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Revista de historia de América

versión On-line ISSN 2663-371X

Rev. hist. Am.  no.161 Cuidad de México jul./dic. 2021  Epub 21-Feb-2022

https://doi.org/10.35424/rha.161.2021.987 

Reseñas

Peter Guardino, La marcha fúnebre. Una historia de la guerra entre México y Estados Unidos

*Universidad Autónoma de Querétaro, Querétaro, México. Correo electrónico: ceac45@hotmail.com

Guardino, Peter. La marcha fúnebre. Una historia de la guerra entre México y Estados Unidos. México: Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Históricas, Grano de Sal, 2018. 536 pp.p. ISBN: 978-607-9849-4.


En su obra más reciente La marcha fúnebre. Una historia de la guerra entre México y Estados Unidos, Peter Guardino estudia el conflicto bélico iniciado en 1846 entre las dos naciones, producto de las pretensiones anexionistas de Estados Unidos. Su trabajo se inscribe en lo que denominaríamos historia militar y de la guerra, con la salvedad de que, a diferencia de otros, lejos está de ser una historia de corte tradicional; su singularidad y aporte reside en el hecho de que el autor miró la confrontación desde un aspecto más holístico, pues además de lo bélico examinó los rasgos culturales de ambas sociedades (religión, raza, familia, honor), aspectos significativos para conocer su cosmovisión y entender a cabalidad la actuación de los bandos en pugna.

Desde hace más de dos décadas, este historiador norteamericano ha estudiado la formación del Estado-nación y la cultura política popular en México durante el siglo XIX, apartándose de la idea de que las naciones son productos abstractos y de manufactura propia de las élites en el poder. Sus investigaciones demostraron que el proceso de construcción del Estado no dependió únicamente de las decisiones e imposiciones de los gobiernos centrales, toda vez que los movimientos locales tuvieron una amplia repercusión en el diseño de la política nacional a través de proyectos alternativos sobre la nación y la ciudadanía. Para él, la conformación del Estado-nación estuvo caracterizada por una serie de resistencias, acuerdos y negociaciones entre la élite política y los grupos subalternos regionales.1 Reflexionar sobre la participación de los sectores populares en la arena política le valió para reconocer la complejidad de dicha conformación ante la diversidad de intereses dispares.

Al poner el acento en la dimensión sociocultural de lo político, Guardino evidenció la importancia de las experiencias (políticas, económicas, sociales y culturales) de los sectores marginales. Esta idea rectora se encuentra presente en este último libro que hoy reseño, en el cual no sólo nos presenta y describe las campañas militares, los recursos humanos y económicos con los que contaban ambos bandos, o la habilidad y el profesionalismo de oficiales y soldados como factores explicativos de la guerra, ya que a estos argumentos integra conjuntamente los usos y costumbres de ambas sociedades, sus dinámicas colectivas y familiares, sus tensiones y conflictos en torno a la migración, lo racial, la pobreza, etcétera, aspectos que definieron y modelaron sus prácticas y comportamientos de cara a la guerra que protagonizaron.

Para responder y aclarar los motivos que dieron paso a esta confrontación bélica y su trágico desenlace buena parte de los historiadores han aceptado el argumento de que México perdió la guerra por diversas razones: se tenía una élite política y militar dividida, así como una sociedad carente de valores cívicos y de compromiso con el país, a diferencia de los estadounidenses, quienes contaban con un nacionalismo más acendrado a raíz de la consolidación de instituciones democráticas y una economía fuerte. No obstante, Guardino disiente de esta premisa, su tesis es que ese supuesto “nacionalismo” no era una construcción etérea, por el contrario, para él los nacionalismos del siglo XIX estaban constituidos por elementos concretos como, por ejemplo, los lazos familiares y los establecidos con la comunidad, es decir, por una historia y experiencias compartidas que dieron sentido a la identidad tanto mexicana como estadounidense.

Con una prosa fluida el autor en su obra monumental de 534 páginas relata las campañas y batallas registradas a lo largo y ancho del territorio mexicano entreverando la narración a las experiencias y motivaciones que tuvieron unos y otros. A su vez, inscribe el conflicto armado en un contexto más amplio atendiendo a la política doméstica de ambos países para comprender el proceder de la élite y de los soldados. Para ello, Guardino consideró necesario dar cuenta de que el país del norte poseía una economía boyante y una política estable -aunque esto no significaba que hubiera una clase política unida, pues también hubo disensos; un botón de muestra fueron los desacuerdos entre el presidente y el congreso para costear la guerra- por su parte México tenía unas arcas públicas en continua precariedad y una clase política y militar dividida; escenarios que, a decir de este historiador, fueron definitorios durante la contienda porque para tener ejércitos profesionales, competentes, bien armados, comidos y vestidos se requería de dinero y de la paga continua a las tropas para evitar la deserción. En ese sentido, y dadas las condiciones políticas, económicas y materiales de ambas naciones, las fuerzas armadas estadounidenses sortearon esos inconvenientes, aun cuando en sus tropas también hubo defecciones producto de la severidad de los castigos y maltratos que los jefes inmediatos daban a los soldados. En contraste, los soldados mexicanos pasaban días faltos de víveres, uniforme y armamento y las fugas entre sus filas fueron moneda corriente, lo que provocó que las autoridades militares tuvieran continuos problemas para mantener las unidades completas.

Las explicaciones que proporciona Guardino acerca de la guerra entre México y Estados Unidos guardan un cierto grado de complejidad y difieren de la historiografía que converge con la idea de que los elementos que explican la derrota fueron el escaso patriotismo de la sociedad mexicana, las diferencias entre su clase política, aunado a su débil economía. En buena medida, su distanciamiento con los argumentos de este tipo tuvo que ver con el cambio metodológico que llevó a cabo, pues al incorporar los enfoques de la historia social y cultural nuestro autor privilegió las prácticas sociales y las representaciones de ambos grupos, así como las solidaridades y rivalidades que emergieron durante el conflicto. Así mismo, debemos decir que este viraje metodológico también se debió a la consulta de una diversidad de fuentes; Guardino se proveyó de una extensa producción historiográfica sobre la guerra y la historia de las dos naciones, además de fuentes de primera mano, tales como partes de guerra, diarios, memorias, periódicos, cartas, y demás soportes documentales localizados en bibliotecas y repositorios a nivel internacional, nacional y estatal.

Como mencioné líneas arriba La marcha fúnebre es una obra extensa, consta de nueve capítulos de los que se pueden hacer diversas lecturas y análisis; si bien no es mi interés hablar del contenido de cada acápite en estas breves páginas, no obstante, tocaré algunos aspectos que fueron centrales a la hora de elaborar sus conclusiones. En primer lugar, Guardino nos ofrece las características que tenían los ejércitos regulares de ambos países en la década de los cuarenta. El ejército estadounidense estaba compuesto por hombres migrantes -irlandeses, alemanes e ingleses principalmente-, católicos y pobres. Para quienes acababan de llegar al país, el servicio militar fue una opción si querían una mejor calidad de vida. En cambio, para el ciudadano estadounidense promedio (protestante y nativista) el reclutamiento era poco atractivo porque se renunciaba a su autonomía por cinco años estando supeditado a las órdenes de oficiales, quienes empleaban castigos corporales en caso de insubordinación, lo cual era mal visto pues esta clase de escarmientos los degradaban como ciudadanos y como hombres. Para el ejército mexicano, el autor observa que éste nunca fue atractivo para la población masculina porque los mantenía alejados de su familia, sin paga y viviendo violencia a manos de sus superiores, en ese sentido, el ejército fue visto como una institución punitiva debido a que se enviaba a la gente considerada perjudicial para la comunidad -golpeadores, borrachos, mujeriegos o perezosos. Ambos ejércitos eran parecidos, ya que se componían por personas que la sociedad repudiaba, y su alistamiento no fue una decisión patriótica; los conscriptos del ejército estadounidense lo hicieron movidos por su inestable situación económica y los mexicanos, en su mayoría, fueron enviados a la fuerza.

Otro aspecto a considerar es que en esta guerra no sólo participaron los ejércitos regulares, sino también fuerzas de carácter cívico-militar. El alistamiento de los voluntarios estadounidenses fue de tipo local, sus miembros eran jóvenes de familias respetables, contaban con un empleo, un nivel educativo promedio y una identidad regional fuerte. A diferencia de los miembros del ejército regular, éstos argumentaban ser ciudadanos libres, votaban a sus oficiales y exigían un trato libre de violencia. Sus condiciones (por demás superiores a las que tenían los soldados regulares) definieron su comportamiento durante las campañas; los voluntarios se alistaron por la búsqueda de aventura y no por una cuestión económica, aunado al hecho de que los oficiales tenían problemas para disciplinarlos. Guardino identifica que mientras los ejércitos regulares estadounidenses actuaron conforme a los protocolos de la guerra y el código militar, los voluntarios transgredían las órdenes cometiendo actos violentos y degradantes con sus oponentes y con la población civil. Respecto de los cuerpos cívico-militares (Guardia Nacional) en México sucedía una cuestión parecida a la de los voluntarios estadounidenses; ellos también tenían un orgullo local fuerte, sus miembros eran ajenos a los sectores populares y se sentían diferentes a los miembros de los cuerpos permanentes al haber sido enviados como castigo por transgredir las normas.

Para Guardino las diferencias socioculturales entre migrantes europeos y nativos, así como entre mexicanos (del centro y del norte), se evidenciaron claramente en los derroteros de la guerra. Los prejuicios raciales y de clase de los nativos hacían que miraran con desprecio tanto a los migrantes como a los mexicanos y actuaran con un grado de violencia contra ellos y la población civil, lo que a su vez desató que éstos últimos procedieran de la misma forma con sus agresores y todo aquel soldado estadounidense que se encontraban. Pero a pesar del grado de crueldad que esta guerra desató, lo cierto es que también hubo acuerdos y negociaciones que les permitieron sobrevivir en medio del conflicto, por ejemplo, mujeres y hombres en México les ofrecían sus servicios o les vendían alimentos, ropa, animales, lo que ha sido interpretado como una deslealtad. No obstante, Guardino no lo ve como una falta de patriotismo, sino como un cálculo premeditado por parte de la población, ante lo cual pregunta “¿Era eso la prueba de que no sentían lealtad a México, o simplemente, de que contar con un medio de vida para sí y para su familia era algo fundamental?” En ese sentido este historiador toca un punto por demás interesante, el de la identidad.

Ha prevalecido la idea de que los mexicanos antepusieron sus intereses personales a los de la nación, sin embargo, para Guardino esto no fue así; el patriotismo y el nacionalismo se fueron entretejiendo en el día a día y pasaba por cuestiones como la independencia -algo por lo cual los mexicanos habían luchado décadas atrás y en esos momentos se veía amenazada-, por la religión -se tenía miedo a la imposición de la tolerancia religiosa- y por la defensa de las mujeres, de la familia y el patrimonio. De modo tal que diversos sectores de la sociedad mexicana, al ver que sus valores y su sistema de creencias se encontraban amenazados, comenzaron a resistir de diversas maneras a pesar de las diferencias políticas o de clase: las mujeres de clase media y alta hicieron colectas de fondos o confeccionaron ropa; las de clase baja sirvieron en las tropas; las familias de clase media y alta donaron dinero y bienes; las de clase baja transportaron armas o construyeron fortificaciones.

De igual modo, cuestiona la supuesta identidad estadounidense demostrando que el Estado y la unidad nacional eran frágiles dos décadas después de su independencia. Estados Unidos, de acuerdo con Guardino, estaba dividido por la violencia colectiva: ataques contra grupos religiosos, inmigrantes, negros libres y abolicionistas, partidos de oposición. Dicha violencia colectiva se justificaba como una forma de democracia directa, pero para nuestro autor, esto era una prueba fehaciente de que las instituciones gubernamentales tampoco estaban del todo consolidadas, ni fuertes.

La marcha fúnebre es un libro que rompe paradigmas acerca de lo que se ha escrito sobre la guerra entre México y Estados Unidos. Dos aportes de esta obra son, en primer lugar, que se centra en los valores comunes que llevaron a unos y a otros a defender sus causas, sin enarbolar las diferencias como parte de la explicación. Lo anterior fue posible a partir de la revisión de la historia social y cultural de la guerra, lo cual es la segunda contribución, pues al estudiar en conjunto tanto los valores comunitarios como las estrategias, las armas y las tácticas que moldeaban el comportamiento de los soldados Guardino pudo dar cuenta de que la guerra se perdió por errores tácticos clave y desavenencias entre su clase política y militar, y no por la falta de patriotismo de los mexicanos. A lo largo de su trabajo queda demostrado que la guerra para los estadounidenses no fue ni corta, como en un primer momento se presumió y tampoco fácil, pues se encontraron con unos hombres que lucharon hasta el final por la defensa de su país, su cultura y sus valores.

Referencias

Guardino, Peter, Campesinos y política en la formación del Estado nacional en México, Guerrero 1800-1857, México, Gobierno del Estado Libre y Soberano de Guerrero-H. Congreso del Estados Libre y Soberanos de Guerrero, Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri, 2001. [ Links ]

Guardino, Peter, El tiempo de la libertad. La cultura política popular en Oaxaca, 1750-1850, México, Universidad Autónoma de Benito Juárez, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, El Colegio de Michoacán, 2009. [ Links ]

1 Tesis que el autor desarrolla en sus libros Campesinos y política en la formación del Estado nacional en México, Guerrero 1800-1857, México, Gobierno del Estado Libre y Soberano de Guerrero-H. Congreso del Estados Libre y Soberanos de Guerrero, instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri, 2001, y El tiempo de la libertad. La cultura política popular en Oaxaca, 1750-1850, México, Universidad Autónoma de Benito Juárez, Oaxaca, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, El Colegio de Michoacán, 2009.

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