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Medicina crítica (Colegio Mexicano de Medicina Crítica)

versión impresa ISSN 2448-8909

Med. crít. (Col. Mex. Med. Crít.) vol.32 no.4 Ciudad de México jul./ago. 2018  Epub 30-Jun-2020

 

Editorial

Profesionalismo en medicina

Medical professionalism

Profissionalismo em medicina

José Javier Elizalde González1 

1 Editor, INCMNSZ. Ciudad de México, México.


Solemos hablar de profesionalismo sin detenernos a profundizar en su real significado. Vivimos una época donde la tarea médica subsiste dentro de un espacio complejo, a veces oscuro, colmado de reclamos sociales, presiones mercantiles e intereses económicos, discursos de optimización, exigencias administrativas y limitación de recursos presupuestales. Al mismo tiempo, experimentamos no sólo cómo el conocimiento y la tecnología, sino también la competitividad entre pares e instituciones, las demandas legales e incluso la avaricia y la prisa por un rápido beneficio económico progresan y se desarrollan, convirtiendo el concepto «medicina centrada en el individuo» en letra muerta. Resulta entonces, de manera paradójica e incongruente, más importante para el sistema la firma y el llenado del formato que una clínica refinada y un buen diagnóstico diferencial. Consentir esta situación en la profesión médica, ¿corresponde a un profesionalismo? ¿Dónde queda la ética cuando el médico se somete a las políticas de las compañías de seguros, a la presión y compliance discrecional de la industria farmacéutica y a la mercadotecnia de laboratorios y hospitales privados?

Para Epstein y Hundert, competencia profesional es el uso juicioso y habitual de la comunicación, conocimiento, destrezas técnicas, razonamiento clínico, emociones, valores y reflexión en la práctica diaria para el beneficio de los individuos y la comunidad a la que se sirve; por ello, la ética está implícita en el concepto y forma parte de las ocho competencias que integran el Plan de Estudios 2010 de la Facultad de Medicina de la UNAM, así como por el Consejo de Acreditación de Educación Médica de Graduados de los Estados Unidos de Norteamérica (ACGME, por sus siglas en inglés), proyecto compartido inmediatamente por la Fundación del Consejo Americano de Medicina Interna, la Fundación del Colegio Americano de Médicos y la Federación Europea de Medicina Interna. En Medicina Crítica, uno de los dominios de la capacitación basada en competencias en Medicina Intensiva en Europa, creado por la Sociedad Europea de Medicina Intensiva (Programa COBATRICE), es precisamente el profesionalismo (dominio número doce), incluido ya en un sinnúmero de guías internacionales.

Dicho programa establece, en su sección de actitudes: «…el intensivista debe ser íntegro, honesto y respetuoso en las relaciones con pacientes, familiares y colegas; debe establecer relaciones de confianza y ofrecer una atención compasiva hacia los pacientes y sus familiares; consultar, comunicarse y colaborar de manera efectiva con los pacientes, los familiares y con el equipo de asistencia sanitaria; ser sensible a las reacciones y a las necesidades emocionales de los demás; ser fácil de tratar y accesible cuando se está de guardia; considerar a cada paciente como un individuo; estar dispuesto a comunicarse y apoyar a los familiares y seres queridos; promover el respeto a la privacidad, la dignidad y la confidencialidad del paciente; reconocer las consecuencias del lenguaje utilizado para impartir información y reconocer que la comunicación es un proceso de dos direcciones».

De manera tradicional, se ha considerado al profesionalismo médico como un conjunto de valores, conductas y relaciones que apoyan y explican la confianza que la sociedad deposita en los médicos; sin embargo, hay polémica sobre si debe ser visto como un agregado de atributos o un conjunto global de conocimientos básicos para aproximarse a la práctica médica.

El Dr. Jordan Cohen, presidente de la Asociación Americana de Colegios Médicos de la Unión Americana, considera que el profesional de la medicina se define actualmente no sólo por lo que sabe y hace, sino por un profundo sentido sobre lo que el médico debe ser, bajo tres principios fundamentales: la primacía por el bienestar del enfermo, el respeto por su autonomía y el compromiso con la justicia social. Es claro que este profesionalismo, al ser un constructo, está influido por el contexto cultural que incluye aspectos políticos, religiosos y, actualmente, de tecnología de la información y redes sociales; factores muchas veces dinámicos y cambiantes, donde humanismo, ética, espiritualidad y moralidad se funden. Se ha dicho que el humanismo alimenta la pasión que anima al auténtico profesionalismo.

Wilkinson, en su análisis temático sobre las definiciones y atributos del profesionalismo, logra identificar cinco rasgos mayores del mismo: «adherencia a los principios de la práctica ética, interacciones efectivas con los pacientes y las personas importantes para ellos, relaciones positivas con los miembros del equipo de salud, confiabilidad y responsabilidad en la salvaguardia autónoma y perfeccionamiento de las competencias propias, de los demás y del sistema como un todo».

Estamos conscientes de que nuestra profesión, sin demérito de ninguna otra, se encuentra ubicada en el punto más alto del profesionalismo, con metas comunes, humanismo, competencias y códigos de ética bien definidos; mecanismos de autorregulación consensuados invariablemente entre pares, sin olvidar el contrato social y el modelo de justicia distributiva que históricamente la profesión ha asumido desde su origen. Todo esto articula y da sentido al quehacer y compromiso médico, orientado invariablemente hacia el mejor beneficio del paciente y jamás para objetivo alguno ajeno a este precepto.

Sin embargo, los valores de la sociedad en su conjunto han cambiado de manera vertiginosa y casi imperceptible, permeando toda la actividad humana, la ciencia, la familia, la educación, el trabajo, las relaciones humanas y los gobiernos. Es así que lo que sucede hacia dentro de las escuelas y facultades de medicina y de la misma profesión médica tan sólo es reflejo de los cambios en la sociedad.

Ante esto, ¿será necesario redefinir el profesionalismo médico? Probablemente no, pero sí vislumbrarlo en un sentido más amplio, cultivarlo y ejercerlo rigurosamente en la práctica diaria, inculcándolo como modelo en las nuevas generaciones médicas y perpetuándolo de la mejor manera, con el ejemplo, motor del cambio cultural.

Todos en nuestro gremio podemos sentir, en nuestra esencia humana, lo que el profesionalismo médico debe incluir y lo que debe objetar. Es cuestión de escuchar con atención, integridad, reflexión y altruismo a nuestra conciencia.

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