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Secuencia

versión On-line ISSN 2395-8464versión impresa ISSN 0186-0348

Secuencia  no.79 México ene./abr. 2011

 

Reseñas

 

Aaron Pollack, Levantamiento k'iche' en Totonicapán, 1820. Los lugares de las políticas subalternas

 

Guadalupe Rodríguez de Ita

 

AVANCSO, Guatemala, 2008, 252 pp.

 

Instituto Mora

 

La obra de Aaron Pollack abre caminos y puentes que contribuyen a arribar a Los lugares de las políticas subalternas, centrándose en el Levantamiento k'iche' en Totonicapán de 1820, en el occidente de Guatemala, y desplazándose por otras luchas previas y posteriores en esa región. Así, no sólo analiza la lucha de los llamados pueblos de indios del partido de Totonicapán del año indicado, sino que aborda otras más que se efectuaron en el mismo altiplano guatemalteco. Temática, por cierto, poco explorada en la historiografía del país centroamericano, por lo que el libro resulta pionero y los aportes significativos.

Por lo que puede apreciarse a lo largo y ancho de la obra, para construir esos caminos y puentes hacia los lugares objeto de estudio, Pollack emplea un sinnúmero de materiales primarios y secundarios obtenidos a través de una consulta acuciosa en diversos repositorios, destacándose la notable investigación documental efectuada en el Archivo General de Centroamérica, con sede en la ciudad de Guatemala, así como en archivos regionales y locales tanto civiles como eclesiásticos del occidente del país centroamericano. Con ello, el autor logra un texto bien fundamentado, con un aparato crítico erudito, que complementa con un glosario, tablas demográficas y mapas; anexa además varias fotografías con las que ilustra diferentes paisajes y pasajes.

En la introducción, Pollack ofrece una guía bien estructurada de lo que desarrolla en el texto y de lo que subyace en él. Expone sintéticamente el contenido de su obra y hace hincapié en algunos de los elementos de análisis que considera fundamentales. Entre ellos menciona, por un lado, que los pueblos de indios, en este caso de Totonicapán (del partido y de la alcaldía mayor), no pueden pensarse ni entenderse como algo aislado y estático sino como lugares dinámicos, con vinculaciones diversas con otras localidades, dentro y fuera de su demarcación, por motivos variados (económicos, sociales, etc.). Siguiendo esta línea, argumenta que el dinamismo les proporcionó conocimiento y poder para influir en su propio destino y en sus relaciones con otros lugares más poderosos. Aclara que tales relaciones se daban dentro del marco de dominio metropolitano, pero también dentro de una especie de colonialismo interno ejercido principalmente por la capital del denominado reino de Guatemala y por la de la provincia de Quetzaltenango; de esta forma había un doble dominio, el exterior y el interior, de los poderosos sobre los subalternos. El conocimiento que los pueblos de indios construyeron con base en las relaciones establecidas en distintos niveles, permitió que de alguna manera sus habitantes estuvieran al tanto de los vaivenes de la política metropolitana, en especial de lo relativo al cobro de tributo impuesto por la corona desde los primeros años de la colonia y abolido por la Constitución de Cádiz; a partir de esa información y con base en las disposiciones emanadas de esta, a principios del siglo XIX, las luchas antitributo se reforzaron y hasta se radicalizaron, oponiéndose abiertamente al cobro, exigiendo la restitución de lo ya pagado y planteando la autonomía administrativa; esto los llevó a enfrentamientos con funcionarios de diversas categorías, pero no con el rey de España, a quien en general no desconocieron. En sus luchas, los indígenas buscaron y encontraron alianzas y antagonismos con otros indígenas y, sobre todo, con no indígenas.

De esta manera, el autor pone en relieve la participación política de los indígenas, de los subalternos del altiplano guatemalteco; muestra cómo fueron actores informados, conocedores, racionales y mayormente apegados a la legalidad que se organizaron para defender sus intereses; que, cuando fue el caso, se aliaron con otros actores y sectores, pero sin perder tales intereses. Por lo tanto, no concuerda con interpretaciones en las que se presenta a los indígenas como seres ignorantes e irracionales de los que se podía abusar, a los que se podía manipular y arrastrar a luchas ajenas. Con ello, busca y logra documentadamente contribuir a la dignificación de las políticas subalternas en los Altos de Guatemala. Para abonar sobre esto, destaca cómo los hechos y los personajes del levantamiento de 1820 siguen vigentes en las luchas indígenas de la misma región en años recientes. No obstante, agrega, todavía hay mucho por hacer para que los indígenas, individual y colectivamente, sean visibilizados en la sociedad guatemalteca, ya que esta apenas (re)conoce a unos cuantos, como Atanasio Tzul, uno de los líderes de ese acontecimiento.

También en la introducción, Pollack hace patente que para edificar las vías que le permiten llegar a los lugares de las políticas subalternas y a las interrelaciones de aquellos, que es lo que le interesa entender, utiliza una serie de herramientas de geógrafos, antropólogos e historiadores marxistas, de teóricos de los sistemas mundiales, así como de especialistas en estudios poscoloniales y subalternos. Tales herramientas y su utilización son bastante novedosas y sugerentes, con lo que puede abrirse un interesante debate.

De esta forma, el autor deja en la introducción una idea clara de los temas y problemas que aborda en el libro. Entre tanto, a lo largo de los cinco capítulos de este, con abundante información, construye los caminos y los puentes que confluyen en los lugares de interés y contribuyen a la profundización del análisis.

Así, el capítulo I abre una primera ruta —que podría denominarse espacial—, describiendo la organización político–administrativa de la alcaldía mayor de Totonicapán. Luego sigue una vía socioeconómica, que ofrece una radiografía de los grupos étnicosociales de finales del periodo colonial, así como de sus complejas relaciones, sus tensiones y conflictos, sus alianzas y antagonismos Ínter e intragrupales. Hace hincapié en las diferencias económicas entre y dentro de los grupos; lo mismo que en las disparidades entre indígenas pobres y ricos. También expone el papel desempeñado por indígenas en sus órganos político–administrativos y la diferenciación entre caciques y comunes, "principales" y maceguales.

El siguiente apartado se adentra por los caminos de la historia económica regional y de su impacto sociopolítico en la provincia de Totonicapán. Estudia el llamado sistema de repartimiento, en particular el de bienes; así como los abusos de los funcionarios al aplicarlo y los continuos descontentos que ello generó. Examina los sistemas de producción y distribución basados en el maíz y el trigo, las ovejas, los hilados y tejidos de algodón y lana, así como en otros productos. En este punto, llama la atención el atinado énfasis puesto en la participación activa de mujeres hilanderas y tejedoras en la economía de la región.

El capítulo III tiende un puente entre el levantamiento quiche de 1820 y otras luchas indígenas previas de esa región, como las ocurridas entre 1800–1803 y entre 1811 y 1814, centradas en el tributo y otras cargas impuestas, así como en los abusos de las autoridades civiles y eclesiásticas. Luchas que fueron controladas con relativa facilidad y sin fuerza excesiva. Entre los alzamientos estudiados despunta uno en Santa Catarina Ixtahuacan debido a que fue liderado por una mujer de nombre Francisca Xcaptuq. Enfoca la atención en un levantamiento quiché, antecedente directo del de 1820, que tuvo lugar en la provincia de Totonicapán, siete años antes, en defensa de las medidas implementadas por el alcalde mayor Narciso Mallol, quien, siguiendo las instrucciones de las Cortes de Cádiz, hizo válida la abolición del tributo y de los servicios personales, así como la redistribución de tierras. Las disposiciones no fueron bien recibidas ni por sectores no indígenas ni por algunos líderes indígenas, quienes trataron de frenarlas. Por su parte, los quichés, con un "ejército de indios", tomaron la capital provincial y se pronunciaron por la autonomía administrativa. El levantamiento fue controlado de manera más persuasiva que coercitiva, donde la Iglesia desempeñó un papel importante amenazando, por ejemplo, con la excomunión de los participantes.

Transitando por el puente anterior, el capítulo IV repasa diversas luchas contra el tributo y las arbitrariedades en la provincia de Totonicapán durante los años de la restauración absolutista. Luego entra de lleno al análisis del levantamiento de 1820, cuya demanda primordial fue que no se les cobrara o, por lo menos, que se les redujera el tributo; poco después, al restituirse las Cortes de Cádiz, exigieron la abolición del mismo; para lograr sus metas emplearon mecanismos legales y extralegales. El alzamiento, iniciado en la capital de la alcaldía, se extendió por más de cinco pueblos del partido; tuvo entre sus líderes lo mismo a maceguales que a "principales", como Lucas Aguilar (o Akilar), su esposa María Hernández Zapón y (Francisco) Atanasio Tzul. Ante la cerrazón de las autoridades locales y regionales y sus aliados, el movimiento se radicalizó y prácticamente tomó el poder, bajo el mando de Tzul. Poco tiempo duró el experimento, los quichés frieron reducidos por medios persuasivos y coercitivos; varios líderes fueron encarcelados. Esto último abrió otra batalla que movilizó a familiares, hombres y mujeres, hasta que lograron su excarcelación y exculpación.

Luego de revisar este levantamiento, considerado por algunos estudiosos como uno de los acontecimientos que contribuyeron al proceso de independencia del reino de Guatemala respecto a España, en el último capítulo tiende un nuevo puente, esta vez hacia las luchas indígenas decimonónicas que tuvieron lugar en la región en el lapso de la anexión y separación del imperio de Iturbide y en el de la Federación centroamericana, así como en el de la formación y disolución del estado de Los Altos; luchas que corrieron paralelas a los enfrentamientos entre liberales y conservadores. Apunta datos reveladores de cómo cada uno de estos dos bandos trabó alianzas con maceguales y con "principales" de Totonicapán, Quezaltenango, etc. Al igual que en los capítulos anteriores, en este se menciona la presencia activa de mujeres en el proceso de la época.

Para finalizar, debe decirse que los caminos y los puentes construidos por Aaron Pollack en su libro constituyen una bien informada y estructurada guía para que cualquier lector, especializado o no, se adentre en las políticas subalternas, en particular las de los quichés durante la primera mitad del siglo XIX, en el occidente guatemalteco. Así consigue, como fue su propósito explícito, edificar la historia política desde abajo y contribuye a entender el pasado y el presente de una parte de la llamada región mesoamericana de la que, por cierto, México forma parte. Así deja abierta la brecha para posteriores investigaciones y debates.

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