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Nova tellus

versión impresa ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.26 no.1 Ciudad de México ene. 2008

 

Reseñas y notas bibliográficas

 

González González, Enrique (con la colaboración de Víctor Gutiérrez Rodríguez), Una república de lectores. Difusión y recepción de la obra de Juan Luis Vives

 

María Leticia López Serratos*

 

México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, 2007, 520 págs.

 

* Doctora en letras Clásicas por la Universidad Nacional Autónoma de México, es profesora de Latín y del Seminario de Investigación y Tesis en la Facultad de Filosofía y Letras, sus áreas de interés son el latín medieval y los humanistas del Renacimiento. Correo electrónico: letylopez3@hotmail.com

 

Recepción: 1 de abril de 2008.
Aceptación: 20 de mayo de 2008.

 

Palabras clave: difusión, Enrique González, Juan Luis Vives, lectura, letras.

 

Este libro es una fuente imprescindible y de lectura obligada para todo interesado en los estudios vivistas debido a que representa la cúspide de una vida dedicada a la más rigurosa y sólida investigación sobre Juan Luis Vives (Valencia, 1492–1493 / Brujas, 1540), importante intelectual europeo, conocido como uno de los "triunviros de la república de las letras" del siglo XVI. El punto de referencia es, justo como el título lo sugiere a partir de los conceptos de difusión y recepción, la formulación del perfil biobibliográfico de Juan Luis Vives a través de los siglos, desde su exitosa incursión en el mundo del libro en el siglo XVI hasta nuestros días, en los que su figura y su pensamiento casi se desdibujan o se delinean con trazos tan imprecisos que lo alejan del lector contemporáneo. En este sentido, el trabajo de Enrique González, investigador del CESU (Centro de Estudios sobre la Universidad), reconocido como uno de los más importantes estudiosos de Juan Luis Vives a nivel internacional, constituye ya una de las más significativas aportaciones al campo de la investigación vivista.

Además, este libro aporta valiosas enseñanzas sobre metodología de la investigación humanística. En el concepto habitual de tradición, generalmente se piensa en una mirada que se vuelve y busca hacia atrás, desde un punto específico de la historia; pero la investigación de Enrique González se sitúa en un momento y mira en torno, hacia atrás y también hacia adelante, y en el camino nos involucra a los que lo leemos, presentándonos sugerencias, opciones, temas. En el De instrumento probabilitatis de Juan Luis Vives, el valenciano explica que la argumentación consiste en buscar causas y en hacer preguntas para iniciar una pesquisa, con lo que se estimula en el lector la generación de una actitud crítica y la subsecuente incitación a la investigación. La duda, transformada lingüísticamente en pregunta concreta, es una excelente manera de empezar una búsqueda y también es un modo magnífico de iniciar la puesta en palabras de los resultados de un estudio, como lo hace Enrique González en más de una ocasión a lo largo de su libro.

Explica Enrique González que sobre la base metodológica de los estudios de difusión y recepción de un autor es posible llegar a juicios más equilibrados sobre él. Así, este libro representa la suma de una amplia investigación fundada, ante todo, "en una visión panorámica de la expansión tipográfica de la obra (de Vives), precondición para estudios ulteriores" (p. 13). Precisamente, una de las cualidades fundamentales de este libro consiste en insistir en la necesidad y la urgencia de partir de estos hechos, la difusión y la recepción, para realizar investigaciones sólidas sobre Vives, y para dejar de lado los estereotipos decimonónicos que han empañado la nitidez de su figura, los del pedagogo, del psicólogo o del anticomunista, por ejemplo.

Así, en la primera parte, con base en el censo de sus ediciones y en un repaso analítico de algunas de las lecturas de sus escritos por diversos autores, presenta Enrique González la difusión y la recepción de la obra del valenciano en el antiguo régimen; además, dado que la singularidad del caso lo amerita, dedica un capítulo especial a la Linguae latinae exercitatio, conocida como Diálogos, partiendo de la duda y la pregunta que se derivaron de la inusual cantidad de ediciones (más de 600) que documentaron Enrique González y Víctor Gutiérrez: ¿qué cualidades encontraron en ella los impresores, libreros y lectores que propiciaron tal auge editorial? Esta pregunta está, por supuesto, suficientemente resuelta en el libro.

En la segunda parte, el autor explica que se tiene una muy deficiente percepción de Vives debido principalmente a la falta de una bibliografía crítica capaz de documentar su difusión. También habla sobre la problemática que implica crearla. Y justo en este punto inserta la presentación del proyecto de recopilación y clasificación de las ediciones de la obra de Vives, en colaboración con Víctor Gutiérrez, y del catálogo en curso. De aquí se deriva la constatación de que "el amplio y complejo proceso de difusión y recepción de Vives en el antiguo régimen está en gran medida por elucidarse" (p. 285).

A lo largo de la lectura, se va percibiendo una especie de radiografía en la que se detectan las causas del éxito que tuvo la obra de Vives en vida y su paulatino olvido hacia finales del siglo XVI por razones diversas razones:

— De orden religioso, por la ambigüedad de su credo: ¿Vives es judaizante, católico, protestante?

— De orden metodológico, por el binomio patria–lengua: Vives es español, pero no escribió en español, sino en latín... ese triunviro de la república de las letras que tanto defendió la preeminencia de los procesos de comunicación basados en el razonamiento y en la reconstrucción de una lengua de intercambio transnacional, irónicamente, muy pronto se quedó en una condición peor que las de las fieras de las que quería apartar al hombre a través de la educación: mudo, sin habla e invisible. Otro de sus pecados fue, justamente, escribir en latín. Es obvio que, a lo largo de la historia, los individuos quedamos marcados y circunscritos a los límites, a las fronteras. Al respecto, dice Enrique González:

A fin de salvar esa doble aporía (patria–lengua) se impone, pues, partir del hecho de que si bien la patria y la lengua materna son dos circunstancias inexcusables en la vida de todo individuo, aquéllas no determinan necesariamente la relevancia de un autor ni la fortuna ante sus lectores. Por lo mismo, antes que la nación o la lengua materna, la auténtica patria de un escritor la constituye la república de sus lectores, como y dondequiera se interesen por sus obras y con independencia de la lengua en que las leen. Esa República literaria preconizada por Erasmo y sus afines (p. 32).

En este sentido, el libro de Enrique González nos da también una lección metodológica y nos invita a ensanchar nuestros propios límites. Así, por su difusión y recepción, Vives es un autor europeo:

Para tener una idea de las proporciones, puede decirse que sólo unas 20 de las 260 ediciones conocidas de los Diálogos en el siglo XVI se estamparon en la Península Ibérica, es decir, 7.7 % del total.

Su difusión se dio principalmente en el actual territorio de Francia, en el mundo de lengua alemana, en Italia y en la actual Bélgica, pero también es posible hallar su presencia en Gran Bretaña, en la República Checa, en Polonia, en Dinamarca y en Suecia. No hay duda, queda suficientemente demostrado que Vives es un pensador europeo (p. 36), y justamente esa lengua que después lo hizo invisible, fue la que le permitió acceder a un gran público en el siglo XVI.

Enrique González utiliza como epígrafe las palabras del jesuita flamenco Andreas Schott, a través de las cuales se configuró el famoso tópico de la república de las letras y sus triunviros: allí, a Guillaume Budé se le atribuyó el ingenio, a Erasmo la abundancia de palabra y a Vives el juicio:

Inter tres viros illos reipublicae constituendae literariae, eiusdem tempestatis excelluit, ut Budaeo, ingenium; Erasmo, dicendi copia, Vives, iudicium tribueretur (p. 9).

En las páginas del libro se dilucida el sentido de la atribución del juicio a Vives: en su tratado De disciplinis, el valenciano dio orientaciones críticas sobre el valor de incontables autores griegos, romanos, medievales y renacentistas, las cuales sirvieron como coordenadas a muchos impresores, pues colocaban la sentencia de Vives al principio de las ediciones de autores antiguos. En este sentido, contó con fama y renombre de crítico literario.

Hace falta, de acuerdo con Enrique González, estudiar más a fondo el fenómeno de su difusión y recepción en los siglos XVII y XVIII, además de evitar los simplismos decimonónicos como el que lo postula como precursor del pensamiento de los grandes filósofos y científicos posteriores, como Bacon, Descartes, Locke y Kant.

Finalmente, encontramos en este libro una muy importante puesta sobre la mesa del estado de la cuestión en relación con el tema vivista, lo que nos permite vislumbrar numerosas vertientes de investigación y muchas orientaciones críticas sobre los mejores estudios para abordarlas. Gracias a lo anterior, se concluye que queda mucho por hacer en materia vivista: ediciones críticas, estudios de recepción, antologías y aproximaciones de conjunto para el gran público, toda una empresa de reconstrucción y restauración del fenómeno literario y editorial que se dio en torno a la figura de Vives y que se resquebrajó poco a poco a unos años de su muerte, eso que Enrique González llamó "la fractura de la República de lectores".

Nadie conoce mejor que Enrique González y Víctor Gutiérrez la presencia —y también la ausencia— de Vives en Europa y América a lo largo de los siglos, lo que queda suficientemente demostrado en este "jugoso" libro, por utilizar uno de los adjetivos favoritos de Enrique González cuando alguna lectura le ha parecido suficientemente fecunda y provechosa. Éste es un libro de inconmensurable riqueza porque ofrece una extraordinaria visión de conjunto del universo que hay por descubrir en relación con Juan Luis Vives a partir de la difusión y la recepción del autor a lo largo de los siglos, y de la minuciosa evaluación de lo que se ha hecho hasta nuestros días. Es un libro de aprendizaje para quien quiera adentrarse en el mundo de este pensador renacentista. Es también una puerta abierta para quien busca perspectivas de investigación. Es un libro de estudio, punto de partida y referencia obligada de cualquier indagación sobre Vives, con una exhaustiva, pero muy necesaria bibliografía, apoyo metodológico imprescindible, resultado de muchos años de estudio.

También es un libro de agradable lectura por el estilo, la fluidez y la expresividad que identifican a Enrique González: quienes hemos sido —y seguimos siendo— sus alumnos lo reconocemos de inmediato y lo seguimos de principio a fin con el mismo entusiasmo que en sus seminarios.

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