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Investigación bibliotecológica
versão On-line ISSN 2448-8321versão impressa ISSN 0187-358X
Investig. bibl vol.24 no.52 Ciudad de México Set./Dez. 2010
Reseñas
E. PARADA, ALEJANDRO. Los orígenes de la Biblioteca Pública de Buenos Aires: antecedentes, prácticas, gestión y pensamiento bibliotecario durante la Revolución de Mayo (18101826)
por ldalia García Aguilar
Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas, 2009.343 p.
En tiempos de conmemoraciones nacionales suele recuperarse parte del pasado con gran algarabía. Sin embargo esos recuerdos están siempre bajo la luz y la sombra porque las sociedades como los hombres, buscan en su pasado identidad, pertenencia y sentido. El año 2010, numerosos estados latinoamericanos celebran los movimientos independientes en los que comenzó a delinearse un viejo sueño muy relacionado con la educación: el de la Biblioteca Pública. De ahí que el libro de Alejandro E. Parada, que en estas líneas pretendemos reseñar, sea al tiempo un motivo de reflexión tanto como de aprendizaje. Pero además es una buena noticia que exista una persona a la que le preocupan y ocupan la historia de tan nobles establecimientos, por las finalidades y motivos sociales que las inspiraron.
En efecto, se trata de instituciones fundadas para transformar a las sociedades, tras las cuales se encuentran las preocupaciones de actores sociales, quienes serán personajes principales en este libro. No es por tanto, la historia de cualquier biblioteca, sino de la Pública de Buenos Aires. Una institución con un pasado que será analizado puntual y detalladamente en relación a los eventos de la Revolución de Mayo en Argentina entre 1810 y 1826. A partir de esta consideración, nuestro autor comenzará a desgranar una historia en la que los lectores bonaerenses y sus lecturas serán el foco principal de la atención. Para explicar este interés el autor declara que
Los libros y sus lectores suelen poseer dos características entrañables: tienden a ser poseídos y tienden a agruparse. Los lugares donde acontecen los modos y usos de los libros son aquellos que puntualizan los umbrales de la lectura. La apropiación de un texto mediante el acto de leer implica el orden y la posesión material del objeto libro. Es por ello que las bibliotecas constituyen una de las primeras antesalas donde se presentan la distintas formas de lectura (p. 23)
Es un libro compuesto por siete capítulos, más la bibliografía y un texto titulado "Presentación del contexto". Éste, que da inicio al texto, conforma un análisis de todas las tendencias y metodologías que han caracterizado a la historia de la cultura escrita como una disciplina que se ha fortalecido ampliamente en varios países. En el marco de ese desarrollo interdisciplinario el autor nos introduce en la comprensión del lugar de la lectura y de los lectores, en la que son fundamentales las aportaciones de McKenzie y Petrucci.1
Parada para contextualizar su objeto de estudio requiere integrar una recopilación analítica de todos los textos que han impactado en la historia de la bibliotecología, del libro y de las bibliotecas en Argentina, que conforman el basamento de su trabajo. Se trata de un estado de la cuestión pormenorizado que incluye el desarrollo histórico de la bibliotecología y los tipos de bibliotecas que existieron en Argentina hasta 1830. Esta tipología (pp. 6878) resulta una aportación que se agradece, porque nos permite reflexionar sobre las formas de nominación, caracterización, y valoración que hacemos de las bibliotecas antiguas en diferentes investigaciones tanto cualitativas como cuantitativas.
Así el autor puede poner énfasis en la historia de la lectura, como una disciplina en construcción, de la que este texto dará buena cuenta al reconstruir los primeros años de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, a partir de
los registros impresos como apropiaciones y representaciones de los bienes culturales (p. 38),
pero en el marco de un contexto histórico, político, social y económico en el que surgirán todas las condiciones para la creación de un organismo bibliotecario como el que se estudia.
La fundación de esta biblioteca no fue una excepción sino la respuesta de una comunidad concreta, como una forma de política cultural que al mismo tiempo fue un adoctrinamiento revolucionario necesario para la búsqueda de identidad social. Un fenómeno que fue posible porque ya se habían desarrollado bibliotecas semipúblicas, públicas conventuales, pública catedralicia, públicas de temporalidades, pública capitular y cabildante, económica de uso consular y las bibliotecas particulares de uso semipúblico (p. 99). Es decir, se trata de una comunidad en la que la tendencia a favorecer el acceso público de la lectura ya se había manifestado con anterioridad, y que se corresponde con otros acontecimientos semejantes entre los que el autor destaca el fenómeno institucional que se da en Europa (bibliotecas públicas, gabinetes y clubes de lectura, y otros), y en los Estados Unidos (Library Company of Philadelphia) desde el siglo XVIII para favorecer la lectura en sectores sociales más amplios.
De ahí que la fundación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires sólo acentúa y consolida esas acciones en el territorio argentino. Pero lo que es interesante de la historia nos narra Alejandro E. Parada, es el papel fundamental que desempeñó la esfera religiosa para favorecer tal acceso y cómo ésta misma participó en el traslado de la responsabilidad hacia el Estado. Así lo pensaron tanto el obispo Azamor y Ramírez como el matrimonio formado por Facundo de Prieto y Pulido, y María de las Nieves Justa de Aguirre, quienes donaron su biblioteca particular al Convento de la Merced a finales del siglo XVIII, con la intención de que el público pueda "aprobecharse déla lectura que le convenga" (p. 114).
A la nobleza de estas acciones dedica el autor el capítulo tercero de su obra. En especial al caso del matrimonio, que antes de esta donación ya permitía el uso colectivo de una colección de naturaleza particular. El autor conoció de esta circulación de libros y de la dinámica de lectores, gracias a que se conserva un cuaderno de libros prestados que permiten conocer el uso de una colección bibliográfica previa a los movimientos sociales del siglo XIX. Este documento permite analizar detalladamente los tipos y temáticas de los libros prestados, el número de préstamos y especialmente el lugar de los lectores. Si bien esta biblioteca se debe insertar en el grupo conformado por todas aquellas de particulares en la época, en especial porque se integró en Argentina, ello conduce también a analizar el comercio y circulación de libros que hicieron posible conformar esa biblioteca.
Cuando esta colección pasó a formar parte de una biblioteca pública dentro del convento mercedario, ya se integraba de más de 1000 volúmenes, y fueron los miembros de esa congregación los encargados de organizar y poner en funcionamiento la biblioteca, que contaba con un amplio horario de servicio y que siguió activa hasta 1807. Los materiales de esta biblioteca y otras más, privadas y conventuales, integraran la colección de la Biblioteca Pública de Buenos Aires que se fundó en 1810 con casi 15,000 volúmenes y con una amplia participación ciudadana.
Ésta es la parte que más debe distinguirse de esta historia, que la fundación del establecimiento bibliotecario fue posible gracias a
una gestión de política cultural mancomunada entre la decisión gubernamental y la dinámica actividad social de los ciudadanos (p.153).
Éstos donaron generosamente libros para la concreción de este proyecto social, en prácticamente todas las disciplinas y en numerosas lenguas, lo que testimonia la difusión del libro al final del periodo hispánico en Argentina. Sin embargo todos los esfuerzos, intenciones e ideales no impidieron que las dificultades retrasaran la fundación de la biblioteca, entre las que se encontraban problemáticas presupuéstales, incremento de obras duplicadas y deterioradas, carencia de personal, organización de la colección y un edificio adecuado capaz de albergar no sólo a los libros sino también a los lectores.
Finalmente la biblioteca comenzará sus actividades hasta marzo de 1812 con una emblemática ceremonia, que cerraba un complicado proceso que el autor nos detalla a través de varios documentos del bibliotecario responsable, el canónigo Chorroarín. El análisis de Parada enfatizará la importancia del texto de las ordenanzas que constituirían el primer reglamento del establecimiento, y todas las comunicaciones relativas a la fundación que permiten comprender que esta biblioteca está profundamente atravesada por el modelo de las bibliotecas de la Ilustración Europea. A partir de éste evolucionará hacia otras orientaciones más directamente enfocadas al uso de libro de forma pública, aunque ciertos sectores (como criados o esclavos) seguían ausentes en esta idea de beneficio social.
Así, para el autor sólo es posible comprender los intereses sociales y la valoración de los libros de esa época, que justifican la fundación de una biblioteca a través de
Reconstruirlos entrecruzamientos del universo del libro, y sus estructuras dinámicas con el particular e inefable mundo del lector en el momento culminante de la creación de una biblioteca es, sin duda, abordar el conocimiento de este establecimiento como un organismo fuertemente vinculado con la historia cultural de una nación (p. 109).
Contexto en el que también deben considerarse las prácticas y representaciones culturales que existen en el momento de administrar una entidad bibliotecaria. Este aspecto que parece tan mundano pero que es crucial es analizado desde el libro de "carga y data" que se elaboró entre 1812 y 1826. A través de este documento el autor explica lo que actualmente entenderíamos como gestión bibliotecaria, punto que tampoco se puede entender sin considerar todos los aspectos que caracterizaron un momento histórico tan crucial como fue la Revolución de Mayo.
Ese documento permite al autor introducirse en la vida cotidiana de esta biblioteca, a través de tareas administrativas como el mantenimiento del edificio y las colecciones, o las tareas mínimas del personal. Así podemos observar las complicaciones que tenían las personas encargadas de hacer funcionar un servicio de lectura público, que no hubiese sido posible sin la activa participación social que convirtió en un reclamo colectivo la fundación y funcionamiento de esta institución.
Todos estos elementos permiten que el autor cierre su obra reflexionando sobre el pensamiento bibliotecario en Argentina, un aspecto que solemos olvidar en la historia de las bibliotecas y de la lectura y que sigue siendo una asignatura pendiente. Para ello recurre a un documento publicado en 1812 que puede considerarse el primer documento argentino dedicado al análisis introspectivo de la cuestión bibliotecaria.
Elaborar una reseña implica un compromiso con uno mismo, con el autor de la obra que se presenta, pero en especial con los lectores. A estos últimos, les ofrezco una disculpa por un recorrido abrupto de una obra que merece una lectura dedicada y atenta, cuyas características y valor no pueden reflejarse en estas breves líneas. Me queda decir, que el libro de Parada también es un motivo de sana envidia. Porque algunos mexicanos, entre los que me incluyo, habrán extrañado en este tiempo de contar y recontar historias que las narraciones históricas de las bibliotecas fuesen significativamente ausentes en nuestra gran conmemoración nacional. Ojalá que el libro que hoy reseñamos, motive a otros a interesarse en las historias de unas bibliotecas, que por su naturaleza están tan cercanas a la sociedad. Es aquí, en estos espacios privilegiados, donde las personas se transforman en lectores.
1 D.F. McKenzie, Bibliografía y sociología de los textos, Madrid: Akal, 2005; [ Links ] y Armando Petrucci, Alfabetismo, escritura, sociedad. Barcelona: Gedisa, 1999. [ Links ]