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Andamios

versión On-line ISSN 2594-1917versión impresa ISSN 1870-0063

Andamios vol.7 no.13 Ciudad de México may./ago. 2010

 

Reseñas

 

La crisis vista por sus creadores

 

Daniel Inclán

 

Reyes Heroles, F. y Suárez Dávila, F. (coords.) (2009), La crisis: testimonios y perspectivas. México: Fondo de Cultura Económica

 

Entender el presente requiere un esfuerzo interpretativo en el que es tan necesaria la imaginación para explicar lo sucedido, como el compromiso ético para vincular los saberes con la transformación de los conflictos sociales. Después de la actual crisis económica estallada en Estados Unidos se han producido un sinfín de trabajos académicos y no tan académicos que tratan de explicarla, justificarla o legitimarla. La mayoría de ellos al margen de la experiencia cotidiana de quienes padecen las consecuencias de los bruscos cambios en la estructura del sistema capitalista. La crítica como momento de la crisis está ausente en la mayoría de las explicaciones que se dan de la presente contingencia económica, ¿o es que tal vez vivimos un nuevo periodo de pobreza de la razón ante un gran hecho histórico: la ruptura sistémica del capitalismo financiero?

Reina de nuevo la idea burguesa del conocimiento, la del saber acumulado por los años de ejecución mecánica de recetas para modelos sociales diseñados desde los escritorios de la tecnocracia. Una muestra clara de ello es el libro compilatorio que coordinan Federico Reyes Heroles y Francisco Suárez Dávila, en el que reúnen las opiniones de exfuncionarios de hacienda publicadas originalmente en la revista Este país durante el 2009. Tal iniciativa partió del presupuesto de la importancia de recabar las opiniones de mexicanos "distinguidos y talentosos" que ocuparon cargos en la Secretaría de Hacienda o en el Banco de México, en alguna de las cuatro grandes crisis económicas que ha vivido México en los últimos 35 años. Para los coordinadores del libro existe la posibilidad de derivar soluciones de la historia, la de aquellos "grandes hombres" que tuvieron a su cargo la prevención o mitigación de crisis pasadas. La historia de la que se habla en el libro no es parte de la tradición de los pueblos, de aquellos que han tenido que modificar sus formas de vida para poder sobrevivir a las contingencias materiales que han significado los aprietos económicos; es la historia acrítica de las decisiones de gabinete que han llevado a más del 50% de los mexicanos a la pobreza. El libro proporciona una acumulación de informaciones técnicas, que pueden devenir en nuevas soluciones técnicas a los complejos problemas sociales; pero no un referente para nuevas reflexiones críticas sobre las necesarias soluciones a los problemas sociales que atraviesa México. Las ideas que contiene están en sintonía con la ausente crítica al modelo capitalista que impera en la agenda pública nacional e internacional.

Un libro por demás desigual, en el que se pueden apreciar el conflicto ideológico que ha vivido la dirección económica en México durante las últimas décadas, el tránsito de una economía capitalista de corte nacionalista a una economía globalizada y sometida a los intereses de las grandes corporaciones económicas internacionales. Este es, tal vez, el único valor que tiene el libro, el de relatar en diez voces el camino de la política económica que ha llevado a México a un complejo conflicto social.

Las intervenciones, presentadas en orden de aparición en el escenario político mexicano (una vez más la idea de organización por jerarquías secuenciales, de los más a los menos viejos), inician con un texto de Carlos Tello Macías, viejo paladín del capitalismo de corte nacional y defensor de la intervención estatal en la regulación del mercado. Si bien el texto de Tello Macías denuncia las lentas y poco eficaces decisiones del gobierno panista de Calderón, es más una añoranza de un pasado de absoluto control estatal ante un aciago presente de flexibilidad mercantil. La línea que abre el texto de Tello se continúa hasta la colaboración de Ernesto Fernández Hurtado, pasando por los ensayos de David Ibarra, Jesús Silva–Herzog Flores y Miguel Mancera Aguayo. En este conjunto de trabajos se van adelgazando las criticas al gobierno panista hasta concederle halagos a la solidez de las estructuras financieras nacionales.

Los cinco primeros ensayos apuestan por un acercamiento de resumida visión histórica de las crisis del pasado, para tratar de establecer las similitudes con el conflicto económico que inició en 2008. En ellos reina la idea de la crisis sin crítica, una suerte de reconstrucción cronológica de la difícil marcha de la economía mexicana, como proceso medianamente exitoso. Para estos exfuncionarios priistas las debilidades de los gobiernos en turno fueron superadas por medidas económicas, que sin ser del todo exitosas, limitadas por factores externos e internos, lograron paliar o resolver los conflictos que amenazaban colapsar todo el sistema económico mexicano. A estos economistas se les olvida el costo social que han tenido las crisis económicas de las últimas cuatro décadas para la población mexicana; o, en términos técnicos, la economía real de quienes tienen que sortear la búsqueda de subsistencia ante el encarecimiento de la vida.

El texto de Pedro Aspe Armella permite agrupar los siguientes ensayos en un bloque de los analistas de la crisis sin crisis. Los últimos cinco textos del libro, Aspe, Jaime Serra Puche, Guillermo Ortiz, José Ángel Gurría y Francisco Gil, son una expresión de la razón cínica legitimando las decisiones gubernamentales sobre la vida económica de un país en el que las desigualdades crecen más que los índices macroeconómicos. Para este grupo de economistas, México enfrenta la crisis económica mundial en un contexto fortalecido, finanzas sanas, libre flotación del valor del peso, apertura mercantil y altas reservas en el banco central. Para ellos sólo hacen falta "reformas" estructurales que garanticen la estabilidad económica y la inversión de capitales extranjeros; reformas como la energética, la laboral, la fiscal, la del Estado. Según sus "favorables" lecturas, la contingencia económica global no representa un gran conflicto para México, prueba de ello es la resistencia de la macroeconomía, que si bien decayó drásticamente no se derrumbó.

Estos priistas trasvestidos de neutrales funcionarios democráticos, omiten su papel fundamental en el diseño, construcción y negociación de la economía de libre mercado en México, que desde finales de los años ochenta sigue disciplinadamente los lineamientos de las agencias económicas internacionales en detrimento de las necesidades nacionales. Aunque cambien los colores de los partidos en el poder estos personajes representan la continuidad de un modelo económico incuestionable. No es de extrañar que el libro cierre con un texto de Gil Díaz, que más que un análisis de la situación económica, es una apología revestida de jerga técnica de la no intervención estatal en el funcionamiento del mercado.

Los diez textos tienen una constante, entienden el presente como un problema de ingeniería social y no como un conflicto de racionalidades económicas, en las que intervienen intereses de clase. La crisis es vista como una difícil transición estructural en el modelo capitalista, no como resultado de la pugna de intereses individuales, de naciones y corporaciones, que forzaron hasta el límite las posibilidades de obtención de ganancias en una burbuja de especulación financiera. Lo social está ausente en todos los análisis, por demás está decir que ninguno de ellos tiene una cercanía con la tan urgente y necesaria crítica de la economía política. Para estos "hombres talentosos" la economía se reduce a un juego de decisiones estratégicas, en un plano en el que la vida de las personas es sólo un dato abstracto.

El conflicto ético no tiene cabida, la debacle económica, iniciada por el perverso uso de la especulación financiera, es vista sólo como un abuso de las reglas del mercado, pero nunca como un acto que demande justicia. El problema lo ubican en la falta de mecanismos de regulación para el acceso y otorgamiento de créditos y no como un acto que requiere una sanción social.

Al final queda la pregunta en el aire: ¿crisis para quién? ¿para los millones de habitantes que siempre han vivido en adversidad? o ¿para las burguesías que ven reducidos sus ingresos millonarios? La crisis vista por sus creadores no es la del sistema capitalista, como modelo dominante de organización social, sino la de los mecanismos de generación de ganancias para unos pocos a costa de la vida en el planeta.

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