En el caso de la parálisis del nervio facial, en diversas culturas se ha considerado que quien la padece ha tenido contacto con seres superiores, en tanto que en otras significa lo contrario, pecados y condenas; lo cierto es que un tipo de parálisis facial que está relacionado con enfermedades virales, influenza o traumas, pero otros se han descrito asociados con estrés continuado y fatiga física.
La cara de quien sufre parálisis facial llama la atención, y es tal vez por esa razón que en muchas culturas hay esculturas que la muestran con más o menos detalle.
En las ruinas de Esmirna, Turquía (s. III), se encontró una escultura de una cabeza grotesca que puede corresponder a parálisis facial, y del otro lado del Atlántico, tanto en la cultura moche o mochica (s. I-VIII) como en la mexica (s. IX) y la totonaca (s. XI) hay espléndidas esculturas que muestran claramente la parálisis facial.
En 1467, Nicolaus Gerhaert von Leyden hizo una serie maravillosa de esculturas, casi todas de temas místicos, pero tiene una de un paciente con parálisis facial que muestra todos los detalles de la enfermedad con una precisión notable.
La enfermedad puede dar origen al arte, y la escultura puede, como en estos casos, ser una evidencia diagnóstica que desafía el paso del tiempo.