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Estudios políticos (México)

versión impresa ISSN 0185-1616

Estud. polít. (Méx.)  no.44 Ciudad de México may./sep. 2018

https://doi.org/10.22201/fcpys.24484903e.2018.44.64755 

Artículos

Fronteras fragmentadas y múltiples identidades: una investigación de fronterizos transnacionales entre Brasil y Paraguay

Fragmented borders and multiple identities: an investigation of transnational borders between Brazil and Paraguay

Losandro Antonio Tedeschi1 

Leandro Baller2 

1Doctor en História de América, Profesor en la graduación y posgrado en la Universidad Federal de la Grande Dourados - UFGD / Brasil. Investigador en el área de historia de las mujeres, estudios de género, migraciones y frontera. Coordinador de la Cátedra UNESCO "Diversidad cultural, Género y Fronteras"

2Doctor en Historia por la Universidad Federal de la Grande Dourados - UFGD / Brasil. Realizó una estancia posdoctoral en la Universidad Nacional de Asunción, Paraguay (2013-2014). Tiene experiencia en el área de Historia, con énfasis en Teoría de la Historia e Historia Cultural.


Resumen:

El artículo busca discutir sobre las identidades en la región de frontera entre Brasil y Paraguay. Es por ellas que pasan los sentidos de nacionalidades, las confluencias de saberes, culturas, relaciones económicas y otros aspectos. Siendo así, las fronteras son espacios de reconocimiento, extrañeza y definición de identidades. Estas son comprehendidas como un proceso en que los significados son construidos por la acción de la hibridación, es decir, de la asociación de elementos de una cultura con la otra, proporcionando el surgimiento de nuevos elementos culturales. Las fronteras no desaparecen, ellas se modifican, se interpenetran y se reelaboran en sus sentidos de pasado/presente.

Palabras-clave: Identidades; Brasil; Paraguay; transnacionalidades; fronteras

Abstract:

The article seek to discuss the issue of identities in regions bordering Brazil-Paraguay. It is through them that pass the senses of nationalities, confluences of knowledge, cultures, economic relations, among other aspects. In this way, borders are spaces of recognition, estrangement and definition of identities. These are understood as a process in which meanings are constructed through the action of hybridization, the association of elements from one culture to another, providing the emergence of new cultural elements. The boundaries do not disappear, they change, interpenetrate and re-elaborate on their past / present senses.

Keywords: Identities; Brasil; Paraguay; Transnationality; Frontiers

Introducción

Pensar las relaciones de identidades en la frontera Brasil-Paraguay es involucrarse en un mosaico de territorios y territorialidades específicas. Son costumbres, prácticas culturales propias del espacio, realidades que no miran la frontera como una línea rígida, infranqueable. Pero que la miran como un espacio de movilidad, donde los dos lados se mezclan, se interponen y conviven en una realidad de cambios culturales y simbólicos. Elementos como el flujo continuo de personas, informaciones, mercancías o ideas es un fenómeno cotidiano con el cual se percibe la pérdida de la hegemonía cultural paraguaya - y hasta mismo la desnacionalización identitaria de su población1.

En los días de hoy, muchos son los hechos presentes en el espacio fronterizo que están marcados por estigmas sobre las relaciones culturales existentes, sobre todo a lo que se refiere a la cultura existente en un espacio común, en una constante extrañeza. Esto sentimiento puede presentar, en una parte de la población local, desprecio y miedo por una población que, de hecho, no se integró a la sociedad paraguaya, pero que también no es integrante de la sociedad brasileña. Esa pluralidad identitaria marca el espacio fronterizo, de múltiples pertenencias a uno u otro grupo social, como es el ejemplo de los brasiguayos. Laino destaca su preocupación con esto al decir que “el territorio de casi toda la frontera del país con Brasil está bajo dominio de sociedades y personas de nacionalidad brasileña” (LAINO, 1979, p. 35). Este predominio demográfico lleva, incluso, a que la cultura brasileña prevalezca en muchos aspectos sobre la cultura paraguaya.

Las comunidades paraguayas y brasileñas que coexisten en los espacios fronterizos están marcadas por la prevalencia de referencias simbólicas. La frontera determina la naturaleza de los grupos de ambos los lados, sus afiliaciones, el sentido de pertenencia, de continuidad, de internalización de los procesos, de separación de la contigüidad física, comprehendidas y discutidas como metamorfosis, relaciones de poder, elementos culturales compartidos, creación de significados participativos y reinterpretaciones.

Para José de Souza Martins (2002)), los elementos de estratificación y relación social que abarcan el proceso histórico son un agente de él mismo en el procedimiento. En sus palabras, “los agentes humanos de desplazamiento y ocupación de la frontera están hoy divididos en clases sociales o en grupos étnicos, contrapuestos por conflictos mortales por la tierra. Las mentalidades son otras, como son otras las relaciones sociales” (MARTINS, 2002, p. 664). La preocupación del autor no es pensar la frontera Brasil-Paraguay, pero presentar un mapa de la violencia en muchos de estos desplazamientos migratorios. Y el caso descrito es perfectamente oportuno.

La situación migratoria brasileña hacia Paraguay presenta elementos semejantes a lo que ocurrió en otros países cuando un determinado grupo de migrantes mantienen e imponen prácticas ejercidas en el país de origen, sea en lo que se refiere a los aspectos culturales o mismo para el fomento de una estructura social con una dinámica distinta de aquella que se presenta en el nuevo local de vivencia, representando a veces una amenaza a la identidad local, mientras grupo étnico. Se puede más bien percibir esta condición en las palabras de Horácio Capel, para quien

[… ] la llegada de fuertes cifras de inmigrantes puede provocar muchas veces sentimientos de miedo y rechazo. Los llegados pueden generar desempleo, sobrepoblación, aumento de la marginación, conflictos culturales cuando son tan numerosos que amenazan la identidad cultural del grupo receptor (CAPEL, 2001).

Es importante pensar cómo es realizada la integración social y cultural en el país vecino, siendo que la integración está directamente vinculada a las cuestiones identitarias. Las principales diferencias que establecieron entre los migrantes brasileños en aquél país venían siendo históricamente construidas en Brasil, sobre todo las diferencias entre nordestinos y sulistas. Al migraren a Paraguay, estas y otras diferencias culturales continúan a producirse - o a reproducirse. Norbert Elias, al analizar la percepción del “otro” en la historia, nos apunta que

El problema es saber cómo y por qué los individuos perciben unos a los otros como pertenecientes a un grupo y se incluyen mutuamente dentro de las fronteras grupales que establecen al decir “nosotros”, mientras, al mismo tiempo, excluyen a ‘otros’ seres humanos a quien perciben como pertenecientes a otro grupo y a quien les refieren colectivamente como “ellos” (ELIAS, 2000, p. 37-38).

Hay una transitoriedad fronteriza percibida en los procesos históricos y sociales en esto espacio. La integración a la sociedad paraguaya responde a planteamientos distintos: depende de la cuantidad de personas que forman los grupos migrantes y sus comunidades en uno u otro contexto regional, así como las posiciones política, económica y cultural que estos grupos asumieron en la estructura social a que adentraron. Hay una tendencia a la manutención de la cultura de origen del outsider (de los de afuera, extranjero), se imponiendo ante la identidad cultural del establecido (el que está ahí, el nativo), cuando el establecido representa un número menor de personas. El número de migrantes brasileños, en lo que se refiere a la migración Brasil-Paraguay, se sobresale al número de nativos y a la cultura nacional presente en la débil demografía paraguaya de la faja de frontera. En esto contexto, la identidad nacional paraguaya en el este del país va cediendo - o mismo perdiendo - hegemonía.

En el artículo, buscamos comprehender la identidad fronteriza como fuente de significado social, de experiencias de convivencia y de coexistencias, construidas dinámicamente y se apoyando en elementos de la historia, de la geografía, de las instituciones y de las memorias colectivas, de las organizaciones, de los aparatos de poder y de la religión. Esos elementos son procesados y reinterpretados por estos sujetos y por otros grupos sociales, construyendo significados.

Entre divergencias y convergencias culturales en la frontera

La tendencia de mantener trazos culturales conquista espacio, sobre todo en las regiones de frontera y en las comunidades en que predominan grupos de ascendencia europea, fenómeno característico en el sur de Brasil. De hecho, percibimos eso en el Departamento de Alto Paraná, en Paraguay, dónde alrededor de 80% de los habitantes son de Brasil2. En esta zona fronteriza, los elementos de la cultura de estos grupos sur-brasileños se mantienen con gran fuerza ante los otros grupos étnicos, sea en el norte de Brasil o mismo de grupos nacionales paraguayos.

En lo que se refiere a la permanencia e imposición de costumbres a los paraguayos, Fogel nos ofrece un parecer importante basado en sus análisis del asunto. En las palabras del sociólogo, la discriminación de paraguayos por brasileños constituye un caso sui generis en la literatura.

Nosotros somos minoría en la Argentina y nos discriminan; somos minoría en España y nos discriminan; somos minoría en Italia, en Estados Unidos; a nosotros nos discriminan en nuestro propio país, ¿verdad? Pero, siendo todavía la mayoría, es un caso único en la literatura que yo conozco y que tengo leído. He gastado mucho de mi tiempo leyendo y no encontré un caso de un país cuyos los habitantes son tan discriminados en su propio país por inmigrantes extranjeros; este es un caso único (ENTREVISTA: RAMÓN FOGEL, ASSUNÇÃO - PY, 2006).

La vulnerabilidad paraguaya y el prolongamiento de las dinámicas nacionales brasileñas en el interior del país vecino hacen con que se ultrapasen las tendencias de prácticas culturales, identitarias, étnicas de los propios paraguayos. Es perceptible el fenómeno descrito por el sociólogo y como ocurren las acciones en relación a los habitantes paraguayos, pues ellos sufren con la ausencia de una mayor y mejor integración. En cierta medida, esa dinámica es resultado del modelo stroessnista3, que posibilitó la ocupación de su propio país e impulsó la discriminación con el incremento demográfico, agrícola y económico brasileño en tierras paraguayas durante décadas.

Este proceso es visto como resultado de la política migratoria implantada por el gobierno dictatorial paraguayo y comúnmente acepta por el gobierno brasileño, los dos haciendo de la frontera una válvula de escape, de la misma manera que Frederick Jackson Turner4 nombró las fronteras del oeste estadunidense en el final del siglo XIX.

En esto contexto, Brasil amenizaba las tensiones rurales en el sur enviando su contingente al este paraguayo; el Paraguay, a su vez, desplegaba su plan de poblamiento de su región este, históricamente poco poblada y explorada. Esa política impulsó la inmigración indiscriminada al este paraguayo, pero no sin el control de sus gobiernos, permitiendo así su poblamiento por brasileños, con una pequeña participación de la población paraguaya.

Los Departamentos de Canindeyú y Alto Paraná, que se ubican en la frontera este de Paraguay y tienen parte de sus territorios congruentes a la línea de frontera con Brasil, se tornaran espacios de entrada por excelencia de brasileños en Paraguay. Estos Departamentos presentan el predominio de hechos culturales de nacionalidad brasileña traídos por los migrantes brasileños al Paraguay. Entre otros, podríamos destacar, por ejemplo, la prevalencia del idioma portugués en el cotidiano de las personas para comercializar y la influencia de las cadenas de radio y televisión - una vez que los medios de comunicación brasileños involucran sus modelos en el interior del espacio nacional paraguayo.

Por fin, las políticas dirigidas al incremento demográfico de los parajes de frontera entre los dos países - la Marcha para el Oeste en Brasil y La Marcha se hace al Este en Paraguay - no viabilizó solamente el incremento de personas, sino de todo el conjunto socio-cultural que abarca la sociedad, tornándola un espacio plural, heterogéneo, múltiple de significado y de significaciones, donde Paraguay más se asemeja a Brasil, donde se mezclan las culturas entre las actividades de uno y otros. En estos espacios fronterizos transnacionales, las identidades y las nacionalidades son a todo momento resignificadas.

En oposición a todo esto, es importante percibirnos que las comunidades ubicadas más al norte de Alto Paraná y de Canindeyú, la interacción con la sociedad receptora creó un ambiente socio-cultural más pleno, pues hubo mayor equilibrio demográfico entre los distintos grupos sociales y étnicos de migrantes, no habiendo el predominio tan largo y evidente como en el sur de Alto Paraná.

Es importante explorar y comprehender estas demandas demográficas locales, pues ellas influencian directamente en el cotidiano de las personas que ahí coexisten. Según Martins,

¿Cuáles son los límites de la difusión de la vida privada en la frontera y cuáles son las dificultades a que la vida cotidiana salga de los estrechos límites de la rutina y de la costumbre para desdoblarse en lo que se podría propiamente llamar de expresiones de la cotidianidad? (MARTINS, 2002, p.681).

En esto sentido, el cotidiano local paraguayo sufre la difusión del habitus cultural brasileño y, por consecuencia, de las expresiones étnicas de él derivadas. Según estimativas no oficiales, en Katueté (Paraguay), en la década de 1970, los inmigrantes brasileños representaban alrededor de 80% del total de la población, mientras los habitantes locales confirmen la casi totalidad de brasileños en aquél contexto. En años posteriores, esa relación se equilibró y el equilibrio contribuyó a una mediación entre los pueblos. En los días de hoy, se percibe que existe una interacción más intensa en Katueté, considerado un ejemplo de integración y unión, donde las diferencias entre brasileños y paraguayos son mediadas, pues en un pasado cercano hubo una lucha por intereses comunes de brasileños y paraguayos.

De acuerdo con la escritora y profesora Fernanda Feliú de Soto (1999), un ejemplo de esto ocurrió en el momento que la población luchó por la emancipación de Katueté en el comienzo de la década de 1990. Hubo gran convergencia entre brasileños y paraguayos, unión política y complicidad entre los ciudadanos, para que la emancipación se viabilizase. Algunos defienden que Katueté es el sito donde mejor ocurrió la integración entre brasileños y paraguayos, entre todas las regiones fronterizas5. Incluso este es el slogan de la placa en la entrada de la ciudad, con los decires “Katueté la ciudad de la integración”. Sin embargo, mientras esta constatación sea hecha, ella no puede ser acepta en su plenitud y de manera lista y terminada. O acondicionada bajo una perspectiva romántica que presenta la historia local.

Es en esta relación de contacto, de búsqueda y de utilización de oportunidades que se instala a la elocuencia de las relaciones transfronterizas, comprendidas por nosotros como interacciones económicas e interpersonales que se cruzan y son fundamentadas en la presencia de una frontera geopolítica pre-establecida por la concepción humana. Además, dependiendo de su intensidad, son fundamentales a los lazos sociales, culturales y económicos para la mayoría de los habitantes de los dos lados de la frontera, logrando un significado socio-simbólico específico internalizado de manera distinta por los individuos, de acuerdo con sus distintas posiciones, percepciones y miradas en el interior de la comunidad dónde están inseridos.

Experiencias como estas demuestran que la interacción en una comunidad - en un determinado contexto local, entre distintos grupos sociales y étnicos - se torna más abierta y dinámica cuando involucra una acción colectiva apoyada en propósitos y motivaciones comunes que estén por arriba de los intereses y valores específicos de los grupos o sectores aislados. El sentido de comunidad muestra que hay un esfuerzo identitario en relación al sito donde están residiendo, o bien la aproximación cultural con los pueblos originarios ya existentes.

En este sentido, Hall nos ayuda a comprender que

La idea de la cultura implícita en las “comunidades de minoría étnica” no registra una relación fija entre Tradición y Modernidad. No permanecen en el interior de fronteras únicas ni transciende fronteras. En la práctica, ella refuta esos binarismos. Imprescindiblemente su noción de “comunidad” incluye una amplia gradación de prácticas concretas. Algunos individuos permanecen profundamente comprometidos con las prácticas y valores “tradicionales” (…). Para otros, las nombradas identificaciones tradicionales han sido intensificadas (…) Para otros aún, la hibridación está muy avanzada - pero casi nunca en un sentido asimilador. Ese es un cuadro radicalmente desplazado y más complejo de la cultura y de la comunidad que aquellos inscritos en la literatura sociológica o antropológica convencional (HALL, 2003, p.75-78).

Para el autor, no existe una identidad única, fija, pues todos los días somos confrontados con una diversidad de identidades posibles y cambiantes que se alteran con el tiempo y con las propias negociaciones culturales en que estamos involucrados, llevándonos a identificarnos por un grupo y por otro. Sin embargo, en algunas sociedades consideradas tradicionales, hay una revalorización del pasado, de los símbolos, de los significados y de los elementos que ultrapasan las generaciones. Es lo que pasa con las identidades brasiguayas en la región de frontera, que pasan a ser transformadas a través de las representaciones.

Un ejemplo que demuestra una forma de integración fronteriza y la mezcla de intereses en estos espacios es un caso de la lucha en común que ocurrió en Katueté. La literatura del período6 defiende la idea de que en el comienzo de la década de 1990, cuando el actual distrito de Katueté buscaba la emancipación política y administrativa del entonces distrito de General Francisco Caballero Álvarez, hubo unión entre paraguayos e inmigrantes brasileños que vivían en el local. Esa lucha concilió mutuos intereses e hizo que lograse la autonomía distrital de Katueté. La profesora Fernanda Feliú de Soto dice que, en este proceso de lucha política, diferencias y rivalidades fueron superadas o dejadas por debajo en cambio de algo mayor que era la emancipación distrital, creando así un ambiente aceptable a los cambios y asimilaciones culturales más intensas y simétricas, coyuntura que se perdura hasta los días de hoy.

Sin duda, los procesos de convivencia interétnica son complejos y están expuestos a las contradicciones de todos los tipos, hay marchas y contramarchas. De cualquier manera, estos momentos de gran interacción e integración comunitaria en la vida cotidiana marcan, en el espacio local, situaciones importantes en el cotidiano de la comunidad. De manera general, la lógica compleja de este tipo de proceso evidencia la mayor difusión de pautas culturales de los actores sociales.

Es comprensible que, en varias comunidades de Paraguay - tanto las rurales como las urbanas - donde los inmigrantes son la mayoría, se observa una mayor propagación de su cultura. Esa constatación se aproxima de la realidad de varias colonias de los Departamentos de Alto Paraná y Concepción. En todas ellas, es muy evidente la utilización cotidiana del idioma portugués en el comercio, calles, casas, y la gran penetración de las cadenas de radio y televisión brasileñas, en una dinámica que proyecta las fiestas, las actividades artísticas y culturales y hasta mismo las campañas electorales políticas de algunas ciudades fronterizas de la parte brasileña. Entre otras prácticas, también puede señalar la utilización de la moneda nacional brasileña en estos espacios.

Al mismo tiempo, se perciben estas manifestaciones como una posible resistencia a la pérdida de la identidad brasileña en el país vecino. Esa resistencia puede ser verificada también en algunas prácticas sociales, como hacer registros de nacimientos de los hijos recién nacidos en Brasil o hasta mismo hacer los propios partos en ciudades fronterizas del lado brasileño, perpetrando así la nacionalidad brasileña. O sea, puedo estar en Paraguay, pero nací en Brasil.

No podemos refutar que los esfuerzos son hechos para que haya mayor integración entre los dos pueblos, sobre todo en la zona de frontera llena de inmigrantes brasileños. Los agentes religiosos de las iglesias son de extrema importancia en esto contexto, pues buscan incentivar la interacción y la integración entre los distintos sectores y grupos comunitarios, pero ni siempre los hechos discutidos por los religiosos logran los resultados esperados7.

Esas fronteras son marcadas por la dualidad de alejamientos y encuentros, son áreas de transición y cambios, barreras que van se tornando permeables a lo largo del tiempo. Esa lógica de relación dicotómica fronteriza abarca lo que el sociólogo Lindomar C. Albuquerque denomina de

Comunidades humanas [que] se organizan territorialmente en dos imperativos contradictorios: la búsqueda por seguridad, de un lado, que dicta las formas de organización del espacio y conduce a la delimitación y, de otro, el uso de “oportunidades” que incentiva el contacto e incentiva la apertura (ALBUQUERQUE, 2009, p.154).

Las cuestiones identitarias pasan, entonces, por una adaptabilidad cultural que permea el idioma, religión, etnicidad, una amplia gradación de costumbres, hábitos, prácticas y representaciones. Entendemos que la identidad social erigida para abarcar la sustentación de las relaciones sociales, antropológicamente, permite que alguien se torne similar a él mismo y distinto de otros, lo que implica todo un sistema de representación del pasado, de comportamientos del presente y de formación de ideas para un posible futuro.

La formación de la identidad en un espacio fronterizo exige la existencia, o no, de reconocimiento. Eso va al encuentro de lo que ya fue apuntado por Woodward (1999) cuando esa autora afirma que la identidad se apoya en el reconocimiento de la diferencia, en el reconocimiento del otro8. Los contextos y las prácticas culturales diferentes en la frontera Brasil-Paraguay coexisten y, de cierta manera, los individuos se involucran y son expuestos a pensamientos y comportamientos variados, redibujando la identidad, que se construye y reconstruye constantemente en el interior de las prácticas culturales y sociales. Las relaciones y prácticas sociales son móviles y dinámicas en el transcurrir de la historia, provocando una adaptación de comportamientos, extrañez y pensamientos. La identidad cultural en la frontera es el resultado de esta partilla entre los diferentes individuos. En todos los casos, se percibe que la identidad no existe y no puede ser construida sin la diferencia, sin el otro.

La frontera es permeable por muchos aspectos: frontera de la civilización, frontera espacial, frontera de cultura y de puntos de vista sobre el mundo, frontera étnica, frontera de la Historia y de la historicidad de los grupos que ahí habitan. Es también un espacio liminar y proceso de interacción simbólica, el tejido de vínculos que construye la diferencia.

La diversidad cultural está presente en todo el territorio paraguayo: etnias, lenguas, moneda, educación, medios de comunicación, religiones, comidas, músicas, danzas, costumbres comunitarias, cuestiones étnicas, entre otros. Es común percibir que las relaciones entre brasileños y paraguayos viven una metamorfosis de cambios identitarios.

Destacar las identidades de fronteras es un gran desafío, pues, más que un asunto controvertido, no se pude señalar solamente una identidad. Sin embargo, es posible averiguar la presencia de algunas referencias de identidad semejantes entre las comunidades que comparten eso espacio; la frontera geopolítica a través de acceso o comercialización de productos del “otro lado” provoca la necesidad de afirmarse ante un extranjero, no tan raro, pero al mismo tiempo pertenece o no al otro lado. El espacio fronterizo ofrece una oportunidad única para ver el complejo proceso de construcción de las identidades y el uso constante de los sistemas de clasificación arbitraria que confieren sentido a las identidades sociales que gravitan en esta faja.

Estos espacios, que son construidos y resignificados por las personas que transitan entre los dos lados de Brasil y Paraguay, no deben ser mirados como líneas delimitadoras, sino como distintas formas de negociación de la hibridación cultural, marcados por la fluidez de identidades, de expresiones y del juego de lenguajes, poniéndose como instancias abiertas, o más bien, espacios continuos de producción de significados y de prácticas culturales. Esas identidades poseen una permeabilidad, pueden se construir y se cambiar históricamente, tal cual los cambios sociales y culturales en este espacio. Además, reconocer las identidades fronterizas significa reconocer sus diferencias ante el otro y sus prácticas cotidianas.

Prácticas culturales: multiplicación de variables en la frontera

El análisis de las prácticas culturales9 fronterizas nos lleva a dialogar con distintos autores que componen las cuestiones territoriales, sociales, políticas y étnicas. La diplomacia de las fronteras, mientras espacios de límites controlados por el Estado, no es obedecida cuando destacamos las prácticas culturales entre Brasil y Paraguay. Ella se establece, sobre todo, en el campo simbólico y estas manifestaciones están vinculadas a la interpretación de estos símbolos por parte de los historiadores/investigadores que actúan en estos estudios.

Al focalizarse en los estudios culturales del final del siglo XX y comienzo del XXI, en distintos recortes de investigación, en Europa o en América Latina, Peter Burke señala que:

El terreno común de los historiadores culturales puede ser descrito como la preocupación con el simbólico y sus interpretaciones. Símbolos, conscientes o no, pueden ser hallados en todos los espacios, del arte a la vida cotidiana, pero el abordaje del pasado en términos de simbolismo es solamente una entre otras (BURKE, 2005, p.10).

Pero el cotidiano de las personas que viven en el espacio fronterizo entre los dos países demuestra la dinámica de los aspectos culturales y busca hacer parte de uno u otro país. La difusión de prácticas culturales entre los actores sociales no se limita al oficialismo, tal cual desea la Historia Diplomática. Las prácticas culturales obedecen tanto lo que se ubica en el ámbito de las representaciones simbólicas como también en lo que ocurren en la vida de las personas cotidianamente. Las manifestaciones cotidianas son fundamentales para entendernos la difusión de prácticas culturales en el complejo movimiento fronterizo.

Manuel Castells (2000, p. 22) apunta que las prácticas culturales identitarias son un “proceso de construcción de significado basado en el ámbito cultural, o todavía un conjunto de atributos culturales inter-relacionados, los cuales prevalecen sobre otras formas de significado”. Es decir, las manifestaciones son desarrolladas a lo largo del tiempo y ya están marcadas por su forma completa. Mientras el sujeto acredite que posee distinciones identitarias, terminadas, listas y únicas, ellas destacan, sobre todo, con elementos de matrices imaginarias en su constitución que surgen “de la ausencia de integralidad, que es completada bajo nuestro exterior, por las formas a través de las cuales nosotros imaginamos ser vistos por los otros” (HALL, 1998, p.39).

En esto diálogo conceptual, las proposiciones de Néstor García Canclini (2003), ayudan a la comprensión que buscamos para las discusiones sobre las identidades. Parafraseándolo, podemos decir que cada individuo puede poseer distintas identidades y las evoca, interpela y utiliza de distintas maneras en los momentos más variados. En este sentido, tal cual verificamos en los espacios fronterizos entre Brasil y Paraguay, hay situaciones en que son accionados elementos vinculados a la identidad nacional (brasileña o paraguaya) y otros momentos en que las marcas identitarias dicen respecto a las características de habitar un espacio de fronteras nacionales, vinculadas y constitutivas de la cultura fronteriza, dibujadas por la lengua, por las costumbres del cotidiano, por el uso de monedas etc. Podemos considerar la identidad como un mosaico cuyas partes son combinadas y activas por gestos, hablas, acciones, comportamientos y actitudes, de acuerdo con la necesidad, el contexto y la situación específica en que el individuo se encuentra, configurándose, así, en un mosaico identitario.

Para demostrarnos esto aspecto tomamos de ejemplo la colonia de Santa Rita (Paraguay), donde existe una gran parte de inmigrantes originarios de Rio Grande do Sul que no se fijaron específicamente en la frontera mientras un espacio establecido, pero están involucrados en el territorio paraguayo.

En las palabras del entonces presidente de CTG de Santa Rita, estos espacios existen porque

Nosotros adoptamos - pensando en el bien de la familia - un club, pensando en tener un local donde podamos confiar la diversión de nuestra familia (...) y cultivar la tradición gaucha, que es una cosa seria. Se cultivan las cosas buenas de antiguo: la seriedad, la honestidad, el respecto (...) (Relato del Presidente del Centro de Tradições Gaúchas CTG da Localidade de Santa Rita no Paraguai. Citado por GALEANO Y YORE, 1994, p. 98).

Se percibe que hay la búsqueda por valores para mantener algunas costumbres, lo que queda evidente en el señalamiento arriba cuando el entrevistado menciona la manutención de “la tradición gaucha”, aunque están viviendo en otro país - como es el caso de los CTGs de Paraguay, que fueron construido y construidos por brasileños en aquél país. Las prácticas culturales gauchescas del sur de Brasil se reproducen en estos espacios en ámbitos distintos y cuentan - generalmente - con la participación de las personas más influyentes de Paraguay, señalando aspectos brasileños del sur como las vestimentas con algunos rigores (la bombacha para el hombre y el vestido de prenda a la mujer) y la alimentación (formada básicamente por carne asada, o sea, el churrasco). Se puede destacar también los hábitos que no obedecen solamente a las reuniones en los clubes, pero que no son compartidos entre los pueblos de los dos países, como el mate, que muestran claramente que la costumbre de un pueblo es compartida con otro, lógicamente no subentendiese una totalidad.

Al mismo tiempo en que subrayamos algunas manifestaciones compartidas entre brasileños y paraguayos, como el ejemplo de CTG, no podemos dejar de percibir que muchas cosas no son construidas con facilidad. El párroco de Naranjal apunta sus observaciones alrededor de los aspectos culturales entre los dos pueblos en Paraguay, específicamente en su localidad.

Hay que decir no hay la integración de verdad. Hay una cultura totalmente diferente entre los paraguayos y los brasileños, la lengua es diferente, la tradición diferente, la fe diferente. Todo eso hace que, cuando hay un encuentro, una charla, todo el grupo está escuchando, está participando. Cuando hay una cena, puede ser que estén allí juntos, más terminada, brasileños y paraguayos... se separan. También está la mentalidad (...). Los brasileños conservan su tradición y cultura; los alemanes hablan el alemán en casa; los italianos y polacos un poco menos. Los paraguayos hablan en guaraní en casa (...) Después también está el nivel cultural y económico. Ellos (los paraguayos) piensan que los brasileños tienen plata, pueden pagar. Los paraguayos, no (Relato del Pároco de la localidad Naranjal, en Paraguay. Citado por GALEANO Y YORE, 1994, p. 100).

Las diferencias y las dificultades en lo que se refiere a la aproximación de los dos pueblos existen y es un fenómeno complejo, conforme apunta el párroco. Por otro lado, existe un profuso folclore entre los dos pueblos en las ruedas de tereré, en las anécdotas, en los dictados populares, en las leyendas, en las supersticiones, en la carne asada, en el mate, entre otras costumbres recordados por ellos en un conjunto social de decir y hacer. Esa mezcla de valores diferenciados entre ambos proporciona un gran repertorio cultural con fácil asimilación una vez que las raíces latinas poseen bases planteadas en estas costumbres. Además, el acercamiento territorial de los dos países transforma la mayoría de sus espacios en espacios fronterizos.

Otro ejemplo es el hecho de que el estado de Mato Groso do Sul posee fuerte característica de los ritmos musicales y de danzas heredados de los paraguayos. Es fácil percibir esto con el ritmo la polca paraguaya, que se distingue de la polca europea, y es una exigencia habitual en los bailes de la región sulmatogrosense. El chamamé es otro aspecto de la cultura de frontera percibido por los brasileños como un auténtico estilo gaucho del sur de Brasil. Sin embargo, esa danza es originaria de Corrientes, Argentina, y llegó a Mato Grosso do Sul a través de Paraguay, sufriendo (re)significaciones, lo que la deja muy cerca de la polca paraguaya, pues posee un ritmo más tenue que el chamamé argentino. Podríamos destacar muchos ejemplos de algunos aspectos culturales de la música y la danza que tienen un estrecho diálogo entre algunas regiones de Brasil y el Paraguay y, en algunos casos - con ritmos de danza como la Palomita, la mazurca, la polca de carão, la danza de chupin, y otras - con otros países de América del Sur como Argentina.

El sentido de las expresiones simbólicas practicadas de manera regular en uno u otro país - atribuido en esto escenario a una práctica artística, como demostramos, con las influencias paraguayas en la danza - también puede ser verificada en los hábitos de la comida en común, en las bebidas, en las vestimentas, fiestas, religiones, etc. O sea, hay una suerte de prácticas culturales que resultan primordialmente de la diversidad cultural vivida con intensidad por los dos pueblos, independiente del país que están, pues la cultura es formada por características propias que se modifican y son dinámicas.

Los cambios culturales entre brasileños y paraguayos, ocurren específicamente a lo largo de la frontera; en esto espacio ellas logran, de manera evidente, las personas y se mezclan, habiendo una forma de compartir más largamente la cultura. En muchos casos, influencian la propia identidad de un pueblo, no que sea un cambio identitario, pero eso llega a ocurrir en algunos aspectos. Lo que se percibe es que hay una cultura fronteriza significante y que en distintos momentos ella es compartida entre los individuos en este espacio palmilhado, sea en el cotidiano vivido o en los momentos de representaciones colectivas en estos espacios de frontera, con manifestaciones más específicas, como fiestas, bailes o mismo en eventos oficiales que ocurren.

En lo que se refiere a esta tentativa de comprender la cultura fronteriza, la perspectiva de Peter Burke contribuye para aclarar el asunto. Según él, es

Una idea atractiva. Se puede hasta mismo decir que es atractiva por demás, porque encoraja los usuarios a deslizar, sin percibir, de los usos literales a los usos metafóricos de expresión, dejando de distinguir entre fronteras geográficas y fronteras de clases sociales, por ejemplo, entre el sagrado y el profano, el serio y el cómico, la historia y la ficción (BURKE, 2005, p152).

Sin embargo, Burke nos apunta para varios sentidos el término categorías culturales, el importante es percibir aquí los dos sentidos que buscamos discutir en el texto. En primer lugar, los hechos que dificultan la transposición cultural en la frontera de los dos pueblos. Para Burke, “hay al menos algunos obstáculos físicos, políticos y culturales, incluso la lengua y la religión, que disminuyen la velocidad de los movimientos culturales o que desvían hacia canales distintos” (BURKE, 2005, p.153). Las barreras culturales existen, pero no impiden el tránsito de estas manifestaciones.

Siguiendo las reflexiones de Burke destacamos el segundo sentido de la frontera cultural, que es contraria a la primera. Para el autor, es “un lugar de encuentro o espacio de contacto. Las fronteras, muchas veces, son regiones con una cultura propia, claramente hibrida (…). Es decir, las fronteras son, frecuentemente, palcos de encuentros culturales” (BURKE, 2005, p.154).

Intentamos demonstrar aquí que la identidad está siendo construida por las manifestaciones culturales, pero las características culturales no son comprendidas por la mayoría de las personas de trato simples, como los campesinos - característica común de la población fronteriza - como algo que influencie o pueda promover encuentros o desencuentros entre los habitantes, sea del lado brasileño o paraguayo. Percibimos situaciones importantes en el trabajo de observación en el ámbito de la investigación con la Historia Oral10. En el interior de sus casas pasaron situaciones importantes y percepciones de la realidad del cotidiano de estas personas que fueron expuestas con espontaneidad.

La vida en la frontera puede limitar contactos o fijar un determinado contenido con sentidos específicos, pero también puede construir simbólicamente una idea de pertenencia como marco de referencia, definido por la diferencia y por la alteridad en la relación con el otro. Las fronteras se borran, disuelven los localismos y/o exacerban las cuestiones identitarias, muchas veces. El desplazarse, el “ir” y “venir” - no solamente de lugar, pero también de situación económica y social - permite, muchas veces, el surgimiento de algo nuevo, hibrido, distinto, fronterizo, un “tercer”, que insiste en existir en este espacio de pasaje11.

Las identidades fronterizas son marcadas por la interacción entre sujetos distintos que poseen praxis y construcciones simbólicas, culturales e identitarias distintas, hecho que contribuye a la existencia de múltiples relaciones. Son estas que subrayan la diferencia entre los sujetos que habitan en la zona de frontera, pues no es posible comprender como se construye una frontera sin considerar las diferencias que la constituyen.

Al contrario del entendimiento de las personas en lo que se refiere a los hábitos, costumbres, tradiciones, o a los comportamientos que están involucrados en su cotidiano, notamos que la cultura interviene en la conducción de sus vidas cotidianamente. En algunas situaciones, pasan a les acompañar en ocasiones adversas en su cotidiano, podemos afirmar que hasta mismo en acciones desconocidas, muchas veces, los habitantes insisten en discordar de aspectos visibles que los influencian en si día-a-día, es decir, inconscientemente están construyendo identidades en este espacio palmilhado.

Siendo así, para los fronterizos, la frontera se torna la limitación de un espacio que, por poseer contenidos y sentidos distintos fijados por los dos lados, contribuye a la construcción de aquél que es diferente, pues en la frontera ocurre un cruzamiento de distintas identidades que, en contacto, son (re)contextualizadas y (re)elaboradas, para distinguirse cada vez más el marco de referencia. Con la existencia de dos modelos de referencia distintos, la frontera acaba tornándose permeable o maleable, un espacio donde una nueva temporalidad disuelve los localismos y las cuestiones identitarias. Surge, así, el diferente, las identidades fronterizas hibridas.

Esas identidades fronterizas, hibridas y dialógicas, pueden ser percibidas en las danzas y músicas paraguayas que se reproducen como ritmos y estilos en Brasil, como ya señalamos anteriormente, y también en las influencias que los CTGs crean en Paraguay. Percibimos que, en la frontera, específicamente en la divisa de Paraguay con Paraná, se crean hábitos que eran raros a estas poblaciones. La predominancia de migrantes descendientes de europeos con fuerte característica gaucha en el oeste de Paraná lógicamente hace con que se reproduzcan culturas que les satisfacen en este espacio. Siendo así, esa migración se amplía al este paraguayo, donde percibimos muchas de las semejanzas en otro espacio nacional. Queda muy evidente a nosotros el surgimiento de costumbres nativos de los paraguayos en el cotidiano de estos migrantes, mientras ellos insistan en refutar estas influencias.

Un ejemplo fácil es la prevalencia del tereré entre los migrantes y sus descendentes en el oeste de Paraná. En poco tiempo no había el hábito de beber el tereré, costumbre de los paraguayos. Muchos gauchos rechazan que haya el consumo de la bebida paraguaya entre los suyos en Paraná, hasta mismo entre los que están en Paraguay, pero en la investigación comprobamos que la práctica ocurre entre ellos, específicamente en los momentos de tiempo caliente. Es importante destacar que hay alteraciones en la manera de preparar el tereré en Paraná, donde la mayoría de las personas utilizan jugos y/o la yerba mate con sabores variados, configurando, así, una forma resignificada de la bebida.

Los hábitos alimentares, sin duda, comprenden una amplia e importante gradación de aspectos culturales simbólicos entre las personas de los dos países. Ellos pueden nos ayudar en la comprensión de este movimiento transitorio en la frontera, no solamente de personas, pero compartiendo lo que mejor logramos notar en su vida en el cotidiano.

Compartimos costumbres que se componen como aspecto cultural común entre los países. Sin embargo, es irrefutable que en esta práctica su modus operandi sea resignificado por las personas de uno u otro país, de una u otra nacionalidad. En esto sentido, la identidad abarca de manera más evidente las costumbres en comunes compartidos de lo que propiamente el reconocimiento del otro como nacionalidad distinta.

El historiador Peter Burke señala la teoría de los habitus, bien enfatizada por los sociólogos Pierre Bourdieu y Norbert Elias, que nos ayuda a comprender la reproducción de las prácticas culturales y las alteraciones posibles en estas manifestaciones y nos da un punto de vista interesante en la tentativa de destacar su reacción alrededor de las ocurrencias cada vez más perceptibles en la sociedad. En relación a esto, las reglas culturales de este autor muestran que, tal cual afirma Peter Burke, él:

Examinó la práctica cotidiana de los términos de improvisación sostenida en una estructura de esquemas inculcados por la cultura tanto en la mente como en el cuerpo. El término habitus fue tomado del historiador del arte Erwin Panofsky, para designar esa capacidad de improvisación (BURKE, 2005, p.77).

Acreditamos que en este caso no se trate todavía de una completa improvisación, pero sí de la reproducción de costumbres siendo construidos entre sus practicantes, o mejor, la comprensión de un campo cultural que ven siendo resignificado constantemente. Con esto, podemos decir que la diversidad es algo presente en todo el territorio paraguayo en las comidas, en las músicas, las danzas, las costumbres comunitarias, entre otros aspectos. Podríamos trabajar con una mirada todavía mayor de posibilidades de prácticas culturales logrando hasta mismo etnias, lenguas, monedas, educación, medios de comunicación, religiones, cuestiones políticas, entre otros.

Mostrar los espacios y sus especificidades dentro de Paraguay en relación a la historia cultural y sus prácticas incrementa la complejidad de lo que estamos aquí discutiendo en lo que se refiere a las identidades. Pero, dejemos en abierto un proceso que está en pleno desarrollo: las relaciones entre brasileños y paraguayos en los espacios fronterizos.

Concluyendo

Como destacamos, las prácticas culturales identitarias en la frontera están en constante movimiento, resignificando cotidianamente su universo y las relaciones de sus comunidades, tanto como espacio de integración, cambios y sinergias, como con espacio tensión, conflicto y extrañez que se evidencian a través de las acciones de cotidiano de los sujetos que coexisten en estos espacios de frontera. Las personas utilizan espontáneamente el portugués, el español, el portunhol, el guaraní, el alemán y otros idiomas; beben el tereré; comen la chipa, carne asada, sopa paraguaya; perpetúan distintas y variadas creencias religiosas, entre otras prácticas culturales, materiales e inmateriales; construyen discursos reelaborando los sentidos de pertenencia sobre esto espacio palmilhado que es la frontera.

Son estas prácticas que contribuyen para construir las identidades de los sujetos y sus relaciones sociales, así como sus creencias, sus conocimientos y sus pertenencias. Vivir en esto espacio fronterizo es traducir, involucrado en un movimiento de lectura e interpretación de los sujetos, provocando un continuo movimiento de retorno al otro; la alteridad surge en esto contexto como marcador de diferencias. Es un espacio de transito donde ocurren reconfiguraciones, como movimientos de idas y venidas de sujetos fronterizos, en que las impresiones y percepciones de cada desplazamiento no son apagadas, pero si superpuestas y vivenciadas nuevamente en el nuevo espacio/tiempo.

Al investigarnos las identidades fronterizas a partir de los sujetos, no podemos excluir en los análisis el lugar de su origen, que está siempre siendo reevaluado, reinventado y renovado con la travesía en dirección a la extrañez del otro. Así, cuanto mayor la extrañez, mayor es la conciencia de la alteridad y, por consiguiente, mayor seguridad de que ella no está sólo en el otro, pero también en él mismo.

Al asumirnos los espacios fronterizos como locus de enunciación, debemos reconocer que esta condición privilegiada nos permite descubrir sus gentes, con identidades dinámicas, incoherencias, conflictos, es decir, con sus extrañezas. Por fin, pensar sobre las historias de frontera es establecer en ellas distintas miradas, es establecer otra manera de leer a nosotros mismos, pues es una condición de frontera, las situaciones fronterizas van se construyendo ininterrumpidamente.

Referencias

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1 Según las estadísticas no oficiales, en el periodo investigado por nosotros, alrededor de 10% de la población paraguaya fue o es formada de brasileños. Varias fuentes apuntan en esto sentido. Como ejemplo, podemos destacar la literatura histórica que discute el tema entre los dos países. Hay el clásico libro de Domingo Laino, publicado en 1978, nombrado: “Paraguai: fronteiras e penetração brasileira”. Otra obra más reciente es “Extranjerización del territorio paraguayo”, del antropólogo Marcos Glauser, publicado en 2009. Otro punto es el reconocimiento del embajador brasileño en Paraguay que, en 2003, dice que los números oficiales no demostraban la realidad migratoria existente, reconociendo que había alrededor de 500 mil brasiguayos en la faja oriental paraguaya (frontera este de Brasil) - mientras las estadísticas oficiales de la embajada reconozcan solamente alrededor de 100 mil. En lo que se refiere a la oficialidad, recientemente la Comisión de la Verdad y Justicia (CVJ) abrió los “archivos del terror” - documentos que hicieron parte de los 35 años de la dictadura de Stroessner - entre los cuales es posible verificar informes como la Nota 23 - con el anexo de la lista de inmigrantes correspondientes al mes de julio de 1974. DelII Departamento de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas del Paraguay. Comando en Jefe de las FF.AA de la Nación. Asunción, 16 de agosto de 1974 - que apuntan la entrada de miles de brasileños en Paraguay. Hay también la verificación de la Comisión Interinstitucional de la zona de Seguridad Fronteras (CIZOSEF) que, en 2014, forneció datos de que 50% de las propiedades rurales del este paraguayo están bajo dominios de brasileños, conforme destaca la Nota no 14 del Informe de la Región Oriental: Comisión Interinstitucional de Zona de Seguridad de Fronteras(CIZOSEF), de 17 de marzo de 2014. Otra manera de evidenciar el fenómeno migratorio son los periódicos que frecuentemente publican datos sobre esta cuestión. Creemos en esta estimativa, pero, ella no nos permite asegurar este índice, justamente por la ilegalidad que involucra el proceso migratorio transfronterizo. Siendo así, los datos oficiales no sirven como parámetros de amuestras, pues representan una minoría en comparación al que los otros elementos extraoficiales frecuentemente presentan.

2La estimativa de 80% contrasta con lo que la literatura, los periódicos, los estudios demográficos y otros elementos extraoficiales apuntan. Este dato es variable y de difícil confirmación, por la ilegalidad del fenómeno. Incluso, en las décadas de 1970 y 1980, afirmase que este número era mayor, quedando alrededor de 95%. Con el transcurrir de los años, los primeros brasileños en Paraguay tuvieron hijos y nietos y, oficialmente, los descendientes pasaron a ser considerados paraguayos. Estadísticamente, la proporción va se reduciendo, pero, social y culturalmente, las características permanecen (ver nota anterior).

3El gobierno del general Alfredo Stroessner Matiauda en Paraguay (1954-1989) garantizó plenamente el desarrollo del latifundio cuando trabajó por la manutención de las grandes propiedades, y realizaba la distribución de tierras fiscais. En el momento en que propuso cambios, solamente las cambió de manos, como ocurrió con las antiguas obrages en el lado paraguayo, donde básicamente transfirió grandes porciones de tierras recuperadas por el Estado para otros extranjeros las ocupar, también posibilitó la entrada y la apropiación concedida en Ley de Tierras por parte de estos en territorio de frontera, lo que provocó la concentración de propiedades en manos de brasileños en la región de frontera oriental del país. Bien como fomentó la entrada de alrededor de 500 mil inmigrantes brasileños, entre ellos la gran mayoría pequeños propietarios, meeiros, parceleros, arrendatarios, poseros, porcenteiros, boias-frias que estaban siendo excluidos del proceso de modernización agrícola en el sur y sureste brasileño (BALLER, 2015, p. 57).

4“En el final del siglo XIX, surgen nuevas disposiciones teóricas sobre los significados de frontera, con el estadunidense Frederick Jackson Turner (1893), son investigaciones fundamentadas en las conquistas del oeste norte-americano. La tesis de frontera de Turner se difundió por casi medio siglo como un modelo universal de la comprensión de la frontera, influenciando la academia norte-americana y mundial, y también formando redes de investigaciones análogas a la suya, sea para difundir sus disposiciones, sea para las criticar” (Cf. BALLER, 2014, p. 25). “Para pensar la definición de frontera, para Turner, presente en la tesis intitulada O significado da fronteira na História Americana (1893), se torna crucial la comprender bajo dos perspectivas: como división administrativa y política específicamente (border); y como idea de conquista y expansión (frontier), frontera que está en movimiento y es un espacio a ser explorado, [… ] Es importante subrayar que el libro organizado por Paulo Knauss, nombrado Oeste americano: quatro ensaios de história dos Estados Unidos da América, de Frederick Jackson Turner. En él Knauss (2004) sistematiza las conferencias de Turner en el final del siglo XIX para mostrar que el discurso originado en los Estados Unidos representa la novedad a la historiografía mundial sobre la frontera. El libro de Knauss ayuda en la reflexión, pues él elabora un panel historiográfico importante a la teoría turnerniana sobre el tema” (Cf. BALLER, 2014, p. 28).

5Ver: FELIÚ DE SOTO, 1999. p. 75.

7Un ejemplo de esto ocurrió en la década de 1990 en el distrito de General Francisco Caballero Alvarez, más específicamente en la localidad de Puente Kijhá, donde la Iglesia Católica promovía cursos gratuitos de lengua extranjera, sobre todo el español y guaraní, para que la población migrante brasileña pudiese perfeccionarse (Entrevista al trabajo de campo con los habitantes locales). Otra medida bastante común es las Pastorales de Migrante que están en varios distritos fronterizos paraguayos y cooperan en la demanda por documentación personal o afines directamente con la matriz de Asunción. El Mercosur también ha construido pautas a la población fronteriza, un es el Mercosur Educación que promueve proyectos de integración entre algunas ciudades de frontera en distintos países, mientras se reconozca que el Ministerio de Educación de Brasil no posee planificación política para atender a la demanda propuesta por los proyectos del Mercosur. Ver: SPRANDEL, Márcia A.; BRAGA MARTES, Ana C. (orgs.). Mercosul e as Migrações: Os movimentos nas fronteiras e a construção de políticas públicas regionais de integração. Brasília: CNIg, 2008.

9En el artículo, comprendemos las “prácticas culturales” como un modo de percepción del social que es “construido, pensado y dado a leer por medio de estas clasificaciones y delimitaciones que organizan la aprensión del mundo social como categorías fundamentales de la percepción y de la apreciación del real” (CHARTIER, 1990, p. 17).

10Ver: (Cf.: BALLER, 2014)

Recibido: 15 de Noviembre de 2017; Aprobado: 18 de Mayo de 2018

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