A partir de este epígrafe podemos comprender que el presente libro centra su estudio en los procesos y experiencias de la vinculación comunitaria como uno de los ejes centrales que define al campo de la formación de profesionales indígenas; resulta un aporte que permite realizar un importante y necesario balance del desarrollo e institucionalización que la vinculación comunitaria ha tenido en las últimas décadas en México, ya que ha impactado directamente en los contextos locales, estatales y regionales, por lo que se requiere documentar y reconocer sus avances a partir de giros conceptuales, traducidos en experiencias de formación, como lo implica la propia definición de “vinculación comunitaria”.
Es importante considerar el marco de referencia histórico que ha configurado al campo de la Formación de Profesionales Indígenas en México y su impacto en el ámbito de la educación superior, políticas cuya emergencia es producto de antecedentes y demandas sociales de los propios pueblos indígenas. Pues recordemos que, en la insurgencia del levantamiento zapatista como movimiento étnico-político en 1994, para el año 2000 se establecieron políticas educativas al crear instancias del gobierno federal, como la Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe (CGEIB), la cual ha sido la encargada de establecer los lineamientos de educación superior intercultural a través de figuras institucionales como las universidades interculturales.
Más allá del presente que documenta este libro, se requiere comprender el trayecto de la escolarización de los pueblos indígenas en nuestro país, que ha tenido una larga historia de más de setenta años, de inclusión y lucha por “ganar la escuela”. El primer momento se enmarca por su inclusión como “promotores culturales” por el Instituto Nacional Indigenista en 1948, en donde los propios indígenas “castellanizados” cumplían la función de “integrarlos” al desarrollo a través de la alfabetización. De ahí el largo tránsito para adquirir en la década de los años setenta la designación de “maestros bilingües”, hecho que gestó un proceso definido por diversas rutas de escolarización, que buscó como gremio el reconocimiento a partir de la profesionalización de su trabajo docente; lo que posibilitó una incorporación creciente de docentes indígenas, los cuales recibían programas de capacitación y formación a través de instancias de la propia Secretaría de Educación Pública. Tuvieron que transcurrir treinta años, de 1948 como promotores culturales a 1978, para ser reconocidos como “docentes indígenas”, al crearse la Dirección General de Educación Indígena (DGEI); ya en 1982, y posteriormente en 1990, se establecieron programas de licenciatura coordinados por las instancias institucionales de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), para la formación profesional de los docentes indígenas.
De manera paralela, además de la formación en el magisterio, se desarrollaban diversas vías de escolarización y profesionalización de los jóvenes indígenas, pero en estos procesos no existía una intervención directa ni mediada por los intereses de sus propias comunidades, pueblos y regiones. En la escena actual, como condensación de los últimos veinte años de políticas educativas hacia la población indígena, rural y afro/mexicana, se han desarrollado programas de distintas instancias federales y estatales. Por tanto, se requiere de un balance, un estado de los avances en la oferta educativa y de las condiciones de profesionalización en contextos de diversidad étnica y lingüística, objeto y aporte que nos brinda el presente libro al dar cuenta en el presente, de la condensación de este largo trayecto y de sus configuraciones contemporáneas.
Por lo que se asume el reto, no sólo de plantear una dimensión siempre en tensión, desde las propias genealogías que nombran a la práctica educativa para pueblos indígenas, sino de exponer el carácter y los fines de esta educación, su pertinencia y engranes políticos y sociales, ya sea para su integración al desarrollo (indigenismos), para su interculturalización (funcional o crítica) o, bien para el debate contemporáneo que señalan autores y coordinadores de este libro: el carácter y la definición de los sentidos de “la vinculación comunitaria”. De ahí que, desde el excelente prólogo a cargo de Erica González Apodaca, se muestra la relevancia y la coherencia de este libro, señalando los retos que implica comprender y documentar las experiencias de vinculación escuela-comunidad, en cuanto a su polisemia, y la necesaria ubicación contextual de sus trayectorias, prácticas y alcances. La autora, opta por iniciar con la recuperación de los aportes del campo disciplinario de la antropología en México, en donde las discusiones frente a esta perspectiva han sido relevantes en la propia configuración del pensamiento antropológico.
En el capítulo introductorio, Bruno Baronnet, bajo el sugerente título: “Estudiar vinculándose con la comunidad originaria”, establece las líneas de reflexión, reconociendo la complejidad y la diversidad del universo de experiencias que configuran al campo de la formación profesional indígena en México, argumentando los referentes que les condujeron a considerar nueve casos en cuanto a la gestación y el desarrollo de programas y prácticas en donde se explicitara la vinculación comunitaria como eje decisivo de su intervención en Educación Superior. El autor considera tres núcleos, las experiencias propiamente de las Universidades Interculturales, reguladas desde 2002-2004 por la Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe (CGEIB, SEP), y también dos bloques más de instituciones y sus experiencias, tanto aquellas que responden a la intervención de Organizaciones no gubernamentales (ONG), otras más que se acercaron a reconocer experiencias con IES formadoras de docentes, y por otra parte los retos de proyectos que han tenido dificultades en su continuidad, pero que han sido experiencias probadas en el trabajo efectivo de la vinculación comunitaria. En consecuencia, el libro se encuentra estructurado en cuatro apartados. En el primero se realiza un “Estado de la cuestión. Vinculación y Educación Superior Intercultural”; en el segundo: “Vinculándose desde las Universidades Interculturales en México”; como tercer apartado: “Experiencias en la formación de profesionales de la educación”; y el cuarto: “Buscando alternativas de formación profesional e intercultural”. Al cierre, Bruno Baronnet brinda el apartado en torno a “Aportes de los lazos de vinculación comunitaria a la Educación Superior”. Brindamos a continuación un breve recorrido por estos cuatro apartados y, los once capítulos que conforman el aporte medular de este libro.
El apartado I da apertura al capítulo 1, titulado Vinculaciones comunitarias en instituciones de educación superior con enfoque intercultural. Fines, medios y límites, trabajo de Angélica Rojas. En este capítulo se brinda una revisión bibliográfica sobre IES, desde las instituciones con enfoque intercultural, analizando a la vinculación comunitaria constituida en tanto un eje transversal específico, junto con la lengua y la cultura, como una función sustantiva para ofrecer soluciones a los problemas y necesidades locales y regionales y a sus procesos de gestión e innovación. La vinculación comunitaria en las Instituciones de Educación Superior (IES), como lo señala la autora, tiene un enfoque intercultural variado y cuenta con tres perspectivas de estudio: la pedagógica, la extensionista y la co-participativa. En estas prácticas, los procesos de interculturalismo y comunalismo se encuentran en acciones específicas y complejas, donde se privilegia la visibilización de los problemas y las necesidades comunitarias, al enfatizar procesos identitarios a partir de las condiciones institucionales. Al cierre, enfoca el tema sobre el comunalismo y el interculturalismo como procesos con una dimensión política, no sólo pedagógica y/o social, ambos referidos a marcos sociales más amplios y complejos. Bajo esta premisa cabría preguntarse si se pretende formar a gestores productivos (tanto en lo material como en lo cultural) y/o nuevos cuadros políticos de movimientos sociales que pugnen por interpelar las desigualdades sociales.
El capítulo 2, La vinculación escuela-comunidad y relaciones comunitarias y familiares de los estudiantes y egresados de la educación superior intercultural en México, de Flor Marina Bermúdez Urbina, presenta una investigación que explora la vinculación escuela-comunidad y las relaciones comunitarias y familiares de los estudiantes egresados de la institución de Educación Superior Intercultural (ESI) en México, en un periodo de 13 años (2002-2015). Revela la complejidad de las experiencias de vinculación en los contextos locales, experimentadas por los estudiantes y egresados de la esi. Como sello distintivo, la Educación Superior Intercultural puede partir de los ideales, requerimientos y necesidades de los grupos indígenas, dejando de verse a los pueblos originarios como un objeto de estudio, convirtiéndose en sujetos de derechos y actores centrales de los procesos educativos que ocurren en las instituciones, lo que implica ser agentes activos en el intercambio de saberes en práctica. En conclusión, la autora señala que el sistema de educación superior tiende a invisibilizar estas diferencias, pero paradójicamente al plantear procesos de selección bajo criterios inadecuados, resultan ser los primeros filtros de exclusión, negándose desde su normativa y sus prácticas institucionales a promover procesos de selección diferenciados, a implementar metodologías que apoyen a los estudiantes.
El apartado II contiene el capítulo 3, La vinculación comunitaria en el tránsito hacia sociedades sustentables. El caso de la Universidad Veracruzana Intercultural, cuyo autor es Gerardo Alatorre Frenk. Expone a la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) y su enfoque de trabajo, se presenta como un proyecto que pretende fortalecer las capacidades de las comunidades para responder a problemas relacionados con el manejo de los recursos naturales, la producción, los derechos ciudadanos y el bienestar social. Ante las condiciones curriculares de la UVI, se diseña una Licenciatura en Gestión Intercultural para el Desarrollo (LGID), con cinco orientaciones y, al mismo tiempo se impulsa una propuesta de “investigación vinculada”, la cual es concebida como la columna vertebral para su desarrollo curricular. El enfoque y la investigación vinculada, a través de los proyectos de los estudiantes a lo largo de su formación, tienen el fin de poner en diálogo los distintos saberes: a) los que se están generando en la esfera de la producción científica; b) los que se derivan del acervo ancestral de conocimientos de las culturas autóctonas; c) los que surgen de manera empírica en la acción cotidiana de los actores sociales y d) los que se construyen en el intercambio planetario de informaciones y visiones. El autor realiza un recorrido a través de distintas experiencias, reconociendo aportes y dificultades en el desarrollo de propuestas de vinculación comunitaria en la UVI; enfatiza la creación, desde 2015, de la Maestría en Educación para la Interculturalidad y la Sustentabilidad (MEIS) como un proyecto que, si bien, se deriva de las experiencias en la UVI, por lo que platea un proyecto académico que en su conjunto posibilite, la creación de un posgrado en interculturalidad y sustentabilidad, para potenciar la profesionalización de estos jóvenes, lo que redunda en un fortalecimiento de las comunidades y sus regiones de procedencia.
El capítulo 4, La vinculación universitaria intercultural en la Sierra Norte de Puebla. Experiencias con una generación de la Licenciatura en Lengua y Cultura, cuyo autor es Sergio E. Hernández, presenta la vinculación comunitaria y la gestión (inter)cultural en la historia de la Universidad Intercultural del Estado de Puebla (UIEP), el autor realiza una contextualización de la Sierra Norte de Puebla con estudiantes hablantes de náhuatl y tutunakú, comprende la gestión (inter)cultural como un proceso reflexivo, que focaliza las prácticas culturales comunitarias con la finalidad de propiciar el empoderamiento y la autonomía por parte de actores sociales. En ese sentido, la vinculación comunitaria se plantea desde la educación popular, buscando la escucha y el análisis de las realidades situadas. El autor aterriza la vinculación comunitaria en el caso de los estudiantes de la Licenciatura en Lengua y Cultura, generación 2010-2014, de la UIEP, quienes fortalecen la identidad como pueblos indígenas elaborando y ejecutando proyectos educativos y culturales, involucrando a diferentes actores universitarios y comunitarios para que sean partícipes. Algunas de sus conclusiones resaltan la existencia de proyectos extractivistas que generan diversas problemáticas en la Sierra Norte de Puebla, por lo que resulta crucial avanzar en la construcción de universidades interculturales que no dependan de los intereses de los gobiernos estatales, y que como requisito, que los programas se vinculen con las necesidades y demandas de los pueblos.
El capítulo 5, La comunidad en el curriculum de la Universidad Autónoma Indígena de México, hoy Universidad Autónoma Intercultural de Sinaloa, de Ernesto Guerra y María Eugenia Meza, aborda la intención de la vinculación con las comunidades que siempre ha estado presente en el currículo de la Universidad Autónoma Indígena de México (UAIM), hoy Universidad Autónoma Intercultural de Sinaloa (UAIS), promoviendo la vinculación comunitaria en las universidades interculturales en conjunto con la CGEIB, para ir más allá del extensionismo, es decir, de la escuela al campo, con una concepción de vinculación comunitaria diferente que busca establecer “una relación recíproca entre la universidad y la comunidad”, como un todo inseparable, a diferencia de otros modelos de Universidades Interculturales. Las comunidades locales del pueblo yoreme, con las que trabaja la UAIS, han demandado la construcción del proyecto universitario a partir de sus propias necesidades comunitarias, para poder lograr una interculturalidad efectiva. Los autores, señalan ciertos referentes y reconocen la polisemia existente en las definiciones sobre comunidad, opción importante frente a las actuales políticas económicas dominantes. La UAIS para los titulares académicos (figura institucional de estudiantes) yoreme mayo, no ha sido precisamente la primera opción, debido a los aspectos de índole intra-cultural y a la fuerte discriminación étnica y social en la región. En este sentido advierten, tanto logros como dificultades.
El apartado III, contiene el capítulo 6, La Vinculación Comunitaria en la formación de profesores Indígenas en la UPN Morelos, de Ruth Belinda Bustos quien presenta las experiencias de vinculación en la formación inicial de docentes nahuas en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) Unidad 171, en Cuernavaca, Morelos. La autora describe la situación de la educación indígena en este estado, la cual se brinda centralmente en educación monolingüe en español en las comunidades indígenas, lo que provocan el desplazamiento lingüístico del náhuatl. En cuanto a escolaridad, en algunas comunidades se cuenta sólo con educación inicial, preescolar, o bien, existe la primaria o el preescolar, pero no los otros niveles educativos. Por tanto, la primera y única institución de educación superior que desde los años noventa, ofrece la atención a los docentes indígenas, a través las licenciaturas en Educación Preescolar y en Educación Primaria para el Medio Indígena (LEP y LEPMI), es la UPN. Se esbozan ciertos antecedentes sobre la formación de docentes para el medio indígena, para de ahí contextuar en el presente de las licenciaturas ya mencionadas, formulando para ello la pregunta ¿Es posible el enfoque intercultural bilingüe en la escolarización universitaria? Debido a la situación de que el plan de estudios continuamente se ve rebasado por las problemáticas que viven los estudiantes, como la temática del uso y el desuso del náhuatl. El estigma de ser indígena se agudiza con la identidad y vinculación comunitaria que viven los alumnos durante su formación, lo que los hace reconstituir su identidad, a partir de la reflexión sobre sus propias historias de vida y desencuentros que se viven durante el transcurso de la carrera. En conclusión, el nivel de educación superior en México tiene como reto, por un lado, ofertar estudios con un currículo pertinente a las características y necesidades de los jóvenes indígenas y, por otro lado, pensar cómo “interculturalizar” a la propia universidad como institución.
En el capítulo 7, La construcción de un trayecto formativo intercultural y la vinculación comunitaria en la Mixteca: algunas reflexiones desde la Escuela Normal Rural Vanguardia de Tamazulapam, Oaxaca, Velia Torres reflexiona en torno al desarrollo de procesos de vinculación comunitaria en Escuelas Normales como campo de investigación. Aborda la temática de la formación docente intercultural a partir de los estudios realizados en los últimos 20 años. A partir de este análisis referencial, describe su experiencia al desarrollar la propuesta: “La educación en contextos de diversidad cultural” en la Normal de Tamazulapam, Oaxaca; a partir de reconstruir el trabajo realizado en el taller: “Antropología educativa, interculturalidad y comunalidad”. En el último apartado examina el trayecto que la configuración y formas de intervención de los colectivos pedagógicos de docentes esta escuela Normal. La autora concluye con una serie de interrogantes, referidas a las experiencias descritas a lo largo del texto, para problematizar el tema de la interculturalización del curriculum en escuelas normales, reconociendo el proyecto político pedagógico que han desarrollado y sostenido los colectivos de docentes en esta escuela normal y, plantea la necesidad de una mirada crítica sobre las experiencias que marcan a la propia historia del normalismo en su vínculo comunitario y el reconocimiento de la complejidad contemporánea, a partir de la actuación social de los propios sujetos involucrados.
En el capítulo 8, La experiencia de vinculación comunitaria en La Unidad de Estudios Superiores de Alotepec Mixe, Oaxaca, Carlos L. Maldonado expone los orígenes de una concepción crítica e innovadora de la vinculación comunitaria y su desarrollo con jóvenes indígenas de la Licenciatura en Educación Media Superior Comunitaria (LEMSC), en la Unidad de Estudios Superiores de Alotepec (UESA) que pertenece al Colegio Superior para la Educación Integral Intercultural de Oaxaca (CSEIIO); en la Sierra Mixe. El autor realiza un minucioso estudio de los soportes y trayectos de configuración de la propuesta original de la LEMSC, para ello parte de la comprensión de la comunalidad, reconociendo su valor como sustento de la educación comunitaria oaxaqueña, y como referente fundamental de las bases filosóficas y epistemológicas que sustentaban a la LEMSC. A partir de estas reflexiones centra su exposición en dos premisas básicas que orientan su trabajo de la vinculación comunitaria, señalando que: “primero, la vinculación comunitaria no consiste en participar en los actos cívicos, deportivos, culturales y religiosos que se organizan en la comunidad; segundo, la vinculación comunitaria estriba en el análisis de tres aspectos básicos: 1) la investigación como método pedagógico; 2) la articulación de conocimientos, y 3) el uso de la lengua en el proceso educativo y cotidiano. De esta manera, ubica a la comprensión epistémica de la vinculación comunitaria para la UESA-LEMS, ya que tiene como característica central el ser formulada como proyectos étnicos con base social y comunitaria, donde se retoma a la investigación en este proyecto educativo comunitario como método pedagógico y como eje transversal de enseñanza y aprendizaje. Al cierre el autor señala las condiciones actuales y las transformaciones del sentido y el significado de lo comunitario en el currículo formal de la LEMSC, ya que se modificaron drásticamente con la cancelación de la primera propuesta curricular de la LEMSC, el CSEIIO, la cual había sido probada por su experiencia en procesos de vinculación comunitaria crítica, la cual actualmente se ve reducida, advirtiendo que corre el riesgo de ser situada en una concepción equivocada y perjudicial del desarrollo político, social y económico.
El apartado IV comienza con el capítulo 9, La vinculación comunitaria en la unisur: un análisis crítico-histórico, colaboran Alfredo Méndez Bahena y Alejandro Díaz Bueno, quienes describen su experiencia en la gestación y proceso de desarrollo de la Universidad de los Pueblos del Sur (Unisur). Espacio educativo que, desde un principio, se configuró como un modelo de interculturalidad crítica, a partir de la idea era que la universidad tuviera una vinculación orgánica con las comunidades para garantizar que se mantuviera a su servicio, respondiendo a sus propias cosmovisiones y necesidades en los territorios nahuas, tlapanecos, amuzgos y afrodescendientes de la Montaña y la Costa Chica de Guerrero. La vinculación comunitaria en la propuesta pedagógica fue uno de los pilares desde su inicio, ya que el equipo académico tenía claridad en cuanto a que el estudiante no debía desvincularse de su comunidad en el proceso de formación, proceso que debería girar en torno a los problemas propios de su contexto. Describen puntualmente las formas en que se expresaba la vinculación comunitaria en la propuesta pedagógico-didáctica, la cual se compone de dos grandes rubros: el primero, es el sistema modular, donde los estudiantes van aprendiendo a partir de discutir e investigar problematizando su realidad; el segundo es la propuesta de investigación y el aval comunitario, donde el estudiante convierte su planteamiento en tema para constituirlo en un problema de investigación, hasta llegar a que el problema de investigación se formalice como proyecto, bajo el reconocimiento comunal. Lo comunitario en la práctica académica, se denomina el tercer eje de reflexión, con lo que se quiere analizar el quehacer de la institución en su práctica cotidiana y a las nuevas soluciones propuestas, para hacer esto posible, las guías didácticas procuraban diversificar las fuentes de información y generar un papel más protagónico para los estudiantes, se buscaba que el sujeto pedagógico potencialice las habilidades de construir conocimiento, actuando desde el reconocimiento y posicionamiento de su realidad histórico-social, convirtiéndose en un alumno-investigador. Como parte de sus conclusiones, extraen episodios de la última etapa de su participación en la Unisur (2014), las cuales lamentablemente se han caracterizado por representar un nuevo ciclo del indigenismo que se evidencia en los preceptos educativos que se sustentan en una escasa participación de los propios pueblos indígenas, hecho totalmente contrario a la idea de una vinculación comunitaria crítica.
Referente al capítulo 10, La vinculación comunitaria como propuesta de formación social en el Cesder-Chiapas, los autores Sergio I. Navarro y Antonio Saldívar estudian la experiencia del Centro de Formación Ambiental Moxviquil A.C., a través de las prácticas de vinculación comunitaria en la Licenciatura en Planeación del Desarrollo Rural en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Se plantea el reto de generar capacidades humanas para que los estudiantes reivindiquen su identidad y construyan posibilidades de reinsertarse en sus comunidades, esta perspectiva se basa en la colaboración activa con el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural (Cesder-Puebla), cuya propuesta educativa con jóvenes indígenas y campesinos, bajo las perspectivas críticas de la vinculación comunitaria, en la construcción de espacios de aprendizaje y transformación social, ha sido relevante y probada en varias décadas de trabajo. Los autores reconocen que actualmente en las IES se ha trasformado el quehacer educativo, por lo que es posible impulsar una concepción de vinculación comunitaria, como una acción que busca establecer relaciones de colaboración auténtica, para generar situaciones de aprendizaje y, al mismo tiempo, contribuir a mejorar las condiciones de vida de las comunidades, como una forma de construir conocimientos puestos en acción. A partir de reconocer la experiencia generada de los propios estudiantes para partir de su práctica y después repensar a la teoría, esto hace que los estudiantes comiencen a tejer vínculos con su comunidad a partir de la recuperación de su historia, de su identidad, permitiéndoles comenzar a vislumbrar y revalorar sus saberes y prácticas locales. De ahí que su propuesta educativa se centra en la idea de construir “comunidades de aprendizaje”, con el fin de generar una formación y educación para la vida, una educación que busca construir futuros posibles donde los estudiantes participen activamente como agentes de transformación de su propia vida, de su familia y de su comunidad.
Finalmente, el capítulo 11, Alternativas de formación de jóvenes indígenas frente a la educación superior, de Efrén Orozco López, desarrolla un análisis argumentativo que busca comprender por una parte al modelo de competencias educativas y laborales gestado desde la década de los años 80, consolidándose en los 90, cobrando mayor auge y sustento plenamente a principios del presente siglo. Postura impulsada por diversas agencias internacionales, como parte de las políticas de carácter neoliberal, cuestionando el papel formativo de normalización de procesos que individualizan a los sujetos en procesos de formación profesional y los nexos entre éstos y el sector privado-empresarial. Por otra, parte, y de manera paralela, el autor analiza a este modelo, aplicado en el terreno de la educación intercultural, en su definición por competencias, y los sentidos, también naturalizados, de respeto y tolerancia que, al encontrase descontextualizados, sin referentes histórico-políticos profundos, conlleva a una aceptación de la desigualdad y la diferenciación racial. Frente a este análisis estructural del contexto, el autor presenta una experiencia directa de participación investigativa con la Organización Sociedad Civil “Las Abejas”, donde su modelo educativo se fundamenta en la palabra, la vida de los antepasados y la salud autonómica, y esto ha significado la apuesta por una forma de vida que plantea la búsqueda de la paz con justicia y dignidad, quizá esto representa uno de los mayores temores del gobierno, ver a un pueblo que pueda organizarse y gobernarse sin lucrar por ello. En consecuencia, el autor concluye al reflexionar sobre las instancias que regulan a la educación superior, invitando a la comprensión de los esfuerzos de superación que los jóvenes realizan para formarse en beneficio propio y de sus comunidades, por lo que buscan construir diálogo crítico, socio-histórico para formas de interculturalidad que sea capaz de comprender otras formas de hacer, de formarse y de ejercer una profesión.
En la conclusión, Aportes de los lazos de vinculación comunitaria a la Educación Superior, Bruno Baronnet a manera de colofón indica la relevancia del proceso de vinculación de los jóvenes estudiantes con los contextos y organizaciones locales, comprometiendo los etno/territorios y a sus organizaciones, ya que no solamente brindan nuevos sentidos a los procesos de formación profesional y a sus currículos, sino posibilitan nuevos sentidos políticos, sociales y culturales a su propia formación en las IES. Reconoce que esto no escapa de procesos que implican tensiones, conflictos, negociaciones y alianzas, los cuales definen las relaciones que tejen los jóvenes universitarios, ya sea como estudiantes y/o profesionistas en vinculación comunitaria con las necesidades de sus comunidades, pueblos, regiones y contextos. Señala las diferencias con experiencias homólogas en el contexto latinoamericano, quienes, a diferencia de México, logran espacios de proyección comunitaria y de sus organizaciones. Concluye con una idea central:
La expansión, la legitimidad y el porvenir de las experiencias de vinculación entre universidades, comunidades y organizaciones dependen en buena medida de todas nuestras modestas capacidades para contrarrestar a pequeña escala los efectos de las injusticias y el racismo estructural que compenetra la sociedad. Los lazos de vinculación ofrecen a la educación superior la oportunidad de incluir en el proceso de aprendizaje las aportaciones de diversos sujetos comunitarios que han sido históricamente excluidos por la escuela. Vincularse con la comunidad significa dignificar a la universidad.