Introducción
El concepto de salud se torna cada vez más complejo a raíz de la constante redefinición de criterios de normalidad y a la influencia de factores ambientales.
Durante el estudio de la medicina como disciplina, se ha manejado que el hombre y el microbio son primordialmente antagonistas en una guerra en la que nuestra mejor arma es el desarrollo de nuevos y mejores antibióticos. Sin embargo, en años recientes, se ha establecido que la interacción que existe entre el ser humano y las comunidades de microorganismos que habitan en nosotros, goza de mayor complejidad1.
En el intestino, únicamente, se han caracterizado cientos de cepas bacterianas y más de 9 millones de genes que comprenden más de 3,000 millones de células. Esto representa aproximadamente 0.5-2 kg del peso corporal total de cualquier individuo2,3, y es su misma diversidad, a la que se le ha implicado en muchas enfermedades que incluyen la esfera gastrointestinal, neurológica, enfermedades autoinmunes y antiinflamatorias1,4. La importancia que ha ido tomando este tema se refleja, además, en el crecimiento exponencial del número de artículos publicados que existen al respecto1.
Desde hace 10 años, aproximadamente, fue establecido el Proyecto Microbioma Humano, del Instituto Nacional de Salud en Estados Unidos (Human Microbiome Project, NIH), cuya finalidad ha sido la de caracterizar la microbiota normal en voluntarios sanos, el impulsar la investigación en diversas áreas de la genómica y la clínica, así como el enfrentar las implicaciones éticas que de esto se derivan5.
De todo lo anterior, nace la necesidad de que el médico clínico se mantenga al tanto de la evolución de los conceptos y del impacto que tiene y continuará teniendo para la medicina del siglo XXI la investigación en este campo.
El objetivo de este escrito, es el de sintetizar las bases para comprender el estudio del microbioma, así como el de resumir la relevancia que pudiera tener esto para la práctica médica.
Para la adquisición de bibliografía se realizó una búsqueda en la base de datos del Proyecto Microbioma Humano, así como en PubMed, de artículos relacionados al tema, publicados en los últimos diez años (2008-2018). Se dio prioridad a artículos de revistas de alto impacto, artículos de revisión y a ensayos clínicos controlados que aportaran el mayor nivel de evidencia. Los términos de búsqueda incluyeron “microbioma”, “microbiota”, “history of microbiome”, “human microbiome project”, “microbiome birth”, “probiotics”, “prebiotics”. Con base en los resultados obtenidos se continuó la búsqueda de diferentes subtemas de investigación, utilizando términos como “microbiota and cardiovascular disease”, “microbiota obesity”, “microbiota endocrinology”, “microbiota pharmacology” “microbiota inflammatory disease”, “microbiota asthma”, “microbiota lupus”, “microbiota rheumatoid arthritis”, “microbiota cancer”, “microbiota diabetes”.
Definiciones e historia natural
La microbiota se define como la comunidad de microorganismos que ocupa un hábitat específico, mientras que el término de microbioma se refiere a la microbiota y a la función que cumple dentro de dicho entorno. El metagenoma se refiere al total de genes dentro de una comunidad específica de microbios, el metaboloma se refiere a la cantidad de metabolitos (aminoácidos, oligosacáridos, etc.). Probióticos son aquellos microorganismos que se pueden ingerir y que tienen como fin algún efecto benéfico en el hospedero; prebióticos se refiere a los nutrientes que favorecen el crecimiento de microbiota beneficiosa y que generalmente comprende carbohidratos que no digiere el humano (fibra). Simbiontes son la combinación de prebióticos y probióticos, bacteriocinas son péptidos antimicrobianos producidos por bacterias. Los patobiontes son aquellos microbios comensales del ser humano que bajo la influencia de un entorno adecuado pueden producir enfermedad. Resistosoma es el reservorio de genes responsables de resistencia a antibióticos, que se encuentra en el metagenoma de la microbiota y que puede ser transmitido de madre a hijo al momento del nacimiento4,6,7 (tabla 1).
Microbiota | Comunidad de microorganismos en un hábitat especifico |
Microbioma | Microbiota y su función en dicho entorno |
Metagenoma | Total de genes de una comunidad de microorganismos |
Metaboloma | Total de metabolitos producidos por una comunidad de microorganismos |
Transcriptosoma | Cantidad de genes de transcripción en una comunidad de microorganismos |
Resistosoma | Reservorio de genes responsables de resistencia a antibióticos |
Probióticos | Microorganismos que se pueden ingerir y que tienen como fin algún efecto benéfico en el hospedero |
Prebióticos | Nutrientes que favorecen el crecimiento de microbiota beneficiosa |
Simbiontes | Combinación de prebioticos y probioticos |
Patobiontes | Comensales del ser humano que bajo la influencia de un entorno adecuado pueden producir Enfermedad |
Bacteriocinas | Peptidos antimicrobianos por bacterias |
Los humanos adquirimos la microbiota al momento de nacer y su composición dependerá de la vía de nacimiento (vaginal o cesárea). Ya desde entonces se hace una distinción entre el tipo de bacterias que predomina en el neonato, que pueden ser similares a los que se encuentran en intestino y vagina de la madre o como las que se encuentran en la piel. La microbiota intestinal de los niños que nacen por cesárea tiene mayor proporción de especies y cepas como Bacteroides sp, Escherichia-Shigella y Clostridium difficile8. Posteriormente, la maduración microbiana se ve influenciada por el tipo de alimentación que reciben los niños, particularmente tras suspender la lactancia materna. El microbioma maduro de un adulto se adquiere alrededor de los 3 años de edad7 y va variando durante toda la vida dependiendo de una serie de factores como el sexo, el índice de masa corporal9, el consumo de la fibra que se encuentra en frutas y algunos vegetales, así como del nivel de actividad física10.
Funciones de la microbiota
La microbiota normal cumple con múltiples funciones, como las endocrinas, la señalización neurológica, la modificación de la densidad mineral ósea, la maduración del sistema inmune, la inhibición de patógenos, la síntesis de vitaminas (K, B12 y folato), el metabolismo de las sales biliares y la modulación de algunos fármacos4.
La microbiota se puede considerar un órgano con un nivel de actividad productora y depuradora comparable con la del hígado. Existen diferentes mecanismos que se han descrito, entre los cuales se encuentran reducción, hidrólisis, desnitración, descabroxilación, desconjugación, remoción del succinato y formación de grupos amino, entre otros11. En la piel, la microbiota estimula y regula al sistema inmune, y varía de acuerdo al microambiente (húmedo, seco, sebáceo, plantas). Puede ser causante de algunas enfermedades no solamente infecciosas, por ejemplo, el desequilibrio en la microbiota con predominio de S. aureus se ha asociado a desarrollo de dermatitis atópica12.
Antibióticos, prebióticos y probióticos
Se conoce que ciertos microorganismo intestinales producen antibióticos con efectos importantes a nivel de su ecosistema bacteriano13. Por ejemplo, S. mutans, comensal natural de la flora de la mucosa oral secreta las mutanobactinas, péptidos no ribosomales que evitan la invasión de la C. Albicans, al detener su conversión a hifas14. A su vez, el uso de antibióticos afecta la microbiota cambiando las poblaciones bacterianas presentes y generando productos metabólicos que pueden tener efectos contraproducentes11,13,15.
Los probióticos son bacterias vivas (p. ej., Bifidobacterias y Lactobacillus) que se ingieren por el humano para ayudar a restablecer una flora intestinal sana, mientras que los prebióticos son oligopolisacáridos fermentables (p. ej., fructooligosacaridos) que ayudan al crecimiento de las “bacterias buenas”16.
Su uso en algunas patologías, como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII)17 y la miastenia gravis18, ha demostrado mejorar el curso de la enfermedad. De igual forma, han demostrado beneficio en el metabolismo óseo mediante la estimulación de la absorción del calcio intestinal y mejoría en la sensibilidad a la insulina19.
Se ha informado un beneficio al utilizar probióticos de forma sistemática para prevenir complicaciones secundarias al uso de antibióticoterapia en pacientes hospitalizados, pudiendo incluso reducir la incidencia de infección por C. difficile hasta en un 50%. El efecto fue mayor si se administraban durante los primeros 2 días del inicio del tratamiento, sin embargo, no se ha logrado establecer la especie, ni la dosis ideal20.
El uso de probióticos disminuye la presión arterial, efecto que se ha observado más cuando se consumen durante ≥ 8 semanas, cuando contienen ≥ 1011 unidades formadoras de colonias y cuando están compuestos por diversas especies. Esta asociación podría explicarse por su contribución en la disminución en el peso corporal, mejoría en valores glucémicos y perfiles lipídicos21, aunque existen otros probables mecanismos en modelos murinos con dieta alta en sal. Esta dieta ha demostrado promover una respuesta TH17 dañina, vinculada con autoinmunidad y depleción de Lactobacillus murinus intestinales, que al ser suplementados en los ratones previno el desarrollo de hipertensión22.
A pesar de ser beneficiosos y relativamente seguros, hay que tener en cuenta que poblaciones susceptibles (en especial pacientes críticos, inmunocomprometidos, con neutropenia y postoperados) pueden presentar efectos adversos severos y potencialmente letales, como sepsis, fungemia e isquemia gastrointestinal23.
Trasplante fecal
En los últimos años, se ha estudiado el beneficio del trasplante fecal en la infección por Clostridium difficile para reconstituir la biota sana del tracto gastrointestinal como último recurso después del fracaso de terapias convencionales. En la enfermedad recurrente por este patógeno, su uso se ha asociado con tasas de curación de hasta el 90% y por su alta efectividad e inocuidad, se ha propuesto como tratamiento de primera línea en pacientes con infección grave24. Al parecer, este tratamiento no sólo resuelve los síntomas de la infección, sino que modifica el metagenoma intestinal. En un estudio de muestras fecales realizado a sujetos con recurrencias por C. difficile, se les identificó un abundante número de genes de resistencia a antibióticos, mucho más que el de controles sanos y de donadores de materia fecal, los cuales disminuyeron de manera dramática tras el trasplante25.
Todavía es motivo de debate el método de administración más efectivo, que puede ser por medio de infusión a través de sonda nasogástrica, cápsulas vía oral o por vía colonoscópica26,27. Incluso hemos descrito el caso satisfactorio de una paciente a quien se le realizó trasplante domiciliario mediante la infusión rectal de 100 ml con jeringa de 5 ml28.
Algunas enfermedades del tracto gastrointestinal en las que se ha estudiado su uso es, por ejemplo, en enfermedad inflamatoria intestinal29 con reducción en los síntomas, disminución en la cantidad de medicamentos usados y en cierto porcentaje, incluso, con inducción a la remisión30, pero también en entidades nosológicas como el síndrome de intestino irritable (SII) y en la constipación idiopática26.
Además, se ha propuesto como tratamiento en enfermedades extraintestinales como artritis reumatoide, autismo, síndrome metabólico, diabetes mellitus tipo 2 y esclerosis múltiple26,31.
Uno de los efectos adversos identificados que atrajo mucho interés, en estudios realizados en animales32 y en reportes de caso de humanos33, fue la asociación del trasplante con una obesidad acelerada en los pacientes receptores de donadores obesos, lo que ha motivado a seleccionar donadores que, aparte de los demás criterios de selección, tengan una índice de masa corporal (IMC) normal, para evitar la transferencia de microbiota obesogénica.
Enfermedad cardiovascular, síndrome metabólico y obesidad
La dieta y el grado de actividad física son capaces de modificar la producción de metabolitos que participan en la etiopatogenia de la enfermedad cardiovascular (CV)34,35.
Existen 3 metabolitos que han mostrado una correlación importante con instauración y progresión de esta enfermedad: trimetilamina (TMA), ácidos grasos de cadena corta y los ácidos biliares secundarios36. El TMA se obtiene de nutrientes con alto contenido graso (p. ej., fosfatidilcolina) y se metaboliza en el intestino por diversas bacterias y por diferentes vías37, posteriormente llega al hígado por la circulación portal y las monooxigenasas portadoras de flavina sintetizan el el N-oxido de trimetilamina (TMAO)38. El TMAO promueve la ateroesclerosis, la trombosis, la falla cardiaca, la formación de macrófagos espumosos, fibrosis, entre otros36,37,39. En modelos con animales se ha demostrado que su inhibición (creación de TMA-TMAO), disminuye la ateroesclerosis40, pero hacen falta estudios en humanos.
El microbioma, sobre todo el intestinal, puede ser considerado como un órgano endocrino, ya que tiene la capacidad de secretar diferentes agentes con efectos metabólicos que mediante su interacción con receptores altamente selectivos del huésped generan diversas respuestas biológicas34,41.
Ejemplos de sustancias con actividad hormonal son los ácidos biliares secundarios, ácidos grasos de cadena corta (acetato, butirato, propionato), polisacárido A, TMAO, catecolaminas, entre muchos otros41. Es importante mencionar que el efecto de estas sustancias no solo se manifiesta a nivel local, sino que pueden cumplir con funciones extraintestinales42. Otro ejemplo, es la síntesis de indol-3-propiónico a partir del metabolismo del triptófano el cual se ha asociado con efectos antiinflamatorios y mejoría de resistencia a la insulina en DM43.
En el campo de la diabetes mellitus (DM), se ha informado que el microbioma intestinal produce pequeños metabolitos lipídicos, que ejercen su efecto en receptores acoplados a proteína G. Uno de estos, es producido por Gemella Spp (N-oleoyl serinol) y activa al receptor acoplado a proteína G 119 con grado de potencia similar a su contraparte endógena44,45. Lo anterior tiene una gran implicación en la obesidad y la diabetes, ya que la activación del receptor tiene una función en la homeostasis de la glucosa mediante la liberación de péptido similar a glucagon tipo 1 (GLP-1)44.
Hay una amplia asociación entre los cambios en la microbiota en edades muy tempranas de la vida y la generación de la obesidad, esto se ha asociado desde la vía de nacimiento hasta el uso de antibióticos46. Posteriormente, la modificación de la microbiota intestinal por diferentes factores (alimentación, infecciones, etc.) genera bacterias con potencial obesogénico, reduciendo la microbiota “buena”46,47.
Se ha demostrado que en ratones a los que se les da una dieta occidental (alta en carbohidratos y grasas) y que poseen microbiota propia, comparados con ratones modificados para estar libres de microbiota, los primeros tienen mayor ganancia de peso, intolerancia a la glucosa y resistencia a la insulina, dando una asociación entre el microbioma intestinal y la génesis de la obesidad. En estudios, tanto en animales como en humanos, se ha caracterizado un incremento en la relación Firmicutes/Bacteroidetes en individuos obesos48.
En cuanto a la homeostasis energética, el microbioma intestinal puede generar una respuesta a la baja o a la alta, dando en la disbiosis un estado con tendencia a la obesidad por disminución del consumo energético49,50. Una dieta alta en fibra y baja en grasas, en individuos obesos y con sobrepeso, mejora la microbiota intestinal disminuyendo los síntomas asociados51. Una dieta baja en calorías, disminuye los niveles de l-carnitina y colina (que al metabolizarse por el microbioma intestinal produce TMA), y esta disminución predice una mejoría en la adiposidad y disminución del peso52. Incluso, la cirugía bariátrica se ha relacionado con una modificación en la microbiota, siendo parte de las causas de la mejoría en la obesidad53.
El uso de simbiontes, ha demostrado ser beneficioso en el síndrome metabólico a través de 4 mecanismos distintos54: la activación del receptor acoplado a proteína G 43 (GPR-43) en las células L que estimulan la secreción de péptido similar a glucagon 1 y 2 (GLP-1 y 2), el aumento de la actividad de la hidrolasa de las sales biliares y la actividad antiinflamatoria y una regulación a la baja del sistema de respuesta endocanabinoide.
En el hígado graso no alcohólico, el grado de severidad se ha asociado con disbiosis intestinal: la abundancia de Bacteroides se asocia independientemente con esteatohepatitis no alcohólica (que denota mayor severidad por tener un componente inflamatorio), y fibrosis hepática ≥ F2 con la abundancia del género Ruminococcus55.
Gastroenteritis, constipación y síndrome de intestino irritable
El uso de Lactobacillus, S. thermofilus y Bifidobacterium bifidus en gastroenteritis aguda15,56, niños con diarrea severa por Salmonella y Rotavirus, concluyó en que la administración por 7 días de un probiótico compuesto por Bacillus mesentericus, Clostridium butyricum y Enterococcus faecalis (BIO-THREE) fue eficaz para disminuir los síntomas y severidad del cuadro57.
Los probióticos con cepas Lactobacillus y Bifidobacterium se han usado para la constipación diagnosticada por criterios de Roma II o III y son beneficiosos para disminuir el tiempo de tránsito intestinal58. En el SII se ha visto que existe una diferencia en la microbiota intestinal comparado con sujetos sanos, sin lograr identificar un perfil microbiológico específico59, pero probablemente asociado con excitabilidad de neuronas de la submucosa por derivados del metabolismo bacteriano alterando el eje intestino-cerebro y que pudiera tener respuesta terapéutica a probióticos e incluso trasplante fecal26,60.
Enfermedades inflamatorias, autoinmunes y alergias
Se ha postulado que la autoinmunidad, la inflamación y las alergias están relacionadas con factores ambientales como microbiota oral, de vía aérea e intestinal. Este fenómeno puede explicarse por la pérdida de la tolerancia inmunológica ante la presencia de bacterias, pero también por su producción de metabolitos con propiedades inmunomoduladoras61,62.
La vía de nacimiento por cesárea confiere un riesgo hasta 20% mayor de padecer asma, lo que está probablemente relacionado con la adquisición del microbioma al nacer63.
Algunos estudios sugieren que en la artritis reumatoide (AR) el proceso de autoinmunidad tiene un origen extraarticular. Se cree que está altamente asociado a enfermedad periodontal, especialmente por la presencia de la bacteria Porphyromonas gingivalis, que posee un gen que codifica la enzima peptidilargininadeaminasa, la cual es responsable de la citrulinación de péptidos de la mucosa oral (vimentina, queratina, alfa-enolasa). Estos péptidos citrulinados generan epítopes que el sistema inmune reconoce y ante los cuales pierde tolerancia. A raíz de esto, se producen anticuerpos antipéptidos citrulinados, que pueden ser encontrados hasta una década antes de presentar manifestaciones clínicas de la enfermedad61. Se ha identificado que pacientes con espondiloartritis, artritis psoriásica, lupus eritematoso sistémico (LES), asma y miastenia gravis, tienen sus propios perfiles de microbiota intestinal asociados sobre todo a la regulación del sistema inmune y en la cual el tratamiento con diversas dietas y probióticos son motivo de estudio18,64,65,66.
En el LES, por ejemplo, las manifestaciones clínicas pueden estar influenciadas por el tipo de microbiota y la fluctuaciones de la misma puede llevar a brotes; la razón entre Firmicutes/Bacteroidetes se encuentra disminuida en comparación con personas sanas66 y en modelos experimentales en ratones con nefritis lúpica se encontró una importante disminución de Lactobacillus, que al ser suplementados mejoraron el curso de la enfermedad67.
Microbiota y cáncer
Desde hace mucho tiempo se identifica a microbios como carcinógenicos68. Son particularmente conocidos el virus del papiloma humano (VPH) en el cáncer cérvico-uterino y la presencia de Helicobacter pylori en cáncer gástrico69. Sin embargo, no sólo se observa mayor prevalencia de neoplasias malignas en relación a un único microbio, sino a perfiles específicos de microbiota que pudieran actuar localmente o a distancia mediante inmunomodulación, inestabilidad del genoma, proinflamación e incluso, promoviendo metástasis70. Estos perfiles se han estudiado en todo el trayecto del aparato digestivo desde la cavidad oral, el esófago, vesícula biliar, intestino, páncreas e hígado71,72.
Se ha visto que pacientes con neoplasias colónicas tienen aumento en la presencia de E. coli en heces, pero también, que personas con colitis crónica e inflamación (que también poseen sus propios perfiles microbiológicos específicos), corren mayor riesgo de padecer cáncer colorrectal (CRC), mismo que disminuye con el consumo de aspirina73,74. Otro punto de regulación local y sistémica importante por parte de la microbiota es la síntesis de ácidos biliares secundarios4. Ciertos perfiles microbiológicos producen estos tipos de ácidos biliares que parecen tener funciones endocrinas a través de la activación de receptores nucleares en hígado e intestino (particularmente el receptor farnesoide X) y que se han asociado con neoplasia gastrointestinal y carcinoma hepatocelular75. Se ha postulado la teoría de que modular el eje de ácidos biliares-microbioma suprimiendo fenotipos agresivos podría promover la supresión tumoral76.
De igual forma, ciertos tipos de metaboloma actúan a distancia a través de percepción de quórum por péptidos74 o de patrones moleculares asociados a patógenos (PMAP)70. La percepción de quórum por péptidos se refiere a un método de señalización utilizado principalmente por bacterias grampositivas para la regulación de la expresión génica de una colonia completa con base en la concentración de moléculas (p. ej., para que las bacterias actúen en conjunto produciendo bioluminescencia, antibióticos, biofilm o factores de virulencia77. En el contexto de cáncer, se ha postulado que una microbiota específica puede promover las metástasis tumorales a través de esta forma de señalización puesto que induce, entre otros, factores de crecimiento epidermoide y angiogénesis74.
Un ejemplo de acción a distancia por PMAP, es el lipopolisacárido (LPS), un componente de la membrana externa de bacterias gramnegativas, que activa a los receptores tipo Toll 4 (TLR4) generando inflamación y volviéndose carcinogénico, particularmente estudiado por su rol en el cáncer hepatocelular78 y adenocarcinoma pancreático79,80.
Además, es posible que la microbiota llegue a tener un papel para el desarrollo de técnicas de tamizaje más efectivas como un marcador tumoral. Ya está siendo estudiado en detección temprana de CRC a través de la detección de microbios como Clostrisium symbiosum en materia fecal81 , 71.
Metabolismo de fármacos
Como ya hemos mencionado, la microbiota tiene la capacidad de modificar el entorno en el que se encuentra mediante la producción de sustancias activas, al mismo tiempo, esos cambios modifican la respuesta inmune del hospedero, logrando una tendencia protectora o dañina82.
Los xenobióticos, como los fármacos, pueden sufrir una modificación por el microbioma de manera directa o indirecta83. Un ejemplo es la conversión del quimioterapéutico 5-flouracilo a 5-flourouridina monofosfato a través de la vía del metabolismo ribonucleotido bacteriano, lo que aumenta su actividad84.
Las modificaciones directas mediante procesos enzimáticos como acetilación, reducción, entre otros, alteran la estructura química de los fármacos85. La transformación de la prodroga sulfasalazina por las azoreductasas de la microbiota la convierte en ácido 5-aminosalicilico (su forma activa)86. Algunos fármacos, pueden tener disminución en su actividad como en el caso de la digoxina, que se inactiva por una reductasa producida por el Actinobacterium eggerthella lenta87.
La producción microbiana de p-cresol que compite con el paracetamol para ser metabolizada por el hígado, lo que genera secundariamente aumento de cantidades séricas del fármaco y contribuye a su toxicidad88.
La microbiota puede mejorar la función de los agentes quimioterapéuticos, por ejemplo de los inhibidores de PD-189. En pacientes con cáncer pulmonar de células no pequeñas y cáncer urotelial, en quienes se modificó la microbiota intestinal por uso previo de antibióticos y posteriormente recibieron tratamiento con anti PD-1/anti PD-L1 (ATB), hubo una disminución de la supervivencia total y la supervivencia libre de progresión90. En el mismo estudio, el uso de antibióticos previos predijo la resistencia al bloqueo de PD-1 y determinó que la presencia de Akkermansia muciniphila en las heces de los pacientes, es un factor de beneficio en la respuesta a esta inmunoterapia90. Este hallazgo es secundario a secreción de IL-12, que es liberado en respuesta a A. muciniphila, ayudando a las células T producir una respuesta para combatir el cáncer91.
Múltiples fármacos como los antibióticos, inhibidores de la bomba de protones, analgésicos no esteroideos, antipsicóticos, antidiabéticos y quimioterapéuticos92 tienen efectos sobre la composición de la flora gastrointestinal93. Los inhibidores de la recaptura de serotonina, tienen efectos antibacterianos por medio de inhibidores de la bombas de flujo bacterianas94 y la flora normal orofaríngea y gastrointestinal se modifica con el uso de inhibidores de bomba de protones95. Cerca de 60 fármacos se han identificado como modificadores del microbioma y muchos otros más están en estudio96.
Conocer más acerca de la interacción de la microbiota intestinal con diversos medicamentos, será de utilidad para personalizar tratamiento específicos, disminuir la toxicidad y mejorar la eficacia y la biodisponibilidad97,98,99.
Conclusiones
Esta revisión pretende acercar al lector a conocer más los efectos de la microbiota. Se ha descrito que el microbioma normal pasa por un proceso de maduración desde el nacimiento7,8 y que de forma normal tiene múltiples funciones en el ser humano debido a su extenso metagenoma1,4, lo que le ha ganado el título de órgano olvidado100. 3establecido que es la comunidad microbiana (y no solamente la presencia o ausencia de un microorganismo específico), la que se asocia con la salud o enfermedad del individuo y que ésta se modifica mediante la dieta, el estilo de vida, pre y probióticos, pero también gran número de fármacos4,6,7,10,16,92,101,102. Además, puede ejercer sus funciones de forma local o a distancia41,74,78 y ya se han establecido perfiles microbiológicos específicos asociados a diferentes patologías, que van desde la gastritis hasta el desarrollo y perpetuación de enfermedades reumatológicas y cáncer. La modificación de la historia natural de la enfermedad mediante dieta y probióticos es de gran importancia, pero también en un futuro mediante la ingeniería de la microbiota y sus metabolitos para restablecer el balance normal 97,98,99.
Es verdad que ha avanzado mucho la investigación en este campo, particularmente a partir de la introducción del Proyecto Microbioma Humano5, sin embargo, aún es muy pronto para conocer el impacto que tendrá sobre la práctica médica diaria; lo que es seguro, es que las posibilidades son infinitas103.