Introducción
Los descubrimientos médicos y las mejoras en la calidad de vida han hecho que la esperanza de vida en la mayoría de los países aumente considerablemente. La tercera edad ha sido uno de los grupos donde más se ha notado este cambio. En España, según el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) España en cifras,1 la población mayor de 65 años conforma un 17.7% de la población total. Además, la esperanza de vida sigue creciendo en los últimos tiempos. En 2012 superó superando los 82 años de edad en 2012 siendo nuestro país [España]el que ostenta la esperanza de vida más alta de Europa, en especial las Comunidades Autónomas de Castilla-León, Galicia, Asturias y Aragón son las más envejecidas con una tasa superior al 20%.2 Por su parte, la tasa de mortalidad se ha reducido de un 16.72% en 1991 a un 10.27% en 2012 en personas mayores de 67 años. Desde el punto de vista internacional, la Organización Mundial de la Salud (OMS)3, señala que hacia 2050 el 20% de la población mundial estará compuesta por adultos de la tercera edad, por lo que es necesario prestar mayor atención a sus necesidades.
Hay diversas perspectivas a la hora de referirse a la tercera edad, ya sea para establecer una definición de la misma, para utilizar una única denominación para acotar su franja de edad. Con respecto a su delimitación, en 1980, Fustinoni y Pasanante4 señalan 3 etapas en la vida de las personas: la primera, a la que los autores denominan progreso, constituye la juventud; la segunda, a la que consideran de estabilización y equilibrio, corresponde a la edad adulta y la madurez; y la última, anterior a la muerte, es de retroceso o regresión, es decir, senectud. El propio Diccionario de la Lengua Española (DRAE)5 remite al término ‘ancianidad’ para referirse al último periodo de la vida ordinaria del hombre. El autor Fernández Garrido6 comenta que la vejez se ha desarrollado bajo la definición de patología y enfermedad, no como el resultado del ciclo vital, y asegura que la vejez va más allá que cumplir años, puesto que realmente el paso de la edad madura a la ancianidad es estrictamente una cuestión social. Por último, Fernández Ballesteros7 señala que las personas mayores conforman un grupo de edad, ya que el envejecimiento un proceso que implica el paso del tiempo por el individuo.
Además de las diversas definiciones, existen diferentes términos para referirse a esta etapa de la vida del ser humano marcada por profundos cambios de todo tipo (psicológicos, fisiológicos, sociales, profesionales o económicos): ancianidad, tercera edad, adultos mayores, personas de edad avanzada, personas mayores, senectud y vejez, es decir, no hay un consenso en el término empleado. Por otro lado, tampoco hay unidad de criterio para establecer el umbral de edad que determina el paso de la edad adulta a la tercera edad. Así, por ejemplo, Lladó Bustamante8 considera entre las etapas de la vida: la presenilidad (45-60 años), la senilidad intermedia (60-70 años), la senilidad, vejez o ancianidad (70-80 años) y la longevidad (mayores de 80 años). Por su parte, Cordero del Castillo 9 señala que la tercera edad propiamente dicha se extiende desde los 65 a los 79 años, y de ahí en adelante se entra en la llamada la cuarta edad. Finalmente, para la OMS, las personas de edad avanzada son aquellas que tienen entre 60 y 74 años, las personas viejas o ancianas son las que tienen de 75 a 90 y de ahí en adelante se consideran grandes viejos o grandes longevos.
Ante tal avalancha de conceptos y diferencias en las edades para establecer la franja que engloba a este colectivo, en este artículo se usa el término “tercera edad” para hacer referencia a las personas con más de 65 años, sobre las cuales se han realizado numerosas investigaciones que las examinan desde diversas perspectivas. Así, se ha estudiado la relación de la tercera edad con las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), con la formación y los servicios informativos y con la ética social.
Tercera edad y TIC
La relación entre las TIC y la tercera edad ha sido analizada desde diversos puntos de vista:
a) Como herramienta de motivación: Pavón y Castellanos10 señalan, por una parte, que la tercera edad se motiva cuando descubre ciertas necesidades que se pueden satisfacer con el aprendizaje de las TIC pero, por otra, que estas tecnologías pueden provocarles miedo e incertidumbres, además de que aprender a usarlas puede ser complicado por sus posibles deterioros físicos, mentales o sociales.
b) Para buscar información de su interés en Internet: Pavón11 indica que las herramientas disponibles en la red que las personas mayores pueden utilizar para su adaptación a la sociedad son los buscadores de páginas web y listas de distribución que les ayuden a encontrar temas que les interesen y el correo electrónico, los chats y las videoconferencias para promover la comunicación por la red, ya sea escrita, oral o visual; Muñoz Márquez12 asegura que el envejecimiento de la población es un hecho, lo que ha despertado a la administración pública, la cual ha reaccionado con programas sociales, culturales, educativos y sanitarios acorde a las nuevas necesidades relacionadas con las TIC, proporcionándoles herramientas de Internet útiles que les permitan realizar actividades cotidianas sin moverse de casa; Martínez13 confirma la relevancia de las TIC en nuestras vidas y asegura que Internet se ha convertido en una de las herramientas sociales más importantes tanto para los jóvenes como para los mayores, quienes principalmente la usan para buscar temas de salud.
c) En la geriatría o gerontecnología: Loader14 señala que las políticas gubernamentales, donde la integración es la protagonista, podrían centralizar su visión en usar la informática como una herramienta complementaria a la salud; Chen y colaboradores15 consideran que la tecnología y su impacto en la rutina diaria es un hecho, por lo que hay que adaptarla para que las personas con dificultades puedan acceder a ella. Su estudio, que toma como muestra a 104 personas entre 60 y 91 años, muestra que las tecnologías más utilizadas por las personas mayores son el móvil, el reproductor de DVD/CD y la alarma de seguridad, y que no usan productos de alta tecnología, excepto Internet, el aprendizaje online y los juegos de ordenador; Gachet16 desarrolla el proyecto Virtual Cloud Carer que consiste en la creación de nuevos servicios para mayores dependientes y enfermos crónicos. usando tecnologías asociadas a Internet y a la computación en la nube con 3 objetivos: tecnológico, que busca desarrollar un sistema de telemonitorización y plataforma de telecontrol para las personas dependientes y los cuidadores; social, que pretende impedir la brecha social; y sanitario, que propone metas para mantenerse físicamente activos y facilitar al personal médico un seguimiento de las tareas. Zhou17 estudia las aplicaciones sanitarias basadas en las TIC, que se están desarrollando con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas mayores. Se busca que sean independientes, que satisfagan sus necesidades personales mediante el uso de las TIC y sin asistentes personales. Para ello, desarrollan el programa Pervasive Service Computing for the Elderly, que intenta cubrir los deterioros mentales y físicos, las discapacidades y las limitaciones características de este colectivo. Chen y Chan18 investigan la aplicación de la gerontecnología en la vida cotidiana de las personas mayores de Hong Kong, indicando que en su vida diaria utilizan tecnologías básicas, como la televisión o el DVD, pero las que son más avanzadas, como el GPS (Global Positioning System), no las emplean habitualmente.
d) La brecha digital: Millán Tejedor19 señala la necesidad de acercar las TIC a la tercera edad para no aumentar la marginación social y, en consecuencia, la brecha social-digital. Considera que las TIC pueden ser una herramienta de ocio, de comunicación y de seguridad para la tercera edad, ya que se ha demostrado que Internet puede aumentar el funcionamiento cerebral, cognitivo, además de la autoestima y la creatividad, y que la telefonía móvil ayuda a aumentar la autonomía y la calidad de vida de los mayores. Pérez Serrano y Sarrate Capdevila20 consideran imprescindible facilitar a los colectivos más vulnerables (como la tercera edad) el acceso a las TIC, puesto que de no hacerlo se fomentaría la exclusión social. Si bien las TIC nos dan la oportunidad de crear espacios nuevos, difundir cultura o el cambio social, también provocan inseguridad e intranquilidad por su rápida actualización. La sociedad de la información está en pleno desarrollo, por lo que la educación electrónica es fundamental para no quedarse al margen. Aldana González21 investiga el diseño de una serie de acciones para acercar las TIC a los adultos, con el objetivo de reducir la brecha digital y estimular los procesos cognitivos, ya que uno de los estereotipos de nuestros mayores es el deterioro de este tipo de habilidades. Trabajan con una muestra de 30 alumnos de la tercera edad del Centro Universitario Ecapetec de la Universidad Autónoma del Estado de México y han obtenido como resultados: que la actitud hacia las TIC es positiva, con entusiasmo y disposición a aprender, pero con cierta desconfianza en su uso, que conforme se usan las TIC aumentan las preguntas al respecto y que la jerga tecnológica utilizada por los jóvenes es una de las mayores diferencias entre generaciones. Agudo Prado et al.22 señalan que en el proceso de senectud cuentan mucho las actitudes, aunque las acciones de la sociedad también influyen para que el envejecimiento sea activo y se pueda reducir la brecha digital. Los resultados de su trabajo confirman que las personas mayores son un grupo heterogéneo y que el uso de las tecnologías depende de los intereses y necesidades de cada persona. Según su estudio, los recursos más utilizados por la tercera edad son el ordenador (el 68.8%) e Internet (el 50.7%). Macías González y Manresa Yee23 realizan un trabajo sobre una muestra de 61 alumnos, de 56 a 86 años, del Programa Universitario para Mayores de la Universidad de les Illes Balears, con la finalidad de descubrir las motivaciones y dificultades en el uso de las TIC. Caridad-Sebastián24 estudia el proyecto “Impolis: Indicadores para la medición del impacto en políticas TIC hacia la inclusión social”, el cual ha permitido crear un modelo para evaluar esas políticas de inserción social y orientar las decisiones al respecto. Según Hernando Gómez y Phillippi,25 en la actualidad no se ha analizado detenidamente cómo puede afectar la brecha digital al grupo de la tercera edad. La sistematización de políticas que contengan a este colectivo en la inclusión tecnológica es un paso muy importante para avanzar como sociedad. Para sumergirlos en estos avances, hay que incluir un estilo de aprendizaje que se centre en el uso de las TIC para su vida diaria: desde realizar gestiones bancarias hasta reencontrarse con un antiguo amigo.
e) Participación en redes sociales: Braun26 realizó un estudio en el que seleccionó a 124 personas de entre 60 y 90 años que fueron sometidas a una entrevista online sobre redes sociales. Se obtuvieron los siguientes resultados: es muy probable que una persona que utilice Internet acceda a alguna red social; la facilidad de su uso no es un factor determinante, existe cierta presión social que induce a utilizarlas y la confianza en dichas redes es directamente proporcional a la intención de usarlas. Muñoz Sáez27 desarrolla una aplicación de software que es una red social donde la tercera edad es la protagonista y cuyo objetivo es combatir el problema del aislamiento social de este colectivo. Esta aplicación es para dispositivos táctiles, con una interfaz muy intuitiva, que permite establecer comunicación por voz y por texto con otros miembros.
Tercera edad y formación
También se ha analizado la relación de la tercera edad con la formación desde diversos puntos de vista:
a) La universidad: Blázquez Entonado28 señala que las personas adultas han cambiado radicalmente en España, puesto que si bien la jubilación significaba pasar a una situación de falta de actividad, en la actualidad se está reivindicando un nuevo concepto, ya que se prefiere trabajar más años, regresar a la Universidad o ser voluntarios. En el año 2002, más de 50 universidades españolas contaban con programas para la tercera edad. En la Universidad de Extremadura, por ejemplo, este programa, dirigido a personas mayores de 55 años, es un proyecto de desarrollo científico y cultural, con el fin de promover estos ámbitos y las relaciones intergeneracionales. La metodología de este tipo de programas debe ser activa, participativa, socializadora, indagadora y abierta para facilitar las oportunidades de crecimiento personal de las personas mayores. El aprendizaje en estas edades, comparándola con el infantil, va más despacio, se retiene peor y en menor cantidad, pero pueden retener cosas más esenciales y profundas. Tras la participación en estos programas, Blázquez Entonado, hizo un estudio sobre las motivaciones, preferencias y consideraciones de los participantes y obtuvo que el 50% de los mismos afirma que participa en este programa porque en su momento no tuvo oportunidad de estudiar, mientras que el 40% lo hace para ocupar su tiempo libre; Fernández-García29 siguiendo con la línea anterior, considera que el cambio demográfico conlleva otros cambios en la sociedad, como es el caso de la educación permanente o el aprendizaje a lo largo de la vida, siendo la Universidad uno de los factores que se encarga de este proyecto. En España se ofrece este tipo de educación para personas a partir de 50 años, donde el desarrollo científico, cultural y social para mejorar la calidad de vida de este colectivo es una necesidad. Los autores analizan la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) que creó el programa universitario “UNED Senior”, dedicado a los adultos de 55 años, que consiste en ofrecer una formación de calidad conforme a sus intereses, demandas y expectativas. Una parte de su investigación analiza los resultados de una encuesta realizada a 639 alumnos matriculados en dicho programa de los cuales, el 15.5% eran personas mayores de 70 años, el 86.3% del total de participantes se matricularon en estos cursos para aprender más, seguido de un 78.6% que alega que es para mantenerse activo.
b) El aprendizaje formativo: Duay y Bryan30 aseguran que el cambio demográfico sufrido en los últimos años no sólo implicará cambios económicos, políticos y culturales, sino también educativos. Según su investigación, realizada sobre una muestra de 36 personas con una media de edad de 76.5 años, sólo el 22% de las personas mayores de 65 años han tenido la oportunidad de participar en cursos, frente al 55% de los adultos de 41 a 50 años y el 41% de los adultos de 51 a 65. Gómez Bedoya31 indica que los desarrollos médicos y tecnológicos del siglo XX han provocado un crecimiento de la longevidad en el siglo XXI. La vejez comúnmente deriva en la disminución de la capacidad intelectual y cognitiva como consecuencia del desgaste que genera el proceso vital. Aunque hay pruebas que constatan la inexactitud de estas afirmaciones, no es menos cierto que el aprendizaje en la tercera edad presenta ciertos rasgos distintivos y peculiaridades que hay que tener en cuenta. Cuenca París32 explica que si bien la mayoría de los estudios están centrados en el desarrollo humano en las etapas infantiles y juveniles, desde hace un tiempo se ha cambiado esa visión y ahora hay más estudios sobre el aprendizaje en la tercera edad. Éstos se centran en el hecho de que la edad lleva consigo unas peculiaridades del momento evolutivo que hay que tener en cuenta, ya que condicionan su aprendizaje: posible deterioro físico, biológico y funcional, efectos psicosociales y diferencias funcionales a nivel cognitivo.
c) La alfabetización informacional: Marzal García-Quismondo33 considera que el avance de la sociedad de la información hacia la del conocimiento está cambiando el modelo educativo actual, cuyo objetivo no es la producción del conocimiento, sino la generación de éste. Por ello, es necesario desarrollar programas de Alfabetización Informacional (Alfin) que permitan al usuario seleccionar contenidos de calidad, para lo que es preciso dotarles de las destrezas, habilidades y competencias necesarias. Dichas competencias deben ser digitales, para que el usuario use las TIC eficazmente, y de lectoescritura, para que sepa seleccionar y organizar contenidos en la web mediante sus propios criterios, adecuándolos a sus necesidades. Evidentemente, coincidimos con el autor en que los programas de Alfin son fundamentales para el desarrollo social y económico de los países, pero además, consideramos imprescindible el diseño y la aplicación de dichos programas a todos los grupos sociales y, especialmente, a aquellos en riesgo de exclusión, como la tercera edad. En estos programas de Alfin, las bibliotecas juegan un papel destacado. Así lo señalan Pinto y Uribe Tirado,34 cuyo trabajo se concentra en el paso de la biblioteca pública a la híbrida con ayuda de las TIC. Para los autores:
La biblioteca pública híbrida es aquella que posee colecciones impresas y digitales, que facilita el acceso a dichas colecciones y suministra servicios de información y programas de formación híbridos (presenciales, semipresenciales, mediados por TIC, en ambientes virtuales de aprendizaje, etc.), es decir, una formación en Alfin híbrida, para así responder a las distintas necesidades y perfiles de los múltiples usuarios.35
La biblioteca pública debe ser partícipe de los cambios en la sociedad, por lo que debe adaptarse a otros servicios de la web 2.0 y abrir nuevas posibilidades de aprendizaje. Con estos programas se podrá combatir las diferencias sociales entre grupos de edades diversas (niños, jóvenes, adultos, tercera edad) y, en consecuencia, formar una sociedad sin exclusiones.
d) Los servicios informativos: se han publicado guías y realizado trabajos que muestran la implicación de las bibliotecas y los servicios de información con la tercera edad y, por consiguiente, la necesidad de incluir a este colectivo en la formación de los profesionales en Información y Documentación. Así lo recomiendan las “Guidelines for Library and Information Services to Older Adults”36 de la American Library Association (ALA), que constituyen un conjunto de 7 guías específicas para la tercera edad, que abarcan desde la recopilación de datos actualizados sobre este colectivo con el fin de incorporarlos a la planificación y al presupuesto de la biblioteca (guía 1), hasta la formación del personal bibliotecario para servir a las personas mayores con profesionalidad (guía 7), pasando por crear colecciones, programas y servicios adecuados para este colectivo (guía 2), crear un ambiente seguro, cómodo y acogedor para ellos (guía 3), coordinar desde la biblioteca los servicios de información dedicados a los adultos mayores (guía 4), tener en cuenta a este colectivo en la programación de la biblioteca (guía 5) y atender a los adultos mayores que no puedan desplazarse hasta la biblioteca. Al contrario que la ALA, la International Federation of Library Associations and Institutions (IFLA) no ha desarrollado unas guías específicas para los adultos mayores, ya que los incluye en la división “Library Services” en la sección “Library Services to People with Special Needs Section” en la que se mencionan congresos como el celebrado en Quebec, Canadá, en 2008 con la temática “The World is Greying: Model Library Programs Serving Baby Boomers and Older Adults”.37 Entre los autores que han investigado la relación de las bibliotecas y la tercera edad se encuentran García Gómez y Díaz Grau,38 quienes estudian y analizan experiencias y servicios que ofrecen diversas bibliotecas públicas para la tercera edad en sus sedes web: por ejemplo, las bibliotecas públicas de Vancouver (Canadá), Wellington (Nueva Zelanda), Birmingham (Reino Unido), Wilton o Cleveland (eeuu); o Joseph39 quien analiza el impacto de la tercera edad en las bibliotecas públicas de Nueva Gales del Sur en relación con el diseño de las instalaciones, dotación de recursos, estrategias de marketing, desarrollo de alianzas estratégicas o dotación de personal, y realiza un informe con recomendaciones para apoyar la planificación estratégica dentro de la red de bibliotecas públicas de Nueva Gales del Sur.
Tercera edad y ética social
La relación entre la tercera edad y la ética social ha sido investigada por autores como Pedrero Nieto,40 quien plantea que la mala planificación del futuro por parte de la sociedad puede hacer que la calidad de vida de los ancianos sea pésima y vacía; Cordero del Castillo41 considera que en una sociedad que defiende la ética social es preciso tomar medidas para proteger la salud, la economía, la autonomía y la dependencia de la tercera edad. Por ello, los resultados obtenidos por el autor respecto a las condiciones socioeconómicas de este colectivo en España hace unos años no dejaban al país en muy buen lugar, puesto que, según el gasto medio por unidad de consumo, la posición económica de nuestros mayores era inferior a la media de la población total. Polo González42 urge la redefinición y resocialización de la tercera edad por parte de los profesionales de la comunicación. La función de éstos es formar, informar y entretener, pero el problema viene en cómo se moldea la realidad, dando más importancia a los aspectos negativos del envejecimiento (gastos en sanidad) que a los positivos (mayor esperanza de vida). Rizo López43 indica que desde mediados del siglo xx la estructura familiar, así como sus roles, han ido evolucionando al mismo tiempo que la transformación demográfica. Este autor realiza un estudio sobre la imagen de la ancianidad a través del tiempo, que puede ilustrar la ética social de las culturas y sociedades a lo largo de la historia.
Actualmente la cultura occidental tiene una imagen de la vejez con prejuicios negativos, distinta del retrato ancestral de la senectud como mantenimiento de la tradición y el saber. La cultura oriental, sin embargo, aún mantiene esa imagen positiva de la ancianidad. López-Pérez y Fernández-Pinto44 ofrecen una nueva perspectiva en el estudio de la ética y la tercera edad relacionándola con la empatía, ya que ésta es una cualidad que subyace en muchas facetas del juicio y de la acción ética. La hipótesis de su estudio parte de la idea de que los componentes cognitivos de la empatía tienden a disminuir con la edad, mientras que en los componentes afectivos no se hallan diferencias significativas entre los distintos grupos de edad; Scheil-Adlung y Bonan45 analizan la ética social desde el punto de vista sanitario. Según los autores, en Europa, la cobertura en la salud es casi universal gracias a los servicios nacionales, financiados con los impuestos y el seguro social, costeado a partir de las cotizaciones de la nómina.
Una vez analizada en profundidad la relación de la tercera edad con diferentes ámbitos esenciales de la sociedad actual, parece lógico pensar que este grupo social, que está en continuo crecimiento, precisa del diseño de diferentes servicios capaces de satisfacer las nuevas necesidades que surjan en él. Evidentemente, la universidad no puede ni debe ser ajena a este intenso cambio social, por lo que los nuevos títulos de grado de las universidades españolas, independientemente de su disciplina, deberían incluir contenidos referentes a los adultos mayores o de la tercera edad y, más aún, los grados relacionados directamente con las TIC y la sociedad de la información, como es el caso del grado en Información y Documentación.
Es un hecho que el entorno de las bibliotecas y el resto de las unidades informativas debe ser una de las conexiones fundamentales que facilite a los mayores sumergirse en esta nueva sociedad proporcionándoles desde cursos de alfabetización digital hasta puntos de acceso a las TIC. Por ello, el objetivo fundamental de este trabajo es adaptar el actual título de grado en Información y Documentación de la Universidad de Extremadura (Unex) a nuevas oportunidades profesionales que parecen pasar desapercibidas a pesar de su importancia y constante crecimiento: las necesidades de la tercera edad en relación con la sociedad de la información y las TIC. Aunque parezca una paradoja, se podría considerar que la tercera edad es el “futuro” de las comunidades, por lo que es preciso formar profesionales en contenidos y en competencias46 que satisfagan sus necesidades, abriendo así una nueva vía laboral para los graduados en Información y Documentación. No obstante, no podemos olvidar que el Libro blanco de grado en Información y Documentación (2004) señala qué contenidos se incluyen en los planes de estudio similares en otros países y cuáles se deberían incluir en los distintos cursos, por lo que, aunque este ensayo focaliza su atención en el colectivo de la tercera edad, no deja al margen los contenidos previos ya existentes en las asignaturas analizadas.
Material y metodología
Material
Como el objetivo fundamental de este trabajo es adaptar el título de grado en Información y Documentación de la Unex en su modalidad presencial, a las necesidades de la tercera edad, para el diseño de un nuevo temario dedicado a este colectivo se ha trabajado con los programas de las asignaturas del curso 2013-2014 disponibles en la página web de dicha titulación47.
En total, se han ideado temas para 40 asignaturas (cuyo mapa curricular aparece en la Tabla 1) que responden a la siguiente tipología: básicas y obligatorias, optativas seleccionadas, prácticas externas y trabajo fin de grado (todas las asignaturas son de 6 créditos). Estos temas diseñados no suplen los ya existentes, en los que se incluyen los cimientos teóricos y prácticos para una carrera profesional que ofrece al alumno las herramientas necesarias para adaptarse a cualquier escenario, sino que se añaden a los mismos.
Metodología
Previamente al diseño, se han analizado detalladamente los programas de todos los títulos del grado en Información y Documentación del curso 2013-2014 de las diferentes universidades españolas que lo imparten (Tabla 2), con la intención de comprobar la representatividad de la tercera edad en ellos. En total, se han analizado 504 programas. Debido al ámbito geográfico en el que se enmarca la propuesta de nuevos temas (grado en Información y Documentación de la Universidad de Extremadura en España), al elevado número de programas recopilados y analizados y a la extensión de sus contenidos, el presente trabajo se centra en el análisis de las universidades españolas, sin entrar en la pesquisa de los planes de estudio de Información y Documentación en otros países.
De este listado, sólo en el caso de la Universitat de Barcelona aparece una asignatura en la que se dedica un tema a la tercera edad (servicios para usuarios con necesidades especiales). No se han podido evaluar los temarios de la Universidad de Salamanca del curso 2013-2014 por no estar disponibles en su página web durante todo el periodo en el que se ha realizado el estudio de los grados nacionales. Sin embargo, como actualmente sí están disponibles los temarios del curso 2014-2015, se han revisado excepcionalmente y se ha comprobado que tampoco incluyen temas específicos sobre la tercera edad. Del mismo modo, los programas de la Universidad de Alcalá de Henares (aunque aparece uno en el listado de la Tabla 2) no se han podido analizar porque esta universidad ha dejado de impartir este título justo el pasado curso 2013-2014.
Una vez comprobada la escasísima representación de la tercera edad en el grado en Información y Documentación en la Universidad española y la ausencia de la misma en el Título en Extremadura, se procede a la adaptación del grado presencial en Información y Documentación de la Unex a la tercera edad, para lo que se idean temas al respecto en todas las asignaturas mencionadas en la Tabla 1. Es preciso aclarar que no se pretenden valorar los temarios actuales, sino aportar una imagen novedosa, diferente y necesaria de los mismos, adaptada a las posibles salidas profesionales de nuestros titulados y complementando los contenidos ya existentes con otros dedicados a la tercera edad.
Antes de abordar la propuesta de los analistas sobre el temario de la tercera edad para el grado en Información y Documentación de la Unex, se indaga en los planes de estudio de otros títulos de la Universidad española más relacionados con este colectivo. En la Tabla 3 se observan algunos ejemplos que demuestran la escasa extrapolación que dichos contenidos pueden tener para los estudios del grado en Información y Documentación, lo que hace necesario el diseño de contenidos específicos.
Resultados
A continuación se exponen los temas ideados que se relacionan con la tercera edad en cada una de las asignaturas que conforman el plan de estudios del grado presencial en Información y Documentación de la Unex. Cada tema nuevo se compone de epígrafes acompañados de un breve resumen que explica su contenido. Como los temas diseñados para la tercera edad no suplen a los ya existentes, sino que se añaden a ellos, su numeración es consecutiva a los temas ya establecidos48.
CONCLUSIONES
Delimitar el concepto de tercera edad resulta muy complejo, puesto que existen numerosas definiciones, terminologías y edades para englobar a este colectivo. Si bien la bibliografía existente sobre la tercera edad y su relación con las TIC, la formación y la ética social es muy numerosa, no es tan exhaustiva cuando se trata de trabajos concretos sobre la tercera edad y el mundo de la información y la documentación. No obstante, se han encontrado algunos trabajos y recomendaciones internacionales relacionados con la alfabetización informacional y los servicios de información para la tercera edad.
Respecto a la tercera edad y las TIC, es una realidad que éstas deben estar al alcance de todas las personas, independientemente del colectivo al que pertenezcan, para así evitar la infoexclusión; es decir, la brecha intergeneracional y social que produce el desconocimiento de las TIC por parte de la tercera edad, sin duda, provoca su exclusión de la actual sociedad de la información.
La universidad tiene mucho que decir a este respecto, ya que es una de las claves de la inmersión de los mayores en la sociedad actual. Esta institución acepta que se puede aprender a cualquier edad y a lo largo del ciclo vital. Por ello, desarrolla programas con una metodología activa, participativa, socializadora, indagadora y abierta para facilitar las oportunidades de crecimiento personal de los adultos mayores. Pero además, los títulos universitarios, independientemente de su disciplina y de sus fronteras geográficas, deben incluir contenidos referentes a la tercera edad y, más aún, los títulos relacionados directamente con las TIC y la sociedad de la información, como es el caso de los estudios universitarios en Información y Documentación.
En cuanto a la ética social y su relación con la vejez, es preciso tomar medidas para proteger la salud, la economía, la autonomía y la dependencia de la tercera edad. Sin embargo, aunque en Europa la cobertura en la salud es casi universal gracias a los servicios nacionales de salud financiados con los impuestos y el seguro social generado con las cotizaciones de las nóminas, no ocurre lo mismo en otros continentes y países.
Se han publicado guías a escala internacional sobre la relación entre los servicios de información y la tercera edad, demostrando la necesidad de incluir a este colectivo en la formación de los profesionales en información y documentación. En concreto, la American Library Association (ALA) ha publicado las “Guidelines for Library and Information Services to Older Adults” que constituyen un conjunto de 7 guías específicas para la tercera edad. En concreto, la guía número 7 indica la necesidad de formar al personal bibliotecario para servir a las personas mayores con profesionalidad.
Este colectivo, cada vez más numeroso, supone una cantera muy importante para las salidas profesionales de los universitarios actuales y futuros. Por ello, tras analizar los 504 programas de todos los títulos universitarios en Información y Documentación de las universidades españolas que lo imparten, y observar la mínima representación de la tercera edad en ellos (solo se ha localizado un tema en la Universitat de Barcelona), se han diseñado temas para las 40 asignaturas del título que se imparte la Universidad de Extremadura. Se han ideado contenidos muy variados que abarcan muchos aspectos sobre la información, la documentación y la tercera edad. Éstos, extrapolables a otros países, podrían estar presentes en la enseñanza del grado con el fin de incrementar las salidas profesionales del título y, por consiguiente, de los egresados en Información y Documentación.
Aunque los contenidos ideados en determinadas asignaturas podrían generar cierta controversia, el presente trabajo se plantea como una propuesta que no ha sido abordada con anterioridad por ningún título de grado en Información y Documentación de la Universidad española, lo que podría abrir nuevos caminos también enfocados en el desarrollo de alguna maestría universitaria en Información y Documentación especializada en la tercera edad o de cursos de formación sobre el tema.