El paciente es una mujer de 71 años de edad que vive en un sector rural, en el cual se utiliza mucho la calefacción con leña y los hornos de barro. Tiene rosácea con eritema telangiectásico facial, con compromiso ocular de ambos ojos: blefaritis y disfunción de las glándulas de meibomio.
Hace 3 años presentó una escleritis grave en el ojo derecho que generó un adelgazamiento en varias zonas de la esclera, además de una úlcera corneal temporal, la cual produjo un adelgazamiento corneal con neovascularización (Fig. 1). Hoy en día presenta una nueva reactivación ocular, con un nuevo episodio de úlcera corneal en la misma zona dañada hace 3 años (Fig. 2).
La rosácea es una enfermedad de etiología aún desconocida, con una prevalencia de aproximadamente un 10% en la población general, y a pesar de ser una patología principalmente dermatológica, en más de un 50% de los casos se presentan manifestaciones oculares; es más frecuente en mujeres mayores de 30 años de edad y tez blanca.
Si bien es muy conocido que esta enfermedad genera blefaritis, con disfunción de las glándulas de meibomio y deficiencia de la capa lipídica lagrimal, se olvida que puede presentar algunas complicaciones graves: neovascularización en un 11% de los casos, epiescleritis en un 4,5%, úlcera corneal en un 3,5%, escleritis en un 1,2%, adelgazamiento corneal en un 5,7%1.
Este caso clínico nos hace recordar lo importante que es no considerar la rosácea como una enfermedad poco importante o con poco riesgo, subestudiar sus factores de riesgo, no informar de los factores desencadenantes o agravantes y finalmente subtratar la enfermedad, con lo que se expone a los pacientes a desarrollar complicaciones graves como estas.