Señor editor: En México, la llegada del nuevo coronavirus hizo necesaria la creación de protocolos de detección, seguimiento y manejo de los pacientes infectados con el fin de contrarrestar el impacto y ofrecerles mejor atención. La diversidad sociocultural y de recursos de cada región obliga a su adaptación,1 por lo que la investigación en áreas como los determinantes sociales de salud, costo-beneficio de programas y protocolos aplicados ha facilitado esta tarea.
La Universidad Autónoma de Querétaro inició un protocolo de autoría propia para detectar portadores de SARS-CoV-2 por medio de PCR (reacción en cadena de la polimerasa) punto final, migrado después a LAMP (loop-mediated isothermal amplification). Una vez identificados los portadores, se les ofrecía el seguimiento clínico domiciliario, cuyo objetivo fue establecer un protocolo uniforme y estandarizado de seguimiento ambulatorio, con el fin de evitar la saturación del primer nivel de servicios de salud, detectar oportunamente las complicaciones y darles orientación, todo esto con el respaldo de un manual de bioseguridad y anteponiendo la integridad del personal de salud y de los pacientes.
El procedimiento consta de cinco componentes: 1. La notificación a los pacientes con resultado reactivo; 2. Tamizaje telefónico por medio de un cuestionario de síntomas y antecedentes personales patológicos. Identificación de personas de riesgo dentro del domicilio con el fin de referir a prueba y aislar; 3. Al domicilio acude un médico y un evaluador de bioseguridad. Se realiza el cuestionario diagnóstico, medición de temperatura, prueba modificada de umbral olfatorio2 y pulsioximetría; 4. Estratificación del riesgo del paciente y seguimiento según el algoritmo (figura 1), y 5. Resolución de dudas del paciente y familiares, recomendaciones generales y, de requerirse, tratamiento sintomático.
* Si cumple dos de los cuatro criterios, se clasifica en este riesgo
‡ Persona de cualquier edad que en los últimos siete meses haya presentado al menos dos de los siguientes signos y síntomas: tos, fiebre o dolor de cabeza, acompañados de al menos uno de los siguientes signos o síntomas: dificultad para respirar, dolor en las articulaciones, dolor muscular, dolor de garganta, escurrimiento nasal, conjuntivitis, dolor en el pecho o clase funcional según la NYHA o Escala de Silverman Andersen.
APP: antecedentes personales patológicos; SpO2: saturación de oxígeno; Px: paciente; NYHA: New York Heart Association
Después de tratar a 300 pacientes (mayo-agosto), se concluyeron tres aprendizajes:
Un protocolo de toma de pruebas es inservible si no incluye educación y acercamiento con los pacientes, que es permitido por medidas de bioseguridad con una tasa de contagios del personal de 0%, con respaldo de muestreo continuo.
La formación de trazadores, que incluya profesionales de la salud y sociedad, impacta positivamente en el control de la pandemia. El task-shifting fue la base para el entrenamiento de los portadores. Así, la notificación y aislamiento de sus contactos se convertía en una corresponsabilidad, por lo que todo programa que se desarrolle debe tener integrado un modelo robusto de trazadores.
El distanciamiento social impactó positivamente en los números totales, pero negativamente en la salud mental. El mensaje “Si tienes síntomas leves, quédate en casa” generaba incertidumbre ya que, en presencia de sintomatología, no todos tienen acceso a una consulta digital. Contar con un protocolo de bioseguridad da la confianza para un acercamiento presencial. Al estar dentro del domicilio, se impactó positivamente en la salud mental de los pacientes y familiares, y se igualaron las oportunidades.
En conclusión, generar un modelo de seguimiento clínico y contactos basado en telemedicina y bioseguridad, siguiendo los cinco componentes previos y con flexibilidad para adecuarlo a las necesidades locales, es una estrategia adecuada de manejo del paciente ambulatorio. Utilizar el task-shifting, monitorizar y derivar oportunamente permiten un seguimiento integral. Además, este modelo tiene un alto valor costo-beneficio a nivel social e individual.