Anexo

LOS MONUMENTOS DE YUCATÁN1

 

por el Sr. Barón Emmanuel von Friederichsthal

 

Cuando el señor [John L.] Stephens llegó a Yucatán, después de haber visitado las antigüedades de Copán,2 de Quiché y de Palenque, su compatriota y compañero de viaje, el señor [Frederick] Catherwood, encargado de dibujar todos los monumentos que habían examinado conjuntamente, se encontraba muy debilitado por las enfermedades como para poder continuar con sus trabajos. Por ello, la descripción de los edificios de la península es menos completa que las otras.3 Ya éstos habían sido vistos y dibujados por el señor [Frederick von] Waldeck4 y diversos viajeros también habían hecho mención de esas ruinas impresionantes, cuyas descripciones a menudo parecen maravillosas a muchos europeos, poco acostumbrados a leer las narraciones de los primeros españoles que penetraron en esos parajes. Por otra parte, estudiando las obras de estos últimos, como ya lo ha observado el señor A. von Humboldt, se echa de menos que no estén acompañadas de figuras que puedan dar una idea exacta de los monumentos destruidos por el fanatismo o derruidos por el efecto de un imperdonable descuido.

El señor von Friederichsthal, secretario de la Delegación Austriaca en México y amigo de las artes, que cultiva con inteligencia y éxito, ha explorado y dibujado los antiguos monumentos de este país.

Quiso en seguida ir a California. Sus proyectos fueron contrariados por la anarquía que continuamente desolaba la República Mexicana. Entonces, dirigió sus pasos hacia Guatemala, cuyo espectáculo no resultó más alentador. Descubrió que en ese país la civilización estaba en el grado más bajo. La indolencia es ahí el vicio de todas las clases y aunque no se desconoce del todo el espíritu público, los hombres animados de inspiraciones carecen de unión entre ellos o no tienen la energía suficiente para hacer frente a los perturbadores de la paz pública. Un territorio de 28,000 leguas cuadradas de extensión está solamente ocupado por dos millones de habitantes y, en medio de las discordias y los disturbios de los últimos dieciséis años, tan exiguo número en vez de aumentar más bien disminuyó.5

[República Federal de Centro América]

En circunstancias tan adversas —observa el Sr. von Friederichsthal—6 el importante asunto de unir el océano Atlántico con el Gran Océano7 se ha olvidado por completo y no creo equivocarme al decir que Europa presta más atención a este gran proyecto que toda la población de América Central, la cual ignora por completo las ventajas de un comercio extendido y los medios de favorecerlo.8 No se puede tampoco esperar que este Estado, con recursos tan escasos, pueda alguna vez acabar semejante obra; por ello, al final de la última guerra, se propuso contratar a una de las casas comerciales de París para llevar a cabo la ejecución de este proyecto. A cambio de sus servicios, ésta debía de recibir para sus gastos la concesión de los derechos de peaje y una extensión de 50 leguas cuadradas de tierra.

Los trabajos preliminares ejecutados por orden del rey de Holanda y seguidamente por el gobierno de la América central, no solamente probaron la factibilidad de convertir el río San Juan en navegable, sino que también sirvieron para descubrir dos puntos donde la altitud de la cadena de los Andes es tan poco considerable que permite cortar un paso. Uno de esos puntos es la unión inmediata del lago de Nicaragua con el Gran Océano, que puede ser efectuada por un canal de cinco leguas y media de largo, al sur de la ciudad de Nicaragua.9 La lengua de tierra de en medio sólo tiene una elevación de 487 pies ingleses sobre el nivel del lago, según el informe oficial tomado por Bailey que resulta de sólo 128 pies en el Gran Océano.

La segunda ruta partiría del lago de Nicaragua, remontaría el río de Tipitapa10 y a través del Lago de Managua se dirigiría rumbo la ciudad de León, donde las montañas a ser cortadas son menos altas que las precedentes, formando un canal largo de 13 leguas, que la haría llegar hasta la bahía de Conchagua.11 Pero este segundo proyecto resultará mucho más costoso que el primero, porque el Lago de Managua, que es 28 metros más alto que el de Nicaragua en el punto donde se estrecha y se vuelve el río Tipitapa, forma una catarata con una caída de 14 pies; una diferencia que solamente podría ser superada por medio de costosas exclusas. Sin embargo, el plan de unir los dos océanos no presenta dificultad alguna que no pueda ser fácilmente vencida por los recursos del siglo, o que no resulte liviana en comparación con los beneficios que razonablemente se pueden esperar de la empresa.

La provincia de Chontales, al noreste del lago de Nicaragua, en general presenta un suelo de aluvión. Es una comarca ondulada, sin un carácter bien definido, cruzada por riachuelos y cursos de agua estrechos, y comúnmente inclinado hacia el suroeste. El pórfido12 aparece rara vez en su superficie.

Al río, que según algunos mapas, corre en el norte de la provincia conocida como Nueva Segovia, se le denomina Lama en el país, y en los sitios en los que los mapas le dan el nombre de Río Escondido, los caribes13 lo designan por el de Siqua. La longitud de su curso puede ser de 55 leguas. La profundidad del Tipitapa es de 9 a 24 pies ingleses y la media de su ancho de 300.

La Nueva Guatemala, que algunos mapas sitúan al borde del Gran Océano, está alejada de éste 36 leguas hacia el noreste, en el interior del país. Antigua Guatemala se encuentra a 12 leguas al suroeste de la anterior. La costa vecina está comprendida solamente por la planicie del país entre Sonsonate y San Vicente.14 La altura de la ciudad de Antigua Guatemala es más o menos de 5,000 pies y su temperatura media de 60° (18° C). La altura de los volcanes de Agua y Fuego,15 situados en las inmediaciones de esta ciudad, es de 15,000 pies. El primero está a media legua al oeste y el segundo a una legua al nor-noroeste de la ciudad: éste es un poco más alto que el otro.

Mixco se encuentra a tres leguas al oeste de Nueva Guatemala y está aproximadamente 500 pies más alto. La altura del volcán de Guanacaouré16 es de 3,000 pies; la del de Atitlán,17 a veinticinco leguas al noroeste de Antigua, es de 12,000 a 13,000 pies; la del Cosigüina,18 en la extremidad del istmo que circunda el sur de la bahía de Conchagua, de 1,000 pies; la del Izalco,19 el más activo de todos, de 1,500 pies. Sus explosiones no están acompañadas de un continuado rugir, sino de violentos estallidos, que se escuchan de veinte a cincuenta veces a lo largo de las 24 horas.

La isla de Ometepe, en el lago de Nicaragua, está formada por dos conos de granito poroso, unidos por un istmo largo de dos leguas y ancho de tres cuartos de legua. La longitud total de Ometepe es de nueve leguas y su ancho, medido desde Las Maderas, la montaña al este, es de tres leguas; y desde La Concepción, la otra montaña al oeste, de dos y medio leguas. La primera manifiesta una actividad volcánica esporádica por medio de un levantamiento y un murmullo sordo en su interior y se dice que en su cima hay un pequeño lago de agua dulce. Según mis observaciones barométricas, el cerro de La Concepción20 tiene una altura de 5,000 pies ingleses con respecto al océano Atlántico.21 Este monte es boscoso y en su ladera occidental, hasta dos tercios de su altura, se extiende una sabana de una longitud de un cuarto de legua. La precipitación del agua atmosférica es tan considerable en su cima, que nos hundíamos profundamente en el lodo y los árboles están impregnados de humedad. Esta cima está dividida en dos pequeñas colinas y contiene un lago de 132 pasos de circunferencia, ceñido al norte por un muro de piedra de cuatro pies de alto; en la estación de lluvia, el agua del lago se derrama al oeste, formando varias cascadas, pues la alimentan manantiales.

La isla tiene dos pueblos, Ometepe y Matagalpa. El primero está situado al noreste, al pie del cerro de Concepción y tiene 1,000 habitantes; el otro, al oeste-noroeste de la montaña y a 3 1/2 leguas de Ometepe, tiene 350. La población total de la isla, contando las haciendas22 diseminadas, es de 1,700 almas.

En la provincia de Chontales, encontré los restos de ciudades y de templos antiguos, cuyos ídolos están a mitad hundidos en la tierra.23 Las orillas occidentales del lago de Nicaragua y la base del monte Mombacho24 ofrecen numerosos restos de imágenes, de decoraciones arquitecturales y de recipientes en piedra. Las islas del lago, sobre todo Ometepe, parecen haber servido como sepulturas a la población de las ciudades circunvecinas, las que debían de haber estado muy pobladas, puesto que en ellas se encuentran vastas necrópolis o ciudades de muertos, parecidas por sus características a las de los antiguos mexicanos.25

Lo que Waldeck y otros habían dicho de las ruinas diseminadas sobre la superficie de Yucatán ha fomentado el celo del señor Friederichsthal, quien se animó a extender sus investigaciones hasta esa casi isla, muy poco conocida:

[Yucatán]

Lo que vi —dice él— es una región pobre y estéril, muy inferior a aquellas que generalmente bordean el Océano Atlántico en la zona tórrida. Su superficie, que es una marga26 pedregosa y cubre una abundancia increíble de aguas subterráneas, está desnuda y desprovista de todo suelo de aluvión a lo largo de vastos espacios, en muchas de sus partes se observan poblados. Las hendiduras y las cuencas particulares a este tipo de formación27 —donde se acumula la mejor tierra— son propicias al cultivo.

Se ven en las costas noreste y sur de la península terrenos boscosos y de una naturaleza fecunda, pero son dominio del indolente indígena, que apenas cosecha lo que estrictamente le exige la necesidad. No hay montañas, a excepción de una cadena de colinas bajas en el oeste,28 y ningún río fluye sobre esta campiña monótona: de ahí el porqué las lluvias sean ordinariamente muy raras durante la estación seca, por lo que criar ganado resulta algo extremadamente difícil. En consecuencia, el estado de Yucatán ha sido desgraciado en todas las épocas, al punto que el antiguo Gobierno español estaba obligado a hacer continuos sacrificios para mantener su existencia.

Trescientos cincuenta años han pasado desde que los hombres de raza caucásica29 pusieron el pie en el suelo del continente occidental, pero en cualquier parte donde el español se convirtió en amo, su envidia y su avaricia excluyeron a todas las otras naciones de cualquier posibilidad de relación con un país en el que había implantado su monopolio.

Las narraciones de los primeros conquistadores contienen numerosos detalles sobre los magníficos edificios que encontraron en México y en Yucatán, y las crónicas eclesiásticas de esos parajes dan también descripciones muy cortas de esas construcciones. La ignorancia y las causas mencionadas precedentemente desviaron al Gobierno de toda diligencia que hubiese podido hacer conocer estos edificios a los extranjeros. Muy al contrario, la ferocidad y el fanatismo no menoscabaron ningún medio para destruir hasta los objetos más inocentes bajo el pretexto de que habían pertenecido al paganismo, por lo que el éxito de tales esfuerzos fue completo al punto de que no existe ninguna tradición en las tribus de los indígenas mayas relativas al anterior estado de su patria. Por tanto, de todas estas circunstancias, resulta que estos bellos edificios de tiempos antiguos, únicos testimonios del poder y del conocimiento de los hombres que los construyeron, cayeron gradualmente en ruinas, sin haber podido promover la admiración de sus propietarios actuales. Jeroglíficos y esculturas en relieve que cubren los muros de estos monumentos y que de seguro contenían informaciones de una alta importancia, están hoy desensamblados y rotos, vueltos una simple curiosidad, absolutamente insignificantes.

El número de estas antiguas obras esparcidas por la superficie de Yucatán es cuantioso. Se les encuentra algunas veces aisladas, otras reunidas en considerables conjuntos, con la apariencia de restos de grandes ciudades. La zona que se extiende a lo largo de la costa de la laguna de Jerm [sic],30 hacia el noreste, ofrece sobre todo una sucesión casi continua de montículos y de ciudades, hasta el punto que tocan el santuario de la isla de Cozumel.

Se pueden distinguir diferentes épocas del arte en las construcciones de Yucatán, las que indudablemente contienen las huellas de una identidad de origen con las ruinas de Palenque. Esto es lo que sobre todo se observa en los monumentos más antiguos, cuyos restos están compuestos de enormes bloques de piedra bruta, algunas veces puestos unos al lado de los otros, sin que ningún cemento los una. Así son los edificios de un lugar vecino a la hacienda de Aké,31 situada a 27 millas al este sudeste de Mérida.

En Chichén Itzá, a 84 millas más lejos en la misma dirección, lugar que ofrece una apariencia de ciudad santa, se encuentran celdas y muros interiores decorados con figuras humanas y signos simbólicos tallados en piedra, y asimismo se ven columnas, que a pesar de formar parte de una construcción pesada, sorprenden por su extensión.

Yucatán sirvió de retaguardia a un pueblo avanzado en la civilización y el cultivo de las artes, un pueblo que probablemente huía de un enemigo poderoso, puesto que vino a establecerse en un paraje árido, pedregoso y privado del beneficio de grandes corrientes de agua.

Por todas partes se encuentran restos de los monumentos que este pueblo elevó. Apenas si hay en Yucatán una ciudad, un pueblo, una casa de campo que no ofrezca en su construcción restos de piedras talladas que le fueron sustraídas a un antiguo edificio.

Se pueden contar más de doce emplazamientos cubiertos de vastas ruinas, revelando la existencia de ciudades increíbles por los restos de sus magníficos monumentos.

El desierto que se extiende a lo largo de la costa del mar de las Antillas, desde el Golfo Dulce hasta el istmo del Darién, no ha ofrecido hasta ahora vestigios que indiquen que el pueblo al que se deben los monumentos de Palenque, de Quiriguá o de Copán emigró al sur del istmo, pero la comparación de los edificios observados en estos lugares muestra que todos tienen un carácter general parecido a pesar de presentar diferencias notables en su arquitectura.

Son pirámides con escalones y terrazas, cuya cúspide está generalmente coronada por un edificio compuesto por varias cámaras. La altura de estas pirámides varía entre 40 a 120 pies, y el ángulo de su inclinación de 54 a 58 grados.

Las vastas dimensiones de algunas de estas construcciones y la multitud de esculturas que las cubren permiten suponer que una cantidad prodigiosa de esclavos fue utilizada en los trabajos. Los sujetos representados en las esculturas exteriores a menudo ofrecen el carácter obsceno que es tan notable en algunos de los monumentos religiosos hindúes.

En ninguno de los edificios de Yucatán se han descubierto los restos de esos altares sobre los cuales se sacrificaban víctimas humanas como se ve en Quiché o Huehuetenango. ¿Será que estos últimos, situados en la cuenca del Gran Océano,32 fueron construidos por un pueblo conquistador y diferente del otro?

Hasta ahora no se había observado en las ruinas americanas el uso de columnas. El señor von Friederichsthal ha contado 480 bases de columnas en un lugar vecino a la ciudad sagrada de Chichén Itzá; los cilindros están volcados y acostados entre espesas malezas; están dispuestos de norte a sur, en diez filas, que en consecuencia contenían 48 columnas cada una.33 No se ve ninguna otra columnata en el resto de las ruinas de Yucatán.

Otro tipo de edificios consiste en pirámides de una altura de 18 a 22 pies, con un vestíbulo que conduce a pequeñas cámaras cuyos ornamentos hacen suponer que estaban consagradas a divinidades de un orden inferior.

Las habitaciones, que solamente se pueden juzgar por sus restos, formaban un cuadrado que rodeaba un patio; el ala donde se encontraba la entrada era de una dimensión más pequeña que las otras. Es posible que allí se alojasen los domésticos y los esclavos.

Finalmente, se ven en Yucatán grandes caminos pavimentados,34 murallas poco elevadas, construidas por cantos rodados superpuestos sin orden; tumbas rodeadas de piedras esculpidas y talladas; muy numerosas cisternas, bastante bien conservadas; pilares que servían para el suplicio de los criminales y, frecuentemente, monolitos delante de los cuales se elevan unos conos obtusos. Se ignora cuál pudo haber sido la función de estos monumentos.

Los españoles observaron estas obras con indiferencia y dejaron que se destruyesen.

Como en Palenque, se ven edificios de varios pisos. El inferior tiene un techo oblicuo, sobre el cual se eleva el superior.35 El carácter de las cabezas esculpidas sobre los pilares y los muros difiere del de las figuras humanas de los monumentos de Palenque, un hecho que amerita la atención del observador.

Los obeliscos,36 frecuentes en Copán, son desconocidos en Yucatán.

Los altos relieves de estos monolitos tampoco se encuentran en la escultura de la península, pero las fisonomías y los ornamentos corporales tienen una evidente semejanza.

Por lo demás, a partir de Cabo Catoche hasta el pie de la Cordillera central, hay una analogía impresionante en el carácter, el conjunto y las proporciones de las diversas partes de las obras, su altura, los arcos en ojiva, el uso de dinteles de madera, la falta absoluta de ventanas y de todo espacio de apertura hacia el exterior; hay asimismo una clara correspondencia de los signos simbólicos en las inscripciones jeroglíficas.

La invasión ha de haberse hecho desde el Norte. Los bosques impenetrables de la parte oriental de México probablemente guarden numerosas huellas de la migración del pueblo que construyó todos estos monumentos.

Los particulares no podrán jamás proporcionar los insumos necesarios para que las exploraciones en estos parajes lejanos produzcan un resultado útil.

El señor von Friederichsthal, a menudo, fue inquietado en sus investigaciones; los ignorantes, los supersticiosos, los cortos de entendimiento, las vieron como peligrosas al país y se opusieron a que las continuara.

Es más, la alteración de la salud del joven viajero le impidió extender sus exploraciones sobre todos los lugares dignos de su atención; sólo pudo visitar los lugares más célebres de Yucatán.

Él presenta el resultado de sus descubrimientos en Chichén Itzá y en Uxmal: la primera de esas ciudades aún no ha sido mencionada por los escritores que se han ocupado de la América Central.37

[Chichén Itzá]

Chichén Itzá está situada a 33 leguas de Valladolid y a 25 de Mérida, en una planicie estéril. El único objeto que sobresale y que hoy atrae las miradas es un teocalli de 120 pies (ingleses) de altura, situado al oeste de la ciudad. Su base es de 159 pies cuadrados; los grados de inclinación de los escalones son estrechos y desembocan en una plataforma de 60 pies cuadrados. La base de la cara occidental está decorada con cabezas de monstruos; 80 peldaños conducen a la plataforma que tiene superpuesto un edificio cuadrado.38

A poca distancia al sudeste de este teocalli, hay un emplazamiento unido y bien orientado, largo de 494 pies y ancho de 118, que se encuentra bordeado al este y al oeste por dos edificios sagrados, cuyas paredes exteriores y los pilares de entrada estaban cubiertos de jeroglíficos, apenas reconocibles hoy en día. Al norte y al sur se extienden dos muros paralelos de un largo de 262 pies cada uno, con un espesor de 18 pies y una altura de 27; su superficie es uniforme y sobresalen en medio de ellos dos anillos en piedra, representando cada uno dos serpientes entrelazadas.39

Estos muros sostenían construcciones hoy en día derruidas, con excepción de un templo cuidadosamente decorado y que forma el ángulo occidental de uno de los muros; del lado opuesto hay vastos edificios, la columnata de la que se habló precedentemente y dos teocallis muy interesantes.

El edificio llamado la Casa de las Monjas,40 tiene una longitud de 157 pies, un ancho de 86 y una altura de 47. En la parte inferior no hay trazos de apertura. El piso superior tiene numerosas cámaras y los dinteles de las puertas están decorados de jeroglíficos.

Un edificio al norte está exteriormente revestido de esculturas de un acabado exquisito. Su longitud es de 60 pies, su ancho de 35 y su altura de 23. Hay junto a éste, otro edificio tan extraordinario como el primero.41

En frente a la Casa de las Monjas, sobre una plataforma, se eleva una torre de 50 pies, cuyo diámetro es de 36 pies. La muralla tiene 756 pies de contorno y 25 de altura.42

Al sur, hay dos pequeños templos, que tienen su fachada hacia el sur y el este; el vestíbulo del primero se encuentra decorado de jeroglíficos.43

Al norte de la casa de las Monjas se encuentra un edificio con una longitud de 168 pies, un ancho de 48 y una altura de 17, que contiene 218 cámaras.44

Túmulos producto de los vestigios de los edificios están diseminados en la planicie.

Una gruta,45 de una profundidad de 52 pies, ofrece un pequeño estanque de agua dulce, al cual se desciende por medio de gradas talladas en la roca, las que se prolongan debajo de la superficie del agua.

Estas cavidades, propias a la formación geológica del país, son muy frecuentes. En algunas de ellas sólo se llega al depósito subterráneo de agua después de un cuarto de legua de la entrada. Se nota en el trabajo de estas obras el cuidado que se ha tenido de no perforar las capas pétreas y, en la medida de lo posible, tan sólo cavar los bancos terrosos.

[Uxmal]

Las ruinas de Uxmal están situadas bajo 30° 22'86" de latitud norte y 0° 4'33" de longitud, al oeste de Mérida.

Una capa muy delgada de una tierra ferrosa recubre el suelo, pero desaparece en los alrededores, donde solamente se ve arena.

Las aguas estancadas son numerosas y vician de tal forma la atmósfera que la población indígena de una pequeña aldea vecina sufre durante todo el año de fiebres y de obstinadas ictericias.

Se encuentra agua a 56 pies de profundidad y no se llega allí sino atravesando una roca calcárea bastante dura. Es posible que antiguamente hicieron falta los medios para perforarla.

El aspecto de las ruinas de Uxmal hace suponer que esta ciudad era la capital del país y Chichén Itzá la ciudad santa. Esta última parece haber sido construida antes que la otra. Uno está inclinado a juzgar de la gran importancia de Uxmal por los numerosos teocallis que la rodean en una distancia de una a dos leguas; la magnificencia de éstos corrobora la diferencia entre ambas.

El teocalli, llamado Tolokheis ("montaña santa")46 por los indígenas, tiene sus ángulos redondeados hasta la base; ésta tiene una anchura de 120 pies de este a oeste y 192 de norte a sur; su altura es de 25 pies 6 pulgadas y soporta una plataforma de 89 pies de largo y 23 pies 4 pulgadas de ancho.47 El edificio que está encima de ella, de una longitud de 73 pies, un ancho de 12 y una altura de 19 pies y 3 pulgadas, contiene tres recámaras; las de las extremidades están abiertas al este, en frente de la escalera, y la del centro al este y al oeste. Este teocalli presenta otras particularidades muy curiosas.

A 102 pies al oeste se encuentra el edificio cuadrado del que el señor Waldeck proporcionó algunos estudios: se llama como el otro ya citado, Casa de las Monjas.48 Cuatro cuerpos de edificios ricamente decorados encierran un patio de 275 pies de largo y 201 de ancho. El edificio del sur tiene una puerta en arco.

El terreno al norte y al oeste está cubierto de montículos, de muros y de edificios en ruinas. Sobre la cima de un montículo muy bajo yacen cinco piedras en la dirección de suroeste a noroeste. La superficie de la de en medio, con un largo de 12 pies, está cubierta de esculturas, que se han desdibujado con el tiempo.49

El palacio de los reyes50 se encuentra casi al sur de los teocallis y el espacio de en medio está cubierto de restos cubiertos por una vigorosa vegetación. Este palacio está precedido de muros parecidos a los de Chichén Itzá, pero de menor dimensión, y las paredes exteriores están decoradas con grandes serpientes entrelazadas y anillos en piedra.51

Desconocemos el origen de esta traducción que es incorrecta. Pirámide del Adivino.

En español en el texto. Es decir el Cuadrángulo de las Monjas. El Grupo de Cementerio. El Palacio del Gobernador. El Juego de Pelota.

La base de la plataforma tiene una altura de 26 pies en piedra tallada y posee una vasta superficie. Una plataforma superior también posee una extensión muy considerable. Es alta de 18 pies y soporta un palacio cuya longitud es de 407 pies, el ancho de 38 y la altura de 22. Una amplia escalera, situada al este, conduce a la sala de en medio, iluminada por tres puertas y larga de 60 pies; de cada lado, hay 18 apartamentos de diversas dimensiones.

La explanada de enfrente parece haber contenido las habitaciones de las personas ligadas a la Corte. Éstas constituían una hilera de emplazamientos cuadrados, cuyas entradas miran hacia el palacio.

Al sur, hay teocallis muy grandes y la plataforma más importante de todos éstos tiene 77 pies cuadrados. No hay indicios de un edificio superior y sus flancos están esculpidos.52

Un segundo teocalli está coronado por un edificio muy estrecho. Los lados del sur, del este y del oeste tienen dos filas de cámaras, una debajo de la otra.53

En Uxmal, el interior de los edificios apenas presenta algunas decoraciones, pero los muros exteriores aparecen más suntuosos y más delicadamente trabajados; no se encuentran indicios de columnas.

El señor Friederichstahl resume sus observaciones por medio de la siguiente exposición de los principales rasgos característicos que poseen los monumentos de Yucatán:

Ciudades enteras parecen haber sido construidas de manera repentina. Todos los edificios sagrados están orientados con exactitud.

Las fundaciones consisten en una composición de mortero y de pequeñas piedras.

Los muros, tanto al exterior como al interior, están revestidos de una hilera de piedras sólidas, talladas en paralelogramos largos de 12 pulgadas por cinco de altura. El intervalo está relleno de los mismos materiales empleados en las fundaciones. En ninguna parte se detecta el empleo de ladrillos o de tejas como en el caso de Egipto.

Todos los edificios, sin excepción, han sido elevados sobre el suelo por medio de terrazas de diferentes alturas.

Los edificios suelen tener un solo piso; son largos, estrechos, desprovistos de ventanas, por lo que solamente pueden tener dos hileras de cámaras, una de las cuales está pobremente iluminada por una puerta de comunicación; ésta tiene entre seis y siete pies de alto y de ancho; muy raramente las puertas tiene hoyos o ranuras, pues todo parece indicar que se cerraban.

La altura de los edificios rara vez sobrepasa los 20 a 30 pies. Los muros exteriores están generalmente unificados desde la base, y suben sin interrupción hasta el medio; allí da comienzo un número variable de cornisas, que después de un intervalo unido o decorado rematan el borde superior. Los edificios más sobresalientes presentan en este espacio superior una diversidad sorprendente de elegantes figuras y de jeroglíficos. También eran agregadas estatuas para enriquecer su decoración. Las construcciones de un orden inferior tienen, en el mismo lugar, hileras de pequeñas semicolumnas. Además, se ven en el exterior y el interior de los edificios grandes piedras brutas, que hacen de salientes fuera de los muros; por lo común están dispuestas unas sobre las otras y con un aumento de su dimensión desde la misma base. La única explicación de esta singularidad es que se quiso con ellas marcar el final de diferentes períodos o bien inmortalizar algún gran evento.

Los techos del interior tienen arcos en ojiva, cerrados en lo alto por piedras claves y planas.

La arcada soporta un techo plano, cuya superficie en lugar de ser uniforme consiste en una amalgama de piedras y de mortero, muy compacta y completamente petrificada. La misma composición cubría el suelo de los apartamentos. El techo está con frecuencia bordeado de una suerte de reborde más elevado, en piedra esculpida.

El exterior de los muros no ofrece traza alguna de pintura. El interior a veces está revestido con una ligera capa de estuco muy fino, sobre el cual se reconocen aún los colores. El borde inferior es generalmente azul cielo y el de arriba verde claro; los arcos muestran vestigios de figuras fantásticas en colores muy vivos y variados. En cuanto a las figuras esculpidas en cada lado de las puertas, el color de las partes del cuerpo que no están cubiertas es amarillo oscuro, los vestidos son verdes y azules y el fondo de un rojo oscuro. Siempre están orientadas hacia la entrada.

La madera es empleada para los dinteles y las vigas; los primeros están siempre esculpidos.

En cada cuarto hay tragaluces por debajo de la cornisa; tienen forma cuadrada o redonda, de tres a cinco pulgadas de diámetro y son más o menos numerosos, probablemente de acuerdo a la destinación de los diferentes edificios. También se ven nichos en los apartamentos y en los corredores y, algunas veces, círculos y anillos de bronce cargados de signos simbólicos y jeroglíficos esculpidos. El relieve utilizado en estas representaciones está aplanado en su superficie e, independientemente de sus dibujos, la parte inferior está a su vez tallada. De vez en cuando el artista se limitó a esbozar ligeramente su sujeto sobre la superficie de la piedra.

La decoración más utilizada en los edificios sagrados era una serpiente enrollada en círculo; normalmente se representa a la serpiente cascabel del país.

En cuanto a la impresión que provoca el examen de la arquitectura de todos estos edificios, debo agregar que las ideas finas del artista sin lugar a dudas fueron ejecutadas de una forma que no las favorece, pues a menudo las piedras fueron ensambladas unas con otras de forma negligente, dejando entre ellas intervalos de varias pulgadas que se rellenaron con mortero. La misma falta de cuidado se observa con frecuencia en la selección de las piedras, las cuales raramente corresponden unas con otras en su dimensión y forma; en conclusión, razonablemente, se puede suponer que los aborígenes de este país eran muy poco hábiles en llevar a cabo la ejecución de las obras concebidas por su conquistadores, superiores a ellos por su genio. Sin embargo, se encuentran, de forma notoria en Uxmal, pruebas suficientes que muestran que llegaron a tener una mayor destreza en algunas de sus esculturas.

Se puede reconocer su destreza en representar las figuras humanas, en los ídolos y figuras humanas en barro que con frecuencia se encuentran en las urnas de sus tumbas. Estas obras son superiores, bajo todas las condiciones del arte, al resto de lo que esta nación produjo.

El señor von Friederichstahl se sirvió del daguerrotipo para poder dibujar los monumentos de Chichén Itzá y de Uxmal; lamenta el que obstáculos imprevistos no le hayan permitido obtener los resultados que hubiera deseado. Bajo el clima de Yucatán solamente hay pocas horas en la mañana y en la tarde que puedan emplearse para hacer un buen uso del daguerrotipo y, aun entonces, se tiene que luchar contra los violentos vientos que en esas planicies soplan durante la mayor parte del año. De esa forma, casi todas las condiciones indispensables para llevar a cabo de forma conveniente operaciones tan delicadas en tales soledades no se presentan sino raramente. Sin embargo, a pesar de sus fatigas, el señor von Friederichstahl pudo vencer en todo lo que de él dependía los obstáculos que las circunstancias opusieron a su entusiasmo.

Al llegar a París, el joven viajero fue recibido amistosamente por el señor barón A. von Humboldt, siempre benevolente con todos aquellos que tratan de apoyar el progreso de las ciencias. Bajo los auspicios de su ilustre guía, el señor von Friederichstahl presentó el resultado de sus trabajos en Yucatán en la Academia Real de las Inscripciones y las Bellas Letras, durante su sesión del 1 de octubre de 1841, en la cual leyó la noticia que aquí ofrecemos de forma abreviada.

La Academia, por intermedio de su presidente, expresa al señor von Friederichstahl la satisfacción que le causa la lectura de su memoria y la vista de tantos dibujos curiosos, hechos en medio de múltiples contrariedades.

El señor von Friederichstahl salió para Viena, pues su proyecto es el de publicar en esa ciudad el rico resultado de sus vigilias y de sus exploraciones en Yucatán. Todos los amigos de la ciencia hacen sus votos para que pueda llevar a buen término tan loable empresa. Sin duda, el Gobierno austriaco, que ha dado numerosas pruebas de su disposición para proteger las ciencias y favorecer sus progresos, se apresurará a estimular al joven viajero mientras el mundo de los sabios podrá felicitarse de poseer una obra que difundirá una nueva luz sobre un país tan poco conocido.54

E-s.55

 

Notas

1 Publicado en Nouvelles annales des voyages, de la géographie et de l'histoire o Recueil des relations originales inédites, t. IV, diciembre, 1841, pp. 291-314.

2 Véase los cuadernos de octubre y de noviembre [Tomo IV de 1841].

3 Se refiere a Incidents of Travel in Central America, Chiapas and Yucatán. Londres: Harper & Brothers, 1841.

4 Se refiere a Voyage pittoresque et archéologique dans la Province d'Yucatan (Amérique Centrale) pendant les années 1834 et 1836. París: Bellizard Dufour et Co., Editeurs, 1838.

5 Alusión a las guerras civiles, primero entre centralistas y federalistas y, luego, entre conservadores y liberales, que pusieron fin a la República Federal de Centro América en 1840.

6 El texto es traducción literal de la intervención de Friederichsthal ante la Real Sociedad Geográfica de Londres, publicada en inglés en el Journal of the Royal Geographical Society of London, vol. 11 (1841), pp. 97-100.

7 El Océano Pacífico.

8 En 1825 el triunviro Manuel José de la Cerda presentó a la Asamblea Nacional un proyecto para realizar el canal interoceánico en Centroamérica, el cual fue retomado por el Gobierno federal contratando los servicios del inglés John Bailey a finales de la década de 1830.

9 Hoy Rivas.

10 [Nota en el original] El río que une los dos lagos es nombrado como Panaloya por M. Lawrence, oficial de cubierta del "Thunder", barco de la marina real de Inglaterra. En 1840 este marino recorrió en bote el río San Juan para dibujar de forma sumaria el plano del lago de Nicaragua. Fue por tierra desde Granada hasta el Gran Océano, del que la ciudad está a una distancia de 22 leguas (Nota del editor del Journal of the Royal Geographical Society of London)

11 Hoy Golfo de Fonseca.

12 Roca compacta y dura, con cristales de feldespato y cuarzo.

13 Se trata de indígenas misquitos.

14 El autor está equivocado. Al ser ésta la costa donde se producía el añil, próxima a las ciudades de San Salvador y de Nueva Guatemala, era un punto privilegiado de desembarco, pero la costa se extendía hacia la frontera con México.

15 En español en el texto, seguido de su traducción al francés entre paréntesis. Llama la atención de que no se mencione al Acatenango, volcán contiguo al de Fuego.

16 Posiblemente se refiere al Pacaya, el volcán menos elevado en las proximidades de las ciudades de la Nueva Guatemala y Antigua Guatemala.

17 En el texto escrito como Atillen.

18 En el texto escrito como Cosequinan.

19 En el texto escrito como Nisalco.

20 En el texto escrito como Consunción.

21 [Nota en el original] La medición del señor Lawrence da al pico de Maderas 4,190 pies y al de Ometepe 5,050 sobre el nivel de lago, estando éste a 128 pies sobre el del Gran Océano, cuya altura media excede en 3 pies 5 pulgadas la del Atlántico (Lloyd, Philosophical Transactions, t. I, 1830), de lo que resulta que las dos medidas de Ometepe difieron solamente de 70 y medio pies, (Nota del Editor del Journal of the Royal Geographical Society of London). Actualmente, se sabe que la altura del volcán Concepción es de 1,610 metros y la del de Maderas de 1,394 metros.

22 En español en el texto, seguido de su traducción al francés.

23 Se refiere a las estelas. Las culturas indígenas que ocuparon la región fueron la chontal y la chorotega, de origen mexicano.

24 En el texto escrito como Bombacio. Su altura es de 1,345 metros.

25 Los nicaraos o niquiranos, de origen nahua, eran quienes ocupaban la parte del territorio nicaragüense donde se encuentra Ometepe, cuyos límites eran: al Este, el Cocibolca; al Oeste, el Pacífico; al Norte, el Río Tamarindo. Poseían las islas Zapatera y Ometepe.

26 Roca compuesta principalmente de carbonato de cal y arcilla.

27 Cenotes y aguadas.

28 La Sierra Puuc.

29 Aquí usa el término "caucásico" para designar a los conquistadores y colonizadores españoles, pues en el texto que publicó en el Museo Yucateco (1841: 178-182), había deducido que los constructores de Palenque pertenecían a una "raza caucásica en apariencia", posiblemente por el supuesto origen cartaginés que se les atribuía en México desde que Gregorio García avanzó la tesis en su Origen de los indios del Nuevo Mundo (1607).

30 Casi seguramente remite a la Laguna de Términos, acaso por Term., abreviatura de "Términos", común en la época.

31 Se refiere a las columnas del sitio arqueológico de Aké.

32 El Océano Pacífico.

33 Posiblemente se refiere a alguno de los edificios del Grupo de las Mil Columnas, al oriente del Castillo.

34 Sacbé.

35 La bóveda maya o arco falso.

36 Estelas.

37 Se refiere a los viajeros extranjeros que le antecedieron en las primeras cuatro décadas del siglo xix: Guillaume Dupaix entre 1805 y 1807, Frederick von Waldeck entre 1843 y 1836, John Burkeen 1838.

38 El Castillo. En el siglo xvi Landa reporta 91 peldaños por lado; acaso la diferencia se deba a la degradación del edificio.

39 El Juego de Pelota.

40 En español en el texto, seguido por su traducción en francés.

41 La Casa Roja.

42 El Caracol.

43 El Temazcal

44 El edificio que actualmente se llama Akab' Dzib.

45 El cenote Xtoloc.

52 La Gran Pirámide.

53 La Casa de las Palomas.

54 [Nota en el original] El inicio de esta memoria se extrajo del Journal of the Royal Geographical Society of London, tomo XI, p. 1. El resto, a partir de la última línea de la página 297, de los dos manuscritos que el señor von Friederichstahl tuvo la complacencia de comunicarme gracias a la amabilidad del señor von Humboldt.

55 Reseñado por Jean-Baptiste Eyriés, uno de los principales editores de Nouvelles annales des voyages.