INTRODUCCIÓN
En México hay 15.4 millones de adultos mayores considerados de 60 años o más. Representan el 12.3% de la población; dentro de esta cifra, al menos 1.7 millones viven solos1-3. En Nuevo León, la población de 60 años o más, hasta abril de 2019, era de 764,980 habitantes4.
La soledad se define como una sensación subjetiva de un fenómeno que es multidimensional y complejo, involucra el aspecto psicológico, y puede derivar en un factor de estrés. Es resultado de carencias afectivas, sociales y/o físicas, y pueden ser reales (carencia de compañía para cualquier actividad), o percibidas, condición única en que la persona se percibe socialmente aislado pese a encontrase entre otros individuos5-7. En el adulto mayor, la soledad se relaciona con presencia de deterioro cognitivo (Alzheimer), desnutrición, disminución en la actividad física, mala calidad del sueño y presencia de tabaquismo, alcoholismo, sedentarismo u obesidad; elevación de la presión sanguínea, activación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenocortical y del sistema nervioso simpático7,8-11.
La soledad es un determinante de salud, en países desarrollados12. Su prevalencia se ha incrementado8,13,14. Reino Unido, por ejemplo, en 2018 creó el Ministerio de la Soledad, para dar atención a 9 millones de personas con este problema de salud pública15.
Una vez declarada la infección por coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2), emergencia internacional de salud pública16,17, surge la soledad asociada a la pandemia de COVID-19. Aunque la soledad en la vejez es un problema de salud pública antes del brote, y no es específica de este grupo poblacional, se esperaba que la soledad aumentara durante las medidas pandémicas18,19. Una muestra de adultos estadounidenses de 50-80 años, durante junio de 2020 (al inicio de la pandemia), mostró que dos de cada cinco personas (41%) informaron sentir falta de compañía (32% algunas veces, 9% a menudo). En comparación con el 34% (26% algunas veces, 8% a menudo) obtenido en 201820.
Existen diversas variables involucradas en este fenómeno y según las características de la población los resultados son distintos; la pandemia puede ser un gran determinante. Un estudio reciente a gran escala sobre soledad mostró la necesidad de conocer las características culturales que diferencian a cada país y/o ciudad de manera más amplia10,19,21,22.
El objetivo de este estudio fue determinar la frecuencia de soledad en el adulto mayor en México durante la pandemia ocasionada por el SARS-CoV-2 y su posible relación con las variables sociodemográficas y clínicas propias de la población.
MATERIAL Y MÉTODOS
Estudio observacional, descriptivo, transversal y prospectivo. Población: adultos mayores de 60 a 99 años, hombres y mujeres, capaces de responder la encuesta, mexicanos, que vivieran solos o acompañados y que acudieron a la consulta externa de medicina familiar en un hospital de Monterrey, Nuevo León, México, como pacientes o acompañantes. Tamaño de la muestra calculada con la fórmula de estimación de una proporción en una población infinita con un intervalo de confianza del 95% (IC95%) y un Z alfa de 1.96, una precisión de estimación (delta) de 0.05, requiriendo 246 participantes.
Se define como sensación de soledad al sentimiento natural, subjetivo (personal), de malestar emocional, relacionado con ciertos momentos de la vida, que afecta a cualquier persona, independientemente de su sexo, edad u otras características sociodemográficas, y que puede impactar sobre el funcionamiento de la salud física y psicológica, sobre todo de aquellas personas que son más vulnerables, ya vivan acompañados o no7. Se estudiaron variables sociodemográficas, características clínicas (enfermedades que padecía, frecuencia con que acudió a consulta médica, si acudió a área de urgencias en los últimos 10 meses, horas que dormía al día, si fumaba, si consumía alcohol y su actividad física entre sedentaria, ligera o vigorosa), y aspectos generales durante pandemia de COVID-19 (contagios de SARS-CoV-2 del entrevistado o algún ser querido, defunción de algún familiar, afectaciones durante la pandemia y si permaneció en aislamiento).
Existen diversas escalas para medir la soledad en el adulto mayor, entre las que se pueden citar: Escala para la Evaluación de la Soledad Social y Emocional en Adultos (SESLA-S), la cual ha sido adaptada al castellano en España; la Escala de Soledad de la Universidad de California en los Ángeles (UCLA) cuya utilidad ha estado enfocada a grupos poblacionales mas jóvenes; y en España, la Escala ESTE. En México se ha elaborado el Inventario Multifacético de Soledad en el adulto mayor (IMSOL-AM), realizado por Montero-López y Rivera-Ledezma, que cuenta con características culturales de los mexicanos, y ha sido adaptada para adultos mayores ya que, previamente, se trataba solo del Inventario Multifacético de Soledad (IMSOL), por ello parece la más adecuada para evaluar la soledad en dicho territorio23.
Se utilizó el IMSOL-AM: tipo Likert y desarrollado en México. Mide frecuencia de experiencia solitaria en adultos mayores. Ha demostrado validez con una consistencia interna de α = 0.95; el puntaje obtenido va de 0 a 80 puntos. Conformado por 20 ítems, puede ser autoaplicado, pero en este caso se realizó por entrevista. Las opciones son de respuesta del 0 al 4, con dos subescalas: 1) alienación familiar (agrupa reactivos 1, 2, 4, 5, 6, 8, 9, 10, 11, 13 y 15, que aludieron a incomprensión, alejamiento y reprobación familiar, que facilitan sentirse rechazado, aislado y abandonado), y 2) insatisfacción personal (agrupa reactivos 3, 7, 12, 14, 16, 17, 18, 19 y 20, vinculados con insatisfacción y carencia de propósito de vida, que facilita sensación de desamparo e inseguridad acerca del futuro). El puntaje de la experiencia solitaria es obtenido sumando los 20 reactivos y el total se divide entre 20; a mayor puntaje mayor frecuencia de experiencia solitaria24. Uno de los creadores de la escala (López-Lena M.) sugiere la distribución de frecuencias de la escala sobre la muestra particular y a partir de la media, se identificarían las desviaciones estándar bajo la curva. Así, en este estudio determinamos a personas sin soledad (primera desviación alrededor de la media), en riesgo de soledad (segunda desviación) y con soledad en la tercera desviación.
Se usaron frecuencias y porcentajes para variables categóricas. Para variables numéricas se evaluó la distribución de la muestra por medio de la prueba de Kolmogorov-Smirnov y se reportaron los resultados mediante medidas de tendencia central y dispersión (media/desviación estándar en caso de distribución paramétrica y mediana/rango intercuartílico en caso de distribución no paramétrica). Se utilizó el paquete estadístico SPSS v25. Se realizó el cruce de las variables sociodemográficas y médicas con las que miden soledad. Se utilizó la chi cuadrada (c2) con una significancia de p < 0.05.
El protocolo fue previamente aceptado por el Comité de Bioética de un Hospital Universitario con código MF21-00009). Se solicitó consentimiento verbal, recabando información solo de quienes aceptaron participar voluntariamente, enfatizando el objetivo del estudio, el tipo de información que recolectar y la confidencialidad.
RESULTADOS
Se encuestaron 249 personas, el 62.7% fueron mujeres. La edad resultó ser de 65.0 (rango intercuartílico con el 95% de confianza: 66.0-67.7 años).
La mayoría con escolaridad primaria (35.7%), casados (52.6%), radicaban en Monterrey (27.3%) (Tabla 1), la mayoría vivían acompañados (88.4%) (Tabla 2), padece hipertensión arterial sistémica (22.5%) y/o diabetes mellitus tipo 2 (11.2%), nunca han fumado (71.1%) ni consumido alcohol (54.2%). El 20% negó contar con un pasatiempo, por ejemplo ver televisión (17.3%) y caminar (14.5%) obtuvieron los porcentajes más altos. El 42.9% tenía como mascota un perro, el 30.2% negó poseer mascota. Más de la mitad de los encuestados refirieron dormir siete horas o más (56.6%). El 59.0% afirmó tener actividad física ligera. Al momento del estudio, la mayoría no se había contagiado de COVID-19 (76.7%); la mitad de los participantes habían tenido un ser querido con COVID-19 (50.6%). En cuanto a las afectaciones por la pandemia, la más observada fue la económica (27.3%). El aislamiento por la pandemia estuvo presente en el 67.5%.
Variable | Frecuencia | % | |
---|---|---|---|
Sexo | Hombres | 93 | 37.30 |
Mujeres | 156 | 62.70 | |
Escolaridad | Analfabeta | 14 | 5.6 |
Primaria | 89 | 35.7 | |
Secundaria | 52 | 20.9 | |
Preparatoria | 18 | 7.2 | |
Técnica | 17 | 6.8 | |
Universidad | 51 | 20.5 | |
Otros | 8 | 3.2 | |
Estado civil | Soltero | 32 | 12.9 |
Casado | 131 | 52.6 | |
Unión libre | 13 | 5.2 | |
Separado | 11 | 4.4 | |
Divorciado | 11 | 4.4 | |
Viudo | 51 | 20.5 | |
Religión | Católica | 179 | 71.9 |
Bautista | 8 | 3.2 | |
Cristiana | 35 | 14.1 | |
Testigo de Jehová | 14 | 5.6 | |
Ninguna | 9 | 3.6 | |
Otra | 4 | 1.6 | |
Ocupación | Hogar | 88 | 35.4 |
Empleado | 30 | 11.8 | |
Obrero | 11 | 4.2 | |
Comerciante | 18 | 7.2 | |
Desempleado | 12 | 4.9 | |
Profesionista | 12 | 4.9 | |
Jubilado | 66 | 26.6 | |
Otra | 12 | 4.9 |
Escala total | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Soledad | |||||||
Sin soledad | En riesgo de soledad | Soledad | |||||
Variable | n | % | n | % | n | % | p |
Horas de sueño | |||||||
Menos de 5 5 7 10 o más |
11 67 139 18 |
4.7 28.5 59.1 7.7 |
2 8 1 0 |
18.2 72.7 9.1 0 |
1 0 1 0 |
50 0 50 0 |
0.001* |
Aislamiento por la pandemia | |||||||
Sí No |
157 78 |
66.8 33.2 |
9 2 |
81.8 18.2 |
2 0 |
100 0 |
0.360 |
Con quién vive | |||||||
Solo Acompañado |
26 210 |
11 89 |
2 9 |
18.2 81.8 |
1 1 |
50 50 |
0.184 |
Pruebas de comparación mediante Chi2.
*Diferencia estadísticamente significativa
En la escala IMSOL-AM, la subescala de alienación mostró al 3.2% en riesgo de presentar alienación y el 0.8% cayeron en la clasificación de probable patología. En la subescala de insatisfacción familiar, el 5.2% con riesgo de presentar insatisfacción familiar y el 0.4% resultaron insatisfechos con sus relaciones familiares y probablemente experimentaban soledad. En la escala total, el 94.8% de los pacientes no experimentaban soledad, el 4.4% se encontraba en riesgo de experimentar soledad y el 0.8% experimentaba soledad (Fig. 1).
Se realizaron pruebas de ji-cuadrada (c2) para conocer si había influencia en la sensación de soledad de los pacientes (Tabla 2). Al correlacionar los datos sociodemográficos, se encontró una franca asociación con las horas de sueño y la presencia de sensación de soledad (p < 0.001).
Discusión
En este estudio se encontró una frecuencia de soledad del 0.8%, que no coincide con lo observado en otros estudios publicados donde se ha reportado una presencia de soledad hasta en el 56% en 202020. En el caso de estudios mexicanos en el año 2021, se aplicó la escala ESTE a 396 adultos mayores, encontrándose que la soledad social estaba presente en el 24.31%, y la soledad familiar en el 12.13%24. Por su parte, en 2014, utilizando el instrumento IMSOL-AM, el 58.3% de los adultos mayores presentaba alta experiencia de soledad, sin embargo es importante mencionar que el estudio fue realizado en un asilo y que todos presentaban depresión: el 66.7% depresión moderada, el 8.3% alta y el 25% leve25. En 2019, aplicando el IMSOL-AM en población peruana se determinó que el 18% presentaba un alto sentimiento de soledad26. Es importante aclarar que estos estudios fueron realizados antes de la pandemia por COVID-19, y que no determinaron, como variables, el conocer si la población estudiada vivía sola o acompañada. Además, existen otros factores que pueden resultar determinantes como se menciona párrafos adelante.
Las mujeres fueron mayoría en la muestra (62.7%); de acuerdo con Boris y Perlman, los hombres son quienes presentan más soledad que las mujeres27, lo que puede explicar la baja prevalencia de soledad en este estudio.
La edad, con una mediana en 65 años, puede considerarse también factor protector, Nguyen et al. mencionan que al analizar las soledades de 2,843 personas durante el 2019, llegando a los 60 se presenta una disminución de la soledad. De igual forma, al tratarse de adultos mayores jóvenes es menor la presencia de soledad como se afirma en otros trabajos28,29.
Se esperaba que la escolaridad pudiera jugar un papel inversamente proporcional a la sensación de soledad, como se observó en el trabajo de Quintero et al.29. Sin embargo, los encuestados contaron con nivel primaria en un 35.7%, sin encontrar alguna diferencia estadística entre la escolaridad y la sensación de soledad. Resultado también diferente al estudio realizado por Cruz-Vargas et al., en donde se encontró que las personas con licenciatura presentaban sentimientos de vacío27,30.
En otra publicación se afirma que la soledad se encuentra relacionada con la edad y factores culturales27. Al tratarse de adultos mayores jóvenes se encontraban con mayores posibilidades de interactuar con otros por diversos medios electrónicos. Se debe considerar que el factor cultural es importante en la sociedad mexicana, pues la mayoría de los encuestados se encontraba viviendo acompañado. Por la pandemia, en los domicilios, los ancianos ejercían el rol de abuelos, fungiendo como cuidadores de sus nietos14,31,32, otros fueron acogidos en casa de sus hijos para ser ayudados con actividades básicas. Se encuestaron pacientes ambulatorios, con suficientes herramientas para valerse por sí mismos, lo que les confiere un grado de autonomía e independencia que de igual forma puede aminorar la sensación de soledad31,33.
Esto hace pensar que incluso en presencia de enfermedades cronicodegenerativas, mientras los pacientes no experimenten un nivel de discapacidad no representan un factor de riesgo para sentirse solos, ya que en algunos estudios28, los pacientes que presentan dificultades a la movilización y a la comunicación son en quienes se ha encontrado mayor presencia de soledad, en nuestro estudio no fue posible identificar tal asociación. Esto último marca la pauta para inferir que la soledad no es una característica propia de la edad, sino de las circunstancias y características de la población estudiada.
CONCLUSIONES
Pese a que la frecuencia de sensación de soledad fue del 0.8%, no fue una asociación significativa estadísticamente con el aislamiento durante la pandemia, ni con alguna característica médica. Como hallazgo pareció haber una correlación entre quienes experimentaron sensación de soledad, las horas de sueño estuvieron asociadas negativamente; es decir, a menor cantidad de horas de sueño, aumentaba la sensación de soledad. Se sugiere un nuevo estudio al término de la pandemia, además de considerar los roles del adulto mayor dentro del hogar.
FINANCIAMIENTO
La presente investigación no ha recibido ninguna beca específica de agencias de los sectores públicos, comercial o sin ánimo de lucro.
RESPONSABILIDADES ÉTICAS
Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores han obtenido la aprobación del Comité de Ética para el análisis y publicación de datos clínicos obtenidos de forma rutinaria. El consentimiento informado de los pacientes no fue requerido por tratarse de un estudio observacional retrospectivo.