En época imperial, a medio camino entre las colecciones de fábulas de autor -Fedro (I a. C.-I d. C.), Babrio (I-II d. C.), Aviano (V d. C.)- y las colecciones anónimas de fábulas esópicas -Augustana (¿I-IV d. C.?)-, se encuentran las colecciones creadas por maestros de retórica con fines didácticos: Pseudo-Dositeo (III d. C.), Libanio (IV d. C.) y Aftonio (V d. C.), por citar a los más antiguos. En el caso de este último, se trata de 40 fábulas tomadas de colecciones anteriores, seleccionadas con un fin y reescritas, según los criterios de corrección lingüística y de estilo del propio rétor, a las que agrega promitio y epimitio. Así, más que una antología, el caso de Aftonio da indicios de construirse como una serie cohesiva donde se pueden reconocer rasgos propios de las colecciones de autor y donde algunas de sus fábulas permiten identificar un programa didáctico -a la vez que un repertorio gnómico- que educa al joven en su rol específico de futuro “orador”.
Para analizar esa coherencia interna y la unidad transversal en diferentes μῦθοι (“fábulas”),2 nos centraremos en tres ejemplos entre los cuales se establecen “correlaciones agonales” de diferente tipología: Aphth. 7. “Fábula de la joven y el león que disuade de los placeres” (“El león enamorado” H. 145, Ch. 198, P. 140); Aphth. 21. “Fábula de las ovejas que aconseja no dejarse persuadir con engaños” (“El lobo y las ovejas” H. 158, Ch. 218, P. 153); y Aphth. 16. “Fábula de los toros que aconseja el consenso” (“El león y los tres toros” no-H. 183, Ch. 71, P. 372).3 Las tres versiones de nuestro corpus representan situaciones agonales de enfrentamiento y responden a la definición de Gibbs 2000, p. 3, para la fábula de tradición esópica: “I will define the Aesopic fable as a brief and witty exemplum base on the punishment or prevention of a mistake”. La unidad del corpus está dada por la tematización del mismo error (“dejarse persuadir por enemigos”) y por las correlaciones que entrelazan los relatos: en la primera y segunda fábula (Aphth. 7 y 21) el error es semejante -de allí que se repita “literalmente” el consejo (epimitio) en ambas- aunque cada una involucra emociones y ámbitos de acción muy diferentes: en el primer caso, se trata de sentimientos4 del ámbito privado, el motivo es el “amor contra natura” representado en personajes individuales (el león, el padre y la joven), mientras que, en el segundo caso, la narrativa involucra a personajes colectivos (las ovejas y los lobos) que trasladan metonímicamente el motivo de “la caza” y la emoción al plano grupal y social. Pero, nuevamente, la similitud del programa narrativo del personaje oponente, de la estructura actancial, del motivo de “la caza”, y de la repetición del error evaluado son las constantes que vinculan la segunda fábula con la tercera dentro del corpus (Aphth. 21 y 16): animales predadores persuadiendo con argumentos falsos a las víctimas y la consecuente aniquilación. No obstante, cuando tal similitud haría previsible que se reitere, por tercera vez, el epimitio de las fábulas anteriores, la perspectiva se desvía hacia la emoción contraria, también de función colectiva, centrada en la evaluación de la emoción virtuosa. La oscilación complementaria entre personajes individuales o colectivos, las perspectivas de validación o trasgresión de estereotipos y los consejos contrapuestos -según se evalúe el error o la virtud- constituyen lo que hemos llamado “correlaciones agonales” en las tres narraciones. Estas correlaciones varían, formando un mosaico de perspectivas, en la tematización del acto retórico de persuadir y en los afectos-efectos, positivos o negativos, tanto en el ámbito privado como en el social.
Estos rasgos del corpus plantean tres problemáticas estrechamente ligadas en las que profundizaremos en los siguientes apartados. En primer lugar, la construcción de las emociones individuales y colectivas aparece directamente involucrada con el hacer retórico. No obstante, esas emociones en la narrativa ficcional suponen al menos dos planos claramente diferenciados: 1. el plano de los sentimientos que afectan a los personajes y al hacer retórico en sus programas narrativos -el nivel de la “representación de la emoción” para Chaniotis 2021, pp. 12-14-, ya sea que aparezcan tematizados o implícitos; 2. y el plano de las emociones que la lectura del relato ficcional pretende generar o motivar en la educación gnómica y retórica del futuro orador -según Chaniotis 2021, pp. 12-14, el nivel de “la incitación” emocional en el receptor-. En ambos casos, los sentimientos articulados de esos planos no constituyen sucesos espontáneos de la formación escolar, sino que son afectos artificialmente -literariamente- modelados y presentados en la situación de enseñanza para inducir externamente -a través de la lectura, la memorización y la composición mimética escolar- una experiencia emocional dada (Colombetti 2009) 5 y una evaluación cognitiva en el aprendiz de retórica. En segundo lugar, la reiteración de estas ficciones de personajes individuales y colectivos -trasladables en el plano empírico a la evaluación de grupos sociales que actúan movidos por la persuasión- anticipa, en el imaginario del joven rétor, conflictos relativos a la toma de decisión (ética y política) y al lugar de la retórica en la preservación o perdición de una comunidad. Y en tercer lugar, la tematización de la práctica persuasiva en estas tres fábulas de la colección de Aftonio busca crear, como programa didáctico, una comunidad emocional (Rosenwein 2006; Chaniotis 2013) de futuros rétores que, a través del ejercicio escolar del μῦθος (“fábula”), se forma en el modelo agonal de la paideia, instalando ficciones emotivas contrapuestas, como conjunto de creencias para evaluar, con un sesgo aristotélico, las consecuencias de su propia práctica retórica.
Para el análisis, leeremos comparativamente el tratamiento dado a estas fábulas por otras fuentes -colecciones de autor, colecciones anónimas y otras colecciones retóricas- para cotejar las influencias de la paideia literaria y retórica en las versiones de Aftonio. Este cotejo permitirá, a su vez, evaluar la originalidad de la construcción del corpus y comprobar si existe una didáctica acerca de los usos y afectos-efectos de la retórica simbolizados en la narrativa fabulística.
1. La fábula (μῦθος) en los manuales retóricos: la colección de Aftonio
La finalidad escolar de la fábula griega, afianzada en el siglo IV a. C. en la Retórica de Aristóteles, se expandió en época helenística con la emergencia de las colecciones esópicas anónimas que, a partir del discípulo de Aristóteles, Demetrio de Falero, comienzan a acopiar, incrementar y difundir los corpora de fábulas en cascadas sucesivas, continuas y diversas. Para época imperial (desde el siglo I al V d. C.), el género como relato autónomo cuenta con tres vertientes principales de transmisión: las colecciones esópicas anónimas -derivadas de la colección perdida de Demetrio y cuyo testimonio más antiguo conservado es la Augustana-; las colecciones literarias -Fedro, Babrio y Aviano-; y las colecciones retóricas escolares -pseudo-Dositeo, Libanio, Aftonio-. Esta tercera vertiente es la última en formarse, aunque sus inicios en las prácticas de alfabetización se remonten a la época helenística o, incluso, antes.6
Si bien, en ese momento, la composición y transmisión oral de la fábula modela esos testimonios tempranos, ya se advierte su injerencia en las prácticas de alfabetización y en la asimilación de la escritura. Esa tendencia se afirmará en los siglos posteriores, con las colecciones anónimas y de autor, y cobrará tal predominio que Aftonio hablará de “Esopo como el mejor de todos en escribir fábulas” (τὸν Αἴσωπον ἄριστα πάντων συγγράψαι τοὺς μύθους. Prog. 1.10, ed. 1926), en una anacrónica construcción de la figura del sophós antiguo como syngrapheus (“escritor de prosa”).
Ahora bien, la enseñanza concreta de la fábula como parte de los curricula escolares nos es conocida desde el siglo I d. C., con los Progymnásmata del rétor Teón, donde esta narrativa aparece como un ejercicio para las primeras prácticas de composición escrita. Estos manuales, elaborados por retóricos para otros maestros, ofrecen definiciones, tipos de fábulas según su origen y según los personajes, además de algunos pasajes de poetas antiguos que sirven como modelo de la fábula-ejemplo para argumentar en textos más extensos. No obstante, el impulso antológico de la fábula como relato autónomo llega también a los rétores quienes conforman colecciones pensadas para la enseñanza a partir de los comienzos del siglo III (aunque esta práctica se haya iniciado mucho antes y no se conserven testimonios): la colección de 17 fábulas de pseudo-Dositeo; los modelos de Libanio, quien selecciona y reescribe 3 fábulas; y la colección de su discípulo, Aftonio, autor también de Progymnásmata y de la colección de 40 fábulas seleccionadas con un fin didáctico.
En todos los casos, ya sean manuales o colecciones, la función escolar de la fábula está signada por el estatuto ficcional y el valor gnómico, esto es, por el conjunto de saberes alegóricos, en torno al carácter y a la conducta humana en su dimensión individual y social (Chialva 2022). En su lectura sobre la “educación emocional” en los Progymnásmata,Potter 2021, p. 306, ha señalado cómo los manuales, en general, incitan a los estudiantes a reflexionar sobre el rol de la emoción en la oratoria y modelan el autocontrol de esas emociones según un ideal de moderación del orador-ciudadano. Con la lectura y mímesis de los ejercicios, afirma Potter 2021, p. 286: “The student is thus ‘learning emotion’ in the sense of learning how to express himself as part of an ‘emotional community’, that is, as part of a group in which ‘people adhere to the same norms of emotional expression and value - or devalue - the same or related emotions’ (in Barbara Rosenwein’s definition)”.7 En el caso concreto de Aftonio, destaca que algunos ejercicios apelan al lado más racional del auditorio para conseguir la persuasión, dejando a un lado las emociones en favor de los argumentos (Potter 2021, p. 297).
Si consideramos estas afirmaciones y las trasladamos a la colección fabulística, llama la atención el cuidado de Aftonio y su preocupación por el tratamiento del material preexistente: seleccionó y reescribió cada una de las fábulas que la integran y, en algunos casos, sus versiones adaptadas a una prosa clara y sencilla difieren, notablemente, de las mismas fábulas transmitidas en las colecciones anónimas de la Augustana. Esto indica que consultó versiones helenísticas, seguramente en verso, a las cuales prosificó con un criterio estilístico uniforme. Trabajó sobre la tradición escrita existente: colecciones anónimas y de otros rétores (quizás, ramas de colecciones similares que no han llegado), modelos literarios aislados diversos aunque la mayor influencia proviene de la colección de Babrio (van Dijk 2010-2011, p. 187).8
La influencia de Babrio, precisamente, en los modelos escolares está en sintonía con los testimonios de papiros, tablillas y otros soportes de época imperial, donde se advierte una circulación mayor de fábulas babrianas -en ocasiones, reunidas en antologías de dos o tres- por sobre otros autores, como Esopo o Fedro (Fernández Delgado 2006). Es probable que esta última tradición haya permeado en Aftonio, quizás más que en otros rétores, su impronta de la colección retórica como un corpus con una lógica interna. Un primer argumento para esta hipótesis es que, a diferencia de la dinámica centrípeta de toda colección anónima que absorbe los testimonios existentes sin criterios estables o uniformes, o del caso de su maestro Libanio quien selecciona tres fábulas que son un ejemplo de poikilía retórica, en Aftonio es posible reconocer ciertas líneas programáticas de contenidos sobre la fábula tal como él la concibe. Un ejemplo concreto es el estilo de su prosa, que da unidad al corpus, según los criterios de brevedad y sencillez. Agrega, como hemos dicho, promitios que presentan al personaje principal y su enseñanza y los epimitios son también breves, a la manera de las gnomai de la tradición poética. Si bien ha sido poco estudiado tanto su corpus como las innovaciones que realiza, ya Rodríguez Adrados (1987, I, p. 143) consideraba que “la colección de este se halla en el centro de todo el problema de la fábula retórica”.
En general, la crítica ha subestimado la colección por el carácter breve de su estilo, pero consideramos que se trata, precisamente, de uno de sus rasgos más efectivos. Allí, la vivacidad no está dada por las descripciones o amplificaciones de la historia sino, por el contrario, por la efectividad de la prosa despojada y sintética. Desde este enfoque, la brevedad es el resultado de un esfuerzo de síntesis que va aparejado con su interés por la paridad de temas, por la confrontación de perspectivas y por la variación en el enfoque de los conflictos.
Respecto de la lógica interna de su selección, van Dijk (2010-2011, p. 198) ha identificado la presencia de pares temáticos a lo largo de la serie, algunos pares se siguen en fábulas continuas (por ejemplo, Aphth. 1 y 2 instan a los jóvenes al estudio y al esfuerzo; Aphth. 37 y 38 advierten que el daño recibe castigo) y otros, en cambio, se ubican distantes en la secuencia (Aphth. 10 y 19 remiten al γνῶθι σαυτόν; Aphth. 15 y 35 previenen sobre los riesgos de la codicia).
Ahora bien, a esta lista podría sumarse la “correlación agonal” de fábulas aquí tratadas, semejantes en su estructura narrativa y actancial pero con variantes complementarias. Todas coinciden en el siguiente esquema: uno o varios personajes con atributos -que representan su fortaleza o garantía de autopreservación-, al ser persuadidos por el discurso engañoso de un personaje antagonista en la naturaleza (leones y hombres, corderos y lobos, toros y leones), entregan esas fortalezas y causan su propia destrucción. La trama exhibe el error de quien se deja persuadir. A partir de esta estructura general, las variantes son numerosas: desde qué personaje se focaliza el relato, quién experimenta el deseo, cuál es el error o virtud que pretende mostrarse. Continuando las tres problemáticas antes formuladas, avanzaremos en el análisis de cada μῦθος y, siguiendo a Potter 2021, trataremos de precisar las características de la educación emocional del rol de orador que este corpus presenta.
2. “Persuadido por el amor” (πεισθεὶς ὑπ’ ἔρωτος): la emoción como efecto del discurso
Esta fábula es transmitida en diversos tipos de colecciones: en varias ramas de las fábulas anónimas, en Babrio (1.98), en las colecciones bizantinas en dodecasílabos (199) y en las fábulas siríacas (36); como fábula-ejemplo, el testimonio más temprano corresponde a la Biblioteca de Diodoro de Sicilia (19.25.5-6), de mediados del siglo I a. C., al que volveremos después. Leamos la versión de Aftonio:9
Aphth. 7. ΜΥΘΟΣ Ο ΤΗΣ ΠΑΡΘΕΝΟΥ ΚΑΙ ΤΟΥ ΛΕΟΝΤΟΣ ΗΔΟΝΩΝ ΑΠΟΤΡΕΠΩΝ
λέων ἤρα παρθένου καὶ προσελθὼν τῷ πατρὶ τῆς παιδὸς ἐγγυῆσαι τὴν κόρην πρὸς γάμον ἐδεῖτο. δεδιὼς δὲ ὁ πατὴρ ἀπαρνήνασθαι μετὰ τῶν ὀδόντων ἐκβαλεῖν ἐπειρᾶτο τοὺς ὄνυχας, μὴ ταῦτα, λέγων, φόβον τῇ παιδὶ κατεργάσηται. καὶ πεισθεὶς ὁ λέων ὑπ’ ἔρωτος ἀμυντηρίων πρόσεισι γυμνός· προσιὼν δὲ ῥοπάλοις τὴν τελευτὴν ἀντηλλάσσετο.
ἐχθροῖς πειθαρχῶν ὑποστήσῃ τὸν κίνδυνον.
7. FÁBULA DE LA JOVEN Y DEL LEÓN QUE DISUADE DE LOS PLACERES
Un león amaba a una joven y, después de ir con el padre de la doncella, pidió el compromiso en matrimonio con la muchacha. El padre, temeroso de rechazarlo, lo convenció de quitarse las garras, junto con los dientes, diciendo que estas cosas provocarían miedo a la doncella. Así el león, persuadido por el amor, queda desprovisto de sus armas; y cuando se presenta, recibe a cambio la muerte a garrotazos.
Si obedeces a enemigos, te expones al peligro.
El tema del animal enamorado no es frecuente en el corpus fabulístico; se asocia a relatos de origen mítico-religioso donde el animal tiene alguna relación con la divinidad o es un dios metamorfoseado. Pero una vez asimilado el relato a las matrices didácticas del género fabulístico, el león resulta solamente un león y su pasión atípica simboliza el peligro de no aceptar la naturaleza de las cosas y los riesgos de intentar cambiarla.
En la colección de Aftonio, este es el único caso en el que promitio y epimitio refieren a consejos diferentes (van Dijk 2010-2011, p. 196): el primero, no entregarse a los placeres; el segundo, no creerle a los enemigos. En ambos casos, el error está centrado en la acción del león. El placer (ἡδονή), aludido en el promitio, no es retomado como tal en la narración donde el afecto predominante es el amor (ἔρως), explícitamente nombrado al inicio y al final de la historia. Ahora bien, ante la diferencia ineludible de ambas especies, el deseo y la presencia del león causan, como es de esperar, “temor” (participio de δείδω, “estar ansioso”, “sentir temor”) en el padre y “miedo” (φόβος) en la joven. Desde una perspectiva general, emociones básicas como el amor o el miedo podrían considerarse sentimientos elementales de la condición humana, independientes de una evaluación racional o del entorno cultural. Mas en la trama ficcional, esos afectos “causan” pero también “resultan” de los actos de persuasión entre las dos partes con intereses contrarios: en el caso del león, el miedo que genera es una reacción ante su naturaleza predadora; no obstante, a través de la palabra, es el padre (temeroso) el que infunde temor en el león (temor al temor de la joven y su posible rechazo) y lo convierte, de este modo, en objeto de la manipulación: las palabras generan un nuevo temor y un nuevo deseo, el deseo de “desear-hacer” lo que el padre dice. Esta estrategia retórica se deduce de la estructura gramatical de μή + subjuntivo (κατεργάσηται), típica de las subordinadas de los verbos de temor, que se halla en la base de las palabras del padre para persuadir al león. De esta manera, las cuatro formas verbales que tematizan el acto de persuasión (ἐδεῖτο “pidió”, ἐπειρᾶτο “convenció, intentó persuadir”,10 λέγων “diciendo” y πεισθείς “persuadido”) remiten a agentes temáticos diferentes: la primera al león, la segunda y tercera al padre, y la cuarta remite al afecto, “persuadido por el amor” (πεισθεὶς ὁ λέων ὑπ’ ἔρωτος) que indica, no al agente real que es el león, sino a la causa emocional que, como debilidad, lo convierte en objeto de la manipulación. La advertencia sobre el deseo y la búsqueda del placer, en el plano emocional, plantea un dilema más complejo: cómo una emoción puede resultar una desventaja para quien la experimenta, que lo lleve a despojarse de sus “defensas” o “armas” (ἀμυντηρίων πρόσεισι γυμνός) y actuar, por sí mismo, en contra de su propio beneficio. De este modo, el deseo, el amor y su consecuente búsqueda del placer, emociones que “causan” el error, están contempladas en el consejo del promitio. Pero es el temor la emoción que deviene clave en la fábula porque afecta a los tres personajes; no obstante, de todos esos temores, el más efectivo es el que, como planteara Aristóteles, logra infundir el discurso engañoso del padre. El león, por el temor y el deseo que le genera ese otro discurso, no puede evaluar los intereses del adversario y allí radica su error cognitivo. El relato no se focaliza en el que ejerce la manipulación sino en el error de dejarse manipular con las emociones.11 Así, en un giro original de la anécdota, en vez de ocupar el león el rol de “predador”, previsible según los estereotipos del género, se convierte en la “presa”, dando lugar paradójicamente al motivo del “cazador cazado”. El consejo del epimitio, entonces, se centra en la responsabilidad de quien se deja persuadir y ejecuta su propia perdición, focalizado tanto en el participio πειθαρχῶν (“si obedeces”, verbo que implica el matiz de manipulación) como en el verbo ὑποστήσῃ (“te expones”), donde la voz media destaca la responsabilidad y el efecto del sujeto en la acción.
Ahora bien, si en el plano de la “representación” de las emociones en la fábula, afectos y personajes quedan circunscriptos al ámbito familiar, la “incitación” de las emociones en el joven lector, ya en el plano no alegórico del epimitio, se desplaza a la máxima general sobre los “afectos-efectos” del discurso: es decir, se convierte en una enseñanza “retórica” en términos aristotélicos. Con esta deriva temática en la fábula, la advertencia sobre la persuasión engañosa la vuelve útil como ejemplo en circunstancias donde ἔρως simboliza, en una metonimia del enlace familiar, la alianza política.12 Volvamos al primer testimonio de esta fábula como ejemplo en Diodoro de Sicilia (19.25): se narra allí en un contexto de negociación entre bandos en la llamada “guerra de los Diádocos”. Relata Diodoro que el general Eumenes, tratando de advertir a los macedonios y a los sátrapas para que no crean las promesas de su rival Antígono (que intentaba dominarlos), “contó una fábula de las tradicionales y antiguas, y que no era incongruente con el conflicto actual” (καὶ λόγον εἶπε τῶν παραδεδομένων μὲν καὶ παλαιῶν, οὐκ ἀνοίκειον δὲ τῆς περιστάσεως). A continuación, cuenta la fábula del león enamorado (ἐρασθέντα λέοντα)13 y, al finalizar, les advierte que Antígono quiere hacer lo mismo (τὸ παραπλήσιον οὖν ποιεῖν καὶ τὸν Ἀντίγονον, 19.25.7): convencerlos a ellos de que le entreguen su ejército y, una vez desarmados, los someterá y castigará.
También es legible la connotación política de la emoción ἔρως en la versión de Babrio. Justo antes del epimitio, se concluye que, con el triste desenlace, el león aprende del hombre viejo la máxima de que “es imposible que los hombres amen (ἐρᾶν) a los leones o los leones a los hombres”, recuperando el conflicto entre especies, por naturaleza, enfrentadas.14 Aquí la antigüedad de la gnome está simbolizada en el padre, caracterizado como anciano, y la frase conlleva una alusión a otra gnome poética: el célebre pasaje homérico de la muerte de Héctor en Ilíada 22.262 (ὡς οὐκ ἔστι λέουσι καὶ ἀνδράσιν ὅρκια πιστά). En la reelaboración babriana, el léxico amplía la noción afectiva de ἔρως a partir del hipotexto homérico, acentuando la connotación política de la imposibilidad de pactos confiables o acuerdos entre sectores contrarios. Si bien se asume que la versión de Babrio en verso es la fuente principal seguida por Aftonio, existen notables diferencias entre aquella y la versión en prosa del rétor, la cual, por su economía y por el consejo es cercana al modelo de Diodoro de Sicilia, razón por la cual no puede descartarse que haya sido una de las fuentes consultadas.
Este recorrido exhibe, una vez más, la superposición semántica en la construcción cognitiva de los afectos que permite el desplazamiento del plano individual, ligado al amor y el matrimonio, al de los acuerdos y pactos entre sectores opuestos, alusivos al plano político-social. Ese continuum semántico se advierte en el epimitio y se reafirma en Aphth. 21, donde el consejo se repite literalmente pero, ahora, en un conflicto con personajes colectivos: los lobos y las ovejas. No resulta casual esta repetición en Aftonio si tenemos en cuenta que es precisamente en el parlamento de Aquiles, ante Héctor suplicante, que el héroe resalta, como ejemplo paradigmático, la imposibilidad de pactos entre leones y hombres así como entre lobos y ovejas (Il. 22.261-264).15
Volviendo a ἔρως y a la primera de las problemáticas planteadas, lejos de un sentimiento natural, los planos metonímicos del artificio literario complejizan la evaluación cognitiva de esa experiencia aportada desde la lectura: en la ficción de raigambre mítica, la emoción del conflicto, ese amor (ἔρως) contra natura, involucra sentidos didáctico-genéricos (“no se debe querer cambiar lo que es dado por naturaleza”) y político-sociales (“la unión con enemigos causa destrucción”). La emoción, en el plano alegórico, conlleva capas de sentidos que reenvían a un saber en otros textos que, como memoria narrativa, construye modelos interpretativos y simula experiencias hipotéticas de conflicto (individuales o sociales) donde la identificación del antagonista, la evaluación de las emociones y el rol de la palabra persuasiva son nodulares. Al ser un género didáctico, lo que prevalece en la ficción es la evaluación moral que resulta de ese conflicto, de acuerdo con creencias, modelos y saberes legitimados culturalmente (Fernández y Buis 2022, p. 18).
3. “Dijeron con engaño” (εἶπον εἰς ἀπάτην): el peligro de dejarse persuadir
La historia que narra cómo los lobos convencen a las ovejas para que les entreguen a los perros -sus aliados-, las ovejas se dejan persuadir y luego los lobos las devoran, cuenta con una amplia transmisión en las tres ramas principales: 1. en las colecciones de fábulas anónimas; 2. en las colecciones de autor; 3. y en las colecciones retóricas. De las primeras, la transmite el corpus central de la Augustana; de las segundas, Babrio (1.93) y la paráfrasis bodleiana (219),16 que prosifica la versión de Babrio en verso; y de los compendios escolares, Libanio y Aftonio la incluyen. Además, es una de las fábulas de la Vida de Esopo (97), narrada por el propio fabulista. Al cotejar las versiones transmitidas, se advierten constantes y variaciones en la estructura actancial, la cantidad de personajes, la resolución y la moraleja; pero en todas permanece una advertencia común: prevenir sobre los peligros de la persuasión engañosa.
En la versión de las colecciones esópicas -P. 153, Ch. 217-,17 las ovejas entregan a los perros y son devoradas por los lobos, pero el epimitio se orienta directamente a la lectura política, advirtiendo lo que ocurre a las ciudades que abandonan a sus jefes (δημαγωγοί, “orateurs” según la traducción de Chambry 1927, p. 96). Esa referencia a las poleis y a los oradores como consejeros está en consonancia con la versión de la Vida de Esopo (97), donde el propio fabulista aconseja a los pobladores de Samos para que preserven la libertad de la ciudad. Entonces, cuando el rey Creso, que quiere conquistarlos, les pide que le entreguen a Esopo a cambio de establecer la paz, el fabulista ilustra lo que pasará contando esta historia. Significativamente presenta al lobo, que llega a dialogar con el rebaño, como “un afamado orador” (δημηγόρος).18 Están contenidas en esta versión las dos caras de la persuasión: como buen consejo en la práctica política y como herramienta peligrosa de manipulación y dominio. Babrio (1.93) integra esa doble faceta de la retórica con una novedosa incorporación en la anécdota: ante los juramentos (ὅρκοι) de los lobos, las ovejas están por echar a los perros pero un carnero viejo interrumpe preguntando cómo van a sobrevivir sin ninguna protección de los perros cuando a duras penas pueden hacerlo con ella. El relato se cierra en ese plano simbólico, sin un epimitio indicador del plano ético o político al que se aplica.
Ahora bien, en las colecciones retóricas, se mantiene el desenlace fatal de las ovejas pero el epimitio se centra en la conducta individual. En Libanio, esta es la primera fábula modelo a la que le siguen dos más: “El caballo y la tortuga” y “El grajo y el concurso de belleza”. La serie de tres fábulas representa un abanico de poikilía de temáticas y valores éticos: no confiar en los enemigos, no presumir del talento y no perseguir la belleza superficial, respectivamente. De esas tres fábulas, Aftonio retoma la primera. Al cotejar la versión de ambos, la tendencia estilística a la brevedad de Aftonio es clara: mientras la versión de Libanio tiene 120 palabras griegas, la de Aftonio ocupa 60. Pero además la antecede, como en toda la colección, un promitio:
Aphth. 21. ΜΥΘΟΣ Ο ΤΩΝ ΠΡΟΒΑΤΩΝ ΠΑΡΑΙΝΩΝ ΑΠΑΤΩΣΙ ΜΗ ΠΕΙΘΕΣΘΑΙ
οἱ λύκοι πρὸς τὰ πρόβατα· “τί δὲ ἡμῖν ἄσπονδος ἀεὶ καὶ ἀκήρυκτος πόλεμος; αἴτιοι δὲ οἱ κάκιστα ἀπολούμενοι κύνες, οἳ προσιόντας μὲν ἡμᾶς ὑλακτοῦσιν, οὐδὲν δὲ ἠδικηκότας συγκρούουσιν. ἀλλ’ εἰ τούτους ἐκποδὼν στήσετε, σπονδαὶ ἐνθένδε καὶ καταλλαγαὶ καταστήσονται.” εἶπον εἰς ἀπάτην· τὰ δὲ ῥᾳδίως ὑπήγετο. καὶ οἱ μὲν κύνες ἐλήλαντο, αὐτὰ δὲ ἔρημα φυλακῆς διεφθείρετο.
ἐχθροῖς πειθαρχῶν ὑποστήσῃ τὸν κίνδυνον.
21. FÁBULA DE LAS OVEJAS QUE ACONSEJA NO DEJARSE PERSUADIR CON ENGAÑOS
Los lobos ante las ovejas: “¿Por qué la guerra entre nosotros, repentina siempre y sin tregua? Los perros, dados a las peores acciones, son los culpables, los cuales nos ladran cuando llegamos y nos enfrentan juntos cuando no hemos hecho nada malo. Pero si los echan lejos, se establecerán pactos sagrados desde ahora y reconciliaciones”. Dijeron con engaño y rápidamente se hicieron estas cosas. Y los perros se fueron y ellas, despojadas de protección, estuvieron perdidas.
Si obedeces a enemigos, te expones al peligro.
El peligro (κίνδυνος) de las alianzas con los más poderosos tiene remotos antecedentes, tanto en la tradición fabulística -y poética, en general- como en la tradición retórica: baste recordar la fábula del “ciervo, el caballo y el hombre” de Estesícoro citada por Aristóteles (Rh. II.1393b10). Pero aquí el contexto es claro, se trata de una guerra (πόλεμος). La narración inicia con la introducción, en estilo directo, del discurso de los lobos a las ovejas. La estrategia persuasiva de los predadores apela a la garantía de que “se establecerán” (καταστήσονται) nuevas condiciones, verbo en tiempo futuro que conlleva, en el ámbito político y legal, el acto ilocutivo judicativo de “hacer valer” un nuevo estado de las cosas con carácter de ley, pero cuyo valor está sujeto a la condición de sinceridad de quien lo promulga, condición negada desde el promitio. En este caso, se trata de establecer “pactos solemnes” o “treguas” (σπονδαὶ) que, en su forma plural, es el término inequívoco de la épica, la tragedia y la historiografía para mencionar el cese de conflictos entre partes; el otro término coordinado es “reconciliaciones” (καταλλαγαὶ), alusivo al cambio de enemistad en amistad. El cierre del discurso deja en suspenso la condición de sinceridad (εἶπον εἰς ἀπάτην) para el cumplimiento de ese acto.
Ahora bien, si nos centramos en la oración final de la fábula, notamos que no se retoma la figura de los lobos que devoran el rebaño (como la versión de las colecciones anónimas recogidas por Perry y Chambry), sino que está más próxima a la transmitida por Libanio19 aunque, en el final de su versión, se recupera a los tres personajes: los perros se marchan (οἱ κύνες ἀπεσκορακίζοντο), los lobos toman el poder (ἐφεστήκεσαν οἱ λύκοι, rol agente), las (ovejas) desvalidas son devoradas (τὰ δὲ ἔρημα κατησθίετο, rol paciente). En Aftonio, en cambio, solo aparecen dos personajes: los perros y las ovejas, las cuales son presentadas en la sintaxis como pacientes, pero también agentes y experimentantes de la acción, rol reforzado por la voz media del verbo. La reescritura del rétor, en su brevedad, produce un desplazamiento desde los lobos persuadiendo a las ovejas a estas como responsables de su propia desgracia. Si bien la “presentación” de las emociones no es explícita como en la fábula del león, se supone la “candidez” o “credulidad” de las ovejas frente al engaño (ἀπάτη) de los lobos. Subyace en el texto el tópico de la insensatez o falta de prudencia (ἄνοια) de las ovejas, tema por cierto muy frecuente en todo el género fabulístico. No obstante, sobre la “incitación” de emociones en el receptor de la fábula, como en el caso anterior, se advierte sobre el “error” de no evaluar los intereses del discurso del oponente y, confiando en un pacto infundado, despojarse de una defensa valiosa. En este punto, a pesar de la diferencia notable de personajes, emociones y programas narrativos en una y otra fábula, es clara su cercanía en la educación “emocional” sobre el joven aprendiz y su connotación en el campo político, tal como se vio en Diodoro de Sicilia. Tal similitud es destacada incluso por Aftonio que repite, sin más aclaraciones, idéntico epimitio. Claramente, las emociones vinculadas a la práctica retórica se ajustan aquí a la ficcionalización de prácticas y roles sociales que son figurados, actuados, en la acción fabulística. La distancia con el plano alegórico permite, al estudiante, asistir a la actuación de esos roles sociales como observadores de una performance, de una narrativa agonal que sigue normas genéricas repetidas en una y otra fábula con variantes. Así se facilita la evaluación cognitiva sobre la función de dichos roles (el orador y la comunidad persuadida) que anticipan, en la experiencia afectiva de lectura y memorización, futuros contextos donde el joven deberá asumir un rol u otro.
En este sentido, los estudios sobre ficciones emotivas en el ámbito legal y político (Buis 2020, 2021a, 2021b) han demostrado la utilidad histórica de estas ficciones en contextos concretos de negociaciones cívicas donde se establecen juramentos, acuerdos y reconciliaciones, tanto en conflictos internos de stasis como en guerras entre poleis. A diferencia de Diodoro de Sicilia, donde la fábula-ejemplo anticipa, en el auditorio, una ficción emotiva sobre los falsos pactos entre enemigos, en los testimonios estudiados por Buis, por el contrario, se constata la vía positiva de resolución de los enfrentamientos gracias a pactos de concordia, perdón y reconciliación. Esta perspectiva sobre las garantías y beneficios de la práctica retórica también está contemplada en Aftonio, aunque de un modo indirecto, en la última fábula del corpus.
4. “El consenso es la salvación” (ὁμόνοια… σωτήριον): correlaciones agonales
Una tercera fábula reitera una estructura actancial similar pero con personajes diferentes. En este caso, el rol protector lo oficia el vínculo de unión entre los toros quienes, mientras permanecen en acuerdo, son inaccesibles para el león pero, una vez que este logra enemistarlos con falsedades, los devora uno a uno. El relato se transmite en ramas secundarias de las fábulas anónimas y, de las colecciones literarias, Babrio (1.44) y la paráfrasis bodleiana la contienen; con versión latina la reelabora Aviano y se incluyó en las colecciones bizantinas griegas de fábulas, como las de Syntipas (13) y las fábulas siríacas (XVI).20 Además de las variantes entre dos, tres o cuatro toros, la mención a su defensa con los cuernos, y de la inclusión del discurso del león -en estilo directo, en Syntipas; o estilo indirecto, en las fábulas siríacas-, la estructura y el consejo permanecen estables en sus diversas fuentes: el error de dejarse persuadir por un orador con intenciones “predadoras”.
La variante en Aftonio ocurre en el epimitio. Si en Babrio y las colecciones anónimas se mantiene el consejo en el ámbito individual (esto es, confiar en los amigos y desconfiar de los enemigos), en Aftonio conlleva un cambio de focalización significativo que se reitera en el promitio y el epimitio:
Aphth. 16. ΜΥΘΟΣ Ο ΤΩΝ ΤΑΥΡΩΝ ΠΑΡΑΙΝΩΝ ΕΙΣ ΟΜΟΝΟΙΑΝ
ταῦροι τρεῖς τὴν αὐτὴν δίαιταν ἐπεποίηντο. λέων δέ τις αὐτοῖς παρηκολού- θει θηρᾶσαι βουλόμενος. καὶ συνόντας μὲν ἑλεῖν οὐκ ἐδύνατο, διαστάντας δὲ προῃρεῖτο χειρώσασθαι. καὶ συγκρούσας ἀλλήλοις ἐν μέρει διαστήσας ἀπέκρινε, καὶ καθ’ ἕκαστον προχειρότερον ἔφθειρεν, οὓς κοινῇ συνόντας ἠπόρει χειρώσασθαι.
οὕτως ὁμόνοια τοῖς χρωμένοις σωτήριον.
16. FÁBULA DE LOS TOROS QUE ACONSEJA EL CONSENSO
Tres toros compartían el mismo estilo de vida. Pero un león los vigilaba porque deseaba cazarlos. Y como no los podía atrapar porque permanecían juntos, esperaba vencerlos cuando estuvieran separados. Y confrontando a unos con otros, los dividió para separar a cada cual por su parte, y mató más fácilmente a cada uno, a los que no podía someter cuando permanecían juntos en común acuerdo.
Del mismo modo, el consenso es la salvación para los que lo procuran.
Por la similitud del esquema actancial con la fábula de los lobos y las ovejas, la moraleja podría ser, por tercera vez en el corpus, la misma: “si obedeces a enemigos, te expones al peligro”. Pero el rétor modifica el punto de vista, centrado en el error (“obedecer a los enemigos”) por el punto de vista positivo previo a la persuasión del león: “la salvación es el consenso”. Tal perspectiva se refuerza léxicamente en el inicio con las expresiones “el mismo estilo de vida” (τὴν αὐτὴν δίαιταν) y el participio “que permanecían juntos” (συνόντας) además de la reiteración del mismo participio hacia el final “permanecían juntos en común acuerdo” (κοινῇ συνόντας). Así toda la secuencia narrativa se construye como una estructura de anillo que focaliza en el estado inicial de armonía y cuidado mutuo. Entre ambos participios repetidos quedan contenidas las acciones de confrontación: reiteración de participios de διΐστημι (“separar”, “dividir”), el verbo principal ἀποκρίνω (“separar”, “apartar”) y la causa o medio de esa división, que alude implícitamente a una acción difamatoria, συγκρούσας ἀλλήλοις (“confrontando a unos con otros”). No obstante, el cierre del relato focaliza en la preservación de los toros mientras convivían sin confrontación interna. Así, cuando la mayoría de los epimitios, en otras fuentes, destacan el error, Aftonio cambia el afecto-efecto que resulta una emoción colectiva derivada también de la práctica oratoria: la armonía, el acuerdo de pensamiento, la concordia de las ideas, el consenso (ὁμόνοια). Se observa, entonces, una cercanía en la “representación” de la emoción ligada a los afectos-efectos de la persuasión engañosa, similar a los casos anteriores, pero la “incitación” de la emoción en el joven presenta el acto persuasivo como su solución: conservar la unión interna, el consenso.
Podemos preguntarnos a qué criterio obedece ese cambio de perspectiva en la reescritura de esta fábula en particular y qué implicancias conlleva al ser leída en el corpus, en general. En lo particular, no es casual la “incitación” de este afecto, propio de la esfera social, en la educación del futuro rétor ya que, tal como lo testifican diversas inscripciones de tratados (Buis en prensa) es una de las emociones convocadas para el restablecimiento de la paz y el equilibrio en contextos de agitación social, tanto interna (stasis) como entre ciudades (pólemos). En el plano general, es claro que esta fábula, al modificar la “incitación” de los afectos centrándola en la virtud más que en el error, permite una confrontación de situaciones pero, en especial, del cambio de roles de la función del rétor en la vida política de una comunidad.
Como siempre, en la tradición helénica, se trata del agón, la confrontación y la alternancia de enfoques opuestos y a la vez complementarios. Sobre este tema, Zafiropoulos 2001, p. 48, ha insistido en la comprensión de la fábula como un emergente de la extensa tradición agonística de la cultura griega, tanto desde la estructura narrativa (situaciones de disputa entre dos o más personajes) como desde el modo de razonamiento o pensamiento confrontativo (resaltar el error o la virtud en un modo de actuación para garantizar la preservación).21 Tal como afirma el autor, el cómo sobrevivir es uno de los temas centrales de las fábulas. En los tres casos vistos, la supervivencia está garantizada solo en la medida en que el protagonista asimile la “máxima” aristotélica sobre los afectos-efectos del discurso del antagonista: que las emociones, producidas por el discurso, modifican nuestros juicios y movilizan acciones que pueden llevar a la preservación (en el caso de mantener las defensas y conservar el consenso) o a la aniquilación (en caso de no hacerlo). Si no hay aceptación del “contrato” de los afectos-efectos del discurso del oponente, no hay manipulación: esta “enseñanza” retórica funciona, no importa de qué eslabón de la cadena alimentaria se trate, es tan válida para el león como para la oveja. A esta interpretación, quisiéramos sumar otros elementos en esa construcción agonal de la fábula como progymnasma en el corpus retórico de Aftonio, a modo de conclusión de este trabajo.
5. Conclusiones
1. En las tres fábulas del corpus reconocimos “correlaciones agonales” sobre un mismo motivo: el acto retórico de persuadir con un discurso y los afectos-efectos que conlleva en la comunidad. Este motivo fue abordado desde enfoques contrapuestos que van: desde el plano individual al social (ἔρως, ἄνοια, ὁμόνοια); desde la validación a la suspensión de estereotipos del género (el león cazador en Aphth. 21/el león cazado en Aphth. 7); y desde el cambio en la perspectiva en la evaluación cognitiva del resultado, ya sea que se destaque el error o la virtud de la acción retórica. Las “correlaciones agonales” entre las fábulas dejan en evidencia una selección programática de estos μῦθοι en la colección.
2. La incorporación de un relato que se contrapone agonalmente a otro es un rasgo propio de la enseñanza retórica griega en general (Penella 2011).22 La educación se centra en ofrecer puntos de vista contrarios sobre un tema, preferencia recognoscible en aquellos ejercicios que conforman dípticos: refutación y confirmación, encomio y vituperio. Tal tendencia agonística, llevada ahora al interior de la colección retórica de fábulas, tematiza la práctica retórica desde posiciones contrarias (individual/social; estereotipo/no estereotipo, error/virtud) sobre el valor útil del buen consejo y el efecto destructivo del engaño. El resultado es la articulación sincrética de tenor didáctico de una temática (persuadir con manipulación, “hacer-hacer”), una metodología (elementos contrarios) y su pragmática (los afectos-efectos de la persuasión en una comunidad), problematizados en el interior de un corpus retórico.
3. La confrontación agonística de fábulas en una colección retórica parece ser una estrategia de Aftonio como parte de su curricula y su programa escolar. Para el momento en que Aftonio escribe, las colecciones anónimas esópicas23 estaban prácticamente formadas tal como las conocemos hoy y es frecuente encontrar fábulas con enseñanzas contrarias según valores éticos, incluso, opuestos. Pero lo que allí parece efecto de la tendencia aglutinante y centrípeta, propia de la transmisión antológica anónima (y por ende no atribuible a la intención de un solo autor), en Aftonio resulta calculado e intencional como programa educativo tanto de contenido como de procedimiento. Así, experimenta las posibilidades de la fábula como relato autónomo hacia el interior de una serie con clave “didáctica” propia: en los tres casos vistos, el programa explora las variaciones de la “máxima” aristotélica sobre el alcance cognitivo de los afectos-efectos de la palabra retórica.
4. Las “correlaciones agonales” de las tres fábulas del corpus están atravesadas por una problemática común porque “incitan” una experiencia inducida en el joven rétor a partir de ficciones emotivas diversas y contrapuestas. Estas ficciones emotivas, aportadas por la lectura de μῦθοι adaptados y elegidos para la educación progimnasmática, imprimen en el joven un horizonte común de los afectos-efectos de la función retórica. Esos artificios literarios proveen modelos narrativos y afectivos para la organización estructural del pensamiento (Mestre 2016) compartida como integrantes de una comunidad retórica. A partir de estas ficciones, se anticipan los roles enunciativos de esos jóvenes en experiencias futuras de evaluación cognitiva frente a la persuasión, para que funcionen como memoria afectivo-narrativa al enfrentar la responsabilidad sobre la propia acción y ser partícipes de los agones de la vida cívica.