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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versión On-line ISSN 2448-8488versión impresa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.30 no.87 Ciudad de México may./ago. 2023  Epub 17-Nov-2023

 

Dossier

Presentación

Leonardo Santoyo Alonso


La frontera noroccidental de Mesoamérica ha sido ocupada por una multiplicidad de grupos humanos con diversas tradiciones culturales desde épocas tan lejanas como el Pleistoceno, hace más de 20,000 años. Ese territorio ha sido considerado un contenedor de fenómenos relacionados, por una parte, con cambios climáticos que afectaron o moldearon a las diversas sociedades que lo ocuparon [Armillas 1991: 207-232], y por otra parte, con diversos grados de cultura y transculturación, donde la instalación de una cultura más fuerte y compleja se impuso para difundir sus ideas [Limerick 1987: 396]. El concepto de frontera fue construido principalmente desde el siglo XIX por la geografía humana y ha repercutido de forma significativa en la antropología. Los postulados de fronteras como franjas de contacto cultural que delimitan Estados o naciones son ejemplo de esa influencia. También, se le ha adjudicado la categoría de un espacio de contención de amenazas externas, esto es, de zonas “estratégicas” de clara extracción geopolítica [Taylor 1993]. El Norte de México también ha estado sujeto a la idea de un espacio socialmente construido donde el sistema mundial globalizado se convierte en una red de Estados que llegan a acuerdos diplomáticos, políticos y económicos entre sí. Por su parte, la idea de un sistema mundo precapitalista es un enfoque que todavía genera acaloradas discusiones en el ámbito de la arqueología en particular y de la antropología en general [Wallerstein 1974; Whitecotton y Pailes 1986].

Estos aspectos, enmarcados en diferentes tiempos, han definido a la región que comprende los actuales estados de Zacatecas, San Luis Potosí, Durango y Jalisco, como una frontera, ya sea de orden estrictamente geográfico o donde se entreteje un conjunto de procesos sociales, culturales, económicos y políticos. Históricamente, este territorio se ha concebido como un entorno hostil, desértico y de difícil control político y también ha transitado por los más diversos enfoques en cuanto al concepto de frontera. Es el caso de la clásica división de Kirchhoff entre aquella Mesoamérica del siglo XVI y una zona de oscilación hacia el siglo XI, lo que ha sido el detonante de una categorización conceptual que intenta explicar las dinámicas de una zona compleja, definida principalmente por un grado de aridez que restringe el cultivo o la introducción del maíz y que, por consiguiente, se caracteriza por una práctica agrícola limitada. Estos aspectos le confirieron por mucho tiempo una connotación de poco desarrollo económico y de limitada capacidad productiva y, al mismo tiempo, el de una frontera que fue enmarcada en los conceptos de área o super área cultural a partir de rasgos compartidos provenientes de un origen común.

Como todas las zonas de frontera, el noroccidente puede ser caracterizado a nivel arqueológico e histórico por varios momentos de expansión y contracción, uno determinado por la presencia de grupos con características mesoamericanas hacia finales del periodo Preclásico y principios del Clásico, entre el 150 a.C. y 200 d.C. Hacia el Clásico se desarrollan algunos de los centros ceremoniales con elementos de complejidad mayor que las aldeas. Hacia finales del Clásico y el Epiclásico, entre el 600 y 1100 d.C., se presenta un retroceso de la frontera hacia el sur, casi junto al Río Grande de Santiago, de suerte que la presencia mesoamericana se ve disminuida y muchos de los sitios importantes son abandonados. Del año 1100 y hasta 1521 d.C., son los grupos de sobrevivencia nómadas y seminómadas quienes permanecen y vuelven a ocupar el espacio que fue gradualmente deshabitado por los de tradición mesoamericana, y aunque sigue latente el debate acerca de cómo fue ese proceso [Gorenstein y Foster 2000: 3-19], una realidad es que fueron esos grupos los que se toparon con los conquistadores europeos a partir de la primera mitad del siglo XVI.

Otro de los momentos y de gran importancia, es el contacto español particularmente y con otros tantos europeos, a partir de 1521 d.C., cuando inician los procesos de conquista y colonización y se consolida la idea de una frontera, que no solo estaba compuesta por límites sino también cargada de procesos sociales, ideológicos y políticos.

Como zona de frontera, el septentrión ha pasado por un gran número de intentos por definir sus características, ya sea por los rasgos de una ocupación no muy prolongada del eje monumental, entre los que se encuentran, por ejemplo, La Quemada y Alta Vista en Zacatecas, a los que ahora podrían agregarse los sitios que corresponden a Guanajuato y Querétaro, y que al ser despoblados dieron paso una vez más a los grupos nómadas y seminómadas que se encontraron con los colonizadores europeos.

Es precisamente con la empresa conquistadora que se acentúa mucho más la idea de una frontera, aquella del norte salvaje y bárbaro, de piedras muertas y desconocido. Ideas que arraigaron en el imaginario colectivo y en los relatos de viajeros, cronistas y misioneros. Pero también fue una frontera que detonó la ocupación de esa compleja tierra, conformada por las muchas poblaciones que se crearon y asentaron, con sus instituciones religiosas, civiles y políticas que delinearon el espacio geográfico transformando sus realidades históricas, dando sentido a aquella “Tierra Adentro”, eje articulador de los movimientos de conquista y colonización. De igual forma, el septentrión fue considerado una frontera estratégica, donde los recursos minerales fueron los actores protagónicos que lo caracterizaron, siendo el establecimiento de reales mineros, las nuevas villas y ciudades el claro ejemplo de su situación. La minería se convirtió en el eje articulador entre el noroccidente y el centro de México forzando el enfrentamiento entre las poblaciones originales con los europeos por el control de esos recursos y sus territorios.

Como frontera, el noroccidente mexicano permite contemplar múltiples configuraciones espaciales e históricas que produjeron y reprodujeron, o continúan transformando, las sociedades a partir de relaciones de separación, aproximación, encuentro u oposición. De este modo, las fronteras pueden pensarse como la construcción permanente de una diferenciación espacial [Suzman 2006: 178-180].

El presente dossier expone enfoques recientes del quehacer arqueológico e histórico de un territorio con características muy particulares. En primera instancia, es necesario mencionar que la mayor parte se concentra en la geografía del estado de Zacatecas, aunque sus dinámicas pertenecen a espectros que pueden ser más amplios con enfoques de la antropología física, la arqueología, la etnografía y la historia, proponiendo nuevas herramientas de registro, interpretación y postulados de las relaciones de frontera. En segundo término, las contribuciones que integran este dossier provienen en su totalidad de la comunidad de arqueología de la Universidad Autónoma de Zacatecas, en donde tanto docentes como egresados han participado en una iniciativa largamente añorada: realizar un trabajo conjunto mostrando las ideas, propuestas y resultados de los estudios hechos en aquella frontera y desde la frontera. Por consiguiente, el objetivo que se propone en el presente volumen es mostrar la investigación de una línea temporal de largo alcance, desde las sociedades del antiguo norte de México hasta la conformación de una zona con referentes identitarios y de pertenencia regional.

El primer ensayo que apertura este dossier es de Almudena Gómez Ortiz y Charles D. Trombold, quienes mediante el análisis bioarqueológico de dos muestras óseas, una proveniente de un contexto ceremonial, el caso de La Quemada, y otro de contexto doméstico, MV 206, con un fechamiento durante el Epiclásico, contribuyen al paradigma de las condiciones de salud de los habitantes del área geográfica y territorial del Valle de Malpaso. Este artículo, de corte metodológico, parte de indicadores de sexo, edad y patologías para determinar las afecciones de salud y otros biomarcadores sociales que dejaron huella en los restos procedentes de ambas muestras, con el fin de determinar si estas condiciones eran semejantes entre ambos sectores poblacionales.

El segundo artículo, de Luis Humberto Nava Martínez, aborda las tradiciones culinarias de los grupos chichimecas que ocuparon el territorio del semidesierto zacatecano y que contribuye al entendimiento de la dieta de los grupos del antiguo Norte de México. El autor realiza una exposición del desarrollo tecnológico y económico del modo de vida recolección-caza, a través distintos niveles de nomadismo y semisedentarismo Para ello, toma como indicadores las fuentes históricas, las cuales contrasta con el registro arqueológico y las fuentes etnográficas, lo que le permite realizar un análisis de los procesos de producción alimentaria que tienen su origen desde la época prehispánica y que aún continúan vigentes en algunos poblados actuales del estado.

El artículo que presenta Leonardo Santoyo Alonso, el tercero de este dossier, de corte teórico conceptual, expone y analiza las ideas que se tienen en torno a los grupos nómadas y seminómadas del Antiguo Norte de México, desde la representación histórica en la cartografía y el imaginario del discurso en los primeros años de conquista y colonización. El autor propone visibilizar el Antiguo Norte de México con sus dinámicas de ocupación y territorio, bajo categorías propias y complejas, con organizaciones sociales, políticas y económicas que aún no se han definido concluyentemente, sino que generan nuevos enfoques de investigación e interpretación arqueológica.

El cuarto trabajo, un artículo de Francisco Alonso Medina Bañuelos, expone una vez más la emblemática institución que dominó por cuatrocientos años las relaciones económicas y de producción en México, la hacienda. Desde una perspectiva arqueológica, se muestran las relaciones de efectividad en el cultivo del trigo en la Hacienda de Ciénega, en el actual municipio de Jerez, mostrando las estrategias de almacenamiento y su relación con los aspectos ambientales como parte de las transformaciones de los hacendados para optimizar sus rendimientos y ganancias. El autor reconstruye las cadenas productivas, espacios y comunicaciones que hicieron de esa unidad productiva una de las más prósperas de la región.

La exposición de Jorge Cuauhtémoc Martínez Huerta, quinto artículo del dossier, cierra las contribuciones abordando una importante fase de aquella frontera creada entre la Nueva España y la Nueva Galicia, la creación del Colegio de Propaganda Fide en Guadalupe, Zacatecas, desde donde muchos de los misioneros partieron al norte para evangelizar a la población nómada que lo ocupaba originalmente. Una de las características importantes de los asentamientos religiosos fue la creación de infraestructura agrícola relacionada con huertas que normalmente eran de riego. Uno de estos canales fue localizado en los trabajos de rescate y protección llevados a cabo en el municipio de Guadalupe. De igual forma, se identificaron los espacios pertenecientes al hospicio de pobres con el que contaba el convento. Lo novedoso del estudio recae en la utilización de registro 3D de los hallazgos y de la reconstrucción de espacios por medio de esas tecnologías digitales.

Conocedores de la importancia de continuar el largo camino por encontrar las rutas que den valor al Antiguo Norte de México, haciendo arqueología desde la Universidad, ponemos a la mano una iniciativa para la discusión, la reflexión y la comprensión de las dinámicas históricas y culturales de un territorio que se reinventa constantemente.

Referencias

Armillas, Pedro 1991 Condiciones ambientales y movimientos de pueblos en la frontera septentrional de Mesoamérica, en Pedro Armillas: Vida y obra, Teresa Rojas Rabiela (ed.). ciesas-inah. México: 207-232. [ Links ]

Gorenstein, Shirley y Michael S. Foster 2000 West and Northwest Mexico. The Ins and Outs of Mesoamerica, en Greater Mesoamerica. The Archaeology of West and Northwest Mexico, Michael S. Foster y Shirley Gorenstein. The University of Utah Press, Salt Lake City: 3-19. [ Links ]

Limerick, Patricia Nelson 1987 The Legacy of Conquest. The Unbroken Past of the American West. W.W. Norton & Company. Nueva York. [ Links ]

Suzman, Perla 2006 Geografías históricas y fronteras, en Tratado de geografía humana, Alicia Lindón y Daniel Hiernaux (dirs.). Anthropos-Universidad Autónoma Metropolitana. Barcelona: 170-186. [ Links ]

Taylor, Peter J. 1993 Political Geography: world economy, nation-state and locality. Longman Scientifica and Technical. Nueva York. [ Links ]

Wallerstein, Immanuel 1974 The Modem World System. Studies in Social Discontinuity. Academic Press. Nueva York. [ Links ]

Whitecotton, Joseph W. y Richard A. Pailes 1986 New World Precolumbian World Systems, en Ripples in the Chichimec Sea, F. J. Mathien y R. H. McGuire (eds.). Carbondale, Southern Illinois University Press: 183-204. [ Links ]

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