Introducción
Este artículo presenta los principales resultados de una tesis de doctorado1 sobre la incidencia de las condiciones de escolarización en la construcción de las trayectorias escolares. Específicamente, el objeto de estudio fueron las trayectorias escolares de estudiantes de escuelas de reingreso de la Ciudad de Buenos Aires.2 La decisión de ofrecer una visión panorámica de la tesis en esta oportunidad, si bien podría ir en detrimento de la profundización de los diversos análisis (los cuales serán abordados en futuras publicaciones), permite exponer los hallazgos más sustantivos de cada componente, así como entablar nuevas relaciones entre los resultados.3
El artículo consta de una breve presentación de la perspectiva conceptual de las trayectorias escolares construida en la tesis, la definición del problema abordado y la presentación del análisis del material empírico. Corresponde aclarar que la reconstrucción de trayectorias escolares implica un doble abordaje: el procesamiento de estadística poblacional y educativa para conocer las tendencias en los tránsitos por el sistema educativo formal, y el análisis de los recorridos por la escolaridad de un grupo de estudiantes que asiste a escuelas de reingreso. Hacia el final se ponen en consideración algunas reflexiones sobre los rasgos de las trayectorias escolares y se abren discusiones sobre las políticas destinadas a garantizar el derecho a la educación de todos/as los adolescentes y jóvenes.
Planteamiento del problema y presentación de la conceptualización y el diseño de investigación de la tesis
La extensión de la obligatoriedad de la educación secundaria en Argentina (Ley No 26.206/2006) hizo visibles las dificultades que presenta el nivel para incluir (esto es, incorporar, retener y asegurar aprendizajes relevantes) a todos los adolescentes y jóvenes. Centrar la mirada en las trayectorias escolares permite una aproximación a los modos en que adolescentes y jóvenes efectivamente transitan por el sistema educativo a lo largo del tiempo.
Desde la perspectiva conceptual construida en la tesis, las trayectorias se definen como el entramado que vincula lo estructural, lo institucional y lo individual, aunque en este estudio, el énfasis está puesto en los efectos concretos y específicos que tiene el pasaje por una u otra institución educativa en la construcción de las trayectorias escolares. Como se focaliza en el nivel secundario,4 adquiere especial relevancia la consideración de las condiciones de escolarización.
El postulado central es que las condiciones de escolarización de la escuela secundaria estándar (una serie de arreglos comprendidos en la "matriz organizacional tradicional" y el "régimen académico", que regula los cursos de los estudiantes) imponen dificultades específicas en los tránsitos por el nivel. A continuación se amplían ambas conceptualizaciones:
Las disposiciones básicas de la matriz organizacional -la clasificación del currículo, con la consecuente designación de los profesores por especialidad y la organización del trabajo docente por horas de clase- conforman un "trípode de hierro" difícil de modificar, que está en la base de buena parte de las críticas al nivel (Terigi, 2008a). La organización del currículo en unidades cerradas (las asignaturas) responde a la división del conocimiento de finales del siglo XIX, y guarda una fuerte correspondencia con la formación de los profesores en especialidades claramente delimitadas. El tercer rasgo constitutivo del nivel medio es el de la organización del trabajo de los profesores por tiempos pagados en función de la carga horaria de los planes de estudio. Esto implica la acumulación de horas para el profesor/a, la fragmentación de su trabajo en numerosas escuelas y grupos-clase, y la falta de tiempo extraclase pagado para dedicar a otras tareas institucionales (Terigi, 2008a). Estas condiciones impiden un trato más personalizado con los alumnos y tienen directa incidencia en la invisibilidad en la que quedan sumidos los estudiantes.
Se entiende por régimen académico (Camillioni, 1991) el conjunto de regulaciones sobre la organización de las actividades de los alumnos y sobre las exigencias a las que éstos deben responder. Existe consenso sobre la disrupción que provoca el ingreso al nivel secundario en la experiencia escolar (Gimeno Sacristán, 1997). Desde la perspectiva de los adolescentes, "se trata de los cambios ligados al logro de mayores niveles de autonomía y también a otros vinculados con la organización del trabajo escolar, con los niveles de exigencia y con la inserción en un nuevo ámbito y en una nueva cultura institucional" (Rossano, 2006: 301). Asimismo, se enfatiza en la ausencia de un referente claro que los acompañe en la adaptación a estos cambios.
Investigaciones recientes (Baquero et al., 2009; 2012) visibilizan cómo el carácter elusivo del régimen académico, la falta de explicitación de sus diversos componentes, y más aún, la ausencia de instancias de trabajo sobre estas regulaciones, afectan el tránsito de las y los adolescentes y jóvenes por la escolaridad.
Entre los componentes del régimen académico que obstaculizan las trayectorias escolares de los estudiantes aparece con claridad el régimen de promoción por "año escolar completo", un aspecto del régimen ligado con la repetición, debido a la imposibilidad normativa de obtener acreditación parcial del año escolar.5 En suma, las condiciones de escolarización han funcionado históricamente como límite para la expansión de la escuela secundaria y se constituyen en obstáculo para la pretendida universalización.
En este contexto, se indagó en una experiencia con algunas variaciones en la matriz organizacional y en el régimen académico para considerar en qué medida otras condiciones producen cambios en las trayectorias escolares de los estudiantes, y más ampliamente, otra experiencia escolar. Se trata de las escuelas de reingreso (en adelante, EdR) de la Ciudad de Buenos Aires, las cuales fueron creadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en el marco del programa Deserción Cero en el año 2004. Este programa tuvo por objetivo alcanzar la meta de la obligatoriedad del nivel secundario declarada por ley, en la Ciudad Autónoma, en el año 2002 (Ley N° 898, GCBA).6
Las EdR están orientadas a jóvenes y adolescentes que por diversos motivos han tenido dificultades o han debido interrumpir su escolaridad secundaria. Su oferta se propone garantizar el reingreso, la permanencia y el egreso de la población entre 16 y 20 años que tuvo alguna presencia en el nivel secundario, pero que no asistía a la escuela desde hacía por lo menos dos años, y no encontraba una oferta educativa adecuada a sus necesidades (Decreto N° 408/04, GCBA).
Las EdR constituyen una propuesta alternativa para la realización del nivel secundario y el ensayo de una nueva propuesta organizacional y pedagógica que busca adecuarse a las necesidades de una población que reingresa al sistema educativo. Entre las principales diferencias de estas escuelas respecto de las regulares están las siguientes:
Proponen itinerarios flexibles para el cursado de las materias respetando las condiciones particulares de los alumnos, es decir, se confeccionan trayectos individuales para cada estudiante en función de sus recorridos previos y sus posibilidades (esto permite compatibilizar el cursado con sus condiciones vitales y sus actividades laborales). En concordancia, la promoción se realiza por unidades curriculares (y no por año escolar completo) y la asistencia se contabiliza por materias.
Se constituyen en un nuevo tipo de instituciones de nivel medio, y para ello se prevé la designación de un directivo a cargo, equipo docente y personal auxiliar. Se establece la designación de profesores por cargo, con tiempos pagados para actividades académicas complementarias a las clases. También se prevé la creación del cargo de asesor pedagógico, quien se encarga de confeccionar los trayectos personalizados de los alumnos en cada ciclo lectivo. Incluyen tutorías y clases de apoyo destinadas a orientar y acompañar a los estudiantes en su trayectoria escolar, y para sostener el cursado y la aprobación de las asignaturas.
Otorgan un título equivalente a otras ofertas de educación secundaria de la Ciudad: bachiller o perito mercantil.
Actualmente existen ocho escuelas de reingreso en toda la Ciudad, con una matrícula estimada de 1 mil 700 alumnos.7
Esta breve reseña de la conceptualización y el planteamiento del problema de la tesis encuadran la exposición del diseño de investigación. El concepto teórico-metodológico de trayectorias permite un doble abordaje: por un lado, la caracterización de las tendencias en los itinerarios escolares de estudiantes de escuelas secundarias a través del análisis de estadísticas socio-demográficas y educativas de la Ciudad de Buenos Aires (y la comparación de algunos indicadores nacionales). Y por otro lado, la reconstrucción de las trayectorias escolares de una muestra intencional de estudiantes de dos escuelas de reingreso, de manera que se identifican las particularidades de sus recorridos y los puntos críticos que de ellos se desprenden. La indagación cualitativa potencia el análisis y permite profundizar en la perspectiva de los sujetos que transitan por el sistema escolar.
Principales resultados
Caracterización estadística de las trayectorias escolares en el nivel secundario en la Ciudad de Buenos Aires
En el marco de la ampliación de la obligatoriedad, la caracterización estadística de las trayectorias escolares permite establecer el grado de cumplimiento de esta meta y una aproximación cuantitativa de los desafíos pendientes. Comenzamos con la información sobre la progresión por el sistema escolar.
En el Gráfico 1 se presentan los datos del seguimiento de una cohorte por edad simple, comenzando desde los 6 años en el año 1999 hasta que cumplen los 17 años en el 2010.
Fuente: procesamientos PICT 2010-2214 sobre la base de datos de la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa, DiNIECE-MEc, años 1999 a 2010.
En el tramo desde 6 hasta 11 años se observa una estabilidad en la cantidad de estudiantes inscritos, con manifestaciones de fracaso escolar8que se reconocen en el descenso escalonado de la cantidad de estudiantes en edad teórica a medida que se avanza en el tiempo. De 35 mil 527 estudiantes con 6 años en edad teórica en el año 1999, se pasa a 30 mil 951 con 11 años en el año 2004; esto implica que 15 por ciento de los estudiantes de la cohorte han atravesado al menos una situación de repitencia o abandono temporario.
En las edades de 11 y 12 años se observa un comportamiento llamativo: hay un incremento del tamaño de la cohorte, acompañado con un aumento de los estudiantes en edad teórica. Esta es la expresión estadística del ingreso de población proveniente del Conurbano Bonaerense.9
El tramo de edad que va desde los 13 hasta los 17 años se caracteriza por los altos niveles de abandono e intensificación del fracaso escolar. En el año 2010, solamente 19 mil estudiantes de la cohorte habían alcanzado el último año del secundario. Adicionalmente, se puede observar el traspaso de estudiantes a la educación de adultos10 desde los 13 años.11
Para focalizar en el nivel secundario, en el Gráfico 2 se perfilan con mayor precisión las trayectorias en este tramo.
Fuente: procesamientos PICT 2012-2214 sobre la base de datos de la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa, DiNIECE-MEc, años 2009 y 2010.
El gráfico representa la matrícula inscrita al inicio de cada grado y la condición de finalización del ciclo lectivo; identifica promovidos, no promovidos y abandono anual.
Tal como se observaba en el indicador de promoción, es posible observar los principales grados donde se manifiestan los mayores obstáculos para el avance de dicho grado por año en la secundaria: tanto el inicio del nivel (grado 8 y 9, que alcanza 20 y 18.3 por ciento respectivamente) como el final (grado 12) muestran los indicadores más altos de no promoción. Al final del año 2009, uno de cada cinco inscritos en el grado 8 y en el grado 12 asiste a la escuela hasta el último día de clases, pero no logra aprobarlo. Entre el grado 9 y el grado 11 el porcentaje de no promovidos tiende a disminuir, pero aun en el grado donde el indicador asume los valores más reducidos, más de 12 por ciento no se promueve.
Se puede observar que el abandono anual disminuye sistemáticamente grado a grado; en el grado 8 se localiza la mayor cantidad de estudiantes que abandonaron durante el ciclo lectivo. No sólo en términos absolutos es mayor: estos 3 mil 268 estudiantes que no finalizaron el ciclo lectivo 2009 representa 7 por ciento de los inscritos al inicio, y en los grados subsiguientes esta proporción no supera el 5.5 por ciento, aunque no debe desestimarse la presencia de abandono en todos los grados.
El Gráfico 2 permite, además, observar la forma en que disminuye el total de estudiantes a medida que se avanza en el nivel, como efecto de los bajos niveles de promoción. En el grado 12 son pocos los que abandonan durante el año (2.5 por ciento del total de inscritos); quienes no promueven permanecerán con asignaturas pendientes para rendir y obtener su certificación de nivel.
Por último, se presentan los datos menos alentadores referentes al porcentaje de egreso del nivel.
Fuente: procesamientos PICT 2012-2214 sobre la base de datos de la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa, DiNIECE-MEc, años 2009 y 2010.
De cada mil estudiantes que se inscriben a la escuela secundaria:12
Un 32 por ciento finalizará en tiempo oportuno, es decir que cursará y aprobará cinco años de secundaria en cinco años consecutivos. Aproximadamente 15 por ciento egresará con un año de desfase y 6 por ciento lo hará con dos o más años de desfase. Es decir que 52 por ciento alcanzará a finalizar la secundaria, y 48 por ciento no logrará culminar el nivel.
Entre los que abandonan la secundaria, 22 por ciento lo hará en los dos primeros años, 13 por ciento entre el 3° y 4° año, y 14 por ciento llegará al quinto año del secundario, pero no lo culminará en condición de egresado.
Para contextualizar esta información se puede comparar el porcentaje de egresados en relación con los inscritos cinco años antes, que era de 60 por ciento en 2001 en la Ciudad de Buenos Aires y que cayó a 52 por ciento en 2009, como se mencionó. En el total del país también descendió el porcentaje de egresados, de 46 por ciento en 2001 a 38 por ciento en 2009.
Dicho muy sintéticamente, el análisis estadístico permite señalar que:
No se manifiestan mejoras en la asistencia13 ni en los tránsitos de los estudiantes por el nivel secundario.
El achicamiento de la matrícula a medida que se asciende de grado no se compensa con el pasaje a otro tipo de ofertas, y no garantiza el egreso aun cursando el último año del nivel.
Se registra un empeoramiento de los niveles de egreso.
En línea con los planteamientos de esta tesis, las estadísticas invitan a reflexionar sobre los efectos de las condiciones de escolarización en la construcción de las trayectorias escolares. En particular, sobre el carácter expulsivo de la matriz organizacional del nivel secundario, manifiesto en la obstaculización de los tránsitos por la escolaridad obligatoria.
Análisis de las trayectorias escolares de los/as estudiantes entrevistados/as
La investigación se enmarcó en el proyecto "Escuela media y sectores vulnerables. Régimen académico y sentido de la experiencia escolar"14 y se concentró en el análisis de iniciativas recientemente implementadas en el Área Metropolitana Buenos Aires15 diseñadas como oferta específica para los adolescentes y jóvenes, y que atienden aspectos del régimen académico como un asunto a considerar para resolver las dificultades de progresión por el nivel.
En este marco, se realizó un estudio intensivo de casos en dos EdR, cada una de las cuales fue visitada en diferentes momentos del año escolar. A lo largo de cada periodo de visita se realizaron observaciones programadas y ocasionales, y entrevistas en profundidad a diversos actores. Además, se recolectaron documentos institucionales y materiales de alumnos/as para su posterior análisis. La descripción del desarrollo de este estudio permite encuadrar el diseño del trabajo en el terreno de la tesis: se realizaron 24 entrevistas a estudiantes centradas en trayectorias escolares, distribuidas en dos escuelas de reingreso, previendo niveles de saturación (Guest et al., 2006).
En términos metodológicos, haber participado en las diversas tareas de campo posibilitó otra forma de inmersión en terreno, y brindó interpretaciones de los dichos de los sujetos más ajustadas al contexto.
Como aspectos generales de la muestra corresponde destacar la heterogeneidad de las trayectorias escolares. Además de exhibir la distancia existente con las trayectorias escolares teóricas (Terigi, 2008b), quedó en evidencia la gran variedad de dificultades que tienen los sujetos en el tránsito por su escolaridad.
Si bien este aspecto es el que ha dificultado en parte la sistematización de los datos obtenidos (porque, por ejemplo, no pudieron construirse tipologías), es justamente el que brinda mayor potencialidad al análisis. En rigor, el carácter casi de "caso" en el que cada sujeto podría convertirse, expresa la dinámica de estos fenómenos: en otras posibles muestras podrían cambiar las circunstancias y las características de las trayectorias escolares.16
Por otra parte, lo más notorio son las complicaciones masivas en la escuela secundaria (22 de los 24 estudiantes entrevistados tuvieron dificultades para sostener sus cursos), y la alta proporción de fracasos experimentados por primera vez en este nivel (18 de 24). Esto refuerza la hipótesis presentada al inicio en torno a las dificultades que imponen las condiciones de escolarización estándar para que los estudiantes logren transitar por y avanzar en la educación secundaria.
El análisis de la caracterización de las trayectorias escolares de los estudiantes entrevistados se estructuró en seis momentos:
Dificultades en la escolaridad primaria.
Interrupción en la escolaridad en la transición entre niveles.
Problemas en el nivel medio.
Interrupciones en la escolaridad secundaria.
Vuelta a la escuela (de reingreso).
Dificultades para sostener los estudios en las escuelas de reingreso.
Corresponde aclarar que no se trata de categorías excluyentes, sino que se construyeron de modo tal que permitieran organizar la información y mostrar simultáneamente la variedad de situaciones por las que incluso un mismo sujeto ha atravesado.
1. Las dificultades en la escolaridad primaria
Con respecto al primer momento, la escolaridad primaria, aunque en menor medida que la secundaria, presenta dificultades específicas, si se tiene en cuenta que cinco de los estudiantes de la muestra tuvieron experiencias de fracaso escolar17 en este nivel. Todas fueron situaciones asociadas a estar de algún modo vulnerabilizados: por privaciones materiales, por haber atravesado conflictos personales o familiares, o por haber inmigrado a la Argentina.
Desde la perspectiva del sistema educativo, el fracaso escolar18 se produce cuando los estudiantes no logran promocionar un año escolar por calificaciones insuficientes (en función de las definidas para aprobar), por sobrepasar la cantidad de inasistencias permitidas, y/o directamente por dejar de ir a la escuela. En el primer caso se habla de repitencia; en el segundo, de "quedarse libre"; y en el tercero, de abandono.
En la reconstrucción de las trayectorias de los estudiantes entrevistados se sucedieron una serie de arbitrariedades que repercutieron en la progresión por la escolaridad. En el análisis emergieron tres puntos críticos que muestran el estigma que portan los estudiantes que vivenciaron el pasaje de una escuela de la provincia a la Ciudad de Buenos Aires, y/o de una escuela de gestión estatal a una privada, debido al imaginario de las escuelas receptoras de ser de "mejor calidad" o "mayor nivel" que las de procedencia. Lo mismo sucedió con quienes han nacido y realizado parte de su escolaridad en países limítrofes. Un alumno cuenta:
Cuando me pasé de escuela, como era inferior al colegio que iba antes me hicieron bajar un año. [Era inferior] el nivel. Porque antes no es como ahora... ahora no sé. Antes se hacía así, no sé si se sigue haciendo ahora. Vos venís de Provincia acá [en referencia a la Ciudad de Buenos Aires] y te bajan dos grados.
La expresión utilizada por los alumnos a lo largo de este ítem: "te bajan de grado" u otras afines se constituye en una categoría emergente, la cual resuena con el concepto degradación propuesto por De Gaulejac (2008).
En todos estos casos, las instituciones escolares actuaron degradando a los alumnos, bajo la amenaza o la acción concreta de ubicarlos en un grado inferior al que debían haber cursado; o cambiándolos de un turno a otro, que en el imaginario (escolar, pedagógico y social) está destinado a los alumnos de "peor reputación".
Resuenan aquí algunos casos de la muestra. Uno de ellos fue a una escuela primaria de gestión estatal en un barrio marginal de la Ciudad de Buenos Aires. Dirá que "fueron los mejores años". Allí repitió tercer grado por "falta de inteligencia". Producto de esto -dice- lo cambiaron al turno tarde. Terminó séptimo grado con 14 años.19
Se trata, en general, de resoluciones institucionales que tienen efectos en la vida de los sujetos. Y como se analizó, fueron todas situaciones que obstaculizaron la trayectoria de los alumnos y que tuvieron impactos negativos en sus recorridos y desempeños futuros.
Por otra parte, sin llegar a las instancias de fracaso escolar, existen otras complicaciones en el tránsito por la escolaridad que pueden expresarse en el bajo rendimiento, los cambios de establecimiento, etc. En esta línea se registran otros tres casos en los cuales, curiosamente, las problemáticas vitales no interfirieron en la "regularidad" del recorrido escolar.
Tal es el caso de una alumna para quien la escuela primaria fue "difícil" por problemas con el papá (hacia el final de la entrevista, cuenta que estuvo preso) y por la falta de dinero en la casa. Fue así que transitó por varias escuelas. En el análisis realizado se contabilizan por lo menos cinco cambios en los siete años de su escolaridad primaria. Estos traslados de una institución a otra podrían analizarse como sintomáticos de la inestabilidad en la vida de esta alumna, y asumirse como conflictivos, aunque en apariencia no lo han sido en este caso, o al menos no impactaron en la trayectoria estándar estipulada por el sistema educativo.
De todos modos, debe considerarse que una trayectoria regular no garantiza aprendizajes realizados. Por tanto, queda abierta la pregunta por las trayectorias formativas de estos estudiantes, teniendo en cuenta que todos ellos tuvieron también complicaciones a lo largo de su escolaridad secundaria (véanse momentos 2, 3 y 4). Es decir, las inquietudes surgen en torno a si las problemáticas sufridas a lo largo de la escolaridad primaria los preparó para las nuevas exigencias de la escuela secundaria, o los dejó en "peores condiciones" que otros egresados del nivel primario.
2. Interrupción en la escolaridad en la transición entre niveles
Tres de los estudiantes entrevistados tuvieron un hiato en la escolarización al finalizar la primaria -por trabajo o por alguna obligación doméstica- y uno o dos años más tarde volvieron a la escuela secundaria (dos de ellos ya habían tenido experiencias de fracaso en el nivel primario). En estos tres ejemplos, no se sabe si la disrupción en la escolaridad se debe a que han trabajado o tenido tal ocupación, pero son esas otras actividades las que identifican en el lapso en que no iban a la escuela.
Esta cuestión invoca a la reflexión sobre la obligatoriedad social (Tenti, 2003) de la escuela secundaria, en tanto para algunas familias y/o adolescentes puede ser más necesaria o válida la realización de otro tipo de tareas. Como se señaló, la promulgación de las leyes de extensión de la obligatoriedad20 marca un hito en esta construcción aunque, como se sabe, se trata de procesos socio-históricos que pueden no verse reflejados en cambios inmediatos en los comportamientos individuales.
Cabe destacar que, desde la perspectiva de quienes tienen acceso por primera vez al nivel secundario, es la escolaridad la que se suma a las ocupaciones laborales u otras responsabilidades familiares ya asignadas. En este sentido, lo novedoso para los sectores más postergados de la sociedad -y por lo mismo, del periodo de "moratoria"- es poder vivir en parte la adolescencia, aunque en los hechos estén "sobrecargados" con las nuevas responsabilidades escolares.21
Por último, resulta interesante destacar que dos de estos estudiantes ingresaron directamente a una EdR (o dicho de otro modo, nunca asistieron a una escuela secundaria "tradicional"), lo cual tendrá incidencia en la comparación entre instituciones y en las vivencias particulares en la escuela a la que asisten.
3. Problemas en el nivel medio
Como se explicitó, el dato más sobresaliente son las complicaciones masivas en la escuela secundaria, pero en el caso de los estudiantes entrevistados22 el fracaso está generalizado, ya que 22 de los 24 estudiantes entrevistados tuvieron problemas en su escolaridad secundaria, y las dos únicas que no los tuvieron no asistieron a instituciones de este tipo porque al finalizar la primaria ingresaron -interrupción de por medio- a una EdR. Vale decir que todos los estudiantes de la muestra que transitaron por las condiciones de escolarización estándar tuvieron dificultades para sostener exitosamente los cursos.
Al retomar la pregunta del momento 1: cómo siguen los estudiantes que tuvieron complicaciones en sus trayectorias formativas -hayan vivenciado o no experiencias de "fracaso escolar"- pareciera ser que cuando arriban a la escuela secundaria "ya no hay chances", en tanto cualquier dificultad se convierte en una experiencia de fracaso. Quedan planteadas algunas hipótesis tentativas: ¿será porque en el nivel secundario no están previstas instancias de acompañamiento ante el supuesto de autonomía conferido a los educandos en esta etapa?, ¿o que las complicaciones en la escolaridad primaria habrán tenido algún impacto en las trayectorias formativas de estos estudiantes (en términos de los aprendizajes efectivamente realizados)? ¿Será por las dificultades específicas que impone cursar este nivel, con el agravante de la invisibilidad en que quedan sumidos los estudiantes?
Con respecto a las circunstancias de "fracaso escolar", los argumentos que utilizan los estudiantes para explicarlas varían. A los fines expositivos se definen tres agrupamientos: i) los que hacen referencia a las problemáticas de índole familiar y/o personal; ii) los que aluden a las dificultades que imponen las nuevas condiciones de escolarización para sobrellevar los cursos; y iii) otros que apuntan a la etapa vital de ingreso al nivel.
i. Se plantean como causantes del "fracaso": hechos traumáticos (muerte de la madre, un accidente propio o de un familiar), la aparición de enfermedades crónicas, la maternidad, problemas familiares y/o personales, que en los relatos no se pueden separar de complicaciones económicas; en otros casos las explicaciones son más difusas, aunque siempre se enalazan con problemas latentes con la escolaridad, como se verá a continuación.
ii. Dificultades que provocan las nuevas condiciones de escolarización. Como se explicitó, 18 estudiantes de la muestra tuvieron su primera experiencia de fracaso en el nivel secundario, 14 de ellos en el primer año. Por tanto, habría algo de la discontinuidad en la experiencia escolar (expresado en los problemas en el rendimiento que, como se evidencia en los relatos de los estudiantes, muchas veces preexistían al conflicto expuesto; o el sentirse abrumados por las nuevas responsabilidades y complejización de la tarea), a pesar de que no sea el motivo espontáneamente reseñado que provoca estos inconvenientes.
Por otra parte, aparecen argumentos ligados a la "falta de ganas" o la imposibilidad de concentrarse y/o responsabilizarse para poder sostener los estudios de secundaria; estos argumentos ocultan las dificultades que implica lidiar con el nuevo régimen académico del nivel, y que se relacionan con el tercer grupo de argumentos.
iii. El ingreso a la escuela secundaria coincide con un momento particular en el desarrollo psicoafectivo que se conceptualiza en términos de "adolescencia". En los relatos de los estudiantes se manifiesta la "falta de ganas" o el "estar en otra cosa", "no tenía constancia"; "tampoco en ese momento me interesaba". Estos argumentos parecieran explicar la falta de apego y las concomitantes dificultades para sostener la escolaridad en la etapa vital de inicio del nivel secundario, o "primera adolescencia", vista en retrospectiva (como se analizará en el momento 5).
Surge como inquietud si el hecho de atravesar esta compleja etapa influye en que se presenten ciertas dificultades para llevar adelante los cambios y nuevas exigencias que impone cursar el nivel secundario. De un modo u otro, en el análisis se detecta que no es una única razón la que permite comprender las dificultades escolares, sino una sumatoria de situaciones y causas que la perspectiva de las trayectorias escolares permite visualizar.
4. Interrupciones en la escolaridad formal
Las sucesivas problemáticas de llevar a cabo los cursos de nivel secundario llevaron a siete estudiantes a interrumpir sus estudios por un tiempo. El criterio que se ha definido para considerar interrupción es cuando dejaron de asistir a la escuela por un año completo, o por un periodo de tiempo mayor.
Un estudiante al ingresar en primer año, iba hasta mitad de año, se enfermaba dos meses y tenía que dejar. "Tengo muchas neumonías seguidas... Puede ser que dos años no me enferme, pero en general sí. Es de un momento a otro y estoy como dos meses". Y esto le hacía perder el año: "por este problema no me dejaban rendirlo o me hacían muchas vueltas... Estuve como tres años sin ir a la escuela después, porque... yo averiguaba antes de anotarme si por casualidad me enfermaba y me decían que no me convenía. Directamente no me hacían anotar, me decían 'no te conviene, no te conviene', y bueno...". Luego de estos dos intentos frustrados de sostener su escolaridad en primer año, tuvo que dejar de ir a la escuela otro año más, hasta que le recomendaron una EdR.
En otros casos fue por padecimientos puntuales, por experimentar incompatibilidad con la maternidad y/o la necesidad de trabajar. Inclusive, algunos optaron por propuestas de formación en otros circuitos educativos o modalidades.
Un estudiante, tras repetir varias veces primer año en distintas escuelas secundarias y luego abandonar, cursó una carrera técnica de dos años. Fue a un Centro de Formación Profesional, en el cual estudió para ser técnico electrónico.23
Resulta interesante que, en todos los casos, transcurrido un tiempo surgió el deseo de volver a una "escuela común",24 como se analizará en el ítem que sigue.
5. Vuelta a la escuela (de reingreso)
En este momento, el énfasis se pone en las motivaciones para retornar a la escuela, y más específicamente en la decisión25 de inscribirse en una EdR (conviene recordar que en esta categoría se ubican todos los entrevistados, dado el recorte de la muestra). Como cuestión general, la gran mayoría de los/as estudiantes ingresaron en la EdR por problemas previos en su escolaridad, y lo que se pone en evidencia son las condiciones dadas para que puedan quedarse. Por tanto aquí se enlazan tres asuntos: las cuestiones específicas de la oferta, las novedosas condiciones de escolarización y la nueva posición subjetiva de los estudiantes.
Muchos de los entrevistados refieren a la elección de la EdR por cuestiones específicas de la oferta. Los aspectos destacados son: el turno (vespertino); la posibilidad de contar con un espacio para el cuidado de los hijos en la escuela; evitar el desfasaje etario que produce la repitencia, tomando esta opción como un "atajo" para recibirse;26 la edad estipulada para la inscripción a las EdR;27 y la motivación por la finalización del nivel secundario.28
Para los estudiantes que tuvieron algún tipo de dificultad en las escuelas comunes, resulta de gran valor haber encontrado una oferta educativa de nivel medio que los aloje. Más aún, dadas las novedosas condiciones de escolarización de las EdR, estos mismos sujetos pudieron permanecer y avanzar en sus estudios.
Con respecto a la "revalorización" de la escolaridad secundaria, en los relatos de los entrevistados aparece cierto interés por seguir y egresar. Al mismo tiempo, resuena la alusión a dos "etapas vitales" diferenciadas en relación con el vínculo con la escolaridad secundaria. Como se mencionó (momento 3), en el transcurso de la "primera adolescencia",29 por "tener la cabeza en otra cosa" no lograrían enganchar con las exigencias de la escuela, pero transcurridos algunos años parece delinearse una segunda etapa, coincidente en algunos casos con la asunción de responsabilidades familiares y/o laborales, en la cual habría cierto registro del sentido o la necesidad de retomar y terminar la escuela.30
Una lectura psicoanalítica permitiría sostener que el tiempo transcurrido les otorga la ventaja de poder narrar las experiencias transitadas y convierte la "adolescencia tardía" en un momento de reflexividad de la propia historia, en el que se intenta reelaborar parte de lo acontecido en la pubertad o "adolescencia temprana".
6. Dificultades para sostener los cursos en las escuelas de reingreso
Aun con todas las facilidades brindadas, cuatro de los estudiantes entrevistados tuvieron que dejar de ir a la escuela por un tiempo, y otras dos manifiestan tener serias complicaciones para sostener sus estudios. En algunos casos ha sido específicamente por la necesidad de trabajar, y en otros por la dificultad de conciliar trabajo-maternidad-escolaridad. En los casos analizados las interrupciones temporarias no impidieron que los estudiantes volvieran a la escuela, lo cual da cuenta de su "permeabilidad". De todos modos, la pérdida de matrícula que se produce en estas escuelas a lo largo del ciclo lectivo interroga sobre los límites que experimentan las propuestas creadas específicamente para revertir la exclusión. En síntesis, si bien en las EdR parecen haberse ampliado los límites para recibir a ciertos estudiantes (en relación con la "selectividad naturalizada" de la escuela común), ¿persiste el estatus de "in-escolarizables" para otros tantos? Sin duda, el alto nivel de desgranamiento de las EdR constituye uno de los aspectos más preocupantes. Aunque, como se sostiene en otra investigación, "la información sobre abandono escolar debe ser sopesada, en este caso específico, con la historia de desescolarización previa de los alumnos que se acercan a estas escuelas" (Krichesky, 2007: 22).
Duración de los cursos del nivel secundario
Hasta aquí se analizaron las dificultades que tuvieron los estudiantes de la muestra en los diferentes momentos de sus trayectorias escolares. Como corolario, una cuestión preocupante es la gran cantidad de años que les representa, o que les representará a los estudiantes finalizar la escuela secundaria.
A continuación se presenta un cuadro con la información sobre el tiempo que les ha consumido a los estudiantes cursar el nivel medio, hasta el momento de ser entrevistados; y la proyección de la duración hasta la finalización de la escuela secundaria en el escenario más favorable (suponiendo que cada uno cursará en el tiempo pautado lo que les resta para concluir el nivel). En el Cuadro 1 se incluyen la edad y el año en curso31 de los 24 sujetos entrevistados. Luego, se referencia la cantidad de años desde que cada uno ingresó en la escuela secundaria y en una EdR; y en otra columna, la referencia respecto de la edad teórica de ingreso en el nivel (13 años). Este dato indica, si hay diferencia con el anterior, que hubo retraso en el nivel primario o ingreso tardío en la escuela secundaria por interrupción en la transición entre niveles.
Notas: cuando al dato se le suma un signo de interrogación es porque se duda de su precisión. Cuando se agrega (c/i) implica que hubo una interrupción en el lapso consignado. Los puntos suspensivos en la columna de edad estimada de finalización indican que pueden terminar con esa edad o con un año más. Ésta podría variar teniendo en cuenta el momento de realización de las entrevistas y la fecha de cumpleaños de los/as entrevistados (que en algunos casos se desconocen).
Fuente: elaboración propia.
Asimismo, se consignan los años pendientes de cursada en una EdR32 en el escenario más favorable: bajo el supuesto de que avanzarán por la escolaridad sin interrupciones y sin necesidad de recursar materias. Siguiendo esta misma pauta, se calcula la edad que cada estudiante tendría al finalizar y el total de tiempo invertido según la edad teórica de inicio (que también, por el cálculo realizado, será el mínimo dentro de lo posible).
Como puede observarse en el Cuadro 1, quien muestra la mayor duración en la cursada del nivel secundario es W, quien ha debido invertir, hasta el momento, 12 años (debido a dos prolongadas interrupciones); si lograse finalizar en el siguiente ciclo lectivo (cursando el cuarto nivel), se prolongaría a 13 años.
En el otro extremo, además de C y T, a quienes les demandará sólo cuatro años, por haber cursado el nivel sólo en una EdR, se encuentra N, a quien le tomará cinco años cursar la secundaria, porque si bien repitió un año, compensó ese retraso al inscribirse en una EdR, que supone un año menos de duración.
El promedio de tiempo invertido en cursar el nivel secundario en esta muestra -en la proyección más favorable, como se señaló- es de 6.8 años, y el de la duración desde la edad teórica es de 7.6 años. En esta línea, la edad estimada de finalización es de 19.8 años.
Ciertamente, cuantos menos años cursan los/as estudiantes en este nivel, más difícil es calcular cuánto tiempo les llevará concluir su escolaridad secundaria, si es que lo logran; esto es así dados los resultados de los análisis realizados sobre las dificultades que estos estudiantes encuentran conforme avanzan en sus cursos de educación secundaria, incluso en las EdR. En resumen, las dificultades y obstáculos que imponen las condiciones de escolarización estándar, sumados a las intermitencias en las trayectorias escolares prolongan la estadía en el nivel secundario y posponen la fecha de finalización, lo cual complica aún más las cosas debido a las condiciones de vida de los sujetos.
Reflexiones y perspectivas
El análisis realizado permite constatar que existen modos de transitar la escolaridad diferentes de los "esperados", en tanto dan cuenta de numerosas interrupciones (temporales o definitivas). De aquí es posible plantear que un rasgo actual de las trayectorias escolares es la intermitencia, ya que los estudios se interrumpen y se retoman y así sucesivamente. Más aún, en la vida de los adolescentes y jóvenes de la muestra conviven diversas actividades (la escolaridad, entre otras) o se alternan, por arreglos familiares, o por situaciones vitales específicas.
La perspectiva de las trayectorias escolares muestra que las dificultades en los tránsitos por el sistema escolar se producen por una sumatoria de situaciones; en primer lugar, las condiciones de escolarización estándar constituyen un obstáculo para la progresión por el nivel secundario. Por otra parte, la mencionada "intermitencia" y la consecuente extensión en el tiempo de los tránsitos por la escolaridad, dan cuenta de la persistencia de los estudiantes en continuar (van y vienen, pero siempre insisten).
Por último, con respecto a la experiencia escolar en las EdR, los estudiantes se sienten reconocidos, valoran las nuevas condiciones y vínculos, todo lo cual les permite cursar y avanzar por los sucesivos niveles. Del mismo modo, gran parte de los estudiantes entrevistados considera que el pasaje por estas instituciones les abrió nuevos horizontes, en tanto sienten que "pueden" con su escolaridad, y se proyectan a futuro; no obstante, como se señaló, el hecho de que se extienda por tanto tiempo la realización de los cursos se convierte en un obstáculo en su escolaridad, y más ampliamente, en sus vidas.
Discusiones
En el análisis se ha planteado la discusión sobre quiénes serían los destinatarios de las EdR y quiénes efectivamente asisten a estas escuelas. Como se explicitó, hay una delimitación clara acerca del "alumno esperado": adolescentes y jóvenes desescolarizados de 16 a 20 años. En política educativa suele advertirse sobre el riesgo de "focalización" en estos casos; sin embargo, diversos estudiantes que acudieron a estas escuelas, y que no cumplen estrictamente algunos de los requisitos de inscripción, fueron recibidos y tuvieron la posibilidad de continuar cursando el nivel secundario. De este modo, las EdR parecen estar abiertas a "cualquiera".33
Esta discusión suscita tres tensiones, que serán desarrolladas a continuación: en primer lugar, se plantea la controversia entre la adecuación de la enseñanza y los aprendizajes realizados, que implica la definición más amplia o más restringida de la población destinataria; en segundo, el recorte del perfil de los profesores en las EdR; y por último, la tensión entre las políticas de expansión de la educación secundaria tradicional y las propuestas de baja escala.
El recorte de la población destinataria plantea la tensión entre las flexibilizaciones a favor de los estudiantes y la "adecuación" de la propuesta de enseñanza
El dilema masificación-calidad no es nuevo. Pareciera ser que la llegada de "nuevos públicos" a la escuela secundaria necesariamente iría en detrimento de los contenidos que se imparten, y que en muchos casos se traducen en "ofertas empobrecidas".34 Ahora bien, a sabiendas de que existen circuitos diferenciados en función de las propuestas desiguales de las escuelas, no parece válido catalogar como de "menor nivel" a las EdR, al menos, si no se especifica el punto de comparación.35
Para matizar los argumentos sobre el nivel de estas escuelas, en el análisis se pusieron en relación con los recorridos escolares previos de los estudiantes para visualizar con qué se estaba estableciendo el contraste en cada caso. De los 24 alumnos entrevistados, sólo cuatro de ellos considera que la escuela es fácil, y además explicitan que tienen previsto seguir estudios superiores. Como se aclaró, no serían los alumnos pensados como "destinatarios" de esta propuesta, teniendo en cuenta que han ingresado a una EdR debido a ciertas situaciones vitales que no les permitieron sostener la escolaridad en otras escuelas, pero no por haber tenido "dificultades de aprendizaje". Esto refuerza la hipótesis sobre los límites de las condiciones de escolarización tradicionales aun para adolescentes de clase media.
Estos intentos de "ajustarse a la demanda" podrían ir en detrimento de los aprendizajes de los alumnos en las EdR, ya que en otras escuelas tal vez los docentes no lo hacen. Lo destacable, sin embargo, es que en las observaciones de clases se percibía un intento genuino de enseñar, y los chicos, aunque a veces "dispersos", trabajaban. Asimismo, en las entrevistas se pueden percibir algunos de los aprendizajes realizados.
Los estudiantes visualizan también que tienen que trabajar y esforzarse. Si bien en general destacan que los profesores son flexibles, al mismo tiempo dicen que "hay que cumplirles". Parece evidenciarse que el ser estudiante requiere de un posicionamiento activo, vale decir, ir a la escuela, cursar, estudiar y aprender. Es cierto que esta tarea puede ser más o menos amena en función de las condiciones propuestas; como se mostró, bajo ciertas condiciones de escolarización, o en distintas instituciones, varían la experiencia o el rigor. De todos modos, aunque se intente "facilitar" los tránsitos, los estudiantes tienen que comprometerse e involucrarse.
Por último, debe destacarse una cuestión ineludible: el derecho a la educación implica que los adolescentes y jóvenes estén en la escuela, que se les ofrezcan saberes relevantes y se pongan en juego estrategias para que puedan aprenderlos.
El perfil de los profesores
Lo que pareciera no admitir discusión es que la propuesta recorta el perfil de los profesores (los que pueden permanecer), al tiempo que se evidencia que trabajar en estas escuelas exige un compromiso particular.36 Inclusive, en los discursos del equipo directivo y docente se filtraron varias anécdotas que muestran el esfuerzo "extra" que ellos mismos u otros compañeros han hecho en distintas situaciones. Este carácter excepcional requerido para formar parte del equipo docente de la escuela evidencia que existe algo del orden de lo "no transferible" de esta experiencia y, por lo mismo, guarda relación con el problema de la escala, que trataremos en el siguiente punto.
La tensión entre las condiciones de escolarización únicas y las variaciones necesarias para garantizar el derecho a la educación37
Frente a los desafíos de la universalización parece quedar claro que la escuela común, por su carácter excluyente, no puede lograrla. A su vez los programas con innovaciones intensivas (como son las EdR) producen mejores resultados, pero son alternativas de baja escala, por lo cual los recursos y las condiciones dadas producen experiencias, relaciones y saberes que no son directamente replicables o generalizables para la totalidad de las escuelas, por ejemplo, el tipo de seguimiento que se realiza de los estudiantes y el vínculo comprometido de los profesores, entre otros.
Al mismo tiempo, desde cierto punto de vista, el carácter intensivo y acotado de la iniciativa puede interpretarse como una acción que tiende a la fragmentación del sistema educativo (Tiramonti, 2009). Desde la perspectiva que sostiene esta tesis se asume que las variaciones no implican necesariamente que sean ofertas deficitarias, sino que, por el contrario, como señala Southwell (2011), retomando a Laclau, se estaría hablando del "poder democratizador" de estos nuevos formatos para la experiencia escolar.
Proyecciones
El propósito es que los conocimientos producidos en esta tesis sobre las trayectorias escolares de los sujetos en una propuesta alternativa de escolarización aporten, con las mediaciones necesarias, a las transformaciones de la escuela secundaria y trasciendan el dilema entre la expansión del modelo tradicional y las alternativas de baja escala. ¿Qué es lo que tiene que cambiar? Decididamente, las condiciones de escolarización de la escuela secundaria estándar. Si seguimos obstinados en hacer lo mismo, perpetuaremos la exclusión. En cambio, si ensayáramos innovaciones podríamos tender a un sistema educativo más justo.
En función de los resultados expuestos, pueden hacerse dos señalamientos:
Los cambios en los estudios (acreditación y asistencia por materias) resultan favorables para los itinerarios de los adolescentes y jóvenes en la escuela secundaria, lo cual implicaría necesariamente la eliminación del sistema de promoción por año escolar completo.
Sostener miradas institucionales de los recorridos de los sujetos favorece la progresión por el nivel. Este aspecto supone la existencia de figuras pedagógicas que acompañen a los estudiantes y/o una modificación en el régimen de contratación de los docentes.
La intención es avanzar en la construcción de propuestas destinadas a garantizar el derecho a la educación de todos/as los adolescentes y jóvenes.