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Acta poética

versión On-line ISSN 2448-735Xversión impresa ISSN 0185-3082

Acta poét vol.32 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2011

 

Notas y reseñas

 

Romanzas rusas de amor y de muerte. Poemas de Pushkin, Lérmontov y otros líricos rusos que pusieron en música Glinka y Músorgski

 

Ángel J. Gonzalo Tobajas

 

Traducción, edición y estudio de Eugenia Bulatova y José Manuel Pedrosa, Madrid, Edición de los autores, 2010, 63 pp.

 

Esta bellísima antología acoge y traslada a la lengua española veintiocho selectas romanzas (romansi) de doce poetas decimonónicos rusos que habían permanecido hasta hoy inéditas o prácticamente inaccesibles en la lengua de Cervantes.

Los poemas que integran esta antología pertenecen a la categoría de lo que en ruso se denomina romans (en singular) o romansi (en plural). Se caracterizan, sobre todo, por aunar de modo muy sensible y sofisticado lo literario con lo musical. Tanto es así que las romanzas que nos ofrece este volumen fueron armonizadas para voz y piano por dos de los más ilustres compositores románticos rusos: Mijail Ivánovich Glinka y Modest Petrovich Músorgski. Esos estrechos vínculos de poesía y música, que inevitablemente traen ecos del primer romanticismo germánico del que emanó también el romanticismo ruso, y que tienen mucho que ver además con la pluricultural tradición rusa, en que lo cantado y lo musicado han tenido siempre gran relevancia, adquieren una expresión de gran altura en estos poemas de Pushkin, de Lérmontov y de otros diez líricos rusos menos celebrados; poemas a los que Glinka y Músorgski, compositores grandes entre los grandes, acabarían poniendo músicas que se ajustan como guantes a estos delicados versos.

Las romanzas seleccionadas tratan, como reza el título, acerca del amor y de la muerte y trasladan a nuestro idioma "los acentos más sombríos y filosóficos de las fuentes poéticas y de la producción artística de Glinka" y las inquietudes más sinceras y originales del enigmático genio de Músorgski. En la primera parte, los editores traductores nos proporcionan el deleite de sumergirnos en canciones de indudable cariz romántico como La nostalgia del amado, El nadador o La voz del otro mundo de Vasili Andréevich Zhukovski, El genio mío de Konstantín Nikoláevich Bátiushkov, tres canciones rusas de Antón Antónovich Delvig o Cuando escucho tu voz del genial Mijail Yúrievich Lérmontov, que concluye la selección de composiciones musicadas por Glinka. En la segunda parte, la de las canciones que armonizó Músorgski, se comienza con una romanza de amor exquisita del insigne Aleksandr Sergeievich Pushkin que lleva por título La noche y se culmina con ocho poemas del genial, originalísimo Arseni Arkádievich Goleníschev-Kutúzov, a los que pone colofón la emotiva elegía que compuso el poeta a la muerte del propio Músorgski, su amigo. Es la primera vez que esta excepcional elegía, joya de esta antología, ve la luz en español.

Al hermoso ramillete de estos textos le precede un breve pero agudísimo estudio introductorio de ineludible lectura para todo aquel que pretenda aproximarse a la lírica musicada de la Rusia decimonónica, ya que en sus concentradas ocho páginas se revelan las líneas e ideas cruciales del movimiento cultural en el que se inscriben.

En definitiva, nos encontramos ante una obra de gran interés para el conocimiento del romanticismo poético ruso, que fue sin duda uno de los movimientos estéticos cruciales en la Europa del XIX. Sin él, es imposible entender toda la gran literatura rusa que le sucedería: la de Dostoyevski, Chéjov, Tolstoi y tantos otros genios que siempre veneraron a sus carismáticos predecesores románticos. Estamos, también, ante un libro que hará la delicia de muchos aficionados a la música, que habrán escuchado en ocasiones las canciones de los grandes compositores rusos sin tener la suerte de contar con una edición acompañante rigurosa y fidedigna como es esta.

Hay que llamar finalmente la atención acerca de la magnífica traducción que nos regala este libro. Precisa y sensible al mismo tiempo, logra resolver muy airosamente cuestiones de léxico y de ideas y conceptos rusos no siempre fáciles de trasladar a nuestra lengua. Ha intentado, incluso logrado, respetar en lo más sustancial la configuración del verso y del hipérbaton característico de los poemas rusos.

De modo que aunque el ritmo, las aliteraciones, los efectos fónicos del original hayan quedado irremediablemente perdidos en la traslación a otra lengua, no es aventurado decir que nos encontramos ante una traducción cuando menos muy fiel y muy respetuosa, a la par que dúctil y flexible, lo cual no es mérito menor.

Por último, no puedo terminar esta reseña sin subrayar aquellas palabras de la introducción en las que los editores declaran su intención de seguir traduciendo, estudiando y editando antologías similares ("aspiramos a que le sigan otras"), pues los lectores de esta obra seguro que se quedan con ganas de más... ¿Para cuándo la prometida edición de las canciones a las que pusieron música Balákirev o Tchaikovski?

Esperamos con impaciencia y agradeceremos futuras entregas de libros de tan delicada factura y tan arriesgada originalidad como este.

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