Anexo

 

Estructura socioeconómica de Santiago del Estero

Ubicada en el noroeste de Argentina, es la más provincia antigua del país. Sus ciudades más importantes son Santiago del Estero, la capital, y La Banda, que constituyen un conurbado bastante homogéneo en el que habita casi la mitad de su escasa población, de 725 493 habitantes, en relación con su dilatada extensión.

Con un contexto de atraso y exclusión que alcanza a casi toda la población, es una de las provincias más pobres, tal como se expresa en la mayoría de los indicadores del Instituto Nacional de Estadística y Censos de Argentina, en los que registra los valores más bajos respecto del promedio nacional. Es dirigido por una élite que vive del control de los recursos estatales; está colonizada por intereses sectoriales que obturaron el sentido de lo público; la clase política se articula con un pequeño sector económico poco dispuesto a relegar sus beneficios.

El sistema productivo (López 1998: 9) muestra una evidente debilidad estructural y subdesarrollo interno: producción primaria sin industria, comercialización adecuada y un continuo deterioro cualitativo y cuantitativo de la fuerza de trabajo. Dada la exigua producción interna, su economía se sostiene en la coparticipación federal, que alcanza 80% de sus ingresos totales (IERAL, 2004: 3), lo que hace entendible que el producto bruto interno se ubique en el último lugar del país, lejos ocho veces del más alto, que corresponde a la capital federal, 1746 frente a 14 767 dólares, respectivamente. Lejos de cambiar, dicha estructura se hizo más patente en los años en los que se realizó esta investigación.

En relación con el empleo, detenta una de las tasas de actividad más bajas: 31%, mientras el promedio nacional es 43%; junto a una de las tasas más bajas de desempleo. La sumatoria de desempleo y subempleo alcanza al 20% de la población económicamente activa (pea). Las tasas de inactividad y desempleo podrían ser mayores, de no mediar una constante emigración de personas en edad activa hacia otras provincias. Además, la mayoría de quienes trabajan lo hacen en el sector público y, el resto, en servicios, pequeñas manufacturas y actividades agropecuarias.

La pobreza y la indigencia representan 63% y 29%, respectivamente, de la población total. El 16% de los hogares habita en viviendas tipo rancho, porcentaje muy distante del 2.67% del promedio nacional. Más de la mitad de los hogares (52.5%)tiene piso de tierra. Registra el 26.2% del índice de necesidades básicas insatisfechas, casi el doble del promedio nacional (14.3%), lo que le otorga el cuarto lugar del país en ese rubro.

Los indicadores de educación no son más alentadores, puesto que el 6.1% de analfabetos triplica la media nacional; además, tiene una de las tasas más bajas de población con nivel universitario completo (7.8%), lo que contribuye a explicar, por ejemplo, que 77% de la pea tenga el nivel secundario incompleto, y también que 20.7% de las madres no lleguen a completar la escuela primaria. Como suele suceder, también puede sumarse a esos escuálidos indicadores un último dato: 14.8% de los niños muere en sus primeros años de vida y 70% de los santiagueños no tiene cobertura médica (Censo 2001).