Introducción
La temática del presente artículo guarda relación con la sociología de las ciudades, pues, como afirma Lamy (2019, pp. 9-26), la “investigación urbana es intrínsecamente interdisciplinaria”. La sociología de lo urbano “ofrece una mirada complementaria a otras disciplinas que también se interesan por el fenómeno urbano; va mucho más allá del aspecto físico-espacial, pues la definición de la ciudad para los sociólogos urbanos se encuentra precisamente en la intersección entre lo social y lo espacial” (Lamy, 2019, p. 26). A la sociología urbana de hoy le interesan las desigualdades sociales a partir de los estudios sobre la segregación social, es decir, “en la inscripción en el tejido urbano de las desigualdades” (Lamy, 2019, pp. 14-15). En resumen, “La dimensión espacial de la ciudad no es otra cosa que la proyección de la sociedad sobre el territorio y la configuración de una matriz que la estructura” (Lamy, 2006).
Para este artículo se han elegido como área de estudio 17 ciudades cuya población es mayor a los 15 000 habitantes; son ciudades que, además de ejercer la función de lugar central, comprenden 40 municipios de las regiones socioeconómicas de Oaxaca, México (Figura 1). Sus características son, por un lado, la desigualdad (Moreno et al., 2020), y por otro, la multiculturalidad, ya que se ubican en zonas donde habitan 16 grupos étnicos y 177 variantes lingüísticas (Berumen & Miguel, 2003). Distinguido por poseer la mayor diversidad biocultural de México, el estado de Oaxaca muestra una estrecha relación entre las actividades de su población y la complejidad ecológica del territorio, lo cual, a su vez, mantiene una asociación con el ordenamiento territorial de las propias ciudades, pues de ello depende la satisfacción de sus necesidades energéticas respecto de los recursos naturales, como la leña, tanto de los hogares de las áreas marginadas, como para apoyo a actividades cotidianas de diversas empresas: restaurantes, panaderías, etcétera.
Notas: ZMO: Zona metropolitana de Oaxaca; ZMT: Zona metropolitana de Tehuantepec.
Fuente: Elaboración propia con datos de Berumen & Miguel (2003).
La estructura territorial desarrollada en México a inicios del siglo XXI se ha consolidado como un sistema en el que tiende a predominar la concentración de infraestructura y servicios, destacando las grandes concentraciones urbanas, como las ciudades, y especialmente las zonas metropolitanas (ONU-Habitat, 2017). El desarrollo urbano se fundamenta en la concentración territorial de las actividades, la infraestructura y los servicios, y en la actualidad, en la necesidad de lograr la preservación ambiental del territorio, que a su vez incluye el manejo sustentable de la energía para las actividades cotidianas de la población.
La estrategia de urbanización desarrollada en las ciudades de México en las últimas décadas ha transformado los paisajes y las condiciones de vida de las localidades, incluyendo el uso de energías para satisfacer las necesidades de la población, en el cual podría suponerse que combustibles como la leña han sido relegados. El ritmo de urbanización, la falta de planeación, así como las rápidas tasas de crecimiento poblacional son, entre otras, las principales causas para que este crecimiento se despliegue de manera desordenada y desequilibrada en las ciudades (Vélez & Mejía, 2016, pp. 95-107), ocasionando desigualdades de tipo social-territorial (Moreno et al., 2020), que también se reflejan en el consumo energético de los hogares.
Las ciudades multiculturales oaxaqueñas y su proceso de desarrollo no escapan a esta situación. En su dinámica social actual, ellas se encuentran involucradas tanto en el aumento de su competitividad territorial (Sobrino, 2003), como en la necesidad de revalorar su bioculturalidad y los recursos naturales de sus regiones (Miguel et al., 2016), lo que influye en la sustentabilidad de las propias ciudades, en la que el consumo energético, interrelacionado con el uso de la leña, ocupa un lugar relevante, y que es posible que esté subestimando no solo en los hogares rurales sino también en las ciudades, o en la propia Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los Hogares que detecta su uso (Sánchez, 2012).
A partir del proceso de internacionalización de la economía que inició en la década de 1990, se supone que todos los países se afanan por involucrarse en aspectos estratégicos relacionados con la funcionalidad de sus ciudades, este último un concepto vinculado al funcionamiento, utilidad o intereses de sus gobiernos, ciudadanos, microrregiones de influencia, o incluso, de otras localidades o ciudades, tomando como referencia la cantidad y calidad de su infraestructura, servicios, población, nivel de vida, capacidad administrativa, etcétera. Pero esta funcionalidad depende de los recursos naturales de todo tipo de que disponen las ciudades, como, por ejemplo, el agua o la leña -esta última relacionada con los recursos naturales de sus microrregiones-, y la generación de la energía que requieren las actividades cotidianas de muchas de sus empresas (restaurantes, panaderías, tortillerías, etcétera), y de sus hogares, en particular de sus zonas marginadas.
Si prevalece el patrón territorial actual en las ciudades mexicanas relacionado con la concentración de la población y las actividades, no solo se agudizará la inequidad y la desigualdad socioeconómica, sino que también se afectará el medio ambiente, tanto el propio de las ciudades, como el que tiene que ver con su área de influencia. En el estado de Oaxaca se reproduce el proceso de urbanización nacional, en el que las ciudades concentran la población y las actividades económicas en sus espacios de mayor centralidad, rodeadas de zonas marginadas carentes de infraestructura y servicios básicos. Como ha sido señalado (Lezama & Domínguez, 2006), este hecho trae consigo una presión demográfica sobre los recursos naturales y una creciente demanda de satisfactores humanos y de materia prima como la leña, llegando a situaciones de insustentabilidad, incluso de una alta dependencia de la ciudad respecto de entornos lejanos
En este contexto, en el que la sustentabilidad de las ciudades cobra especial relevancia, el objetivo del presente artículo es analizar cuál ha sido la influencia del uso de la leña en el desarrollo sustentable de las ciudades multiculturales de Oaxaca, México, en el periodo 2000-2015.
Marco teórico-conceptual
Características de la ciudad multicultural y su funcionalidad
En las regiones o microrregiones donde existe una bioculturalidad destacada, es factible que se consoliden “ciudades multiculturales”. Una ciudad multicultural es un espacio colectivo y continuo del territorio, adaptado y construido por diversas culturas amalgamadas, y que, en el caso oaxaqueño, conviven con pueblos originarios. Un “pueblo originario” es el conjunto de personas que desciende de poblaciones asentadas por primera vez en un territorio (Rivera Mazorco & Arispe Barrientos, 2006), y que poseen historia, idioma, usos y costumbres, formas de organización y otras características culturales comunes. Asimismo, mantienen vínculos con su espacio de ocupación tradicional (Miguel et al., 2016), lo cual favorece la mezcla de conocimientos modernos con saberes tradicionales relacionados con el consumo energético, incluido el uso de la leña.
Las ciudades multiculturales oaxaqueñas aún aspiran a convertirse en centros urbanos sustentables, es decir, aquellos que, para una misma oferta de servicios, minimizan el consumo de energía fósil y de otros recursos materiales, y que exploran al máximo los flujos locales satisfaciendo el criterio de conservación de stocks y de la reducción del volumen de residuos (Ascelrad & Comeford, 1999, pp. 67-74); son los mismos que deben superar diversos problemas socioeconómicos, entre los que sobresalen el crecimiento poblacional asentado anárquicamente, el desempleo, los conflictos sociales, la marginación, el rezago, y la desigualdad social y territorial.
Dicha desigualdad se expresa como una desproporción en el ingreso, el consumo o de algún otro indicador de bienestar o atributo de una población (Peppino, 2004, pp. 2-11), pero también como una desigualdad territorial derivada del uso de los recursos naturales (Cordera et al., 2008), en el que se incluye el uso de la leña como un indicador de desigualdad que va asociado a la carencia de infraestructura y servicios básicos, sobre todo en los hogares de las zonas marginadas de las ciudades objeto de este estudio.
Las relaciones al interior y entre las ciudades multiculturales también obedecen a criterios jerárquicos: la posición de una urbe en la red y sus ventajas dependen de su especialización funcional y grado de centralidad, esto es, de su potencial para organizar las capacidades que requiere el desarrollo respecto de otras ciudades (Miguel et al., 2015) no ajenas al dominio y las desigualdades preexistentes a nivel territorial.
La funcionalidad de las ciudades puede llegar a consolidar la desigualdad territorial intra e interurbana, lo cual explican las condiciones naturales y el patrón de asentamiento poblacional (Cortéz & Porras, 2004). Acerca de esto, cabe anotar que la desigualdad intraurbana e interurbana en las ciudades de Oaxaca está aumentando (Moreno, 2019), tanto en sus áreas periféricas, como entre las propias ciudades.
El impacto de la funcionalidad en los recursos naturales de las ciudades
En la historia de las ciencias sociales la percepción del vínculo entre el desarrollo de la población y el medio ambiente que lo rodea ha sido negativa; esto se ha analizado desde la visión malthusiana, por ejemplo, Ehrlich & Holdren (1971, pp. 1212-1217) relacionan el impacto de los recursos y su uso en la población, su dinámica y los cambios tecnológicos involucrados. Mientras que Cropper & Griffiths (1994, pp. 250-254) se ocupan de los recursos naturales renovables cuando examinan el nexo entre el crecimiento de la población y la deforestación, encontrando que la densidad poblacional aumenta la deforestación. Estos estudios consideran que el crecimiento poblacional contribuye a la degradación ambiental, y que sus efectos se modifican por el crecimiento económico y la tecnología moderna (González-Val & Pueyo, 2019, p. 33).
En el análisis de la relación entre población y recursos naturales destaca el paradigma rural-urbano. En cuanto a lo rural se evidencia cómo sus habitantes tienen diferentes formas de acceso, control, manejo y beneficio de los recursos naturales (Navarro & Ayala, 1992; Velázquez, 1996), sobresaliendo las experiencias con el manejo de recursos forestales, así como los cambios de uso de suelo mediante la deforestación de amplias superficies, para abastecer las zonas agrícolas o ganaderas (Merino, 1999, pp. 239-248). Estas perspectivas explican la conexión entre lo rural y los recursos naturales, marco en el que los factores institucionales, sociales y culturales se conservan como mediadores que determinan esa relación. Al respecto, Schteingart (1987, pp. 449-477) y Hiernaux & Lindón (1997, pp. 29-43) han identificado que las áreas urbanas afrontan problemas en la relación de la población con los recursos naturales, enfocándose en las periferias y retomando conceptos tales como “condiciones de vida” o “pobreza”, pero asociándolos a los elementos del medio construido (agua entubada, drenaje, energía eléctrica) y a la población de menores recursos (Salazar, 2000, pp. 39-44).
Al enfocarnos en los recursos naturales de las zonas rural-urbanas, queda claro que el crecimiento de la mancha urbana avanza sobre las zonas de bosque y las agrícolas, que los suelos rurales presentan una degradación avanzada, que el uso del suelo es inapropiado y que la población de bajos ingresos se instala en las periferias de las ciudades. A la larga, este proceso deteriora los recursos naturales: suelo, recursos maderables, agua y el aire, lo que afecta a la sociedad en su conjunto.
Desde la perspectiva económica, el cuidado de los recursos naturales tiende a ser cambiante y, derivado de la expansión del comercio, induce a su disminución en diferentes regiones (Chichilnisky, 1994, pp. 851-874; Brander & Taylor, 1997, pp. 267-297; Karp et al., 2001, pp. 617-648). Por otra parte, y luego de hacer endógena la aplicación de los derechos de propiedad, Copeland & Taylor (2009, pp. 25-49) han mostrado que la expansión del comercio se da en función de los cambios tecnológicos y el diseño de políticas del gobierno. En tanto que uno de los modelos teóricos más aceptados para confirmar lo anterior, y que retoma el factor territorial, se basa en el supuesto de que el espacio es homogéneo además de que recurre a la nueva geografía económica, la teoría del crecimiento endógeno y a la economía de los recursos naturales, las cuales a su vez se vinculan con la investigación de Martin & Ottaviano (1999, pp. 281-302), autores que combinan un modelo de crecimiento endógeno -similar al de Romer (1990, pp. 71-102) y Grossman & Helpman (1991) - con un marco que continúa el trabajo de Helpman & Krugman (1985) y González-Val & Pueyo (2019, p. 33).
De lo anterior podemos concluir que se requiere analizar el territorio para comprender la estructura de la formación espacial, es decir, el sitio donde se desarrollan las relaciones sociales de una ciudad y las formas de uso de los recursos naturales. La transferencia del territorio muestra la estructura de la relación individuo-sociedad-naturaleza, y es en ella en donde quedan reflejados los cambios territoriales. Así, y retomando la definición de territorio como aquello que comprende cualquier extensión de la superficie terrestre habitada por asentamientos humanos donde se conforman relaciones sociales basadas en recursos naturales en procesos de cambio, expresados en elementos de diferente escala, es posible identificar las áreas prioritarias para orientar y optimizar los esfuerzos de conservación de los recursos naturales para la provisión de un determinado servicio (Guevara et al., 2015, p. 27), resultando de todo esto la exigencia de la sustentabilidad en el manejo, aprovechamiento y cuidado de dichos recursos.
Otros estudios al respecto destacan que si bien el proceso urbano determina la evolución de los procesos rurales en las grandes ciudades, también es cierto que los actores agrarios suelen utilizar diversas estrategias para sobrevivir y han impuesto modalidades específicas a la urbanización (Banzo, 2005, p. 237). Entre otras, el papel dado al territorio periurbano como portador de recursos escasos, como el agua, los bosques, la biodiversidad, la estabilidad de los componentes del suelo, etcétera, que son necesarios para un equilibrio ecológico que permita la supervivencia de las ciudades (Méndez, 2005, pp. 98-99) y de los propios habitantes de las que se encuentran en países en desarrollo, y que aun recurren a sus recursos como la leña para satisfacer sus necesidades cotidianas.
Ante esto, conviene señalar que, para que una región o territorio pueda organizar el futuro de sus recursos de un modo sustentable, debe tomar en cuenta el aspecto material-natural y el capital humano, el cual interactúa directamente con los recursos naturales y afecta el crecimiento económico. Un manejo no sustentable de los recursos naturales afecta el crecimiento en países con bajos niveles de capital humano. Bravo-Ortega & Gregorio (2005) han mostrado que un efecto de separación de la abundancia de los recursos naturales es positivo para el crecimiento en los países con abundancia de capital humano.
Por otro lado, Lederman & Maloney (2007, pp. 1-396) afirman que los países ricos que han explotado con éxito sus recursos naturales para el desarrollo, tales como Australia y Noruega, poseen niveles altos de crecimiento de capital humano, de donde concluyen que esos recursos se reducen solo cuando el nivel de capital humano es bajo. Sin embargo, Gylfason (2001, pp. 847-859) argumenta que la abundancia de los recursos naturales tiende a mover otras formas de capital, como el humano, el físico y el social. En resumen, las ciudades que no invierten en capital humano enfrentan dificultades para dejar de depender de productos primarios, y como resultado experimentan una limitada diversificación en sus economías (Zallé, 2018, p. 9), lo que tarde o temprano afecta la sustentabilidad de su desarrollo.
Desde el punto de vista de la funcionalidad de las ciudades, se esperaría que el manejo energético sustentable eficiente la mejore debido a las oportunidades que así generan, y que ello impulse a la población a buscar las que les oferten más y mejores ventajas para su bienestar. Pero si el manejo energético no es una fortaleza, termina convirtiéndose en una debilidad e incluso en amenaza, la que a su vez impulsa las desigualdades territoriales, los conflictos y la concentración anárquica del desarrollo urbano. El aumento de estas dificultades necesariamente implica enfrentar las necesidades de energía de las ciudades de manera sustentable para sus actividades cotidianas, lo que abarca el consumo de leña como recurso para satisfacerlas. Ahora bien, dado que los recursos naturales -particularmente el suelo, el aire, el agua, la flora y la fauna- dan a la sociedad una amplia gama de servicios de provisión, regulación y de soporte, base de la subsistencia de la población, y que generan desarrollo económico y social, deben manejarse sustentablemente para asegurar su preservación, y no se deben comprometer los servicios ambientales de las futuras generaciones ni causar problemas graves como la erosión o las sequías (Figura 2).
Procedimiento metodológico
Modelo de análisis e hipótesis
Existen metodologías con un enfoque técnico para el análisis del consumo de leña, por ejemplo, la propuesta por el Departamento Nacional de Planeación (DNP) de Colombia y la del Banco Mundial, las cuales proponen indicadores de gestión, resultado, efecto e impacto, a fin de comprobar el funcionamiento de un sistema energético tradicional, así como el efecto ambiental del uso de la madera como fuente energética para la cocción de alimentos (Díaz & Díaz, p. 90). En este artículo, enfocado más al impacto social del consumo de leña en las ciudades, se recurre a una metodología derivada de las teorías arriba descritas: la malthusiana, el paradigma rural-urbano, la visión económica, y básicamente la del desarrollo sustentable. En términos relativos, esta última califica desfavorablemente para el medio ambiente el manejo actual de los recursos naturales, y por ende para el consumo de leña. Desde el punto de vista funcional, el modelo metodológico de este artículo concibe este consumo como una debilidad para la sustentabilidad de las ciudades.
Así, se propone como hipótesis que el consumo de leña, una herencia de los pueblos originarios en los hogares de las ciudades de Oaxaca, reduce el desarrollo sustentable de las ciudades, es decir: que se espera una correlación negativa y significativa entre el consumo de leña y el desarrollo sustentable de las ciudades.
Instrumentos para la base de datos
Para llevar a cabo el análisis se utilizaron distintos indicadores. Los relativos a la población se obtuvieron de los censos y conteos (INEGI, 2000, 2005, 2010b, 2015b; SNIEG, 2014); para el desarrollo, del índice de desarrollo humano nacional y del producto interno bruto (PNUD, 2012). Como ambientales se retomaron el consumo de agua por habitante -que corresponde al consumo individual para beber, limpieza, preparación de alimentos y otros usos domésticos-, y la generación de residuos sólidos para los municipios más urbanizados de Oaxaca (Semarnat, 2015). Para la actividad económica se utilizó la actividad turística (Sectur, 2013); en tanto que los datos respecto de los conflictos en Oaxaca se obtuvieron de SEVITRA (2017). Los indicadores de educación se tomaron de SEP (2012), INEE (2012) y de INAFED (2010); y los de salud de SALUD (2015a, 2015b, 2017; DGIS, 2016) y Katzman (1995, p. 11). En el Cuadro 1 se resumen las variables consideradas en el análisis.
ÍNDICES | INDICADORES | VALORES | |
---|---|---|---|
Índice de consumo de leña (Leña) |
Viviendas con consumo de leña, volumen de leña consumido, total de árboles requeridos | Valores considerados para la correlación bajo la escala: 0.00 a 0.20 (muy baja) 0.21 a 0.40 (baja) 0.41 a 0.60 (media) 0.61 a 0.80 (alta) 0.81 a 1.00 (muy alta) Con una significancia entre 0.00 y 0.05 |
|
Índice funcionalidad estratégica (FEST) |
Funcionalidad estratégica= (fortalezas + oportunidades) - (debilidades + amenazas) | ||
Rango | Funcionalidad estratégica | ||
Mayor de 0.10 | Aceptable | ||
Menor de 0.10 y mayor a -0.10 | Transición | ||
-0.10 y menos | Débil | ||
Índice de desarrollo sustentable (DSUS) |
Factor económico (IE) | Unidades económicas (UE) |
Y’ = a + bXi donde DSUS = a + b (FEST) donde DSUS = PromΣ (IE, IS, IA) donde IE = PromΣ (UE, I) ; IS = PromΣ (SA, EDU, POB); IA = Prom Σ (CA, RS) Prom: promedio |
Ingreso per cápita (I) | |||
Factor social (IS) | Salud (SA) | ||
Educación (EDU) | |||
Población (POB) | |||
Factor ambiental (IA) | Consumo de agua por habitante (CA) | ||
Generación de residuos sólidos (RS) | |||
Fortalezas (FORT) | EDU: educación POB: población VIV: vivienda DSUS: desarrollo sustentable |
Valores de los índices: 0 a 0.2 Muy bajo 0.21 a 0.4 Bajo 0.41 a 0.6 Medio 0.61 a 0.8 Alto 0.81 a 1 Muy alto |
|
Oportunidades (OPOR) |
TUR: turismo GEST: gestión pública |
||
Debilidades (DEBI) |
DESG: desigualdades sociales CONC: concentración territorial extrema |
||
Amenazas (AMEN) |
CAMC: cambio climático CONF: conflictos sociales |
Fuente: Elaboración propia.
Acerca del consumo de leña, se tomó como base el total de viviendas que reportan su consumo (INEGI, 2000, 2005, 2010b, 2015b). A partir de estos datos, con el total de habitantes y con referencia a la madera del pino silvestre de los bosques templados, se calculó el consumo de leña en los hogares. Acerca de esto, se acepta que un metro cúbico de leña verde pesa aproximadamente 800 kg, pero si es leña seca aunque mojada, este peso se reduce a 700 kg; la misma cantidad, pero ya seca, pesa más o menos 600 kg después de cinco o seis meses en esa condición, y se reduce hasta los 500 kg si lleva un año de secado. No obstante, y a pesar de un año de secado puede pesar 600 kg si la mayor parte de sus troncos son de gran diámetro, más de 20 cm; o 400 kg si todos los troncos son delgados, es decir, que tengan menos de 6 cm de diámetro (Themol.be, 2019).
Tomando como referencia datos de plantaciones dendroenergéticas, se calcula el equivalente a los árboles consumidos considerando que la densidad inicial de una plantación de pinos es variable: 1110, 830, 625 y 400 árboles por ha; si bien la más frecuente es la primera, misma que posteriormente se somete a raleos para terminar en una densidad final de 250 árboles por ha (Gestión Forestal, 2019).
Instrumentos para el análisis de la información
El análisis de la información tiene un enfoque cuantitativo que deriva de aplicar la técnica estadística de regresión; es de este modo que se obtiene la asociación entre variables, considerando los valores estandarizados de los indicadores para extraer los índices de desarrollo sustentable, consumo de leña y funcionalidad estratégica, con base en la metodología de Sepúlveda (2008).
Los indicadores referidos se transforman en probabilidades de ocurrencia mediante el teorema de Bayes, el cual consiste en partir de una situación en la que es posible conocer las probabilidades de que ocurra una serie de sucesos Ai, conociendo que ha ocurrido el suceso B (Salinas, 2019). Para analizar el uso de la leña en las ciudades, el teorema de Bayes es útil porque incorpora el contexto en el que se dan las variables, y a través del mismo se visualiza la probabilidad de ocurrencia de la problemática en cuestión.
Para comprobar la hipótesis se ha tomado como referencia el valor del coeficiente de correlación derivado de la regresión entre el valor del “índice del consumo de leña” (LEÑA) en las ciudades, y el “índice de desarrollo sustentable” (DSUS) de las ciudades para el periodo 2000-2015. La correlación será válida si Corr (LEÑA-DSUS) > 0.60, y que además posea una significancia ≥ 90%. El valor obtenido en sentido positivo o negativo se evaluará con la escala: 0.00 a 0.20 (muy baja), 0.21 a 0.40 (baja), 0.41 a 0.60 (media), 0.61 a 0.80 (alta), y 0.81 a 1.00 (muy alta). Asimismo se valora el comportamiento de las tendencias de las variables observando sus tasas de crecimiento en proporción de sus frecuencias.
El análisis de la relación funcional entre el consumo de leña y la funcionalidad se lleva a cabo mediante diversos indicadores (Cuadro 1), además de la Corr (LEÑA-FEST) > 0.60 y una significancia ≥ 90%, y el análisis de redes apoyándose en la matriz de correlaciones entre el consumo de leña y el índice de desarrollo sustentable, considerando las ciudades como nodos de una red G= (V, E), donde V es su conjunto de vértices (v) y E su conjunto de aristas. La centralidad de grado (CENT) se define como CENT(v) = grado (v), donde la centralidad es la medida que corresponde al número de enlaces (r) que posee un nodo con los demás. Si para cada nodo (v ∈ V) se tiene la matriz de adyacencia, entonces la interacción de cada nodo j, equivalente a su centralidad de grado, puede definirse como CENT (j) = ∑rij = ∑ {Corr (LEÑA-DSUS)ij /dij2}, donde dij es la distancia entre los nodos (ciudades), y las correlaciones existentes entre los nodos operan como elementos de un modelo gravitacional. Para la construcción de las “redes” respectivas se ha utilizado la aplicación del programa ucinet 6 para Windows, versión 6.572.
Resultados
Las ciudades oaxaqueñas pueden clasificarse según estratos poblacionales: las pequeñas tienen menos de 50 mil habitantes, las medianas entre 50 y 100 mil habitantes, las grandes entre 100 y 250 mil habitantes. En tanto que se denomina zonas metropolitanas a las que poseen más de 250 mil habitantes. En el Cuadro 2 y la Figura 1 se indica su nomenclatura y parte de su información geográfica. La clasificación referida permite comparar entre ciudades, de modo que el tamaño o tipo de estas muestra las variaciones en su consumo de leña.
Nombre oficial | Nombre cotidiano | Abreviatura | Población | % Población originaria | Coordenadas geográficas | Región en Oaxaca | Tipo de ciudad | ||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Latitud Norte |
Longitud Oeste |
Altitud msnm | |||||||
Ixtlán de Juárez | Ixtlán | IXN | 8268 | 61.88 | 17º19’50’’ | 96º29’14” | 2030 | Sierra Norte (76.3%) ** |
Pequeñas ciudades |
San Juan Bautista Cuicatlán | Cuicatlán | CUI | 9945 | 13.82 | 17º47’55’’ | 96º57’35” | 620 | Cañada (71.5%) |
|
Teotitlán de Flores Magón | Teotitlán | TEO | 9876 | 17.83 | 18º07’57’’ | 97º04’20” | 1067 | Cañada | |
Ciudad Ixtepec | Ixtepec | IXP | 22 675 | 21.05 | 16°33’46” | 95°06’00” | 61 | Istmo (31.5%) |
|
Loma Bonita | Loma Bonita | LOB | 40 877 | 2.56 | 18°06’25” | 95°52’50” | 30 | Papaloapan (38%) |
|
Matías Romero Avendaño | Matías Romero | MAR | 40 709 | 12.00 | 16°52’20” | 95°02'30” | 198 | Istmo | |
Miahuatlán de Porfirio Díaz | Miahuatlán | MIA | 32 555 | 9.56 | 16°19’42” | 96°35’46” | 1558 | Sierra Sur (33.6%) |
|
Ocotlán de Morelos | Ocotlán | OCO | 18 183 | 3.65 | 16°47’29” | 96°40’30” | 1513 | Valles Centrales (16.4%) |
|
Puerto Escondido | Puerto | PES | 32 471 | 3.41 | 15°51’43” | 97°04’18” | 65 | Costa (31%) |
|
Heroica Ciudad de Tlaxiaco | Tlaxiaco | TLX | 29 026 | 25.87 | 17°16’10” | 97°40’45” | 2063 | Mixteca (36.1%) |
|
Crucecita | Huatulco | CRU | 28 327 | 4.25 | 15°46’08” | 96°08’06” | 35 | Costa | |
Santiago Pinotepa Nacional | Pinotepa | PIN | 44 193 | 19.04 | 16°20’17” | 98°03’01” | 199 | Costa | |
Heroica Ciudad de Huajuapan de León | Huajuapan | HJP | 53 219 | 7.88 | 17°48’14” | 97°46’33” | 1584 | Mixteca | Medianas ciudades |
Heroica Ciudad de Juchitán de Zaragoza | Juchitán | JUC | 78 512 | 57.49 | 16°26’00” | 95°01’10” | 20 | Istmo | |
San Juan Bautista Tuxtepec | Tuxtepec | TUX | 133 913 | 13.42 | 18°05’10” | 96°07’26” | 20 | Papaloapan | Grandes ciudades |
Zona Metropolitana de Tehuantepec | ZMT | ZMT | 145 567 | 12.75 | 16°19’28” | 95°14’27” | 44 | Istmo | Zonas metropolitanas |
Zona Metropolitana de Oaxaca | ZMO | ZMO | 501,283 | 8.33 | 17°3’55” | 96°43’25” | 1567 | Valles Centrales | Zona Metropolitana de Oaxaca |
** Porcentaje regional de población originaria.
Fuente: Tomado de Martínez (2018), con base en el Sistema de Información Municipal (SNIEG, 2014).
La población de Oaxaca se distribuye entre un 77% urbana y 23% rural, con un promedio de 41 habitantes por km2 (INEGI, 2010b). El 34% de su población total se estima como originaria (INEGI, 2010a). Por su parte, la ZMO, el área urbana de mayor tamaño poblacional, cuenta con una superficie de 602.7 km2 y una población de 659 234 habs., que equivalen al 16.62% del total estatal (INEGI, 2015b). Ixtlán reporta el mayor porcentaje de población originaria (61.88%), y Loma Bonita la menor (2.56%). Y mientras la ZMO cuenta con el 8.33% de población originaria, el promedio de esta en las ciudades es del 17.34%, y por región del 42%; un dato que nos muestra que las ciudades de Oaxaca tienen características multiculturales propias (Cuadro 2).
En 2015 las ciudades presentaban un nivel de desarrollo humano alto con valores por encima de 0.80, a excepción de Miahuatlán y Cuicatlán, cuyo índice de desarrollo era medio. Salvo Ixtepec, la tasa de crecimiento de 2000-2015 ha sido de aumento constante, lo que arroja un avance en el bienestar y desarrollo de las ciudades oaxaqueñas.
Las principales concentraciones de vivienda de Oaxaca se encuentran en las zonas metropolitanas. La más grande es la ZMO con 155 941 viviendas y la menor, Ixtlán con 1934. Es un rubro que ha crecido en esta entidad año con año. En 2010, se registraron 941 536 viviendas particulares, 94% con excusado, 94% con energía eléctrica, 70% con drenaje, 69% con agua entubada, aunque solo el 54% cuenta con todos los servicios a la vez. La conectividad en el municipio de Oaxaca, según INEGI (2015a), muestra que, de 64 344 viviendas, el 89.8% disponía de televisión, 78.8% de refrigerador, 55.9% de lavadora, pero solo el 28.9% de computadora. En relación con la telefonía móvil, 40% contaba con teléfono celular, un número más reducido con internet, y en 30% de las viviendas aún se utiliza la leña como recurso energético básico.
Respecto a las desigualdades, el 55% de la población vivía en las áreas geográficas con alta y muy alta marginación, que a su vez representaban el 60% de las mismas, en contraste con el 14% de la población con baja y muy baja marginación (Conapo, 2012). El impacto de la desigualdad se refleja en los factores que determinan la funcionalidad de las ciudades.
En tal sentido, al analizar los indicadores del desarrollo sustentable y la funcionalidad, los cálculos muestran que el valor promedio de las desigualdades (DESG, 0.60) en las ciudades de Oaxaca es alto, por encima del desarrollo sustentable (DSUS, 0.54), con un valor medio. En este nivel medio también se encuentran las debilidades (DEBI, 0.41) y la vivienda (VIV, 0.41). El consumo de leña (LEÑA, 0.27) ostenta un valor promedio. La funcionalidad estratégica, sin tomar en cuenta el consumo de leña (FEST, 0.00), manifiesta el menor valor comparada con los factores que la determinan. Cuando se incluye ese consumo, la funcionalidad con leña aumenta ligeramente su valor (0.03) (Gráfica 1). En general, el valor de la funcionalidad del conjunto de las ciudades de Oaxaca indica que las fortalezas y oportunidades no superan sus debilidades y amenazas. Solo la Zona Metropolitana de Oaxaca y Puerto Escondido destacan por ofrecer más oportunidades de desarrollo que el resto de las ciudades.
Notas: TUR: turismo; EDU: educación; CONC: concentración territorial extrema; DESG: desigualdades sociales; POB: población; VIV: vivienda; CAMC: cambio climático; CONF: conflictos sociales; GEST: gestión pública; LEÑA: consumo de leña; FORT: Fortalezas; OPOR: Oportunidades; DEBI: Debilidades; AMEN: Amenazas; DSUS: Desarrollo Sustentable; FEST: Funcionalidad Estratégica; FESTleña: Funcionalidad Estratégica con leña; SA: Salud.
Fuente: Elaboración propia con datos del Cuadro 3.
CIUDADES | FORT | OPOR | DEBI | AMEN | DSUS | FEST | FEST leña | CAMBIO FEST |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
ZMO | 0.84 | 0.48 | 0.44 | 0.18 | 0.56 | 1.00 | 0.97 | -2.73 |
PES | 0.19 | 0.82 | 0.39 | 0.18 | 0.61 | 0.11 | 0.20 | 77.50 |
CRU | 0.17 | 0.5 | 0.41 | 0.09 | 0.57 | 0.05 | 0.15 | 211.04 |
ZMT | 0.32 | 0.33 | 0.39 | 0.2 | 0.57 | 0.04 | -0.06 | -259.37 |
TUX | 0.29 | 0.28 | 0.45 | 0.1 | 0.49 | 0.10 | -0.05 | -154.00 |
HJP | 0.21 | 0.39 | 0.42 | 0.14 | 0.62 | -0.03 | 0.06 | -341.47 |
JUC | 0.2 | 0.29 | 0.44 | 0.24 | 0.5 | -0.14 | -0.10 | -29.30 |
IXP | 0.17 | 0.25 | 0.44 | 0.51 | 0.44 | -0.48 | -0.42 | -12.34 |
OCO | 0.15 | 0.31 | 0.39 | 0.16 | 0.47 | -0.13 | -0.05 | -64.48 |
MIA | 0.14 | 0.25 | 0.43 | 0.05 | 0.44 | -0.11 | -0.08 | -24.49 |
IXN | 0.11 | 0.29 | 0.45 | 0.1 | 0.52 | -0.28 | -0.19 | -32.19 |
TLA | 0.17 | 0.4 | 0.3 | 0.14 | 0.53 | 0.03 | 0.06 | 110.46 |
LOB | 0.16 | 0.3 | 0.47 | 0.03 | 0.59 | -0.07 | 0.02 | -131.68 |
CUI | 0.12 | 0.2 | 0.45 | 0 | 0.55 | -0.14 | -0.03 | -76.06 |
PIN | 0.19 | 0.17 | 0.32 | 0.01 | 0.55 | 0.03 | 0.03 | 18.12 |
MAR | 0.18 | 0.23 | 0.36 | 0.01 | 0.61 | 0.03 | 0.16 | 366.16 |
TEO | 0.12 | 0.22 | 0.4 | 0.01 | 0.57 | -0.09 | -0.10 | 15.82 |
PROMEDIO | 0.22 | 0.34 | 0.41 | 0.13 | 0.54 | 0.00 | 0.03 | -19.35 |
Notas: IXN: Ixtlán; CIU: Cuicatlán; TEO: Teotitlán; IXP: Ixtepec; LOB: Loma bonita; MAR: Matías Romero; MIA: Miahuatlán; OCO: Ocotlán; PES: Puerto escondido; TLX: Tlaxiaco; CRU: Huatulco; PIN: Pinotepa nacional; HJP: Huajuapan; JUC: Juchitán; TUX: Tuxtepec; ZMO: Zona Metropolitana de Oaxaca; ZMT: Zona Metropolitana de Tehuantepec. FORT: Fortalezas; OPOR: Oportunidades; DEBI: Debilidades; AMEN: Amenazas; DSUS: Desarrollo Sustentable; FEST: Funcionalidad Estratégica; FESTleña: Funcionalidad Estratégica con leña; CAMBIO FEST: Cambio de la Funcionalidad Estratégica.
Fuente: Elaboración propia.
El promedio estatal del consumo de leña es del 30% de los hogares. Por tipo de ciudad, el promedio de viviendas que consumen leña es mayor en las pequeñas (50%); y en estas, el consumo cotidiano de leña en los hogares también es el mayor. Por ciudad, y en relación con los valores relativos del uso de leña en los hogares, el hallazgo es que la mayor probabilidad de encontrar viviendas en las cuales se consume leña es en Ixtlán (11%), Cuicatlán (10%), Miahuatlán (9%), Tlaxiaco (8%), Pinotepa, Ocotlán y Tuxtepec (con el 7%) (Cuadro 4).
Ciudades y regiones |
Probabilidad de consumo (%) |
Tasas de crec. (%) |
Viviendas que usan leña |
Ton. Promedio/ año |
Consumo de pinos |
Ha consumidas |
Terrenos 10x20 deforestados por ciudad |
---|---|---|---|---|---|---|---|
Z. Metropolitanas | 4.14 | 2.53 | 13 869 | 6293 | 16601 | 1660 | 3320.00 |
Grandes | 5.99 | 3.61 | 7218 | 5269 | 16522 | 826 | 3304.00 |
Medianas | 5.17 | 1.81 | 2825 | 917 | 10834 | 310 | 2167.00 |
Pequeñas | 8.81 | 1.67 | 1325 | 1290 | 2379 | 159 | 476.00 |
Cañada | 1.29 | 7.57 | 1527.93 | 6.11 | 305.59 | 7 454 760 | 7454.76 |
Costa | 2.44 | 5.99 | 7291.32 | 29.17 | 1458.26 | 35 574 360 | 35 574.36 |
Istmo | 1.90 | 3.61 | 10 542.28 | 42.17 | 2108.46 | 51 435 800 | 51 435.80 |
Mixteca | 2.36 | 5.67 | 4381.50 | 17.53 | 876.30 | 21 377 320 | 21 377.32 |
Papaloapan | 2.77 | 5.87 | 11 067.75 | 44.27 | 2213.55 | 53 999 560 | 53 999.56 |
S. Norte | 1.32 | 11.29 | 851.04 | 3.40 | 170.21 | 4 152 240 | 4152.24 |
S. Sur | 2.93 | 9.03 | 3256.35 | 13.03 | 651.27 | 15 887 720 | 15 887.72 |
V. Centrales | 3.48 | 4.54 | 10 866.66 | 43.47 | 2173.33 | 53 018 440 | 53 018.44 |
Estandarización de valores | |||||||
Z. Metropolitanas | 0.00 | 0.45 | 1.00 | 1.00 | 1.00 | 1.00 | 1.00 |
Grandes | 0.40 | 1.00 | 0.47 | 0.81 | 0.99 | 0.44 | 0.99 |
Medianas | 0.22 | 0.07 | 0.12 | 0.00 | 0.59 | 0.10 | 0.59 |
Pequeñas | 1.00 | 0.00 | 0.00 | 0.07 | 0.00 | 0.00 | 0.00 |
Cañada | 0.07 | 0.07 | 0.07 | 0.07 | 0.07 | 0.00 | 0.52 |
Costa | 0.63 | 0.63 | 0.63 | 0.63 | 0.63 | 0.52 | 0.31 |
Istmo | 0.95 | 0.95 | 0.95 | 0.95 | 0.95 | 0.28 | 0.00 |
Mixteca | 0.35 | 0.35 | 0.35 | 0.35 | 0.35 | 0.49 | 0.27 |
Papaloapan | 1.00 | 1.00 | 1.00 | 1.00 | 1.00 | 0.68 | 0.29 |
S. Norte | 0.00 | 0.00 | 0.00 | 0.00 | 0.00 | 0.01 | 1.00 |
S. Sur | 0.24 | 0.24 | 0.24 | 0.24 | 0.24 | 0.75 | 0.71 |
V. Centrales | 0.98 | 0.98 | 0.98 | 0.98 | 0.98 | 1.00 | 0.12 |
Fuente: Elaboración propia con datos de INEGI (2000, 2005, 2010b).
La estandarización de los valores del consumo de leña muestra que son las zonas metropolitanas y las grandes ciudades las de mayores tendencias de consumos de leña a nivel territorial, y que las medianas y pequeñas ciudades son donde ese consumo es de menor crecimiento. Esto se replica en las regiones: las que tienen como lugares centrales a ciudades pequeñas (Cañada y Sierra Norte) consumen menos leña en términos absolutos; en tanto que en las regiones donde los lugares centrales son las grandes ciudades y zonas metropolitanas (Valles Centrales, Istmo y Papaloapan), el consumo es mayor.
En cuanto al crecimiento anual del consumo de leña, el conjunto de las ciudades de Oaxaca señala una tasa del 2.29%. Tuxtepec ostenta el mayor crecimiento (5.25%), seguida por Huajuapan (3.71%) y Puerto Escondido (3.35%). Las de menor crecimiento son Cuicatlán, Loma Bonita y Matías Romero con tasas de alrededor del 1.5%. También se observa que son las grandes ciudades donde más crece el consumo de leña (3.61% anual), y después de estas aparecen las zonas metropolitanas (2.53%). El menor crecimiento pertenece a las pequeñas ciudades (1.67% anual), donde destaca la población originaria. En todos los casos, estas tasas son superiores al crecimiento de la población en el estado de Oaxaca que en el periodo 2010-2015 fue del 1.4%, lo que indica que existe una tendencia a una mayor deforestación en el futuro inmediato por necesidades energéticas en las ciudades, y que estas necesidades no son satisfechas por otro tipo de energías.
La interacción del desarrollo sustentable de las ciudades con el consumo de leña, que muestra la funcionalidad de las ciudades en este aspecto, arroja una red (Figura 3) de muy baja densidad (0.00%), muy baja centralización (6.21%), y muy baja centralidad. Solo se advierte una relación espacial entre Ixtepec y Juchitán, y en menor medida entre Ocotlán y la Zona Metropolitana de Oaxaca, pero debido a la baja interacción existente en la red, las mismas pueden considerarse significativas localmente, pero no en el total del territorio, lo que indica que entre las ciudades no existe una relación que explique el consumo de leña del conjunto según los niveles de desarrollo existentes (Cuadro 5), sino que cada una de ellas manifiesta una influencia, o actúa en sus microrregiones inmediatas.
Nota: IXN: Ixtlán; CIU: Cuicatlán; TEO: Teotitlán; IXP: Ixtepec; LOB: Loma bonita; MAR: Matías Romero; MIA: Miahuatlán; OCO: Ocotlán; PES: Puerto escondido; TLX: Tlaxiaco; CRU: Huatulco; PIN: Pinotepa nacional; HJP: Huajuapan; JUC: Juchitán; TUX: Tuxtepec; ZMO: Zona Metropolitana de Oaxaca; ZMT: Zona Metropolitana de Tehuantepec. El color oscuro indica las interacciones más fuertes de la red.
Ciudades | TUR | EDU | CONC | DESG | POB | VIV | CAMC | CONF | GEST | LEÑA | CENT |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
ZMO | 1.00 | 1.00 | 0.3 | 0.59 | 1.00 | 0.52 | 0.31 | 0.77 | 1.00 | 1.00 | 0.021 |
TUX | 0.28 | 0.19 | 0.3 | 0.61 | 0.24 | 0.44 | 0.2 | 0.18 | 0.25 | 0.95 | 0.02 |
ZMT | 0.33 | 0.22 | 0.12 | 0.66 | 0.24 | 0.50 | 0.39 | 0.10 | 0.22 | 0.69 | 0.006 |
MAR | 0.23 | 0.06 | 0.14 | 0.59 | 0.05 | 0.43 | 0.11 | 0.03 | 0.04 | 0.00 | 0.016 |
PIN | 0.17 | 0.06 | 0.06 | 0.59 | 0.07 | 0.44 | 0.20 | 0.14 | 0.06 | 0.32 | 0.003 |
JUC | 0.29 | 0.06 | 0.30 | 0.59 | 0.14 | 0.40 | 0.14 | 0.22 | 0.12 | 0.25 | 0.071 |
HJP | 0.39 | 0.12 | 0.30 | 0.55 | 0.11 | 0.41 | 0.24 | 0.06 | 0.10 | 0.15 | 0.005 |
TLA | 0.40 | 0.06 | 0.00 | 0.59 | 0.05 | 0.40 | 0.26 | 0.01 | 0.04 | 0.22 | 0.006 |
IXP | 0.25 | 0.01 | 0.30 | 0.59 | 0.03 | 0.47 | 0.15 | 0.08 | 0.02 | 0.04 | 0.073 |
MIA | 0.25 | 0.03 | 0.30 | 0.57 | 0.06 | 0.34 | 0.22 | 0.00 | 0.03 | 0.30 | 0.011 |
PES | 0.82 | 0.04 | 0.21 | 0.57 | 0.06 | 0.48 | 0.28 | 0.22 | 0.03 | 0.18 | 0.005 |
CRU | 0.50 | 0.05 | 0.22 | 0.61 | 0.06 | 0.40 | 0.54 | 0.08 | 0.09 | 0.13 | 0.006 |
LOB | 0.30 | 0.03 | 0.30 | 0.64 | 0.05 | 0.39 | 0.10 | 0.01 | 0.05 | 0.14 | 0.019 |
TEO | 0.22 | 0.02 | 0.21 | 0.6 | 0.00 | 0.34 | 0.10 | 0.01 | 0.00 | 0.00 | 0.010 |
OCO | 0.31 | 0.09 | 0.19 | 0.59 | 0.02 | 0.35 | 0.39 | 0.00 | 0.01 | 0.07 | 0.020 |
CUI | 0.20 | 0.01 | 0.30 | 0.60 | 0.00 | 0.34 | 0.10 | 0.01 | 0.00 | 0.06 | 0.011 |
IXN | 0.29 | 0.00 | 0.30 | 0.60 | 0.00 | 0.34 | 0.10 | 0.00 | 0.00 | 0.04 | 0.011 |
PROMEDIO | 0.37 | 0.12 | 0.22 | 0.60 | 0.13 | 0.41 | 0.23 | 0.11 | 0.12 | 0.27 | 0.018 |
Notas: IXN: Ixtlán; CIU: Cuicatlán; TEO: Teotitlán; IXP: Ixtepec; LOB: Loma bonita; MAR: Matías Romero; MIA: Miahuatlán; OCO: Ocotlán; PES: Puerto escondido; TLX: Tlaxiaco; CRU: Huatulco; PIN: Pinotepa nacional; HJP: Huajuapan; JUC: Juchitán; TUX: Tuxtepec; ZMO: Zona Metropolitana de Oaxaca; ZMT: Zona Metropolitana de Tehuantepec. TUR: turismo; EDU: educación; CONC: concentración territorial extrema; DESG: desigualdades sociales; POB: población; VIV: vivienda; CAMC: cambio climático; CONF: conflictos sociales; GEST: gestión pública; LEÑA: consumo de leña; CENT: centralidad de grado.
Fuente: Elaboración propia con base en datos de SNIEG (2014), INEGI (2000, 2005, 2010b, 2015b), PNUD (2012), Sectur (2013), Semarnat (2015) y SEVITRA (2017).
Por volumen, las ciudades que consumen más toneladas de leña al año son la Zona Metropolitana de Oaxaca, Tuxtepec y la Zona Metropolitana de Tehuantepec; y las que menos: Ixtlán, Teotitlán y Cuicatlán. Las zonas metropolitanas, con 6293 ton, y las grandes ciudades, con 5269 ton, son las que consumen más volumen de leña por año; y las ciudades medianas (917 ton), las que menos. En conjunto, estas ciudades consumen anualmente un equivalente cercano a 50 000 pinos para satisfacer su demanda, que a su vez corresponde a la deforestación de cerca de 200 ha de bosque por año. Las zonas metropolitanas requieren 33 ha promedio por año, seguidas por las grandes ciudades (17 ha promedio por año), y en menor medida las pequeñas ciudades (3 ha promedio por año).
La comparación de las tendencias del desarrollo sustentable y la funcionalidad estratégica con y sin leña se muestra en la Gráfica 2. La Zona Metropolitana de Oaxaca presenta los niveles más altos de funcionalidad (nivel muy alto, 1.00), y un alto nivel de desarrollo sustentable (0.69). En el extremo opuesto se halla Matías Romero, en el istmo de Tehuantepec, aunque sus valores medios de desarrollo sustentable son de 0.50, y registra la menor funcionalidad, esto es, nivel muy bajo, -0.54. En general, la correlación que se da entre la funcionalidad y el desarrollo sustentable es baja y no significativa en el análisis con o sin leña (0.251, sig. 0.316 sin leña; 0.291, sig. 0.242 con leña). De este comportamiento se deduce que en las ciudades no existe una tendencia a la asociación entre su funcionalidad estratégica y sus niveles de desarrollo, es decir, si la funcionalidad se ve afectada, esto no necesariamente sucede con el desarrollo, y viceversa.
Notas: IXN: Ixtlán; CIU: Cuicatlán; TEO: Teotitlán; IXP: Ixtepec; LOB: Loma bonita; MAR: Matías Romero; MIA: Miahuatlán; OCO: Ocotlán; PES: Puerto escondido; TLX: Tlaxiaco; CRU: Huatulco; PIN: Pinotepa nacional; HJP: Huajuapan; JUC: Juchitán; TUX: Tuxtepec; ZMO: Zona Metropolitana de Oaxaca; ZMT: Zona Metropolitana de Tehuantepec. FEST: Funcionalidad Estratégica; DSUS: Desarrollo Sustentable; FESTleña: Funcionalidad Estratégica con leña.
Fuente: Elaboración propia con datos de INEGI (2000, 2005, 2010b).
El análisis también muestra una correlación media significativa y positiva, con un valor de 0.47 (sig. 0.03) entre el consumo de leña y la funcionalidad de las ciudades, lo que indica que el consumo de leña aumenta con la funcionalidad de las ciudades analizadas (Figura 4). Este consumo, por el signo negativo que manifiesta en el análisis de regresión, aparece como una debilidad de las ciudades, lo que puede interpretarse como un síntoma en ellas de la no sustentabilidad de esta alternativa energética.
Nota: TUR: turismo; EDU: educación; CONC: concentración territorial extrema; DESG: desigualdades sociales; POB: población; VIV: vivienda; CAMC: cambio climático; CONF: conflictos sociales; GEST: gestión pública; LEÑA: consumo de leña; SA: Salud; DSUS: Desarrollo Sustentable; CTE: valor constante del análisis estadístico.
Por lo que atañe a la relación entre el consumo de leña y el desarrollo sustentable, el análisis señala que existe una correlación media significativa y positiva con un valor de 0.52 (sig. 0.03) entre el consumo de leña y el desarrollo sustentable de las ciudades, por lo que se rechaza la hipótesis del artículo en cuanto a que el consumo de leña reduce el desarrollo sustentable de las ciudades.
Discusión y conclusiones
La reflexión acerca del porqué no se cumple la hipótesis planteada en el artículo -el consumo de leña afecta negativamente el desarrollo sustentable de las ciudades-, sino que, al contrario, conforme aumentan los niveles de desarrollo crece el consumo de leña, nos lleva a concluir que ello se debe a que actualmente en todas las ciudades de Oaxaca influyen aspectos como: a) la existencia de la cultura energética tradicional, en particular la de la población originaria que ha emigrado del campo a la ciudad y que sigue habituada al manejo de la leña; b) el consumo energético de la población que habita las zonas marginadas de las ciudades, la cual se encuentra sometida a los efectos de las desigualdades, por las que es difícil acceder a recursos como la electricidad o el gas, entre otras razones, por faltar la infraestructura básica, como caminos o calles en buen estado; y c) por la falta de nuevas alternativas energéticas, como la energía solar para calentadores u ollas solares con las que se puede mitigar el consumo de leña en los hogares.
Aunque en términos relativos es en las pequeñas ciudades en las que la mayoría de los hogares utiliza la leña para sus actividades cotidianas, y son las que poseen un fuerte predominio de población originaria, puede decirse que por el volumen de leña que consumen, las ciudades que más afectan el medio ambiente y la sustentabilidad, son las zonas metropolitanas y las grandes ciudades de Oaxaca. En todos los casos esto refleja que no existe en ellas un consumo energético sustentable.
También significa que, conforme transcurre el tiempo, crece la población y la funcionalidad, y con este comportamiento todas las ciudades generan un mayor impacto ambiental negativo tanto en sus microrregiones de influencia como en microrregiones alejadas de donde se surten de leña, lo que se refleja en la deforestación, que, junto con los incendios forestales, dañaron en 2019 50 000 ha en Oaxaca (Maya, 2019); esto se explica porque el consumo de leña y carbón son los recursos básicos que satisfacen las necesidades energéticas de la mayoría de los hogares marginados, lo cual repercute en la salud urbana de las ciudades analizadas, pues, como señala la Organización Mundial de la Salud, la contaminación del aire de interiores causa miles de defunciones, y afecta a millones de personas que sufren de dificultad para respirar, irritación ocular y enfermedades respiratorias crónicas (OMS, 2007, p. 4).
Dado que el análisis del presente artículo sugiere que conforme las ciudades de Oaxaca mejoran sus desarrollo y funcionalidad también aumenta relativamente su consumo de leña, lo recomendable en el corto plazo es impulsar el consumo energético sustentable de la leña mediante estufas ahorradoras o con apoyo de tecnologías sustentables como los hornos solares, independientemente de que se suministre el equipamiento e infraestructura para el mejor acceso a servicios como el gas y la electricidad.
La persistente falta de alternativas energéticas para las zonas marginadas de las ciudades oaxaqueñas refleja las desigualdades sociales que arrastran las ciudades en su economía, organización política, acceso a infraestructura y servicios, etcétera, y que el bienestar social mejoraría sustancialmente si esas desigualdades fueran atacadas intencionalmente por medio de políticas públicas equitativas en todos los aspectos. En resumen, como se señaló en la parte teórica del artículo, el consumo de leña, preferentemente en sus zonas marginadas, y en las ciudades que poseen mayoritariamente una población originaria, confirma que “la dimensión espacial de la ciudad no es otra cosa que la proyección de la sociedad sobre el territorio” (Lamy, 2006), en este caso, de una sociedad que permanentemente convive con la desigualdad.