1. Introducción
Al estudiar los testimonios de sacerdotisas griegas antiguas de los que se tiene constancia en la región de Beocia (Grecia), destacan dos documentos epigráficos que fueron hallados en Tespias.2 Esta ciudad en el área beocia determinó, ya en época antigua, los rasgos cultuales de la zona: el hecho de ser la localidad más cercana al Helicón supuso que las Musas fueran las protagonistas del lugar; la fuerza simbólica y prodigiosa de este enclave provocó que se convirtiera en uno de los centros más visitados, como demuestran las inscripciones halladas.3 No obstante, Tespias acogió también el culto de Dioniso y debió de hacerlo no de manera aislada y puntual, pues es una de las ciudades beocias que presenta mayor número de epígrafes dionisíacos o relacionados con el dios.4 Además, las fuentes literarias mencionan algunos datos interesantes sobre este hecho: sabemos que en época de Pausanias había una imagen de Dioniso en Tespias;5 incluso algunos particulares tenían en sus casas imágenes del dios, como es el caso de un vecino de Creusis, puerto de Tespias, quien al parecer poseía una escultura de Dioniso de yeso y pintada.6 En general, no debe llamar la atención que esta divinidad cobrara notoriedad en la región de Beocia, el lugar mítico de su nacimiento.7
2. Flavia Arquela, la sacerdotisa beocia de la diosa Deméter
Si retomamos las dos inscripciones halladas en Tespias cuyas protagonistas son dos sacerdotisas beocias, debe destacarse que en ambos casos aparece la mención de las divinidades a las que sirven estas oficiantes y en los dos se trata de diosas, siguiendo así la norma que rige el sacerdocio por géneros;8 además, el contexto que se presenta en ambas inscripciones es dionisíaco. El primer documento es la dedicatoria IThesp. 379 (ed. 2007), fechada entre los años 69 y 96 d. C.:
Φλαουίαν Ἀρχέλαν τὴν
καὶ Τειμοξέναν, Λυσάν-
δρου καὶ Δορκύλου θυ-
γατέρα, ἱέρειαν διὰ βίου
Δήμητρος Ἀχέας, ἔκγο- 5
νον δὲ τῶν τὸν Διό-
νυσον ἀναθέντων,
Φλάουιος Μόνδων Φι-
λείνου υἱὸς τὴν ἑαυτοῦ
γυναῖκα. 10
A Flavia Arquela, la también llamada Timóxena, hija de Lisandro y ¿hermana? de Dórcilo, sacerdotisa vitalicia de Deméter Aquea, pariente de los que consagraron a Dioniso. Flavio Mondón, hijo de Filino, a su propia mujer.
La sacerdotisa Flavia Arquela dedicó su vida a servir a Deméter. La presencia de Dioniso se debe a la vinculación de la familia de la homenajeada con el dios, pues fue su seguidora en un pasado anterior a la inscripción. Este hecho revela que la consagración de un determinado dios o diosa no era un acto impuesto por la familia a la que se pertenecía, sino que debió de existir cierta libertad y cierto individualismo a la hora de decidir hacer votos y honrar a una determinada divinidad. La mención del cargo de sacerdotisa es clara, gracias al sustantivo ἱέρεια (se dice explícitamente y se conserva; no hay reconstrucción); y, además, dicho cargo fue vitalicio en honor de Deméter. Gracias a esta inscripción, parte del árbol genealógico se ha podido reconstruir. Parece que la mujer protagonista era griega (se llamaba Timóxena) y tomó el nombre romano de la gens a raíz de su casamiento. Sobre Dórcilo, según Jones, es un nombre femenino, por lo que él considera que la protagonista es hija de Lisandro (su padre) y Dórcilo (su madre),9 pero me inclino a pensar que era su hermano, pues existen otras inscripciones que confirman que este antropónimo era principalmente masculino en Beocia.10 Gracias a toda la información que ofrece la inscripción se ha podido reconstruir el stemma familiar:
La inscripción puede tomarse como un ejemplo que relaciona el culto de esta diosa y el de Dioniso, pero no garantiza en absoluto la vinculación de ambos. Tal y como transmite Pausanias, los beocios acogieron el culto de Deméter: cuenta que en su tiempo había un santuario dedicado a Deméter Eleusinia en Platea,11 otro de Deméter y Core con imágenes de las diosas en las inmediaciones del Asopo,12 y un tercero levantado en Tebas en honor de Deméter Tesmófora, que debió de ser importante para los beocios, porque en otro tiempo fue la casa de Cadmo y sus descendientes, en él podía contemplarse un busto de la diosa.13 También había otro templo de Deméter Micalesia, que miraba al mar de Micaleso, en la separación de Beocia y Eubea;14 en el centro de la ciudad de Antedón estaba el santuario de Deméter y de su hija (junto con) imágenes de mármol de ambas;15 y en la ciudad de Lebadea, cerca del oráculo de Trofonio, se encontraba el templo de Deméter Europe.16 Y no solo edificaciones a la diosa, también le fue consagrado un paraje natural en Beocia, el bosque sagrado de Deméter Cabiria y Core, al que podían adentrarse los iniciados en sus misterios.17 Los cultos de Dioniso y Deméter tuvieron cierta relación en la Antigüedad: la naturaleza popular y agreste de ambos se diferencia del ambiente aristocrático del resto de dioses olímpicos.18 Sus ámbitos de actuación, entre otros, se centran en la agricultura, el viñedo y el cereal, respectivamente;19 el ciclo de la vid, que se celebraba en algunos festivales dionisíacos, se asemeja al del trigo, conmemorado también en los ritos eleusinios de Deméter, y ambos ciclos se someten al lapso vida-muerte-vida.20 Es probable que esta asociación vinculara, además, entre otros motivos, los misterios báquicos con los eleusinios.21 En el Himno homérico ya encontramos una de las primeras manifestaciones que relaciona a Deméter con Dioniso;22 asimismo, Píndaro destaca la cercanía que mostraban los tebanos hacia estos dioses, pues parece relacionar las festividades de ambas divinidades celebradas en Tebas con el estruendo de los instrumentos musicales que había en ellas (el ruido, la algarabía y el descontrol eran propios del culto dionisíaco y estos tres aspectos también simbolizaban el momento en que Deméter buscaba incesantemente a su hija Perséfone).23 Está claro, por tanto, que los cultos de estas dos divinidades se desarrollaron en Beocia; parece, además, que la vinculación de ambos se manifestó en la región y la presente inscripción podría ser un ejemplo de ello.
3. Mnasipa, la sacerdotisa beocia de la diosa Isis
El siguiente testimonio, IThesp. 393 (ed. 2007), pertenece al siglo I de nuestra era:24
του ἱερατεύσ[ασαν Ἴ]-
σιδος καὶ ἀν[αθεῖσαν]
[- - - - - - - - - -].
La asamblea y el pueblo: a Mnasipa, (hija de ...), la que fue sacerdotisa de Isis y ofrendó a la ciudad para las fiestas de Dioniso (...).
Es una inscripción relevante porque menciona la participación de una sacerdotisa (casi con total seguridad) de Isis en una festividad de Dioniso25 -cargo que es señalado por medio del participio de aoristo, no del sustantivo-. No se puede hablar del árbol genealógico de la protagonista, porque no son nombrados más miembros de la familia en la inscripción: tan solo un emisor colectivo, la asamblea y el pueblo de Tespias, y la persona dedicada, una mujer llamada Mnasipa. La protagonista debió de ser una personalidad importante, probablemente por su cargo de sacerdotisa; además, en un pasado anterior a la dedicatoria ofrendó algo (que se desconoce) para el disfrute de toda la comunidad de tespieos en las fiestas de Dioniso; es decir, es posible que fuera una benefactora de la ciudad. Incluso, este hecho manifiesta que los oficiantes al servicio de determinados dioses y diosas no estaban peleados con las tareas que debían desempeñarse para otros dioses o diosas diferentes (Mnasipa, sacerdotisa de la diosa Isis, hizo una ofrenda en honor de Dioniso).
El contacto, la convivencia e, incluso, el sincretismo entre unos dioses egipcios y otros del panteón griego fueron hechos de los que la literatura, la epigrafía y la arqueología son testigos.26 La influencia de los puertos del Egeo intensificó el comercio en Grecia en el siglo III a. C., lo que repercutió también en la difusión y transmisión de ideologías y formas de pensamiento. Los cultos extranjeros son una de las grandes novedades del periodo helenístico y, particularmente en Beocia, en la ciudad de Tespias este motivo estuvo patente desde el siglo citado con la tríada compuesta por Serapis, Isis y Anubis.27 El culto de Isis en Beocia fue, desde su progresiva implantación, culto cívico oficial; es probable que llegara a esta región por Tespias y posiblemente se fuera afianzando con las iniciativas diplomáticas de los Ptolomeos.28 Se conoce, además, la presencia de egipcios en Tespias en el siglo III a. C., así como relaciones entre las diferentes poblaciones: un decreto de proxenía votado por los tespieos a favor de tres egipcios, uno alejandrino y dos de Canopo, da cuenta de ello;29 parece que se trata de los resultados de una votación en la que se habían decidido los embajadores egipcios en la ciudad beocia, aunque se desconoce el motivo. De la misma manera, probablemente se habrían enviado embajadas beocias a Egipto y los que volvieran a su ciudad natal llevarían consigo e instalarían una nueva deidad egipcia para rendirle culto, aunque las causas e influencias del establecimiento de este culto seguramente fueron múltiples. Hay testimonios que certifican la presencia de dioses egipcios en Beocia desde finales del siglo III a. C., pero en su mayoría ya son de época imperial:30 se conocen sacerdotisas de Isis y Serapis desde comienzos del siglo II a. C. hasta el III d. C.,31 dedicatorias a la tríada isíaca desde el II a. C.,32 santuarios públicos a divinidades griegas y egipcias,33 nombres teofóricos egipcios entre los tespieos34 e, incluso, parecidos entre un dios egipcio y una divinidad local.35 Por lo tanto, la buena integración de dioses extranjeros en Beocia, promovida seguramente por las transacciones comerciales y los contactos entre Egipto y Grecia (originada, a su vez, por la política de los Ptolomeos), se debió a que estas nuevas divinidades respondieron de una u otra manera a las necesidades específicas de la población beocia, y así se produjo la rápida y eficiente integración y cohesión.
4. Conclusiones
Está atestiguada en la región de Beocia una relevante y fuerte presencia del culto de Dioniso en la Antigüedad. Tespias es una de las ciudades beocias (junto con Orcómeno y Tebas) de la que se conservan mayor número de epígrafes dionisíacos (o relacionados con el dios), y es destacable que las dos únicas inscripciones existentes que mencionan sacerdotisas de diosas en contexto dionisíaco pertenezcan a esta ciudad, lo que apoya la hipótesis que declara que Tespias fue uno de los centros más cosmopolitas de toda Beocia (y probablemente de gran parte de Grecia).
No es significativo, por otra parte, contar con dos testimonios beocios que presentan sacerdotisas de diosas, pues es lo esperable cuando el criterio de género parece constituir la norma de los y las representantes de las divinidades en el ámbito religioso. Sin embargo, este hecho no fue definitorio en Beocia (ni en otras muchas partes de Grecia) porque abundantes casos de inscripciones nombran sacerdotisas de dioses masculinos. Sí es significativo que, aunque se conocen ciertas normas prohibitivas para adquirir el cargo de sacerdotisa, no parece que fuera un impedimento ser oficiante de una divinidad diferente de la que había sido honrada por familiares, ni tampoco participar en el culto de un dios que no se correspondiera con el que se consagraba en el sacerdocio. Si se pone el foco en Dioniso en las dos inscripciones protagonistas, en el primer caso (Flavia Arquela, sacerdotisa vitalicia de Deméter Aquea), la mención del dios se debe a la vinculación de la familia de la homenajeada con Dioniso, pues los parientes de la sacerdotisa fueron seguidores de este en un pasado anterior a la realización del epígrafe. Ello expresa que el hecho de que una familia consagrara a un dios o diosa no significaba que todos sus miembros se vieran obligados a honrar al mismo -o, al menos, no parece que fuera una cuestión relevante cuando las dos divinidades implicadas compartían facetas y eran afines y cercanas-. En el segundo caso (Mnasipa, sacerdotisa de Isis), en un pasado anterior a la realización de la dedicatoria ofrendó algo (que se desconoce) para el disfrute de toda la comunidad de tespieos en las fiestas de Dioniso; es decir, es posible que fuera una benefactora de la ciudad. Este dato manifiesta que no estaba reñido ser el/la oficiante al servicio de un determinado dios/diosa con desempeñar las tareas rituales para otros dioses o diosas diferentes.
Asimismo, los dos testimonios beocios asocian a la sacerdotisa de Deméter, por un lado, y a la de Isis, por otro, con aspectos dionisíacos: en el primer caso, los ámbitos de actuación y los cultos de Deméter y de Dioniso eran parecidos y presentaban coincidencias, con lo cual era perfectamente posible desde el punto de vista religioso la existencia de ambos en una misma familia. Sobre el segundo caso, debe destacarse el profuso seguimiento de la tríada Serapis, Isis y Anubis que se produjo en Tespias y Queronea a partir del siglo II a. C., llegando incluso a instalarse el de Isis como culto oficial en Tespias y el de Serapis en Queronea, por lo que la convivencia entre los fieles de Isis y los de Dioniso habría sido un hecho habitual. En resumen, estos dos testimonios confirman la coexistencia de cultos de diferentes divinidades en regiones y poblaciones griegas. Además, la inscripción de la sacerdotisa Flavia Arquela da cuenta de la romanización de la zona, aunque el distintivo religioso griego se conservó siempre; en la de Mnasipa, por su parte, se observa la adopción de cultos orientales, lo que denota, como señalábamos al principio, el cosmopolitismo de Tespias, ciudad abierta a la variedad ideológica y de pensamiento, que acogía a ciudadanos no tespieos.
Por último, queda apuntar a la faceta de Dioniso como divinidad aglutinante, capaz de interrelacionar cultos diferentes. Del mismo modo, debe destacarse la versatilidad dionisíaca: la relación del dios con mujeres (tanto las diosas como las oficiantes) y, en el caso de las diosas, muestra relaciones ambivalentes: con Deméter, una diosa popular, de fuerte raigambre helena, y con Isis, una diosa extranjera, aunque acogida por los griegos (dos divinidades femeninas, a su vez, asociadas entre sí).