Cada década que acumulamos en el haber de nuestra cuenta biológica, y la sensación del "paso de los años" -que no pasan, se quedan-, llevan a la reflexión del tiempo transcurrido: de las experiencias vividas, de lo que se ha construido o deconstruido, de lo que se va dejando en el camino. Hay nostalgia, pero al mismo tiempo hay esperanza por lo que viene, por lo que queda por hacer.
Realmente, para hacer planes nunca es tarde, y aún a los 80 años el mundo no se acaba. Como menciona el Dr. D'Hyver, el número creciente de adultos mayores es notorio e irá en aumento, ya que la esperanza de vida se ha incrementado notablemente. La Organización Mundial de la Salud reporta que la población de 60 años y más se incrementará en mayor medida en los países cuyos ingresos son bajos o medianos1. Reflexionar sobre el futuro es oportuno, ya que esta población requerirá de servicios diferentes para sus actividades y para la vigilancia de su salud, o bien, para el tratamiento de las enfermedades que vaya acumulando.
De la misma manera que las poblaciones de menor edad enferman, en el adulto mayor, la suma de los factores sí altera el desenlace, ya que además de las enfermedades infecciosas, suman padecimientos crónicos como hipertensión arterial sistèmica, diabetes mellitus, problemas articulares y óseos, alteraciones visuales, renales, cardiacas, respiratorias, neurológicas, neoplásicas y cargan con un sistema inmune no tan eficiente.
Las demencias se han convertido en un motivo de consulta frecuente en los hospitales especializados. El riesgo de padecer demencia en la edad adulta aumenta entre 25 y 30% en mayores de 85 años o más, y esta población habitualmente queda al cuidado de la familia o en el abandono, ya que los recursos del estado no son suficientes para atender a esta población2.
El pertenecer al club de los longevos no debe suponerse como un evento fatal, ya que esta población tiene mucho que ofrecer a su entorno. El factor decisivo para que se envejezca sanamente, es precisamente eso: el cuidado previo.
Envejecer es un proceso biológico inevitable, pero sí hay factores que pueden acelerar o retardar este proceso. Un acompañamiento en los diversos procesos que ocurrirán, como la jubilación, la pérdida de la pareja, de amigos, hijos, es de gran ayuda para que el geronte salga adelante, y en este punto es importante considerar lo que en la valoración integral del paciente anciano se menciona: al cuidador3.
El cuidador es indispensable para aquellos adultos mayores que, por diversas razones, no pueden valerse por sí mismos. Esta persona puede ser alguien que se dedica al cuidado de personas de la tercera edad, o bien un familiar. Hace algunos siglos, las familias predestinaban, sin su anuencia, a alguna de las hijas para esa función. La seleccionada no formaba una familia, ya que se dedicaba al cuidado de sus padres ancianos. Ahora, eso ya no ocurre, pero esta predestinación, resolvía, en parte, el problema al que se enfrenta la sociedad actual. En China, después del severo control natal y el aborto selectivo, se dieron cuenta de dos nuevos fenómenos: no había suficientes mujeres para la creciente población masculina y el estado se veía rebasado por el incremento en la población de ancianos que vivían en soledad, ya que el hijo o hija migraban y los dejaba solos. La fuerza laboral disminuirá y una población anciana es más cara, por todos los servicios y cuidados que requerirá4.
Aún podemos prevenir y vernos en lo que ocurrió en China. Insistir en el autocuidado para tener una vejez tranquila y sin las complicaciones de enfermedades crónico-degenerativas que se pudieron prevenir en su momento y, por otro lado, impulsar la creación de especialistas que se dediquen al cuidado y al estudio de esta población, que como se refiere en la "Valoración geriátrica integral"3, tiene características que la hacen especial.
UN ALTO EN EL CAMINO...
El 17 de febrero del año en curso, el gremio médico despidió a quien fuera una gran figura, cuyos logros se enlistan en diversas páginas, y que han quedado en la memoria de aquellos que convinieron con él5. El Dr. Manuel Quijano Narezo, distinguido cirujano, emprendedor y editor de esta Revista, dejó huella durante su caminar en esta vida, en todos aquellos lugares por los que su andar lo llevó. No le decimos "adiós", porque sigue presente y actual en el recuerdo.
"Quiero morir cuando decline el día, en alta mar y con la cara al cielo, donde parezca sueño la agonía y el alma un ave que remonta el vuelo".
Para entonces (fragmento)
Manuel Gutiérrez Nájera
Por mi raza hablará el espíritu
Teresa I. Fortoul Van der Goes
Editora de la Revista de la Facultad de Medicina