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Cuicuilco

Print version ISSN 0185-1659

Cuicuilco vol.22 n.62 México Jan./Apr. 2015

 

Dossier: juventudes étnicas contemporáneas en Latinoamérica

 

Una exploración etnográfica sobre las y los jóvenes estudiantes y egresados de la Unich, San Cristóbal de las Casas

 

Diego Rodríguez Calderón de la Barca

 

Escuela Nacional de Antropología e Historia, INAH.

 

Recepción: 17 de marzo de 2014.
Aprobación: 4 de julio de 2014.

 

Resumen

Este artículo tiene como objetivo presentar, desde una mirada etnográfica aunada a la narrativa biográfica, las principales experiencias y significados que han construido estudiantes y egresados de la Universidad Intercultural de Chiapas (Unich-San Cristóbal de las Casas) en torno a la interculturalidad y a estudiar o haber estudiado en esta universidad.

Palabras clave: universidad, interculturalidad, etnicidad, experiencias, joven.

 

Abstract

The goal of this article is to present, from an ethnographic perspective combined with biographical narrative, experiences and meanings that have been constructed by the students and graduates of the Intercultural University of Chiapas (Unich-San Cristobal de las Casas).

Keywords: university, interculturality, ethnicity, experiences, young.

 

Introducción

El propósito central del artículo es presentar, a grandes trazos y desde un enfoque etnográfico, aunado a la narrativa biográfica, algunas reflexiones y determinados hallazgos sobre las experiencias en torno a la interculturalidad y los significados que han construido estudiantes y egresados de la Universidad Intercultural de Chiapas, San Cristóbal de las Casas.

El texto está dividido en cuatro partes: en la primera se exponen de manera introductoria algunos antecedentes generales sobre las situaciones de las y los jóvenes indígenas, y su relación con el ámbito educativo; en la segunda se aborda el contexto y población de estudio, por un lado San Cristóbal de las Casas, y por otro estudiantes y egresados de la Unich; en la tercera parte se hace una breve exposición de la metodología utilizada; y en la cuarta se explica cómo han experimentado la interculturalidad desde su condición étnica, y el significado que tiene para ellos estudiar o haber estudiado en la Unich. Por supuesto, para llevar a cabo lo anterior se explican algunos autores y referentes teóricos que fueron considerados para desarrollar dicha exposición.

 

Antecedentes generales sobre la población juvenil y estudiantil indígena

Durante mucho tiempo las y los jóvenes indígenas y rurales han sido invisibilizados en diversos aspectos, así como afectados por la discriminación y el racismo, principalmente por su posición económica, su lengua y su color de piel. Diferentes trabajos [Rodríguez 1996; Solís 1999; Reguillo 2003; Pacheco 1999 y 2010; Urteaga 2010 y 2011], explican que la posición de jóvenes rurales y jóvenes indígenas, respecto de la de jóvenes urbanos, se caracteriza frecuentemente por sus bajas condiciones de vida y menor acceso a la educación; aunque en las últimas dos décadas se ha incrementado la escolarización de esta población juvenil.

Otro problema que comúnmente afecta a la población juvenil indígena y rural es su incorporación al mundo del trabajo en edades inferiores. Las mujeres suelen ser madres a cortas edades, aunque lo mismo les puede suceder a los hombres. A esto se suma que en muchos casos cuentan con pocos o ningunos recursos tecnológicos, y tampoco cuentan con espacios dentro y fuera de su comunidad de origen en los que puedan desenvolverse escolar y laboralmente, lo que disminuye sus posibilidades de movilidad ocupacional.

Sin embargo, cabe mencionar que las y los jóvenes indígenas no son pasivos ni homogéneos, y se encuentran constantemente desempeñando diferentes actividades que les sean provechosas. Una de las más recurrentes, según Pacheco [2002], es "asumir la aventura de la migración" a fin de concretar la "percepción subjetiva de éxito", que está imbricada en el consumo en general [Urteaga 2011]. En este mismo tenor, Urteaga propone que la imagen cultural juvenil que emerge de la nueva ruralidad mexicana es la del joven migrante indígena. Los principales motivos por los que emigran de su lugar de origen son la falta de espacios y de oportunidades para trabajar o estudiar.

Ahora bien, según las dos autoras, una parte considerable de los trabajos de esta población juvenil corresponde a actividades relacionadas con la migración temporal a otros estados, fuera de México y zonas metropolitanas, para trabajar en la agricultura y el comercio ambulante, o bien, en la industria manufacturera y en la construcción [Pacheco 2010; Urteaga 2011], y en el caso de las mujeres, por lo común en el servicio doméstico.

De este modo, numerosos jóvenes indígenas han tenido que emigrar (de manera individual o grupal) para trabajar o estudiar, siendo común que durante este proceso afronten diferentes obstáculos y dificultades. A manera de antecedente y ejemplo, Carnoy, Santibáñez, Maldonado y Ordorika [2002], en un trabajo realizado a finales de la década de los noventa, identificaron cinco áreas y obstáculos estructurales que enfrentaban las y los jóvenes indígenas de Chiapas y Oaxaca, en relación con su inserción a estudios medios y superiores, problemas que hasta la fecha siguen padeciendo. De manera resumida son: 1) la distancia geográfica, es decir, las instituciones educativas de secundaria, y principalmente las de nivel bachillerato y superior, estaban a menudo demasiado alejadas; 2) las barreras (dificultades) culturales, las cuales tienen que ver principalmente con la lengua y la migración, es decir, hay una brecha entre la cultura de origen y la educación superior; 3) las barreras económicas o la falta de recursos económicos y materiales; 4) la deficiencia educativa y de oportunidades, fundamentalmente conformada por una desigualdad en los recursos y en el acceso a escuelas, en concreto a las escuelas urbanas, las cuales suelen estar en mejores condiciones, y; 5) los factores de discriminación, como el racismo y la segregación.

Continuando con las dificultades que afrontan las y los jóvenes indígenas, varias tienen que ver con desacuerdos intrafamiliares. Especialmente las jóvenes, quienes son las que más acostumbran discrepar con algunas decisiones de sus padres, sobre todo las relacionadas con el papel que "tendrían" que desempeñar como mujeres, es decir, el de casarse y dedicarse al hogar, aunque estos patrones se han ido modificando de manera paulatina y con ciertas restricciones.

Por lo tanto, desde hace algunas décadas se puede hablar de un "reciente reposicionamiento por parte de los jóvenes indígenas en el ámbito educativo superior, lo cual les permite desenvolverse en otros campos laborales y profesionales. Como lo exponen algunos autores [Fábregas apud Valdés 1999; Pacheco 1999 y 2010; Urteaga 2010; Czarny 2012], quienes señalan que las y los jóvenes indígenas profesionales han aumentado (dentro y fuera de su comunidad de origen) a pesar de las desigualdades y diferencias que puedan vivir; no obstante, aún siguen siendo una minoría quienes acceden a este nivel de estudios.

Por su parte, la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Educación Superior (ANUIES) señala que sólo 2% de la población indígena de 18 a 25 años ingresa al nivel superior y solamente uno de cada cinco egresa y se titula. Aunado a que, de acuerdo con Schmelkes [2008], la población indígena del país representa 10% de la población nacional, no obstante sólo 1% de la matrícula de educación superior es indígena. Asimismo, Bertely [1998] y Navarrete [2009] señalan algunas diferencias entre los grupos étnicos y sociolingüísticos que acceden a la educación superior. Por ejemplo, explican que los jóvenes de las regiones zapotecas de Oaxaca cuentan con mayor acceso a la educación superior que los tojolabales de Chiapas, entre otros grupos.

Con el fin de resolver esa situación se han creado diferentes programas e instituciones en las que pueden continuar estudiando para posteriormente acceder a empleos mejor remunerados. Entre las instituciones que han sido precursoras en ofrecer espacios especialmente para jóvenes indígenas o de diferentes grupos étnicos está la Universidad Pedagógica Nacional, que surgió a finales de la década de los setenta y en la que se imparten disciplinas enfocadas en la educación y pedagogía, y en la cual años después se puso en marcha la licenciatura en Educación indígena (a mediados de la década de los ochenta). Posteriormente, a principios del siglo XXI, fueron creadas las universidades interculturales, las cuales desempeñan un papel importante en la educación superior por incluir a jóvenes, en su mayoría indígenas, que desean continuar estudiando, ofreciendo carreras acordes a las demandas del mercado laboral local.

Los tres principales motivos por los que se crearon las universidades interculturales, según Silvia Schmelkes [2008], fueron los siguientes: 1) La falta de cobertura y poco acceso de la población indígena a estudios superiores; 2) el aumento en la demanda de acceso a la educación superior en lengua indígena; y 3) la necesidad de evitar que los jóvenes indígenas tengan que emigrar para estudiar debido a las condiciones desfavorables o de sus comunidades.

Por último, dentro de los principios de las universidades intercultura les están el de formar intelectuales y profesionales que tengan un impacto favorable en el desarrollo de su localidad y región, basándose en un modelo pedagógico que incluye investigación, docencia y servicio (local), junto con una oferta educativa que se sostiene de acuerdo con las necesidades y potencialidades de la región [Schmelkes 2003; Casillas y Santini 2006].Hasta aquí una muy breve reseña acerca de la población juvenil indígena y su relación con los estudios superiores.

 

Acerca de la metodología

Se utilizó la metodología cualitativa, la cual se desarrolló a partir de entrevistas narrativas-biográficas y trabajo de campo etnográfico. La población de estudio estuvo constituida por 34 entrevistas (16 hombres y 18 mujeres), nueve estudiantes y 25 egresados. Se hizo énfasis en las y los egresados, teniendo en cuenta que ya vivieron la experiencia y el proceso de ser universitarios interculturales, lo cual incluye el ingreso, la permanencia y el egreso. Por supuesto, este proceso alude a múltiples experiencias e interpretaciones. La población entrevistada se dividió con base en su adscripción étnica, es decir, básicamente en mestizos e indígenas: 21 y 13 respectivamente. Cabe mencionar que se usaron estos términos porque es así como las y los estudiantes se reconocen y diferencian en el interior de la universidad. El promedio de edad de la población entrevistada es de 24 años; la mayoría de los estudiantes y egresados son sostenidos por su familia; sin embargo, también hay otros (tanto estudiantes como egresados) que trabajan y ya no reciben ningún apoyo económico familiar.

 

La Universidad Intercultural de Chiapas, San Cristóbal de las Casas

San Cristóbal de las Casas es uno de los municipios que forma parte de los Altos de Chiapas, al norte del estado. Se caracteriza especialmente por ser una ciudad multicultural y cosmopolita, por ende, heterogénea, con diferencias sociales, culturales y económicas. Como bien comenta Paniagua [2005], San Cristóbal de las Casas es una ciudad poliétnica, que se ha construido a partir de numerosos procesos sociales, empezando por el periodo de colonización que comenzó en 1528, en el cual fueron afectados numerosos grupos étnicos, entre ellos los zoques, al norte de Chiapas, así como los tseltales y tsotsiles, entre muchos otros, a los que se les impusieron diversas políticas y restricciones socioculturales y religiosas.

Uno de los eventos que marcarían la historia sociopolítica de Chiapas en las últimas dos décadas fue el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), acontecido el primero de enero de 1994 debido a las políticas neoliberales implementadas por el gobierno durante ese sexenio, en especial el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Las principales demandas fueron (y siguen siendo), entre otras, el derecho al trabajo, la tierra, la salud, la educación, la libertad y la justicia, derechos de los que ladinos, mestizos e indígenas no gozan por igual, lo que marca las diferencias (históricas) a partir de las cuales se gestan diversas maneras de segregación, discriminación y conflictos relacionados con la apropiación de territorio y el desplazamiento de lenguas originarias, entre otros. Sobre lo anterior se podrían escribir cientos de páginas, no obstante, sólo se mencionarán algunos aspectos como referentes del contexto.

Por otra parte, con respecto al crecimiento urbano y poblacional de San Cristóbal de las Casas, en las últimas décadas éste ha sido acelerado, teniendo en cuenta que en 1970 contaba con 32 838 habitantes; mientras que, según los censos de 2005 y 2010, la población ascendió a 166 460 y 185 917, respectivamente.

Ahora bien, hablando particularmente de la Universidad Intercultural de Chiapas, de San Cristóbal de las Casas, se puede decir que ésta surge en 2004 y se abre en agosto de 2005 [Unich 2012], ofreciendo entonces cuatro carreras: 1) Comunicación intercultural; 2) Lengua y cultura; 3) Turismo alternativo; y 4) Desarrollo sustentable. En el año 2013 se instauraron dos licenciaturas más, la de Medicina intercultural y la de Derecho intercultural (aunque esta última no se ofrece en la Unich de San Cristóbal). El caso de la Unich, al igual que otras universidades interculturales, se caracteriza principalmente por impartir educación superior con enfoque intercultural, es decir, reconociendo las prácticas, valores, saberes y conocimientos de los habitantes oriundos de Chiapas, sumadas a las ciencias y disciplinas relacionadas con los mercados de trabajo de su localidad, esto con el propósito de apoyar el desarrollo sociocultural y económico de la región.

La mayoría de la población estudiantil se adscribe a algún grupo étnico, aunque a últimas fechas se ha incrementado la demanda y el ingreso de estudiantes mestizos o que no se adscriben a ningún grupo étnico. La población hasta ahora estudiada está compuesta por 10 estudiantes de quinto, sexto, séptimo y octavo semestre, y 18 egresados/as de las cinco generaciones, todos de diferentes carreras. Debido al tamaño del texto sólo se exponen fragmentos de unas pocas entrevistas, con las cuales se intenta, sin embargo, conjuntar las experiencias y significados de las y los estudiantes y egresados.

La Unich, al igual que otras universidades, como anteriormente se comentó, constituye en sí un espacio de formación heterogéneo, de inclusión y movilidad social, en el que las y los jóvenes construyen experiencias individuales y grupales, así como también subjetividades y diferentes maneras de ser jóvenes universitarios, caracterizados por su condición y adscripción étnica o por ser mestizos.

Otros elementos de diferenciación son su lengua, su comunidad de origen, su posición social y su género, además de su condición de migrantes de comunidades aledañas a San Cristóbal y, en mucho menor número, de algunos estados del sur de la República. Al respecto, la salida de su comunidad de origen es un proceso complejo y, para algunos (al menos al principio), un tanto complicado. La primera experiencia para quienes la llevan a cabo es comenzar a vivir en una población cosmopolita y mucho más urbanizada que la comunidad de donde provienen, lo cual conlleva a vivir nuevas experiencias, en su mayoría muy significativas, que los marcan como jóvenes y estudiantes. La segunda y muy importante experiencia es el camino a la emancipación o autonomía, aunque de acuerdo con lo identificado en las entrevistas, más bien se podría hablar de una semi-independencia o dependencia parcial, es decir, asumen ciertas responsabilidades que no practicaban o a las que no estaban acostumbrados en su hogar, como la de administrar el dinero para pagar la renta, comprar despensa, pagar pasajes, convivir y compartir momentos lúdicos, etc. En la mayoría de los casos la población estudiantil es sostenida por sus familiares. Otro elemento importante en la vida estudiantil de la Unich es el uso que los estudiantes le dan a la beca;1 mientras algunos la utilizan estrictamente para gastos escolares (pasajes, copias, libros, manutención, etc.), otros, sobre todo los que cuentan con mayor apoyo de sus familias, la utilizan para convivir, salir con sus pares (amigos, novio/a) a algún café, un bar, a bailar, acampar, etc. En relación con el uso del tiempo y de la beca, éste gira en torno a intereses individuales, pero en los que no deja de incidir la familia, pues la mayoría de las veces ésta financia los estudios y otras influye considerablemente en las decisiones relacionadas con ellos, por ejemplo en qué "deben" estudiar y en dónde. Por supuesto, estas decisiones no se acotan a los progenitores.

Por lo tanto, los estudiantes que emigran de su comunidad, al igual que los que no lo hacen, al estudiar en la universidad construyen numerosas experiencias y relaciones de confianza, empatía, solidaridad y noviazgo o, mejor dicho, relaciones afectivas entre pares de diferente o igual género, relaciones efímeras o de corta y mediana duración (pueden ser sólo algunos meses o quizá un par de años), relaciones que pueden estar determinadas por el rechazo, la negociación y la deslegitimación por parte de los estudiantes "diferentes", distinción que suele producirse entre grupos indígenas o entre indígenas y mestizos, ya sea con compañeros del mismo grupo o de diferentes carreras. Como bien comenta Piña [1998], es a partir de las confrontaciones, los estigmas, las exclusiones y la conformación de algunas áreas en el interior de las universidades como se desarrolla la diversidad y la interculturalidad, por lo que vale la pena reflexionar en torno a cómo la perciben y experimentan los estudiantes.

 

Una aproximación a las experiencias, la interculturalidad y los significados de estudiar en la Unich (san Cristóbal)

La interculturalidad: ¿una práctica o un discurso?

Siguiendo a Dubet y Martuccelli [1998], y su propuesta en torno a las lógicas de acción (socialización, subjetivación y estrategias), a través de las cuales se conforman las experiencias escolares desde la interiorización de normas y significados con respecto a estudiar (cómo lo hacen, en dónde y con quién estudian), en este texto se plantea que la interculturalidad forma parte de esta tríada de lógicas de acción y, por ende, de las experiencias de los estudiantes.

Ahora bien, por ser la interculturalidad un concepto polisémico y al mismo tiempo una práctica aún en construcción, no pretendemos profundizar en una definición como tal, ni en cómo se ha implementado la interculturalidad en diferentes instituciones y programas, a lo que apuntamos, más bien, es a presentar algunas percepciones, reflexiones y experiencias sobre la interculturalidad desde la voz de las y los estudiantes y egresados de la Unich (San Cristóbal). Para ello, antes de dar inicio a esta parte, se explica muy sintéticamente qué se entiende por interculturalidad en este texto.

Desde nuestra perspectiva, la interculturalidad consiste en aquellas relaciones de reconocimiento, respeto, aprendizaje, interacción y convivencia a partir de diálogos entre grupos étnicos, y entre éstos y los que no lo son. En otras palabras, la interculturalidad se fundamenta en las relaciones interétnicas, intralingüísticas, intersubjetivas e interreligiosas, sumadas a diferentes saberes y cosmovisiones, las cuales la Unich (entre otras instituciones) busca fortalecer y conservar a través de su enseñanza, en especial las lenguas: tsotsil, tseltal, zoque y chol, además de vincular a las y los estudiantes a comunidades indígenas con la intención de que participen en proyectos conjuntos que incidan favorablemente en ellas.

Ortelli y Sartorello [2011] identifican entre las y los jóvenes universitarios de la Unich, de la carrera de Gestión y autodesarrollo indígena, y los de la Unich, tres ámbitos de conflictos interculturales: 1) el académico, en que se favorece a estudiantes según su condición étnica o si son mestizos. En ambos casos la lengua desempeña un papel importante, ya que ésta puede ser una ventaja según la clase que se imparta y la relación de los estudiantes con los profesores; 2) el de los programas compensatorios de discriminación positiva, que se ejerce a partir del otorgamiento de becas principalmente a estudiantes indígenas, aunque los mestizos tengan igual necesidad de obtener alguna; 3) el de las relaciones interpersonales y de género, en las que los estudiantes se separan por su condición étnica y mestiza. En este sentido existe una marcada diferenciación, aunque ésta se minimiza cuando se trabaja en equipo. Los autores señalan que incluso llegan a concretarse relaciones de noviazgo entre indígenas y mestizos. En su investigación sostienen que, cuando se insertan a espacios universitarios o al buscar trabajo, los estudiantes suelen sentir la necesidad de negar su origen étnico para ser contratados o no ser discriminados por los demás compañeros y profesores. De este modo, según los autores, para la mayoría de los estudiantes indígenas la integración a la ciudad todavía implica el abandono y la negación de su identidad étnica.

Sin embargo, nuestro estudio contradice lo que sustentan estos autores, ya que encontramos que la mayoría de las y los jóvenes que se auto-adscriben indígenas, al ser entrevistados, dijeron sentir orgullo y satisfacción de asumirse como indígenas en los diferentes espacios donde se desenvuelven, independientemente del grupo étnico al que se adscriban, sin soslayar que también han sido discriminados por diferentes motivos, como por la lengua que hablan, sobre todo durante su formación escolar, pues si bien los planes de estudio de las universidades interculturales consideran la enseñanza en las lenguas originarias, no ocurre lo mismo con numerosas instituciones educativas de nivel de primaria, secundaria y medio superior, que imparten las clases en español.

Hasta ahora se han identificado básicamente dos posturas o grupos entre las y los entrevistados acerca del enfoque intercultural en la Unich. La primera considera que sí se lleva a cabo la interculturalidad, aunque a veces de manera parcial, y que haber estudiado en la Unich es una característica favorable o ventajosa frente a quienes no estudiaron en ella, dado que los estudios en esa universidad son un medio de vinculación con las diferentes comunidades étnicas, debido a que incluyen el aprendizaje y conocimiento de alguna de las cuatro lenguas señaladas. La otra postura cuestiona y critica el enfoque intercultural, pues considera que la universidad no aplica la interculturalidad o lo hace sólo parcialmente, postura que apoyan con comentarios de experiencias de segregación entre grupos de indígenas y mestizos. Ejemplo de ello son los siguientes fragmentos de entrevistas de indígenas y mestizos, los cuales presentamos desde una postura imparcial y únicamente con la intención de mostrar cómo algunos estudiantes perciben y experimentan la interculturalidad en el interior de la Unich, principalmente en el aula, espacio en el que se construyen y llevan a cabo diferentes relaciones de poder, resistencia, competencias y discriminación entre grupos étnicos, y étnicos y mestizos. Andrea, una joven mestiza egresada de la carrera de Comunicación intercultural, y de la primera generación (2005-2009), nos explica:

Las universidades interculturales son universidades creadas para un sector social indígena ¿no?, y cuando llegan mestizos los papeles cambian. Por eso te decía que es una experiencia de lucha... Yo, eh, tenía cinco compañeros, eh, éramos cinco mestizos en nuestro salón y era la discriminación a la inversa ¿no? (...) los papeles se invirtieron, entonces, este, pues éramos rechazados, éramos, digamos, excluidos, incluso mal vistos, criticados. (Andrea.)

Otros ejemplos que exponen parte de la manera de percibir la interculturalidad, y al mismo tiempo la confrontación entre estudiantes, los dan Yadira e Inés. La primera es una joven tsotsil egresada de la carrera de Lengua y cultura, en tanto que la segunda se auto-adscribe como tseltal y es egresada de la carrera de Desarrollo sustentable. Las dos jóvenes son de la cuarta generación, y en ambos casos es notable la manera en que la interculturalidad está presente pero no logra concretarse como se propone institucionalmente.

1. De mi parte sí, soy intercultural, porque yo siento que ser intercultural es poder convivir, llegamos de muchos, este, cómo te dijera, de muchos lugares, con costumbres diferentes, o sea, y una interculturalidad es aceptar y que te acepten sin discriminar, pero la Unich no lo maneja. (Yadira.)

2. Bueno, en mi salón había mucha gente mestiza, y muy poquita de comunidades, entonces, este, definitivamente eran discriminados, o éramos discriminados (...), y los maestros manejaban muchísimo lo que era la interculturalidad, pero tampoco ellos lo hacían, también ellos discriminaban (...), o sea, ellos tampoco practicaban (...) siempre había como una separación de culturas, de lenguas, en el interior del aula. (Inés.).

Como se presenta en los casos anteriores, la interculturalidad no se experimenta de manera tan satisfactoria como se propone institucionalmente, ni como a la mayoría de las y los estudiantes entrevistados les gustaría experimentarla, aunque están conscientes de que no es una práctica fácil de llevar a cabo, por una parte debido al trasfondo cultural e histórico de las diferencias interétnicas, las que no siempre son reconocidas o que dan lugar a que los diferentes no se vean bien unos a otros. Así, pensarse y sentirse diferentes desempeña un papel importante tanto dentro como fuera del aula. Por otra parte, el profesor cumple una función trascendente, pues al representar una autoridad en el aula, sería él quien tendría que fomentar o contribuir al ejercicio de la interculturalidad, y si él no lo hace, difícilmente será una prioridad para los estudiantes.

En relación con lo anterior, la condición étnica, a partir de su autoadscripción a algún grupo étnico y la práctica de algunas de sus costumbres y conocimientos (hablen o no su lengua), desempeña un papel importante, pues es a partir de ésta como se diferencian y reconocen numerosos sujetos en el interior de esta universidad. Como ya se había comentado, la población estudiantil de la Unich es sumamente heterogénea, como la de cualquier espacio universitario, sin embargo, ésta tiene una característica que la vuelve aún más diversa: la convivencia entre jóvenes mestizos e indígenas o de diferentes grupos étnicos. En este sentido, la etnia o etnicidad, además de ser una condición de distinción social que se constituye a partir del reconocimiento de valores, creencias y significados, se caracteriza por determinadas prácticas que van conformando una identidad, construida a partir de procesos relacionales individuales, colectivos y vinculados a diferentes campos que permiten al sujeto identificarse, adscribirse y diferenciarse con respecto a sus pares. Por supuesto, esta identidad (identificación con creencias, valores, prácticas, etc.) va cambiando generacionalmente. Por lo tanto, la etnicidad constituye, por un lado, un elemento de orgullo, auto-reconocimiento y adscripción identitaria; y por otro, desde nuestra perspectiva, representa un capital que puede reconvertirse, especialmente en el ámbito educativo. No obstante, también es un elemento clave para discriminar y ser discriminado.

Para la mayoría de las y los entrevistados, su etnia o adscripción étnica representa un orgullo, una forma de vida y una identidad propia que quieren conservar, aunque la van ajustando a los campos en los que se desenvuelven, como la escuela, la universidad y sus trabajos. En otras palabras, las y los jóvenes indígenas van reconfigurando el papel que desempeña su condición étnica dentro de los espacios e instituciones en los que interactúan, dejando de lado determinados valores y patrones culturales que tienen que ver con su historia y contexto familiar, al mismo tiempo que conservan, se apropian y reconstruyen otros. Como lo expone José Carlos, indígena tseltal egresado de la carrera de Desarrollo sustentable:

Soy de la etnia tseltal, porque es mi lengua materna, eh, no me apeno hablar en cualquier espacio y en cualquier evento, si hasta me siento muy bien, contento al haber tenido esta oportunidad en la vida y, aunque déjame comentar, ya como muy cosas personales, he recibido como discriminación de esta parte, más cuando estudié la prepa, porque me costó hablar muchísimo el español, porque no lo hablo bien, pero la lengua tseltal fue, es mi lengua materna, me facilita muchísimo. (José Carlos.)

Retomando algunos elementos de las perspectivas de Bourdieu y Passeron [2003] y Bourdieu [2011], así como otros de Dubet y Martuchelli [1998], reflexionamos en torno a las experiencias y significados de estudiar en la Unich a partir de la manera en que perciben la formación educativa y el papel que ésta tendrá en su vida personal y profesional a partir de determinados referentes familiares e institucionales, considerando al mismo tiempo que la universidad y las escuelas funcionan como un elemento de integración y reproducción social.

Siguiendo algunas propuestas de estos autores, se plantea que una buena parte de los estudiantes, o quienes han estudiado en la Unich, son pioneros en estudiar en el nivel superior, en relación con otras generaciones, principalmente los que se auto-adscriben como indígenas, aunque también los que no lo hacen.

Ahora bien, en cuanto a la construcción de las experiencias y los significados de estudiar en la Unich, se podría empezar por decir que efectivamente la piensan como un medio de movilidad social a través de la incorporación al mercado de trabajo. Otro significado es el que se le atribuye al título, como credencial y herramienta para incorporarse al mercado laboral, aunque el empleo que obtengan no tenga que ver con lo que estudiaron en la licenciatura. Por supuesto, para las y los estudiantes y egresados, estudiar la licenciatura en la Unich no sólo significa lo anterior, sino que engloba otras cuestiones relacionadas con actitudes, responsabilidades y emociones, vinculadas a sus expectativas y a su comunidad. Sus pensamientos asociados a qué utilidad tienen sus estudios, por qué y para qué estudiar, se relacionan directamente con su habitus (maneras de percibir, disposiciones, apreciaciones, capitales) construidos a partir de su contexto familiar.

Otro significado destacado por las y los entrevistados es el que está relacionado con su egreso. Buena parte de los entrevistados explicaron que, una vez que concluyan sus estudios superiores, les gustaría hacer algo en favor de su comunidad de origen, como lo explican Nancy y José, jóvenes estudiantes zapotecas de la licenciatura en Desarrollo sustentable.

1. Significa, eh... una responsabilidad, al estudiar en la Unich es un reto, porque es una universidad muy nueva. (...) Entonces tienes que abrirte espacios, porque la universidad es una responsabilidad, porque estoy segura en definitiva que los universitarios "interculturales" no podemos, eh, tener tantos prejuicios como las demás universidades... Entonces, sí creo que es una gran responsabilidad, no podemos actuar como si no conociéramos la diversidad que hay y que es algo que se pretende en el modelo neoliberal, ¿no? No podemos unificar y no podemos seguir como con esas tendencias. (Nancy.).

2. En la vida personal, pues significó bastante, porque me abrió la visión como persona, prepararme, resolverme, en mis problemas personales y en el campo, principalmente en los agrícolas, como mis papás se dedican a la cafeticultora, a la milpa, apicultura, y un poco a la agricultura en este momento, entonces se veía la deficiencia, por ejemplo las plagas, y no había un manejo, y por falta de conocimientos, entonces, yo quería enfrentarlo, porque es la subsistencia del campesinado. (José.).

Los significados, como antes se comentó, se construyen a partir del sentido que los estudiantes le dan a sus acciones, aunado a las expectativas y disposiciones con las que cuenten, por ello su pasado condiciona en numerosos aspectos su formación escolar, sin dejar de lado el papel de la agencia, el cual va a orientar sus decisiones, entretejiéndose así la subjetividad con el contexto en el que se desenvuelven los individuos.

El siguiente cuadro sintetiza los significados de las y los entrevistados sobre estudiar en esta universidad.

 

A manera de cierre

En estas líneas finales concluimos lo siguiente respecto de las dos cuestiones que se abordaron acerca de las realidades juveniles de la población estudiantil de la Unich. La primera relacionada con las experiencias y percepciones en torno a la interculturalidad, y la segunda en cuanto al significado de estudiar en esta universidad, ya que es común que exista, entre indígenas y mestizos principalmente, un cierto grado de renuencia mutua, aunada a pugnas que tienen que ver con un legítimo reconocimiento como estudiantes y miembros de la comunidad universitaria de la Unich, por lo que vale la pena estar atento para ver en qué momento empieza una relación intercultural y en qué momento se fractura. En este caso, conforme va pasando el tiempo o el curso de los semestres, los estudiantes por lo común comienzan a minimizar las diferencias, a agruparse con compañeros con los que se identifican según sus intereses y preferencias en múltiples sentidos (gustos, espacios de sociabilidad, expectativas, etc.). De acuerdo con nuestros hallazgos, concluimos que lo intercultural en las universidades no está funcionando como un enfoque ni una práctica que conlleve a la integración y socialización como se tiene planteado desde la visión institucional, pero poco a poco las y los estudiantes van forjando lazos de amistad y empatía. Como lo expone Jacobo, estudiante tsotsil de octavo semestre de la carrera de Desarrollo sustentable, y de quien cito el siguiente fragmento considerando que resume una buena parte de lo que sus compañeros comentaron alrededor de la interculturalidad.

Sinceramente, interculturalidad casi no la he encontrado, este, no se ve, porque hasta dentro del grupo hay a veces, este, como hay compañeros que son, este, de Chamula, Huistán, Zinacantán, y a veces se hablan por de donde son (comentario hecho de manera despectiva), estamos muy separados, entonces, hablar de interculturalidad, pues no creo que la haya, porque igual y hasta dentro de la escuela, con los maestros o los de allá arriba (personal administrativo, entre otros). (Jacobo.).

Como es bien sabido, el lenguaje es trascendente en las relaciones, y a partir de las palabras es como puede discriminarse a un individuo o un 0 grupo, dependiendo del sentido que tenga la palabra, en este caso las frases "es chamula o "es de Chamula" no sólo remiten a la localidad de origen, también tienen una connotación despectiva, marginal y discriminatoria. Éste es sólo un ejemplo de muchos que se viven en el interior del aula y la universidad en general.

De acuerdo con los antecedentes de la investigación, los significados y, por lo tanto, el sentido que construyen con respecto a estudiar en la Unich, tiene que ver con sus expectativas, sobre todo las profesionales, como son continuar o concluir sus estudios y después estudiar un posgrado, preferentemente fuera de San Cristóbal e inclusive fuera de Chiapas. Asimismo, consideran que concluir su carrera y obtener el título les posibilitará una movilidad social, laboral y económica, aunque no trabajen en algo relacionado con lo que estudiaron, apuntando a buscar y encontrar una autonomía respecto de sus progenitores, un camino que la mayoría (estudiantes y egresados) se encuentra construyendo.

Por último, conocer los límites y fracturas de la interculturalidad contribuye a conocer el tipo de relaciones que imperan en el interior de estas universidades. Y en el caso de los significados que tiene estudiar la universidad, éstos incluyen innegablemente la posibilidad de visibilizar por qué quieren estudiar, qué esperan después de su egreso y cómo van construyendo los significados de sus experiencias, especialmente las educativas.

 

Referencias

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Bourdieu, Pierre 2011 Capital cultural, escuela y espacio social. Siglo Veintiuno Editores. México.         [ Links ]

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Nota

1 La gran mayoría de las becas otorgadas en la Unich son por parte del Programa Nacional de Becas de Educación Superior (Pronabes).

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