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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versión On-line ISSN 2448-8488versión impresa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.29 no.84 Ciudad de México may./ago. 2022  Epub 10-Feb-2023

 

Reseñas

Sinfonía de mundos o la necesidad de existir en armonía

Blanca María Cárdenas Carrión1 

1ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA. INAH

Giraldo, Omar Felipe. Conflictos entre mundos. Negación de la alteridad, diferencia radical, ontología política. 2022. El Colegio de la Frontera Sur, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México:


PRIMER MOVIMIENTO

Han pasado varias décadas desde que la preocupación por las ontologías se difundió en una atmósfera compartida por numerosos especialistas del ámbito antropológico y del estudio de la diversidad cultural. El “giro ontológico” ha dado revoloteos por muchos campos y preguntas de investigación, la mayoría de las veces con suficiente eco para continuar en nuevas búsquedas y redefiniciones. Incluso, frente a la crítica de su excesivo trasfondo estructuralista, su obsesión con la alteridad y su carácter apolítico, los trabajos más recientes han acallado los reproches y han demostrado su aplicabilidad en el análisis de problemáticas sociales en el contexto contemporáneo [Kohn 2015: 322].

Precisamente, el libro titulado Conflictos entre mundos. Negación de la alteridad, diferencia radical, ontología política, coordinado por Omar Felipe Giraldo, es un ejemplo de lo anterior: novedoso en su abordaje teórico, crítico en su temática y claramente apegado a las dinámicas actuales de invasión, despojo y depredación ejercidas por la sociedad moderna sobre numerosos pueblos alrededor del mundo. En otras palabras, esta obra se coloca en el escenario actual de la antropología, pues agrupa trabajos etnográficos y de corte reflexivo vinculados con las ontologías y con una evidente inquietud por la construcción de diálogos entre una pluralidad de realidades.

Uno de los aspectos que resalta de manera transversal en esta obra es el ejercicio meta disciplinario al que los autores nos convocan y que pone en tela de juicio no sólo al proyecto expansivo neoliberal, sino a la misma antropología, como una disciplina científico-social fundada en marcos conceptuales naturalistas y próximos a la axiología de la ciencia positiva. El susurro de aquellas palabras apaciguadas sobre los límites de la reflexión académica se activa nuevamente de cara a la realidad etnográfica y los numerosos conflictos sociales que hoy testificamos entre diferentes formas de ser y estar. La diversidad de existentes en los territorios ha sido tradicionalmente negada o reducida –en el mejor de los casos– a un extenso catálogo de costumbres y creencias que los antropólogos y especialistas bien nos hemos obsesionado con describir y conservar, pero que apenas hasta ahora han arañado la posibilidad de ser reconocidas con una validez equiparable a la de cualquier idea o existente perteneciente a la cosmología occidental.

Esta línea de análisis encuentra sus antecedentes en autores como Arturo Escobar [2014] y Marisol De la Cadena [2015], quienes apuestan a un adelanto de la antropología hacia un conjunto de disquisiciones propias de la ontología política; esto es, un proyecto que no descanse únicamente en dar cuenta de la diversidad, sino que opte por comprender los pluriversos y la dimensión ontológica del sinfín de conflictos y movimientos sociales que nos rodean. El libro que aquí nos ocupa es, en este sentido, un trabajo destinado, por completo, a este objetivo en relación con las disputas territoriales ligadas a la minería, los agronegocios industriales, los proyectos de conservación ecológica neoliberal, la construcción de presas, termoeléctricas, parques eólicos y cualquier otra propuesta generada bajo los criterios del gran capital.

Si bien es cierto que estas problemáticas que aquejan a las poblaciones del mundo no son nuevas e hincan muchas de sus raíces en el atribulado siglo XIX en Europa, resulta original la manera de repensarlos en el ambiente de las más recientes propuestas de la antropología internacional. El activismo del antropólogo brasileño Eduardo Viveiros de Castro1 enfocado en el cambio climático y la resistencia indígena es una muestra del impacto de este abordaje teórico que, sumado a las proposiciones multinaturalistas, posiblemente signifique un cambio de paradigma al interior de las ciencias sociales y una abierta renuncia a las incontables violencias ocasionadas por una “colonialidad que trasciende al colonialismo”.

No dejemos naufragar en nuestra memoria colectiva los acontecimientos globales que exhiben, día tras día, la descalificación de aquellos “otros” estudiados por la antropología clásica y dominados por el sistema capitalista decimonónico. Para el caso del continente americano, son más de 500 años de negación y exterminio entre nuestros pueblos y parece que los esfuerzos por detener este proceso, ahora caracterizado como ontologicida, han sido insuficientes. Por donde veamos, el sistema capitalista y su versión globalizante continúan amenazando, sin opción a tregua, a los pueblos que no forman parte de la lógica neocolonial y utilitarista impuesta sobre los denominados “recursos naturales”. Esta condición homogeneizante que aplasta cualquier voz o forma de vida bajo la promesa del progreso, recuerda el concepto de Antropoceno y, por tanto, se encuentra prácticamente en cualquier lugar del planeta donde mundos más que humanos se han convertido en ecologías “ferales” derivadas de los proyectos de infraestructura y el avance de la modernidad.2

SEGUNDO MOVIMIENTO

La obra Conflictos entre mundos. Negación de la alteridad, diferencia radical, ontología política consta de cinco capítulos que, para los fines de esta exposición, se pueden dividir en tres subgrupos: introductorios o de marco teórico, estudios de caso y trabajos reflexivos. De esta manera, el libro abre con la introducción del coordinador Omar Felipe Giraldo que, en sintonía con el primer capítulo de su misma autoría, “Modernos, demasiado modernos: Conflictos ontológicos y desencuentros de proporción”, presenta con gran audacia la meta de esta obra; esto es, generar “fines más éticos con la vida” y considerar la posibilidad de crear una armonía que incluya a todos los horizontes ontológicos conocidos y por conocer.

Giraldo sugiere una atinada definición de la ontología moderna: “desproporcionada”. El mundo occidental está obsesionado con extenderse y, para ello, ha convertido a sus ciudadanos en “cómplices inocentes” de la invasión de otras ontologías. El habitante promedio de una ciudad no sabe de dónde vienen las cosas que consume y es ignorante de hacia dónde van sus desechos; aunque presumimos de un mundo rápido e hiperconectado en términos de tecnologías de la comunicación, cierto es que nuestros cuerpos están desvinculados del territorio y de los procesos de vida realmente importantes.

En estas condiciones, ¿cómo podría admitir un ciudadano promedio la existencia de otros mundos?, ¿cómo podría dialogar con pueblos donde la vida consta de una indisociable relación con el territorio y sus múltiples moradores? Si bien la ontología de otras realidades no está condicionada por el reconocimiento que hagamos de ellas, la ontología política sí apuesta por un cambio que evite la negación de la alteridad y el adormecimiento de los habitantes occidentalizados, testigos de una erradicación de mundos que ha ocurrido por siglos y que persiste en la época contemporánea con nuevas estrategias y rostros, pero con la misma estructura de sumisión.

TERCER MOVIMIENTO

El segundo grupo de trabajos que conforman la obra son de índole etnográfica y se concentran en casos de megaproyectos de inversión irreverentes con otras ontologías y mundos-otros. Por una parte, Federico Valdés Bize señala, en su capítulo titulado: “Seres del inframundo y exploración neocolonial: diferencia ontológica en territorios subalternos de los pueblos mazatecos de Oaxaca”, un choque entre la ontología chjota énna y la exploración espeleológica que ha tomado gran auge en la región durante los últimos 50 años. Resultado del trabajo etnográfico en el municipio de San José Tenango entre 2011 y 2018, el autor describe puntualmente cómo las cuevas de la zona son espacios sagrados de donde emana la vida –el agua que nutre–, son el hogar de las madres, las abuelas y los seres protectores (Chikon nindo, “dueño del cerro”), así como portales de acceso al inframundo. En consecuencia, las cuevas son sitios de respeto y donde se realizan ceremonias rituales de negociación y convivencia con los habitantes originarios del territorio que, sin ser humanos, son personas que viven en sociedad y poseen agencia.

Lo anterior discrepa de las acciones de los espeleólogos que ven en las cuevas ricas fuentes de conocimiento, diversión y explotación económica. Al respecto, Federico Valdés comenta cómo, en el estilo de cualquier viajero europeo renacentista, muchos espeleólogos se asumen como descubridores de terra incognita cuando encuentran algún pasaje subterráneo que no ha sido todavía topografiado. En un contexto de violencia por los narcocultivos y el tráfico de migrantes, el pueblo mazateco pide no sólo respeto, como regularmente se asume, sino un diálogo con la sociedad moderna donde se valide la existencia de aquellos seres subterráneos que han habitado las cuevas desde tiempos ancestrales.

En la misma dirección, el siguiente capítulo se titula “Defender la vida en komonil: conflictos ontológicos y comunidades ontológicas en resistencia de pueblos maya poqomchi´-q´eqchi´” escrito por Romina Martínez Velarde y Mariana Borja Hernández. A lo largo de sus párrafos y como resultado de sus investigaciones realizadas entre 2016 y 2018, las autoras exponen aspectos significativos de la vida en Sierra de las Minas, Guatemala, y dan cuenta de una lucha por la “CosmoExistencia” o el equilibrio entre todos los seres vivos. Territorio en permanente disputa, Sierra de las Minas se debate entre las declaratorias de áreas naturales protegidas y diferentes proyectos hidroeléctricos que ignoran la compleja red de relaciones cósmicas entre humanos y “nuestras otras nosotras” y “nuestros otros nosotros”. Aun cuando los dirigentes de los proyectos desarrollistas no lo vean, las autoras explican cómo para los pueblos maya que residen en esta región, la lucha por el territorio es una lucha por la vida.

CUARTO MOVIMIENTO

El libro concluye con dos trabajos de corte exegético sobre la ontología chuj y el “arte del nawal”. Por una parte, Fernando Limón Aguirre en “Yib´anhk´inal. Mundo de la vida a la chuj” comparte sus interpretaciones de la realidad chuj donde todo es “poseedor de corazón-alma” y existe a partir de cuatro ejes u orientadores: el respeto a la vida, el territorio como “Santa Tierra”, la importancia de la memoria y el papel de las palabras. De este capítulo resalta el uso del concepto “diferencia radical”, como una condición relacional insoportable para los grupos en el poder y las instituciones en expansión [De la Cadena 2015: 275]. De hecho, la mayoría de los conflictos actuales están vinculados con la divergencia de mundos; esto es, con la diferencia radical que rompe con el mito de nuestra homogeneidad y pone de relieve la necesidad de aprender a vivir y existir en armonía.

El texto de Limón Aguirre es sugerente por su abordaje desde la amistad. Rompiendo los estándares academicistas de objetividad y distancia que poco han aportado a la reflexión estrictamente antropológica-humana-, el autor propone una investigación más allá de lo colaborativo, desde el amor y la creatividad que nos permita alcanzar una verdadera “comunicación interepistémica y descolonizadora”. Esta propuesta coincide con planteamientos recientes en la etnografía donde se defiende la reflexividad y la confluencia de subjetividades, así como un abierto rompimiento con el stablishment académico instaurado más de un siglo atrás [Restrepo 2018].

El debate, entonces, se decanta hacia una necesaria atención a nuestros métodos de investigación que requieren de una reestructuración que rompa dicotomías del siglo XIX como belleza/verdad, arte/ciencia, subjetivo/ objetivo, y se atreva a incluir otro tipo de aproximaciones más íntimas y libres de los valores positivistas que han reinado en el conocimiento científico por más tiempo del que nos gustaría admitir. La obra Conflictos entre mundos pone en la palestra mucho más que una posible explicación de la negación de la alteridad y las disputas territoriales; abre la puerta a una crítica poscolonialista de todo cuanto hemos hecho y lo que ahora tenemos oportunidad de cuestionar: las jerarquías, las visiones esencialistas de la naturaleza, la subordinación del cuerpo a la mente, la idea de los productos de la tierra como recursos útiles y la subalternización de cualquier otra forma de vida que demuestre una sospechosa continuidad entre lo humano y lo no humano [Escobar 2011: 51].

El capítulo de cierre es autoría de Alberto Vallejo Reyna y se intitula “El arte del nawal. Apuntes sobre máscaras y ontología maya”, el cual reúne experiencias etnográficas en México y Guatemala y profundiza en una ontología que posiciona al “ser” en procesos de permanente transformación. A través de un acercamiento a la producción de máscaras que a la mirada occidental podrían sugerir una práctica de manufactura artesanal destinada a la comercialización, Vallejo Reyna destaca cómo es que éstas son dispositivos que corporizan la alteridad y que, en este caso, se definen como elementos de un proyecto cosmopolítico que sintetiza mitos, existencias, ciclos vitales, fenómenos psíquicos y ritualidades.

Dicho lo anterior, las aportaciones de Conflictos entre mundos saltan a la luz con gran facilidad. Su planteamiento desde la ontología política nos adentra por los sinuosos, pero inspiradores caminos de la alteridad y hacia una invitación para regresar a la trayectoria histórica del mundo occidental y revisitar los conflictos y desacuerdos bajo un nuevo enfoque que ayude a identificar y, pronto, evitar la acumulación por desposesión y el despliegue de poder sobre otros mundos amenazados o en condiciones de vulnerabilidad por mantenerse coherentes con su propia lógica de existencia.

Vivimos en un mundo hecho de muchos mundos; un mundo donde la divergencia es la norma; un pluriverso imposible de ser acallado de forma permanente o reducido a una única ontología dominante y etnocéntrica. El proyecto de la ontología política es el de una sinfonía de mundos que reconoce la posibilidad de otras realidades y subraya que las guerras pasadas y presentes son disputas que exceden el usufructo de “recursos naturales” y el progreso de los pueblos: estamos, indudablemente, frente a conflictos entre mundos. ¿La alternativa? Una composición musical donde todas las voces sean reconocidas y se escuchen al mismo tiempo, pero en una ineludible armonía de existentes.

REFERENCIAS

De la Cadena, Marisol 2015 Earth beings. Ecologies of practice across Andean worlds. Duke University Press. Estados Unidos. [ Links ]

Escobar, Arturo 2014 Sentipensar con la tierra: nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia. Universidad Autónoma Latinoamericana. Medellín. [ Links ]

Escobar, Arturo 2011 Epistemologías de la naturaleza y colonialidad de la naturaleza. Variedades de realismo y constructivismo, en Cultura y naturaleza,Leonardo Montenegro Martínez (ed.), Jardín Botánico de Bogotá, José Celestino Mutis. Bogotá: 49-74. [ Links ]

Kohn, Eduardo 2015 Anthropology of Ontologies. Annual Review of Anthropology, 44: 311-327. [ Links ]

Restrepo, Eduardo 2018 Etnografía. Alcances, técnicas y éticas. Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima. [ Links ]

2“Feral Atlas” es un proyecto interdisciplinario de la Universidad de Stanford que ubica geográficamente los ensamblajes entre entidades no humanas y desarrollos de infraestructura humana, dando como resultado espacios de ruina industrial y daños ecológicos irreparables. Véase: <https://feralatlas.org>. Consultado el 30 de agosto de 2022

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