Dedicamos el presente dossier al Círculo de Eranos (Eranoskreis), una milagrosa constelación de autores que se reunieron en una “comida en común”, en su “época de oro” o “clásica” (de 1933 a 1988), y cuyas memorables intervenciones se fueron publicando en sus famosos Anuarios (Eranos Jahrbücher). Partimos de su carácter alternativo, plural, multidisciplinario, abierto, así como de la potencia altamente heurística de su propuesta. Y ello no únicamente porque en la actualidad aún continúan vivas sus reuniones y publicaciones por renovados protagonistas, sino también por la relevancia no menor que sigue teniendo su impacto diseminado en el plano internacional; incluso cuando este fértil cauce o vertiente teorética avance “filtrando” su irradiación de manera paulatina —clandestinamente, como decía Gilbert Durand de las “recurrencias herméticas” a lo largo de la historia de la civilización occidental—, por entre los resquicios de la hegemonía todavía prevaleciente del prometeísmo positivista y racionalista instrumental, tecnocientíficamente readaptado a las nuevas modalidades neototalitarias de la tardomodernidad o del “extremo contemporáneo” en que vivimos.
En lo que respecta a la específica difusión y comprensión del legado del Círculo de Eranos en el ámbito hispanoamericano hay que destacar, como lo hace el reconocido filósofo catalán Eugenio Trías, que debemos a la ingente labor del pensador vasco/aragonés Andrés Ortiz-Osés (1943-2021), recién desaparecido, el papel fundamental de fungir como eje irradiante y profundo intérprete de las obras de los autores más representativos del Eranoskreis. Sin duda corresponde a Ortiz-Osés, al lado del antropólogo francés Gilbert Durand (1921-2012), ambos participantes en las últimas fases del periodo “clásico” de Eranos, el gran mérito de haber logrado exponer una visión sintética y metodológicamente coherente, en términos hermenéuticos, del transcurso fundamental recorrido por el trabajo conjunto del Eranoskreis durante 55 años: “el colectivo responsable de la renovación más radical, por no decir de una ‘auténtica revolución’ en el siglo XX, de los estudios sobre el símbolo, el mito y la religión”.1
A partir de su reflexión sobre los 57 volúmenes publicados en su época clásica, Andrés Ortiz-Osés califica a Eranos como el “mayor almacén simbólico de la cultura”.2 Ahora bien, por mucho tiempo, las teorías del lenguaje se han empeñado en reducir las formas simbólicas —con las que la cultura organiza el sentido de la existencia— a sistema de signos. Tanto el estructuralismo como la semiología, a pesar de sus diferencias, ven el lenguaje simbólico como signos que pueden ser descompuestos en unidades mínimas susceptibles de relacionarse entre sí y de ser objeto de análisis de un significado racional acotado. No obstante, como lo ha mostrado Walter Benjamin siguiendo a Goethe y a Baudelaire, y como lo demuestra el pensamiento de Eranos, los símbolos tienen un espacio propio, muy especialmente en lo relativo al significado axiológico de la realidad en su facticidad interhumana. El símbolo trasciende el ámbito de lo objetivo y vincula al hombre con lo sagrado. Sin embargo, es necesario insistir en que la modernidad ilustrada, en sus versiones tanto neoilustradas, positivistas, como posmodernas, no ha sido sensible a la verdad ontológica que encierra el ámbito de lo sagrado y el simbolismo como su forma específica de expresión. No es sino hasta nuestros días que, a la luz de la crisis ecológica planetaria, entre otros factores, y al progresivo desarrollo científico tecnológico que lleva implícitas las desigualdades, el dolor y la guerra en gran parte de la Tierra, que comienza a surgir un renovado interés y sensibilidad en la exploración del símbolo como “lenguaje de la naturaleza”, proverbialmente así entendido —en contraste con la modernidad— por las culturas premodernas o tradicionales que aún sobreviven.
El objetivo de este dossier es, pues, contribuir al estudio y difusión de uno de los principales esfuerzos hermenéuticos desplegados en la exploración del universo simbólico de las grandes tradiciones antiguas o religiosas, entendiendo por religión la religación con lo inefable, con lo que va más allá del control racional sistemático, con el sentido de la vida: el amor, la muerte, el arte, la sabiduría. Algunos de los grandes estudiosos que pertenecieron a este grupo son Carl Gustav Jung, Gershom Scholem, Mircea Eliade, Károly Kérenyi, Henry Corbin, Pierre Hadot, Joseph John Campbell, todos ellos figuras conocidas, pero como también lo señala Eugenio Trías, la mayor parte de las veces de manera aislada e inconexa.
Entre 1933-1962 estos encuentros estuvieron animados por Jung. El propósito principal de los Eranostagungen era restaurar una visión del hombre y el mundo como unidad desde distintas tradiciones culturales, tanto orientales como occidentales, arcaicas como modernas, y desde los más variados ángulos de reflexión (historia, psicología, filosofía, antropología, teología, ciencias, humanidades y artes), más allá de las barreras disciplinarias y doctrinas ideológicas, incluida la escisión entre ciencia, mística y poesía. Cada uno de los invitados a Eranos se reunía con el propósito explícito de comprender e investigar las imágenes que a lo largo de la historia demostraban ser capaces de configurar la realidad para bien y para mal; tanto de vincular al hombre con lo invisible o lo divino, como de arrastrar inconscientemente movimientos colectivos enteros hacia la destrucción, la guerra, la discriminación y el totalitarismo. De ahí la necesidad de incursionar en las estructuras simbólicas del mundo, estructuras anímicas y portadoras de un sentido implicante o mediador. De ahí también, desde nuestra actual perspectiva, la importancia de una mirada retrospectiva a una de las aventuras más libres, fecundas y lúcidas en el estudio y pedagogía de la imagen, los símbolos y los mitos inscritos en el imaginario arquetipal de las culturas que subyace a la configuración de lo real.
El cuerpo de este dossier ha sido dividido en dos partes. La primera, Eranos. Imaginación simbólica y hermenéutica, se vertebra por la presentación y recepción de su influencia en el ámbito hispanoparlante desarrollada e impulsada por Andrés Ortiz-Osés y su continuación en España y México. Esta labor se ha visto igualmente acompañada del intenso trabajo de la Editorial Anthropos (Barcelona, España), responsable de la edición de una cuidadosa selección de las Actas de Eranos en español (tres volúmenes). El artículo sobre “Eranos, una historia cultural alternativa” intenta una breve síntesis del desarrollo del pensamiento simbólico del Eranoskreis, desde sus primeras reuniones hasta su culminación en el desarrollo de una hermenéutica de la cultura (1933-1988). Se compone también de una conversación con Esteban Mate, editor de Anthropos, y, en la sección Documentos, de un sucinto texto sobre Hermes de A. Ortiz-Osés y las traducciones de tres materiales de difícil acceso de connotados eranosianos que en su día la editorial tuvo la intención de publicar, pero que quedaron esperando tiempos mejores: la introducción de Erich Neumann a su libro Ursprungsgeschichte des Bewusstseins (Historia originaria de la consciencia), así como de la presentación (Michel Cazenave) y conclusión del libro de Pierre Solié, Psychanalyse et imaginal (Psicoanálisis e imaginal).
La segunda parte, que se publicará en el siguente número de Interpretatio, podría titularse Eranos, miradas de un legado en movimiento. Estará integrado por las contribuciones de los actuales responsables de la Fundación, Fabio Merlini y Riccardo Bernardini. El primero relacionado con las tareas y desafíos actuales derivados del cuidado de este rico patrimonio simbólico y el segundo con una actualizada historiografía de los estudios sobre Eranos y su difusión hasta nuestros días. Incluiremos también las notables contribuciones de dos hermeneutas del símbolo, Luis Garagalza y Manuel Lavaniegos.










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