientes marinas, los océanos que rodean al país, entre otros; por lo tanto, existe una alta concordancia entre los climas con la gran diversidad de ecosistemas del territorio nacional.
En la Tabla 8 se presentan las equivalencias entre los subtipos y subgrupos del SM con los bioclimas del WBCS. Para definir los bioclimas se utilizan los índices ombrotérmicos Io anual y el Iod2; en el caso del SM se emplean el régimen de lluvias, los valores de la precipitación del mes más seco y anual, el cociente p/t y el porcentaje de lluvia invernal, para los subtipos climáticos húmedos y subhúmedos; para los grupos y subgrupos secos se utilizan los índices rh, rs, y p/t además de los anteriores.
Bioclimas tropicales | Subtipos y subgrupos SM | Bioclimas mediterráneos | Subtipos SM |
Pluvial | fm | Xérico oceánico | BSs; Cs |
Pluviestacional | mf; m; w2; w1 | Desértico oceánico | BWs |
Xérico | wo; BS1; BSo | ||
Desértico | BW |
La relación que se encontró entre el SM con los bioclimas fue del 98% en general, en algunos casos del 100%; en el caso de los pluviales, pluviestacionales y con los desérticos dicha concordancia fue del 70%.
La Tabla 9 muestra seis ombrotipos tropicales registrados, aunque faltan los más extremosos, el ultrahiperárido, el ultrahiperhúmedo y el hiperárido.
Ombrotipos tropicales | Equivalencias con Sistema modificado |
Árido | BW |
Semiárido | BSo |
Seco | wo; BS1 |
Subhúmedo | w2 (cálidos, semicálidos y templados); w1; mf (cálidos) |
Húmedo | fm (cálidos); mf (semicálidos y templados); |
m (cálidos, semicálidos y templados); Cb’(w2) | |
Hiperhúmedo | Cb’m(f) |
Ombrotipos mediterrráneos | Equivalencias con Sistema modificado |
Hiperárido | BWs |
Árido | BWs |
Semiárido | BSs, Cs |
Las equivalencias encontradas entre los ombrotipos y los subtipos agrupados por sus condiciones de humedad del SM fueron del 100% para las categorías de menor humedad y mayores al 75% en los húmedos. Los dos sistemas definen los grados de humedad con base en la relación entre p y t (Io WBCS y p/t del SM).
Para la definición de los bioclimas mediterráneos, el WBCS, además de utilizar el Io, emplea el índice de continentalidad Ic (oscilación térmica en el SM). Este aspecto es de gran importancia en ambos sistemas; al respecto García (1964) incluye cuatro intervalos que denotan el comportamiento espacial latitudinal y se indica en la fórmula climática con su respectivo símbolo (García y Vidal, 1992).
Tanto los termotipos tropicales como los mediterráneos tienen menor correspondencia con las condiciones térmicas empleadas en el SM, como se muestra en la Tabla 10. Para los termotipos orotropical y criorotropical se careció de información, aunque fueron identificados en otros trabajos con diferentes métodos (Almeida et al., 2004; Giménez de Azcárate et al. 2013; Gopar-Merino et al., 2015).
Termotipos tropicales | Equivalencias con Sistema modificado |
Infratropical | Cálidos (31.4%) |
Termotropical | Cálidos (67.6%), Semicálidos (62.6%) |
Mesotropical | Semicálidos (36.4%), Templados (93.8%) |
Supratropical | Semifríos (100%), Templados (6.1%) |
Termotipos mediterráneos | Equivalencias con Sistema modificado |
Inframediterráneo | Cálidos (100%), Semicálidos (81.2%) |
Termomediterráneo | Semicálidos (18.7%), Templados (93.7%) |
Mesomediterráneo | Templados (6.2%) |
Los termotipos supramediterráneo, oromediterráneo y crioromediterraneo (Tabla 10) no se registraron, aunque el primero sí se menciona en los trabajos de Peinado et al. (1994).
La tipología de los termotipos y de las zonas térmicas presenta escasa coincidencia debido a que el WBCS en su formulación del It utiliza, además de la temperatura media anual, las temperaturas máximas y mínimas promedio del mes más frío, lo que permite ponderar la intensidad del frío invernal como factor limitante en la distribución de plantas y comunidades.
Con las equivalencias encontradas a nivel bioclimático y en la distribución de los polígonos del mapa de Climas de García (1999) se elaboró un mapa de regionalización macrobioclimática del país (Figura 2).
El macrobioclima Mediterráneo se localiza en la vertiente del Pacífico, en el noroeste de la Península de Baja California, distribución que coincide en buena medida con las propuestas de Peinado et al. (1994), Rivas-Martínez et al. (1999) y Macías et al. (2014). La diferencia en las fronteras se deben a la escala de los mapas, a la información de las estaciones utilizadas y a las variaciones de los regímenes normales de lluvia (Zavala et al., 1990).
La Figura 3 muestra el mapa de distribución de los bioclimas. La Península de Baja California tiene 5 bioclimas: el Mediterráneo desértico oceánico, a lo largo de la costa del Pacífico entre los 28° y 30° 30’ de latitud Norte; el Mediterráneo xérico oceánico al norte del anterior, el Mediterráneo pluviestacional oceánico sobre la vertiente occidental superior de las sierras de Juárez y San Pedro Mártir. Los otros dos bioclimas en la Península son el Tropical xérico, en la sierra de la Laguna y en otras sierras de Baja California Sur; el Tropical desértico en la vertiente interior de la Península y en su extremo meridional.
Rivas-Martínez et al. (2011) identificaron el macrobioclima Mediterráneo en el noreste de Coahuila con presencia de los bioclimas xérico continental, xérico oceánico y desértico oceánico; sin embargo, ninguno se identificó en nuestro análisis.
En la parte continental del país se encontraron representados cuatro de los cinco bioclimas tropicales: el desértico, el xérico, el pluviestacional y el pluvial. El bioclima Tropical desértico se localiza sobre la llanura costera del Golfo de California, en el estado de Sonora y noroeste de Sinaloa, así como en el norte de los estados de Chihuahua y Coahuila, noreste de Durango, centro-oeste de Nuevo León, algunas zonas aisladas del noreste de San Luís Potosí y los límites estatales de Puebla y Oaxaca. El Tropical pluviestacional se ubica a lo largo de las sierras Madre Occidental y Madre Oriental, Eje Neovolcánico, Sierra Madre del Sur, llanura costera del Golfo de México, Istmo de Tehuantepec, región sureste y en la mayor parte de la Península de Yucatán. El Tropical Pluvial se distribuye en la base del declive este de la Sierra Madre Oriental, al sur del paralelo 22° N; sobre la vertiente oriental de la sierra de los Tuxtlas y a lo largo del pie septentrional de las montañas del norte de Chiapas. El resto del territorio registra el bioclima Tropical xérico.
En buena medida los límites aquí presentados coinciden con los establecidos en los mapas realizados en distintas áreas de México con diferentes fines y escalas (Barber et al., 2001; Rivas-Martínez et al., 2011; Giménez de Azcárate et al., 2013; Macías et al., 2014; Gopar-Merino et al., 2015).
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
La comparación de los dos sistemas de clasificación permitió confirmar sus concordancias en relación con las condiciones de humedad debido a la similitud de sus índices; sin embargo, difieren en aspectos de temperatura, por el uso de guarismos que abordan elementos incompatibles. En el WBCS el autor ha intentado conferir a su sistema el máximo grado de resolución posible a partir de la información climática y geobotánica obtenida, optimizando y ajustando el carácter predictivo de los índices matemáticos con la distribución de las formaciones y comunidades vegetales, lo cual es favorecido por el carácter jerárquico e inclusivo de sus unidades tipológicas. Debido a la baja disponibilidad de datos climáticos fiables en diferentes partes del mundo, ha elaborado diversos procedimientos matemáticos para establecer de manera indirecta una diagnosis bioclimática apropiada en los casos con mayores limitaciones; de ahí el éxito obtenido.
En el caso del SM, García (1964) utilizó el criterio de Köppen de que las plantas constituyen indicadores climáticos, cuya distribución define las regiones de clima. La incorporación de una serie de índices permitió subdividir los tipos para caracterizar detalladamente las variaciones climáticas a escalas local y regional en México. Es por ello que ha ganado terreno en cuanto a su aplicación en este país y en algunas otras regiones de Centro y Sudamérica. Es un sistema que refleja un análisis y conocimiento de las condiciones meteorológicas, de la configuración del relieve y de la variación altitudinal del territorio nacional.
En cuanto a las condiciones de humedad hay más subdivisiones en el SM, ya que varios subtipos y subgrupos quedan incluidos en una jerarquía del WBCS, mas no así en cuanto a los rangos de temperatura que en el SM tienen límites más amplios.
Es importante destacar que la información que aporta la carta de climas de CONABIO, en donde se aplica el SM, representa la gran diversidad climática que existe en México y, por lo tanto, ha sido ampliamente utilizada como fuente de información básica en todos los proyectos de ordenamiento ecológico y territorial, así como de análisis de vegetación en relación con el clima y por diversas disciplinas.
Las concordancias encontradas entre estos sistemas permiten considerar que los dos pueden complementarse en el caso de México, aportando una mejor delimitación de las condiciones térmicas y de humedad para el uso del suelo especialmente de la vegetación.
Es importante señalar que el uso del SM en México no sólo se ha centrado en la relación clima-vegetación sino en otros campos del quehacer científico, como el de clima-agricultura, clima- suelos, entre otros, por el hecho de que considera las condiciones meteorológicas de estas latitudes y la orografía como factor climático determinante en el territorio nacional.