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Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas

Print version ISSN 0185-1276

An. Inst. Investig. Estét vol.36 n.104 Ciudad de México  2014

 

Obras, documentos

 

Algunas reflexiones sobre la Casa de Moneda de la ciudad de México y Luis Díez Navarro

 

Some reflections on the Mexico City Mint Building and Luis Díez Navarro

 

Luis Javier Cuesta Hernández

 

Universidad Iberoamericana

 

Artículo recibido el 28 de octubre de 2014.
Devuelto para revisión el 22 de enero de 2014.
Aceptado el 7 de febrero de 2014.

 

Resumen

Este trabajo examina la producción del ingeniero militar español Luis Díez Navarro (Málaga, 1699 —Guatemala, 1780), como ejemplo de migración artística de un género complejo en el siglo XVIII como la dupla arquitectura/ingeniería militar de España al virreinato de Nueva España y la Capitanía General de Guatemala. La ingeniería trajo consigo una nueva manera de entender y expresar el imaginario de poder metropolitano en los reinos hispánicos. Tanto en fortificaciones (Veracruz), como en edificios administrativos (Casa de Moneda, México), Díez Navarro le dio un nuevo sentido a la universalidad de la arquitectura barroca. Sin embargo, sus trabajos en la planeación de la nueva capital de Guatemala, tras los sismos que destruyeron Santiago de los Caballeros en 1773, fueron los que le asegurarían un papel fundamental en la discusión entre globalización e identidad.

Palabras clave: arquitectura novohispana; arquitectura del siglo XVIII; ingenieros militares; Díez Navarro; Casa Moneda; México.

 

Abstract

This work examines the production of the Spanish military engineer Luis Díez Navarro (Málaga, 1699—Guatemala, 1780), as an example of eighteenth-century artistic migration. From Spain, Navarro brought to the Viceroyalty of New Spain and the Capitanía General of Guatemala a complex genre: the duo formed by the fusion of military engineering and architecture. This entailed a new way of understanding and expressing the imaginary of metropolitan power in the Hispanic realms. Both in fortifications (Veracruz), and in administrative buildings (the Casa de Moneda, or mint, in Mexico City), Díez Navarro gave a new sense to the universality of Baroque architecture. It was, however, his work in the planning of the new capital of Guatemala, after a series of earthquakes had destroyed Santiago de los Caballeros in 1773, that ensured him a fundamental role in the dialectics of globalization and local identity.

Keywords: architecture of New Spain; eighteenth-century architecture; military engineers; Díez Navarro; Mexico City Mint.

 

Monarca alguno no tendrá en sus dominios semejante joya1

 

La Casa de Moneda de México existía desde 1571 como un anexo en el lado norte del Palacio de los Virreyes. La importancia de la minería novohispana la había convertido, a finales del siglo XVI y a lo largo del siglo XVII, en pieza central de la política hacendaria española. A pesar de ello, a partir de 1729 las reformas borbónicas establecieron: 1) que el privilegio de acuñar concedido a particulares desapareciera y 2) que se modificaran los sistemas de acuñación hacia un sistema de carácter industrial ("la nueva labor de moneda circular" y el "cordoncillo al canto").

Al año siguiente, en 1730, el superintendente de la Real Casa de Moneda de México, José Fernández Veitia, y el nuevo director de la misma, Nicolás Peinado de Valenzuela,2 iniciaron el proceso para la construcción de un edificio de nueva planta, puesto que en el viejo no existía espacio suficiente para la maquinaria reciente. La construcción de las nuevas máquinas de acuñación comenzó en febrero de 1731, mientras que la obra arquitectónica inició el 16 de abril de ese mismo año. El edificio y todo el instrumental de acuñación estaban terminados ya el 16 de diciembre de 1734 (fig. 1).

El plano que estamos estudiando (fig. 2) representa la traza general de la Casa de Moneda.3 No muestra niveles pero sí la solución de cuartos, patios y distribución espacial. Parece más un dibujo de presentación que por ende no tendría la función del dibujo operativo destinado a maestros y sobrestantes para ejecutar la obra, como sí lo serían otros dibujos del edificio cercanos en el tiempo, por ejemplo, el firmado por el propio Nicolás Peinado de Valenzuela, y fechado apenas seis años después, en 1753.4

Además de la traza arquitectónica, el plano presenta dos marcas:

• En la parte superior, la inscripción Plano de la Casa de Moneda de México. Año de 1747.

• En la parte inferior, una hermosa rocalla en tinta negra y acuarelas marrón, verde, azul y roja que rodea un compás sobre un trazo negro rayado y una acuarela azul que parece agua.

Para 1747 (la fecha que aparece en el plano), el proceso constructivo de la Casa de Moneda había finalizado hacía ya 13 años (16 de abril de 1731-16 de diciembre de 1734). Ante este hecho resulta factible pensar en dos posi­bilidades:

• Dado su carácter "de presentación", como decía antes, el plano bien podría ser una copia de los que había enviado a Madrid, con motivo del fin de la obra en 1734, José Fernández Veitia, concretamente al secretario del despacho universal de su majestad y superintendente general de todas las casas de Moneda, José Patiño.5 Esos planos los había delineado el ingeniero militar extraordinario, el teniente Luis Díez de Navarro y Albuquerque.6

• La otra posibilidad estribaría en la realización de diversas obras en el edificio en 1741 (sismos y lluvias), 1744 (niveles y desagües) y 1748 (techos y pisos) por diversos canteros, principalmente Bernardino de Orduña, pero siempre ostentando la dirección de obra el propio Díez Navarro (quien, a pesar de haber sido comisionado para supervisar las fortificaciones en la zona de Centroamérica, siguió figurando al frente de sus cargos en la ciudad de México, por lo menos hasta 1748 cuando fue nombrado gobernador interino de Costa Rica). El plano bien podría haberse realizado en ese lapso como trazo maestro de la construcción.

 

El maestro mayor de la Catedral y Real Palacio de México en 1735: Luis Díez Navarro y Albuquerque, ¿autor del plano?

Es de observarse que la figura de Díez Navarro aparece en ambos casos como el probable autor de nuestro plano. El otro candidato lógico sería Nicolás Peinado de Valenzuela, quien firmó tanto las trazas maestras de la construcción en 1730 a sus inicios, como el plano de 1753 al que ya nos hemos referido. Sin embargo, una rápida comparación de las inscripciones en ambos dibujos permite concluir que esto último resulta imposible, aunque, si nos fijamos en el plano para la nueva capital de Guatemala, trazado por el propio Díez Navarro en 1776 (fig. 3) (al que volveremos más tarde),7 veremos que hay una proximidad mucho mayor —no sólo en la caligrafía, sino en el dibujo, el uso de la tinta negra, aguada sepia y acuarelas de color.

Es importante regresar al motivo del compás en la rocalla, ya que si el trazo negro rayado se interpreta como un puente o una calzada sobre agua (algo por otra parte muy lógico en la ciudad de México), este emblema resultaría una manera muy ingeniosa de aludir a la dialéctica arquitectura-ingeniería de esta época.8

La vinculación del ingeniero militar de origen malacitano, Luis Díez Navarro, con la Casa de Moneda de México se remonta a abril de 1733, cuando el virrey Juan de Acuña y Bejarano, marqués de Casafuerte,9 lo llama para nombrarlo maestro mayor de las obras de la Casa de la Moneda desde la ciudad de Veracruz, donde se encontraba trabajando en las fortificaciones del puerto.

Dos años más tarde, en 1735, el Consejo de Indias aprobó una gratificación, asignada por el virrey arzobispo don Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta (sucesor de Juan de Acuña), así como su nombramiento como maestro mayor de la Catedral y del Real Palacio, lo que parecería indicar una aprobación por parte de las autoridades virreinales en su labor al frente de la construcción.

En esa etapa avanzada de la obra (1733), la principal encomienda para el nuevo director de obras de la Casa de Moneda ya sólo podía ser el trazo de la portada principal del edificio. Tal vez a ello podamos sumar ahora este plano que nos ayuda a conocer mejor la historia constructiva del mismo.

 

La portada de la Casa de Moneda. Un intento de explicación

Es evidente que la fachada del edificio (fig. 4) no podía dejar de tener relación con una de las reformas administrativas borbónicas más importantes: la que afectaba el funcionamiento de los privilegios de acuñación. En ese sentido, las casas de moneda que aparecieron en los reinos hispánicos (y en particular en los territorios americanos) fueron sin duda indicativas del aire de los nuevos tiempos. Pero, frente a esa evidencia, los análisis visuales de estos edificios no han dejado, en muchas ocasiones, de ser someros.

Pongamos un ejemplo: los historiadores de la arquitectura novohispana se han visto sorprendidos en repetidas ocasiones por las opciones estéticas elegidas por Díez Navarro a la hora de componer esta portada, pero también por el apoyo expresado por parte de las autoridades virreinales. Tomemos como representativa la opinión de Efraín Castro: "esta decisión [se refiere al rechazo del virrey y del superintendente, Fernández Veitia, del proyecto de Gerónimo de Balbás frente al de Díez Navarro]10 nos privó, quizá, de una de las obras más importantes del barroco del siglo XVIII, pues el (proyecto) de Díez Navarro [...] era demasiado sobrio y diseñado dentro de las líneas renacentistas".11

Y es que, claro, si comparamos la portada de la Casa de Moneda con obras contemporáneas como las del grupo de arquitectos que dominaba el panorama de la capital en el primer tercio del siglo XVIII: Pedro de Arrieta (fig. 5),12 Miguel Custodio Durán13 (fig. 6) o José Eduardo Herrera (fig. 7), parecería en principio que el proyecto del ingeniero Díez Navarro era bastante más conservador.

Pero tal vez se pueda buscar una explicación alternativa: Díez Navarro era un profesional relativamente joven (34 años) cuyo contacto con la arquitectura novohispana era muy reducido en ese momento, de tal forma que habríamos de localizar sus fuentes de inspiración en otros lugares.

Estoy convencido de que todos los estudiosos del siglo XVIII están familiarizados con el famoso real de a ocho de plata, también conocido como "columnaria" (fig. 8). Considero que las grandes fajas, que envuelven el fuste de las cuatro columnas que ordenan la portada, deberían encontrar su modelo fundamentalmente en uno de los topos básicos de la cultura visual hispana: las columnas de Hércules coronadas y el lema carolino del plus ultra.

Alguien podría pensar que se trata de una coincidencia, pero si revisamos los documentos podemos corroborar que ya un primer proyecto para la portada de Peinado de Valenzuela contemplaba "en las hojas de la puerta los dos mundos coronados sobre las olas y en cada uno el 'Utraque unum' de la moneda circular".14 Y de manera más enfática aún, en el ya mencionado informe de Fernández Veitia de 1734 a José Patiño, se dice que "la cornisa de cerramiento era sostenida por cuatro columnas de cantera que ostentaban las inscripciones 'Plus Ultra' y 'A Solis Ortu Usque ad Occasum'".15 Lo cual confirma que las fajas, hoy desnudas, ostentaron en su época dichas inscripciones que convertirían la portada en un emblema parlante de la función del edificio, así como de su función representativa del nuevo orden borbónico, explicando así la lejanía formal con proyectos coetáneos.

Habría que recordar aquí varias cuestiones, como el hecho de que en la Nueva España esa inscripción se sometiera a una sistemática damnatio memoriae por doquier en busca de hacer desaparecer cualquier huella simbólica relacionada con la corona española; que, a pesar de ello, en la Caja Real de San Luis Potosí (construida en su estado actual entre 1763 y 1765 por el arquitecto Felipe Cleere), aún se conservan las inscripciones en las columnas de su segundo cuerpo; o que el ingeniero Sebastian van der Borcht introduciría igualmente elementos simbólicos de ese tipo en su nueva portada para la Casa de Moneda de Sevilla (1761-1763).16

 

La gran influencia de Vauban: las fortificaciones

Pese a la constatación de este lenguaje arquitectónico emblemático de las reformas borbónicas en una de las instancias oficiales más características de la época en los virreinatos americanos, no podemos olvidar que los "instrumentos de dominio del territorio", en palabras de Alicia Cámara, fueron el campo natural de actuación de los ingenieros militares en el XVIII, es decir, las fortificaciones.17 Podemos ejemplificar, de manera irónica, la importancia de ese campo con las palabras de finales del siglo XVIII del artista Francisco Eduardo Tresguerras en sus Ocios literarios: "la gran influencia de Vauban y entre nosotros, los palurdos, de Serlio".18

Calderón Quijano sitúa la llegada de Díez Navarro de España a Veracruz en 1732,19 lo que no debió darle mucho margen para trabajar en las fortificaciones del puerto ese año, ya que, como vimos, el virrey marqués de Casafuerte lo reclamó a la ciudad de México en abril de 1733 (se solicitó su regreso al puerto de Veracruz en 173520 y regresaría después en dos campañas más: 1736-1737 y 1739-1740).21

En cualquier caso, debió dejar una impresión tan perdurable que se tradujo en sendos informes del virrey Vizarrón al rey (con una relación de méritos y servicios adjunta) el 14 de abril de 1734;22 y del licenciado Veitia también al rey el 20 de noviembre del mismo año,23 que sin duda fueron instrumentales para su nombramiento como maestro mayor de la Catedral Metropolitana y del Real Palacio al año siguiente.

Igualmente, don Antonio de Benavides Bazán y Molina, mariscal de campo de los reales ejércitos y gobernador de la ciudad y castillo de Ulúa en Veracruz, envió otro informe al Consejo de Indias el 7 de marzo de 1737,24 en el cual recomendaba los méritos de Díez para su ascenso, respondido por una Real Cédula expedida en Madrid el 15 de agosto de 1739, dirigida a Félix Prosperi,25 en la cual se pedía información sobre los ingenieros extraordinarios Feringan Cortés y Díez Navarro, quienes solicitaban el empleo de ingeniero ordinario con el grado de capitán.

Cuando aún mantenía sus cargos en la ciudad de México, a Díez Navarro se le designó visitador general de las fortificaciones de la Capitanía General de Guatemala. Allí recorrió toda la costa atlántica entre 1743 y 1745, e informó sobre la fortaleza de San Felipe de Lara en Izabal (fig. 9) (misma que describió como "una pequeña fortificación maltratada, de figura cuadrilonga por un lado y por el otro circular".26 De acuerdo con su guarnición y armamento lo consideró casi indefenso),27 proporcionó diseños de numerosas construcciones como, por ejemplo, de la fortaleza de la Pólvora en Granada (actual Nicaragua).

Con todo, su obra fundamental en ese momento fueron sin duda, los diseños para la fortaleza de San Fernando en la bahía de Omoa (Honduras) (fig. 10), de la que fue comandante hasta que Alonso Fernández de Heredia lo nombró gobernador interino de Costa Rica el 22 de noviembre de 1748, cargo que asumió hasta el 14 de marzo de 1750.28

 

Sobre el plano de la Nueva Guatemala de la Asunción

Los años que corrieron entre 1750 y 1770 dan cuenta de una febril actividad por parte del ingeniero Díez Navarro en los territorios de la Capitanía General de Guatemala,29 sin embargo, puesto que se trata de un periodo muy estudiado por diversos autores y para no hacer más prolijo el mismo, es necesario concentrarse en una de las obras probablemente más singulares en ese momento: el trazo de la nueva ciudad que sustituiría como capital a Santiago de los Caballeros, antigua capital de Guatemala tras su traslado a su nueva ubicación en el Valle de la Ermita en 1776, después de los catastróficos terremotos ocurridos tres años antes.

La Nueva Guatemala de la Asunción se fundó el 2 de enero de 1776, después de que el 1 de diciembre de 1775 se recibiera la Real Cédula de aprobación del proyecto para el traslado. La traza de 1776, firmada por Díez Navarro (véase fig. 3), se diseñó como un cuadrado de trece cuadras y doce calles, estrictamente orientada, y con cuatro plazas menores que completan la plaza mayor. Según la leyenda del plano, en torno a la plaza mayor se disponían la Catedral y el palacio arzobispal; la Real Casa y la Real Audiencia; la Casa de Moneda y el Ayuntamiento.

Un rasgo sumamente novedoso era la disposición del arbolado en todo el perímetro de la traza, así como la enorme regularización a la que el ingeniero sometía el trazo urbano.

La historia del proyecto fue muy accidentada: tras ser enviado a la corte y de ser aprobado en primera instancia por el ministro de Indias, fray Julián de Arriaga, José de Gálvez, quien lo sustituyó en el cargo, envió el plano al arquitecto mayor de las obras reales, Francisco Sabatini, quien criticó algunos puntos (básicamente el escaso espacio ocupado por los edificios de aparato, la falta de muralla, o la ausencia de una jerarquización vial). Si bien el último de los reparos de Sabatini parecería indicar una mentalidad ilustrada, lo cierto es que los otros dos denunciaban un escaso conocimiento de la realidad urbana americana. Eventualmente se enviaría a Guatemala a un discípulo de Sabatini, Marcos Ibáñez, quien en opinión de Luján, "presentó modificaciones menores al proyecto de Díez Navarro" en su plano de 1778.30

Aunque se ha hablado mucho de un pretendido aspecto conservador en la traza de Díez Navarro (que algunos ven demasiado influido por las leyes de Felipe II), estoy completamente de acuerdo con las consideraciones de Bonet Correa sobre la modernidad del proyecto. Escribe Bonet: "El proyecto de Díez Navarro organizaba la ciudad por sectores y era afín al de la ciudad norteamericana del siglo XVIII, facilitando así la buena administración y el control del orden y de la policía urbana".31 Comparto también la caracterización que hace Ramos Sosa: "un presupuesto teórico y culto por parte de un profesional que conjugaba las disciplinas de la arquitectura y la ingeniería y que conjugaba el concepto y razonamiento ideal con las exigencias del latir cotidiano en Indias".32

La traza regular, conservada casi íntegramente en la actualidad, lejos de ser un recuerdo del siglo XVI, la convierte, en su sujección absoluta a la razón, en una ciudad de la Ilustración. Este primer momento histórico en la Nueva Guatemala de la Asunción provendría entonces fundamentalmente de la modernización borbónica y de los profesionales encargados de llevarla a cabo.

 

Conclusiones

Para concluir habría que apuntar cómo en el siglo XVIII los Borbones fomentaron la presencia en América de los nuevos ingenieros militares formados en España: el teniente coronel Francisco Álvarez Barreiro, ingeniero mayor del Reino, o el ingeniero Felipe Peringan Cortés en la Nueva España; José María Alexandre, José Firmino y Simón Desnaux en Guatemala y, en ambos lugares, quizá el más destacado, Luis Díez Navarro y Albuquerque, quien llegó a Guatemala a principios de 1750, procedente de España primero y de México después.

La ingeniería trajo consigo una nueva manera de entender y expresar el imaginario de poder metropolitano en los reinos hispánicos. Tanto en los más usuales trabajos en fortificaciones, como en su participación en edificios administrativos, Díez Navarro, como el resto de los ingenieros militares españoles, le dio un nuevo sentido a la universalidad de la arquitectura barroca en esa centuria.

Estos trabajos, y otros, como su participación en la planeación de la nueva capital de Guatemala tras los sismos que destruyeron Santiago de los Caballeros en 1773, le asegurarían a Díez Navarro un papel fundamental en la discusión entre globalización e identidad en la arquitectura virreinal del siglo XVIII. 33

 

Notas

1. Fragmento del informe de José Fernández Veitia, juez superintendente de la Real Casa de Moneda [Archivo General de Indias, Ramo México, 2812, 22 de noviembre de 1734] a José Patiño, secretario del despacho de su majestad y superintendente general de las casas de Moneda.

2. "Don Nicolás Peinado y Valenzuela, natural de la Villa de Moya, de profesión matemático, ingeniero agudísimo y maestro principal de moneda que ha sido en el Real ingenio de Cuenca, adelantó y perfeccionó poco ha con una preciosísima invención la máquina de que para este efecto se servían en Holanda y Portugal, con que le quitó el riesgo que tenía para los obreros, la hizo más dulce y de fácil manejo, y lo más admirable es que, habiendo aumentado la potencia motriz de la máquina, lo que necesariamente hace más tardo el movimiento, se logra, sin embargo, tirar una cuarta parte más de plata que antes", fray Benito Jerónimo de Feijóo, Teatro Crítico Universal (Madrid: Cátedra, 2006), 228-229.         [ Links ] En su Teatro el ilustrado español sitúa a Peinado y Valenzuela [quien había nacido en el pueblo conquense de Moya, y fallecería en la ciudad de México en 1762], como gran científico e inventor. Había trabajado en la parte hidráulica de la ceca conquense hasta 1728. Posteriormente hizo lo propio en la Casa de Moneda de Madrid. En 1730 (concretamente el 23 de julio), se le nombra en Sevilla director de la Real Casa de Moneda de México. En Cádiz, embarcó en la almiranta San Juan un 18 de agosto con rumbo a Veracruz. Ya en la ciudad de México, el 4 de diciembre, presentaba su cargo que, diez días después, era oficializado, ante el virrey de Nueva España, marqués de Casafuerte, con la toma del correspondiente juramento y demás formalidades establecidas.

3. Se trata de un plano no demasiado grande, en el que los muros aparecen delineados con tinta negra y sombreados con aguada sepia, en tanto los vanos aparecen marcados con punteado rojo. No hay orientación, escala ni pitipié, y las únicas cotas que aparecen son las medidas de los cuatro lados (N 119 varas, S 117 varas, E y W 100 varas). Hay tres toques en acuarela verde azulada para señalar fuentes y acequias.

4. Archivo General de la Nación (en adelante AGN), México, Casa de Moneda, vol. 399. Ese plano es el que presentó Peinado en oposición al proyecto de ampliación del ingeniero Felipe Feringan y al del maestro mayor del Palacio, Miguel Espinosa de los Monteros, de 1752, mismo que tampoco llegó a concretarse.

5. Efraín Castro, "Historia del edificio. Evolución arquitectónica", Palacio Nacional de México (México: Secretaría de Obras Públicas, 1976), 106.         [ Links ]

6. (Málaga 1699-ciudad de Guatemala, 1780). Ingeniero militar, hijo de Agustín Díez Navarro y Jerónima Albuquerque. Horacio Capel Sáez dice que fue soldado de artillería en 1717, que ingresó al cuerpo de ingenieros en 1720. Jorge Luján Muñoz, por su parte, en su Historia general de Guatemala, menciona que trabajó en la ciudadela de Barcelona y en las fortificaciones de Cádiz (1727-1730). Era entonces alférez de Granaderos, alcanzaría los empleos de capitán en 1749, teniente coronel en 1752 y brigadier en 1756. Véase C. Belaubre, "Díez Navarro y Albuquerque", Boletín de la Asociación Fomento Estudios Históricos Centroamérica, núm. 35 (2008): 9-10.         [ Links ] Calderón Quijano nos permite completar y contrastar estos datos: Díez Navarro trabajó en las obras de los puertos de Cádiz, la Carraca y Barna y en los presidios de África. Asistió al sitio de Gibraltar de 1727. Fue también discípulo del conocidísimo ingeniero Ignacio Sala. Viajó a la Nueva España en 1732 (Véase J.A. Calderón Quijano, Historia de las fortificaciones en Nueva España [Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1984], 127).         [ Links ]

7. Jorge Luján Muñoz, Historia general de Guatemala,         [ Links ] pone en duda que él lo hubiera ejecutado por su avanzada edad —tenía 75 años, y problemas de salud: era casi ciego. Sostiene que su hijo Manuel, siguiendo las indicaciones de su padre, lo pudo haber hecho junto con un amigo de la familia, Joaquín Carbajal, nombrado sobrestante a propuesta de Díez Navarro. No debatiré aquí esta polémica, aunque no comparto la opinión de Luján.

8. He investigado sobre el particular pero hasta este momento no he encontrado dibujos semejantes relacionados con ingenieros militares o con el propio Díez Navarro.

9. Juan de Acuña y Bejarano (Lima, 22 de febrero de 1658-México, 17 de marzo de 1734), primer marqués de Casa Fuerte y XXXVII virrey de la Nueva España.

10. Es muy conocido el episodio en el que el proyecto para esa portada de Gerónimo de Balbás fue rechazado por haber sido considerado "hermoso pero decorado en tan extraña manera que para terminarlo se incurriría en grandes gastos y una vez terminado parecería más como un altar en una iglesia que la fachada de una casa". Véase H. Berlin, "El ingeniero Luis Díez Navarro en México", Anales de la Sociedad de Geografía e Historia (Guatemala) XXII (1947): 93.         [ Links ]

11. Castro, "Historia del edificio. Evolución arquitectónica", 105 (las cursivas son mí         [ Links ]as).

12. Real de Minas de Pachuca (actual Pachuca, capital del estado de Hidalgo, México), segunda mitad del siglo XVII-ciudad de México, 15 de diciembre de 1738. Arquitecto clave en la evolución estilística de la arquitectura barroca en el virreinato de la Nueva España entre los siglos XVII y XVIII, "Maestro Mayor de las obras de este Santo Oficio", "Maestro Mayor de este Reino y de la obra y fábrica material de esta Santa Iglesia Catedral Metropolitana, de esta Corte y de estas Casas Reales" y "Maestro del arte de la arquitectura".

13. Ciudad de México, 1682-ca. 1748. Arquitecto. Claro ejemplo del orgullo de los arquitectos de origen criollo de principios del siglo XVIII en la Nueva España, Custodio Durán firmaba como maestro de arquitectura civil y política, examinador y veedor de dicho arte, ingeniero en arquitectura militar, agrimensor y apreciador de tierras y aguas y cosmógrafo en el arte de las matemáticas.

14. AGN, Casa de Moneda, vol. 460.         [ Links ]

15. Véase n. 1.

16. Mercedes Espiau Eizaguirre, La Casa de Moneda de Sevilla y su entorno: historia y morfología (Sevilla: Junta de Andalucía/Universidad de Sevilla, 1991).         [ Links ]

17. Alicia Cámara Muñoz, Fortificaciones y ciudad en los reinos de Felipe II (Madrid: Nerea, 1998), 45.         [ Links ]

18. Francisco Eduardo Tresguerras, Ocios literarios (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1962), 51.         [ Links ] Francisco Eduardo Tresguerras (1759-1833), arquitecto y pintor mexicano que alcanzó gran popularidad en su época; férreo seguidor de los principios del neoclasicismo, criticó con dureza los excesos del barroco. Nació en Celaya (Guanajuato). Sus conocimientos artísticos, adquiridos de forma autodidacta, se fundamentan, entre otras cosas, en la lectura de los tratados de Sebastiano Serlio, Vitrubio, fray Lorenzo de San Nicolás, Antonio Ponz y Antonio Palomino.

19. En la nota 4 de este texto aparece lo poco que sabemos hoy sobre su etapa española.

20. Para lo que se le concedió una gratificación para desplazarse, Boletín de la Biblioteca Central Militar, 2ª época, núms. 9, 10 y 11 (Madrid: Servicio Histórico Militar, 1953): 634.         [ Links ] Citado en J. O. Moncada, Ingenieros militares en la Nueva España (México: Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Geografía e Instituto de Investigaciones Sociales, 1993), 81.         [ Links ] En esa primera ocasión remite los planos del puerto de Veracruz y del castillo de San Juan de Ulúa con los proyectos para la seguridad del puerto, prolongación y ensanche de las murallas y muelles, cuarteles para los Dragones, etc. Los ingenieros militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, ed. Horacio Capel (Barcelona: Universitat de Barcelona, 1983).         [ Links ]

21. Véase Calderón Quijano, Historia de las fortificaciones en Nueva España, 126-127.         [ Links ]

22. AGI, México, leg. 2445.

23. AGI, México, leg. 2445.

24. AGI, México, leg. 2445.

25. AGI, México, leg. 2445.

26. AGI, México, leg. 2445.

27. Véase la introducción histórica de Yvonne Putzeys y Edgar Ortega, "Estado actual y excavaciones en el castillo de San Felipe de Lara", en XIV Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala 2000, eds. J.P. Laporte, A.C. Suasnavar et al. (Guatemala: Museo Nacional de Arqueología y Etnología, 2001), 621-629.         [ Links ]

28. Calderón Quijano, "El fuerte de San Fernando de Omoa: su historia e importancia que tuvo en la defensa del golfo de Honduras", Revista de Indias, núms. 9 y 11 (Madrid, 1943): 127-163,         [ Links ] especialmente 149. Véase Calderón Quijano, Historia de las fortificaciones en Nueva España, 127, n. 11.         [ Links ]

29. Algunas de las obras que Díez Navarro emprendió en este momento eran tan importantes como el Palacio de los Capitanes Generales de Antigua, que reformó desde 1755.

30. Marcos Ibáñez, Plano de la Nueva Ciudad de Guatemala de la Asunción, 1778. AGI, MP, Guatemala, 234.         [ Links ]

31. Antonio Bonet Correa, "Ciudad y arquitectura en Guatemala. Siglos XVI, XVII y XVIII", en El país del quetzal. Guatemala maya e hispana (Madrid: Sociedad Editorial para la Acción Cultural Exterior, 2002), 132.         [ Links ]

32. Rafael Ramos Sosa et al., El país del quetzal. Guatemala maya e hispana, 458-459,         [ Links ] fichas catalográficas núms. 324 y 325.

33N.B. En la primavera de 2008, mientras realizaba una estancia docente en el Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica en Santiago, encontré en la mapoteca del Archivo Nacional de Chile el plano mencionado, mismo que, hasta donde entiendo, no se ha publicado ni discutido hasta ahora ni siquiera en los más recientes estudios sobre el tema (véase E. Uribe et al., Casa de Moneda: cinco siglos de tradición [México: Casa de Moneda de México, 1999]         [ Links ]).

 

Información sobre el autor

Luis Javier Cuesta Hernández. Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Salamanca, España. Premio Extraordinario de Doctorado. Profesor de tiempo completo en el Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana. Profesor en la Maestría en Restauración Arquitectónica de la ENCRYM/INAH. SNI nivel 1. Autor de tres libros (Ut architectura poiesis. Relaciones entre arquitectura y literatura en la Nueva España durante el siglo XVII; Arquitectura del Renacimiento en Nueva España; Arte conventual en Alba de Tormes. Los conventos de Santa Isabel y las RR.MM. Benedictinas), diez capítulos en libros colectivos, doce artículos en revistas científicas, y veinte ponencias en congresos especializados en México, Europa, Norteamérica y América Latina. luis.cuesta@ibero.mx.

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