The species are important,
but how these species interact
and the diversity of these interactions
make nature a living force.
…de una forma extraña y misteriosa, san Agustín
atribuye a las plantas la necesidad de que los hombres
las contemplen, como si gracias a un conocimiento
de su ser al que el amor guía
ellas experimentaran algo análogo a la redención
Introducción
En plena pandemia de la Covid-19 y sin un plan concebido previamente, comenzó un movimiento vecinal para rescatar un bosque urbano dentro de un fraccionamiento privado y al sur de la Ciudad de México, ubicado entre la lateral del Periférico Sur y la carretera Picacho-Ajusco en la alcaldía de Tlalpan. Esta área verde, conformada por cinco hectáreas, es un remanente del Bosque de Tlalpan y es denominado Viaje a la Naturaleza.1 Sobre él, y desde 2020, se desarrolló un plan estratégico para rehabilitar dicho espacio abandonado y degradado. Todo comenzó con una vecina, Herminia Torres, quien recogía basura en las banquetas que rodean el bosque y eventualmente se fueron sumando un grupo de vecinas y vecinos organizados en torno a jornadas de limpieza que se agendaban, hasta formar un proyecto común de tipo ambiental que se convirtió en un conjunto de acciones ecológicas y relaciones sociales que transformaron el área delimitada con una intervención técnica hasta convertirla en un lugar de iniciativas colectivas y de identidad comunitaria (Urroz, 2022).
La experiencia en común, la de recuperar dicha área verde, hasta tejer una relación personalizada con el lugar por parte de cada uno de los colonos participantes, no obstante, en conjunto, germinó una intención general y la misma: apropiarse simbólicamente del espacio para convertirlo en un sitio abierto para encuentros y emociones con causa ecológica.2 A cuatro años de dicha experiencia comunitaria, la hoja de ruta y los resultados alcanzados parecen dignos de registrarse y relatarse después de una serie de intervenciones prolongadas e interacciones constantes entre las partes sociales y naturales, de manera sistematizada. Una vez que Viaje a la Naturaleza se ha convertido en un tipo de ecosistema particular, en un paisaje modificado y diseñado colectivamente, hoy se visita, se disfruta, se cuida y ya cuenta con su propia historia autónoma (Figura 1).

Fuente: archivo de campo, Raquel Urroz, Mónica Ornelas y Herminia Torres, abril-octubre de 2024.
Figura 1 Mapa del área de Viaje a la Naturaleza con las nuevas variables de la experiencia comunitaria en el bosque urbano de Jardines de la Montaña, alcaldía Tlalpan, Ciudad de México.
En las siguientes líneas se ordena y describe la evolución y los resultados, tanto sociales como científicos, que hasta la actualidad se han sumado y han arrojado múltiples hallazgos interdisciplinarios. Esta relación se basa en una serie de entrevistas realizadas en el mes de abril de 2024 a algunas vecinas y vecinos del fraccionamiento Jardines en la Montaña, así como a ciertos actores involucrados en nuevos estudios, quienes integran datos científicos y fuentes concretas. Esta crónica se verá guiada a partir de un marco conceptual que hoy resulta pertinente para integrar el activismo y la experiencia de la sociedad civil, por un lado; con los métodos científicos y sistemas académicos e institucionales, por el otro. Con los resultados presentados, a continuación, se busca ejemplificar y corroborar la capacidad y el éxito de tender puentes de diálogos y aprendizajes mutuos para abonar en el cuidado y preservación de las áreas verdes aún rescatables dentro de la Ciudad de México.3
Es precisamente el concepto ciencia ciudadana que envuelve este informe que da cuenta de los alcances y los logros reunidos en torno al bosque urbano Viaje a la Naturaleza, el cual, hasta el día de hoy, se ha convertido en un conjunto de saberes experimentales que ya formó a una comunidad sólida y comprometida y que, adicionalmente, registra datos concretos, todo lo cual está involucrado en la producción de conocimiento. Además, es el desarrollo de cierta investigación sistematizada la que arroja informes que deben ser cruzados e incorporados a la formalidad científica, ya sea académica o extracurricular. Ciencia ciudadana (Lafuente, 2017a, 2017b, 2022, 2023) es, pues, la categoría que analiza la producción de saberes colectivos para convertirse en conocimiento formal y, a su vez, abierto, esto es, en una oportunidad y una necesidad actual para construir nuevos canales de comunicación y complicidades que orienten a las y los participantes dispuestos a sumarse en programas de trabajo experimentales, independientes y de vanguardia, los cuales pueden expandir las nociones de ciencia, junto con su divulgación y para públicos más amplios. Para ello se retoma y se descompone en sus pasos metodológicos la noción de ciencia ciudadana presentada por Lafuente, a saber: una “comunidad de aprendizaje” donde se encuentran y suman los saberes y las acciones bajo un propósito en común; luego, el “laboratorio ciudadano” que se forma cuando en un lugar abierto y trasformado por efecto de la sociabilidad ha comenzado el proceso de experimentación para proyectar resultados a futuro; y, finalmente, la suma de respuestas colectivas provenientes de distintos ámbitos, han configurado una “ciencia ciudadana” que protege y defiende los bienes comunes (Lafuente, 2022, 2023).
Comunidad de aprendizaje
Una comunidad social que cultiva el conocimiento es un grupo de personas donde no se separan ni se diferencian los saberes individuales, ni sus aportes, ni acciones. Descrito por Antonio Lafuente4 como “conocimiento contrastado”, ciencia ciudadana es una suma de voluntades y de acciones que configuran un colectivo heterogéneo y que sin embargo se encuentran en un lugar común con un propósito similar (Lafuente, 2017b, 2022). Su relevancia va más allá de la afición y la socialización en cierto punto geográfico que reúne a las vecinas para fines diversos -aunque también incluye todos estos aspectos. Los lazos de pertenencia generados por la frecuentación repetida y constante configuraron una auto referencia con el sitio lleno de referencias y significados compartidos, el cual brindó un sentido colectivo a partir del cruce cotidiano de opiniones, conversaciones, actividades sociales, jornadas de trabajo, información científica y proyectos culturales. La comunidad de aprendizaje entonces va construyendo un lenguaje propio, común, asociado a este impulso colectivo con el fin de operar en el área y a favor de ella.5
Viaje a la Naturaleza es un lugar de aprendizajes gracias a la participación colectiva de jornadas de limpieza y plantación, de la organización de ferias ecológicas, entre otras actividades. En este sentido, Alesha Mercado, vecina y presidenta de la asociación de colonos, me cuenta sobre algunas actividades que suman nuevas perspectivas en el sentido de haber desarrollado una mirada más sostenible y armónica por parte de la comunidad de vecinos desde el 2020: “Al inicio sumamos diez o doce familias reuniendo residuos inorgánicos para hacer reciclaje; para 2024 tenemos registro de casi de 400 familias” (Figura 2a). Me explica el procedimiento: todos los jueves se recibe PET, vidrio, tetra pack, pilas, cartón, latas de aluminio y electrodomésticos, mismos que luego se venden a una empresa responsable que, a su vez, vende materiales para producir otros objetos. Con el dinero juntado se pagó la poda del muérdago -que es una plaga- y la maquina trituradora de troncos caídos para que con ellos se proteja, se evite la erosión, y se nutra el suelo de su propia madera y se alimenten los senderos (Figura 1).

Fotografía: Marcela Aranda; b. Sendero en el bosque de Viaje. Archivo de campo, octubre, 2024. Fotografía: Herminia Torres; c. Remoción de “exóticas”. Archivo de campo, febrero, 2021. Fotografía: Herminia Torres; d. Hiedra (Hedera) invasiva. Archivo de campo, octubre, 2021. Fotografía: Mónica Ornelas.
Figura 2 a. Composta de vecinas. Archivo de campo, junio, 2024.
Viaje a la Naturaleza también es un sitio que ha exportado e importado ideas, porque el trabajo colaborativo se materializa en el área transformada y delimitada, pero va más allá cuando su comunidad identifica puntos fuera del perímetro y, además, crea redes con otros espacios intervenidos fuera del fraccionamiento. De manera que comienzan a generarse conexiones con otras unidades en proceso de rehabilitación, así como con múltiples “colectivas” dedicadas a la ecología urbana de la Ciudad de México y con quienes se intercambian enseñanzas extraídas de las distintas experiencias de intervención de áreas verdes tanto públicas como privadas. En este sentido, Viaje a la Naturaleza llevó a cabo la primera feria de ecología de Tlalpan en noviembre de 2023 donde presentaron a la comunidad algunas soluciones ecológicas fáciles de implementar a nivel local y familiar; desde el panel solar, hasta el detergente que no contamina. Alesha me narra que en la primera feria se juntó el dinero con los colonos de Jardines en la Montaña, así como con representantes de San Ángel, Chimalistac, y de la Alcaldía de Tlalpan, donde se donó ropa para la venta con precios accesibles dentro del concepto de “moda circular”.6 Con el dinero recaudado se compraron plantas provenientes de Paraíso Colibrí, iniciativa formada por especialistas de flores nativas para polinizadores.7 Me indica: “La idea era hacer un jardín para insectos y aves quienes liban el néctar de las flores y transportan el polen a otros sitios, como la abeja o el murciélago.8 Conjuntamente se eligió entonces el Parque Macondo dentro de la Alcaldía de Tlalpan porque contaba con las condiciones para plantar especies nativas como es, por ejemplo, la salvia mexicana.9 Hoy se ha formado una nueva comunidad en donde una vecina, Malu Carreño, se ha vuelto la custodia del parque y está incorporando ya una composta local”.
Alesha me explica que el bosque de Viaje ha salido, metafóricamente hablando, del fraccionamiento para co-fundar nuevas comunidades inquietas y preocupadas por el ambiente.10 Concluye, señalando: “Sí, el bosque es parte ya de lo que yo llamo una “conectividad”, donde se van formando “parches de bosque” dentro del área urbana porque es posible recuperar lo perdido, es decir, sí es viable propagar sus semillas y hacer extensiones. También lo llamo “bosque de pañuelo” y su principio es que cualquier área natural es una isla dentro de un archipiélago, y puede ser desde una maceta, una rotonda, una jardinera o una azotea, la cual, al recuperarla, se vuelve en un punto de absorción de agua y de regulador de temperatura para generar mayor oxígeno.11
En este sentido, la lección es que un área verde a escala local es degradada por una o más especies cuando exceden en la capacidad del propio ecosistema y donde la relación entre sus partes vivas no es sostenible, precisamente cuando crece descontroladamente la población de cierta especie que usa recursos de más y disminuye la cualidad del hábitat en general.
Laboratorio ciudadano
Entre esta comunidad de aprendizaje sobre un lugar recuperado, no necesariamente emerge una cabeza o se tiene un determinado cierto reglamento, sin embargo, en este caso, desde un principio hubo una líder quien fue Herminia Torres y quien puso el ejemplo con su propia acción individual durante la pandemia de la Covid-19, a la hora de recoger basura primero en la periferia de Viaje y luego en su interior; hasta que muy pronto fue tomando forma cierta estructura organizativa. Es decir, el ambiente comunitario debía ser de plena confianza y de interés genuino, lo que resulta indispensable en los pasos metodológicos que propone Lafuente y que se describen a continuación.
Uno de los primeros pasos articulados fue la identificación del problema y la exploración de formas de abordajes a partir de las características del lugar contrastando puntos de vista. Es así cómo, en el proceso de participación de las y los vecinos va aconteciendo una historia basada en la experimentación y la experiencia donde se desarrolla la observación sistematizada, el razonamiento, la conceptualización, la investigación, la comunicación y la imaginación puesta en proyectos futuros (Lafuente, 2023). De esta forma es como ha nacido el “espacio hospitalario” un concepto bajo el cual funge como laboratorio donde se toman acciones discutidas para la modificación y rescate del lugar (2017a, 2023).
Después de haber constituido un comité de ecología en octubre de 2020 -principalmente para la organización de actividades al aire libre y con el fin de recaudar fondos por parte de las colonas- dio formal inicio la debida reforestación del bosque de encinos12, fundamentalmente con la remoción de las plantas “exóticas”13 y la introducción de plantas nativas, al tiempo que se levantaron y marcaron los senderos para la seguridad en los paseos y desde luego para proteger la flora (Figura 2b). A partir del diagnóstico y el plan de manejo recomendado por un equipo de biólogos de la UNAM14 dio inicio la reforestación guiada adecuadamente de una forma exitosa para la restauración ecológica. La clave, en efecto, fue la introducción de plantas nativas, la remoción de las plantas invasoras, como son las jacarandas o la hiedra, por ejemplo; y la reforestación de las plantas endémicas (Figura 2c y 2d).15
Mónica Ornelas, quien es una vecina del fraccionamiento de Jardines en la Montaña y que, como bióloga me habla del herbario iniciado en julio de 2021, me narra cómo éste fue instalado y “cómo la biodiversidad enriquece los suelos”. Mónica me explica que, primero se redujeron al máximo las plantas invasivas como es la bola africana (Leonotis); pasto kikuyo (Pennisetum clandestinum) y la hiedra común (Hedera hélix); y esto para dar lugar a las semillas nativas como es la salvia mexicana (Tlacote); el lirio azteca (Sprekelia formosissima) y la dalia roja (Dalia coccinea) (Figura 3a, b y c). Mónica, asimismo, me cuenta: “el invernadero arrancó en mi propia casa en junio del 2022, es decir, se acondicionó un espacio cubierto y controlado para hacer germinar ciertas semillas mientras que el suelo impactado e invadido del bosque estaba siendo reparado con abono orgánico. Cuando la planta ha alcanzado más o menos los 15 centímetros se trasplanta al vivero de Viaje a la Naturaleza y así ha comenzado la propagación dentro de las jornadas de reforestación”.

Archivo de campo, octubre, 2023. Fotografía: Lizette Gómez; b. Lirio azteca (Sprekelia formosissima). Archivo de campo, mayo, 2023. Fotografía: Lizette Gómez; c. Dalia roja (Dalia coccinea). Archivo de campo, julio, 2024. Fotografía: Lizette Gómez.
Figura 3 a. Salvia mexicana (Tlacote).
También, me explica que fue particularmente en la periferia del bosque, precisamente donde era suelo urbano nivelado -como resultado de las construcciones y que servía para tiradero- que, una vez ya limpio de cascajo, se recuperó materia orgánica del estrato medio donde comenzaron a construir la composta para acelerar la recuperación en un área nueva que se denominó de “restauración y mantenimiento del suelo16 (Figura 1). Concluye Mónica: “Es que se requieren nutrientes y con la composta comenzamos el ciclo de la reforestación que es cuando los germinados tienen su propágulo abierto, caen sus semillas en la época de secas, y comienza todo el ciclo de regeneración ya solito”.
Una ciencia en común
Llegamos a la primera mitad del 2024 donde el bosque rehabilitado sólo debe ser procurado para su mantenimiento. De modo que, siguiendo a Lafuente, el bosque y su comunidad han establecido una “política experimental” cuando se ha ido más allá de la infraestructura y las voluntades unidas para tener una serie de “respuestas situadas inclusivas”, las cuales dan forma a los bienes comunes para su defensa. Adicionalmente, Viaje a la Naturaleza ha sido huésped de distintos actores provenientes de disciplinas diversas, interesados en practicar sus respectivas formaciones en campo, y arrojar nuevos hallazgos.
La Tabla 1 es una síntesis con los distintos enfoques científicos y las miradas heterogéneas que han estudiado Viaje a la Naturaleza antes o después de su rehabilitación para ofrecer algunos resultados desde sus diferentes disciplinas y formaciones.
Tabla 1 Resumen de las entrevistas a participantes en el área llamada Viaje a la Naturaleza.
| Participantes
y especialidad |
Trabajo | Resultados | Proyectos | Futuras exploraciones |
| Nihaib Flores [Biología, UNAM] | Diagnóstico y proyecto de restauración, 2020-2022 | Se publicaron los resultados en 2024 (Flores-Galicia et al., 2024). Se observó aumento de especies nativas y mayor cobertura vegetal (Figura 5a). | Se realiza estudio comparativo en términos de la composición vegetal con otras unidades contiguas.* | Esperar la llegada de animales nativos al área de Viaje.** Intervenir en áreas verdes menores dentro del fraccionamiento, hasta crear una conectividad con las 250 hectáreas del Bosque de Tlalpan. |
| Eduardo Rodríguez [Geología, UNAM] | Bajo la dirección de Marie-Noëlle Jubilad, geóloga del Instituto de Geofísica de la UNAM, se elabora una tesis para caracterizar las lavas de Viaje. | Geología de campo; delimitación de las 3 unidades de roca, a saber: Viaje, KipukaZacayuca y Bosque de Tlalpan (Figura 5b). | Viaje se compone de andesita basáltica y solo los flancos de la isla es la LavaXitle. Viaje es, por tanto, un remanente sobreviviente de esta expansión de pedregal fundamental para la formación del sur de la cuenca de México | Proponer “geosenderos” para Viaje y el Bosque de Tlalpan como rutas que expongan la geodiversidad de los diferentes pedregales y de forma participativa. |
| Roberto Junco [Arqueología, INAH] | Se identificó cerámica del Postclásico, así como rocas apiladas de origen antropogénico del Preclásico | Corroboración de los hallazgos. Los arqueólogos Daniel Whaley y Emilio Garcés tomaron fotografías (Figura 5c). | Posible habitabilidad temprana del área por la presencia de fuentes de agua. Por la altura y el tamaño de la estructura hallada de un metro de alto por dos de diámetro, en una posición alineada con respecto a la salida del Sol en los solsticios, sugiere ser un adoratorio prehispánico. | Hacer el registro para darlo de alta en el Instituto Nacional de Antropología e Historia con su debida identificación. Elaborar la cédula para el conocimiento de las y los vecinos. |
| Pilar Ortega [Ecología] | Con la visita a Viaje junto con Marie Noëlle Guilbaud; del Instituto de Geofísica y Silke Cram, del Instituto de Geografía, se reconoció la labor de grupos de ciudadanos que practican procesos en ecosistemas similares. | Se conocieron sus suelos y se notó que se trata de un derrame volcánico con relicto de encino. Además, se reconoció el valor agregado porque han elaborado en otras prácticas como compostaje y actividades con que se apropian del lugar y lo defienden. | Surgió una “conectividad”, donde las vecinas aprenden de las asesorías del Geopedregal de la UNAM y este suma ejemplos para la comunidad académica sobre grupos que hacen restauración ecológica como una actividad transdiciplinaria. | Defender la lava, los remanentes del Pedregal y los afloramientos rocosos para que no se tapen y se restauren. Proponer “una ruta de la amistad” que llegaría hasta la ENAH. Gestionar para que el derrame del Xitle aún sin urbanizar sea un geoparque reconocido por la UNESCO. |
| Abel Soto [diseño paisajista] | Diagnóstico de Viaje a partir de sus condiciones | En proceso | Proyecto conceptual que incluye forma, función y una estética en la periferia de Viaje (Figura 1). | En proceso |
** Se explora la manera en que lo recuperado pueda tener un impacto en la vegetación de las otras dos unidades, a saber: cerro Zacatépetl y el Bosque de Tlalpan. De hecho, recientemente se han realizado ocho jornadas de limpieza en el Bosque de Tlalpan donde se retiran la exóticas por parte de la comunidad de vecinas de Viaje, y donde se han sumado algunos corredores y otros miembros de colectivos
** Como el cacomixtle o las aguilillas, en detrimento de ratas y gatos.
Fuente: elaboración propia.
Reflexión final: un proyecto cultural
A la luz de una lectura compartida,17 se establece una conversación con Herminia Torres, vecina e iniciadora del movimiento comunitario en Viaje, para indagar su sentir con respecto a lo singular de su vivencia y de su relación estrecha con el bosque. Pregunto sobre las sorpresas y los aprendizajes que le ha traído su propia experiencia directa; y sobre lo más valioso que ha descubierto en sus ciclos estacionales, el significado que le ha dado y los aportes a la vida suya y de la comunidad antes y después de que entrara el bosque, hoy rehabilitado, en sus vidas cotidianas. Me comenta: “Puedo apreciar de forma más profunda, las palabras del filósofo coreano después de haber empezado esta aventura llamada Viaje, porque coincido cuando escribe que hay que tratar cuidadosamente lo bello, es una tarea urgente, una obligación de la humanidad, tratar con cuidado la tierra, pues ella es hermosa e incluso esplendorosa (Han, 2019, p. 13). Coincido con él en que en la tierra se descansa de la fatiga citadina y te olvidas del mundo digital cuando trabajas con la tierra. Realmente tenemos dos estaciones, la época verde y de lluvias; y la de secas de colores bronces, entonces, el bosque es una narración que se puede relatar, no un dígito sin lenguaje como pasa en las redes. El tiempo se vive allí distinto y fue necesario darle tiempo a su recuperación, sobre todo, en la época de secas cuando debe de cultivarse la paciencia y esperar las lluvias.

Fotografía: Lizette Gómez; b. Lavas cordadas y túmulos del bosque urbano en el Fraccionamiento de Jardines en la Montaña. Archivo de campo, septiembre, 2023. Fotografía: Eduardo Rodríguez; c. Estructura prehispánica que sugiere ser adoratorio. Archivo de campo, abril, 2024. Fotografía: Roberto Junco, Roberto Ruiz, Daniel Whaley y Emilio Garcés.
Figura 5 a. Bosque de Viaje a la Naturaleza rehabilitado con mayor cobertura. Archivo de campo, agosto, 2023.
Además de la paciencia, el bosque nos ha enseñado que la confianza es fundamental, porque las semillas dormidas germinaron al haber encontrado las condiciones propicias para crecer. Al haber quitado las exóticas, éstas encontraron su redención, en ese sentido, he transformado mi gusto estético, antes me parecía bello las formas geométricas en un jardín, ahora lo veo como una mutilación cada vez que se poda para dar forma a capricho. Por último, te diría que cuando comparo los tiempos y la biodiversidad del bosque con las gentes involucradas en él, he aprendido a no suponer nada y dar oportunidad a cada quien para lo que pueda aportar en su momento, porque quien menos te puedas imaginar ofrece una gran riqueza cultural al bosque. En fin, el bosque me ha regresado mucho más de lo que yo le he dado”.
En la producción de conocimiento para resolver problemas del bien común a la que se refiere Lafuente (s/a), puede presentarse cierto liderazgo confiable pero no es indispensable. En cambio, una heterogeneidad del grupo social es un requisito, porque es ello precisamente lo que permite integrar esfuerzos, desarrollar propuestas y obtener resultados. En efecto, fueron los anhelos e intereses compartidos y coordinados que se desenvolvieron a partir de una iniciativa planteada, en este caso, la recuperación de un área verde y la vuelta al despertar de un bosque urbano abandonado.
A partir del sentido de una búsqueda del bien común, se “habita” el lugar comunitariamente, lo que implica una acción y un sentimiento involucrados en el desarrollo de cierta unidad espacial para dotarlo colectivamente de cierta forma física (Urroz, 2022). Es allí donde un tipo particular de experiencia social crea una identidad colectiva a partir de la modelación del paisaje que se va articulando culturalmente hasta comenzar a contar su propia historia (Besse, 2019). Pasado los años, Viaje a la Naturaleza es una nueva propuesta estética, un ecosistema de autocuidado y una comunidad que ya sabe detectar problemas, procesos y soluciones. Además, ha traspasado sus propias fronteras para dar cuenta de una entidad viva que es capaz de expandirse y llevar el ejemplo a otras unidades que comienzan a interconectarse.18 Sintetizando a Lafuente, en el proceso de producción del conocimiento, la ciencia ciudadana es un cúmulo de saberes que se presenta de forma abierta y pública, y que brinda propuestas sobre nuevas formas de relacionarse entre comunidades y colectivos para ampliar opciones que resuelvan problemas en común. En general, los académicos y la ciudadanía trabajan en ámbitos separados y las iniciativas de estos últimos no son difundidas ni encuentran puentes de retroalimentación con la comunidad científica. Sin embargo, pareciera que lo esencial de estos colectivos es que desarrollan cierto apego al suelo, a la tierra, al entorno, de manera que lo observan y cuidan permanentemente y no solo por temporadas. En la experiencia cotidiana y prolongada es precisamente cuando se descubren las necesidades y las fallas; se combaten los prejuicios y el aislamiento; y se educa la solidaridad y la estética. En efecto, el gusto, la belleza, el placer y la socialización que brinda el área verde de Jardines en la Montaña a sus vecinos, puede armonizarse con el equilibrio ecosistémico requerido para generar mayor riqueza natural la cual evite la erosión de los suelos y fije sus nutrientes en un ciclo alimenticio balanceado.










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