Durante la Primera Jornada del ciclo 2005 del Seminario Permanente sobre Migración Internacional, el 25 de febrero el doctor J. Ulyses Balderas presentó su trabajo “Los determinantes de las remesas: el caso de los migrantes mexicanos en Estados Unidos”, donde desde una perspectiva cuantitativa intenta explicar los factores sociales, familiares e individuales que inciden en el envío de remesas; estima asimismo de manera simultánea la oferta de trabajo de los inmigrantes mexicanos radicados en Estados Unidos.
Refirió que en las últimas décadas se ha intensificado notablemente la migración mexicana a Estados Unidos; muchos han fijado allí su residencia de manera definitiva, pero también se ha incrementado el flujo de “migrantes circulares” que van a trabajar temporalmente para después regresar a México. Dichos flujos no son lo único que ha aumentado en las últimas dos décadas; las remesas que envían los migrantes mexicanos a sus comunidades de origen también se han incrementado hasta representar una importante fuente de divisas para México. Conviene reconocer las aportaciones de su trabajo y para ello reiterar lo aparentemente conocido: se estima que en el año 2004 ingresaron al país cerca de 17 000 millones de dólares -cifra bastante considerable- por concepto de transferencias de los migrantes a sus familiares.
En ese mismo año México ocupó el primer lugar entre los países receptores de remesas de Latinoamérica y el segundo en el mundo, sólo superado por la India; estos envíos -como señala el autor- no solamente constituyen la segunda fuente de ingresos más importante del país, sino también el modus vivendi de millones de familias mexicanas. Respecto a la cantidad de dinero enviada, un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) del año 2000 menciona que el migrante mexicano remite en promedio 190 dólares mensuales, cifra inferior a la que publicó el mismo año el Banco de México, cuyo monto estimaba entre 250 y 300 dólares por mes. Tales diferencias en los envíos de remesas son frecuentes en la literatura sobre el tema; algunos investigadores del fenómeno migratorio sugieren que ello obedece en parte a las varias fuentes utilizadas para su estimación y los diversos años de levantamiento de la información.
Estos especialistas destacan también que múltiples factores demográficos, económicos y sociales inciden en el acto de remitir, así como en la cantidad de dinero que se envía a la familia o a la comunidad de origen. Dichos factores han sido abordados en la literatura sobre migración y remesas desde dos grandes enfoques:
Los estudios macro, que analizan el efecto de algunas variables macroeconómicas -como los medios de transferencias, el tipo de cambio y la tasa de interés- sobre los envíos de remesas, y que son por lo general estudios de análisis de series de tiempo y modelos econométricos que permiten estimar la elasticidad de las remesas ante las fluctuaciones de cada variable macroeconómica (Canales, 2002). Estos estudios no parecen ser concluyentes, en la medida en que la forma en que algunas variables macroeconómicas inciden en la motivación de remitir remesas depende de la situación de la economía de los países de origen y el de destino. Elbadawi y Rocha (1992) sugieren que los resultados contradictorios que suelen divulgarse pueden derivar de que los estudios a menudo se limitan a considerar algunas variables macroeconómicas y no toman en cuenta a los determinantes dominantes, como la tarifa intercambiada del mercado negro y los canales de transferencias utilizados por los migrantes.
Los estudios micro toman como variables determinantes de las remesas las características demográficas, económicas y sociales de los remitentes y sus receptores. Coinciden en que variables como la edad, la escolaridad, el manejo del idioma inglés, el estado civil, el estatus migratorio, el número de hijos, entre otros, son factores que influyen en la cantidad de remesas a enviar, la frecuencia y los medios empleados para remitirlas.
El ponente explicó que si bien los estudios que parten de estos dos enfoques han hecho grandes aportaciones respecto a los determinantes de las remesas, han sido cuestionados porque no se llevan a cabo de manera conjunta. Señaló que el momento, las formas y los montos del envío de remesas dependen de circunstancias específicas que incluyen factores no sólo familiares e individuales, sino también contextuales. No hay que perder de vista que el envío de remesas parece estar asociado a la modalidad migratoria, y en particular al carácter de los vínculos del migrante con su comunidad de origen. Lozano (1993) asegura que la propensión a enviar remesas y el monto enviado tienden a ser mayores entre los migrantes temporales y circulares, y menores entre los que han optado por una residencia estable y permanente en Estados Unidos.
Para profundizar en esta línea de análisis, el doctor Balderas cuestiona ¿qué factores determinan la cantidad de dinero que remiten los migrantes radicados en Estados Unidos? Para dar respuesta a esta interrogante presenta un modelo de ecuaciones simultáneas en donde estima de manera conjunta la demanda por concepto de remesas y la oferta de trabajo de los emigrantes mexicanos radicados en Estados Unidos. Así, utiliza información proveniente del Mexican Migration Project (MMP por sus siglas en inglés), el cual reúne datos recabados desde 1982 por encuestas levantadas cada año en México y Estados Unidos. En particular utilizó el archivo mmp71, el cual contiene 4 881 observaciones a partir de 71 comunidades dentro de 13 estados de la República Mexicana.
El modelo recursivo de ecuaciones simultáneas de Balderas se centra primordialmente en dos cuestiones: el ingreso por salario del migrante influye en el envío de remesas y en el número de horas que trabaja. En el modelo se tomaron en cuenta las siguientes variables: individuales (edad, sexo, estado civil, escolaridad, lugar de origen, manejo del idioma inglés y número de hijos); económicas (salario, horas trabajadas, envío de remesas, posesión de una cuenta bancaria); beneficios públicos y asistencia social (educación y seguridad social); y experiencia migratoria (estatus migratorio, meses de experiencia y sector de actividad).
Modelo de la demanda de remesas
Los resultados de las estimaciones sugieren que el salario (oferta laboral), el estatus legal del migrante, el hecho de que tenga una cuenta bancaria en Estados Unidos y el de que sus hijos entre 6 y 17 años de edad estén con él, son entre otros, los factores que afectan en mayor grado la cantidad que envía por concepto de remesas. En particular se encontró que el salario por trabajo tiene un impacto positivo en el envío de remesas. El ponente explicó que por cada dólar que se incrementa el salario de los migrantes, los envíos de remesas aumentan 16 dólares mensuales. Desafortunadamente el impacto de las horas trabajadas sobre las remesas fue negativo e insignificante. Otras de las variables que más influyen y resultan altamente significativas son la posesión de una cuenta bancaria y el tener hijos de entre 6 y 17 años residentes en Estados Unidos.
Respecto a la primera, se estableció que un migrante que posee una cuenta bancaria en Estados Unidos envía mensualmente en promedio 137 dólares más que un migrante que no la posee. De igual forma refiere que los migrantes con hijos residentes en Estados Unidos envían, en promedio, menos dinero que quienes no tienen hijos en ese país. Estos resultados indican que los que se han establecido -legal o ilegalmente- en Estados Unidos envían en promedio menos remesas que los circulares o temporales, lo cual es consistente con los resultados de otras investigaciones. Por ejemplo, Funkhouser (1995) encontró en un estudio sobre migrantes internacionales de El Salvador y Nicaragua en Estados Unidos que quienes perciben salarios más altos y tienen una residencia más corta en Estados Unidos presentan una mayor probabilidad de remitir dinero, mientras que para quienes tienen familia en Estados Unidos resulta menos probable remitir dinero a sus países de origen.
No obstante, los resultados obtenidos muestran importantes diferencias según el estatus legal del migrante; por ejemplo, se estima que un indocumentado envía en promedio 87 dólares más que el que cuenta con residencia legal en Estados Unidos; asimismo los migrantes oriundos de Jalisco, Michoacán y Guanajuato remiten mayores cantidades de remesas a su comunidad o lugar de origen en comparación con los de otros estados incluidos en la muestra. Otro resultado que llama la atención es el efecto de la variable año de trabajo; de acuerdo con este dato los migrantes que trabajaron en Estados Unidos en los periodos 1988-1994 y 1995-1999 enviaron en promedio 262 y 644 dólares más, respectivamente, que quienes trabajaron antes de 1987. Otros factores que tienen un efecto positivo en los envíos de remesas son el sexo, la edad, el estado civil, los ahorros y el tipo de ocupación en Estados Unidos.
A la luz de tales resultados el doctor Balderas presenta el mismo modelo, pero esta vez compara las muestras de los migrantes que fueron entrevistados en México con las de los que se entrevistaron en Estados Unidos. De dichas estimaciones se desprende que el impacto del salario sobre las remesas resultó mayor para los que fueron entrevistados en México. Por cada dólar que se incrementaban los ingresos salariales, la cantidad de remesas por mes aumentaba 29 y 15 dólares. Cabe mencionar que en este caso las horas trabajadas tienen un impacto positivo y significativo, aunque pequeño, sobre las remesas. Por otro lado, algunos de estos coeficientes corroboran los resultados descritos. Por ejemplo, se reitera que el hecho de que los migrantes sean oriundos de alguno de los estados que conforman la región tradicional de emigración a Estados Unidos incentiva el envío de remesas. También se encontró que los que trabajaron entre 1997 y 1998 enviaron más remesas que quienes lo hicieron en años anteriores a 1987. Sin embargo estos resultados deben tomarse con cautela debido al tamaño de la muestra empleada para cada uno de los grupos contrastados.
Modelo de la oferta de trabajo
El ponente destaca que en cuanto a las estimaciones de la oferta de trabajo de los migrantes mexicanos radicados en Estados Unidos, en ambos grupos de migrantes existe una evidente relación entre las remesas y las horas trabajadas. Sin embargo encuentra una relación negativa entre el salario por trabajo y las horas trabajadas. De acuerdo con el ponente, por cada dólar que aumenta el salario del migrante, disminuye una hora la cantidad de horas por semana. En palabras del doctor Balderas, una posible explicación es que el emigrante manda una cantidad fija de dinero al mes. A medida que se incrementa el salario, se llega a esta cuota con menos horas laboradas y se presenta una relación inversa entre dichas variables.
Con relación al estatus migratorio, el ponente reveló que los migrantes indocumentados trabajan menos horas que un migrante con residencia legal en Estados Unidos (2.5 en promedio). Del análisis también se desprendió que los entrevistados después de 1988 trabajaron en promedio entre 4 y 15 horas más por semana en relación con aquellos que ingresaron a Estados Unidos antes de esa fecha. En cuanto a los ingresos por salarios, los resultados de la estimación muestran que tanto para el grupo de entrevistados en México como para el que fue entrevistado en Estados Unidos, el signo de los coeficientes es el mismo, aunque con diferente magnitud. En particular, los de Estados Unidos mostraron coeficientes mayores. Por ejemplo, los resultados sugieren que en promedio un hombre percibe un salario por hora tres dólares superior al de una mujer. Asimismo se encontró una relación positiva entre la experiencia laboral y el salario. Los resultados de los coeficientes indican que por cada año adicional de educación se incrementa el salario 35 centavos por hora. Sin embargo en este caso los coeficientes del estatus legal, el conocimiento del idioma inglés y la ocupación resultaron estadísticamente no significativos.
En cuanto al grupo entrevistado en México, los resultados indican que los hombres perciben 1.49 dólares por hora más que las mujeres. Otras variables que afectan al salario de manera positiva incluyen los años de escolaridad, la edad, el estatus legal y la experiencia en Estados Unidos. En cambio ciertas variables como la ocupación o el conocimiento del idioma inglés mostraron un impacto negativo en el salario.
A manera de comentario final podemos observar que los resultados del trabajo presentado por el doctor Balderas sugieren que, si bien varios factores están asociados con la decisión de remitir, así como con la cantidad de dinero que se envía a la familia o comunidad de origen, el salario percibido por el emigrante en Estados Unidos, así como los lazos familiares que mantiene con su comunidad de origen son las dos variables que inciden con mayor fuerza en las remesas. Estos resultados son consistentes con los que presentan diversos trabajos realizados en México y el mundo sobre migración internacional y remesas. Cabe mencionar además que el modelo nos lleva a concluir que existen factores demográficos, económicos y sociales que si bien pudieran parecer importantes en el proceso de envío y monto de las remesas, no son estadísticamente significativos cuando se controla su efecto con relación a otras variables incluidas en el modelo.
Finalmente he de destacar algunos puntos centrales del trabajo expuesto por el doctor Balderas. La investigación tiene la virtud de profundizar teórica y empíricamente sobre los determinantes de las remesas, pues no sólo considera factores individuales o familiares, sino también contextuales, lo cual la hace más interesante al momento de analizar el efecto de las variables macro y microeconómicas. Asimismo, el trabajo contribuye al estudio de las remesas al analizar conjuntamente la oferta de trabajo y la demanda de remesas de los trabajadores mexicanos radicados en Estados Unidos; elementos ambos poco considerados en los estudios que se han desarrollado desde esta perspectiva analítica.