Introducción
Identificar objetos y procesos de estudio, marcos teóricos y estrategias metodológicas sobre Internet y Sociedad de la Información resulta una tarea difícil, no solo por el abrumador número de artículos en revistas especializadas, ponencias y conferencias, sino porque el objeto de estudio se ha transformado con celeridad desde la década de 1990, cuando el uso de Internet sale de los entornos académicos y empieza a generalizarse. La producción científica sobre las entonces novedosas plataformas y los procesos sociales alrededor de dicha red, comienzan a tener lugar en las universidades de todo el mundo y capta el interés de los estudiosos del campo de la comunicación.
Aunado a estos rasgos −vastedad y un objeto de estudio en constante cambio− se añade la transdisciplinariedad que caracteriza a los trabajos sobre Internet y Sociedad de la Información. Esto dificulta la delimitación del corpus teórico y se presta para experimentaciones metodológicas, que si bien abonan a la imaginación sociológica, en ocasiones favorecen la dispersión e incrementan la dificultad de articularse y sistematizarse; particularidad de los estudios sobre nuestro campo de conocimiento analizada y discutida por el investigador mexicano Fuentes Navarro (2014).
El objetivo del presente artículo es realizar este proceso de identificación en México, aunque de forma general y exploratoria. Llevar a cabo dicho acercamiento mediante el análisis de contenido de los trabajos presentados en los Encuentros Nacionales de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC) durante cinco años consecutivos reviste dificultad por la dispersión e inconsistencia de los estudios, tal como reconocen en un diagnóstico Trejo Delarbre y Sosa Plata (2009), entonces coordinadores del Grupo de investigación Nuevas Tecnologías, Internet y Sociedad de la Información -G1- de la AMIC, situación que no ha cambiado sustancialmente desde entonces.
Método
Con el fin de identificar las principales tendencias en relación con las ponencias presentadas por investigadores y alumnos de postgrado al interior del G1 entre 2010 y 2014,3 se llevó a cabo un análisis de contenido, que permitió conocer temas, marcos teóricos, herramientas metodológicas y autores citados. La matriz de datos además incluyó campos relativos a la cantidad total de ponentes por cada exposición, institución de procedencia. La codificación de los marcos teóricos se hizo a partir, tanto de las palabras clave señaladas en cada disertación, como de una valoración cualitativa realizada por los autores del presente, con base en la revisión de este apartado, así como en los autores citados. Una estrategia similar se siguió en el caso de los asuntos centrales abordados en cada ponencia. La unidad de registro estuvo dada por todos los trabajos presentados al interior del G1 y coincidió con la unidad de observación.
Además de la identificación de marcos teóricos, exploramos las estructuras relacionales existentes entre sus autores. Por ello, en lo relativo a la identificación de las redes de citación -con base en la misma matriz de datos- se hizo un análisis de redes sociales mediante el software NodeXL y se consideraron vínculos dirigidos4 en todos los casos con el primer autor de cada ponencia como punto de origen y cada autor citado como destino.
Tres etapas en los estudios sobre Internet y Sociedad de la Información
Wellman (2013) reconoce tres etapas en la historia de los estudios sobre Internet. Estas servirán para periodizar el breve estado de la cuestión, no sin advertir al lector que fue complementado con algunas obras que, en nuestro criterio, han influenciado al interior de los ponentes del G1 de la AMIC.
Dentro de la primera etapa se encuentran las referencias descriptivas y manifiestos como el del ciberespacio (Barlow, 1996). La mayoría eran sobre la entonces novedosa plataforma tecnológica y sus especificidades, con descripciones cargadas de sobreoptimismo por sus supuestas potencialidades democratizadoras.
También, según la periodización de Wellman (2013), comenzaron a aparecer algunas investigaciones, más de carácter descriptivo que analíticas, sobre los supuestos peligros u oportunidades que para la comunicación humana acarrearía la ya mencionada mediación técnica. Destacan en estos años textos frecuentemente citados por los estudiosos de nuestro campo, tales como los de Negroponte (1995), Rheingold (1996) y Turkle (1997).
Una segunda etapa se ubica a partir de 1998 y coincide con el colapso de algunas de las empresas digitales que paradójicamente detonaron el auge de publicaciones de divulgación especializadas en la cultura digital, como la revista Wired, popularidad a la que coadyuvó la generalización de navegadores y buscadores como Netscape Navigator, Alta Vista y, más tarde, Google. De esta etapa sobresale la publicación de la trilogía del catalán Manuel Castells sobre la era informacional, cuyos hallazgos, producto de una vasta investigación, continúan siendo referente internacional, incluso a dos décadas de la publicación de La Sociedad Red (1999).
En la primera década del siglo XXI, el mundo académico y algunas empresas comenzaron a revelar de forma cuantitativa el fenómeno de la brecha digital y sus consecuencias −como los estudios del World Internet Project de la Universidad de Annenberg, el Centro Pew o el proyecto Internet World Statistics− así como de las potencialidades y los riesgos de la comunicación mediada por computadora para la política, el comercio y la vida cotidiana. Estudios como el de Wellman y Haythornthwaite (2002) y el de Manovich (2001) sobre el lenguaje de los nuevos medios; el de Levy (1999) acerca del ciberespacio y la virtualización de la comunicación, y años más tarde el de Jenkins (2006) respecto de la cultura convergente, se convertirían en puntos referenciales para los estudiosos del campo de la comunicación.
En el terreno metodológico, la propuesta de etnografía virtual de Hine (2005), que supone observación participante, entrevistas en línea y análisis de formas simbólicas e interacción en el ciberespacio, cobró notoriedad e interés por parte de estudiosos de todo el mundo. Sin duda, las cumbres mundiales sobre Sociedad de la Información y las declaraciones resultantes de estas, celebradas en Ginebra (2003) y Túnez (2005), respectivamente, alentaron el abordaje desde distintas perspectivas sobre el modelo social derivado de la preeminencia tecnológica.
Una tercera etapa es aquella en que se mitiga la euforia y se comienzan a realizar investigaciones con aparatos teóricos y metodológicos cada vez más sólidos y sistematizados desde las diversas ciencias sociales, y la comunicación no fue la excepción. En este momento se observa en el mundo sajón la aparición de revistas científicas especializadas en Internet como Computer-Mediated Communication, New Media and Society y Convergence. La producción sobre Internet como objeto de análisis a la fecha continúa siendo prolífica en inglés y es adoptada por estudiosos de otros contextos.
Estudios sobre Internet y sociedad de la información de América Latina
Los estudios sobre Internet y Sociedad de la Información en América Latina fueron influenciados en buena medida por las investigaciones del entorno angloparlante y, como en estas, destacan análisis descriptivos en las primeras etapas que más tarde fueron ganando, si bien no del todo, solidez teórico-metodológica. Para Trejo Delarbre (2013), Castells es el teórico con más influencia entre los investigadores latinoamericanos; otros, como el propio Trejo Delarbre (1996), autor de uno de los libros pioneros en español sobre el nuevo entorno digital, considera que Piscitelli (1995), estudioso de las ciberculturas y Crovi (2004) con sus abordajes críticos sobre Sociedad de la Información, contribuyeron al debate sobre la sociedad digital desde sus inicios, así como respecto de sus desafíos en un subcontinente heterogéneo, cuyo rasgo distintivo en la Sociedad de la Información es la brecha digital.
Estos son apenas algunos de los autores de una cada vez más vasta obra alrededor de la Sociedad de la Información en la región, en la que los investigadores de la era análoga fueron adaptando paulatinamente al nuevo entorno de Internet como objeto de estudio. Esta apropiación se dio a partir de diversas aproximaciones teórico-metodológicas, propias de las ciencias sociales, desde el paradigma de la Sociedad de la Información hasta la economía política de la comunicación con autores como Becerra (2003), pasando por etnografías de la vida cotidiana y la intimidad en la red mediante dispositivos móviles, como los trabajos de Sibilia (2008) y Winocur (2009). También, sobre las narrativas digitales o transmedia que se estructuran a partir de la hipermediación con enfoque primordialmente semiótico y discursivo (Scolari, 2008).
De esta realidad digital comenzaron a dar cuenta informes como los de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), y en el discurso de los principales líderes políticos latinoamericanos se tornaron recurrentes las menciones a la construcción de la Sociedad de la Información, mediante políticas públicas de conectividad e inclusión digital. En esta década, diversos países de la región como Brasil, Argentina, Chile, Colombia y Uruguay pusieron en marcha sus respectivas agendas digitales. México retomó estos esfuerzos en 2013, luego de las iniciativas en torno al Sistema Nacional eMéxico emprendidas desde el año 2000 y que nunca lograron por sí mismas una efectiva reducción en la brecha digital.
Estudios sobre Internet y Sociedad de la Información en México. Una mirada desde la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación
En 2006, de frente al Encuentro Nacional de la AMIC se identificaron a las nuevas tecnologías, a Internet y a la Sociedad de la Información como un campo que merecía atención de la comunidad científica especializada en la comunicación, por lo que se creó 1 de los 16 grupos de investigación encargados de promover no solo la discusión, sino la misma investigación teórica y metodológica sobre objetos y procesos de estudio derivados de la sociedad digital. En 2009 Trejo Delarbre y Sosa Plata (2009) realizaron un diagnóstico inicial. Tomaron como corpus ponencias y algunas obras referenciales para el análisis, en el que si bien encontraron una nutrida producción, hallaron limitada consistencia y descripción, débil contexto analítico y reiteración de objetos y métodos ante una escasa delimitación del corpus teórico.
Podríamos sostener a un lustro de aquel estudio que el diagnóstico no ha variado del todo, con lo cual cabe la afirmación de que estos son rasgos de la investigación sobre Internet y Sociedad de la Información en la última década en México. En contraste, llama la atención el interés de las nuevas generaciones de comunicólogos que se aproximan de manera creciente al estudio de Internet, tal como lo demuestra el incremento exponencial de tesis de licenciatura, maestría y doctorado bajo esta línea. Tan solo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), según Trejo Delarbre (2013), se incrementaron de 2 en 1995, a 495 entre 2005 y 2009. Una realidad similar podría estarse experimentando en otras universidades privadas y públicas del país. No obstante en este marcado crecimiento como objeto de estudio -hasta 2014 en el contexto mexicano- no se observa la creación de centros de investigación dedicados exclusivamente al estudio de Internet y Sociedad de la Información; sin embargo, es posible dar cuenta de revistas periódicas, que sin tener la especificidad de las editadas en el contexto anglosajón, abordan la temática desde la década de 1990, entre las que destacan la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM; Comunicación y Sociedad de la Universidad de Guadalajara (UdeG), y Razón y Palabra del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Es hasta finales de la primera década de este siglo cuando aparecen revistas especializadas como Virtualis.5
En las discusiones sobre las políticas públicas en la materia destaca la presencia de empresas, asociaciones civiles, colectivos y una muy discreta aportación de instituciones de educación superior.6 De 2009 a la fecha se han publicado algunos textos sobre Internet, de los cuales destacamos, sin que se trate -como lo hemos advertido- de una indagación exhaustiva, aquellos sobre el debate epistémico de Internet como medio de comunicación (Pérez Salazar, 2012), y sobre las transformaciones en la industria periodística a causa de la digitalización (Meneses, 2011), la brecha digital (Alva de la Selva, 2012) y las movilizaciones sociales en red a raíz del movimiento estudiantil #YoSoy132 (Galindo & González, 2013).
Observamos que a partir del año 2009 las redes sociales se convierten en objeto predilecto de estudio de los investigadores mexicanos. La obra de Castells, Comunicación y Poder (2009), ha sido un destacado marco referencial para abordar su análisis y en la praxis las movilizaciones en África del Norte, Occupy Wall Street y #YoSoy132 se convirtieron en casos paradigmáticos para ser analizados.
Principales hallazgos
Los encuentros de la AMIC no son los únicos en donde se reúnen resultados de investigación en México, pero se trata de uno de los más sobresalientes espacios anuales de encuentro de investigadores de todo el país, por la cantidad de trabajos que ahí se presentan. El volumen de la participación, poco equiparable con otros congresos de la especialidad en nuestro contexto, así como la representatividad de la investigación proveniente de los diferentes estados, otorgan cierta fiabilidad a los hallazgos de este estudio de carácter predominantemente descriptivo y exploratorio.
En los Encuentros Nacionales AMIC, llevados a cabo en 2010 en las instalaciones de la Universidad Iberoamericana (UIA) de la Ciudad de México; en 2011 en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), en Pachuca, Hidalgo; en 2012 con sede en la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) en Saltillo, Coahuila; en 2013 en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMEX), en Toluca, estado de México, y en 2014 en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), en San Luis Potosí, al interior del G1, Internet, Nuevas Tecnologías y Sociedad de la Información, se presentaron un total de 101 autores en 94 ponencias, distribuidos como se muestra en la Tabla 1.
* Es importante señalar que en 2013 la AMIC decidió reducir el número de sesiones de los encuentros nacionales de 3 a 2 días y por primera vez se solicitó a los participantes la ponencia completa para ser sometida a dictamen. Consideramos que ésta puede ser la causa principal de la disminución de participantes en el grupo. Abordar otras causas excede los límites del presente análisis.
Fuente: Elaboración propia
Como se aprecia en la Tabla 2, poco más de 7 de cada 10 ponencias presentadas entre 2010 y 2014 (71.28%) tienen un solo autor. En promedio, se tuvo 1.55 autores por ponencia, con un margen de prácticamente ±1 autores en promedio (dado por una desviación estándar de 0.98).
En el seno de la AMIC relativamente pocos investigadores presentan trabajos año con año. En el caso particular del G1 llama la atención que solamente un autor tiene ponencia en cada uno de los cinco años que incluye el presente análisis. Cuando se hace el análisis por ponencia, poco más de la mitad de los autores (51%) lo han hecho en una sola ocasión, como se muestra en la Tabla 3.
Sin embargo, cuando los datos son analizados por el total de autores participantes durante este lustro -sin importar su orden en la autoría- es aún más reveladora la participación en una sola ocasión, dato que prácticamente representa a 4 de cada 5 ponentes (78.22%) del total.
Un perfil general de los participantes puede ser trazado a partir de su institución de adscripción (véase Tabla 5) y lugar de procedencia (véase Tabla 6). Como es posible observar, en relación con esta primera variable, dos instituciones -el ITESM y la UNAM- concentran a cerca de dos quintas partes del total de las ponencias presentadas (37.2%), mientras que en el otro extremo, hay seis instituciones cuyos investigadores han participado con un solo trabajo entre 2010 y 2014.
* Ponencias en las que los autores tienen distintas adscripciones institucionales
Fuente: Elaboración propia
Esta concentración guarda cierta relación con los datos analizados a partir del lugar de procedencia de los autores de las 94 ponencias. Dada la cantidad de instituciones ubicadas en la zona metropolitana de la Ciudad de México y Monterrey -entre las que destacan el ITESM y la UNAM por la cantidad de trabajos presentados en el G1-, se tiene que casi la mitad (47.8%) de los trabajos ubican a sus autores en el Distrito Federal y Nuevo León.
En lo que tiene que ver con el último aspecto del perfil general de los ponentes, las proporciones tienen grandes variaciones en relación con la posición ocupada en el orden de la autoría de cada trabajo. Mientras que en los primeros autores hay una notable equidad (con 1.1% de diferencia entre hombres y mujeres, a favor de los primeros), en la segundas y terceras posiciones hay una notable prevalencia de participantes de sexo femenino.
El siguiente bloque de análisis responde de manera directa al objetivo principal del presente trabajo y se centra en tres aspectos: los marcos teóricos y las categorías en las que se apoyan los autores de las ponencias; el tema central en sus problemas de investigación, y las herramientas metodológicas aplicadas.
Respecto de las categorías y marcos teóricos, los trabajos presentados entre 2010 y 2014 se caracterizaron por una amplia variedad en los referentes conceptuales en los que se basaron sus autores. Un conteo simple nos ha permitido la identificación de al menos 60 perspectivas específicas, que van desde enfoques críticos de la comunicación, hasta planteamientos estructuralistas y semióticos; pasando por el Funcionalismo, la Escuela de Palo Alto, así como rasgos concretos de las tecnologías de la información y la comunicación, como las hipermediaciones, la transmedialidad y la hipertextualidad. Sin embargo, en esta amplia dispersión conceptual, como se muestra en la Figura 1, es posible señalar algunos ejes conceptuales destacados por su uso más o menos reiterado y entre los que sobresale la Sociedad de la Información como marco referencial y la reciente emergencia de la categoría dada por el ciberactivismo.
Estrechamente relacionados con esta variable, se ubican los objetos de estudio que han sido abordados en las ponencias durante este lustro. Para la elaboración de la Tabla 7 se realizó una recodificación de cada uno de los 94 planteamientos encontrados en las ponencias, de modo que se construyeron categorías ex post facto que los agrupan de forma más general y que permiten la identificación de tendencias.
Como se puede apreciar, exactamente la tercera parte (33%) de los trabajos presentados se relacionan con las herramientas para la administración de redes sociales en línea, con una notable consistencia a lo largo del tiempo. Los hipermedios, la brecha digital y la cibercultura −cada uno desde sus propios subtemas− agrupan a prácticamente dos quintas partes (39.4%) del total de los temas presentados en el G1. Destaca, por otro lado, el desvanecimiento de la agenda de investigación en este grupo de objetos como el blog, abordado por última vez en 2011. Así mismo, es notable la carencia de estudios sobre telecomunicaciones, Internet y políticas públicas digitales, en contraste con la visible necesidad nacional de propuestas y discusiones por parte de la comunidad científica especializada.
En lo relativo a las estrategias metodológicas,7 se observa un claro balance entre herramientas de tipo cualitativo y cuantitativo en los primeros lugares; sin bien 1 de cada 5 trabajos (19.7%) se apoyaron en el análisis de contenido. No obstante, sumando los porcentajes correspondientes a todas las estrategias etnográficas −incluyendo los modelos aplicados a los entornos virtuales, observaciones etnográficas en espacios físicos y entrevistas en profundidad− se tiene que casi una tercera parte de los resultados presentados (31.6%) fueron obtenidos de esta manera.
Una vez más, se detecta una amplia variedad de estrategias en las aproximaciones empíricas a los fenómenos dados por la comunicación y las innovaciones tecnológicas, entre las que destacan diseños metodológicos ad hoc. Además de las ya mencionadas observaciones ciberetnográficas, entre ellos es posible mencionar la encuesta en línea, el análisis de interacción web, la evaluación de apps y los modelos de uso de software libre.
* Se marcó como "investigación documental" a los trabajos que presentaban proyectos de investigación incluso sin resultados de campo, o bien, ensayos con argumentos sustentados en trabajos de otros autores y fuentes.
** El total supera la cantidad de 94 ponencias, dado que hubo algunas investigaciones que aplicaron más de una aproximación metodológica en su trabajo de campo, por ejemplo, combinando enfoques cualitativos y cuantitativos.
Fuente: Elaboración propia
En lo relativo a las referencias elaboradas por los autores de las ponencias presentadas al interior del G1, entre 2010 y 2014 en total fueron citadas 1 167 fuentes distintas en 1 671 referencias.8 Este aspecto es coherente con las previamente mencionadas amplitudes en los marcos teóricos, objetos de estudio abordados y estrategias metodológicas aplicadas. En la Tabla 9 se presentan de forma detallada únicamente aquellas fuentes que fueron citadas en al menos 10 trabajos.
La posición que ocupa Castells coincide con el principal marco teórico identificado en la Figura 1 (Sociedad de la Información), lo cual es apoyado también por las citas a Crovi. En estos primeros lugares destacan además dos organizaciones que son frecuentemente empleadas para apoyar datos relativos a la cantidad de usuarios y usos sociales de las tecnologías en México: la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Por otro lado, tanto Scolari (hipermediaciones), Levy (virtualidad), como Rheingold (comunidades virtuales) son autores que trabajan asuntos directamente relacionados con los temas que se suelen abordar en el G1 (véase Tabla 7), mientras que Hine resulta en una posición lógica, en función de su propuesta de etnografía virtual (cuarto lugar en la Tabla 8). Los casos de Martín-Barbero (teoría de la comunicación y mediaciones) y Thompson (cultura y medios masivos) resultan de particular interés en este contexto y ciertamente contribuyen a fortalecer las discusiones conceptuales presentadas por los ponentes en el periodo analizado.
Para llegar a la estructura de citación se buscaron todas las referencias que dichos autores hacen al conjunto dado por quienes han presentado un trabajo al interior del G1 durante este lapso. El grafo9 resultante de esta red (véase Figura 2), pertenece a la categoría de "mundo pequeño",10 y los nodos representan solo a dichos ponentes. En cuanto a sus valores generales, esta red social presenta una distancia geodésica11 de 5 (dada al interior de la subred a) y tiene una densidad12 de 0.017. Este valor indica una muy escasa conectividad entre los nodos13 que la integran. De los 27 elementos presentes, 10 (que representan 37.03% del total de nodos y que mostramos agrupados en la subred b) tienen un solo vínculo de salida14 (out-degree) que apunta a sí mismos, lo que significa que son autocitas. El conjunto de autocitas en esta red es de 18, lo que representa casi dos terceras partes de las citas totales encontradas (60%). De manera adicional, es importante destacar que no hay ningún vínculo recíproco; es decir, no existe un autor que al ser citado por alguien más, este a su vez lo haya citado.
Al interior de la subred a, se encuentra el nodo con el más alto valor de in-degree15 (con un valor de 4, incluyendo una autocita) en toda la red social; es decir, el que ha sido citado por más autores. Este nodo destaca además por tener el valor más alto de eigenvector16 (0.267) y de intermediación17 (18), en virtud de su posición relativa dentro de la red, y por estar conectado con el nodo 2, que a su vez lo asocia a los nodos 3 y 4. Todos estos valores sugieren que se trata de un nodo de relativa importancia al interior de esta red social, al menos en lo que a referencias se trata.
Las subredes a y c no están conectadas entre sí. En torno a esta segunda red, al analizar las adscripciones institucionales y lugares de procedencia de los ponentes que la integran (variables que podrían incidir en la conectividad observada), se encuentra que no hay coincidencias: uno es de una universidad privada en el Distrito Federal, otro de una distinta universidad privada en el estado de Morelos y el tercero proviene de una universidad pública en Tamaulipas. Finalmente, en lo que hemos agrupado como la subred d, en realidad lo que observamos son tres diadas de autores, en los que en cada par, uno cita al otro, sin reciprocidad, y con una autocita en uno de ellos (nodo 5). A partir de este análisis podemos sostener que quienes han presentado ponencia entre 2010 y 2014 al interior del G1, muestran una muy escasa tendencia a citar los trabajos de otros autores participantes dentro del mismo grupo de investigación. De los 30 vínculos −donde cada uno representa una cita− en total, solo 12 no son autocitas, lo que representa 40% del total.
Conclusiones
Los resultados obtenidos muestran de forma clara las tendencias que se presentan al interior de este grupo nacional de investigación en torno a los objetos de estudio, marcos teóricos y estrategias de recolección de datos que han sido abordados durante el último lustro por los ponentes participantes en los Encuentros Nacionales AMIC. Respecto de este primer aspecto, los trabajos analizados claramente coinciden con la tercera etapa en los estudios sobre Internet. En la mayor parte de los casos, se trata de planteamientos críticos que dejan atrás el entusiasmo tecnodeterminista que se encontraba en publicaciones hechas durante la segunda mitad de la década de 1990.
Por otro lado, el tratamiento elaborado alrededor de dichos objetos de estudio ha pasado por un proceso de transformación notable en cuanto a sus alcances. De asuntos más bien coyunturales y casos de análisis muy localizados, en la actualidad observamos el acercamiento a asuntos de mayor amplitud, y que si bien de alguna manera ya estaban presentes, son ahora mucho más evidentes: democracia, diversidad, derechos humanos y participación ciudadana; por mencionar solo algunos de los más notables.
Los referentes conceptuales que han sido empleados al interior de este grupo, durante los últimos cinco años, reflejan un anclaje en los autores que han sido identificados como los más relevantes en los estudios hechos sobre Internet y Sociedad de la Información en Iberoamérica. Si bien autores ubicados en países centrales como Levy (Francia) y Rheingold (Estados Unidos) son frecuentemente citados, muchos de los marcos teórico-conceptuales se sustentan en trabajos hechos por el ya mencionado Castells (España), así como en Scolari (Argentina) y Crovi (México), cuando se hace referencia a autores especializados en el área de la comunicación y las innovaciones tecnológicas.
El empleo de estos autores como bases trae consigo un conjunto de planteamientos conceptuales, entre los que destacan la Sociedad de la Información y los usos sociales de la tecnología. Mientras que este primer marco alude a posturas de naturaleza fundamentalmente crítica, en las que se enfatizan los lugares de poder que se establecen entre los distintos actores que se agrupan en torno a las tecnologías de la información y la comunicación −usuarios, entidades gubernamentales, pero sobre todo, los agentes económicos relacionados con las industrias de lo digital−, los usos sociales de la tecnología tienen que ver con visiones constructivistas, con un claro enfoque fenomenológico.
De esta manera, a la par que se estudian los procesos macro relacionados con las inclusiones y exclusiones que genera la adquisición y uso de las tecnologías de la información y la comunicación en los entornos productivos y educativos, se aborda también lo que ocurre con aquellos sujetos que se apropian de dichas tecnologías en sus actividades cotidianas, así como los significados, negociaciones y simbolismos asociados a dichos procesos de asimilación, incorporación y reproducción de prácticas culturales en línea.
En lo que toca a las estrategias metodológicas, se observa un notable equilibrio entre acercamientos cuantitativos y cualitativos. Sin embargo, la aplicación de herramientas basadas en los planteamientos ciberetnográficos de Hine (2005) hablan de la trascendencia que tiene el desarrollo de modelos analíticos y de trabajo de campo, que atienda a las sui géneris condiciones de interacción posibilitadas por los entornos virtuales.
En cuanto a las dinámicas relacionales que se desprenden del análisis de redes sociales hecho al interior del G1 destaca la muy escasa referencia que se hace al trabajo de otros ponentes. Los estudios siguen en su mayoría líneas independientes, muchas veces derivadas de proyectos de titulación de postgrado, sin que aparentemente se construyan redes, incluso entre autores que abordan temáticas similares. Los resultados sugieren que prevalecen las citas hechas a partir de libros y revistas especializados y no necesariamente de trabajos presentados en el espacio de investigación de la AMIC.
Hacia una agenda de investigación
Los abordajes hechos en torno a la brecha digital destacan con mayor claridad en este conjunto de trabajos analizados, aunque no dejan de ser escasos en un país en el cual, al menos en 2013, solo 43.5% contaba con conectividad a Internet y, por lo tanto, estaban fuera de las posibilidades de desarrollo (INEGI, 2014).
Incluso así, con toda oportunidad, los trabajos hechos al interior del G1 denunciaron el tecnodeterminismo con que se estaban emprendiendo las políticas públicas relacionadas con el tránsito hacia la Sociedad de la Información en las más diversas áreas: educación, derechos de inclusión digital, transparencia en los sistemas informáticos y plataformas de interacción con los sectores gubernamentales.
En este sentido destaca por su trascendencia la necesidad de emprender trabajos relativos a los procesos de reconfiguración del marco regulatorio nacional y con ello contribuir desde el cuerpo colegiado de la comunicación a la articulación de leyes reglamentarias y políticas públicas sobre la Sociedad de la Información; labor en la que la academia ha estado casi ausente en contraste con la cada vez más influyente acción de la sociedad civil organizada.
Aunque asuntos como los derechos de los usuarios ya habían sido tratados se antoja necesario profundizar en sus implicaciones. Así, temas vinculados con los derechos humanos de cuarta generación que se desprenden de la digitalización tales como la neutralidad de la red −por ejemplo, cuando se asocia a los consumos culturales de contenidos digitales− y la privacidad en línea, entre muchos otros posibles, se presentan como impostergables. De igual forma, destaca la necesidad de profundizar y ampliar el estudio de la economía política de las industrias en línea. Conglomerados como Google, Facebook, Apple, entre otros, influyen de manera muy importante en los consumos culturales que realizan los usuarios, tanto a partir de productos mediáticos como música y creaciones audiovisuales, como a través de aplicaciones que median la interacción social en todo tipo de plataformas, entre las que destacan los dispositivos móviles. Los procesos de convergencia están claramente siendo conducidos por un sector comercial que se relaciona en una compleja situación de oferta y demanda con los usuarios. La explosiva disposición de contenidos en línea, da lugar a formas de consumo que son aprovechados por entidades como Netflix y Clarovideo (parte de Telmex/Grupo Carso), a la par que se presentan diversas estrategias de distribución y descarga al margen de los derechos de autor.
En cuanto a los desafíos metodológicos, los rasgos intrínsecos a los procesos de comunicación virtual, hacen necesario el desarrollo de acercamientos, propuestas y modelos analíticos que respondan a aspectos como la desterritorialización, la subjetividad espacio-temporal, las mediaciones derivadas de las distintas −y cada vez más diversas− interfaces y las estructuras reticulares que tienen lugar en el ciberespacio como campo de interacción.
Las herramientas de análisis de los objetos son primordialmente de corte cualitativo y, por ahora, no se observa la experimentación intensiva con programas computacionales especializados para analizar grandes volúmenes de datos (Big Data) como los que se generan en las redes sociales y que parecen ser una tendencia de la investigación de estos temas en todo el mundo, incluyendo aproximaciones como las llamadas ciencias sociales computacionales y el Análisis de Redes Sociales (ARS). Estas técnicas se refieren básicamente al uso de software para analizar la interactividad, alcance, geolocalización, contenidos e incluso, sentimientos en las redes sociales. Una agenda de investigación en México en materia de Sociedad de la Información e Internet debe abarcar aspectos de la mayor diversidad, que vayan desde estudios de usabilidad e interfaces, hasta hipermediaciones y consumos culturales, pasando por el abordaje de las industrias convergentes y sin olvidar la importancia que tienen los marcos legales en los cuales tiene lugar esta nueva forma de relación social: ubicua, inmediata y altamente vigilada.