1. - INTRODUCCIÓN
La migración centroamericana ha convertido el sur de México en un territorio de tránsito masivo, dinámico e intensivo. En los últimos cinco años el flujo humano ha aumentado inusualmente con las oleadas masivas de haitianos, venezolanos y cubanos, así como de grupos extracontinentales, los cuales han convertido esta región en un espacio de tránsito trasfronterizo.
En la búsqueda de las causas y las explicaciones de la migración -particularmente centroamericana- se atribuyen a factores asociados a la pobreza, la violencia, la delincuencia, la inseguridad y la inestabilidad política, que atribuyen él abandono de determinadas regiones para caminar hacia el norte. En la literatura se observa la referencia continua -ya desde principios de siglo (Adamo; 2001)- a la cuestión del CC y calentamiento global como causante en las dinámicas de la movilidad humana hacia el norte (Casillas, 2020; Ayales, et.al. 2019; Vilches, 2019; Felipe, 2018; Felipe, 2021; Felipe, 2022; Yamamoto, 2021, Sherbinin, 2020; Morales, 2022)). Algunas explicaciones sobre estas conexiones se dan en los textos donde sostienen que existen una relación entre los extremos climáticos, la inseguridad alimentaria y la migración en la región, aunque se reconoce que el CC es “uno” de múltiples factores que genera la migración (Pons, 2018).
Sin embargo, dicha correlación no se ha podido establecer de manera tacita, y ello ha sido en parte por la inexistencia de datos exactos y la compleja relación entre cifras, por lo que se ha convertido en un “nexo complicado” (Ponds, 2021), y ello se debe en parte a la complejidad y multicausalidad de la migración que incluye “razones yuxtapuestas” (Casillas, 2020;79) y una “cuestión compleja”. (Cárdenas y Betancur, 2021; Sánchez-Mojica, 2019); pero que no evitan un análisis teórico-hipotético (Falcón y Villar, 2018)
Estudios como los de Nawrotzki y Maryia, (2016) sustentados en base de datos llamada TerraPop, agrupan y discriminan datos climáticos de temperatura, precipitación y relacionados; basados en mediciones de estaciones meteorológica que posibilitan correlacionar los espacios urbanos y rurales con los flujos migratorios; permitiendo avizorar nuevas metodologías en la recuperación de datos empíricos para estudios posteriores. Para el Instituto de Políticas Migratorias (IPM), uno de los datos que podrían servir para establecer vínculos, son los que genera los indicadores del mercado de trabajo en países receptores (PIM, 2017), sin embargo, esta información no se ha generado del todo.
En el caso de Centroamérica, Yamamoto, et. al. (2021) reconocen que este tema requiere una atención holística de tal vinculación, aunque únicamente se dispone de una literatura, lo suficiente que sirve como evidencia de tal correlación, pero con muchas limitaciones en información y el acceso a los datos. Asimismo, advierten que:
…frecuentemente el vector ambiental queda oculto por otros más fácilmente identificables, ya sea por la ausencia de estudios y producción de datos específicos, por las dificultades prácticas y metodológicas de generar este tipo de datos o por la limitada percepción del factor ambiental como inductor de movilidad (Yamamoto, et.al. 2020; iv).
En el análisis de la literatura referida, se encontró la alusión constante al CSC, como una noción geográfica que incorpora al menos hipotéticamente una correlación existente con los flujos migratorios; bajo el supuesto que las características geográficas y climáticas sirven como condición en la expulsión de la población centroamericana. Esta alusión continua a un CSC como espacio geográfico cuyos matices climáticos se refieren a un espacio imaginado, lo cual es ya inherente al corpus discusivo instalado en las narrativas de los periódicos digitales, en los reportajes, en artículos e informes de agencias y organismos internacionales. Estas formaciones discursivas visibilizan las significaciones que suministra un bucle semántico que sustentan la relación entre migración y CC. (Hernández, 2010).
2. FUNDAMENTO TEORICO
La teoría del imaginario social, originada por Cornelius Castoriadis, sirve de base para el concepto de la CSC como imaginario. Este término se refiere a las representaciones sociales que están arraigadas en sus instituciones. El imaginario social influye en cómo la sociedad se percibe a sí misma, incluyendo su identidad, regulaciones y comportamientos esperados. Por lo general, estos se construyen a partir de símbolos, costumbres y recuerdos compartidos que tienen un significado colectivo dentro de una comunidad. Surgen de los valores compartidos de los individuos y se establecen a través del lenguaje y se manifiestan a través de acciones concretas. Los elementos culturales y simbólicos se forman integrando valores, creencias, ideas, símbolos y apreciaciones en un conjunto de representaciones globales y abarcadoras de una sociedad. Imágenes, símbolos y elementos imaginativos se conjuntan en la configuración del imaginario social, que media entre el pensamiento humano y la realidad. Estas imaginaciones crean referencias simbólicas que definen los medios inteligibles de intercambio entre individuos e instituciones dentro de la misma comunidad. En esencia, los imaginarios sociales son el resultado de la intrincada red de discursos y prácticas sociales que interactúan con las identidades individuales. La influencia de los imaginarios sociales se siente de diversas maneras en la vida cotidiana, brindando oportunidades para que las sociedades alcancen aspiraciones, miedos y esperanzas. A través de la promoción de un conjunto de valores, percepciones, visión de mundo y de vida, asi como generan conductas y costumbres en la conciencia de una determinada cultura, se crea un imaginario. Aquí es donde los grupos humanos revelan sus amenazas y organizan el pasado, vinculando su presente y futuro con la proyección de sus identidades y objetivos. En tal modo, permite considerar algo como real dentro del contexto de las experiencias diarias. (Peña, 2006; Barbieri, 2014).
Por otro lado, el CSC como un imaginario, tiene sustento en la teoría de los imaginarios espaciales, toda vez que, en las narrativas encontradas, el CSC como nominación espacial posibilita el rastreo de matices semióticos, cosmovisiones, que se exhibe en un discurso representacional y performativo. Bajo, el análisis que realiza John Watkins (2015), sobre los espacios imaginarios y los discursos -estructurantes del cómo se entienden y hablan sobre objetos, conocimientos y nociones de lo que se da como conocimiento-, el CSC es del orden a los discursos representacionales sobre lugares y espacios, es un performativo en el sentido semiótico del lenguaje que se refieren al mundo material; cuya comprensión es ayudado por términos alternativos: geografías imaginarias, imaginarios geográficos, metageografías, imaginarios ambientales, imaginaciones geopolíticas, imaginarios espaciotemporales, imaginarios socioespaciales, los cuales denotan un enfoque tópico, teórico e incluso disciplinario.
Desde la teoría de los imaginarios, la referencia a este escenario -geográfico- que en esencia es la descripción de elementos ambientales, es una invitación a imaginar un futuro y un posible escenario adverso, ello va más allá de la simple alusión nominal puesto que induce a la evocación de un imaginario construido a partir de una realidad presente-futura subyacente en el discurso asociado a la migración centroamericana.
3.-MÉTODO
El tratamiento metodológico se inscribió en la investigación cualitativa-hermenéutica. Se inició con la revisión bibliográfica, para seleccionar los textos que abordan esta relación ubicada en informes de organismos internacionales, artículos científicos especializados, portales de organismos que estudian y observan la migración; informes realizados por agencias de investigación, así como páginas web de organismos que abordan la temática internacionalmente. Se recuperaron 42 documentos, considerando las publicaciones del 2012 a principios de 2023. Los descriptores utilizados fueron: migración centroamericana y cambio climático siguiendo los criterios de inclusión a trabajos teóricos o empíricos, y publicaciones referidas particularmente a la migración centroamericana en español e inglés.
Desde la óptica del análisis del discurso, la mirada se centró en el “corredor seco centroamericano (CSC)”, la cual se consideró como “categoría analítica”, que contiene elementos discursivos, lingüísticos y semióticos (Paulos, 2015) que permitió contrastarse con la teoría del imaginario social y del imaginario espacial (Watkins,2015), a través de lo que Juan Luis Pintos denomina metacodigos, es decir una herramienta teórica-metodológica que se utiliza en la construcción sistémica de las realidades, además que permiten advertir una lógica en la construcción de la realidad social, basadas en la relevancia y la opacidad. La primera es la importancia que se le da a un elemento en la construcción de la realidad social, mientras que la segunda la capacidad de un elemento para ocultar o revelar información. (Pintos, 2003; p.24)
4. RESULTADOS
Al considerar el CSC un objeto discursivo que se puede confrontar analíticamente (Santander, 2011) bajo la teoría del imaginario geográfico-espacial fue insoslayable considerar su naturaleza del orden semiótico. Su locución en la literatura evoca una clara vinculación con la migración y el CC; en tal modo es en sí, una noción de un espacio imaginado y la construcción de un imaginario (Barbieri, 2014). Las características de este imaginario pueden ser determinarse bajo las siguientes categorías:
El corredor seco; un imaginario performativo y ecoclimático
La noción fue acuñada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, en inglés), inicialmente se refirió como un espacio con características similares, basado en un análisis mensual de precipitación como un insumo para la creación de un mapa de Índice de Riesgo climático, donde básicamente indicó las áreas de sequía y sequía extrema. En el 2012, la FAO realizó una delimitación geográfica que incluyó a Nicaragua, Salvador, Honduras y Guatemala como los más afectados, donde la principal característica la considera como un conjunto de ecosistemas donde los bosques tropicales están combinados en una ecorregión” (van der Zee Arias, 2012, 2013; citado por Fraga, 2020;2). A lo largo de la región centroamericana se encuentra una colección de ecosistemas conocida como la región del bosque seco tropical. Esta entidad comprende áreas bajas a lo largo de la costa del Pacífico que se extiende desde Chiapas (México) y llega hasta la región premontañosa central (0 a 800 msnm) de Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y partes de Costa Rica. También se incluye la región del "Arco seco" de Panamá, así como fragmentos visibles cerca de la costa caribeña de Honduras.
Aunque no existe una delimitación oficial y geográfica, pero si una especie de coartes eco climático (Ayala, et.al. 2019) que induce a visualizar un espacio imaginado y un imaginario puesto, donde el contexto ecoclimático visibliza el sentido o significación espacial. Sustancialmente, el espacio ecoclimático se aleja de su materialidad geográfica para evocar una dimensión espacial de lo ambiental. Y aunque lo geográfico se entienda tradicionalmente como el espacio que se concibe como una configuracion social, que se percibe, se vive y se transforma continuamente donde sus componentes están en constante relación (Ulate, 2012), es necesario pensar en una mirada holística del espacio, visualizando sus componentes naturales, sociales y culturales.
En tal sentido, si consideramos a los imaginarios como la configuración a partir de datos organizados e interpretados, condensados en determinadas imágenes impregnadas de sentidos, en diversas expresiones imaginadas, en continua referencia a ciertos paisajes y esferas (Comerci, 2017;3); el CSC, es como tal un imaginario del espacio geográfico-ambiental-climático. Cuyos matices semióticos y cosmovisiones, se exhibe en los discursos representacionales bajo un discurso performativo (Watkins, 2015).
La nominación CSC, es una forma de representar y hablar sobre un lugar y espacio específico, su alusión constante en la literatura especializada promueve el reconocimiento por convención, en tal modo, es ya en sí un imaginario "performativo", que se ubica más allá de la representación lingüística en los textos encontrados, en tanto moldeando así la percepción geográfica a través de su circulación lingüística en los documentos de referencia. ¿Qué imaginamos cuando se oye decir corredor seco centroamericano?, básicamente es una invitación a concebir cognitivamente un espacio geográfico sin agua; tal imagen es la reproducción de un sentido simbólico que orienta las percepciones cognitivas sobre el lugar de referencia. En este sentido, el CSC no son solo es representativo, sino performativo; porque ddifunde ideas imaginadas sobre el medio ambiente que van más allá de la frase. El solo hecho de referencia, es ya un argumento sobre las características del presente y del futuro para imaginar cómo posibilidad realizable.
Un imaginario del futuro para sensibilizarse en el presente.
El CSC -como imaginario geográfico-espacial- posee determinadas informaciones proyectado discursivamente en los relatos de la literatura en particular, afianzan en la retina regional un modo de mirar el espacio y, por ende, un modo de querer actuar en él. Este hecho invita a mirar la imagen de las vulnerabilidades climáticas equiparados a una suerte de amenazas.
La noción del CSC y su apropiación como sentido de pertenencia a este espacio, se evidencia en la realización de estudios históricos, procesos económicos y sociales (Díaz, 2019). Actualmente agencias, instancias gubernamentales y organismos no gubernamentales, ya sea locales o internacionales están presentando informes anuales sobre estudios para caracterizar la situación socioeconómica, climática, ecológica, ambiental y migratoria del CSC (Hábitat para la Humanidad, 2021; Organización Internacional del Trabajo; OIT; (Fraga, 2020); Organización Internacional para las Migraciones; OIM; 2021a, 2021b ; 2019). Además de informes como el Programa Estado de la Nación (2021) que han generado gobiernos como el de Costa Rica y algunas instancias como El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC; 2023).
Las características principales -de acuerdo con los documentos anteriores- del corredor seco centroamericano son las siguientes:
Se caracteriza por lluvias poco frecuentes y períodos secos prolongados, con suelos que son improductivos y propensos a la erosión. En particular, experimenta una de las sequías más severas en el área debido a la precipitación anual promedio de menos de mil milímetros y la alta evaporación. La escasez recurrente de agua pone en peligro tanto al medio ambiente como a las comunidades. Al problema se suman las intensas actividades de la gente, la minería y la deforestación, que exacerban la situación. Además, el CC plantea riesgos adicionales tanto para los ecosistemas como para los medios de vida de quienes habitan la región, que se manifiestan a través del aumento de las temperaturas y la inestabilidad climática.
El calentamiento de las aguas del Océano Pacífico desencadena la perturbación meteorológica recurrente conocida como fenómeno El Niño. Sus efectos sobre el CSC se manifiestan predominantemente como sequías prolongadas, así como precipitaciones excesivas y tormentas violentas. La producción agrícola y ganadera disminuye debido a las sequías, mientras que las menos precipitaciones, sigue un aumento el riesgo de incendios forestales y brotes del dengue y el zika. Contrariamente, la salida del fenómeno a menudo coincide con fuertes lluvias y tormentas, lo que genera inundaciones potenciales con consecuencias peligrosas tanto para la infraestructura como para las personas. La ocurrencia de fuertes huracanes e inundaciones en los últimos años ha causado daños catastróficos e inmensas pérdidas a las comunidades locales. Las lluvias torrenciales que acompañan a estas calamidades naturales provocan inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra, donde la agricultura y la capacidad de alimentación son las más afectadas por los daños. La destrucción de cultivos e infraestructura es una consecuencia común de estos eventos. Esta zona sufre de manera desproporcionada estos eventos, que perturban los medios de supervivencia de manera impredecible (IICA 2023).
Aunque las autoridades locales y las organizaciones internacionales se han esforzado por mejorar la capacidad de la región para resistir las calamidades naturales, la situación aún preocupa. El corredor seco centroamericano es sumamente susceptible a la variabilidad climática: el impacto devastador de los fenómenos meteorológicos extremos, incluidas las inundaciones, huracanes y tormentas tropicales, es cada vez más frecuente debido al CC; las sequías prolongadas, el aumento de las temperaturas y la degradación de los recursos hídricos han resultado en un aumento de las calamidades naturales, dejando la infraestructura del área y los recursos mínimos inadecuados para hacer frente a estas emergencias. El sector agrícola ha sido el más afectado por esto, con la inseguridad alimentaria y las ramificaciones económicas alcanzando niveles sin precedentes. Para mitigar estos efectos, es imperativo implementar medidas adecuadas de adaptación y mitigación.
Las comunidades dentro del corredor seco están plagadas de pobreza y exclusión, debido al acceso al agua y la cada menos fertilidad de la tierra. La región siempre ha estado plagada de pobreza, desnutrición y hambre, que el CC y los desastres ambientales solo han exacerbado. Según el Programa Mundial de Alimentos, más de 2 millones de personas, en su mayoría niños menores de 5 años, requirieron asistencia alimentaria urgente en 2019. Se cree que casi el 70% de los habitantes de la región se vulnerable por la pobreza. Esta, en El CSC se sustenta en una variedad de factores: agua potable inadecuada, recursos de salud y educación insuficientes, el agotamiento de la tierra cultivable, la deforestación y las altas tasas de desempleo. Para combatir este flagelo, se requiere una acción concertada del gobierno, las organizaciones independientes del gobierno y de la sociedad para ayudar a los más necesitados dentro de esta región.
Aunque prevalecen condiciones climáticas desafiantes, el corredor seco es un punto crítico de biodiversidad que cuenta con una flora y fauna distintivas que se adaptan bien a su entorno hostil. Es el hogar de una gran cantidad de criaturas, incluidas aves, reptiles, anfibios, insectos y mamíferos. La vegetación es igualmente diversa, compuesta por árboles, arbustos y plantas herbáceas. Además, el área alberga una gran cantidad de hábitats, como manglares, arrecifes de coral, humedales, sabanas y bosques. Lamentablemente, ha sufrido significativamente por actividades humanas como la deforestación, la agricultura y la minería. La explotación desenfrenada de estos recursos ha tenido un impacto adverso en la diversa gama de especies y ecosistemas de la región. En consecuencia, la pérdida de hábitat y la extinción de varias especies de plantas y animales se han generalizado.
Estos estudios y sus respectivos documentos clasifican al CSC en riesgo por su cambiante atmosfera climática, el suelo y la orografía sensible, a los que suman los datos en los lugares en el Índice de Riesgo Climático Global de GermanWatch (2021). Los estudios referidos se ubican primeramente en un marco geográfico donde el espacio territorial se define por las características climáticas, particularmente de poca precipitación y los condicionantes ambientales que dificultan la producción agrícola. En la década pasada, el CSC, comenzó a ser considerada como una de las regiones con mayor riesgo global ante las consecuencias del cambio climático. Aunque, las expulsiones de gases de efecto invernadero son mínimamente producidas en comparación con otras regiones del planeta, es la región que -contradictoriamente- padece más los efectos.
El uso recurrente en la literatura especializada induce a considerarse una categoría discursiva que se ha ido configurando para alimentar la convencionalidad de un espacio nocional asociada a la pobreza, la vulnerabilidad y el cambio climático. Asociar esta categoría con los aportes de Watkins (2015) implica la percepción de un imaginario del CSC, que ha naturalizado su “alteración” en su transmisión y recepción; documentando imágenes y textos para difundir la imaginación espacial y las condiciones socio climáticas que las narrativas periodísticas ponen al público lector. Por otro lado, esta referencia, no solo tiene un carácter geográfico-espacial agregado, sino que en ello se juega la creación de su escena de apariencia. Su configuración no pasa solo por las formas discursivas, sino por las imágenes que evoca, las cuales son fundamentales en la creación de los mundos sensibles en la puesta en escena de la narrativa.
En la caracterización del CSC, los textos descriptivos se estructuran en palabras-frases performativas como elementos reiterativos de un imaginario sobre el CSC. Estos se identifican y animan a la imaginación en campos donde las nociones y los tamices sensibles se agrupan. Es como una fuerza desorientadora que obliga a ejercitar la creatividad y reelaborar un lenguaje para acomodarlos (Calderón 2020;34).
Las ventajas de la performatividad en los imaginarios, es al mismo tiempo, son vehículos de concientización y de sensibilización, particularmente cuando los imaginarios espaciales y su performatividad están formando a los sujetos en prácticas continuas y repetidas de la representación. En tales repeticiones -a manera de bucles mercadotécnicos- conectan, citan y operan a través del lenguaje e influyen sobre la percepción de una realidad que necesita atenderse. En la concientización, los imaginarios espaciales se anidan el compromiso con "el futuro", dado que en su enunciado performativo representa el futuro y la posibilidad de habitarlo a través de la imagen del presente, como metáfora de un futuro imaginado condensado por las informaciones y noción presentados, lo que imprime una imagen de futuro preconcebido que se evoca en el propio momento de ser imaginado. Desde esta mirada, el CSC es un pre-dibujo de un futuro donde su enunciado performativo es asimismo la referencia continua hacia la “afueridad”, una especie de esperanza anticipada y que abreva de la constante ilusión de un mundo mejor (Andrade y Méndez, 2005).
Un imaginario asociado a la migración
El discurso performativo alimenta del imaginario espacial del CSC; creando y reafirmando formas de entender y experimentarlo; dado que, su mención -en la literatura- como acto performativo, impacta en la forma en que se van configurando. En otras palabras, el imaginario del CSC abreva de los discursos que la literatura va generando, y en reciprocidad modifica los accesos performativos este imaginario.
La literatura manifiesta el espectro del CC asociado a la migración (Sherbinin, 2020; Shah, 2020; Nawrotzki, y Maryia, 2016). y por ende los estudios plantean la relación entre CSC, migración y CC (Ponds, 2021; Yamamoto, 2021). Algunos títulos de artículos, utilizan ciertos tensores discursos: “Hacia la comprensión de los factores causales” (Vallejos y Ayuga 2022); “Las complejas motivaciones y los costos…” (Ruiz, et.al., 2021) y “conexiones y desconexiones”. (Casillas, 2020). Estos de tensores discursivos dejan entrever la difícil relación, la asociación y una posible implicación. Por su parte, Cárdenas y Betancur (2021), afirman que la evidencia reciente ha sugerido que el CC puede no ser la causa directa del desplazamiento o la migración de la población; en tanto que los datos revelan que conduce a mayores vulnerabilidades que pueden hacer que la supervivencia en ciertas áreas sea más difícil. Como resultado, los investigadores han puesto énfasis en reconocer las amplias conexiones y los resultados de un clima y un entorno cambiantes en el movimiento humano. Asimismo, ciertas posturas establecen que no todos se verán afectados por el CC por igual, ni todos los que están en riesgo optarán por migrar; estas cuestionan la “política dirigida por la ciencia” que impulsa las respuestas políticas al desplazamiento inducido por el clima; que, ante la carencia de información precisa sobre ella, los informes construyen dicotomías estáticas entre “Noso-tros/Ellos” (Tamashiro, 2017; 142).
Esta complejidad, se plantea en el informe de Greenpeace de España (2021), al criticar la definición que la OIM (2019) que da a al concepto de “migración climática”:
el traslado de una persona o grupos de personas que, predominantemente por cambios repentinos o progresivos en el entorno debido a los efectos del cambio climático, están obligadas a abandonar su lugar, u optan por hacerlo, de forma temporal o permanente, cruzando una frontera internacional (p.29)
El texto de Greenpeace advierte que, aunque es un primer indicio de conceptualización, no ha sido autorizada por la convencionalidad, académica y jurídica; ante ello algunos estudios, plantean el peligro de acotar el fenómeno al término “migración climática”, y se pronuncian por considerar la incidencia jurídica (Pérez, 202; 2022), y la complejidad de los datos, cifras y tendencias (Sánchez-Mojica, 2019), lo que apunta que la migración climática no es un proceso lineal simple, provocada por los efectos del CC; sino se trata de un fenómeno complejo, heterogéneo y multifactorial, donde inciden, además, las políticas regionales de expulsión y de recepción, así como variables económicos, culturales, ambientales y de género, entre otros. Greenpeace de España (2021), explica que ocurre en el contexto de choques climáticos que se dan lentamente y evolucionan gradualmente durante varios años, por lo que los sucesos pueden ser repentinos y/o lentos; además que también son imprevistos como huracanes e inundaciones. El problema es que minan la seguridad alimentaria así el uso del agua, por lo que ocasiona el desplazamiento buscando altas condiciones de vida.
El uso discursivo de ciertas cláusulas modales delinea semánticamente la idea de entender la complejidad del fenómeno como inquietud permanente (Posada 2009). Prueba de ello es el debate nominal del término “migración”, que por un lado se propone sustituir por el de “desplazamiento”; como eje semántico para plantear una taxonomía subyacente que las asocie: a) por desastres naturales derivados del cambio climático: a) obligadas temporalmente; b) de forma permanente ante eventos recurrentes, c) por el detrimento acelerado del medioambiente, y d) quienes optan migrar como forma de adaptación (Egea y Soledad, 2011). Aunque es necesario reconocer que el interés de categorizar el tipo de desplazado puede llevar la intención de clasificar el tránsito del “no deseado” como barrera de contención (Posada, 2009).
Por otro lado, se observa una descomposición semántica en vocablos, considerándose como recurso discursivo que integran y combinan en las narrativas textuales. La construcción de un campo semántico que los movimientos poblacionales voluntarios y forzados, utilizan el adjetivo ambiental y climático y no el de “desplazamiento” dado que solo se refieren a los casos de flujos humanos poblacionales forzados. En contraposición, Ibarra (2020) señala que al no existir una definición convencional del orden de lo jurídico y lo genérico del “migrante” se sugiere por de los “desplazados climáticos” que incluye a los que no surgen de la voluntariedad, en aras de promover una acción implícita de protección legal especifica. Por otro lado, si de protección jurídica se trata, se plantea optar por “refugiado ambiental” a fin de instrumentar un marco jurídico de ayuda y/o protección. (Camargo-Farías y Corredor-Naranjo 2021).
Para Greenpeace de España (2021), la complejidad de definir al migrante de contextos ambientales se complejiza aún más con la intención de instrumentar una protección legal; en ciertos casos minimiza el clima, en comparación con otras más obvias, como la vulnerabilidad económica, el desempleo o el desequilibrio política, incluso cuando está ausente o es una gran variable en las decisiones de inmigración, tanto que las regiones con mayor nivel de pobreza se consideran las más afectadas por la crisis climática; sin considerar que tales regiones estando expuestas y sean vulnerables, existen muros económicos, políticas, sociales y físicos que impiden migrar y quedar prisioneras en zonas altamente vulnerables como riesgo climático. Incluso, caracterizar a los migrantes climáticos, implica señalar las desigualdades de género; poner atención en las mujeres, pero específicamente las económicamente vulnerables, y aún más las de origen étnico, quienes son las que sufren totalmente los impactos de las crisis.
4.-CONCLUSIONES
Queda de manifiesto, que el análisis del imaginario -en el estado de la cuestión- no es el dilema, si existe o no tal o cual corredor, o sí el corredor es corredor, ni tampoco si es seco: más bien la preocupación principal es del ¿cómo caracterizar el llamado “Corredor Seco”? La referencia continua, es en sí misma una suerte de configuración sobre lo que puede entrar en ese imaginario espacial o bien quedar fuera de visibilidad; esto reside en la construcción de vínculos con las palabras e imágenes. Bajo estas nociones, y considerando su composición semántica, dado que posibilita entrar en un ámbito de apariencia, en tanto que aparecer no equivalen a ser visible; no en oposición a lo real, mucho menos a lo verdadero, sino como parte de sus constituyentes; en una especie de litigio -un intervalo que invita a otra relación- como el de la migración.
Estos debates sobre las tipologías, taxonomías y campos semánticos de los sentidos nominales, es parte de los procesos transitorios en la articulación de un discurso que se anidan en los modos en que se toma la palabra, evocan escenas que median entre lo pensable, lo decible y lo visible; bajo este sentido, la literatura va alimentando en el CSC, el imaginario para presentar las imágenes y relacionar lo que no tiene relación, de componer otras formas de poner juntas cosas, elementos que probablemente nunca se habrían encontrado. El desafío de sus referencias textuales ha sido la capacidad de hacer relatos y hacer imágenes, creer en esos relatos y en esas imágenes, hacerlos reales para construir la escena de su aparición. La referencia al CSC, es la confluencia en un paisaje configurado, lo visible que permite entrar en una escena en lo que existe de manera inaparentemente.
En suma, la teoría del imaginario social y espacial permite considerar al CSC, como tal. En tanto se analiza bajo cuatro ejes: Uno. se construye en la relación no de personas físicas, sino de convergencias de organismos, dependencias gubernamentales, que sin dudar sobre lo nominal y la referencia geográfica dan por sentado tal imaginario que canalizan sus esfuerzos para seguir configurando. Dos; este imaginario se va a alimentando de los textos, artículos, reportajes, informes, fotogramas y diversidad de hipertextos en la web. Tres; aunque no exista una relación tacita, la obcecación por demostrar esta vinculación da lugar a una hipótesis colectiva, que exige una metodología que pueda sostener su legitimidad como construcción colectiva. Cuatro; hay una reciprocidad teórica metodológica, donde se retroalimentan imaginario-teoría-metodología.
Bajo el considerando de que el imaginario es consecuencia de la imaginación y esta como una habilidad para incorporar lo real y configurar construcciones -en cierto modo arbitrarias- de la existencia-ausencia; el imaginario espacial es una representación geográfica arbitraria sobre el espacio y sus características -en este caso- eco climáticas. En este sentido, el imaginario espacial del CSC es una toporepresentación construida colectivamente por la literatura especializada a modo de ubicarse como una representación nominal de un espacio convergente del fenómeno migratorio como consecuencia del cambio climático.
Discusiones
El análisis del CSC como episteme no radica en una lectura epistemológica de la validez de los conocimientos, sino que interroga sobre lo que se justifica o se adjetive como saber científico; es decir que el interés epistemológico del imaginario estriba en el análisis de una complejidad de condiciones que legitiman un conocimiento como científico. En tal modo, el aporte epistemológico sobre los imaginarios es su emergencia como categoría analítica, que pretende mediar en la comprensión, en tanto sea una herramienta conceptual que posibilite comprender cómo se configuran y dan sentido a un espacio determinado (García-Muñoz y Gómez-Gallego, 2021). Como categoría va más allá de la función descriptiva, ya que su poder epistemológico radica en su posibilidad de "mediación analítica" que traduce lo que sucede en imágenes significativas, liberando lo que está depositado en el "magma social" la creatividad de la imaginación donde emergen nuevas realidades en el establecimiento de un orden que pugna por anidar en su lugar, constituyendo así una importante herramienta de análisis para identificar elementos que contribuyen a la transformación y los retrasos, transiciones y cambios institucionales derivados de las nuevas instituciones.
Dado que el imaginario es un constructo explicativo fenomenológico, es también una herramienta hermenéutica para interpretar los sentidos que ciertos corpus crean y recrean y en tal modo el abordaje del CSC como imaginario espacial, permite avanzar hacia nuevos y emergentes imaginarios que se alejan cuando menos de una demarcación conceptual, diferenciado con el imaginario social. Aunque el entramado conceptual sea propio emergente no se puede soslayar el símbolo como objeto, la imaginación como procesos y los significantes de un significado como reflexión, que fundamentan la condición epistemológica en la naturaleza del imaginario.
El estudio de los imaginarios espaciales pretende abonar a las nuevas discusiones teóricas para estudiar determinadas realidades, particularmente estas nociones performativas que están operado en espectros de la literatura científica, evidenciando que a partir de este locus de comprensión no solo actúan como filtros invisibles, que al mismo tiempo se convierten en una herramienta para comprenderla.
Este imaginario anuncia que estos aparecen sin cesar en las variadas plataformas de difusión sobre la literatura especializada, donde las comunidades científicas se anidan en ciertas estructuras imaginarias que constituyen y mantienen el pensamiento sociohistórico en la que habita el hombre. Su impacto depende de la difusión, de los circuitos y del sentido mediático disponible. Tienen la capacidad de intervenir y de unificar, al menos nominalmente desde un universo simbólico. Sin embargo, la constante correlación, la disputa, el ajuste y transformaciones que se anida al discurso en boga, generan la palabra lacónica de los sentidos de un grupo determinado y su potencia constitutiva que se da en la fuerza creadora que emerge de estos colectivos para posteriormente, ser estructurados y operar como gafas hermenéuticas frente la realidad, convirtiéndose así en imaginarios mediadores: validan y legitiman mediante las prácticas discursivas permitiendo circular en el orden simbólico y sus condicionantes constitutivas.