INTRODUCCIÓN
La apendicitis epiploica, también llamada apendagitis, es un proceso inflamatorio producido por un daño estructural que se debe principalmente a la movilidad que su forma pediculada confiere, la cual hace que sea propensa a tener una torsión que genera zonas hemorrágicas o isquémicas; este tipo se denomina primaria.
En cambio, cuando una estructura vecina sufre un proceso inflamatorio extenso y afecta a los apéndices y genera un proceso de infarto y necrosis grasa, hablamos de un proceso secundario1,2,3.
Los apéndices epiploicos están formados de tejido graso y son pediculados, se encuentran dispuestos en dos líneas, medial y lateral, a las tenias colónicas. En promedio, se encuentran en mayor cantidad en el hemicolón izquierdo, con función aparente apoyo energético, soporte a la pared durante peristalsis, incluso de ayuda a irrigación en caso de isquemia4.
PRESENTACIÓN DE CASO CLÍNICO
Se trata de un paciente del sexo masculino, de 98 años, sin antecedentes de importancia para la patología, que acudió al área de urgencias, refiriendo cuadro con evacuaciones diarreicas, no sanguinolentas, fétidas, acompañadas de náuseas, sin llegar a la emesis, presentación de fiebre no cuantificada y dolor abdominal. A la exploración se encontró al paciente con mucosas en deficiente estado de hidratación, abdomen plano, blando, depresible, con dolor generalizado predominante en hemiabdomen derecho a la palpación profunda, intensidad 3/10, sin detonantes ni atenuantes.
Se realizan estudios de laboratorio (tabla 1 y tabla 2) que arrojaron biometría hemática con leucocitosis, sin otra alteración. Debido al dolor inespecífico, se solicitó una TAC en la que se reportaron pequeñas y escasas formaciones diverticulares hasta colon sigmoides, además de la presentación hacia el ángulo antimesentérico de colon sigmoides de una lesión hipodensa irregular de densidad grasa que mide 19 × 18 mm con halo hiperdenso y estriación de la grasa adyacente, compatible con apendicitis epiploica (figura 1, figura 2 y figura 3).
Eritrocitos | 4 160 mill/mm3 |
Hemoglobina | 13.7 g/dL |
Hematocrito | 38.2% |
Leucocitos | 11,210/mm3 |
Linfocitos | 7% |
Polimorfonucleares | 87% |
Plaquetas | 220,000 |
Color | Café claro |
Aspecto | Diarreico |
Moco | Escaso |
Residuos de alimentos | Negativo |
Sangre oculta | Negativo |
Azucares reductores | Negativo |
Leucocitos | No se observaron |
Eritrocitos | No se observaron |
Flora bacteriana | Abundante |
Parásitos | No se observaron |
Levaduras | No se observaron |
Se inició tratamiento con ceftriaxona (1 g cada 12 horas), metronidazol (500 mg cada 8 horas), parecoxib (40 mg IV cada 24 horas), omeprazol (40 mg IV cada 24 horas). Posterior a la aplicación del tratamiento farmacológico, se encontró mejoría clínica, cediendo el dolor, las evacuaciones diarreicas y la fiebre, por lo que se decidió su egreso con esquema doble de terapia antibiótica, antiinflamatorios no esteroideos por una semana y cuidados generales.
DISCUSIÓN
La apendagitis es una patología que tiene un promedio de edad entre la cuarta y quinta década de la vida y con mayor incidencia en el sexo masculino, con factores de riesgo determinados por obesidad, cirugías previas, pérdida aguda de peso y la ingesta de comidas copiosas3,5. Según un estudio de revisión de tomografías con una frecuencia aproximada de 1.3%6.
Por lo regular, esta patología carece de fenómenos acompañantes y destaca el dolor abdominal de inicio agudo, intenso, localizado, que tiene mayor predominio en cuadrante inferior izquierdo, pero que en algunos casos puede definir claramente un punto en específico del dolor, sin fenómenos acompañantes en la mayoría de las presentaciones, generando confusión con una diverticulitis agudizada, apendicitis, infarto omental, torsión ovárica y enfermedad pélvica3,4,7,8.
ANÁLISIS DE CASO
En este caso se presenta la historia de un paciente en la novena década de la vida, con cuadro de dolor abdominal poco específico, acompañado de fiebre, evacuaciones diarreicas y deshidratación secundaria. Presentó un dolor característico con la localización de éste, y sexo predisponente, pero salía de los estándares de edad, por ser uno de los casos reportados en adultos mayores, de edad más avanzada. Durante la presentación clínica cursó con fiebre cuantificada hasta 38 °C, con leve leucocitosis y acompañado de evacuaciones diarreicas. Este fenómeno se presenta solo en el 25% de pacientes9.
Como en la mayoría de los casos reportados, el diagnóstico fue posible gracias a estudios de imágenes en los que destaca el uso de la tomografía computarizada, siendo esta el principal método diagnóstico por su alta sensibilidad y especificidad. Entre los hallazgos para diagnóstico se encuentra: Pequeña lesión ovalada de densidad negativa en borde antimesentérico cuando es rodeada por anillo hiperdenso de 1 a 2 mm de grosor, se le denomina signo del anillo hiperdenso. En ocasiones se presenta el signo del punto central que se observa como imagen puntiforme hiperdensa en el centro de la lesión, en caso de presentarse trombosado1,9,10. En el caso comentado, la presentación de ambos signos acompañado de la visualización de necrosis grasa, son datos que determinaron la presentación de esta patología.
Su tratamiento es médico, con uso de antiinflamatorios no esteroideos, reposo, y se limita de 10 a 14 días. El antibiótico es innecesario dado que la necrosis grasa producida es aséptica. Por esto se le denomina apendicitis no quirúrgica, en algunos casos debido a su presentación poco común, a la presencia de complicaciones o recidivas del dolor, la cual se presenta en el 40% de pacientes, es posible llevar a cabo una laparoscopia exploratoria, la cual puede toparse con el apéndice epiploico inflamado. En estos casos se confirma el diagnóstico con datos histopatológicos sugerentes de inflamación y necrosis3,4,5.
Esta enfermedad, a pesar de tener un rango de edad de presentación, puede surgir en los extremos de la vida, donde los síntomas pueden ser aún más inespecíficos y atípicos. Otro punto por destacar es la necesidad de investigar en la población de adultos mayores, la prevalencia de los síntomas para su diagnóstico. Concluimos que dada la falta de información es infradiagnosticada, lo que genera un abordaje erróneo que predispone al paciente a una cirugía innecesaria y a complicaciones propias de la intervención.