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Revista latinoamericana de estudios educativos

versión On-line ISSN 2448-878Xversión impresa ISSN 0185-1284

Rev. latinoam. estud. educ. vol.52 no.3 Ciudad de México sep./dic. 2022  Epub 05-Sep-2022

https://doi.org/10.48102/rlee.2022.52.3.527 

Editorial

Educación humanista, liberadora y emancipatoria para salvar a la humanidad realizándola

Humanistic, Liberating and Emancipatory Education to Save Humanity by Its Realization

Hilda Ana María Patiño Domínguez* 
http://orcid.org/0000-0002-8863-7238

Juan Martín López Calva** 

*Universidad Iberoamericana Ciudad de México

**Universidad Popular Autónoma de Puebla (UPAEP)


El contexto de crisis multidimensional global

La pandemia generada por la Covid-19, una enfermedad inédita producida por el nuevo coronavirus Sars-Cov-2, ha puesto en jaque al sistema mundo en que hoy vivimos, no solamente por su letalidad, sobre todo en los dos primeros años en que se extendió por todo el mundo, sino porque ha aumentado la visibilidad y la gravedad de la crisis multidimensional que ya vivía el mundo en lo económico, político, social, cultural, ético y espiritual.

El pensador francés Edgar Morin plantea en una obra reciente, escrita justo en el tiempo más agudo de la pandemia, que este fenómeno mundial dejó lecciones en muchos ámbitos de la vida para toda la humanidad: sobre nuestra existencia, sobre la condición humana, sobre la incertidumbre de nuestras vidas, sobre nuestra relación con la muerte, sobre nuestra civilización, sobre el despertar de la solidaridad, sobre la naturaleza de una crisis -de dimensiones globales-, sobre la desigualdad social, sobre la ciencia y la medicina, sobre la carencia del pensamiento y la acción política y sobre el planeta en crisis (Morin, 2020), entre otras.

La situación actual que vive la humanidad es la de una crisis que tiene múltiples facetas y conlleva el riesgo de graves regresiones intelectuales y morales, regresiones de los sistemas democráticos y regresiones belicistas que hacen que el fantasma de la destrucción, la violencia y la muerte se encuentren presentes de manera latente en la realidad mundial.

Para este autor, es imposible saber si emergerán estos riesgos de regresión y si traerán consigo una nueva barbarie o incluso la autodestrucción de la humanidad, si favorecerán -como estamos viendo hoy- “la constitución de estados neoautoritarios o si desencadenará resistencias y bajo qué formas” (Morin, 2020, p. 85).

La necesidad de un cambio de vía

Ante este panorama, la invitación de este intelectual es a realizar un cambio de vía a partir del estímulo que esta crisis gigantesca ha motivado en muchos grupos, asociaciones y comunidades humanas a lo largo y ancho del planeta.

La esperanza, dice Morin (2020, p. 86), está en “seguir despertando las mentes”, lo que interpela a los sistemas educativos y a todos los actores que trabajan en los distintos niveles y espacios de formación de las futuras generaciones, que son las que, si se educan para enfrentar los desafíos, y con la creatividad y el compromiso necesarios, construirán esta nueva vía que aún está por descubrirse.

Como afirma el filósofo jesuita canadiense Bernard Lonergan (1904-1984), para lograr este cambio de vía que pueda contribuir a la salvación de lo humano mediante su emancipación, se requiere de una educación que desarrolle los dos vectores que, según su propuesta filosófica, guían el desarrollo de la humanidad en la historia: el de la creación y el de la curación o sanación (Lonergan, 2004).1

El vector de la creación resulta indispensable porque, como afirmaba Lonergan, coincidiendo con muchos analistas contemporáneos, el sistema que garantizará la supervivencia y la realización de la vida humana en el planeta no existe aún, y si no existe, se necesita crear. Por ello la educación debe estimular los procesos de acumulación de inteligencia que generen nuevas experiencias, nuevas ideas, nuevos conocimientos, nuevas formas de valorar, decidir, vivir y amar entre los seres humanos.

El segundo vector, el de la curación o sanación, es el de la herencia, el que, a partir del amor a las nuevas generaciones, del amor a la humanidad y de todo lo valioso que se concentra en la tradición, en la herencia cultural que recibimos y enriquece nuestra mirada y nuestra concepción del mundo y de la vida en el planeta, genera las correcciones necesarias cuando el proceso creativo se va desviando por caer en rutinas o empezar a responder a intereses particulares o de grupo.

Ésta es la respuesta humanista al desafío del cambio de vía para la humanidad, la respuesta que asume este número de la RLEE para superar los retos de la crisis multidimensional del modelo de civilización que hoy ha demostrado su ineficacia para lograr incluir a todos en un proyecto de vida humana, más allá de la mera supervivencia, y que tiene, incluso, a muchos millones de personas por debajo de los mínimos necesarios para sobrevivir.

Porque existe otra respuesta que no se basa -como la de la educación humanista emancipatoria y liberadora, que es el tema central de los trabajos que conforman este número, en la dignidad humana y en la apuesta por la inteligencia y la corresponsabilidad de todos los miembros de nuestra especie-, sino en la apuesta por la tecnología, como solución eficiente que puede corregir e incluso crear una nueva humanidad guiada por la inteligencia artificial y las herramientas técnicas que superen las limitaciones biológicas.

Posthumanismo ¿renunciar al humanismo?

Peter Slodertdijk utilizó el término “poshumanismo” para hablar de una nueva época en la que se da por finalizada la era del humanismo tradicional; ideal civilizatorio que no dio resultados esperados, por tanto, era necesario un pensador autónomo, racional, capaz de mejorarse a sí mismo y, por consiguiente, las nuevas tecnologías podrían ser el camino para mejorar al ser humano (Erazo-Bustos y Cassiani-Miranda, 2015, p. 396).

Publicar un número sobre educación humanista, emancipatoria y liberadora es imperativo porque, en estos tiempos de crisis de la humanidad, existen muchos pensadores e investigadores que consideran al humanismo como algo ya superado y caduco y a las visiones liberadoras y emancipadoras de la educación como utopías claramente inalcanzables en los escenarios distópicos que se perfilan hoy para el mundo.

Las visiones posthumanistas nacen a partir del fracaso de las promesas y fundamentos del humanismo renacentista y de la modernidad “y de un entorno tecnológico” que hace que la persona ya no sea “el sujeto autónomo de la modernidad, dueño de la voluntad y convencido de que la razón lo distingue porque es una cualidad exclusiva de la especie” (Erazo-Bustos y Cassiani-Miranda, 2015, p. 396).

Hoy sabemos que la razón, como dicen estos autores, puede ser “copiada y reproducida fuera de su cuerpo con cualquier máquina inteligente” (Erazo-Bustos y Cassiani-Miranda, 2015, p. 396). En esta corriente se asume que ya no hay fronteras entre la naturaleza, los seres humanos y las máquinas y que el futuro que ya está aquí, estará caracterizado por los diseños que manipulan genéticamente lo humano y que no hay marcha atrás en este camino en el que las máquinas -computadoras, robots- pensarán por sí mismas y tomarán decisiones que incluso puedan subordinar y someter la libertad humana.

La centralidad de la apuesta por una educación humanista, emancipatoria y liberadora

La experiencia de la pandemia

debe abrirnos, sobre todo, a lo esencial de la existencia, tanto a los infortunados cautivos de sus servidumbres como a los afortunados cautivos de lo inmediato, lo secundario y lo fútil. Debe abrirnos al amor y a la amistad que nos permiten realizarnos como individuos, a la comunidad y a la solidaridad que fusionan nuestro Yo en un Nosotros, al destino de la humanidad del que cada uno somos una pequeñísima partícula (Morin, 2020, pp. 37-38).

En un entorno en el que no sólo la crisis civilizatoria sino la perspectiva posthumanista amenazan con destruir u oprimir al ser humano, se pone de manifiesto la urgente necesidad de promover una educación que no sólo atienda la formación científica y tecnológica, de suyo de capital importancia para el desarrollo de los pueblos, sino que también busque articular estos conocimientos desde una dimensión ética que nos conduzca a un futuro sostenible. Se trata de promover en las personas la toma de decisiones con conciencia y responsabilidad para que sean capaces de discernir diferentes alternativas, de prever consecuencias y, sobre todo, de tomar una postura que vaya más allá del propio Yo hacia la búsqueda del bien común. Esta capacidad de descentramiento para encontrar un punto de vista más universal implica un trabajo formativo deliberado, que se alimenta de lecturas, de autores, de preparación metodológica y, de manera concomitante, de diálogo, de capacidad de escucha y de fomento de la sensibilidad y la empatía hacia las necesidades, problemas y puntos de vista del otro. De esto trata la educación humanista, que hoy se pondera mucho, pero se entiende poco.

Todos los elementos anteriormente señalados forman parte, especialmente, de la propuesta educativa humanista que sustenta el trabajo de docencia, investigación, difusión y extensión de la cultura de las instituciones educativas jesuitas, que concibe al ser humano de manera unitaria, compleja e integradora y lo sitúa como sujeto personal, social, histórico y abierto a la trascendencia.

A partir de esta concepción, la finalidad de toda educación humanista desde la perspectiva del modelo educativo jesuita es la formación integral de toda la persona y de todas las personas que pasan por su aulas.

Esta mirada es necesariamente liberadora, pues desarrolla la capacidad de agencia a partir del pensamiento crítico y de una visión ética dinámica y constructiva que forma para tener los pies bien puestos sobre la tierra a través de la búsqueda permanente de conocimiento en todos los campos de la vida humana y del mundo en que está inserta, al mismo tiempo que desarrolla una mirada siempre puesta en el horizonte, en el más allá de lo alcanzado y vivido, en el magis que plantea continuamente la pregunta sobre cómo servir mejor y cómo contribuir más eficazmente a la transformación de las realidades de injusticia, exclusión, discriminación y violencia, en estructuras y culturas abiertas y dinámicas en las que quepan todos, en las que se construya unidad en la diversidad.

Se trata de una educación humanista simultáneamente abierta a las novedades y al desarrollo dialéctico de la humanidad en la historia, valorando las ventajas de la globalización -por situarnos en esta época- y las aportaciones de los avances científicos, tecnológicos y culturales, pero también crítica y transformadora de los elementos negativos y las contradicciones de estos desarrollos y avances con sus efectos destructivos, desde la centralidad del ser humano en relación armónica con la naturaleza (López-Calva, 2006).

La educación humanista parte de la convicción del valor inalienable de la dignidad humana y, en este sentido, se enfoca en la formación de la libertad, que es la expresión más palpable de dicha dignidad. Ante la amenaza que vive el mundo de los gobiernos totalitarios, se hace evidente la necesidad de una educación enfocada en la construcción de la ciudadanía, el sentido de agencia y la capacidad de participación comunitaria como contrapeso a las hegemonías alienantes. Porque la apuesta del humanismo es la apuesta por la dignidad de la persona, una educación humanista que no sea emancipadora es un contrasentido.

En este número, los diversos artículos que se presentan fortalecen la mirada humanista desde diversas perspectivas, pero en todas ellas se encuentran, como denominador común, las dimensiones afectiva, social y crítica como claves de la formación humanista. Se discuten aquí, por ejemplo, la importancia de educar a los jóvenes en el valor de la justicia, no sólo desde la racionalidad, sino principalmente desde la afectividad, que se argumenta como condición necesaria para hacer habitable el espacio escolar. En otro texto se ofrece el análisis de las experiencias de empatía de docentes y estudiantes que surgieron en los ambientes educativos virtuales durante la pandemia, y en otro más se habla de la necesidad de una alfabetización digital crítica para poder abordar el análisis de las imágenes y mensajes que circulan por las redes, a través de una investigación en población adolescente. En cuanto al componente social, un artículo aborda la formación universitaria para el compromiso social desde un enfoque emancipatorio, otro más presenta la concepción antropológica que orienta la atención a la educación campesina en Brasil, y en otro se argumenta la defensa por la educación pública en Colombia desde una interpretación histórica. En México, un texto nos invita a reflexionar sobre el poder de la cultura, y específicamente del arte, para educar desde la sensibilidad que permita comprender de una forma cabal el mundo.

Así, este número, representado por investigadores de cuatro países: México, Colombia, Brasil y España, invita a profundizar en los tópicos esenciales de una educación humanista que esté a la altura de nuestros tiempos, en los que se hace imprescindible dialogar con la influencia de las redes sociales, con la postpandemia, con el acoso escolar, con la formación de la conciencia crítica, con la construcción de una ciudadanía comprometida y socialmente responsable. Contamos también con la pluma invitada de Francisco Sierra Gutiérrez, quien reflexiona sobre lo que puede brindar la educación humanista en medio de la heterogeneidad de información, conocimientos, prácticas, y modos de hacer y de vivir en el mundo de hoy y cuál es su responsabilidad en este entramado para construir una emancipación responsable.

Finalmente, esta sección ofrece una entrevista con el Dr. Juan Escámez Sánchez, ampliamente conocido por sus aportaciones teóricas sobre formación moral, la enseñanza de actitudes y valores y su concepción humanista de la educación como medio para formar una sociedad sostenible: más justa, abierta y plural.

Esperamos que los lectores encuentren en estas páginas inspiración para seguir luchando por un mundo mejor, en el que el respeto a la dignidad humana y la formación de personas capaces y comprometidas sean los ejes articuladores de la misión educativa.

Universidad Iberoamericana Ciudad de México
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla

Referencias

Erazo-Bustos, M. I., y Cassiani-Miranda, C. A. (2015). Humanismo y posthumanismo: dos visiones del futuro humano. Salud Uninorte. Barranquilla (Col.), 31(2), 394-402. http://www.scielo.org.co/pdf/sun/v31n2/v31n2a18.pdfLinks ]

Lonergan, B. (2004). Sanar y crear en la Historia. Conferencia pronunciada en el Thomas More Institute, como conclusión del Curso Guérir et Creer (Curar y Crear), en Montréal, Canadá, el 13 de mayo de 1975. [ Links ]

López-Calva, J. M. (2006). Ambientes, presencias y encuentros: educación humanista ignaciana para el cambio de época. Cuadernos de Fe y Cultura, 21. México: Universidad Iberoamericana. [ Links ]

Morin, E. (2020). Cambiemos de vía. Lecciones de la pandemia. México: Paidós. [ Links ]

1Se usa aquí la traducción autorizada por The Lonergan Trustees, 2004, revisada y corregida por © Francisco Sierra G. (Bogotá, 2004), de la traducción castellana inédita de J. M. Gallego, Bogotá, 1986; a partir de la versión en francés realizada por P. Lambert y L. Roy (1982). Créativité, guérison et histoire, en Les voies d’une théologie méthodique. B. Lonergan. Écrits théologiques choisis. Recherches 27. París: Desclée; Tournai y Montréal: Bellarmin, pp. 227-236.

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