INTRODUCCIÓN
Al período dedicado a dormir después del almuerzo se le conoce como siesta. Ésta no es un evento ocasional, sino una costumbre arraigada culturalmente que se mantiene a través de las generaciones y forma parte de la rutina diaria de muchas familias en el mundo, particularmente en las regiones tropicales y calurosas situadas entre los 30º al norte y 30º al sur del ecuador.1,2
La siesta, vista por parte de los integrantes de las culturas que no la practican, suele percibirse como un signo de flojera o falta de ambición, característico de las llamadas "culturas de la siesta".1,3
Yucatán es un estado situado al sureste de México, bañado por las aguas del Golfo de México. Mérida, su capital, es una de las ciudades regionales que en las últimas cuatro o cinco décadas ha tenido mayor crecimiento urbano y demográfico, asociado a la inmigración, tanto desde las zonas rurales del estado, como de otras áreas de México y otros países, y que ha dado lugar a cambios diversos en el ambiente sociocultural de Mérida en el que coexisten los hábitos arraigados en la sociedad yucateca tradicional y las tendencias globalizadoras que comúnmente dificultan la permanencia de las tradiciones, entre ellas, el hábito de la siesta.4
Desde antes del crecimiento acelerado de la capital yucateca, la siesta era un tiempo incorporado a la vida de las "haciendas" del siglo XVII, varias de ellas localizadas en la que hoy es la ciudad de Mérida, a tal grado que el realizar visitas o planear actividades durante la preciada hora de la siesta era considerado como una falta a la buena educación.5
En esa época, la siesta también se practicaba en la ciudad de Mérida, como se menciona en el siguiente fragmento: "Después del bochorno del medio día -cuando toda la familia se levantaba de dormir la siesta y si no se tenía pendiente realizar alguna visita- la familia en pleno se volcaba al exterior".6
De este fragmento retomamos dos puntos importantes:
La siesta se realizaba en las primeras horas de la tarde cuando la temperatura es tan alta que prácticamente imposibilita la realización de actividades en el exterior.
La hora de la siesta era seguida de un periodo activo de recreación en el exterior de la vivienda, tanto para los niños como para los adultos.6
Los cambios derivados de la globalización en la Mérida contemporánea presentan nuevos retos para la permanencia de la costumbre de la siesta, derivados de la adopción de estilos de vida de las ciudades más industrializadas, en donde no hace tanto calor entre las 13:00 y 15:00 horas o donde los sitios de trabajo y hogares cuentan con sistemas de aire acondicionado. Entre las razones por las cuales se adoptan estos horarios se encuentra la consideración de que dejar tiempo para la siesta afectaría la productividad de los trabajadores.7,8
En muchos centros de educación preescolar de Yucatán se ha implementado la extensión del tiempo de estancia de los niños, los cuales pueden permanecer en las instalaciones hasta cuatro o cinco de la tarde (en el horario tradicional de educación la jornada dura de 8 a 11 horas). Sin embargo, el nuevo horario, cuando implica la suspensión de las siestas de los niños, no es bien aceptado por los padres de familia quienes han insistido en que se respete el tiempo destinado a la siesta aún durante su estancia en la escuela. Este es un ejemplo de cómo incluso parejas jóvenes con hijos pequeños mantienen el arraigo por la siesta y fomentan su práctica, por lo que, para la edad escolar, los niños la han hecho parte de su vida diaria.9
La siesta en Mérida es practicada no sólo por la población local, sino también por personas que migran temporalmente a la ciudad e incluso por turistas que la visitan por periodos cortos.10
El término inglés napen hace referencia a un período breve en el cual se duerme, que suele durar de 30 a 45 minutos, pero a diferencia del napen, la siesta suele durar más. En el caso de los niños de primaria, que suelen salir de los colegios entre las 11:30 y 12:30 horas y que almuerzan alrededor de las 12:00 o 13:00 horas, suelen tomar siesta hasta las 16. Esta duración, de tres horas (pero no menor a dos) se ha descrito tanto en Mérida como en otras comunidades de Yucatán.11,12
OBJETIVO
Describir inicialmente el hábito de la siesta en el ámbito de la capital yucateca y cómo se lleva a cabo por los escolares de primaria para, finalmente, analizarlo en función de la epidemia de sobrepeso y obesidad que aqueja a la sociedad yucateca, mucho más que a otras poblaciones de México.
MATERIAL Y MÉTODOS
Este proyecto fue aprobado por el comité de ética de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Yucatán. Todos los participantes otorgaron su consentimiento informado bajo firma con testigo y en el caso de los escolares, el padre, madre o tutor legal proporcionó el consentimiento; adicionalmente, todos los escolares incluidos en el presente estudio otorgaron su asentimiento verbal.
Entrevista
Este artículo deriva de un estudio de metodología mixta, con diseño exploratorio, en el cual los aspectos obtenidos mediante métodos cualitativos fueron las bases para un estudio cuantitativo.13
Durante la fase inicial cualitativa exploratoria, el primer paso fue generar una guía de entrevista para grupos focales, que inicialmente se validó con doce madres de familia en una comunidad comparable a la comunidad blanco. Posteriormente, se desarrollaron los grupos focales con participación de padres de familia y cuidadores primarios de niños en edad escolar.14
Tras la validación del cuestionario se generaron seis grupos focales con participación de 48 cuidadoras principales de escolares con obesidad morbosa y, en base a las hipótesis obtenidas a partir del análisis de su discurso, se formuló una guía de entrevista que fue validada y posteriormente aplicada a los padres de familia de los niños enrolados en las escuelas o, en su defecto, durante la entrega de los resultados antropométricos de los escolares a sus padres o cuidadores principales. Respecto a los hábitos de sueño, para el presente artículo se toma en cuenta como variable dependiente al hábito de dormir siesta ≥ 2 horas diarias por tres o más días entre semana (lunes a viernes).
Antropometría
Este fue un estudio transversal realizado durante el año escolar 2012-2013. El tamaño de la muestra, calculada para ser representativa de los 70,780 alumnos entre los seis y los doce años de edad que acudían a las primarias públicas de la ciudad de Mérida, Yucatán, fue de 2,104 individuos (1,121 niñas y 983 niños). En base a este universo, se estimó una muestra de 2,104 estudiantes, tomando en cuenta la última prevalencia conocida de sobrepeso/obesidad, un 95% de confianza y 5% de error máximo y conservando la razón mujer/hombre 1.13/1 conocida para la ciudad de Mérida 38%. Para la selección aleatoria de las 16 escuelas en que se realizó el estudio, se empleó la lista oficial de escuelas primarias públicas situadas dentro de la carretera periférica que marca los límites de la ciudad.15-17
El equipo de trabajo que realizó las antropometrías fue capacitado previamente y llevó a cabo un proceso de estandarización, para evitar las variaciones entre observadores. Las mediciones se realizaron en las escuelas en salones aclimatados específicamente para este propósito. Las mediciones fueron realizadas a la misma hora del día, para evitar sesgos. Se utilizó una báscula digital, con 100 gramos de precisión (marca Seca®, modelo 876), para pesar a los participantes quienes llevaban la menor ropa posible y sin zapatos (proporcionamos ropa ligera cuando fue necesario). La estatura se midió con un estadiómetro portátil (Seca®, modelo 206) con precisión de 1 milímetro siguiendo los procedimientos estándar descritos por Lohman y sus colaboradores, con los participantes en posición erguida, respetando el plano horizontal de Frankfurt.18
Con base en los hallazgos de la fase cualitativa, descrita en la sección previa, se identificó que el hábito de dormir siesta se define culturalmente a dormir dos o más horas después de la hora del almuerzo, tres o más veces por semana, lo que permitió clasificar a quienes cumplen con estos criterios como que poseen el hábito de la siesta (variable dependiente).
Para efectos del presente estudio, se consideraron los percentiles del índice de masa corporal, que estandarizan para edad y sexo la puntuación en la cual se encuentran los menores de edad en una escala del cero al cien. De acuerdo a los parámetros de la Organización Mundial de la Salud un percentil entre 85-94.9 corresponde a sobrepeso y una igual o mayor a 95 corresponde a obesidad; en este estudio empleamos la variable independiente "exceso de peso" para referirnos a cualquier percentil igual o superior al 85, la cual fue analizada de manera dicotómica, (presencia o ausencia de exceso de peso).19
Entre las variables de ajuste y co-variables se incluyen:
Sexo (Masculino/Femenino); grado escolar (de primero a sexto); horas de ejercicio por semana (variable numérica, continua); horas efectivas de sueño nocturno (numérica continua); horas de tele entre semana (numérica, continua); consumo de refrescos gasificados en el almuerzo (dicotómica: presencia/ausencia) y días de consumo de frutas y verduras a la semana (numérica, discreta).
Análisis de datos
La información fue vaciada y codificada en una hoja de cálculo y procesada posteriormente empleando el programa Stata 12. Se obtuvo la estadística descriptiva de la muestra, se realizaron comparaciones de medias empleando la prueba t de Student por sexo y se corrió un análisis de regresión logística multinomial. Se consideraron significativos parámetros con valor de p < 0.05.
RESULTADOS
Los 2,104 alumnos fueron medidos y pesados para obtener su información antropométrica. Un solo escolar por hogar fue incluido en este estudio.
El promedio de horas de siesta para la muestra completa fue de 1.69 ± 0.03 (IC 95%: 1.63-1.75) para las mujeres, y de 1.78 ± 0.03 (IC 95: 1.63-1.75) para los varones (t = 1.76; p = 0.039); 1,414 escolares (67.2%) tienen el hábito de dormir al menos dos horas diarias, tres veces por semana. Ni el tiempo de siesta, ni la proporción de participantes que duermen siesta mostraron diferencias significativas por edad o grado escolar (p > 0.05).
El promedio de percentil de índice de masa corporal en la muestra, fue de 76.6 ± 0.61 (IC 95%: 75.4-77.76) y la proporción de individuos con exceso de peso fue de 50.05%. Se puede observar la diferencia en proporción de participantes con exceso de peso por sexo en el Cuadro 1.
Horas de ejercicio por semana | 1.78 | 2.46 | 1.62-1.93 | 1.88 | 2.48 | 1.73-2.02 | 0.171 |
Horas de sueño nocturno | 8.22 | 1.09 | 8.15-8.29 | 8.22 | 1.07 | 8.15-8.28 | 0.542 |
Horas de tele a la semana | 15.04 | 6.35 | 14.65-15.44 | 14.75 | 0.19 | 6.40-14.38 | 0.151 |
Exceso de peso* | 0.54 | 0.01 | 0.51-0.56 | 0.47 | 0.01 | 0.44-0.49 | 0.003 |
Refresco gasificado en almuerzo* | 0.63 | 0.01 | 0.60-0.66 | 0.63 | 0.02 | 0.60-0.66 | 0.798 |
Frutas y verduras (días/semana) | 4.97 | 1.84 | 4.68-5.08 | 4.98 | 1.83 | 4.87-5.10 | 0.433 |
DE: desviación estándar; IC: intervalo de confianza;
*Indica la proporción.
El percentil de índice de masa corporal fue significativamente mayor en quienes tienen el hábito de dormir siesta (77.4 ± .73, IC 95%: 76.0-78.9), cuando se compararon con aquellos que no lo tienen (74.7 ± 1.1, IC 95%: 29.0 72.5-76.9). En el Cuadro 2, se presenta el modelo de análisis de regresión logística (ajustado por sexo) que muestra la asociación entre los hábitos de la siesta con las variables analizadas.
Sexo (masculino) | 0.99 | 0.11 | -0.11 | 0.80-1.22 | 0.91 |
Exceso de peso | 1.35 | 0.15 | 2.73 | 1.08-1.67 | 0.01 |
Horas de ejercicio por semana | 0.88 | 0.02 | -5.91 | 0.84-0.92 | 0.00 |
Horas de sueño nocturno | 0.36 | 0.02 | -17.59 | 0.32-0.41 | 0.00 |
Horas diarias de televisión | 1.05 | 0.01 | 5.74 | 1.03-1.07 | 0.00 |
Refresco gasificado en almuerzo | 0.91 | 0.11 | -0.80 | 0.71-1.15 | 0.42 |
Frecuencia de frutas y verduras | 0.93 | 0.03 | -2.59 | 0.87-0.98 | 0.01 |
RM: razón de momios; DE: desviación estándar; IC: intervalo de confianza.
El modelo de regresión muestra que existe una asociación directa y significativa entre el exceso de peso y tomar siesta de dos o más horas, al menos tres veces por semana. Así mismo, los escolares que poseen el hábito de la siesta, realizan menos ejercicio, duermen menos durante la noche y consumen con menor frecuencia frutas y verduras. Por otro lado, quienes toman siesta larga, pasan más horas semanales viendo televisión.
DISCUSIÓN
Hemos descrito los patrones de siesta e identificado su asociación significativa con el exceso de peso y los hábitos saludables de estudiantes que asisten a escuelas primarias públicas de la ciudad de Mérida. Previamente, con una muestra de escolares de secundaria de Taiwan, Chen y sus colaboradores identificaron la asociación entre la reducción del sueño nocturno con hábitos poco saludables, ya que quienes duermen más horas durante la noche, llevan una mejor dieta y practican más ejercicio.20
En el presente estudio, observamos que tener el hábito de la siesta (≥ 3 días a la semana por ≥ 2 horas) se asocia en los escolares meridanos a un menor tiempo de sueño nocturno. Sayon-Orea y sus colaboradores, en su estudio de la cohorte SUN enuncian dos vías por las cuales el dormir menos por la noche se asocia a exceso de peso: 1) dormir menos de lo necesario tiene un impacto en las hormonas implicadas en la regulación del apetito; lo que se traduce en niveles más bajos de leptina (hormona inhibidora de apetito) y mayores niveles de grelina (hormona estimulante de apetito); 2) Que menos tiempo de dormir, trae como consecuencia mayor tiempo para comer, pues aún se está despierto.21 Sin embargo, en el caso de los escolares de nuestra muestra, ese tiempo que no duermen por la noche, es posiblemente el que duermen en el día, con la diferencia de que, durante el día, el aprovechamiento de las hormonas que favorecen el metabolismo y el crecimiento longitudinal no es equivalente al de la noche, lo cual favorece el metabolismo bajo y el aumento de peso.22,23
Existen estudios que muestran que en los escolares la duración del sueño nocturno es menor en presencia de hábitos como ver la televisión por la noche o por el tipo de dieta habitual,24-26 mismos que a su vez, estuvieron claramente asociados a los hábitos de siesta.
Al ver televisión por muchas horas se comprometen otras actividades de mayor gasto energético, como serían los juegos y cuanto más tiempo invierten los individuos en algún tipo de ocio sedentario, es menor el que dedicarán a la actividad física.27,28 El ocio sedentario predice, de un modo directo, un índice de masa corporal elevado29 Aún con la tendencia natural al movimiento, los niños actualmente poco a poco se están volviendo menos activos; de hecho, en un estudio que compara a los niños actuales con los de hace 50 años revela que en la actualidad, los niños gastan casi 600 kcal diarias menos como media.30 Además, en conjunto, la publicidad presentada en la TV y dirigida a los niños se centra en productos industrializados carentes de un valor nutricio adecuado y ofrece poca o nula promoción al consumo de frutas y verduras dando lugar a que los niños reclamen con mayor frecuencia productos que son anunciados y, por tanto, a que aumente la ingesta de botanas y otros alimentos, más altos en energía, azúcar, sodio, grasa total y grasa saturada, lo cual se refleja en el aumento del consumo energético.31
Si vemos los hábitos de los participantes en nuestro estudio como una costumbre que resta parte del día a desarrollar actividades como hacer ejercicio, entenderemos que la siesta es no sólo una costumbre sedentaria que inhibe que los escolares tengan desgaste (derivado del ejercicio) que es el que genera cansancio y sueño por la noche. La falta de desgaste acarrea que aún a altas horas de la noche, cuando el pasatiempo más común es ver televisión, los niños se encuentren despiertos.32,33
Por otro lado, un estudio de la asociación de horas de sueño, siesta y factor de riesgo de obesidad, estableció que los sujetos que dormían menos de siete horas por noche y tomaban una siesta mayor a 30 minutos presentaban un mayor riesgo de obesidad, en comparación a sujetos que dormían de siete a ocho horas con una siesta menor a 30 minutos; además, que tomar una siesta menor a 30 minutos fue un factor protector contra la obesidad en comparación al grupo que no realizaba siesta.21 Ello nos indica que algo que pudiera ser provechoso para la salud (la siesta) al favorecer un peso saludable, cuando es demasiado larga tiene un efecto contrario, pues afecta la actividad física y reduce el tiempo de sueño nocturno.
La obesidad en los países desarrollados y en desarrollo, que se ha incrementado alarmantemente durante los últimos años, representa el principal problema de malnutrición en adultos y se ha intensificado notoriamente en la población infantil. La edad escolar y la adolescencia son unas etapas críticas para la conformación de estilos de vida y hábitos alimenticios beneficiosos que persistirán en etapas posteriores, es por ello que en esta etapa deben fortalecerse los hábitos saludables.34,35
Las complicaciones de salud provenientes de la obesidad son amplias, tanto en la edad adulta como en la infancia. Por otro lado, la obesidad infantil es la antesala de la obesidad adulta, pues se ha señalado que casi ocho de cada diez niños rollizos terminan convirtiéndose en adultos obesos.29 Por ello, es importante abordar correctamente desde etapas muy tempranas la promoción de hábitos, incluyendo los del sueño diurno y nocturno.
CONCLUSIÓN
De ningún modo es deseable afectar una costumbre tan arraigada como la siesta; sin embargo, es importante generar medidas que permitan informar a la sociedad que es recomendable que la siesta dure menos de una hora o, en su defecto, menos de dos horas y que sea seguida por actividad física, por el juego activo o la práctica de un deporte, más nunca por pasatiempos que impliquen permanecer acostado, pues ello podría afectar la hora en la que los escolares se acuesten y reducen sus oportunidades de actividad física.
LIMITACIONES
El estudio solamente es representativo de la población meridana entre 6-12 años de edad que acude a las primarias públicas. La duración de la siesta podría variar según la época del año. Al ser un estudio de corte transversal no refleja una relación causal entre la siesta y el exceso de peso, únicamente su asociación.