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Latinoamérica. Revista de estudios Latinoamericanos

versión On-line ISSN 2448-6914versión impresa ISSN 1665-8574

Latinoamérica  no.53 Ciudad de México jul./dic. 2011

 

Reseñas

 

María Arcelia Gonzáles Butrón, Ética de la economía. Reflexiones y propuestas de otra economía desde América Latina

 

Silvina M. Romano*

 

México, UMSNH/CIALC-UNAM, 2010, 274 pp.

 

* Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

 

Ésta es una obra esperanzadora y no por elo menos crítica que muchos de los análisis apocalípticos que proliferan en el campo de las ciencias sociales. El enfoque teórico que propone retomar se centra en una economía para la vida y no para la muerte, de tal suerte que María A. Gonzáles Butrón ofrece al lector un abanico de posibilidades para la construcción de alternativas, de lucha por y para vivir en un medio en el que se respete y recupere la vida como valor primordial.

Una cuestión que interpela positivamente desde un comienzo es la voz del "nosotros", presente a lo largo del relato. Y es que el nosotros es coherente con la crítica que hace la autora al individualismo que detenta para un solo individuo una cosmovisión, la cual sólo puede elaborarse, crearse, en un proceso histórico colectivo. En este "nosotros" imagino/interpreto a las personas que creemos que otro mundo es posible, y no sólo posible sino necesario.

El modo en que la autora presenta la articulación entre lo económico, lo político, lo filosófico y lo epistemológico deja ver su valiosa capacidad para comprender y comunicar, en diferentes niveles de reflexión, el modo en que opera el sistema capitalista y en el que "ordena" nuestro día a día. Esto lama la atención porque en la actualidad existe una importante tendencia a realizar análisis especializados incapaces (por falta de voluntad) de profundizar en los ámbitos histórico, teórico y epistemológico. Esta obra es un ejemplo de que sí se puede realizar un análisis profundo de algo general como la "ética en la economía", sin descuidar el rigor metodológico y sin perder el referente empírico en el camino.

Esto se refleja en la manera en la que Gonzáles Butrón logra exponer el proceso de construcción del conocimiento, no como "análisis e interpretación de la realidad" (como algo que es objetivo en sí mismo, que está ahí quieto e invariable para que nosotros lo observemos), sino como conocimiento que moldea la realidad a la medida de los intereses que lo impulsan.1 La pretensión (o ilusión) de una economía neutral, sin ética, es en sí misma una postura ética frente al mundo y lo que sucede en él. La autora proporciona indicios para pensar (recordar) que esto mantiene una relación directa con el intento de desvincular a la ciencia en general de la ética.

Según Gonzáles Butrón,"[...] la hipótesis es que actualmente la globaliza-ción económica es de carácter neoliberal, de economía de mercado total, que tiene su propio sustento ético y viene produciendo nuevas consecuencias en diferentes aspectos" (pp. 21-22). Entre elos encontramos que la transformación del Estado ha implicado la privatización de empresas públicas, la reformulación del sistema de justicia, el reordenamiento de la función de las Fuerzas Armadas que ahora tienen el rol de vigilar las propuestas macroeconómicas y reprimir las expresiones sociales. Los presupuestos epistemológicos que legitiman estos cambios se basan en la promoción del pragmatismo, el realismo y una visión homogénea del mundo.

Por estas razones es vital volver a una mirada ética de la economía, desde lo teórico y lo metodológico (p. 22). Es imperativo hacer conscientes los presupuestos éticos que pueden ser negados por el discurso, pero que están siempre presentes, como parte constitutiva de cualquier intento de comprensión de la realidad. Por elo la autora analiza de modo detalado las consecuencias metodológicas de la concepción neoliberal de mundo. Al interpretar la sociedad como un compuesto de agentes individuales, la única forma de conocerlo es a través de las acciones individuales y, por lo tanto, se legitima la visión "micro" ante la aproximación "macro". Esto coincide con la apreciación de que el concepto de sociedad deviene en un mero "nombre", porque lo real son los individuos, la sociedad es un "agregado de individuos". Las consecuencias de este modo de conocer la sociedad no han sido pocas.

En el plano académico, se percibe en el fenómeno de la creciente especiali-zación en las ciencias, y principalmente en las ciencias sociales, en la búsqueda del cientificismo de las ciencias naturales (la ilusión objetivista), que no sólo está presente en la economía neoliberal (que de hecho lo hace deliberadamente) sino que ha penetrado incluso en aquelas disciplinas que se jactan de renegar de este cientificismo. Este "disciplinamiento" guarda relación con la división entre ciencias naturales y ciencias sociales y humanidades, clasificación por cierto muy reciente en la historia de la humanidad (finales del siglo XIX) y la división entre historia por un lado y sociología, ciencia política y economía por otro. Esta división obedece —claramente— a la ideología liberal dominante a lo largo del siglo xk, que entiende que mercado, Estado y sociedad son esferas diferenciadas.2

Los principios que justifican estas visiones del neoliberalismo, según Gonza-les Butrón, se pueden resumir del siguiente modo: el hombre es básicamente egoísta; la propiedad privada es una característica humana esencial; la mano invisible y el equilibrio de mercado son los mecanismos reguladores por excelencia; los seres humanos son todos diferentes; no existe la justicia social porque en el libre mercado hay ganadores y perdedores según su habilidad y capacidad; la libertad es "actuar libremente en el mercado" y el mercado total es la única alternativa posible (p. 24).

Estas premisas anulan toda posibilidad de elegir a favor de la vida humana y a favor de la naturaleza. Por eso la autora expresa que el deseo del libro es continuar dando "razón de esperanza".

Gonzáles Butrón expone datos estadísticos que resumen de algún modo el impacto que ha tenido la implementación de esta cosmovisión neoliberal del mundo en América Latina y en México, que ha conducido entre otras cuestiones a aumentar la brecha entre ricos y pobres y que, a su vez, se materializó en un abismo entre "la democratización política y la democratización social". Es interesante este punto, porque la reflexión de la autora logra articular lo económico, con lo político y lo social, en lugar de plantearlos como dimensiones separadas.

Al proponer una mirada ética de la economía (en el segundo capítulo), retoma los planteamientos de Amartya Sen para dar cuenta del modo en que se construyó y legitimó la distancia entre ética y economía, proceso que redujo a la economía a una "ciencia de asignación eficiente de los recursos", exenta de criterios éticos. Esto condujo a un replanteo de la ética desde una concepción de racionalidad que define una acción racional como una acción orientada por la consistencia interna en una determinada elección y como una acción orientada a "maximizar el propio interés". Y aquí la autora hace una pregunta escla-recedora, si tenemos en cuenta el grado de naturalización que alcanzó esta concepción de racionalidad: ¿por qué debe ser únicamente racional perseguir el propio interés excluyendo todo lo demás? (p. 79). Esta pregunta es el punto de partida que deja en evidencia el modo en que se ha legalizado y legitimado un ser humano "individualista" y egoísta como sinónimo de ser humano "racional". Todos estos valores positivos, sinónimos de "éxito".

Para debatir la cosmovisión neoliberal, la autora rescata la obra de Hinke-lammert, comenzando con la crítica que realiza este autor al pensamiento occidental como ordenador/creador de una determinada realidad.3 Hinkelammert destaca que la sociedad occidental sustenta una racionalidad "meramente instrumental" (léase acción con arreglo a fines) que hace abstracción de los sujetos concretos con sus necesidades vitales y en las que no se garantiza la reproducción de la vida en todos sus sentidos (p. 81).

Aquí, desde mi punto de vista, quizá puede discutirse el hecho de que el sistema capitalista sí precisa de la reproducción de la vida para garantizar su supervivencia, pero está claro (considerando, por ejemplo, los datos cualitativos y cuantitativos brindados por la autora sobre la situación socioeconómica de México en las últimas décadas) que este sistema no busca ni garantiza una "vida buena" para las mayorías, sino que se trata de que éstas "sobrevivan" en condiciones mínimas de subsistencia. Lo que está en el centro de la lógica capitalista es el capital, no el sujeto ni la naturaleza. El motor de este sistema es la lógica que permite que unos pocos puedan/logren dominar al ser humano y a la naturaleza, para "maximizar" sus intereses. Indudablemente, desde esta postura, se puede levar al planeta a límites de subsistencia irracionales e "inhumanos" (como ya está sucediendo) y mientras exista esta posibilidad es poco probable que los poderosos cambien de actitud, a menos que sean presionados por las "víctimas" (en términos de Dussel) que, no por casualidad, son las mayorías. El arreglo, sin embargo, puede salirse de control al transgredir los límites del marco de referencia de la vida misma, en la campaña de acumular mayor capital: me refiero a los del propio planeta Tierra.

Esta cuestión es abordada de modo específico por Hinkelammert4 en un texto sobre "el derecho a una vida decorosa". Aquí, el autor sostiene que

la exigencia de una vida decorosa, también para aquel que con menos ingresos cuenta, tiene un sentido más preciso que se puede explicar con el concepto de cálculo del límite aguantable. Visto desde el poder, hay siempre tentación de llevar al mínimo el abastecimiento de aquelos que no tienen poder. Desde el punto de vista de la maximización de los ingresos de los poderosos, el abastecimiento de los otros tiene que ser lo mínimo necesario para que el sistema no quiebre: ése es el cálculo del límite de lo aguantable. Pero se trata de un cálculo aparente, porque el límite de lo aguantable se conoce solamente cuando se le ha franqueado. La consecuencia es la convulsión, la crisis, la amenaza a la sostenibilidad de la vida humana, y por tanto, al sistema mismo.

El eje de la economía neoclásica en la visión de académicos, como Hayek, es la acción racional-instrumental, compuesta por la racionalidad y la eficiencia como bases necesarias para la competitividad (es decir, lo opuesto a la solidaridad). De este modo, la competitividad y la eficiencia devienen en valores supremos que "deciden la validez de otros valores". En síntesis definen qué es la "vida buena". En contraposición a esta postura, la autora rescata a Hinkelammert, que plantea el concepto de "racionalidad reproductiva" (en lugar de racionalidad instrumental) vinculándolo con las condiciones de posibilidad de la vida humana, destacando que la vida del sujeto es la condición de posibilidad para la acción medio-fin (p. 85). En este punto, conecta esta centralidad de la vida del sujeto con el concepto de "valor de uso", que —tal y como lo señala contundentemente la autora- no por fruto de la casualidad fue paulatinamente reemplazado en la teoría económica neoclásica por el concepto de "valor de cambio", generando que las necesidades vitales del sujeto se transformen en ideas abstractas y devengan en "gustos y preferencias", que son objeto exclusivo de la elección del consumidor (p. 85). Según Hinkelammert, visto como valor de uso, el producto decide sobre la vida y la muerte. Por consiguiente, el análisis del valor de uso concibe el proceso económico desde el ángulo de la vida y la muerte.

Las posturas de la economía neoclásica se basan en una idea de sociedad donde la posibilidad de existencia de un agregado de individuos obedece a las siguientes premisas: respeto a la propiedad plural (entendida como propiedad privada); respeto a las obligaciones contraídas y respeto al comercio, a la competencia y al beneficio. Esto se resume en la siguiente afirmación: "La garantía del orden vigente es la garantía y seguridad de las posesiones". La justicia, entonces está intrínsecamente ligada a la propiedad, que es el eje del orden social (p. 97).

A partir de la crítica a la concepción neoliberal de sociedad y de sujeto, la obra introduce un examen sumamente interesante y pertinente al posmodernismo. Esta corriente, según Gonzáles Butrón, niega al sujeto y se autodefine como neutral: "ser posmoderno implica convivir de modo no traumático con la falta de sentido" (p. 108). En la sociedad posmoderna, el sujeto es sujeto porque consume, porque la necesidad se transformó en demanda, tal como lo expone Hayek: "un nuevo bien o una nueva mercancía, antes de legar a ser una necesidad pública y formar parte de las necesidades de la vida, constituye en general un capricho de unos pocos elegidos. Los lujos de hoy son las necesidades del mañana" (p. 110). Así, la transformación de las "necesidades" en demanda y la creación de la ilusión de que al consumir el individuo adquiere un mayor poder, ha sido quizá el arma más eficiente para la reproducción del sistema capitalista en la periferia.

Lo importante de la legitimación de estas prácticas es que contribuyeron paulatinamente a naturalizar el rol del mercado como "ordenador" de la sociedad. El mercado como factor neutral capaz de brindar un orden que permita "maxi-mizar los intereses de todos". Así es: todos pueden maximizar sus beneficios, siempre y cuando se "sometan libremente" al mercado. Aquelos que se nieguen, quedarán "por elección propia" excluidos de este orden y obtendrán como única alternativa la miseria y la pobreza (p. 127). Este punto planteado por la autora es central para aproximarnos a la comprensión de algunas concepciones que se escuchan con frecuencia, como la que sostiene que "los pobres son pobres porque quieren", o porque "no trabajan lo suficiente" para mantenerse, porque no les gusta trabajar. También permite reflexionar críticamente sobre la visión de pobreza impulsada por los organismos internacionales de asistencia como la USAID, que sostiene que el acceso al mercado es el único modo de "salir de la pobreza", de modo tal que generar consumo es disminuir la pobreza.5 No sorprende, entonces, que según el Banco Mundial, el récord de venta de celulares en uno de los países más pobres de África sea concebido como un indicador de "crecimiento y desarrolo".6

Para no quedarse en la mera crítica de la concepción neoliberal de la economía, la autora dedica el capítulo cuarto a explicar que "una economía para la vida es posible". Menciona en una primera instancia, los avances en este sentido presentados en el Foro Social Mundial de 2001. A continuación menciona diferentes alternativas como el social-liberalismo o neokeynesianismo; el ecosocialismo; el poscapitalismo y la Carta de la Tierra (p. 175). Según Gonzáles Butrón, esta última alternativa, que encuentra sus bases en las reflexiones de Boff, sería la más adecuada para promover una "economía para la vida". También menciona el "Nuevo Proyecto Histórico" liderado por Dietrich y junto con él, la propuesta económica del "principio de la equivalencia" que recupera a la economía entendida como ciencia de la satisfacción de las necesidades humanas (p. 177). La "economía popular de la solidaridad" es otra alternativa, que agrega el factor de producción "C": cooperación, comunidad, compañerismo y coordinación (p. 184). A esto se suma la propuesta de "la economía social centrada en el trabajo", que propone una economía para la satisfacción de las necesidades de todos. No acepta el principio de la escasez como condición natural, sino que lo concibe como una construcción política, y propone una redistribución fuerte de recursos, no sólo de ingresos. Finalmente, la autora presenta las reflexiones sobre las posibilidades de cambio desde la economía ecológica, y los aportes teóricos y políticos desde el feminismo y el movimiento de las mujeres. La riqueza del análisis resiente sin embargo la ausencia de una reflexión sobre las experiencias efectuadas por los gobiernos de Evo Morales en Bolivia y Hugo Chávez en Venezuela, que más alá de sus múltiples limitaciones y contradicciones, constituyen también un ejemplo de que sí existen otras "alternativas" de cara al modelo neoliberal imperante.

Aún así, lo principal de la rica presentación que nos ofrece la autora sobre el abanico de alternativas es que se trata de un ejercicio que permite apreciar que sí se están pensando, delineando e incluso levando a cabo propuestas que apuestan por una economía por la vida, por un sistema que esté orientado a la vida y no a la muerte, que considere al ser humano en todas sus dimensiones, no sólo como "fuerza de trabajo", y que por lo tanto se centre en la relación armoniosa entre ser humano y naturaleza. Y es que gran parte del "éxito" del sistema capitalista neoliberal reside en la anulación de la esperanza de que "otro mundo es posible". De hecho, los gobiernos neoconservadores de Margaret Tatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en Estados Unidos, a principios de los años ochenta, fueron conocidos con el lema de tina (por sus siglas en inglés: "There is No Alternative").

Para concluir el libro, Gonzáles Butrón retoma a Dussel y sus reflexiones sobre el "rescate del sujeto, como sujeto diferente", en oposición a la presión ho-mogeneizadora impulsada por la cosmovisión neoliberal (que no por casualidad coincide con el paradigma de conocimiento impulsado desde Occidente). Rescatar al sujeto implica concebirlo como una "identidad con otros y otras", de modo que la subjetividad irrumpe en la individualidad. El individuo neoliberal calcula y defiende sus intereses particulares. La persona, en tanto sujeto, también defiende sus intereses, pero lo hace en la intersubjetividad establecida por el criterio según el cual la amenaza a la vida de la otra y el otro es también amenaza para la propia vida, aunque "calculablemente, no hay el más mínimo criterio para sostener esto" (p. 215). Y es que esta postura reivindicada por la autora deja en claro que somos mucho más que un cálculo costo-beneficio. La "rentabilidad" pierde su rol principal en un sujeto que vive con, por y para los demás. Ésa es la esencia de la vida en comunidad, que fue exitosamente despreciada y descalificada por un sistema orientado a la reproducción del capital, y no a la reproducción del ser humano y de la naturaleza.

El texto de Gonzáles Butrón nos invita a reflexionar de modo profundo y políticamente comprometido acerca de la sociedad que tenemos y la sociedad que queremos, dando en todo momento indicios que ayudan al lector a mantener viva la utopía, porque muchas y muchos están buscando y creando alternativas para devolver al sujeto y a la comunidad el rol protagónico que el sistema capitalista neoliberal reservó para el capital.

 

NOTAS

1 Es clave aquí la relación entre conocimiento e interés, vinculación que la "ilusión objetivista", impulsada por las ciencias empírico analíticas y luego adoptada por las ciencias sociales, intenta ocultar o desconocer, tendencia que busca ser develada por la aproximación crítica donde "interés y conocimiento" son uno. Jürgen Habermas, Ciencia y técnica como ideología, Madrid, Taurus, 2005.         [ Links ]

2 Immanuel Walerstein, "Abrir las ciencias sociales", en discurso brindado ante el Social Science Research Council, Nueva York, octubre, 1995.         [ Links ]

3 Esta reflexión puede ser asociada a la idea de que Occidente se recrea a sí mismo al "recrear", desde la superioridad, aquellos espacios y culturas catalogadas como no occidentales. Estas culturas siempre son inferiores, deficientes o incompletas frente a la "cosmovisión" occidental, tal como lo expone de modo detalado Edward Said, Orientalismo, Barcelona, Debolsillo, 2004.         [ Links ]

4 Franz Hinkelammert, "El derecho a una vida decorosa", en Ambientico, núm. 90, San José, marzo, 2001. En http://www.una.ac.cr/ambi/Ambien-Tico/90/index90.htm.         [ Links ]

5 La buena gobernanza "alivia la pobreza y promueve el crecimiento económico alentando el flujo de inversiones", inversiones que a su vez generan mejoramiento en la calidad de vida, la expansión del comercio y estabilidad política [.] al impedir la estabilidad política y la predisposición para el comercio—[se] deja mucha gente de lado, en la pobreza". "USAID supports Good Governance in Latin America and the Caribbean", 2004, pp. 2 y 4.

6 Véase Banco Mundial, "Push for High Tech Microfinance Part of a Development Trend", 2007. En: http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/NEWS/0,,contentMDK:21198794~pagePK:64257043~piPK:437376~theSitePK:4607,00.htm.         [ Links ]

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