Introducción*
Heath (1989, p. 8) señala que algunas voces antiguas procedentes del castellano o el español han entrado en árabe marroquí por medio de la haquitía1. Y, además, afirma que hay pocos préstamos del francés antes de 1912, fecha del inicio del Protectorado; esto, a pesar de que los franceses ya estaban en Argelia en 1830 (p. 11). El español era una lengua que se mantenía viva en algunas zonas de Marruecos, no sólo gracias a los judíos procedentes de la Península Ibérica, sino también a moriscos, como aquellos que vivían en Salé, donde las mujeres guardaron el español al menos durante la segunda mitad del siglo XVII, según da cuenta Moüette (en González 2014, p. 71). También hay noticias de que a principios del siglo XVIII lo empleaban no únicamente moriscos y judíos, sino también cautivos, renegados y esclavos, desde Marrakech hasta Túnez, aunque a mediados del siglo XIX había desaparecido, a excepción de la haquitía (Vincent 2004, p. 107). Y así, hasta 1912, el “español era la lengua europea más importante en Marruecos, desde que empezó a serlo en los puertos costeros” (Heath 1989, p. 14); de esto da buena cuenta el gran número de préstamos relacionados con la navegación, la pesca o el comercio que hemos recogido en este trabajo. Rittwagen (1909, p. 106) da fe de ellos en el árabe marroquí a principios de siglo, al afirmar que su “área de extensión es muy variable, manifestándose preferentemente en los puertos”; y más adelante, añade que, en éstos, “raro es encontrar moro que no sepa hablar español” (p. 117).
En un artículo anterior (Moscoso 2011) emprendimos el estudio filológico de las voces de origen castellano o español en el árM2 del siglo XIX y hasta la llegada del Protectorado en 1912. En este trabajo no presentamos un glosario completo ni tampoco utilizamos una fuente importante, el Vocabulista. Por consiguiente, se hacía necesaria una revisión de nuestro análisis que tuviera en cuenta esta obra y que fuera acompañado de un glosario, que hoy en día alcanza las 473 voces. Las dos fuentes principales, en las que hemos buscado las palabras de este artículo, son el Vocabulario del P. Lerchundi (1892) y el Vocabulista del P. Patricio de la Torre (1805 y 2018). En la primera obra hemos recogido 241 vocablos y en la segunda 245. A estas fuentes principales, hemos añadido otras secundarias y empleadas en Moscoso 2011: Marçais (1911), con 38 préstamos; Almagro (1882), con 31; Meissner (1905), con 12; Alarcón (1913), con 6; y Albino (1859), con 5. A éstas habría que sumar los datos extraídos de dos nuevas obras: Dombay (1800), con 18; y Brunot (1931-1952), con 15. Es cierto que el primer tomo de esta última, que contiene los textos en árabe antiguo de Rabat, fue publicado en 1933, bastante después del inicio del Protectorado, pero debemos pensar que los informantes de Brunot pertenecían a una generación nacida antes de 1912 y con escasa formación en árabe clásico, lo cual les hace valedores de la conservación de la variedad árabe que hablaban.
La mayor parte de estas voces de origen castellano o español fueron recogidas en Tánger, pero también, en menor medida, en otras ciudades como Tetuán, Larache y, mucho menos, Rabat y el Peñón de Vélez de la Gomera. Todas estas urbes tienen puerto, sin olvidar que el sultán Sidi Muḥammad Ban ʕAbd Allāh ofreció a los cónsules en 1777 establecerse en Tánger, y que hacia 1799 podemos considerar esta ciudad como capital diplomática de Marruecos (Ceballos 2013, p. 58), lo cual generó una gran actividad administrativa y portuaria a lo largo del siglo XIX.
La mayoría de estas fuentes han sido objeto de nuestro análisis en otros trabajos: Moscoso 2011a y 2018 para los trabajos del P. Patricio de la Torre; Moscoso 2010 para el Vocabulario del P. Lerchundi; Moscoso 2000-2001 sobre los textos de Marçais; Moscoso 2000-2001a sobre los de Meissner; Moscoso 2003 sobre los de Alarcón; Moscoso 2004 sobre los de Brunot; y Moscoso 2010a sobre el Manual de Albino. Otros estudios de los que hemos extraído léxico son: Gámez et al. 2000-2001 sobre los textos de Almagro; y Guerrero 2012 sobre la Grammatica de Dombay.
Grosso modo podemos decir que los 473 préstamos han llegado al árM del siglo XIX en dos períodos bien definidos. El primero se remonta al árabe andalusí, variedad que los incorporó al árM gracias a sus hablantes, moriscos y judíos expulsados de la Península Ibérica desde la segunda mitad del siglo XV y hasta principios del XVII; pero también mediante el español del Siglo de Oro que hablaban muchos de aquellos musulmanes y judíos que se asentaron en Marruecos. El segundo de los períodos coincide con la capitalidad diplomática de Tánger y el desarrollo comercial de la ciudad. Y, a lo largo de estas dos etapas, habría que sumar a la variedad árabe andalusí, y al español incipiente, la haquitía hablada por los judíos de Tánger y Tetuán, la lingua franca de los marineros mediterráneos y el propio español en una etapa contemporánea. En nuestra exposición, distinguiremos entre castellano y español; emplearemos el primero para la etapa anterior a la publicación en 1492 de la Gramática de Nebrija y el segundo para la posterior.
Dividiremos nuestro artículo en un primer apartado, en el que estudiaremos las categorías a las que pertenecen los préstamos encontrados y algunas hipótesis sobre su procedencia y pervivencia. El segundo apartado recoge un estudio filológico sobre la adaptación de estas voces a la morfología del árM. Por último, acabamos con algunas conclusiones, las abreviaturas, un apéndice con el glosario de las 473 voces y las referencias de las fuentes y obras consultadas.
1. Categorías, origen y pervivencia de los préstamos
En 1799 se firmó un tratado de paz entre España y Marruecos, pero habría que remontarse al reinado de Carlos III (1759-1788), cuando reinaba Sidi Muḥammad Ban ʕAbd Allāh (1757-1790) en este país, para comenzar a hablar de relaciones diplomáticas y comerciales entre ambos países en una etapa contemporánea. Es cierto que -a decir de López (2012, p. 2)- la presencia española a finales del siglo XVIII y principios del XIX era insignificante, aunque había intercambios comerciales. Los primeros en asentarse fueron los diplomáticos e intérpretes franciscanos, a quienes siguió, en los comienzos del siglo XIX, un grupo de liberales que huía de la represión absolutista durante el reinado de Fernando VII. En 1882, en el consulado de Tánger, había censados 897 españoles; en 1900, 5 000; y en 1909, 7 000; y llegaron a 10 000 en 1912 (López 2012). Así, pues, a la presencia de judíos que hablaban la haquitía en Tánger (véase infra), habría que sumar a aquellos que trabajaban en el consulado español y a los españoles que, a partir de entonces, y durante todo el siglo XIX, se fueron asentando en la ciudad o llegaron para comerciar. Por consiguiente, los préstamos tienen una procedencia variada: el español contemporáneo, el español incipiente de los siglos XV a XVII, la lingua franca, la haquitía, el castellano y el árabe andalusí.
Hemos dividido los préstamos en 20 categorías que presentamos a continuación con algunos ejemplos y el número de voces que conforman cada una de ellas entre paréntesis. Los campos temáticos más numerosos son aquellos relacionados con diferentes tipos de instrumentos, la navegación, la actividad comercial y los peces y moluscos. Siguen luego aquellas voces que se refieren a plantas, diferentes tipos de telas, prendas y zapatos, actividad militar, vivienda, animales, comidas y bebidas, juegos y personas. Por último, y en menor medida, tenemos nombres de lugares, partes del cuerpo, profesiones, términos de la religión católica, actividad industrial y morfología nominal:
Instrumentos (75): instrumentos de trabajo (ġānžo ‘gancho’; pāla ‘pala, paleta de panadero’), de música (pəndīr ‘pandero’; qītāra ‘guitarra’), recipientes (bərmīl ‘barril’; būṭiya ‘bota’, ‘cuva’), materias (fūgīra ‘hoguera’; qušiniyya ‘tinte escarlata’), piezas (bālānka ‘palanca’; bərrīna ‘barrena’) y medios de transporte (kārrūsa ‘carro’; kōči ‘coche de caballos’).
Navegación (49): tipos de embarcación (fālūčo ‘falucho’; fəṛgāṭa ‘fragata’), cargos a bordo (ālmīrānṭ ‘almirante’; kōmāndānṭe ‘comandante’), mercancía embarcada (bāla ‘bala o fardo de mercancías’; fərda ‘fardo’), fenómenos atmosféricos en el mar (barrāška ‘borrasca’; bōlānṣa ‘bonanza’), partes del barco (čimnya ‘chimena del barco’; prōa ‘proa’), medidas (ləgwa ‘legua’), instrumentos de navegación (manwēla d ed-dmān ‘manivela del timón’; skāndəl ‘escandallo’) puerto y costa (tārsēna ‘dársena’; košṭa ‘costa’).
Actividad comercial (41): monedas (bəlyūn ‘vellón’; dukāṭ ‘ducado de oro’), actividad bancaria y mercantil (kōmīsyōn ‘comisión mercantil’; krīṭīṭo ‘carta de crédito’), perlas preciosas (ḍyāmānḍ ‘diamante’; qāmāfīw ‘camafeo’), ferias y mercados (fārya ‘feria’; plāṣa ‘mercado’), medidas (kunṭ ‘cuento’; kurkūmūl ‘colmo’), almacén (ṣāka ‘estanco’, ‘tercena’) y correo e información (qorrēo ‘correo’).
Peces y moluscos (34): baqlāw ‘bacalao’; dūrāda ‘dorada’; ġušīṭa ‘agujeta’; lpayra ‘baila’, ‘raño’; pəspāda ‘pez espada’; lwāyn ‘calamares’; kamrōn ‘camarones’.
Plantas, frutos y árboles (32): bərbīna ‘verbena’; manta ‘menta’; nūbīṭa ‘nébeda’; kurtīž ‘alcornoque’; šawṭ ‘soto’; lətčīna ‘naranja’; məlūn ‘melón’; məsūrqa ‘mazorca’; fālānça ‘sandía’; bṭāṭa ‘patata’; rēmōlāča ‘remolacha’.
Telas, prendas y zapatos (30): moda ‘moda en trajes’, ‘tela’; fīna ‘cambray’; manṭa ‘manta’; šāya ‘saya’, ‘sayo’; bərnīṭa ‘gorro’; muržīla ‘mochila’; halda ‘jalda’; čənka ‘chancla’; ṣəbbāṭ ‘par de zapatos’.
Actividad militar (25): vestimenta (bābāra ‘babera’; kišqa ‘casco’), insignias (bāndīra ‘bandera’), armamento (bunba ‘bomba’; furma ‘calibre del cañón’; škōpīṭa ‘escopeta’) y militares (kōbānya ‘compañía de soldados’; ōrdən ‘orden’; soldad ‘soldado’; žēnērāl ‘general’).
Vivienda (20): partes de la casa (barkōn ‘balcón’; buṛṭāl ‘zaguán’; čunčār ‘chinchal’, ‘habitación estrecha y miserable’; kuššīna ‘cocina’), material de construcción (boṛṣlāna ‘cemento romano’; marmu ‘mármol’) y muebles (gāṭṛi ‘catre’; māryu ‘armario’; kōmūḍa ‘cómoda’).
Animales (19): gəbərr ‘garrapata’; grāna ‘rana’; məllūn ‘molón’, ‘tejón’; nəġər ‘graja’; ṭawpa ‘rata’, ‘ratón’; xāmālāwn ‘camaleón’.
Comidas y bebidas (18): baṣṭəla ‘volován’; biškōṭo ‘bizcocho’; kunfītəš ‘confites’; pīwa ‘poya’; musṭār ‘mosto’; ṭōqi ‘bebida abundante hasta hartarse’; ṭurqa ‘turco (vino)’.
Juegos (16): dadd ‘dado’; ḍōmīnō ‘dominó’; fōra ‘fuera’ (en el juego de naipes); kūpās ‘copas’; lāro ‘argolla de hierro para jugar’; mānu ‘mano’ (en el juego de naipes).
Personas (16): títulos (kundi ‘conde’; dūk ‘duque’), gentilicios (ṣbānyōl ‘español’; fṛānṣēṣ ‘francés’), condición, tratamiento (fōṛāṣṭēṛo ‘forastero’; sənyūrīṭo ‘señorito’; kābāllēr rīku ‘caballero rico’) y familia (māmma ‘mamá’; fāmīlya ‘familia’).
Lugares (11): burdəl əl-qḥāb ‘burdel’; rāġūn ‘Aragón’; tābērna ‘taberna’; bosṭa ‘posta’.
Cuerpo humano y animal (9): bāba ‘baba’; bərrūka ‘verruga’; imblīg ‘ombligo’; lanṭīna ‘antena de crustáceo’; pīša ‘miembro viril’; rəškāma ‘escama de los pescados’.
Profesiones (7): bāšdūr ‘embajador’; būgātu ‘abogado’; nənna ‘niñera’; rāpās ‘rapaz de escudero’; qonsu ‘cónsul’.
Religión católica (6): rabbānu ‘doctor cristiano’; fārāyli ‘fraile’; krūs ‘cruz’.
Industria (6): mākīna ‘máquina’; mīna ‘mina’; fābrīka ‘fábrica’.
Verbos y participios (13): ġanžar ‘enganchar’; panṣaṛ ‘punzar el pan’; pərda ‘perder’; šərṭəl ‘ensartar’; mbīstīn ‘bien vestidos’; mpərdi ‘perdido’.
Sustantivos (37): meses (īnīro ‘enero’; mārso ‘marzo’), medicina (bulga ‘purga’; fīsūnūmiya ‘fisonomía’; spīṭāṛ ‘hospital’); bīzīṭa ‘visita’; fəšṭa ‘fiesta’; gūšṭo ‘gusto’; pərdūna ‘cosas perdidas’; rizgo ‘riesgo’; ṭānṭo ‘talento’.
Adjetivos (9): falso ‘falso’; fīno ‘fino’; sstarrāo ‘desterrado’.
En cuanto a la presencia de la lingua franca, empleada en el Mediterráneo por los marineros y cautivos entre los siglos XVI y XIX, hemos encontrado en nuestro glosario 72 voces. Por mucho, la obra que más datos tiene sobre esta variedad es el Vocabulario de Lerchundi, con 47; le sigue el Vocabulista con 7, pero también hay otras 7 voces más que son comunes a LTT y VPT. Las voces de esta variedad pueden agruparse en las siguientes categorías: comercio (bāla ‘bala, fardo’ < balla; bānka ‘banca’ > banco; gāzīṭa ‘gaceta’ < gaceta), mar (fərtūna ‘tempestad’ < fortuna; gālīra ‘galera’ < galera; sərdīn ‘sardinas’ < sardina; ṭorri ‘torre de un faro’ < torre), recreación (dōbli ‘doble [juego]’ < doble; fəšṭa ‘fiesta’ < festa), sociedad (fāmīlya ‘familia’ < familia; inglīz ‘inglés’< inglis; spīṭāṛ ‘hospital’ < osbidal), productos (šūkūlāṭ ‘chocolate’ < chocolate) o verbos (pənṣaṛ ‘pensar’ < pensar; pərda ‘perder’ < perdir). Nuestra obra de consulta para la lingua franca ha sido Corré 2005, quien ha empleado entre sus fuentes el Dictionnaire de la langue franque ou petit mauresque, publicado en 1830, uno de los documentos más preciados para conocer esta variedad. Esto es lo que se dice en la introducción:
Cet idiome, qui ne sert guère qu’aux usages familiers de la vie, et aux rapports commerciaux les moins compliques, n’a ni orthographe, ni règles grammaticales bien établies; il diffère même sur plusieurs points, suivant les villes où il est parlé, et le petit mauresque en usage à Tunis, n’est pas tout-à-fait le même que celui qu’on emploie à Alger; tirant beaucoup de l’italien dans la première de ces régences, il se rapproche au contraire de l’espagnol dans celle d’Alger.
Los datos que nos aporta la cita del Dictionnaire son interesantes, sobre todo el que hace referencia a la variedad de este pidgin. Sin lugar a dudas, hay un “poso” común que debía de servir a los marineros para entenderse a su llegada a los puertos. El número de 72 palabras encontradas en nuestro glosario da fe de ello; además, el petit mauresque fue escrito en el mismo siglo en el que hemos localizado nuestros vocablos. Dakhlia (2008, p. 15) afirma que algunos lingüistas hablan de langues franques como “des mistes de langues usités entre le locuteurs que n’unit aucune autre langue commune, et dont l’existence est limitée dans le temps”. La estudiosa define la lingua franque con estas palabras: “un pidgin de langues romanes, latines, dans lequel l’arabe, le judéo-arabe, le turc et les autres langues propres au monde islamique, incluant le grec ou l’arménien n’occupent qu’une place très marginale” (p. 16).
A principios del siglo XIX se sabe que había unas 200 familias judías en Tánger. Comenzado el siglo XX había 7 000 judíos, y en los años cincuenta, 18 000 (Ceballos 2013, pp. 320-328). El sionismo provocó, directa e indirectamente, la salida de estos judíos hacia Israel, Francia o Canadá, por lo que en los años setenta no quedaron más que 250. Se terminaba así con una parte del patrimonio humano y cultural marroquí, tal como ocurrió también en otros países con judíos árabes. Los sefardíes que se asentaron en el norte -Tánger, Tetuán, Chauen o Alcazarquivir- fueron expulsados a resultas de tres decretos promulgados en 1492 (Castilla y Aragón), 1496 (Portugal) y 1498 (Navarra). De los casi 200 000 que salieron, unos 20 000 se dirigieron a Marruecos (Lévy 2009, pp. 114-115). Muchos de estos judíos hablaban castellano, lengua que mantuvieron y que entró en contacto con el árM, lo que dio lugar a una nueva variedad lingüística conocida como haquitía, según aducen Benoliel 1977 y Moscoso 2020. Este último estudio presenta 415 voces propias de la haquitía, empleadas durante la década de 1950, y ello a pesar de la avasalladora influencia del español contemporáneo que esta variedad sufrió durante el Protectorado español (1912-1956) en el norte de Marruecos y que la hizo retroceder; de estas 415 palabras, 171 proceden del castellano, 125 del árabe marroquí, 114 del hebreo, 3 del bereber y 2 del portugués.
Conviene, además, distinguir la haquitía de lo que se ha denominado ladino, que hace referencia al “judeoespañol literario”, “lenguaje híbrido en que las palabras españolas se ajustan literalmente a las del texto hebreo, calcando su semántica, su fraseología y su sintaxis” (Lapesa 1971, pp. 526-527). De la haquitía, hemos localizado 33 voces en nuestras fuentes. Sin embargo, el número de entradas de esta lengua en el árM debe de ser mayor, como dan fe aquellas voces con rasgos propios de la haquitía y que no están documentadas en Benoliel (1977) o Moscoso (2020); ejemplos: bīzāgra ‘bisagra’, bīzīṭa ‘visita’, inglīz ‘inglés’, lwīz ‘luis’, miyzāna ‘mesana’, mīzērya ‘miseria’, y todas aquellas de origen portugués (véanse, infra, §§ 2.7.7 y 2.7.8).
El árabe andalusí hablado por moriscos trajo consigo 132 voces, que recogió como sustrato o adstrato del castellano o de algún romance anterior a éste. Para la procedencia de tales voces, hemos tomado como referencia el trabajo de Corriente (1997).
Una última cuestión por destacar es la pervivencia en el siglo XX de estos préstamos en árM. Indudablemente, habría que hacer un estudio de campo actual para saberlo, pero sí podemos apuntar algunos datos extraídos de cinco obras. La primera es la escrita por Rittwagen (1909))3, De filología hispano-arábiga, en la que hemos localizado 266 de las 473 voces del glosario que presentamos; le sigue el diccionario de Prémare (1993-1999), que recoge 245; en tercer lugar figura el Glosario de los hispanismos de Ibn Azzuz (2007), con 227; en cuarto, la obra de Heath (1998), sobre alternancia de códigos y préstamos en árM, con 81; por último, el Vocabulaire maritime de Rabat et Salé, escrito por Brunot (1920), obra en la que el autor dice que una tercera parte del glosario marítimo de Rabat es de origen español (p. ii), y en la que hemos encontrado 67. En el glosario que incluimos en el apéndice, el lector podrá encontrar información sobre las fuentes del siglo XIX y principios del XX en las que aparecen préstamos del castellano y del español, y las referencias correspondientes de estas cinco obras, además de descripciones recientes de variedades árabes de la región de Yebala en las que figuran algunas de las 473 voces: en Vicente 2000 hay 22; en Moscoso 2003a, 45; en Guerrero 2015, 12; en Gago 2021, 47 (cf. TA); en Brunot y Malka 1940, 12 (cf. BMF). A éstas, hemos añadido la de Cohen 1912 (cf. AJA), ya que recoge préstamos del español (entre ellos 14 de los nuestros) en su descripción de los judíos de Argel procedentes de la Península Ibérica.
2. Estudio filológico
En este apartado, expondremos cómo se amolda el préstamo al árM. Para ello, enumeraremos uno a uno los mecanismos de esta adaptación morfológica.
2.1. Lo primero que conviene apuntar es que hay bastantes voces que han sido asimiladas con su misma forma. Ejemplos: bāba ‘baba’; bābāra ‘babera’ (ā pronunciada con imāla de primer grado ē); bāla ‘bala’, ‘fardo de mercancías’; banda ‘banda’; fābōr ‘favor’, ‘deseo’, ‘gratificación’; falso ‘falso’; fārya ‘feria’ (ā pronunciada con imāla de primer grado ē); funda ‘funda’; kālma ‘calma’, ‘bonanza’; kōmēdōr ‘comedor’; mākīna ‘máquina’; paysāno ‘paisano, civil’; rēmōlāča ‘remolacha’; tābērna ‘taberna’.
2.2. Otras han sido incorporadas por medio del andaluz occidental, un total de 16, variedad en la que se da una serie de fenómenos: rotacismo de ele (Narbona et al. 2011, pp. 231-232), seseo (pp. 73 ss.), sonorización de k (p. 240), caída de consonante en coda silábica (pp. 202 ss.) o aféresis de decon posible aspiración de ese siguiente (pp. 91 ss.) y síncopa de -den el participio (pp. 234 ss.). Ejemplos: barkōn ‘balcón’ (and. barcón); fāranṣīṣa ‘bretaña’ (and. fransesa, epéntesis de -a-, [i] del árY); fṛānṣēṣ ‘francés’ (and. fransé); krūs ‘cruz’ (and. crus); mārso ‘marzo’ (and. marso); məsūrqa ‘mazorca’ (and. masorca, o > u, k > q); pəspāda ‘pez espada’ (and. pes pada); pōlīsa ‘póliza’ (and. polisa); īsgālīra ‘escalera’ (and. esgalera, [i] del árY); mūlūsa ‘merluza’ (and. me’lusa, er > e > ū); marmu ‘mármol’ (and. marmo, o > u); qonsu ‘cónsul’ (and. consu, k > q); ṣālu ‘salón’ (and. saló, o > u); sstarrāo ‘desterrado’ (and. ehterrao o esterrao).
2.3. Fenómenos vocálicos
2.3.1. o > u. En árM las vocales largas son ā, ī y ū, con sus correspondientes alófonos; para ū hay dos, [u:]4 y [ʊ:] (también [o:]). Y para las breves, los alófonos que reproducen nuestra o pueden ser [u], [ʊ] y [o]5. Si nuestra o se oye en un contexto consonántico sin velares, glotales, faringales o velarizadas, entonces pasa a ū o u en árM. Ejemplos: ārūn ‘orón’; bumba ‘bomba’; dūrāda ‘dorada’; furtūna ‘tempestad’; fīsūnūmiya ‘fisonomía’; kūməndādūr ‘comendador’; kundi ‘conde’ ([i] del árY). Cuando transcribimos u en los contextos velares, glotales, faringales o velarizados debe de entenderse como [ʊ:] u [o:]. Ejemplos: buqqa ‘boga’ (con ensordecimiento y duplicación de q); buṛṭāl ‘portal’ (p > b); kwāṭṛu ‘cuatro’ (juego de naipes).
2.3.2. o > a. Ejemplos: barrāška ‘borrasca’; fərda ‘fardo’.
2.3.3. El árY se caracteriza por el alófono [i] de ə, lo cual hace que e del español sea pronunciado i (Moscoso 2003a, p. 31); aunque en el español del Siglo de Oro encontramos formas como siguro, siguir, mijorando, mijor, sigún, sabidor, primitir, lición (santa Teresa de Jesús 2018, pp. 4, 42, 44, 52, 54, 58 y 74). Y ya Berceo recoge -i en lugar de -e en posición final, rasgo presente hoy en asturleonés: torri -que encontramos en árM- o tardi (Menéndez Pidal 1973, p. 79). Es por ello por lo que también podemos considerar esta i influencia de la haquitía o del español hablado por moriscos y judíos llegados en el siglo XVI. Ejemplos: ballīna ‘ballena’; bāndīra ‘bandera’; bərbīna ‘verbena’; bərnīṭa ‘gorro’ (< birrete, con interferencia de bonete); difrīnsya ‘diferencia’ (síncopa de e); dōbli ‘doble (juego)’; fārāskīra ‘frasquera’ (epéntesis de -a-); fārāyli ‘fraile’ (epéntesis de -a-); gāṭri ‘catre’ (k > g); krīṭīṭo ‘crédito’ (d > t > ṭ); nōči bwīna ‘nochebuena’; pālīṭa ‘paleta’ (t > ṭ); pəndīr ‘pandero’ (apócope de -o); rwīda ‘rueda’; ryāl ‘real’; ṭorri ‘torre’ (t > ṭ).
2.3.4. güe > we. Ejemplo: qurrīwla ‘corregüela’ (k > q, o > u).
2.3.5. Labialización6 representada por la vocal u. Ejemplos: pūqūṭa/ yūqūṭa ‘picota’; kūytāra/ qītāra ‘guitarra’; busṭīla ‘volován’ (con p > b, t > ṭ y ll > l); lūpayra ‘baila’ (aglutinación del artículo, b > p). También creemos que se ha marcado la labialización de f con ə en fəlūrīn ‘florín’ y fəlūr ‘flor’, fərunṭāl ‘frontal’, məlūn ‘melón’ (o > ū).
2.4. La incorporación del préstamo al árM produce, en muchos casos, caída de fonemas al principio, medio y final de palabra o incorporación de vocales y consonantes.
2.4.1. Aféresis. Si empieza por vocal es porque el oído marroquí arabófono lo entiende como artículo. Ejemplos: būgātu ‘abogado’ (con ensordecimiento de d); bašdūṛ ‘embajador’ (con š morisca o judía, síncopa de a y o > u); čābo ‘ochavo’; fsīna ‘oficina’ (and. ofisina, síncopa de -i-); garro ‘cigarro’; māryo ‘armario’; pūtīk ‘hipoteca’ (apócope de -a); sənsya ‘licencia’ (and. lisensia); spīṭāṛ ‘hospital’ (y rotacismo de l); sṭīṭu ‘chico’ (esp. chiquitito, t > ṭ y epéntesis de s); tbānta ‘delantal’ (esp. devantal, apócope de l, epéntesis de t).
2.4.2. En otros casos, se produce aglutinación del artículo español en voces que comienzan por vocal -a. Esto coincide con una regla del árM para el artículo: cuando la voz empieza por vocal, la forma de éste es l- (Moscoso 2004a, p. 139). Ejemplos: lābāriyya ‘avería’; lanṭīna ‘antena’; lārmāda ‘armada’; lāro ‘aro’; ləmbūṭ ‘embudo’ (apócope de -o y t > ṭ); ləšəmāš ‘argamasa’ (árA laxamáx < L. ascĭæ, epéntesis de m). Hay excepciones a esta regla. Ejemplo: lpayra ‘baila’ (p > b). Cuando la voz comienza por dos consonantes, la forma del artículo en árM es lə-. Ejemplo: letčīna ‘naranja’ (esp. la china).
2.4.3. Apócope. Ejemplos: ālmīrānṭ ‘almirante’; bomb ‘bomba’; buynīṭ ‘bonito’ (diptongación y t > ṭ); dadd ‘dado’ (geminación por compensación); dukāṭ ‘ducado de oro’ (d > t > ṭ); kābāllēr ‘caballero’; kədəš ‘coche’ (č > tš > dš); murrān ‘marrano’ (a > u por labialización); pēlōṭ ‘piloto’ (ī > ē); soldad ‘soldado’; ṭāba ‘tabaco’.
2.4.4. En ocasiones la apócope se produce porque el préstamo se acomoda a la morfología del colectivo en árM. La -a es marca de nombre de unidad; sin ella se forma el colectivo. Ejemplos: būġa ‘una boga’ (col. būġ); kərrūka ‘una carrucha’ (kərrūk, k < č); lawša ‘una losa’ (lawš); məṭrūna ‘un madroño’ (col. məṭrūn, d > t > ṭ); sərdīna ‘una sardina’ (col. sərdīn); spīrītīwa ‘una cerilla’ (col. spīrītu); suma ‘un precio’ (col. sūm).
2.4.5. Síncopa, también corriente. Ejemplos: baqlāw ‘bacalao’ (paso de k > q y o > u); bṭāṭa ‘patata’ (p > b); fnār ‘fanal’ (con rotacismo de l); gubna/ gumna ‘gúmena’ (m > b); imblīg ‘ombligo’ (o > i por asimilación a ī); kamrōn ‘camarón’; klāṭa ‘escopeta de aguja’ (esp. culata); qabṭān ‘capitán’ (k > q y p > b); ṛdūma ‘redoma’; ṭānṭo ‘cordura’, ‘juicio’ (esp. talento).
2.4.6. La prefijación de aen dos palabras se debe a la influencia del rifeño, en que los sustantivos masculinos comienzan con esta vocal (Sarrionandia 1925, p. 42). Ejemplos: āfrunṭāl ‘frontal de arar’ (con paso de o > u); āfrūṭa ‘flota’ (con rotacismo de l, rasgo andaluz y rifeño).
2.4.7. Con prefijación de b- por disimilación ante la segunda o y labialización de esta vocal. Ejemplo: bəsṭyōn ‘ostión’.
2.5. Veamos a continuación la evolución de algunas consonantes.
2.5.1. p > b: el primer fonema, al no existir en árM, es sustituido por su correspondiente sonora. Ejemplos: bālānka ‘palanca’; baršmān ‘pasamano’ (con epéntesis de r, š cast. y apócope de
-o); bəzzəʕ ‘pisar’ (s sonora + ʕ); bosṭa ‘posta’ (t > ṭ); būža ‘andas’ (L. podĭum, esp. poyo); isṭubba ‘estopa’ ([i] del árY y geminación de b); lāmbariya ‘lamprea’ (con epéntesis de -ae [i] del árY); ṣəbbāṭ ‘zapato’ (duplicación de b, t > ṭ, apócope de -o); ṭṛonbīṭa ‘trompeta’. Y en un caso no ha sucedido. Ejemplo: šippya ‘jibia’ (árA xibía, L. sēpĭa, duplicación de p).
2.5.2. t > ṭ. Ejemplos: barṭāl ‘gorrión’ (R. partal, esp. pardal); bīsṭa ‘vista’, ‘elegancia’; bōṭa ‘bota’; falṭa ‘falta’; fōṛāṣṭēṛo7 ‘forastero’; kōnṭrāda ‘contrata’ (sonorización de t); kuṭṭa ‘cota’ (duplicación de ṭ); manṭa ‘manta’; mwēšṭṛa ‘muestra de tela’; pāṭēnṭa ‘patente’ (e > a).
2.5.3. d > ḍ. Ejemplos: ḍāma ‘juego de las damas’; ḍoblōn ‘doblón’.
2.5.4. d > t > ṭ. Ejemplo: mārīṭa ‘marejada’ (esp. marea, con interferencia de marejada, [i] del árY); pālāṭār ‘paladar’; tārsēna ‘dársena’; ṭāblāt ‘tablado’ (apócope de -o); šṭāṭṭo ‘cedazo’ (š; véase § 2.6.1., y z > ṭṭ).
2.5.5. t > d. Ejemplo: ūrdīga ‘ortiga de mar’ (o > u).
2.5.6. s > ṣ. Ejemplos: ṣāka ‘estanco’ (esp. saca); ṣālu ‘salón’ (and. saló).
2.5.7. n > l y viceversa. Ejemplos: baršla ‘desván’ (< R. barčena y síncopa de e); qārābīla ‘carabina’ (k > q); qrīna ‘quilla’ (> qlīla> qrīla > qrīna).
2.5.8. k > q. Ejemplos: bərbəšqa ‘verbasco’ (con š y o > a, marca del n.u.); bəṛṛəqūš ‘verruga’ (L. verrūca, con sufijo -ūš, dim. despectivo, y también bərrūka); ḥəqqa ‘jacanea’ (esp. jaca, geminación de q); qorrēo ‘correo’; ṭurqa ‘vino’ (esp. turco).
2.5.9. g > ġ. Ejemplos: būġa ‘boga’; ġānžo ‘gancho’; ġənda ‘guinda’; naġra ‘graja’ (< eufemismo negra); rāġūn ‘Aragón’ (aféresis de -a); šarġo ‘sargo’.
2.5.10. b > w o pérdida de b. Ejemplos: manwēla ‘manivela’ (síncopa de -i-); mārruyu ‘marrubio’ (o > u).
2.5.11. ll > ly/ liyy. Ejemplos: bəlyūn ‘vellón’; kābālīw ‘caballo’ (juego de naipes); qarṭīliyya ‘ruedecita con dientes para cortar pasta’ (esp. carretilla, k > q, síncopa de -e-, t > ṭ); qušiniyya ‘cochinilla’ (k > q). Y, en un caso, ha evolucionado a ž. Ejemplo: žābādōr ‘chaqueta’ (esp. llevador).
2.5.12. Rotacismo de l, porque el préstamo se incorpora por medio del andaluz occidental o del rifeño. En estas dos lenguas es un rasgo importante (Narbona et al. 2011, pp. 231-232, y Sarrionandia 1925, p. 5). Ejemplos: barkōn ‘balcón’; āfrūṭa ‘flota’ (con ām. rifeño).
2.5.13. r > l. Ejemplos: bulga ‘purga’ (p > b); rəflān ‘refrán’.
2.5.14. r > m por disimilación. Ejemplo: bərmīl ‘barril’.
2.5.15. n > s por asimilación. Ejemplo: basīs ‘bacín’ (< and. basín).
2.5.16. ñ > ny. Ejemplos: kōbānya ‘compañía militar’ (apócope de m y p > m); kūmāniyya ‘avituallamiento’ (esp. campaña, o > u, síncopa de b); pānyu ‘paño’; pōnyāṛ/ pūnyāṛ ‘puñal’; sənyōr ‘señor’; ṣbānyōl ‘español’ (aféresis de -e).
2.5.17. Metátesis. Ejemplos: āsqēma ‘escama de cobre’ (y paso de k > q); fəṛgāṭa ‘fragata’ (t > ṭ); kərbāllo ‘criba’ (cast. cribelo, l > ll).
2.5.18. Duplicación consonántica. Ejemplos: buqqa ‘boga’; māmma ‘mamá’; māṣṣo ‘mazo’; məllūn ‘tejón’ (< R. molón); mōyya ‘moya’; nənna ‘niñera’; pall/ pilla ‘palo’ (apócope de -o o o > a e [i] del árY); piqqa ‘picada’ (esp. pica, k > q); qəbba ‘capa’ (k > q); qəbbūṭ ‘capote’ (k > q y apócope de -o); rabbānu ‘doctor cristiano’ (con interferencia de ‘rabino’); ṭāppa ‘tapón’ (esp. tapa); ṭāppyāt ‘astucias’ (esp. tapia, pl. -āt); təmmūn ‘timón’.
2.6. Muchos préstamos se han incorporado mediante las variedades empleadas por moriscos y judíos a su llegada a Marruecos después de su expulsión de la Península Ibérica, pero también mediante la haquitía, que conservaba rasgos de aquéllas.
2.6.1. Pervivencia de los fonemas fricativos prepalatales š (sordo) y ž (sonoro) característicos del español incipiente (Menéndez Pidal 1973, p. 113), que conservaron las variedades empleadas por moriscos y judíos de habla castellana, y se mantuvieron en la haquitía (Moscoso 2020, p. 1382). Ejemplos: ašpa ‘aspa’; babbūša ‘una babosa’; barrāška ‘borrasca’ (con paso de o > a); bāšādōr ‘embajador’ (con aféresis); ġušīṭa ‘agujeta’ (aféresis de -a, g > ġ, [i] del árY, t > ṭ); biškōṭo ‘bizcocho’ (š > ṭ); borša ‘bolsa de cuero’ (rotacismos de l); fišṭa ‘fiesta’ (monoptongación ie > i, [i] del árY); frišk ‘fresco’ ([i] del árY); gūšṭo ‘gusto’ (t > ṭ); kašṭa ‘casta’, ‘linaje’; kišqa ‘casco’ (árA quíxca); košṭa ‘costa’ (t > ṭ); kuššīna ‘cocina’; ləġšiyya ‘lejía’; pīša ‘picha’; rəškāma ‘escama’ (epéntesis de r); šāqūr ‘segur’, ‘hacha’; šāya ‘saya’, ‘sayo’; šəntīla ‘centella’; šilya ‘silla’; škōpīṭa ‘escopeta’ (aféresis de e, [i] del árY); ¡šo! ‘¡so!’; šunṭūra ‘seno’ (esp. cintura); dāmāžāna ‘damajuana’ (monoptongación de ua > ā); mādāža ‘madeja’; mənsēžu ‘vencejo’ (< árA mencejo < cast. vencejo); qurnīža ‘corneja’ (o > u); sponža ‘escobillón para limpiar los cañones’ (esp. escobillón, aféresis de -e); žərrūn ‘jirón’; fanṭāžiyya ‘ostentación’ (t > ṭ).
2.6.2. Cabe destacar, con el mismo origen que el anterior, el sufijo plural -əš. Ejemplo: kunfītəš ‘confites’ (o > u).
2.6.3. Y también č (africada) del español madrileño o toledano (Menéndez Pidal 1973, p. 108). Ejemplos: činka ‘chanca’ ([i] del árY); černiyya ‘abadejo’ (esp. cherna); čīma ‘cima’; čimnya ‘chimenea de vapor’ (síncopa de e y [i] del árY); čoṛṛāṛ ‘cascada’ (esp. chorrear, síncopa de e); čunčār ‘chinchal’ (disimilación de i y rotacismo de l); fālūčo ‘falucho’; kōče ‘coche de caballos’; lāča ‘lacha’; plānča ‘plancha’; kōčīna ‘cocina’.
2.6.4. Es probable que ž proceda también de š o č. Ejemplos: kurtīž ‘alcornoque’ (col., árA cortích); muržīla ‘mochila’ (R. p/ barčéla); muržīqāl ‘murciélago’ (árA murchicál, murğiqal); rəžīna ‘resina’; sərrūž ‘serrucho’ (apócope de -o).
2.6.5. Despalatalización de š en qaṛṭūs (< qaṛṭūš, k > q, apócope de -o) ‘cartucho de fusil o cañón’. Pero quizás también proceda o tenga interferencia del árCl qarṭās ‘papel’, ‘hoja de papel’, ‘cartucho’.
2.6.6. El castellano distinguía entre s sorda, que se escribía con doble ese, y s sonora, que se escribía con una (Menéndez Pidal 1973, p. 112). Los moriscos y judíos, y así pervive en haquitía (Moscoso 2020, p. 1383), la trajeron a Marruecos. Ejemplos: basṭōz (con t > ṭ); bīzāgra ‘bisagra’; bīzīṭa ‘visita’; dūzīna ‘docena’; gāzīṭa ‘gaceta’ ([i] del árY).
2.6.7. El castellano distinguía también ç (sorda) ≠ z (sonora), ambas africadas, que dieron lugar a comienzos del siglo XVI a ṯ y ẓ, las cuales se confundieron en el xvii en una sorda (Menéndez Pidal 1973, pp. 112-113). Creemos que la presencia de ṣ -y en algún caso s- en determinados préstamos pudiera ser heredera de aquella ç o de la zeta del siglo XVII. Ejemplos: bəṣṣēṭa ‘peseta’; borṣlāna ‘cemento romano’ (esp. puzolana, síncopa de -oy epéntesis de r); forṣa ‘fuerza’ (port. força); māṣṣo ‘mazo’ (con duplicación de ṣ); plāṣa ‘plaza’, ‘mercado’; qaṣṣōn ‘cazón’ (con duplicación de ṣ); rāpās ‘rapaz’ (árA rapáç); rūpaypas ‘monacillo’ (esquema dim. árM de rāpās).
2.6.8. La h era aspirada en el español de los siglos XV y XVI (Menéndez Pidal 1973, p. 114), y así pasó al árM en dos voces. Ejemplos: bāho ‘vapor’; halda ‘jalda’.
2.6.9. La f se conservó en la escritura hasta finales del siglo XV, cuando se sustituyó por la h, que era aspirada en los siglos XV y XVI; la pérdida de f-se fue extendiendo hacia el sur paulatinamente (Menéndez Pidal 1973, pp. 121-124). Ejemplos: fūgīra ‘hoguera’ (o > u, [i] del árY); forka ‘horquilla’ (esp. horca); fullīn ‘hollín de fuego’ (o > u).
2.7. Morfología verbal y nominal
2.7.1. Hay una serie de verbos y participios, con probable origen en la haquitía, que han sido adaptados de formas diferentes:
Como un verbo en forma II: bərrən ‘barrenar’.
Verbo con raíz cuadriconsonántica: šənṭəl ‘centellear’; šərṭəl ‘ensartar’.
Con aféresis y apócope: trāk ‘atracar’.
Verbos con infinitivo español: bordyār ‘bordear’ (con el alófono [i] del árY); firmar ‘firmar’; panṣaṛ ‘punzar’; pənsaṛ ‘pensar’.
Como raíz defectiva: pərda ‘perder’.
Participios: mbīstīn ‘bien vestidos’, ‘elegantes’; mġanžar ‘enganchado’; mpərdi ‘perdido’.
2.7.2. Con el sufijo esp. - una. Ejemplo: pərdūna ‘pérdida’.
2.7.3. En una palabra, hemos encontrado el sufijo -či o -ši8. Ejemplo: furnāči/ fornāči9 ‘caldera de un baño público’ (f > h).
2.7.4. Incorporación del sufijo de nisba. Ejemplo: mkoḥla marṭīnya ‘fusil inglés de Mr. Martín’; ṣbānyōli ‘español’.
2.7.5. En un caso, se ha empleado el plural fem. -āt del árM. Ejemplo: ruskīṭāt ‘galletas’ (esp. rosquita).
2.7.6. En la voz solṭāno ‘sótano’, la presencia de ele se produce por analogía morfológica con sulṭān ‘sultán’, y en təyžər ‘puta de burdel’ (esp. hetaira), por interferencia de {tžr} ‘comerciar’.
2.7.7. Las 11 voces del portugués han debido de entrar por medio de la haquitía, cuyo sustrato, aunque no tan importante, se une al del castellano, el árM o el hebreo (Moscoso 2020, p. 1380). Ejemplos: buṣla ‘brújula’ (port. bússola); falança ‘sandía’ (port. balancia); fišṭa ‘fiesta’ (port. festa); fōra ‘fuera’ (port. fora); forṣa ‘fuerza’ (port. força); karrəyra ‘carrera’ (port. carreira); kunṭ ‘cuento’ (‘cómputo’, port. conto, apócope de -o); rizgo ‘riesgo’ (port. risco, k > g); rukka ‘rueca’ (port. roca, duplicación de k); tīnpo ‘tempestad’ (port. tempo); žēnērāl ‘general’ (port. general).
2.7.8. Por último, destacamos la presencia del sufijo romance -ayr en voces procedentes del árA. Ejemplos: fundāqayr ‘ventero’ (ár. fundaq ‘venta’, ‘fonda’ + -ayr); furṣāyir ‘forzador’ (ue > u, z > ṣ).
3. Conclusiones
Se han presentado los 473 préstamos del castellano, el español, el andaluz, la haquitía y la lingua franca que recogen varias fuentes del siglo XIX y principios del XX; entre ellas, las dos principales: el Vocabulista del P. Patricio de la Torre y el Vocabulario del P. Lerchundi. La variedad del árM corresponde sobre todo a Tánger, la cual forma parte del árY. En esta ciudad había una colonia de judíos que hablaba haquitía, y la presencia española es evidente a partir de finales del siglo XVIII, cuando se convierte en capital diplomática de Marruecos.
De las 20 categorías en las que hemos clasificado estas voces, las más relevantes se refieren a instrumentos, navegación, comercio, peces y moluscos y guerra. Del árA proceden 132; de la lingua franca, 72; de la haquitía, 33; del and., 16. De que siguieron empleándose en el siglo XX hay constancia en Rittwagen (1909), 266; Prémare (DAF), 245; Ibn Azzuz (2007), 227; Heath (1989), 81; y Brunot (1920), 67.
En cuanto al estudio filológico, sobresalen en primer lugar fenómenos como la aféresis, la síncopa, la apócope o la aglutinación del artículo. Le siguen una serie de adaptaciones fonéticas como p > b, t > ṭ, d > ḍ, s > ṣ, k > q, g > ġ, ll > ly, ñ > ny, o el rotacismo de l. También destacan los rasgos procedentes del castellano o del español de los siglos XV y XVI que trajeron moriscos y judíos y que pervivieron en la haquitía: š y ž, s sorda, f (> h), h aspirada o ç (> ṣ). Por lo demás, son de relevancia la adaptación de los verbos a la forma II y a raíces cuadriconsonánticas y defectivas, la incorporación de algunos de ellos con su terminación de infinitivo y, por último, los once préstamos del portugués.
Hemos visto además que algunos de estos préstamos siguen vivos en el siglo XXI: 22 en Anjra (Vicente 2000), 45 en Chauen (Moscoso 2003), 12 en Larache (Guerrero 2015) y 47 en Arcila-Tánger (Gago 2021). Sin embargo, se hace necesario un estudio de campo exhaustivo que nos permita localizar cuántos de éstos se siguen empleando en nuestros días.