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Frontera norte

On-line version ISSN 2594-0260Print version ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.13 n.26 México Jul./Sep. 2001

 

Artículos

 

Región y grupos económicos en Sonora. Breve itinerario de su integración (1910-1950)

 

Region and Economic Groups in Sonora. A Brief Itinerary of its Integration (1910-1950)

 

Miguel Ángel Vázquez Ruiz* María del Carmen Hernández Moreno**

 

* Profesor-investigador del Departamento de Economía de la Universidad de Sonora. Dirección electrónica: mvazquez@pitic.uson.mx.

** Investigadora de la Dirección de Desarrollo Regional del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A. C., Hermosillo, Sonora. Dirección electrónica: mar@cascabel.iad.mx.

 

Artículo recibido el 6 de noviembre del 2000.

 

Resumen

En el escenario global contemporáneo, las regiones adquieren nueva relevancia al ser los asentamientos geográficos donde se concretan los procesos productivos que impulsan a la economía internacional. Sin embargo, el tipo de inserción que logra una región en este concierto está determinado por las condiciones particulares de su desarrollo histórico en los ámbitos económico, social y político y en virtud de las modalidades de participación que asumen sus actores sociales.

Con esta perspectiva, el presente trabajo ofrece un primer acercamiento al proceso de conformación de una región económica y de una élite empresarial, la sonorense. Ello, como preámbulo para explicar el papel que en la actualidad están desempeñando los grupos empresariales frente a la apertura comercial y los nuevos retos de la competencia económica mundial.

Palabras clave: 1. desarrollo regional, 2. grupos económicos, 3. cambio institucional, 4. México, 5. Sonora.

 

Abstract

In the contemporary global scenery, regions acquire new relevancy when being the geographic establishments where productive processes that promote the international economy take shape. However, the kind of insertion a region accomplishes in this concert is determined by the particular conditions of its historic development in the economic, social and political spheres and by virtue of the participation modalities its social actors assume.

With this perspective, the present paper offers a first approach to the conformation process of an economic region and a management elite, the sonorenses. This as a preamble to explain the role management groups are performing today as opposed to commercial opening and the new challenges of the world economic competition.

Keywords: 1. Regional Development, 2. Economic Groups, 3. Institutional Change, 4. Mexico, 5. Sonora.

 

INTRODUCCIÓN1

En la actualidad, las discusiones en torno al tipo de inserción que logran las regiones en el mercado mundial se enfocan en los temas vinculados a la competividad de los espacios económicos, de ahí que las argumentaciones giren en torno a las virtudes geográficas, de infraestructura, educativas, institucionales y de estabilidad política que hacen de alguna parte del mundo un lugar privilegiado para relacionarse con éxito a los llamados fenómenos globales.2

Por lo general, estos enfoques dejan de lado los procesos históricos que llevaron a configurar y dar identidad a tal o cual región, olvidando que son los agentes económicos, locales y foráneos, los principales actores que vinculan a una región específica con la dinámica de la globalización económica, que es productiva, comercial y financiera. Desde esta perspectiva, el posicionamiento de la región frente a lo global y sus debilidades y fortalezas a la hora de negociar con el exterior dependerán de la concatenación de múltiples factores relacionados con el desarrollo de sus fuerzas productivas, entendidas éstas en el sentido más amplio del concepto, como las condiciones sociales, institucionales, de ubicación geográfica y características ecológicas; el perfil y evolución de su clase empresarial y laboral; los rasgos de su estructura productiva; la situación de su mercado interno, etcétera.

En la globalización, los avances en las telecomunicaciones y la restructuración constante de los procesos productivos están favoreciendo el desplazamiento geográfico de las grandes corporaciones. Desde que éstas tienen la capacidad de moverse de un lugar a otro del mundo, llegan a una región y entran en competencia con los agentes económicos nativos, con los gobiernos municipales y estatales y con el propio Estado. Esta dinámica promueve la competencia entre las regiones, las que, en su afán de atraer inversiones, redefinen sus prioridades, la mayoría de las veces, en función de los intereses de esas empresas trasnacionales.

En este contexto, la posibilidad de lograr un buen acuerdo con el exterior dependerá en gran medida de la fortaleza tanto de los grupos empresariales como de las instituciones asentados en una región. De ahí que resulte fundamental conocer cómo se ha gestado su estructura económico-política y de qué manera estos actores sociales han intervenido en dicho proceso.

En el caso particular de esta gran región que comprende el estado de Sonora,3 es posible identificar una estructura productiva secularmente integrada al mercado mundial, en especial a Estados Unidos,4 y a un grupo empresarial en permanente dependencia de apoyos externos, sean éstos en forma de inversión foránea, nacional o extranjera, y/o mediante el usufructo de los beneficios derivados de las políticas gubernamentales.

En este orden de ideas, el propósito de este trabajo estriba en adentrarse en el conocimiento de la construcción de la región económica sonorense, desde la perspectiva del tejido social que han legado sus actores, esencialmente su élite empresarial.

Para avanzar hacia ese objetivo, el análisis abarca dos periodos:

a) De 1910 a 1929, que comprende el punto de encuentro entre la configuración de las fuerzas económicas y políticas surgidas de la Revolución y el desplazamiento de la actividad económica de la sierra ganadera y minera hacia los valles de gran potencial agrícola.

b) De 1930 a la década de los cincuenta, correspondiente a la creación de condiciones para y el posterior fortalecimiento de un proceso endógeno de acumulación de capital basado en actividades agrícolas y ganaderas. Durante estos años se dio la integración de la economía sonorense al proyecto económico y político nacional, apuntalada por una clase empresarial nativa fuertemente vinculada a los círculos de poder nacional y local.

Es preciso tomar en consideración los múltiples intentos académicos realizados para explicar la gestación y evolución de la clase empresarial sonorense. A continuación presentamos los temas que han recibido mayor atención:

a) En los trabajos correspondientes a los siglos XVIII y XIX destacan los concernientes a los ejes de acumulación, su evolución y desplazamiento, a través de la historia y la geografía sonorense, con un marcado énfasis en la gestación de los primeros grandes empresarios y en las actividades centrales alrededor de las cuales se organizaba la economía de la entidad.5

b) Para el siglo XLX, en particular en el periodo del porfiriato, encontramos una constante preocupación por analizar el tema de la lucha por el poder político.6

c) De la Revolución Mexicana, los estudios se centran prioritariamente en la gestación del llamado Grupo Sonora, en su proyección política nacional y en la imposición de su proyecto económico al país.7

d) Del periodo inmediato posterior a la Revolución, los trabajos ponen mayor acento en evaluar los frutos del Grupo Sonora, en términos de inversiones, y la consolidación de una agricultura capitalista tipo farmer. En este proceso fueron importantes el apoyo del Estado y la emergencia de nuevos empresarios, afianzados a partir del fenómeno revolucionario, conocidos como los "cachorros de la Revolución", que integraron la llamada nueva oligarquía sonorense.8

e) Los momentos de fricción entre este grupo empresarial y el Estado, a raíz de la expropiación de tierras, la nacionalización de la banca y la construcción del nuevo proyecto de participación empresarial.9

Con estos antecedentes, nuestro propósito es hacer una lectura distinta de la conformación de la región desde el punto de vista empresarial de los actores que se involucraron en la historia económica y política de la entidad durante el último cuarto del siglo XLX y hasta el primer impulso industrializador en los años sesenta del siglo XX.

Para lograr nuestro propósito, hemos realizado una periodización de la historia reciente del estado, y en esta ocasión analizaremos el intervalo que va de 1910 a 1950, por ser ésta la etapa en la que se definen los rasgos esenciales de la economía sonorense en la última mitad del siglo XX.

En el trabajo se analizan dos subperiodos: de 1910 a 1929, considerado, como ya se mencionó, el punto de encuentro entre la configuración de las fuerzas económicas y políticas surgidas de la Revolución y el desplazamiento de la actividad económica de la sierra ganadera y minera hacia los valles de gran potencialidad agrícola. La segunda etapa abarca de 1930 a la década de los cincuenta, y en ella se reconoce un primer momento de creación de condiciones y luego otro de consolidación de un proceso endógeno de acumulación de capital sustentado en actividades agrícolas y pecuarias de carácter intensivo. Fueron los años de integración de la economía sonorense al proyecto económico y político nacional, con una clase empresarial que se vinculó a los círculos de poder nacionales.

Como parte de este ejercicio interpretativo, pretendemos identificar a los personajes centrales de cada periodo, aquellos cuyas actividades y actuación resultan esenciales para explicar la dinámica económica y política del periodo en estudio.

 

I. DE 1910 A LA CRISIS DE 1929. LA REVOLUCIÓN COMO EMPRESA

De 1910 a 1929, las fuerzas políticas y económicas de Sonora lucharon contra el viejo orden porfirista. Ciertamente, visualizaron otro país y no olvidaron hacer su "guardadito" para realizarse como empresarios. Tuvieron tiempo para todo eso, no obstante la gran inestabilidad política de la época, misma que propició que entre 1911 y 1931 diez hombres, entre constitucionales e interinos, pasaran por la gubernatura del estado. En ese lapso, varios fueron los factores que contribuyeron en la conformación de la región y de sus actores empresariales.

El origen de los actores de la Revolución

La vena mercantil siempre estuvo presente en el tejido político que dio forma y esencia al movimiento revolucionario de 1910. En Sonora, quienes encabezaron el movimiento no eran hombres humildes que, hartos de la miseria, la explotación, el control y la ausencia de oportunidades, se sumaban a una causa. En lo absoluto. Ahí, quienes se subieron al caballo para combatir al régimen porfirista y caminar hacia otros derroteros económicos y políticos fueron hombres que, de alguna manera, unos más que otros, tenían resueltas sus necesidades esenciales.10

En La Revolución que vino del norte, Héctor Aguilar Camín dice:

...ninguno de esos diligentes era de extracción social campesina o proletaria; veían en la Revolución la oportunidad de cumplir los anhelos de una emergente pequeña burguesía, semi-rrural y semiurbana, cuyo enemigo —y paradigma a la vez— era el gran propietario, el rico porfiriano o, como los llamó Calles alguna vez, los burgueses adinerados.11

En efecto, Álvaro Obregón, que había nacido en la hacienda de Siquisiva, municipio de Huatabampo, el 19 de febrero de 1880, para 1905 ya había dado muestras de su vocación empresarial al adquirir una finca a la que nombró "Quinta Chilla". Fue productor de arroz y garbanzo para exportación y siempre mostró creatividad e ingenio para los negocios. Sus habilidades en la operación de maquinaria agrícola quedaron de manifiesto desde 1911, cuando inventó una cosechadora de garbanzo. En 1917, al regresar a sus actividades particulares, Obregón promovió, con el apoyo del gobierno estatal, la integración de la Liga Garbancera, convirtiéndose a través de esta figura organizativa en un monopolista en el mercado de compra y venta de esa leguminosa.

Plutarco Elías Calles, nacido en el puerto de Guaymas en 1877, se dedicó al magisterio y fue tesorero de su municipio antes de trasladarse a radicar a Fronteras, Sonora. Ahí fue accionista del Molino Harinero Excélsior, S. A., que después se denominó Compañía Harinera Fronteriza, S. A. En dicha empresa fungió como secretario y presidente. Años más tarde regresó a Guaymas, donde administró el Hotel California y fundó una casa de comisiones y consignaciones. En 1911 se estableció en Agua Prieta, asociándose con don Heliodoro Fuentes en un negocio de giro comercial cuya razón social era Elías, Fuentes y Compañía.12

Adolfo de la Huerta, también oriundo de Guaymas, nació el 26 de mayo de 1881. En su juventud, además de canto, aprendió contabilidad, profesión que ejerció en la agencia del Banco Nacional de México, siendo posteriormente gerente de la tenería de San Germán, hacienda vecina al puerto de Guaymas.

Abelardo L. Rodríguez vio la primera luz en el poblado de San José de Guaymas, el 12 de mayo de 1889. Antes de la Revolución Mexicana no registró actividad empresarial alguna. Laboraba en el mineral de Cananea cuando, en 1913, se incorporó a las fuerzas constitucionalistas al lado de Benjamín Hill. En el caso de este personaje, los grandes negocios vinieron después de la contienda armada.13

Las fuentes de acumulación: de la exterminación de los yaquis a la expulsión de los chinos

En Sonora, dos enfrentamientos de características raciales sucedidos a finales del siglo XIX y principios del XX resultaron cruciales para abrir paso a las condiciones de la acumulación capitalista tanto en el sur como en el norte del estado.

En la región sur —la zona del Mayo y del Yaqui—, la lucha de los hacendados y de los generales de la Revolución contra los yaquis fue puntal en dos sentidos: de un lado, originó que se liberara tierra para la explotación mercantil y, del otro, que se expulsara mano de obra barata al servicio de la nueva clase capitalista terrateniente de la región. Detrás de este proceso de exterminación indígena estuvieron los dos generales más conocidos del llamado Grupo Sonora: Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.

En 1913, los yaquis se lamentaban:

"Después de haber sido expulsados de nuestros pueblos, la necesidad nos obligó a comer lo que hallamos (...) Todo reclamo por animales y cereales que en nuestros pueblos habitados por el hombre blanco recojan (los yaquis) para nuestro uso y alimento, será hecho nulo a los que estén posesionados de nuestras tierras y se dicen dueños de haciendas (...) Nosotros no somos hostiles a nadie sin que para ello haya razón, así que el temor u odio que para nosotros tengan está mal fundado (...) Nuestra lucha se dedica únicamente a conquistar nuestros derechos y nuestras tierras arrebatadas por la fuerza bruta, y para ello cooperamos con los demás hermanos de la República que estén haciendo el mismo esfuerzo de recuperar dichos terrenos y castigar a los caciques del pueblo humilde y productor" (Aguilar Camín, op. at., p. 10).

Una segunda fuente de acumulación capitalista en la región fue la expulsión de los chinos, quienes desde finales del siglo XIX se habían establecido en Sonora. Originalmente, los chinos llegaron al sur del estado, asentándose en Esperanza y Cócorit, pero más tarde se dispersaron por el resto del territorio sonorense. En la década de los veinte ya eran dueños de un gran número de negocios agrícolas y comerciales. Lograron cerca de dos mil establecimientos comerciales e industriales en todo el estado y fueron los primeros en fundar sus propias cámaras de comercio.14

La convivencia china en Sonora no estuvo exenta de dificultades, que la historia recoge en dos sentidos: por un lado, los escándalos públicos suscitados en sus enfrentamientos internos y, por el otro, sus formas de posicionarse en el mercado local, llevando a la quiebra a muchos de los comerciantes de la región.15

En 1925 inició en Hermosillo la campaña antichina, impulsada por Alfredo G. Echeverría y apoyada por el gobernador Francisco S. Elías. En 1931 el gobierno empezó a clausurar las fuentes de trabajo e ingreso de los chinos, orillándolos a salir del estado. Con tal propósito se aplicaron, con gran rigidez, a los negocios de los inmigrantes asiáticos leyes de trabajo y previsión social, así como estrictas medidas fiscales y sanitarias.16 Muchos negocios fueron confiscados por el gobierno para pagarse los impuestos que debían y otros fueron adquiridos a precios de remate por gente de la localidad.

De esta manera, la expoliación a los indígenas y a los inmigrantes asiáticos sirvió como plataforma a una parte de los grupos empresariales que dominarían la escena económica y política del estado en las siguientes décadas. Sobre el despojo a las tribus yaquis y mayos en el sur del estado se construiría la unidad agrícola más importante de América Latina,17 mientras el destierro de los chinos y el remate de sus propiedades permitieron edificar algunos capitales comerciales e industriales, particularmente asentados en Hermosillo.

Las instituciones al servicio de la causa

A medida que el viejo régimen porfirista, personificado por el triunvirato Torres-Izábal-Corral, se desmoronaba, la nueva clase política revolucionaria, nacionalista y pragmática, comenzó a colocar piezas a su favor. Después de los máusers, los reglamentos y decretos fueron sus armas favoritas.

En mayo de 1913 se formó la Oficina de Administración de Bienes Ausentes, que, según Aguilar Camín, se aplicó a los "enemigos de la causa", siendo además la primera "incursión precoz de la Revolución en los secretos de la gestión estatal".18 La labor de esta oficina tuvo beneficiarios muy claros: los altos mandos de la Revolución.

Según el mismo autor:

La población campesina no vio cüsmmuir su pobreza con la huida de la oligarquía porfiriana, puesto que las tierras que ésta había abandonado fueron pronto ocupadas por agentes del ejército revolucionario. El gobierno estatal actuó como administrador directo de la economía, para lo cual en el mes de mayo de 1913 creó la Oficina de Administración de Bienes Ausentes, que, a la vez que castigaba a los enemigos de la Revolución, colocaba en manos del estado los principales resortes de la economía (idem).

Revolucionarios y gestores

Desde el estallamiento de la Revolución hasta la década de los veinte, los personajes que conformarían el Grupo Sonora empezaron a hacer sentir su presencia como militares y políticos. Álvaro Obregón fue presidente municipal de Huatabampo; en 1911 comenzó su carrera militar al recibir, de manos del gobernador Pesqueira, el nombramiento de jefe de la sección de guerra de la Secretaría de Gobierno, con la encomienda de combatir a Victoriano Huerta. Por su parte, Plutarco Elías Calles se incorporó desde 1912 al movimiento armado para luchar contra Pascual Orozco. En 1915, por órdenes de Venustiano Carranza, asumió los cargos de gobernador y comandante militar del estado, tareas que desempeñó de forma paralela.

Al triunfo de la Revolución, Adolfo de la Huerta fue nombrado diputado por el primer distrito electoral de Guaymas, y ya en 1915 se había convertido en oficial mayor de la Secretaría de Gobernación y en encargado del despacho. En mayo de 1916 fue nombrado gobernador provisional de Sonora. Abelardo L. Rodríguez, por su parte, se incorporó al movimiento armado en marzo de 1913, con grado de teniente, militando a las órdenes del general Benjamín Hül, y diez años después fue nombrado gobernador del Territorio Norte de Baja California.

En la década de los veinte, cuando el grupo había alcanzado una proyección nacional, orientó su presencia e influencia a lograr la integración de Sonora, como región, a la economía nacional y a promover la formación de una nueva clase empresarial comandada por ellos mismos, en particular por Obregón y los sucesores de Elías Calles.

Los mecanismos para la consolidación de la nueva clase siguieron siendo el despojo, inaugurando, además, el uso de todo tipo de vínculos gubernamentales como una fuente segura de aprovisionamiento de recursos de toda índole.

Según Peña,

en 1924, por causa de utilidad pública o bien por no estar al comente con el pago de los impuestos, se expropian 198 870 hectáreas, siendo la más afectada la Compañía de Terrenos de Sonora, con 87 880 hectáreas; la Wheeler Land Co., con 87 495 hectáreas, y finalmente el ciudadano americano Robert T. Hicks, con 21 605 hectáreas, dirigiéndose la acción en los distritos de Hermosillo y Altar.19

No obstante, todavía en el periodo presidencial del general Obregón (1920-1924) no se observa una estrategia política y económica bien definida encauzada a consolidar el desarrollo económico regional de la entidad. Fue más bien el general Plutarco Elías Calles quien, desde su arribo a la presidencia en 1924, comenzó a mover los engranajes del poder para impulsar a su estado natal.

En esa lógica, una vez impulsada la creación del Banco de México en 1925, se dio a la tarea de promover el establecimiento de los bancos Nacional de Crédito Agrícola y Nacional de Crédito Ejidal y de instituciones como la Comisión Nacional de Irrigación, que desempeñaron un papel crucial en la construcción de los valles agrícolas sonorenses, al constituirse en los principales conductos de financiamiento.

Con similares intenciones, en marzo de 1928 el gobierno de Elías Calles, mediante la intervención del general Álvaro Obregón, adquirió las acciones de la Compañía Constructora Richardson, S. A., mismas que fueron entregadas al Banco Nacional de Crédito Agrícola, S. A., que se hizo cargo de los activos y pasivos de la compañía, la cual, posteriormente, entraría en liquidación.20

En opinión de Cynthia Hewitt,

...la última de las compañías vendedoras de tierra en el valle del Yaqui fue nacionalizada por el gobierno mexicano en el preciso momento en que había comenzado a realizar un floreciente negocio con propiedades urbanas y rurales. Buena parte de estas propiedades fue adquirida por políticos revolucionarios. Las tierras de labor del valle fueron vendidas por el gobierno durante toda la década de los treinta a 150 o 200 pesos la hectárea, a pagar en 20 años y con un interés de 4 por ciento anual.21

Revolucionariosy empresarios

Fue en el sur del estado donde originalmente se sintió la vena empresarial de los hombres de poder sonorense.

En Sonora, una vez consolidado el proyecto de vías de comunicación e irrigación, es claro el beneficio que acarrea a los principales dueños de las empresas agroindustriales, tales como la Cámara Agrícola y Comercial del Mayo, que aglutina a los principales empresarios de la región, destacando entre ellos Álvaro Obregón, Flavio A. Bórquez, Ignacio P. Gaxiola, Tomás Robinson Bouts Jr., el agrimensor Juan de Dios Bojórquez, Ildefonso Salido, donde también están agremiados a la Cámara Agrícola Nacional del Noroeste de México, incluyendo en esta cámara a Francisco S. Elías, José S. Elías y el nogalense Guillermo Mascareñas.22

Las dimensiones de las empresas de la época no fueron menores, y el círculo de sus propietarios siempre tenía como centro a algún participante distinguido en el movimiento revolucionario. Sobresale Álvaro Obregón con su hacienda Náinari, dedicada a la explotación de molinos harineros y de arroz y a la agricultura, que tenía un capital de 2 300 000 pesos oro nacional, de los cuales el 80 por ciento de las acciones, de mil pesos cada una, pertenecían al general y el 20 por ciento a Ignacio P. Gaxiola, su socio. Toda la propiedad, incluido el campo por arrendar y desmontar, tenía una extensión de 3 726 hectáreas. La hacienda Esperanza, de Parada Hermanos, daba empleo a aproximadamente 75 trabajadores de 50 familias. En 1927, en la hacienda Juárez, de San Ignacio Río Mayo, se erogaban semanalmente rayas que rebasaban los 800 pesos, cuando el salario mínimo era de 1.50 pesos.23

En cambio, en el norte del estado las empresas con tradición eran de giro industrial (una industria muy vinculada a la agricultura) y de propietarios descendientes de inmigrantes nacionales y extranjeros. En el norte, de hecho, hubo una tradición de empresas creadas en el porfiriato que sobrevivieron a los avalares de la Revolución, algunas de las cuales desaparecieron con el transcurso de los años y una minoría aún existe.

Clásica en la historia económica del estado es la Cervecería de Sonora, fundada en 1897 por iniciativa del inmigrante alemán Geo Gruning, asociado con Alberto H. Hoeffer, uno de los actores de la sociedad y la economía sonorense de mayor presencia en Hermosillo y Nogales. La cervecería se consolidó en los años treinta y cuarenta como la principal industria del estado, convirtiéndose en un punto de referencia obligado, pues era la única empresa que, por sus dimensiones y estructura geográfica, permitía cierta movilidad social entre sus empleados. Sobrevivió a los distintos ciclos de la economía del estado, y finalmente, por problemas en sus instalaciones, cerró sus puertas en 1969.

Igualmente tradicionales fueron los molinos de trigo. El molino El Hermosillense se fundó en diciembre de 1891 por iniciativa del señor Eduardo Sturzenegger, de origen suizo, a quien posteriormente se asoció el señor Carmelo Echeverría. Este molino, que años más tarde fue adquirido por Ramón Corral y representado por Ricardo Uruchurtu, llegó a ser el más grande de la costa del Pacífico. En la década de los treinta el molino se encontraba intervenido por el Banco de México. El 18 de agosto de 1938, el inmigrante español Faustino Fernández lo rescató cubriendo una cantidad de 128 250 pesos, para fundar el molino La Fama, que subsiste hasta estos días.

La tríada de empresas de larga tradición la completa la industria textil. La más antigua en Sonora es la Compañía Industrial del Sur del Pacífico, también conocida como Fábrica de los Ángeles, situada a unos 40 kilómetros al oriente de Hermosillo, que compraba gran parte del algodón que se producía en la región. Al igual que las anteriores empresas, ésta había sido instaurada y desarrollada por inmigrantes extranjeros.

La nueva dimensión de lo regional

Al finalizar la década de los veinte, Sonora era un estado desigualmente integrado como región. El sur agrícola exportador era la subregión preferida de los líderes de la Revolución y sus primeros descendientes, mientras que el centro-norte apenas comenzaba a ser colonizado y se preparaba para recibir los apoyos en los años cuarenta y cincuenta.

 

II. DE 1930 A 1950: CONSOLIDACIÓN Y LÍMITES DE UN PROYECTO ENDÓGENO

Los cambios ocurridos en Sonora durante el periodo que va de 1930 hasta los años cincuenta pueden ser interpretados de diversas maneras; lo que resulta irrefutable es el hecho de la integración al proceso de desarrollo nacional de una región que durante siglos fue considerada como un desierto lejano y deshabitado, con escasa vinculación con el resto del país.

En el terreno local, el periodo puede ser entendido, a simple vista, como el resultado esperado de los acontecimientos de la fase anterior, en la que se erigieron los peldaños hacia la consolidación política de la clase revolucionaria. No obstante, en un análisis de mayor detalle resaltan grandes y profundos cambios en la estructura económica y política del estado.

Sucesos como el asesinato de Álvaro Obregón, la crisis económica mundial, la caída de la producción minera y de la agricultura de exportación, la repatriación de miles de mexicanos por efecto de la Ley Box, sumados al recrudecimiento de la política de protección agrícola aplicada por Estados Unidos, el conflicto Calles-Cárdenas, el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, la contrarrevolución de Ávila Camacho y Miguel Alemán, la gran obra hidráulica realizada en estos años, los apoyos gubernamentales extraordinanos que recibieron los empresarios sonorenses, fueron perfilando nuevas tendencias que son fundamentales para entender la actual estructura política y económica del estado, así como el perfil de sus actores empresariales.

Nuevas coordenadas de la economía

Dentro del periodo de análisis, la década de los treinta es la que registra los hechos de mayor impacto e incidencia sobre la estructura económica y política de Sonora. La crisis financiera experimentada por el mundo capitalista tuvo grandes repercusiones en la entidad, definiendo nuevas pautas al desarrollo del capital.

El carácter esencialmente exportador de la economía sonorense la hacía más vulnerable a los vaivenes del mercado mundial, de manera que la recesión originada por la crisis del 29, sumada al alza de los aranceles aplicada por Estados Unidos para proteger a su sector productivo interno, y las devaluaciones de las monedas de sus principales socios comerciales en Europa generaron la caída del mercado para los principales productos agropecuarios, como arroz, trigo, maíz, linaza, garbanzo y ajonjolí.24

Como ejemplo de ello, apuntaremos que en 1932, en virtud de la devaluación de la peseta frente al dólar, los agricultores del sur del estado perdieron un millón de dólares ante la imposibilidad de colocar su producción anual de garbanzo en el mercado español, su principal comprador. Asimismo, los índices de precios de los principales productos bajaron en promedio entre 23 y 34 centavos de dólar por libra, mientras los aranceles se incrementaron hasta en un 600 por ciento.25

No obstante, las caídas de la minería y de la ganadería fueron las que mayores estragos causaron en la economía del estado, debido a su alta incidencia en el producto interno y en la producción nacional.26 Ambas crisis contribuyeron de manera decisiva a transformar la geografía económica sonorense y significaron el desplazamiento del eje de acumulación de capital del sistema económico serrano hacia la agricultura mecanizada de exportación, ubicada particularmente en los valles sureños del Mayo y del Yaqui.

En efecto, en mayo de 1930 comenzó el derrumbe de la producción de cobre y con él vino el desplome del comercio, del sistema financiero27 y de la actividad forestal, que se habían desarrollado al amparo del boom de la minería desde finales del siglo XX. La ganadería de exportación también sucumbió debido a la caída de los precios y, de nueva cuenta, a la actitud proteccionista de Estados Unidos, que estableció cuotas, derechos de importación y aranceles nominales.28 La suma de estos cataclismos económicos trajo como resultado la quiebra de negocios de la más variada índole, generando con ello desempleo y la contracción del mercado interno, y alentando un fuerte proceso de migración.

Entre 1930 y 1940 los valles agrícolas de Sonora se vieron inundados por inmigrantes provenientes de diversos lugares del planeta y precedidos por las circunstancias más diversas: los europeos (italianos, yugoslavos y españoles) que, huyendo de los estragos de las guerras, venían tras el sueño de la América de las oportunidades; los mexicanos afectados por la reforma agraria en otros estados del país; los connacionales repatriados como resultado de la aplicación de la Ley Box en Estados Unidos, y, por último, los sonorenses mismos que, antes de esta década, habitaron las tierras templadas de la región serrana.

La presión de estos flujos humanos, la falta de expectativas de la minería y los intereses de los nuevos grupos de poder político, que tenían en la agricultura su principal actividad económica, fueron conformando las condiciones para el impulso de la gran agricultura irrigada en los valles como eje principal de acumulación.

La ampliación de la frontera agrícola y la incorporación de tierras ociosas a la producción constituían las estrategias centrales de la política económica. Con ello se pretendía, además de preparar el terreno para un nuevo proceso de acumulación de capital, dar ocupación a los miles de brazos que, por las razones arriba aludidas, se incorporaban rápidamente al mercado de trabajo sonorense.

Para ello se promovieron importantes cambios institucionales y jurídicos. Éstos incluyeron la promulgación de la Ley de Vías de Comunicación (que permitió integrar el territorio sonorense con la construcción de la carretera Navojoa-Guaymas), la Ley de Protección a la Agricultura, la Ley de Aguas y su reglamentación y la Ley Federal de Tierras Ociosas, que tenía como propósito incorporar a la producción las tierras no explotadas y que estaban en manos de los extranjeros. Asimismo, se realizó una campaña para acabar con las tiendas de raya y establecer una relación laboral asalariada entre jornaleros y agricultores capitalistas.

Para reactivar la industria relacionada con la producción agropecuaria, se decretó una ley que fomentó el establecimiento de nuevas empresas mediante el ofrecimiento de estímulos fiscales por un plazo de diez años. La actividad industrial, que también se había visto afectada por la recesión, había caído en un 50 por ciento entre 1930 y 1934.29

Las empresas favorecidas con las nuevas disposiciones fueron Cementos Pordand, de Ignacio Soto; Anderson Clayton, con una beneficiadora de algodón; la Compañía Jabonera de Sonora y la Fábrica de Cerillos y Fósforos Sonora Industrial, de Hoeffer y Brendel; una empacadora de carne, la West Coast Meet Packer, de Bostwick, y una compañía pasteurizadora de leche en Hermosillo.30

En 1932, para consolidar el nuevo modelo de acumulación, las acciones de promoción de la agricultura fueron complementadas con medidas de nacionalización de la actividad comercial que se encontraba en manos de inmigrantes chinos y capitalistas norteamericanos, quienes obtenían cuantiosas ganancias que eran enviadas a sus países de origen. La disposición, que tenía como objetivo retener estos recursos y apoyar la transformación económica del estado, permitió apuntalar o, en su caso, consolidar capitales de empresarios como Hoeffer, Camou, Beraud, Mazón, Robinson Bours y Gaxiola, por mencionar algunos.

En esta década se gestaron las primeras organizaciones de los noveles agricultores. En 1933 se formó la primera unión de crédito agrícola del país; poco tiempo después se integró la Unión de Cosechadores de Hermosillo (antecesora de la Unión de Crédito Agrícola de Hermosillo), que en su primer año logró negociar el incremento del precio del trigo de 40 a 175 pesos la tonelada.31

En los años cuarenta, el "sistema agrícola de los valles" se fortaleció con la celebración del tratado "Pacífico Norte", en 1942, mediante el cual se establecía que buena parte de la producción agropecuaria de arroz, algodón, linaza y hortalizas sería orientada a abastecer las demandas bélicas del vecino país, inmerso en los avatares de la Segunda Guerra Mundial.32 En estos años fue fomentada con el mismo fin la industrialización de la producción bovina, mediante el establecimiento de cinco plantas procesadoras de carne, que surtían el producto enlatado a los regimientos norteamericanos.

Asimismo, a instancias del gobierno federal se integraron nuevas organizaciones al amparo de la figura de las uniones de crédito (Unión de Crédito Agrícola del Valle del Yaqui y Unión de Crédito Agrícola de Cajeme), y si en un principio el objetivo del gobierno fue constituir fuentes alternas de financiamiento, para entonces se habían convertido en verdaderos instrumentos de negociación política en los que, sobre todo el gobierno de Miguel Alemán, basó su estrategia agraria "contrarreformista".33

De igual forma, se realizaron las obras de irrigación más importantes en el estado. Entre 1947 y 1956 se aseguró el riego a más de 537 mil hectáreas con la edificación de cinco presas y 1 280 pozos, que se complementaron con la construcción de pequeñas obras de irrigación, como canales, represas, diques, etcétera.

Paralelamente, durante el periodo renace la actividad en el puerto de Guaymas, que se había visto fuertemente perjudicada por la crisis financiera internacional y por los efectos de las guerras en el mundo, que mermaron los flujos comerciales. Ei general Abelardo L. Rodríguez fue pieza clave en la reactivación de la economía portuaria, al asociarse con empresarios guaymenses (algunos de origen extranjero) y formar cooperativas relacionadas con la captura y conservación de productos pesqueros. Esta nueva fuente de acumulación fue posible toda vez que en el régimen del general Cárdenas se nacionalizaron algunas empresas anteriormente propiedad de japoneses.34

La década de los cincuenta marca la consolidación del proceso de integración económica de la entidad con el resto del país y establece la pauta de su especialización, dentro de la división nacional del trabajo, como proveedor de granos para la industria alimenticia. En los cincuenta, Sonora se erige, o es erigida, como granero de México.

Para lograrlo, el gobierno federal destinó entre 1947 y 1958, el periodo de mayor inversión en obra hidráulica en el país, el 25 por ciento del presupuesto federal, con el objetivo de incorporar más de un miñón de hectáreas a la producción. Se construyeron 456 kilómetros de caminos para apoyar a los agricultores con el transporte de su producción, y con ese mismo fin se invirtieron 529 millones de pesos en la construcción de vías ferroviarias. A fin de hacer posible la operación de los pozos se duplicó, entre 1950 y 1955, el suministro de energía eléctrica, así como la producción de gasolina de Petróleos Mexicanos, mientras que el crédito otorgado representó el 50 por ciento del valor de la producción, el más alto asignado a todo el país.35

Entre 1929 y 1959 la superficie irrigada con gravedad se incrementó en un 328 por ciento, al pasar de 90 642 a 378 948 hectáreas, y la de riego por bombeo creció de 200 a 178 615, con un incremento cercano al 900 por ciento.36

No obstante las cuantiosas inversiones en infraestructura productiva, las acciones que más impulsaron la agricultura de la entidad estuvieron relacionadas a la política de precios y regulación del mercado que siguió el gobierno federal durante los regímenes de Miguel Alemán, Ruiz Coruñés37 y Ávila Camacho. Estas acciones definieron precios diferenciados a favor de los productores sonorenses; el subsidio del transporte a la ciudad de México y el aseguramiento de la comercialización de la cosecha, mediante la celebración de contratos de compra, muchas veces previos a la siembra, propiciaron la consolidación de la región como zona agrícola, desencadenando, a la vez, la quiebra de los productores del Bajío.38

Los productos que mayores apoyos recibieron fueron el trigo, que duplicó la superficie sembrada entre 1953 y 1959, y el algodón, que creció en un 614 por ciento. Mientras que el trigo se orientaba al abasto interno de manera preponderante, el algodón era destinado al mercado internacional y constituía la principal fuente de divisas del sector agropecuario. Juntos, estos cultivos llegaron a aportar el 92 por ciento del valor total de la producción agrícola. Otros productos de menor magnitud fueron el maíz, el tomate, el frijol y la cebada. El garbanzo y el arroz, los más importantes en los años treinta, se mantenían en el padrón de cultivos con una producción marginal.39

En los años cincuenta el proceso de producción agrícola también sufrió importantes cambios: se mecanizó e incrementó el uso de fertilizantes y semillas mejoradas.40 De hecho, es interesante anotar que en general los productos agrícolas muestran saldos positivos en los rendimientos por hectárea,41 aun en aquellos que vieron menguada su participación en la producción estatal como resultado de los cambios en el patrón de cultivos.

En esta década, la costa de Hermosillo fue la región que mayor crecimiento registró, al convertirse en la zona de bombeo más importante de la entidad, con 480 pozos profundos que irrigaban 96 mil hectáreas, proporcionando la cuarta parte de la producción estatal de trigo.

Por otra parte, la industria de la transformación generó productos por un valor mayor a los dos mil millones de pesos, mientras que la agricultura produjo poco más de mil millones. No obstante estos números, el desarrollo industrial en los cincuenta siguió íntimamente ligado al sector primario. El boom de la producción de algodón propició la apertura de 41 despepitadoras, que ocupaban a 1 136 trabajadores; había 43 molinos harineros y una fábrica de cerveza, además de que operaban en el estado seis empacadoras de carne, seis mezcladoras de insecticidas, 18 extractoras de minerales, una fábrica de cemento, otra de asbestos y una más de hilados y tejidos.

Las coordenadas políticas

En el terreno político, el periodo se inició de manera formal en 1928 con el asesinato de Álvaro Obregón, suceso que tuvo una doble implicación.

Nacionalmente, el Grupo Sonora se debilitó de manera definitiva. Si bien la figura de Calles se consolidó como jefe máximo triunfante de la Revolución Mexicana al desplazar a la figura de Obregón, los hechos parecen indicar que la alianza política del general tenía sus bases más sólidas en otros estados del país, como Nuevo León y Tamaulipas, no necesariamente en Sonora.42 De ahí que utilizara toda su habilidad política y la fuerza de su envergadura para socavar cualquier intento de los sonorenses para acceder de nueva cuenta a ocupar la silla presidencial, principalmente porque estos intentos fueron promovidos por la facción obregonista, como fue el caso de Gilberto Valenzuela.

La situación del general Abelardo L. Rodríguez, que ocupó la presidencia de manera interina y sólo por dos años, fue diferente, porque era antiobregonista. Además, la personalidad del general y su tacto político le permitieron ganarse la confianza de Calles y sortear con éxito los avatares del conflicto Calles-Cárdenas, ya que fue el único miembro del equipo callista que continuó manteniendo una buena relación con el general michoacano. No obstante sus múltiples relaciones y sus dotes como político, militar y empresario, Abelardo L. Rodríguez no fue capaz de lanzarse a la contienda por la presidencia de la República en 1945, como muchos lo auguraban; fue Román Yocupicio el último sonorense que intentó ocupar la silla presidencial, y lo hizo sin el apoyo de Rodríguez, que se apresuró a brindarle su adhesión a Miguel Alemán Valdés, a cambio de concluir la carretera Nogales-Guadalajara, las presas el Oviáchic, el Mocuzari y Cuauhtémoc, y de la cooperación para construir caminos vecinales y escuelas.43

Una vez que Calles mismo se había dado a la tarea de debilitar al grupo de Obregón, finalmente esencia del Grupo Sonora, Cárdenas no tuvo ningún problema en deshacerse de Calles y su equipo.

Al interior del estado, el asesinato de Obregón provocó, en primera instancia, el desplazamiento de los obregonistas de los puestos clave en el poder, empezando por la destitución del general Topete, quien se preparaba para suceder al general de Huatabampo cuando éste hubiese culminado su segundo periodo presidencial. El devenir de los acontecimientos los obligó a tomar las armas de nuevo y emprender la llamada "rebelión escobarista". El levantamiento fue sofocado, y en los siguientes siete años la entidad estuvo gobernada por miembros del reducido grupo callista: Francisco Elías, Rodolfo Elías Calles y Ramón Ramos (hijo "postizo" de Rodolfo).

En el caso particular de Rodolfo Elías Calles, heredero del general revolucionario, representó a la primera generación de los "cachorros de la Revolución", una estirpe de empresarios y políticos formados en Estados Unidos en las carreras de finanzas y comercio. Cuando se presentó el conflicto entre Cárdenas y Calles, tanto Rodolfo como Francisco Elías formaban parte del gabinete presidencial, por lo que a la salida del general sonorense del país también fueron destituidos; lo mismo ocurrió con el ingeniero Ramos, quien, según se decía, había sido impuesto como "candidato de unidad" en el seno del PNR de Sonora.

A la salida de Calles, Cárdenas trató de apoyarse en los grupos anticallistas del estado, es decir, los obregonistas, de tal suerte que a Ramos lo sustituyeron los generales Román Yocupicio y Anselmo Maclas. No obstante, no obtuvo en contraparte el apoyo de estos gobernantes para llevar a cabo la reforma agraria en el estado. Por ello acudió a los representantes de la CTM en la entidad para que organizaran a los jornaleros agrícolas y campesinos sin tierra.

En particular, Yocupicio, que había Uegado a la gubernatura con el apoyo de la Iglesia y los grandes propietarios del sur del estado, realizó una intensa campaña entre los indios yaquis y mayos para que se negaran a formar ejidos a cambio de otorgarles títulos de propiedad sobre parcelas agrícolas.

Casi diez años después, en 1945, estos mismos agricultores del sur del estado tratarían por última vez hacer llegar su influencia política al centro del país, promoviendo la figura del general Yocupicio, sólo que las condiciones de la vida política nacional se habían modificado sustancialmente, y la campaña no fructificó. Éste fue el último intento de la oligarquía revolucionaria sonorense para acceder de nueva cuenta al poder.

El sur, principal asentamiento de la élite revolucionaria

Al analizar las primeras acciones gubernamentales en apoyo del estado de Sonora, queda claro que el asiento geográfico de la nueva élite revolucionaria, y su descendencia, se ubicaba al sur de la entidad, y hacia ella se orientaron los primeros programas e inversiones.

Así, la región se convirtió en la principal beneficiaría de las gestiones ante las instancias federales. Las primeras instituciones financieras, como el Banco Refaccionario del Noroeste, fundado en 1932, tuvieron su sede en el Yaqui, y el Banco Agrícola Sonorense, creado en 1933, fue establecido en el Mayo, asiento principal de los campos agrícolas de la familia del general Obregón. El objetivo de estas instituciones fue asegurar el suministro oportuno de recursos para los agricultores empresariales.

Tampoco fue casual que el primer programa de desarrollo agrícola para el estado de Sonora, impulsado por Francisco Elías y Rodolfo Elías Calles, con el apoyo de los generales Plutarco Elías Calles44 y Abelardo L. Rodríguez, estuviera particularmente orientado hacia esa región.

De igual forma, las organizaciones gremiales más fuertes del estado se ubicaban en principio en el sur; ambas, Unión de Crédito Agrícola del Valle del Yaqui y Unión de Crédito Agrícola de Cajeme, desempeñaron, en su momento, un papel crucial como instrumentos de negociación con los gobiernos federales.

Un dato que refleja la supremacía de la élite sureña es el siguiente: entre 1920 y 1943 todos los personajes que ocuparon la gubernatura del estado tejían sus intereses políticos en torno al binomio Calles-Obregón,45 mientras sus intereses empresariales se asentaban en las tierras agrícolas de los valles del Yaqui y del Mayo: Francisco S. Elías, Alejo Bay Valenzuela, Fausto Topete Almada, Rodolfo Elías Calles, Ramón Ramos Almada, Jesús Gutiérrez, Román Yocupicio y Anselmo Macías (Almada, 1955).46 De manera que no es de extrañar que imprimieran su sello subregional al desarrollo económico del estado, bajo el esquema del "sistema agrícola capitalista de los valles".

El resurgimiento del norte

La llegada de Abelardo L. Rodríguez a la gubernatura del estado en 1943 significó la posibilidad de nuevas alternativas al desarrollo económico estatal y la emergencia de nuevos grupos empresariales. Inauguró la fase de la modernización en Sonora y recordó que el "norte también existía", y a impulsar esta tarea orientó todo su talento político y empresarial, esfuerzo que le reportó pingües ganancias e incrementó de manera sustancial su fortuna.

Su propósito al llegar a la primera magistratura fue iniciar una nueva etapa de desarrollo económico, que integrara a nuevas reglones productivas e incorporara, bajo una visión integral, a actividades como agricultura, ganadería, pesca, industria, comercio y, principalmente, urbanización. De manera paralela, estimuló la constitución de una nueva casta de empresarios, distinta a la del sur.

Su periodo marcó el inicio formal de la explotación agrícola en la llamada costa de Hermosillo, que hasta entonces había permanecido como una región olvidada por los buenos oficios de la clase revolucionaria del sur (y en esto coincidieron obregonistas y callistas). Si bien fueron los inmigrantes itaUanos,47 y no el gobierno, quienes llevaron a cabo las primeras acciones para cimentar una agricultura empresarial en estas tierras, cuyos cultivos dependían de las avenidas del río Sonora, es un hecho que a partir de la gestión del general Rodríguez el apoyo de los gobiernos federal y estatal se volcó hacia esta región, a través de la construcción de la presa "Abelardo L. Rodríguez" y el suministro de financiamiento para la perforación de pozos mediante el Banco Nacional de Crédito.

En el terreno político, la llegada del general Rodríguez interrumpió más de dos décadas de gobierno de la oligarquía sureña. A diferencia de sus predecesores en el periodo, Abelardo L. Rodríguez no era agricultor y venía de fuera. Si bien era un general revolucionario igual que los demás, tenía mayores vínculos con el centro del país. Ya había sido presidente de la República, secretario de Estado y gobernador de Baja California; era un empresario exitoso y tenía una trayectoria mucho más extensa que cualquiera de los que lo antecedieron. Era un connotado antiobregonista, aunque supo guardar la distancia con el general Calles en los momentos en que la estrella de éste declinaba y su influencia se apagaba. Tuvo la virtud de hacer una buena lectura de las nuevas señales emitidas por la política central, y evitó involucrarse en los últimos intentos del Grupo Sonora (o lo que quedaba de él) por recuperar su presencia política nacional. A cambio de esta actitud discreta, el general marcó un sendero distinto para los grupos de poder en Sonora: el de la negociación política velada, muy ad hoc para el corporativismo del sistema político mexicano, como llave de acceso a prebendas y apoyos económicos por parte del gobierno federal. La consigna se podría haber interpretado de la siguiente forma: "Que los sonorenses se dediquen a hacer negocios y que se olviden de la política".

Sus intentos por diversificar la economía sonorense y promover la creación de una nueva élite se quedaron a medias. La industrialización avanzó tímidamente, y muchas de las empresas por él impulsadas fueron cerradas poco tiempo después de su partida. No ocurrió lo mismo con otros proyectos, como las obras de irrigación, la urbanización de la capital del estado y los nuevos centros agrícolas, como los creados en la costa de Hermosillo y en el valle de Caborca, que tuvieron mejor destino.

En el ámbito político sólo logró influir en la candidatura del empresario Ignacio Soto, su sucesor, ya que después de él una nueva alianza entre Rodolfo Elías Calles y los descendientes del general Obregón retomó el gobierno estatal durante varios periodos. No logró consolidar una nueva élite empresarial, no obstante que durante su periodo emergieron grupos poderosos, como el de los Gutiérrez y el de los Valenzuela.

 

III. EL PERFIL DE LOS EMPRESARIOS SONORENSES

Intentar elaborar un perfil de los empresarios de esta época nos remite necesariamente a presentar a dos grandes tipos de actores: el de los que trascendieron el porfiriato y la Revolución, susceptible de subdividirse a su vez en tres grupos: los empresarios del sur, ligados a las actividades agrícolas (hacendados agroexportadores) y mineras de principios y mediados de siglo, que posteriormente se expandieron hacia los negocios comerciales, ubicados en principio en la región sur del estado. En este grupo, no muy numeroso, destacan las familias Almada, Salido, Ortiz, Izábal y Corral; los extranjeros y connacionales que llegaron a Sonora desde finales del siglo anterior y dominaron el comercio central y después se extendieron a la agricultura (entre ellos se encuentran las familias Lubbert, Zaragoza, Maytorena, Robinson y Parada),48 y los grandes ganaderos ubicados en la región centro-norte de la entidad: Gándara y Escalante, Camou, Aztiazarán y Elías González.

Un segundo tipo lo conformaron los actores sociales del nuevo orden económico, que no constituían una élite agraria tradicional, y muchos de ellos ni siquiera tenían un apego a la tierra y a las actividades del campo: "eran nuevos ricos que habían hecho sus fortunas en los florecientes negocios fronterizos durante los años 20's; o con la expulsión de los chinos en 1932 y con la compraventa de terrenos desérticos".49 Eran, más bien, inversionistas que especulaban con la compra y venta de tierras. Los encabezaban miembros de familias políticamente poderosas, cuyas ligas con personajes revolucionarios y militares de relieve nacional les otorgaban la facultad de pedir y recibir apoyo federal.50 Estos revolucionarios, apoyados en ideas nacionalistas, despojaron a muchos extranjeros que, a la luz de la promoción ejercida por las compañías deslindadoras mexicanas, se habían establecido en Sonora desde finales del siglo anterior.51 Buena parte de las tierras nacionalizadas fue adquirida por los revolucionarios.52

En cada una de las fases de este periodo es posible identificar las fuentes de acumulación fundamentales y a los líderes empresariales que imponen un estilo de hacer negocios al resto del grupo. Así, en la década de los treinta, el grupo empresarial giró de manera fundamental en torno a las figuras del agricultor Rodolfo Elías Calles y su tío Francisco S. Elías, gobernadores de Sonora y secrétanos de Estado en las carteras de Agricultura y Obras Públicas, hasta la expulsión de los cañistas por Cárdenas. El eje central de acumulación lo constituía la agricultura de exportación en la región sur del estado, hacia donde estos mándatenos procuraron enviar todos los recursos gubernamentales; para ello, lograron construir la base legislativa e institucional para la operación de una agricultura moderna de tipo capitalista, destruyendo los últimos vestigios de las explotaciones hacendarías.

En los años cuarenta, el desarrollo del estado y de la élite empresarial no pueden ser entendidos sin la presencia y las relaciones políticas del general Abelardo L. Rodríguez, promotor oficial de la modernización de Sonora. Es importante destacar que entre 1927 y 1954 el general formó 12 empresas asociado con capitalistas sonorenses, la mayor parte de eUas ubicadas entre Hermosillo y Guaymas.

En 1930 se formó la Fábrica de Cementos Portland. Entre los socios fundadores se encontraban Francisco S. Elías, Ignacio Soto, José María Almada, Carlos Escalante y José María Zaragoza. El establecimiento de esta compañía formaba parte del proyecto de Francisco S. Elías de construir carreteras y pequeñas obras de irrigación.53 Esta empresa rue fundamental en la conformación de la región; primero, en el levantamiento de la infraestructura para la modernización agrícola y, después, en la urbanización del estado.

Un hecho interesante es que en 1930 esta empresa, que contaba entre sus socios a Francisco S. Elías, el gobernador en turno, obtuvo un apoyo de exención fiscal por diez años; en 1943, el gobernador Rodríguez, socio también de la empresa, otorgó otro plazo de diez años más, además de la concesión para construir la presa "Abelardo L. Rodríguez" y aportar el insumo para la urbanización de la capital del estado, y la dotación de 400 hectáreas aledañas a la presa. En 1949, de nueva cuenta un socio de esta compañía ocupó la gubernatura del estado, esta vez en la persona de Ignacio Soto.

En 1943 el general Rodríguez formó la compañía Urbanizaciones e Inversiones, S. A. de C. V, encargada de la edificación y venta de terrenos, principalmente en Hermosillo. En la lista de socios que conformaron esta empresa destacan Francisco S. Elías, Rodolfo Tapia, Federico S. Valenzuela, Luis Hoeffer, José Ramón Fernández, Carlos V. Escalante, Ignacio Soto Jr, Amoldo Moreno, Manuel R. Cubillas, Ernesto Camou, Antonio Ancheta, Alejo Bay, Carlos V. Maldonado, Felipe Pavlovich, Alonso P. García y Víctor Angulo; es decir, los hombres de negocios más importantes de la élite norteña.

La década de los cuarenta marca la consolidación de la organización empresarial, a través de dos tipos de figuras: las crediticias, encargadas de dar respuesta a las necesidades de apoyo financiero al proyecto de modernización económica, y las de representación gremial, como las asociaciones de productores agrícolas del norte y sur de Sonora, la Unión Ganadera Regional de Sonora y las delegaciones regionales de la Cámara Nacional de Comercio y de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, encargadas de negociar y obtener apoyos en materia de precios, subsidios, comercialización, etcétera.

Estos esquemas de representación, finalmente, constituyeron un cambio cualitativo en las formas de incidir a su favor en la política económica nacional. Ello significó que la nueva generación de empresarios no tuvo más remedio que dejar de lado las pretensiones de los generales de la Revolución de participar abiertamente en la vida política del país.

Sin embargo, aunque habían perdido fuerza política en el nivel central, en el terreno económico, su influencia perduró durante toda la década de los cincuenta, como lo evidencia el hecho de que entre 1950 y 1958 los productores trigueros del noroeste lograron incidir y hasta participar de manera directa en las definiciones globales concernientes a las políticas agrícolas gubernamentales. Durante el periodo, uno de los esquemas fundamentales de alianzas fue el de la política de precios, que posibilitó altos niveles de capitalización en las zonas de más alto desarrollo, y los empresarios se beneficiaron con importantes montos de renta diferencial.54

 

CONSIDERACIONES FINALES

Las versiones tradicionales sobre la conformación de las regiones ponen el acento en los aspectos económicos y geográficos de un espacio natural determinado. Así, suele llamársele "regiones" a territorios relativamente homogéneos en cuanto a condiciones de suelo y clima, aptas para llevar a cabo una determinada actividad económica. Esos perfiles de alguna manera tienen un carácter fortuito, pues no necesariamente requieren que la mano del hombre haya intervenido en su formación.

Sin descartar la importancia de lo anterior, es preciso enfatizar que no es posible comprender a plenitud la dinámica de lo regional, ni la formación ni el movimiento de una región cualquiera, sin la presencia de los agentes económicos y de los actores de la política. Son los individuos los que, interactuando entre sí, escogen un territorio determinado para asentarse en él y darle un sentido económico, social y cultural. Con base en esa lógica, explicamos el origen y desenvolvimiento del estado de Sonora como unidad regional, dividida a su vez en algunas subregiones, entre las cuales destacan el norte y el sur del estado.

En ese sentido, en la conformación de la región Sonora encontramos orientaciones e intensidades diferentes en el desarrollo de sus partes, de acuerdo con la fuerza política e intereses de los actores sociales participantes, que fueron configurando espacios subregionales con cierto grado de especialización.

Dos factores son los que van articulando a la región sonorense. Uno, de carácter general, que irradia a todo el estado y tiene que ver con la expansión de medios de comunicación como el ferrocarril y las carreteras de terracería; el comercio de los chinos, que tuvo flujos de los valles a la sierra; la presencia de empresas que, localizadas en alguno de los municipios de importancia, realizaban sus mercancías en toda la entidad; así como la acción general del Estado y sus instituciones.

El segundo factor se relaciona con las acciones particulares de los actores sociales y políticos protagónicos en el estado. En especial, el Grupo Sonora, pragmático y conservador, actuó económicamente en áreas muy delimitadas. Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles concentraron su atención en el sur del estado, mientras que Abelardo L. Rodríguez le dio un fuerte impulso al norte de la entidad. El sur desplegó sus potencialidades agrícolas y agroindustriales, en tanto que el norte, también agrícola y ganadero, cimentó actividades industriales de mayor envergadura.

En términos de los actores, no hay duda de que la presencia de los revolucionarios en el gobierno estatal y nacional le dio un empuje definitivo a muchos empresarios, que, habiendo crecido a su sombra, fueron imprimiéndole su particular sentido a la subregión donde actuaban. Ese apoyo del "Estado de la Revolución" fue lo que propició las condiciones para que después de la posguerra la región sonorense punteara la producción agrícola nacional. Sin embargo, visto en una perspectiva histórica, el impulso de esos empresarios llegó hasta donde los llevó la inercia, porque muchos de ellos se fueron desgastando como empresarios hasta ser incapaces de insertarse competitivamente en la siguiente etapa de la vida económica de Sonora, cuando el objetivo ha sido lograr una industrialización compleja, de encadenamientos productivos, de tecnología moderna y altamente exportadora. Esto forma parte de la nueva región sonorense, en cuyo devenir tales empresarios siguen presentes, pero ahora sólo como expectadores.

 

Notas

1 Este trabajo constituye un avance de investigación del proyecto denominado "Grupos Empresariales y Desarrollo Regional", que actualmente realizan los autores bajo el patrocinio del CONACYT.

2 Para mayor detalle al respecto, consultar Jorge A. Bustamante, "Frontera México-Estados Unidos: reflexiones para un marco teórico", en Frontera Norte, vol. 1, num. 1, enero-junio de 1989, El Colegio de la Frontera Norte;         [ Links ] B. González-Aréchiga y J. C. Ramírez, "Definición y perspectivas de la región fronteriza", en Estudios Sociológicos, núm. 23, mayo-junio de 1990, El Colegio de México;         [ Links ] Clark Reynolds, "Oportunidad mediante complementariedad: cómo el Tratado de Libre Comercio puede beneficiar a México y a los Estados Unidos", en Economía Mexicana, vol. 1, núm. 1 (nueva época), enero-junio de 1992, CIDE, México.         [ Links ]

3 En este trabajo, la dimensión de lo regional se maneja en dos niveles. En el primero, la región hace referencia a una entidad político administrativa (Boisier, 1993, y Bassols, 1972) que cohesiona un espacio social a través de las relaciones con el centro del país y el diseño y aplicación de la política gubernamental (Alba, 1992, p. 108). El otro nivel refiere a las regiones internas del estado que en el transcurso de los años han modificado su presencia y peso específico en la economía local. Esta configuración dinámica de las regiones internas o subregiones del estado de Sonora ha sido abordada en trabajos como el de Juan José Gracida R., "Algunas consideraciones sobre el desarrollo económico y la formación de las regiones del noroeste durante el porfiriato", en Memoria del XIII Simposio de Historia y Antropología de Sonora, vol. 2, pp. 67-84, 1989.         [ Links ] Un análisis más reciente del tema lo encontramos en Pablo Wong G., "La reestructuración secto-espacial en Sonora: una tipología regional", en M. A. Vázquez R. (coord.), Las regiones ante la globalidad, Gobierno del Estado de Sonora/Universidad de Sonora, 1996, pp. 87-115,         [ Links ] y en M. A. Vázquez R., "Cinco tesis sobre las principales tendencias económicas de Sonora", en Estudios Sociales, vol. 9, núm. 17, CIAD/Unison/Colson, enero/junio de 1999, pp. 37-48.         [ Links ]

4 La integración de la producción sonorense al mercado internacional evolucionó de la siguiente manera: en una época, como proveedor de materias primas mineras, agrícolas, ganaderas; en otra, con esos mismos productos, pero ya con cierto grado de elaboración, y en la actualidad, a través de artículos manufacturados, algunos de ellos procesados con altas tecnologías, como son los maquilados y los de la industria automotriz.

5 Un trabajo esencial para este periodo es el de Ramón E. Ruiz, "El surgimiento de una burguesía dependiente", en Memoria del XI Simposio de Historia y Antropología de Sonora, Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), Hermosillo, Sonora, 1987, pp. 429-459.         [ Links ] Otro es el de Ignacio del Río, "Los grupos regionales de poder y el ejercicio de la autoridad política en la gobernación de Sonora y Sinaloa", ponencia presentada en el XVI Simposio de Historia y Antropología de Sonora, Hermosillo, Sonora, en febrero de 1993.         [ Links ]

6 Un trabajo esencial en este tema es el de Gerardo Reñique, "En el umbral del capitalismo, economía y sociedad en una región de frontera. Sonora 1830-1900", tesis doctoral, Nueva York, 1989.         [ Links ] Véase también Juan José Gracida Romo, "Algunas consideraciones sobre el desarrollo económico y la formación de las regiones del noroeste durante el porfiriato", en Memoria del XIII Simposio de Historia y Antropología de Sonora, v. 2, IIH, Hermosillo, Sonora, 1989, pp. 67-84,         [ Links ] y José Luis Mirafuentes Galván, "Élite y defensa en la provincia de Sonora, siglo XVIII", en Memoria del XI Simposio de Historia y Antropología de Sonora, IIH, Hermosillo, Sonora, 1987, pp. 411-426.         [ Links ]

7 Héctor Aguilar C., La frontera nómada. Sonora y la Revolución Mexicana, México, Siglo XXI, 1981, 450 pp.         [ Links ], y, del mismo autor, La Revolución que vino del norte, España, Océano, 1988, vol. 1, 160 pp.         [ Links ]

8 Una obra clásica sobre el tema es La modernización de la agricultura mexicana. 1940-1970, de C. Hewitt.         [ Links ] Hay también otros trabajos que se ubican en este periodo, como el de Maren von der Borch, "Organización empresarial y desorganización campesina: la costa de Hermosillo, 1940-1960", en Memoria del XIV Simposio de Historia y Antropología de Sonora, v. 2, IIH, Hermosillo, Son., 1990, pp. 154-166,         [ Links ] y el de Jesús Félix Uribe García, "El Hermosillo de Rodríguez, 1943", en Memoria del XII Simposio de Historia y Antropología de Sonora, IIH, Hermosillo, Sonora, 1988, pp. 497-524.         [ Links ]

9 Rocío Guadarrama, "Modernización política en Sonora: la lucha por la hegemonía", Cuaderno de Investigación, Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIES), Hermosillo, Sonora, 1989, 46 pp.         [ Links ], y Graciela Guadarrama, "Empresarios y política: Sonora y Nuevo León, 1885", en Estudios Sociológicos, vol. 5, El Colegio de México, 1987, pp. 139-167.         [ Links ]

10 Mayores detalles sobre este tema en Daniel Cosío Villegas (ed.), Historia Moderna de México, 9 vols., México, Hermes, 1953-1972;         [ Links ] James D. Cockcroft, Intellectual Precursors of the Mexican Revolution, 1900-1913, Austin, University of Texas Press, 1968;         [ Links ] Héctor Aguilar Camín, La frontera nómada: Sonora y la Revolución Mexicana,         [ Links ] y Ramón Eduardo Ruiz, The Great Rebellion: México 1905-1924, Nueva York, Norton, 1980.         [ Links ]

11 Héctor Aguilar Camín, La Revolución que vino del norte, España, Océano, 1988, p. 33.         [ Links ]

12 Para profundizar sobre la vida de este personaje, recomendamos la espléndida biografía realizada por Carlos Madas R., Vida y temperamento. Plutarco Elías Calles, 1877-1920, México, Fondo de Cultura Económica/Instituto Sonorense de Cultura, 1995.         [ Links ]

13 Francisco Almada R., Diccionario de historia, geografía y biografías sonorenses, Hermosillo, Sonora, Instituto Sonorense de Cultura, 1990.         [ Links ] Para mayor información acerca de las hazañas políticas y empresariales de este general revolucionario sonorense, puede revisarse Carlos Moneada, Aquel hombre: Abelardo L. Rodriguez.         [ Links ]

14 Martínez Castro, 1995, p. 86.

15 Sobre el conflicto chino en Sonora, consúltese José Luis Trueba L., "Los chinos en Sonora: una historia olvidada", en Memoria del XII Simposio de Historia y Antropología de Sonora, Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad de Sonora, Hermosillo, Sonora, 1987, pp. 1-26;         [ Links ] Leo Michael D. Jacques, "The Anti-Chinese Campaigns in Sonora, México, 1900-1931", tesis de doctorado, Universidad de Arizona, 1974,         [ Links ] y Lorenzo Meyer, El conflicto social y los gobiernos del maximato, México, El Colegio de México, 1978.         [ Links ]

16 Laureano Calvo, Nociones de historia de Sonora, México, Publicaciones del Gobierno del Estado de Sonora/Librería de Manuel Porrúa, 1958, p. 307.         [ Links ]

17 Gobierno del Estado de Sonora, "Tercer Informe de Gobierno del C. Ignacio Soto", Hermosillo, Sonora, 1952, p. 9.         [ Links ]

18 Aguilar Camín, La Revolución que vino del norte..., p. 29.

19 Sergio Peña Medina, "Política de Estado y desarrollo regional: La agricultura en Sonora 1920-1929", en Memoria del XV Simposio de Historia y Antropología de Sonora, 1990, p. 52.         [ Links ]

20 Ortega L., Octavio, Los orígenes del valle del Yoqui, Hermosillo, Editorial del Gobierno del Estado de Sonora, 1946, p. 8.         [ Links ]

21 Cynthia Hewitt, La modernización de la agricultura mexicana: 1940-1970, 3a ed., México, Siglo XXI, 1982, p.23.         [ Links ]

22 Peña, op. cit., p. 62.

23 Ibidem, p. 63.

24 De acuerdo a la superficie sembrada en el valle del Yaqui, a la postre la zona agrícola más importante del estado en aquella década, éstos eran los principales cultivos, con una superficie sembrada de 14 762, 12 263, 3 727, 2 508 y 242 hectáreas, respectivamente (Ortega, p. 76).

25 Historia general de Sonora, vol. V, Hermosillo, Gobierno del Estado de Sonora, 1985, p. 70.         [ Links ]

26 En Sonora la ganadería de exportación constituía una actividad estratégica, ya que incorporaba a cientos de productores de la región serrana del estado; además, estaba estrechamente vinculada a los capitales extranjeros, como es el caso de los Green de Cananea. Por otra parte, la producción minera de la entidad representaba en promedio el 50 por ciento de la producción nacional en el caso del cobre y el 100 por ciento de la producción de grafito (Historia general de Sonora, 1985, pp. 59 y 63).         [ Links ]

27 La quiebra del Banco de Sonora, institución que constituía el soporte principal de la actividad financiera en el estado, fue otra de las expresiones de la crisis que transformó la estructura económica de la entidad. La fuga de capitales, especialmente a China y Estados Unidos, sumada a la inestabilidad financiera mundial, a la escasez de liquidez, a la especulación y a la depreciación de la plata, fue el principal componente de la bancarrota.

28 Historia general de Sonora, p. 63.

29 Ibidem, p. 74.

30 Iibid., p. 76.

31 Hewitt, op. cit., p. 128.

32 Historia general de Sonora, p. 160.

33 Hewitt, op. cit., p. 129.

34 Historia general de Sonora, p. 156.

35 Hewitt, op. cit., pp. 130-137.

36 Gobierno del Estado de Sonora, "Sonora en cifras", Hermosillo, Sonora, junio de 1960.         [ Links ]

37 Tanto Miguel Alemán como Adolfo Ruiz Cortines tuvieron una estrecha relación con Rodolfo Elías Calles, empresario y político del Yaqui, y con el general Abelardo L. Rodríguez, relación que apuntaló el cuantioso flujo de recursos que la federación destinó a promover el crecimiento económico del estado de Sonora.

38 J. Moguel y H. Azpeitia, "Precios y política agrícola en dos décadas de desarrollo agropecuario", en J. Moguel, Historia de la cuestión agraria mexicana: política estatal y precios agrarios: 1950-1970 (8. Política estatal y conflictos), México, Siglo XXI, 1989, pp. 1-45,         [ Links ] y D. Barkin y Gustavo Esteva, El papel del sector público en la comercialización y fijación de los precios de los productos agrícolas básicos en México, México, CEPAL, 1981, pp. 10-11.         [ Links ]

39 Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas, Obras y servidos públicos del estado de Sonora, México, 1959, p. 21.         [ Links ]

40 Ibidem, p. 33.

41 Como resultado de la aplicación de la nueva tecnología, la mayoría de los productos: algodón, trigo, tomate, linaza, arroz, etc., duplicaron o incrementaron sensiblemente sus rendimientos.

42 Recuérdese que fue Cárdenas quien lo apoyó para derrotar a la rebelión escobarista, después del asesinato de Obregón.

43 Diario del Yoqui, 25 de octubre de 1945,         [ Links ] y Carlos Moneada, Aquel hombre: Abelardo L. Rodriguez, Hermosillo, Fondo Editorial El Libro Sonorense, 1997, p. 142.         [ Links ]

44 Éstos eran los años del "maximato", por lo que, si bien Plutarco Elías Calles ya no era presidente de la República, continuaba manipulando los hilos de la política y la economía en el país y apoyaba desde el centro el proyecto en el que participaban sus seguidores y familiares.

45 Si bien Obregón fue asesinado en la primera mitad del periodo, sus seguidores, encabezados por su viuda, doña Mariita Tapia, constituían un grupo político aún de gran influencia política.

46 En realidad, Francisco S. Elías, del grupo callista, ocupó la gubernatura del estado entre 1920 y 1923 como interino y fue gobernador sustituto de 1927 a 1931 (fuente: www.sonora.gob.mx).

47 Fue la familia Ciscomani la que en 1944 llevó a cabo la perforación del primer pozo, denominado "El Fundador".

48 Muchos de estos empresarios llegaron al puerto, se dedicaron a las actividades comerciales y posteriormente emigraron hacia el norte o el sur del estado para dedicarse a la agricultura o a la ganadería.

49 Roberto Ramírez, Mercado de trabajo en la agricultura. Costa de Hermosillo, Hermosillo, Universidad de Sonora/CNC (Sindicato "Salvador Alvarado"), 1999.         [ Links ]

50 Hewitt, op. cit., p. 120.

51 Ibidem, p. 123.

52 Idem.

53 Historia general de Sonora, p. 76.

54 Hugo Azpeitia, Compañía Exportadora e Importadora Mexicana, S. A. 1949-1958: Conflicto y abasto alimentario, México, CIESAS, 1994, p. 43.         [ Links ]

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