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Región y sociedad

versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.27 no.63 Hermosillo may./ago. 2015

 

Reseñas

 

Gloria Ciria Valdez Gardea (coordinadora), (2012), Movilización, migración y retorno de la niñez migrante. Una mirada antropológica

 

Liza Fabiola Ruiz Peralta*, Eric García Cárdenas*

 

Hermosillo, El Colegio de Sonora, Universidad Autónoma de Sinaloa, 432 pp.

 

* Maestros en ciencias sociales por El Colegio de Sonora. Correos electrónicos: ruiz.fabiola@hotmail.com / eric.enah@gmail.com

 

Las dinámicas culturales que ocurren en el flujo migratorio, hacia y desde Estados Unidos, se enmarcan en una realidad influida por los grandes procesos políticos y económicos. Movilización, migración y retorno de la niñez migrante. Una mirada antropológica es una compilación de dieciséis artículos elaborados por treinta especialistas en temas migratorios, cuyo propósito es colocar en la mesa de discusión del debate académico aspectos relacionados con el cruce, el tránsito y el retorno de los niños y jóvenes migrantes. La obra se organiza en dos apartados; en el primero se intenta exponer un discurso que parte del análisis del contexto económico-global que aqueja a Estados Unidos y, por consiguiente, ha tenido implicaciones importantes en el retorno de familias hispanas migrantes. En el segundo se presentan tópicos relacionados con las dinámicas de llegada de los menores migrantes, especialmente con su inclusión e integración en las instituciones educativas y con su aculturación y socialización en el espacio receptor.

El discurso tradicional de la migración hacia el norte hablaba de un actor masculino, de escasos recursos económicos que se iba a trabajar a los campos agrícolas como jornalero, por tanto, en él se habían centrado también los estudios académicos. Sin embargo, la globalización actual, que comenzó hace un par de décadas, ha incidido de tal manera en el tejido social y en su célula básica, la familia, que se ha incrementado el flujo migratorio de niños no acompañados por adultos.

Actualmente, los medios de comunicación, de manera alarmista, han señalado el surgimiento de una crisis humanitaria en la frontera de México con Estados Unidos, debido a la presencia de miles de niños que, sin acompañamiento de un adulto, buscan cruzar hacia el país del norte, con todas las carencias y las violaciones a los derechos humanos que esto conlleva. No obstante, un fenómeno de esta naturaleza no se puede gestar de un día para otro, la parte del proceso que olvidan mencionar los medios de comunicación tiene que ver con el desarrollo económico desigual de los países de América del Norte y América Central. Este libro, coordinado por Gloria Ciria Valdez Gardea, aborda estos grandes procesos que dan origen a la llamada crisis humanitaria.

Desde los años ochenta, la economía de México presentaba un marcado estancamiento, las crisis sufridas al principio de la década empujaron masivamente a los mexicanos a buscar mejores oportunidades de vida de manera ilegal en Estados Unidos. En el decenio siguiente, para solucionar ese problema, se implantó el modelo económico neoliberal, el cual se ajustaba a los compromisos geopolíticos que este país había adquirido con Washington.

La apertura comercial que EE UU impulsó en todo el mundo le permitió tener un impresionante crecimiento económico en la década de 1990, que marcó el inicio de la era de la globalización, pues los capitales, las tecnologías y las personas se integraron al mercado mundial. Para el caso mexicano, el resultado de las primeras experiencias con este modelo fue una gran crisis entre 1994 y 1995, así que mientras aquí las condiciones de la economía volvían a empeorar, la bonanza económica de Estados Unidos producía una fuerte demanda de mano de obra. Dicho crecimiento se debió principalmente al capital que invirtió en las empresas basadas en el entonces novedoso mercado de internet. Las buenas expectativas y posibilidades que generaban estos negocios, entonces llamados de la nueva economía, permitían el crecimiento económico en otras áreas. Cuando aumenta el consumo de los estadounidenses, el ramo de los servicios, la producción agrícola y la construcción demandan una gran cantidad de mano de obra, que cubren con los inmigrantes mexicanos, ya sea con estatus legal o ilegal.

En este primer momento, hace ya más de dos décadas, los hombres adultos se arriesgaban a cruzar la frontera y, una vez establecidos en EE UU y con las relativamente buenas condiciones laborales, después de algunos años buscaban la reunificación familiar. En esa época, el principal actor de la migración era el hombre, pues cuando allá estaban creciendo los negocios, los rancheros, los constructores y los hoteleros, entre otros, les pedían a sus empleados mexicanos que se trajeran a un hermano, primo o amigo a trabajar para ellos, es decir, había demanda de mano de obra. Ante este escenario, la política migratoria se relajaba, aspecto que cambiaría una vez que cesó la demanda de trabajadores mexicanos.

Fue también en este escenario económico y político que se diversificó el actor de la migración, pues aparecieron personas de varios estratos socioeconómicos y, por lo tanto, con agendas diversas que cruzaban la frontera hacia el norte. Las mujeres y los niños comenzaron a emigrar hacia aquel país en busca de la prometida reunificación familiar.

A principios del siglo XXI, en Estados Unidos surgió una crisis provocada por la quiebra de negocios basados en internet, la rentabilidad que muchos de éstos prometían no se convirtió en realidad, y para contener los efectos de la crisis ocasionada por los negocios dot com empezó el desarrollo de una nueva industria, la inmobiliaria, que creció a partir de la gestación de una gran burbuja financiera. Gracias a esta llamada burbuja inmobiliaria, de 2002 a 2008 la construcción, que empleaba a muchos mexicanos ilegales, tuvo un gran crecimiento, factor que seguía incrementando la demanda de mano de obra. Ya para entonces, cruzar la frontera para salir adelante en la vida se había convertido en un componente importante de la dinámica cultural de muchas comunidades en México.

El auge inmobiliario en EE UU estaba cimentado en el otorgamiento de los ahora llamados créditos basura, es decir, que presentaban un alto riesgo de convertirse en cartera vencida. Durante los años que duró este fenómeno, muchos migrantes -hombres y mujeres- llenaron los espacios de empleo que demandaba la economía estadounidense, a la par, sus hijos se integraban al sistema educativo. Algunos de estos niños llegaron a una edad tan temprana que no habían adquirido experiencias significativas en el sistema mexicano.

Mientras la economía estadounidense estaba a la alza, el gobierno mexicano buscaba gestionar acuerdos migratorios bilaterales, pero nunca se llegó a términos concretos para garantizar la seguridad social y legalidad de los inmigrantes haciéndolos vulnerables a los cambios repentinos en la economía.

A finales de 2008, Estados Unidos se encontraba en una de las crisis más grandes de su historia, que repercutió en todo el mundo, debido a que el sistema financiero global había financiado la burbuja inmobiliaria; dejó en la quiebra a un sinnúmero de empresas, la gente perdía sus trabajos y las hipotecas se ejecutaban al por mayor. Ni qué decir de los inmigrantes ilegales, quienes no sólo perdían sus fuentes de ingreso sino que, por la frustración de ciertos sectores de la población estadounidense, se les señalaba como uno de los principales responsables de la crisis de empleo por la que estaban pasando. Esto permitió que se potencializara el sentimiento antiinmigrante que ya existía, sobre todo en los estados con mayor presencia de mexicanos; Arizona fue el más radical. Gracias a ello, los sectores más radicales de la política derechista lograron la aprobación de una serie de leyes que dejan en la invisibilidad a los migrantes, y criminalizan sus actividades laborales, empresariales e incluso educativas.

A partir de 2008 comenzaron a aprobarse leyes para que el gobierno de Arizona tuviera la facultad de verificar el estatus migratorio de los empleados que contrataban las empresas, así como de las personas que constituyeran asociaciones corporativas o iniciaran negocios propios. En Alabama, esto incluso puede hacerse a los alumnos en las escuelas. Esta serie de cambios en la política migratoria culminó con la aprobación de la ley SB1070, en Arizona, la cual faculta a la policía para detener a personas consideradas como inmigrantes ilegales sólo por su apariencia sospechosa. Estas leyes buscan la expulsión de una gran cantidad de trabajadores, ahora que no se demanda su mano de obra, lo cual arroja una serie de problemas pues, la emigración ilegal hacia Estados Unidos se mantiene como patrón cultural, pero las oportunidades de generar ingresos son más escasas para los recién llegados. Así mismo, al empeorar las condiciones sociales en EE UU se radicalizan las posturas respecto a los inmigrantes ilegales. De igual manera, se pone de manifiesto la doble moral de la política migratoria; permitía el paso de inmigrantes mientras existía demanda de mano de obra, pero sin otorgarles derechos, lo cual facilitaría su expulsión una vez que la demanda cesara, sin importarle la seguridad social ni los derechos humanos, lo que resultó en la crisis humanitaria de la que ahora se habla tanto en los medios.

En este escenario, una gran cantidad de migrantes decidieron cruzar la frontera hacia el sur -de regreso a México-, ya sea para dirigirse a sus lugares de origen o para quedarse en las ciudades fronterizas. Ahora ocurre un nuevo fenómeno: la migración de retorno, ya sea debido al endurecimiento de las leyes o a la falta de oportunidades laborales, las familias ahora se reincorporan a la dinámica social de un país que dejaron hace algunos lustros.

Una vez planteado este panorama global, el libro le da voz a uno de los actores ignorado tanto por el discurso oficial como por la academia: el menor migrante de retorno, quien ahora tiene que integrarse o reintegrarse a las escuelas de México. Es la investigación antropológica la que recoge su voz.

En un segundo abordaje del contexto político y económico, que enmarca la migración internacional y de retorno, el propósito de Movilización, migración y retorno de la niñez migrante. Una mirada antropológica es tratar el tema de la educación, además de ser uno de los pocos libros que sirve como referente para el estudio del impacto que tiene la globalización en la movilización internacional y de retorno, principalmente en la participación de los menores migrantes en los ámbitos educativo y social.

En este apartado se exponen argumentos y reflexiones de especialistas en disciplinas afines a la educación; unos desde un punto de vista pedagógico y otros a partir de la sociología, la antropología y la psicología. Cada autor muestra una perspectiva colaborativa y trasversal sobre el hecho importante de vincular los estudios de la migración internacional y de retorno con el desarrollo de proyectos académicos y de investigación educativa en México, cuyos objetivos sean analizar la intervención del menor migrante en las aulas mexicanas. En esta obra se utiliza el término menores migrantes para referirse a las niñas, los niños y los jóvenes menores de 18 años con trayectorias académicas en escuelas de educación básica y media superior de Estados Unidos. Los autores analizan las problemáticas que enfrentan ellos y sus familias en su retorno y llegada al país, en diferentes regiones. Por una parte, se abordan investigaciones en el noroeste de México, en Sonora, Sinaloa y Baja California, por otra, desde los Altos de Jalisco. También se expone un estudio de caso de la mixteca poblana, y algunas consideraciones sobre la situación de menores centroamericanos.

Los autores argumentan por qué los niños y jóvenes migrantes son un grupo social con características particulares, vulnerable e invisible para la sociedad y el sistema educativo en México. El reto principal del libro es posicionar el análisis de los menores migrantes en un contexto globalizador que apremia, en términos generales, la crisis económica de Estados Unidos, el endurecimiento de la política migratoria en las zonas fronterizas y sus efectos secundarios en las familias mexicanas establecidas en ese país. Movilización, migración y retorno de la niñez migrante encapsula, de alguna manera, trabajos que explican, debaten y proponen diferentes enfoques sobre la migración de retorno y los retos educativos que trae consigo para el menor que se integra a su dinámica escolar en las aulas de México.

Mediante las narraciones y el análisis del discurso del estudiante migrante, los autores asumen la importancia de conocer sus experiencias durante el tránsito, el cruce y el retorno, a fin de contribuir a la interpretación del lector sobre la llegada y la integración de esta población a la escuela mexicana. En palabras de Valdez Gardea, el propósito fundamental de la obra es visibilizar la actuación de los niños migrantes en las dinámicas de la educación en México, así como posicionarlos "como hacedores de significados, agentes de cambio político, con puntos de vistas y perspectivas que ayudan a fortalecer nuestra interpretación de cultura y sociedad" (p.13).

El libro agrupa cuatro perspectivas distintas de análisis en relación con la participación de menores migrantes en las escuelas de México. En primer lugar se aborda a los que llegan a cursar la educación básica; presentan antecedentes de segregación, diferenciación e incluso un poco de criminalización por el hecho de ser migrantes. Estos menores, nacidos en EE UU, en su mayoría son hijos de padres mexicanos que se enfrentaron o se enfrentan a severas normas para permanecer en dicho país y en sus aulas. Norma González y sus colaboradores, en "Estudios transnacionales dentro de flujos globales. Una perspectiva teórica", expresan que las leyes migratorias aprobadas en Arizona, como la ley SB1070, les permiten a los agentes de la policía estatal revisar el estatus migratorio de personas aparentemente sospechosas; la ley HB2281 censura los libros de texto y programas educativos mexicoamericanos. Así mismo, la reciente ley HB56, en Alabama, les exige a las escuelas revisar el estado migratorio de sus estudiantes y actas de nacimiento para comprobar su nacionalidad; las autoridades estatales hostigan a los padres de familia y a los menores durante su camino a las escuelas, con el objetivo de solicitar sus papeles y deportarlos. El análisis de los artículos que abordan esta temática destacan cómo este tipo de ambientes y espacios sociales tienen un impacto importante en el perfil del alumno migrante de retorno; por ejemplo, en su condición de vulnerabilidad, su sensibilidad hacia los lugares receptores como las escuelas y las aulas, efecto en su autoestima y en sus procesos de socialización.

Otro de los puntos que se enmarcan en esta obra es el relativo a los procesos administrativos de inscripción a los que se exponen los alumnos de retorno. En "Menores de retorno. El proceso administrativo de inscripción en las escuelas sonorenses", Ruiz Peralta y Valdez Gardea abordan estos trámites para inscribir a los niños en las escuelas de educación básica. La metodología que utilizan es el análisis del discurso de los menores, de sus padres y de la comunidad escolar, cuya intención es posicionarlos en una categoría que permita el reconocimiento de sus propias experiencias, retos y perspectivas en su llegada a las escuelas primarias públicas de Hermosillo, Sonora. Las autoras señalan que desde 2007 hasta 2012, el Sistema de Información, Control y Registro Escolar de la Secretaría de Educación y Cultura del Estado de Sonora (SICRES), reporta cerca de 11 mil estudiantes migrantes de retorno inscritos en el sistema público de educación básica y media superior. Argumentan que las prácticas administrativas para la inscripción son burocráticas y obsoletas, ya que no hay congruencia con la solicitud de requerimientos y lo que establece la Norma de control escolar. Así mismo, abundan sobre la ausencia de alumnos y la poca actualización de las bases de datos oficiales del sicres y la Secretaría de Educación Pública, pese a que son los principales mecanismos con los cuales es posible contabilizar a dichos alumnos. Las autoras argumentan, desde una perspectiva antropológica y pedagógica, la necesidad de preguntarse: ¿qué deben saber los directores, las autoridades administrativas, los padres de familia y los profesores para contribuir a la llegada del alumno y a su transición a las escuelas de México?

Una tercera perspectiva problematiza el análisis del contexto escolar que recibe al menor migrante. Al respecto, Yamilett Martínez Briseño en "Estudiantes migrantes binacionales en Sonora. Algunas reflexiones sobre la atención educativa", y Nolvia Ana Cortez Román en "Bilingües y biculturales. Estudiantes universitarios migrantes de retorno" discuten sobre la centralización del sistema escolar mexicano; los programas de estudio, las estrategias de enseñanza, los formatos de evaluación, el proceso de contratación y de capacitación docente así como los recursos materiales se establecen en dependencias federales, a diferencia del sistema estadounidense. Por consiguiente, el estudiante debe ajustarse a políticas y dinámicas preestablecidas a su llegada. El menor migrante y su familia requieren adecuaciones curriculares que les permitan vivir un proceso apropiado de integración y adaptación a su nueva escuela. En este mismo tenor, Toni Griego Jones en "Migración de Arizona a Sonora. Retos para los profesores en la dinámica de cambio de los salones de clases" problematiza sobre los retos que enfrentan los profesores de grupo ante la llegada de estos alumnos. Dice que en México la formación de educadores no ha incluido en sus programas la preparación para atender la diversidad lingüística cultural de los estudiantes procedentes de otros países, ni la de los profesores de educación indígena e intercultural. Su trabajo discute tres de los principales desafíos que enfrentan los maestros de educación básica en Sonora: a) las habilidades del idioma español de los alumnos -quienes presentan una variedad de niveles en el manejo del español e inglés-; b) las dinámicas de comunicación entre los alumnos y sus profesores y c) las propuestas y argumentos sobre cómo los maestros pueden facilitar la integración cultural y social de los estudiantes de retorno a los salones de clases.

Por su parte, Alethia Vargas y Eduardo Lugo exponen sus reflexiones sobre el contexto del estado de Baja California Sur, en torno a cómo los alumnos migrantes binacionales -término que alude a los menores cuyas experiencias escolares son itinerantes entre el sistema estadounidense y el mexicano- se sienten en el espacio escolar. Los autores comentan que "cuando los alumnos hablan de la escuela, hacen referencia a ambos sistemas (mexicano-estadounidense), principalmente al uso de la lengua, expresando la falta de comprensión de algunas asignaturas por el cambio de idioma y el poco apoyo de sus profesores. Los entrevistados más pequeños cuestionan en torno a los espacios físicos, los servicios de la tiendita escolar, el equipamiento de los salones, la diferencia de los horarios y las clases artísticas y deportivas que tomaban por las tardes" (p. 130). Una de las cuestiones que llaman más la atención de los autores es que los niños y jóvenes comentan lo complicado que resultan las materias de español, historia y ciencias, debido a su falta de comprensión del idioma tanto para leerlo como para escribirlo: "allá entendía todo mejor, acá bajé de calificaciones, y es que entiendo mejor en inglés" (p. 131), expuso un alumno de primaria.

Por último, el cuarto de los aspectos que enmarca este libro profundiza en las estrategias de socialización, integración e innovación del menor migrante y sus profesores frente a las dinámicas escolares. Al respecto, Franco García, en un estudio de caso en la mixteca poblana, analiza las situaciones y la dinámica escolar de los hijos de migrantes nacidos en Estados Unidos, con capital académico en ese país. La autora comenta que uno de los principales espacios para la interacción cultural y social es la escuela, en la cual se gestan los primeros acercamientos con su identidad mexicana. Hace énfasis en el papel importante que juega el profesor de grupo, al permitir las dinámicas diferenciadas entre los estudiantes. El texto hace referencia a la necesidad que tienen las escuelas y sus educadores de vincular las prácticas en el aula con lo establecido en las reformas educativas. Franco García, en "Los menores migrantes, una minoría en el aula", señala que la reforma integral de educación básica plantea la necesidad de trabajar en cada asignatura, los procesos de enseñanza-aprendizaje acordes a los retos y las condiciones de vida existentes en cada estudiante. En estos nuevos planteamientos hacia las formas de la enseñanza advierte, por un lado, la necesidad de reconocer la diversidad cultural que tenemos en las aulas de México y, por otro, la urgencia de que los profesores consideren nuevas dinámicas de trabajo educativo para el menor migrante de retorno. Vargas y Lugo, por su parte, exponen sobre las experiencias de integración y socialización en las secundarias de Baja California Sur, en donde analizan el aspecto trasnacional de los jóvenes migrantes. Cuando se piensa en trasnacionalidad, "se hace referencia al espacio social donde las instituciones, los grupos y las familias de ambos lugares confluyen en espacios simbólicos" (p. 128). En la escuela, los maestros y directores cuentan cómo se descubren envueltos en ese espacio trasnacional, lo que genera la necesidad de innovar en sus prácticas pedagógicas y de gestión escolar. Este debate también cómo la llamada educación intercultural no es la que sólo alude a los lugares donde se encuentran los estudiantes indígenas, sino que toda educación se ofrece en contextos interculturales por lo que, como profesores, debemos resistirnos a construir espacios y discursos con un característico orden social, que presente una dinámica cultural como dominante o preferente.

Las consideraciones de Yamilett Martínez Briseño, quien expresa que "la tarea profesional de la educación es comprender la diversidad en el grupo para construir significados culturales compartidos. En vez de unificar a los estudiantes, es posible diversificar las situaciones de aprendizaje ya que la escuela debe hacer posible el conocimiento a cualquier educando" (p. 156). Sin duda, los autores de esta obra comparten la idea de que en este proceso de llegada, integración y adaptación al sistema escolar mexicano, la escuela en su conjunto juega un papel fundamental en el ingreso y el aprovechamiento académico del estudiante migrante, "por lo que volver visible lo que hasta ahora es invisible" permitirá ajustar algunas acciones educativas para contribuir a una cultura plural e integral, y con atención hacia la diversidad de los alumnos.

La riqueza de esta compilación estriba en los conceptos que expone, para que los docentes de hoy reconsideren las dinámicas cambiantes que provoca el proceso de globalización mundial. De seguro en México, gracias a su riqueza cultural y a su cercanía con Estados Unidos, siempre habrá alumnos con necesidades particulares, debido al entorno regional, familiar, sociocultural y académico en el que viven. Movilización, migración y retorno de la niñez migrante. Una mirada antropológica es pertinente también para quienes realizamos investigación educativa, pues invita a la revisión y construcción teórico-metodológica en el estudio de poblaciones vulnerables, adecuaciones curriculares, intervención educativa y diseño de políticas públicas. Invitamos a analizar esta obra, y extraer reflexiones que consideren convenientes para su labor docente y académica, para atender el compromiso que tienen los educadores, como agentes, con la enseñanza, la felicidad y la convivencia social del alumnado.

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