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Ciencia forestal en México

versión impresa ISSN 1405-3586

Rev. Cien. For. Mex vol.34 no.105 México ene./jun. 2009

 

Artículo científico

 

Riqueza de macromicetos del Parque Nacional Barranca del Cupatitzio, Michoacán, México

 

Gilberto Chávez–León1, Víctor Manuel Gómez–Reyes2 y Marlene Gómez–Peralta2

 

1 Campo Experimental Uruapan, Centro de Investigación Regional Pacífico Centro, INIFAP. Correo–e: chavez.josegilberto@inifap.gob.mx.

2 Facultad de Biología, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

 

Fecha de recepción: 18 de septiembre de 2007.
Fecha de aceptación: 25 de mayo de 2009.

 

RESUMEN

Para sustentar con información reciente el programa de conservación y manejo del Parque Nacional Barranca del Cupatitzio, Michoacán, México, se actualizaron y verificaron los inventarios biológicos disponibles, y se incluyeron además a los macromicetos. Con base en lo anterior se obtuvo una lista que aporta información sobre su presencia, distribución y situación de riesgo; así mismo, se determinaron las especies prioritarias para su conservación. Las recolectas se hicieron una vez por semana durante las temporadas de lluvias de 2003 y 2004 en ocho parcelas permanentes de muestreo. Se registraron 10 Ascomicetos pertenecientes a siete géneros y seis familias; 73 Basidiomicetos distribuidos en 43 géneros y 27 familias. Del total de 83 taxa identificados, 52 fueron ectomicorrizógenos, 37 comestibles, 22 tóxicos y dos en la categoría de riesgo, considerada como amenazada. Las familias mejor representadas fueron Russulaceae, con dos géneros y 10 especies, Tricholomataceae, con seis géneros y nueve especies, Amanitaceae, con un género y ocho especies, y Boletaceae, con tres géneros y siete especies. Russula emetica, R. foetens, R. cyanoxanta, Amanita virosa, Laccaria laccata, Suillus granulatus y S. cothurnatus resultaron ser las más frecuentes. Por último, al aplicar criterios de riesgo como el hábito ectomicorrícico y el uso comestible, se identificaron 19 macromicetos prioritarios para su conservación en el parque.

Palabras clave: Amanita virosa, esporoma, hongo ectomicorrizógeno, Laccaria laccata, Russula emetica, Suillus granulatus.

 

ABSTRACT

In order to support with current information the conservation and management program for Barranca del Cupatitzio National Park, Michoacan, Mexico, all available biological inventories were updated and verified, including macromycetes. To achieve this goal feld work was carried out thus obtaining an up to date species list with data about their presence, distribution and conservation status. Priority species for conservation were identified. Fungi were collected weekly during the rainy seasons of 2003 and 2004 in eight permanent sampling plots. Ten species of Ascomicetes that belong to seven genera and six families were registered as well as 73 species of Basidiomicetes that belong to 43 genera and 27 families. 52 species were ectomycorrhizal fungi, from which 37 are edible, 22 toxic and two endangered. The best represented families were Russulaceae, with two genera and ten species, Tricholomataceae, with six genera and nine species, Amanitaceae, with one genus and eight species, and Boletaceae with three genera and seven species. Russula emetica, R. foetens, R. cyanoxanta, Amanita virosa, Laccaria laccata, Suillus granulatus and S. cothurnatus were the most frequent species. Finally, after following the criteria of conservation status, 19 macrofungi with conservation priority in the park were identifed.

Key words: Amanita virosa, sporome, ectomycorrhizal fungi, Laccaria laccata, Russula emetica, Suillus granulatus.

 

INTRODUCCIÓN

Un componente importante de la diversidad biológica de los ecosistemas forestales son los macromicetos, que desempeñan una importante función ecológica por la forma de obtener sus nutrimentos. Están formados por hifas ramificadas, que se reúnen en cordones miceliales y cuerpos de reproducción (ascomas o basidiomas) visibles y medibles en centímetros (Carrillo, 2003). Organismos saprobios que absorben la materia orgánica muerta de los sustratos donde crecen, o son parásitos de árboles, o bien se asocian sus hifas con las raíces de los árboles (micorriza) con diversas especies vegetales; los hay comestibles y venenosos. Los hongos saprobios y los simbiontes contribuyen al reciclaje de la materia orgánica; los patógenos, pueden modificar la composición y estructura de una comunidad vegetal.

El aprovechamiento de los hongos silvestres comestibles, como las trufas (Tuber spp.), los matsutakes (Tricholoma spp.) y los boletos (Boletus spp.), entre otros, genera una gran derrama económica internacional (Boa, 2005). No obstante, el uso no planificado del recurso natural, como en el caso de la "trompa de puerco" (Hypomyces lactifuorum (Schwein.) Tul. & C. Tul.) en algunas localidades del Eje Neovolcánico, implica su sobreexplotación (Mapes et al., 1981; Díaz–Barriga, 1996).

Aunque los macromicetos constituyen uno de los grupos taxonómicos en extremo diversos (Schmit y Mueller, 2007), el conocimiento que se tiene sobre su riqueza y diversidad a nivel local, es muy escaso. Se estima que en México existen entre 140,000 y 200,000 taxa de hongos (Guzmán, 1996; 1998); mientras que en el mundo su número supera el 1,500,000 (Hawksworth, 2001). Aproximadamente 10% de ellos son macromicetos y el resto micromicetos(Mueller et al., 2007). La conservación de esta biodiversidad es relevante, ante la actual tendencia mundial hacia su pérdida. Una de las estrategias que se han utilizado para lograrlo, incluyendo la micetobiota, es el establecimiento de áreas naturales protegidas, tales como parques nacionales, reservas de la biósfera o áreas de protección de flora y fauna.

A fin de manejar en forma efectiva las áreas naturales protegidas, es necesario realizar inventarios específicos que identifiquen los taxa y su distribución; además de que contribuyan al conocimiento de la historia natural de las especies registradas (Janzen, 1997).

En el Eje Volcánico Transmexicano se localizan la mayoría de los parques nacionales decretados en México durante las décadas de 1930 y 1940, cuya finalidad fue la de proteger las cuencas hidrológicas de las principales ciudades y montañas que ahí se ubican (Vargas, 1997) y en donde también se concentra una de las más altas densidades de población humana del país (INEGI, 2006).

Entre esos antiguos parques nacionales está el denominado "Barranca del Cupatitzio", caracterizado por situarse parcialmente dentro de la ciudad de Uruapan, en el estado de Michoacán. No obstante su cercanía con una zona urbana, la riqueza fúngica es poco conocida y los estudios micológicos son escasos. La información documentada comprende una relación de 35 hongos ectomicorrizógenos correspondientes a 13 familias, relacionadas con las coníferas de la Meseta Purépecha y recolectadas en un sitio de muestreo, en el que la abundancia fue pobre en presencia de suelos arcillosos y con poca materia orgánica. Una investigación adicional se refiere a la evaluación de la producción natural de Russula brevipes Peck en una plantación de Pinus pseudostrobus Lindl. (Sánchez, 1980; 1982).

Ante la necesidad de sustentar con datos recientes el programa de conservación y manejo (PCyM) del área natural protegida, se revisaron y verificaron los inventarios biológicos existentes, incluso el de macromicetos. Los listados generados se incorporaron al PCyM.

El presente estudio tuvo como objetivos contribuir al conocimiento de la riqueza de los hongos macroscópicos del Parque Nacional "Barranca del Cupatitzio"; elaborar una lista actualizada de los mismos para ingresar al PCyM y aportar información básica sobre su presencia, abundancia, distribución, situación de riesgo y determinar especies prioritarias para su conservación.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

Descripción del área de estudio

Localización y superficie.– El Parque Nacional "Barranca del Cupatitzio" se localiza en la provincia fisiográfica del Eje Neovolcánico Transmexicano y en la subprovincia Neovolcánica Tarasca, al centro–occidente del estado de Michoacán, sus coordenadas geográficas son: 19° 25' 11" – 19° 26' 24" N y 102° 07' 40" – 102° 04' 20" W. Se ubica en el límite de los municipios de Uruapan y Nuevo Parangaricutiro, con una extensión de 458.21 ha (Figura 1) y conformado por dos polígonos separados un kilómetro entre sí. El más extenso, conocido como Área de Montaña, tiene una superficie de 438.55 ha, constituido por un cono y un domo volcánicos de pendiente suave, cañadas, zonas planas y derrames de lava (Gómez–Tagle, 1985). El pequeño, llamado Área de Río con 19.66 ha, está inmerso en la zona urbana de Uruapan y su topografía es de barranca y zonas planas. En la parte baja del parque (1,640 msnm) se localiza la barranca donde nace el río Cupatitzio; los puntos de mayor altitud son el Cerro Chiquito (2,136 msnm) y la Loma Larga (2,057 msnm), ambos en el Área de Montaña.

Clima.– De acuerdo con el sistema de clasificación de tipos de clima de Köppen, modifcado por García (1981), el área corresponde al clima templado semicálido húmedo, con abundantes lluvias en verano. Los datos registrados en el período de 1978 a 2005 en la estación climatológica del parque (19° 25' 46.5" N y 102° 05' 34.3" W), situada a 1,756 msnm, indican una temperatura media anual de 16.6°C, con una máxima media anual de 23.9°C y la mínima media anual de 9.3°C; la precipitación media anual es de 1,537.4 mm.

Suelos.– Con base en la Carta Estatal de Suelos 1:500,000 del INEGI (1985), en la región predominan los de tipo Andosol, con textura media. También existen Litosoles y Regosoles de textura gruesa. Gómez–Tagle (1985) identificó dos unidades en el Área de Montaña; la primera corresponde a la Andosol, subunidad vítrico, serie Cupatitzio, tipos arena migajosa, arena y migajón arenoso, con fases superficiales media y profunda. La segunda es un Litosol, subunidad dístrico, serie El Jabalí, tipo gravoso, fino discontinuo y fase orgánica.

Los suelos del Área de Río no han sido descritos, pero a partir del trabajo de Gómez–Tagle (1985) se puede hacer una caracterización preliminar. En su mayor parte son del tipo Litosol–Regosol dístrico y éurico en la zona noroeste; al sur–sureste se distribuye el Andosol ócrico y húmico con textura media; así como suelo secundario del tipo Regosol éutrico de textura media a fina, que ocupa 60% del área, con profundidad superior a 1 m y constituido por numerosas capas de espesor variable, textura de migajón arenoso, arena migajosa y grava fina discontinua.

Vegetación.– En el parque predomina el bosque de coníferas con dosel cerrado (Rzedowski, 1978) integrado por Pinus–Quercus, Pinus y relictos de bosque mesóflo de montaña (Bello y Madrigal, 1996). Los árboles dominantes tienen alturas de hasta 30 m y comprenden a Pinus michoacana Martínez, P. douglasiana Martínez y P. lawsonii Roezl ex Gordon; latifoliadas como: Quercus obtusata Bonpl., Q. castanea Née y Q. magnoliifolia Née (Bello y Madrigal, 1996). En el estrato arbóreo inferior, de 10 a 20 m, sobresalen Alnus jorullensis Kunth, Arbutus xalapensis Kunth y Clethra mexicana DC. El estrato arbustivo, de 2 a 5 m, se compone por Ceanothus coeruleus Lag., Lobelia laxifora Kunth, Lupinus mexicanus Cerv. ex Lag. y Salvia mexicana L. El herbáceo está constituido, principalmente, por Adiantum andícola Liebm., Asclepias glaucescens Kunth, Phaseolus coccineus L. y Sigesbeckia jorullensis Kunth, entre otros taxa.

Los elementos del bosque mesófilo de montaña se distribuyen en barrancas, con árboles de 15 m de altura promedio; aunque hay pinos dispersos que alcanzan hasta 30 m. Algunas de las especies más comunes que se observan son: Alnus jorullensis, Bocconia arbórea Wats., Carpinus caroliniana Walt., Fraxinus uhdei (Wenz.) Lingelsh. y Oreopanax salvinii Hemsl. (Bello y Madrigal, 1996).

Trabajo de campo

En el Área de Montaña se estableció una parcela permanente de muestreo de 1,000 m2 (20 m x 50 m) en cada una de las ocho unidades ambientales identificadas y descritas por Gómez–Reyes (2005), que presentaban condiciones homogéneas de suelo (andosol o litosol), altitud (<1800, >1800, <2000 y >2000 m) y vegetación (pino o pino–encino). El Área de Río no se consideró en el estudio por la continua presencia y actividad de visitantes (750,000 al año), por lo que sólo se hicieron observaciones y recolecta de ejemplares fúngicos.

El trabajo se realizó durante los meses de junio a noviembre de los años 2003 y 2004. El muestreo consistió en recolectar esporomas en las parcelas de cada unidad ambiental, los cuales fueron descritos, fotografiados y secados (Cifuentes et al., 1986); los datos en fresco, como color, tamaño, forma, consistencia, textura, olor y sabor se anotaron en etiquetas, para usarlos en la determinación taxonómica.

Trabajo de laboratorio

De cada ejemplar recolectado, se midieron las características microscópicas (Largent et al., 1984) y para su identificación se consultaron los trabajos de Arora (1986), Jenkins (1986), Singer et al. (1990, 1991 y 1992), Hesler y Smith (1979), Halling (1983), Dennis (1978), entre otros. El material se depositó en la Colección Micológica del Herbario de la Facultad de Biología (EBUM) de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, Michoacán (permisos de recolecta científica SGPA/DGVS/7122 del 23 de septiembre de 2003 y SGPA/DGVS/12430 del 19 de noviembre de 2004).

La abundancia se obtuvo del peso en fresco de cada especie (g / sp.), y se utilizaron las categorías propuestas por Hering, citado por Villarreal (1994), respecto a las especies fúngicas dominantes o "major species", en relación con la biomasa total (Cuadro 1). Así mismo, se determinó el índice de similitud de Jaccard (Krebs, 1989) entre las distintas unidades ambientales.

La clasificación sistemática que se siguió es la propuesta por Hawksworth et al. (1996); en cuanto a los nombres científicos válidos y los autores, se consultó el Index Fungorum (CABI Bioscience et al., 2008). Para determinar la comestibilidad de las especies se consultaron obras micológicas estatales (Mapes et al., 1981; Díaz–Barriga, 1996; 2002); regionales (Villareal y Pérez–Moreno, 1989) y a nivel mundial, la obra de Boa (2004), debido a que hasta la fecha no se cuenta con un trabajo que indique los macromicetos que se consumen localmente.

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Se realizaron 33 muestreos en los que se registraron 83 taxa pertenecientes a los phyla Ascomycota y Basidiomycota (Cuadro 2). Al primero corresponden seis familias, siete géneros y 10 especies. Al segundo, 27 familias, 43 géneros y 73 especies. Del total de hongos identificados, 52 son ectomicorrizógenos, 37 comestibles, 22 tóxicos y dos se consideran como amenazados en la Norma Oficial Mexicana 059 SEMARNAT–2001 (SEMARNAT, 2002).

Las familias mejor representadas fueron: Russulaceae con dos géneros y 10 especies; Tricholomataceae con seis géneros y nueve especies; Amanitaceae con un género y ocho especies; Boletaceae con tres géneros y siete especies (figuras 2a, 2b, 2c y 2d). Los macromicetos con mayor frecuencia resultaron ser: Russula emetica (Schaeff.) Pers., R. foetens (Pers.) Pers., R. cyanoxantha (Schaeff.) Fr., Amanita virosa (Fr.) Bertill., Laccaria laccata (Scop.) Cooke, Suillus granulatus (L.) Roussel y S. cothurnatus Singer.

El número total de hongos ectomicorrizógenos supera al obtenido por Sánchez (1980), quien citó 13 familias y 35 especies para la Meseta Purépecha y concluyó que Russulaceae, Amanitaceae y Boletaceae tuvieron el mayor número de taxa, lo cual coincide con el presente trabajo. Cabe hacer notar que ese autor incluyó taxones que actualmente se consideran como ectomicorrizógenos facultativos, o bien no son aceptados como Clitocybe gibba, Hygrophoropsis aurantiaca (Wulf.) Maire, Lycoperdon perlatum Pers. y L. caelatum Fr. ex Bull.

Landeros (2006) identifcó 130 macromicetos en el cerro El Zamorano, localizado en los estados de Querétaro y Guanajuato, cifra muy por arriba a lo registrado en este estudio; sin embargo, hay que considerar que el Zamorano tiene características ambientales propias, que infuyen claramente en su riqueza fúngica, tales como varios tipos de vegetación, a saber: bosques de Quercus, Abies religiosa (HBK.) Schltdl. et Cham y Abies religiosa–Quercus. Además, su gradiente altitudinal es más grande, va de los 1,900 a los 3,400 m.

Por otra parte, Villarreal (1994) reconoció 43 especies comestibles, de las que 28 son ectomicorrizógenas; mientras que para Barranca del Cupatitzio se enlistan 37 y 26, respectivamente. Villenueve et al. (1989) citaron 84 ectomicorrizógenas, por lo que se considera que sí se duplica el esfuerzo de trabajo (2,000 m2) por unidad ambiental, es posible incrementar la cantidad de taxa identificados. O'Dell et al. (1999) obtuvieron 150 especies ectomicorrizógenas en una superficie de 2.08 ha, dividida en parcelas circulares de 500 y 1,000 m2, igual que en el caso anterior, al aumentar el esfuerzo de muestreo el número de especies fue superior. Hawksworth (2001) plantea que es necesario realizar monitoreos intensivos a largo plazo, por al menos 20 años, para determinar todos los taxa de un sitio particular.

Con relación a la dominancia de los macromicetos, expresada en biomasa, se obtuvo que los abundantes representan 57.22%, los frecuentes 25.87% y en conjunto integran 83% del total; es decir, 14 especies contribuyen con más del 80% de la biomasa total producida; en tanto que el resto de las categorías (ocasionales, esporádicas y raras) constituyen 17%; pero incluyen a la mayoría, con 69 especies (Cuadro 3). Sobresalen por sus valores altos: Amanita caesarea, Russula foetens, R. brevipes, Amanita virosa, Laccaria laccata y Leccinum rugocipes (Peck) Singer.

El índice de similitud de Jaccard mostró diferencias en cuanto a su riqueza específca, presente en las ocho unidades estudiadas; puesto que comparten en promedio 30% de las especies (Cuadro 4). Este resultado es atribuible a las características ambientales que las definen, ya que los macromicetos se distribuyen en gradientes delimitados por la altitud, el tipo de suelo y la vegetación.

Así mismo, existen otros factores, endógenos y exógenos que inciden en su desarrollo. Entre los primeros está la información genética de cada especie y que no todos los taxa son anuales. De los segundos, se pueden citar los climáticos, las barreras geográficas que impiden su distribución y la recolecta de los esporomas con fines utilitarios.

La conservación de la micetobiota forestal debe ser una de las principales metas de manejo de los ecosistemas boscosos, por dos razones: la importancia ecológica de la simbiosis ectomicorrizógena y el incremento de la explotación de los hongos silvestres comestibles (Boa, 2005). La escasez de recursos económicos y humanos dificulta la implementación de estrategias basadas en especies individuales, por lo que es mejor enfocar los esfuerzos en grupos con necesidades similares de conservación. La jerarquización toma en cuenta los riesgos para los taxa, así como su distribución, importancia ecológica y económica, como se ha hecho con aves (Bibby et al., 1992), mamíferos (Ceballos et al., 1998), plantas vasculares (Pártel, 2005) y macromicetos (Molina et al., 2001).

El ordenamiento de los hongos macroscópicos debe considerar las categorías de riesgo asignadas en la Norma Oficial Mexicana 059–SEMARNAT–2001 (en peligro de extinción, amenazada, sujeta a protección especial), los que son ectomicorrízógenos y los comestibles. Al aplicar estos conceptos, las especies del Parque Nacional Barranca del Cupatitzio de mayor prioridad incluyen a las amenazadas, ectomicorrizógenas y comestibles (A); seguidas de las amenazadas y comestibles (B), las ectomicorrizógenas y comestibles (C) y las que sólo son comestibles (D). El resultado de esta aproximación inicial, permitió definir 19 taxa prioritarias para su conservación (Cuadro 5), por lo que en el PCyM se establecieron actividades para determinar su estacionalidad, distribución y tamaño poblacional; además de implementar un sistema de monitoreo y designar áreas de protección.

A partir del monitoreo se determinará el efecto de las actividades generales de conservación y manejo propuestas en el PCyM sobre las fluctuaciones de las poblaciones correspondientes a las especies fúngicas prioritarias.

 

CONCLUSIONES

El Parque Nacional "Barranca del Cupatitzio" cuenta con una riqueza alta de macromicetos en una superficie relativamente pequeña e impactada por el crecimiento urbano. En comparación con información previa, el listado de especies tuvo un incremento del 58%.

Los taxa más abundantes constituyen sólo 17% del total de la micetobiota del parque, expresado en biomasa.

Sin considerar el efecto de esfuerzo de muestreo, la abundancia y distribución son afectadas por factores endógenos y exógenos.

La proporción de hongos macroscópicos del parque con una categoría de riesgo, con importancia ecológica o económica es elevada (23%), los cuales se consideran prioritarios para su conservación.

Es posible que el largo tiempo que el parque ha recibido protección efectiva contra incendios y actividades humanas extractivas haya permitido la existencia de una rica micetobiota.

 

AGRADECIMIENTOS

Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT–SEMARNAT 2002–C01–0196/A–1), a la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIOFB919/AS014/03) y al Patronato del Parque Nacional Barranca del Cupatitzio, A. C. por su apoyo financiero para el proyecto "Inventario Florístico y Faunístico del Parque Nacional Barranca del Cupatitzio, Michoacán". Tres revisores anónimos contribuyeron a mejorar el manuscrito.

 

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