Los entornos de las bibliotecas han atravesado por cambios vertiginosos durante los últimos veinte años. Estos cambios han sido de índole social, tecnológica, institucional, organizacional, educativa y bibliotecológica. Las transformaciones a nivel organizacional, institucional y bibliotecológico han influenciado tanto la disciplina bibliotecológica como los estudios de la información de tal manera que es indispensable considerar las dimensiones de estos con el tiempo. De acuerdo con Vakkari1 habrá que considerar el ciclo de vida y de transmisión de la información a través de los servicios (enfoque teórico); de los sistemas de información, sean bibliotecas, archivos o museos (BAM),2 e instituciones con la dinámica puesta en la interacción entre el proveedor de servicio y el usuario de la información (enfoque investigativo), así como los canales donde el énfasis está puesto en los contenedores de datos e información, sean estos textos o gráficos con sus respectivos códigos para su correcta visualización. Simultáneamente, cobra vigencia la perspectiva de redes formales cuya orientación está dirigida hacia la gestión de los sistemas formales de transferencia de información y de datos, y la perspectiva de uso de la información con una orientación dirigida hacia la función de la información en una comunidad epistémica específica, el uso que se le da y los productos que en muchas ocasiones son para una eficiente toma de decisiones en los niveles institucionales y organizacionales. De estas perspectivas emanan acciones concretas para medir y evaluar los servicios de la información, la eficiencia en la transmisión de la información, la pertinencia en la recuperación y el almacenamiento de contenidos, la utilidad y el valor de los sistemas de información para las organizaciones y la diseminación de la información, con lo que se pretende resolver situaciones problemáticas de los sistemas de información, la eficacia de los servicios bibliotecarios y de información, y la pertinencia en la recuperación de la información y datos.
La visión integral de Vakkari sobre los estudios de la información da la pauta para considerar la postura de Lankes sobre la misión del bibliotecario para mejorar la sociedad y facilitar la creación de conocimiento en las diversas comunidades, sean académicas o no. En este sentido, Lankes3 muestra un panorama donde existe una interacción entre el bibliotecario visto como el intermediario, la biblioteca como una institución y la comunidad, sea ésta epistémica o no. Cada una tiende a forjar una interacción en diferentes niveles, ya sea como facilitadores en la construcción de un proceso de participación e interacción con grupos de usuarios diversos, o como creadores de conocimiento a través del diálogo.
La jerarquización de Lankes es la siguiente:
Conocimiento básico de la profesión;
La importancia de las perspectivas mundiales;
La presión para participar en los entornos físicos, híbridos y digitales;
Crear conocimiento a través de diálogo;
Crear las facilidades en la construcción de un proceso de participación, y
La importancia de las acciones y el activismo.
Tal estratificación define las pautas para situar a las políticas de información como facilitadoras en la construcción de conocimiento a través de procesos de participación. Concep-tualizadas como acciones para el cambio, las políticas de información y sus categorizaciones convergen en las ideas sobre la democracia y promueven la filosofía de la Ciencia Abierta (Open Science),4 que integra:
Acceso Abierto (Open Access)
Datos Abiertos
Ciencia Abierta (Open Science)
Instrumentos de la Ciencia Abierta (Open Science Tools)
Investigación Reproductiva Abierta (Open Reproductive Research)
Proyectos de Ciencia Abierta (Open Science Project)
Lineamientos de Ciencia Abierta (Open Science Guidelines)
Evaluación de la Ciencia Abierta (Open Science Evaluation). Resaltan las metrías abierta de la información y su impacto, que comprenden las altmetrics, la biblio-metría, la webometría y el semanto-metría.
Políticas de la Ciencia Abierta (Open Science Policies). Suelen ser de índole organizacional y/o gubernamental como las que emanan de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, como el Conacyt a través de la Convocatoria para Desarrollar Repositorios Institucionales de Acceso Abierto a la Información Científica, Tecnológica y de Innovación y las políticas de fundaciones como la Open Science Foundation. Por otro lado, existen políticas de índole temática como las gubernamentales, las institucionales, las políticas de Acceso Abierto (OA) y las de datos abiertos (Open Data).
Las transformaciones a nivel institucional generan nuevas formas de ver las situaciones problemáticas que acontecen e incrementan los procesos y los productos de información, dando pie a los llamados "momentos disruptivos". La disrupción5 describe los procesos donde una pequeña organización con pocos recursos es capaz de establecer cambios forzosos, propiciados por factores externos que tienen repercusión en los servicios y los productos, en este caso los servicios y los productos de información. Al extrapolar esa cultura de lo disruptivo a los estudios de la información, los cambios que ésta propone llegan a alterar los objetivos iniciales, los procedimientos, los productos y por ende los políticas de información o de otra índole.
En este contexto las políticas de información llegan a ser un punto de apoyo para conseguir que los usuarios se vayan adaptando a las innovaciones y a los nuevos recursos productos del cambio, tanto en el entorno organizacional como en el bibliotecológico. Ian Smith6 manifiesta que la cultura organizacional, las normas, las prácticas y los valores compartidos que influyen en el modo de operación de la organización además son partes clave en las propuestas de planes y de estrategias para generar cambios a nivel organizacional que posteriormente permearían el nivel bibliotecológico. La idea del cambio implica entonces conocer el camino a seguir y cómo alcanzar la meta; no obstante, se debe persuadir a los demás a emprender el camino. Además, Smith7 retoma a Handy y sostiene que cultivar el cambio conlleva a una actitud de crecer, de canalizar en vez de controlar, de aprender en vez de instruir. Una organización que pretende el cambio es una que utiliza las diferencias para crecer mejor. Las adaptaciones a las cinco leyes de las Ciencias Bibliotecarias de Ranganathan pueden arrojar luz al discurso de la cultura disruptiva ya que aun cuando el enfoque está puesto en el usuario, ya sea en un entorno virtual o tradicional, la facilidad de la accesibilidad y de las interacciones debe promover cambios en la visión de la biblioteca dirigida hacia el uso efectivo de la información.
Ante este panorama el entorno bibliotecológico tiene que crecer y canalizar en vez de controlar, ofrecer servicios bibliotecarios basados en los usuarios y tener una interacción de calidad con ellos sustentada en un listado de prácticas y servicios, y discutir esos valores institucionales, contrastarlos con el marco deseado y elaborar los instrumentos idóneos para alcanzar las metas. El marco de acción para ello serían las cinco leyes de Ranganathan (1. Los bibliotecarios son expertos; 2. Cada bibliotecario es amigo del usuario; 3. Cada encuentro con el usuario debería de tener valor agregado; 4. Los usuarios tienen una gran demanda y expectativas de los bibliotecario; 5. La biblioteca juega un rol activo en expandir el conocimiento) en un entorno de información definido por la inteligencia artificial, la recuperación de la información y las tecnologías para el procesamiento de datos como la minería de textos y la cosecha de datos.
En el entorno bibliotecológico lo anterior implica reconocer que las máquinas contribuyen a la creación, la evolución, a compartir y promover el conocimiento de una manera ágil. Este apoyo no sería posible sin las habilidades semánticas que de una manera u otra incrementan la transmisión y el almacenamiento, como lo indica Zhuge.8 Aunando a lo mencionado las dinámicas de comunicación se van modificando, de una comunicación individual e unidireccional a uno grupal e mul-tidireccional, estableciendo redes de comunicación a través de las comunidades epistémicas. Esto influye y transforma los servicios de información en general, implica una revisión de las políticas de información de la comunicación internacional sean estas tradicionales o las ofrecidas a través de la Web. Concuerdo con Choy Fatt Cheong9 en que las bibliotecas y el trabajo que realiza el bibliotecario son reconocidos por la sociedad desde el espectro de las actividades básicas, dejando de lado todas aquellas actividades propiamente dichas de la bibliotecología y los estudios de la información. En este tenor el objetivo de la disciplina está estrechamente relacionado con el progreso del conocimiento de la humanidad. Por lo anterior surgen los siguientes puntos para la reflexión:
¿Qué tan conscientes están los bibliotecólogos de la agenda sobre las políticas de información, sean estas horizontales, verticales y transversales en el entorno bibliotecario?
¿Cómo se deberían dirigir los temas de políticas de información que están relacionados con los servicios bibliotecarios, los sistemas de información y la organización de la misma?
¿Por qué y para qué serviría conocer las temáticas de las políticas de información?
¿Quiénes van a organizar los sistemas de información gubernamentales, de corporaciones y de fundaciones de toda índole en la era de la información y liderarlas?
La respuesta es, por supuesto, los bibliotecólogos, y hay que prepararlos para esa tarea.