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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versión On-line ISSN 2448-8488versión impresa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.29 no.84 Ciudad de México may./ago. 2022  Epub 10-Feb-2023

 

Artículos

El Cholq’ij en la Medicina Maya Kaqchikel

Cholq’ij Mayan Calendar and Kaqchikel Mayan Medicine

Eréndira Juanita Cano Contreras1 

Gloria Francisca Salazar Guarán**

1CIMSUR, UNAM


Resumen

El presente escrito describe las principales características del Cholq’ij —calendario sagrado de 260 días que ha persistido en las tierras altas mayas de Guatemala— en relación con los elementos terapéuticos, rituales y simbólicos que constituyen la medicina maya kaqchikel. Esbozamos las principales formas en las que los especialistas rituales y etnomédicos kaqchikel elaboran su diagnóstico, tratamiento y coadyuvan en el mantenimiento de la salud, enfatizando los aspectos de cosmovisión y calendáricos que subyacen a dichas prácticas. Desde un ejercicio de sistematización conjunto y en diálogo interepistémico, pretendemos plasmar los intereses de los especialistas etnomédicos y registrar únicamente la información que ha sido debidamente discernida y consensuada. De esta manera registramos los procedimientos, prácticas y conocimientos de la medicina maya kaqchikel, que se basan en el uso, manejo y conocimiento del calendario Cholq’ij, así como su relación y reflejo con los aspectos constitutivos de su cosmovisión.

Palabras clave Etnomedicina; cosmovisión; calendario maya; ajq’ij; coautorías locales

Abstract

This paper describes the main characteristics of the Cholq’ij —the 260-day sacred calendar that has persisted in the Mayan highlands of Guatemala— in relation to the therapeutic, ritual and symbolic elements of the Kaqchikel Mayan Medicine. We described the way in what the Mayan healers and shamans construct the diagnosis and treatment, either the way that they help to health maintenance. In that description, we emphasized the worldview and calendrical aspects that are underlie these practices. From a joint systematization exercise and in an inter epistemic dialogue, we tried to reflect the interests of ethnomedical specialists and write only the information that has been duly discerned and agreed upon. We analysed the procedures, practices and knowledge of Kaqchikel Maya Medicine that are based on the use, management and knowledge of the Cholq’ij calendar, as well as its relationship and reflection with the constitutive aspects of the Kaqchikel Maya Worldview.

Keywords Ethnomedicine; worldview; Mayan calendar; ajq’ij or day-keeper; local co-authorship

INTRODUCCIÓN

Los rasgos culturales que caracterizan a los actuales grupos étnicos pertenecientes a la familia lingüística Maya1 se remontan a la cultura precolombina homónima y se reflejan en múltiples manifestaciones de larga duración [Freidel et al.1999]. Entre los mayas de las tierras altas de Guatemala tal vez el rasgo cultural más sobresaliente es la permanencia de un sistema calendárico que data alrededor de 20 siglos [Rodríguez 2008] y aunque han tenido adaptaciones y cambios, conservan sus principales características.

En esta región actualmente los sistemas de conteo del tiempo son el Ab’, calendario agrícola o solar de 365 días, y el Cholq’ij, calendario ritual o adivinatorio de 260 días. El primero de ellos ha sido retomado como parte de los procesos de revitalización cultural generados por el pueblo maya en las últimas décadas; mientras que el segundo forma parte del conjunto de conocimientos que fueron transmitidos de manera oral por especialistas rituales y calendáricos (ajq’ij), posee mayor relevancia en la vida ritual, cultural, médica y comunitaria de la mayoría de los grupos mayas de Guatemala. Además de su historia de larga duración, alrededor del conocimiento y uso contemporáneo del Cholq’ij se han tejido importantes procesos de revaloración, reivindicación y revitalización cultural del pueblo maya2.

El grupo etnolingüístico Kaqchikel es uno de los que más ha protagonizado estos procesos políticos y culturales, siendo además mayoritario en el ámbito nacional en términos de número poblacional. No obstante su cercanía a centros de población urbanos y periurbanos, conserva una apreciable variedad de prácticas tradicionales, las cuales perduran principalmente en numerosas comunidades rurales, aunque también forman parte del acervo cultural de personas kaqchikel que se asientan en las principales ciudades del país. Uno de estos rasgos culturales, que se ha mantenido a pesar de las múltiples presiones y procesos de descalificación a que fueron sometido, es la medicina maya kaqchikel, la cual forma parte sustantiva de su cosmovisión y cultura.

Es sabido que los sistemas de conocimientos etnomédicos de un pueblo no son un conjunto de prácticas y saberes descontextualizados [González 1999] puesto que dentro se desarrollan elementos de adscripción identitaria, relacionados con los ámbitos social, cultural, político, económico y el contexto ambiental [Argueta 2012]; así, la medicina maya kaqchikel engloba un conjunto de saberes, prácticas, creencias y simbolismos enmarcados en procesos comunitarios, cosmogónicos, espirituales y pragmáticos.

Aunque reconocemos que cada especialista ritual y etnomédico kaqchikel tiene su propio conjunto de conocimientos y prácticas y que el área kaqchikel es amplia y diversa —por tanto es difícil hablar de una sola medicina maya kaqchikel— procuraremos reflejar la variedad de aspectos que nos han sido compartidos por diversos especialistas rituales, etnomédicos y calendáricos, además de basarnos en la misma práctica médica de una de las autoras de este artículo, Gloria Salazar.

De esta manera el presente escrito es producto de la colaboración intercientífica entre las autoras, quienes procuraremos reflejar una visión “desde adentro” y privilegiar los aspectos que —producto de diversos consensos y discernimientos— se desea difundir en términos de la academia occidental. Con este ejercicio pretendemos contribuir a los esfuerzos de documentación, sistematización y difusión de los conocimientos y prácticas mayas, en específico las del pueblo kaqchikel, en aras de generar nuevos y más productivos canales de comunicación entre diversas esferas de creación de conocimiento, que permitan la apertura de espacios de respeto, revaloración, revitalización y difusión del sistema médico kaqchikel, para contribuir a la ecología de saberes, en términos de la propuesta de Boaventura de Sousa [2012].

MAYAS KAQCHIKELES

El área geográfica de Guatemala donde habitan personas hablantes de kaqchikel abarca 47 municipios de siete departamentos: Chimaltenango, Sacatepéquez, Sololá, Guatemala, Suchitepéquez, Escuintla y Baja Verapaz [Richards 2003]. Esta área geográfica no ha variado de manera significativa desde el siglo XVI. El idioma kaqchikel ocupa el tercer lugar en Guatemala en cuanto a número de hablantes, con un total de 1 068 356 y únicamente superado por los grupos k’iche’ y q’eqchi’, de acuerdo con el XII Censo Nacional de Población y vii Censo Nacional de Vivienda de 2018 [INE 2019]. Asimismo, el idioma kaqchikel forma parte de la rama lingüística K’iche’, que es la más numerosa de la familia lingüística Maya [UNICEF 2009].

Documentos coloniales basados en mitos precolombinos (los Anales de los Kaqchikeles y el Popol Wuj principalmente) asientan que el origen mítico de los kaqchikeles, al igual que el de los k’iche’, tz’utujiles y los achi’ es Tollan 3. Sobre el origen histórico de los kaqchikeles, hasta hace algunos años se mantuvieron dos posturas: una de ellas argumenta que descienden de grupos toltecas que emigraron al sur de Mesoamérica y conformaron un grupo militarista alrededor del siglo XIII [Richards 2003]; por otro lado, en una postura que ha tomado fuerza en el último lustro, Paul van den Akker [2015] y Romero [2014] afirman que los kaqchikeles tienen continuidades lingüísticas, culturales y territoriales con los mayas del Postclásico, lo cual reivindica su origen maya.

Para los activistas mayas, la polémica sobre el origen histórico de los kaqchikeles ha sido fuente de descrédito en contextos que discriminan la lucha maya, al ser considerados por algunos detractores como descendientes de los nahuas, por tanto, fuera del origen y noción panmayista,4 algunos miembros del movimiento maya creen que se debe a que un alto número de ellos tienen gran injerencia en asuntos políticos nacionales, así como una importante visibilidad en procesos de reivindicación cultural.

Debido a que el kaqchikel es uno de los grupos mayas más integrado a zonas urbanas y periurbanas cercanas a la capital y grandes centros poblacionales, el uso del idioma se está perdiendo entre las nuevas generaciones, quienes favorecen el uso del español en sus interacciones [Richards 2003]. Sin embargo, junto con el k’iche’ y el q’eqchi’, en los departamentos de Alta y Baja Verapaz, son los idiomas más enseñados en espacios mestizos de escuelas básicas, universidades e institutos de idiomas.

MEDICINA MAYA KAQCHIKEL

Desde la noción panmaya existe una serie de elementos culturales cuyos rasgos constitutivos pueden encontrarse de manera general en todos los grupos mayas de Guatemala. Desde esta postura la medicina maya se concibe como “el conjunto de ideas y prácticas propios de la cultura Maya, dirigidas a diagnosticar, prevenir, tratar y curar enfermedades propias, reconocidas por esta cultura. [...] es un sistema médico” [Pisquiy 2009: 39]. Partiendo de esta definición generalizada, es importante puntualizar que la medicina maya kaqchikel no se basa en la persona como entidad aislada ni en la enfermedad como patología desvinculada: los aspectos comunitarios y espirituales son de vital importancia en el proceso de recuperación de la salud de quien padece. Para los médicos mayas kaqchikel la espiritualidad es parte fundamental del ser humano, pues alma y cuerpo no se pueden separar y tanto la parte energética como la parte física del paciente deben ser atendidas de manera integral [Consejo Mayor de Médicos Maya’ob por Nacimiento 2016].

Así, la medicina maya kaqchikel se compone de un conjunto de prácticas, conocimientos, concepciones y elementos terapéuticos. Su ejercicio, adquisición y desarrollo se inscribe tanto en el ámbito material como en el espiritual y cosmogónico. Por ello en la medicina maya kaqchikel el proceso de salud/enfermedad/atención-prevención abarca una serie de elementos que se enmarcan en la cosmovisión maya kaqchikel, determinada en última instancia por el ciclo calendárico de 260 días (figura 1). Las entidades anímicas y calendáricas se encuentran en estrecha relación con prácticas espirituales y rituales regidas por los ciclos y temporalidades sagradas marcadas por el Cholq’ij.

Al respecto, Gloria Salazar y el ajq’ij Luis Morales-Choy [com. per.] explican que la medicina maya kaqchikel es práctica y simbólica; está compuesta por aspectos adquiridos por transmisión directa desde otros médicos mayas, pero también tiene un profundo componente de aprendizaje por medio de procesos cosmogónicos: sueños, señales, enseñanzas de entidades sobrenaturales, viajes espirituales, entre otros.

Esquema 1 Composición general de la medicina maya kaqchikel de acuerdo con la interpretación de las autoras. 

En la medicina maya kaqchikel convergen una serie de elementos simbólicos que conforman el complejo salud/enfermedad/atenciónprevención. El más importante es el sistema de conocimiento, uso y manejo de los elementos del Cholq’ij, el cual ha sido la base de la práctica etnomédica en ámbitos especializados. Como se verá más adelante, éste determina las misiones por nacimiento y las especialidades médicas y rituales de quienes detentarán el título de médico/a maya. Así, con un largo y complejo proceso de aprendizaje corporal, espiritual y ritual, los especialistas etnomédicos adquieren la competencia necesaria para ejercer la medicina maya kaqchikel.

Esquema 2 Construcción de conocimiento en la medicina maya kaqchikel de acuerdo con la interpretación de las autoras. 

CALENDARIO MAYA CONTEMPORÁNEO: EL CHOLQ’IJ ENTRE LOS KAQCHIKEL

El sistema calendárico mesoamericano de 260 días ha sido registrado desde el Preclásico Temprano [Rodríguez 2008], sus primeras evidencias se encuentran en documentos del sureste de México. Aunque durante la invasión española, su uso y conocimiento fue perseguido y hubo intentos por desaparecerlo, el calendario persistió de manera oral y ha sido transmitido de generación en generación por especialistas calendáricos, sobre todo en el Altiplano guatemalteco [Sac-Coyoy, com. pers.]. Con ello no queremos afirmar que sus características hayan permanecido inalteradas durante sus casi 20 siglos de su uso, por el contrario y en consonancia con el dinamismo inherente a todas las expresiones culturales, ha sido adaptado a los nuevos tiempos, es un objeto de reinterpretaciones, adaptaciones e innovaciones, que le permite fungir como elemento constitutivo de la identidad panmaya, además de ser la base fundamental de la ritualidad y la etnomedicina contemporáneas de los grupos mayas del altiplano guatemalteco. Si bien la permanencia del Cholq’ij en las tierras altas de Guatemala implica la transmisión y cuidado de conocimientos ancestrales transmitidos generalmente de manera oral, como buen producto cultural, no se encuentra exento de reinterpretaciones, adecuaciones y cambios. La continuidad del Cholq’ij está marcada por la negociación y apertura de sus custodios a nuevos procesos de aprendizaje y enseñanza que pueden incluir el diálogo con otras cosmovisiones, en aras de enriquecer la propia experiencia y asegurar su permanencia.

En cuanto a su estructura, la rueda calendárica del Cholq’ij resulta del engranaje progresivo de un ciclo de 20 días, representados por un “rostro del día” nawal o alaxïk, cada uno con características simbólicas específicas, con otro ciclo de 13 numerales. La combinación entre los 20 alaxïk y los 13 numerales o “niveles de energía” da como resultado el ciclo de 260 días [Cochoy 2006; Estrada 2014; Freidel et al. 1999; Gabriel-Xiquin 2000; Médicos Descalzos 2012; Sac 2007; Tedlock 1982]. El nombre calendárico que recibe cada uno de estos 260 días se compone por el vocablo que designa al nawal o alaxïk del día con el numeral correspondiente.

Los alaxïk o nawales son considerados deidades en sí mismos. Con frecuencia se hace referencia a ellos como abuelos 5 o ahaw, vocablo que denota respeto y la concepción de que no se trata únicamente de nombres: los 20 vocablos que los designan refieren a elementos cosmogónicos que integran y dan sentido al universo; se trata de entidades con capacidad volitiva, de naturaleza dual —como desde la cosmovisión maya kaqchikel se concibe que es todo lo que integra el cosmos— con gran injerencia en la vida de todos los seres, inmanentes y sagrados; son constitutivos de todo lo que existe en el universo y están dotados de particularidades y energía.

Por ello los alaxïk o nawales confieren características especiales al espaciotiempo que dominan, las cuales se transfieren a las personas que han nacido bajo su influencia y a los elementos del medio que representan los conceptos encarnados por estas entidades. Ello determina su importancia adivinatoria, así como su significado e implicaciones ya que pueden variar de acuerdo con el área cultural, con el contexto en que sean usados y con los conocimientos y concepciones propias del o la especialista calendárica que lo maneje. Sin embargo, estas variaciones no modifican de manera profunda su sentido, pues siempre hacen referencia a los mismos elementos.

El manejo y comprensión de estas entidades es uno de los aspectos primordiales en el proceso de formación de los Ajq’ijab, quienes adquieren estos conocimientos por enseñanza oral directa de sus maestros y maestras, por medio de sueños y de percepción: estados meditativos, mensajes de maestros o entidades no encarnadas, ensoñaciones, presentimientos y sensaciones o señales corporales.

AJQ’IJAB, ESPECIALISTAS CALENDÁRICOS

Las personas que tienen la responsabilidad y el don de trabajar con el Cholq’ij, son denominadas ajq’ij (en plural ajq’ijab). Se trata de especialistas rituales cuya misión es comprender, conocer y manejar las energías del calendario, considerado sagrado, para acompañar y resolver procesos etnomédicos, sociales, espirituales o de cualquier otra índole. La palabra ajq’ij se compone por los vocablos aj-, prefijo de oficio y q’ij que significa “día, sol”, se traduce como “quien cuida/guarda/lleva los días/el tiempo” [Sac 2007].

El oficio de ajq’ij está marcado por múltiples implicaciones, interpretaciones y dimensiones simbólicas. Algunos críticos de la espiritualidad maya —como autodenominan en castellano su propia práctica los ajq’ijab contemporáneos— consideran que la actual figura del ajq’ij tiene mucho de reinvención. No obstante, la figura del especialista calendárico se ha registrado en múltiples elementos arqueológicos, etnohistóricos y etnográficos [Molesky-Poz 2006]. Aunque el vocablo en sí no se ha encontrado en registros arqueológicos, se sabe que el oficio de especialista calendárico está registrado desde el Preclásico [Sotelo 2000] y puede estar relacionado con los especialistas rituales llamados aj-k’in, encontrados en registros en la región Puuc. Así mismo, los actuales ajq’ijab pueden encontrarse en referencias coloniales como los “guardianes de los naguales” [Piazza 2012].

En cuanto a su proceso de aprendizaje o formación, generalmente comienza después de discernir de manera ritual que la causa de enfermedades inexplicables, circunstancias adversas en la vida, la escucha, visión o llamados en sueños o en estado vigilia por parte de entidades sobrenaturales, es un llamado a ser ajq’ij. Con frecuencia, el o la especialista consultada guiará a la persona en su proceso de aprendizaje o le canalizará con otro ajq’ij cuyo acompañamiento sea acorde con las características calendáricas del aprendiz.

Llevar el sino de fungir como especialista calendárico se considera un don divino al que se denomina Patan Samaj o “Misión Sagrada” con la que se nace y se trae marcada desde el momento de la concepción, en consonancia con las energías prevalentes del Cholq’ij en el kajtzuj o “cuadrante maya”.6 Así, las enseñanzas no solamente se transmiten de manera oral, sino que se enfocan en “activar” las aptitudes que la persona trae consigo.

ELEMENTOS CALENDÁRICOS EN LA MEDICINA MAYA KAQCHIKEL

Como se ha mencionado, el Cholq’ij es un aspecto fundamental de los procesos de salud/enfermedad/atención-prevención en la medicina maya kaqchikel; los días calendáricos o alaxïk/nawales como verdaderas deidades [Craveri, 2012] pueden intervenir en la recuperación del equilibrio y determinar el curso que tomará una enfermedad. Es por ello que los procesos de aprendizaje de los especialistas médicos kaqchikeles se basan en su conocimiento, manejo y uso.

En los procesos terapéuticos las y los ajq’ijab realizan procedimientos que implican el uso y manejo de las energías del Cholq’ij. En primer término indagan acerca de las energías que rigen al paciente, esto es su kajtzuj.

El kajtz’uj o “cuadrante maya” es el cálculo de los alaxïk/nawales que rigen el día de nacimiento, los que se encontraban presentes en la concepción y los que acompañan el destino, futuro o misión en la vida. Cada uno de ellos a su vez se encuentra asociado con un par de alaxïk/nawales más, que serán sus “aliados”: influirán de manera positiva o negativa en las características de la personalidad. Este cuadrante permite al ajq’ij vislumbrar las cualidades específicas de sus pacientes, su proclividad a ciertas enfermedades y su capacidad para desarrollar habilidades curativas específicas.

Una vez que se han comprendido las energías o alaxïk/nawales que acompañan a la persona, se investiga el día calendárico (alaxïk/nawales) cuando se presentó el padecimiento o que pueden estar relacionados, lo cual determina los días propicios para llevar a cabo los procedimientos terapéuticos necesarios para retirar la enfermedad y restablecer el equilibrio energético del paciente.

Si la persona tiene “misión” o q’ij alaxïk, significa que si tiene la energía de nacimiento para fungir como especialista calendárico, ritual o médico, uno de los procedimientos fundamentales para recuperar la salud será el acompañamiento o guía para que desarrolle y potencialice sus dones. El no cumplimiento de ello podría acarrear consecuencias en su salud física, mental, espiritual y emocional.

PROCEDIMIENTOS DIAGNÓSTICOS

En la medicina maya kaqchikel se concibe que las enfermedades pueden tener diversos orígenes: a) ser malestares físicos relativamente azarosos; b) provenir de un desequilibrio energético en la persona debido a alguna falta, susto o circunstancia adversa en la vida del paciente; c) ser el resultado de la intromisión de energías “oscuras” adquiridas en contacto de un sitio sagrado o por intermediación de un ajitz’ (un ajq’ij que ha tomado el camino de dañar a las personas y trabajar con “energías negativas”).

Cada ajq’ijab va desarrollando, con base en su experiencia, conocimientos y revelaciones, sus propias maneras de descifrar los signos y síntomas de sus pacientes por medio de diversos medios físicos y espirituales. Los primeros implican una exploración física a manera de diagnóstico clínico. Los segundos involucran el manejo de conocimientos cosmogónicos y en términos generales se les denomina “consultar a los abuelos”. Ello generalmente se hace por medio de la consulta de la sagrada vara’ o tzi’te’, aunque también se pueden usar otro tipo de elementos, como minerales, huevos o candelas. Algunos ajq’ijab tienen la vocación de comunicarse despiertos y a voluntad con los maestros espirituales que les guían en sus procesos curativos (aj paxamanil qati’i qamama’), realizados en procesos que impliquen enfermedades complejas, sea por su origen o por los síntomas y deterioro corporal que trae consigo.

En las siguientes líneas esbozaremos las principales herramientas diagnósticas empleadas por las y los médicos Kaqchikeles.

Discernimiento ritual

Una de las maneras en que desde la medicina maya kaqchikel se puede comprender el origen y curso que tomará la enfermedad, así como la manera de tratarla, es por medio de discernimientos rituales, llevados a cabo en espacios de ceremonias sagradas llamadas xukulem o mejelem, realizadas en el altar del ajq’ij o en altares de lugares sagrados. Mismas que serán descritas más adelante.

Diagnóstico por medio del tzi’te’ o vara’

Una de las formas más frecuentes para comprender el origen de las enfermedades y las mejores vías para la recuperación de la salud, es la lectura de las semillas de tzi’te’ (Erythrina berteroana) que integran la vara’, patan samaj o envoltorio sagrado del ajq’ij. Se considera que esta envoltura es una suerte de representación física de las 20 energías o alaxïk/nawales que conforman el Cholq’ij, además de simbolizar la materialización de las deidades y ancestros que guían el quehacer de un ajq’ij que ha recibido su sagrada misión.7 Es por ello que la mayoría de los especialistas calendáricos lo guardan con recelo y sumo cuidado, prohíben que otra persona lo porte o llegue a tocarlo. Se explica que cuando se recibe la vara’, es como si “se casara” con ella y se le considera su pareja espiritual en un sentido tradicional: siempre que la persona emprenda un viaje debe llevarla consigo y cuidarla como su más preciada pertenencia.

La manera de efectuar el discernimiento se basa en conteos que están en concordancia con el día calendárico (alaxïk/nawal) en que se realice la consulta o que tenga mayor relación con el padecimiento. Para ello realizará una pregunta específica y acomodará un cierto número de semillas para proceder a descifrar los mensajes que le son revelados. Puesto que se trata del objeto ritual más sagrado que poseen, su uso implica técnicas que únicamente los ajq’ijab conocen y que pueden tener ligeras variaciones entre especialistas. El número de semillas de tzi’te’ que contiene el envoltorio está relacionado directamente con los ciclos del Cholq’ij y generalmente se acompañan de cuarzos, jades y otros minerales destinados a potenciar su fuerza y ayudar en la lectura de las señales.

Este es el método de diagnóstico más usado y se considera el más acertado. Se dice que cada uno debe ser capaz de leer su patan samaj, tzi’te’ o vara’ al menos de ocho maneras distintas,8 puesto que es el fundamento de su quehacer. En primer término por medio de su consulta se debe confirmar si el ajq’ij’ está facultado-autorizado o no por los abuelos para tomar el caso. Posteriormente la consulta del tzi’te’ ayuda a conocer el origen y características de la enfermedad o padecimiento, complementada con otro tipo de diagnósticos tanto físicos (valoración, pulsación, toques) como simbólicos o espirituales (lectura de un puro o tabaco, quema de velas de colores y materiales específicos, sueños, percepciones).

Uso de tabaco

Se trata de una técnica usada por la mayoría de los ajq’ijab, aunque se considera que quienes mayor poder para trabajar con esta planta sagrada son los que poseen la especialidad de ser ajmay, esto es, trabajar energéticamente con el tabaco.

El procedimiento consiste en el encendido de uno o eventualmente más puros, previa petición de permiso e invocación a las deidades y alaxïk/ nawales. Los puros son fumados por el o la ajq’ij y en ocasiones también por el paciente; para solicitar a los abuelos que revelen el estado de la persona y ser la vía para enlazar la energía espiritual del médico kaqchikel con la de su paciente. Una vez que el puro ha sido consumido, se le ha desprendido una parte o caído la ceniza, procede a descifrar los mensajes depositados por los abuelos, denominado “la lectura del puro”, y se realiza inquiriendo en las formas que se presentan en el extremo quemado del puro, su manera de consumirse, los síntomas físicos del paciente y/o las señales corporales y mensajes sutiles que durante el proceso ha recibido el o la ajq’ij.

Discernimiento con candelas

De manera similar a la consulta con tabaco, los ajq’ij pueden preguntar a los abuelos acerca del mal que aqueja al paciente, su origen y tratamiento, con el uso de velas, que serán ofrendadas en su altar o en algún sitio sagrado o natural, dependiendo de la enfermedad y las circunstancias específicas de la consulta. Estos factores también serán determinantes para decidir las características de las velas que serán ofrendadas, que pueden ser de diversos colores y materiales (sebo de res, cera o parafina, incluso de arrayán)9 con base en los síntomas que muestre la persona atendida. Las velas son encendidas bajo cierto orden que hace referencia a números contenidos en el Cholq’ij y a los alaxïk/nawales con los que se trabajará.

Los mensajes recibidos son descifrados y contrastados con lo que se haya podido conocer mediante otras técnicas de diagnóstico y se manifiestan en la manera en cómo se consumen, el chisporroteo o movimiento de las llamas, las figuras que se forman con la cera derretida o los mensajes recibidos por el o la ajq’ij en su propio cuerpo.

Pulsar la sangre

Es una de las maneras físicas de diagnóstico de la medicina maya kaqchikel y está presente en los sistemas médicos de otros grupos mayenses [Holland 1963; Page 2005]. La técnica de “pulsar la sangre” permite al médico “escuchar” el espíritu del paciente para conocer cuáles podrían ser las causas de su padecimiento; permite descubrir si existe algún tipo de entidad maligna que pudiera estar causando la enfermedad. Como sucede con el resto de las prácticas y procedimientos de la medicina maya, la manera en que se realiza la pulsación puede tener ligeras variaciones entre especialistas; la capacidad de hacerlo se considera un don con el que nace la persona y que, aunque es desarrollado durante el proceso formativo, no es posible que sea “aprendido” por mera enseñanza.

Para hacer el diagnóstico el o la especialista toma la muñeca o alguna de las 13 principales articulaciones del cuerpo10 —las que se consideran los sitios donde la sangre late con mayor fuerza debido a que son puntos clave de entrada y salida de energía de la persona— y “escucha” los mensajes de la sangre, ya sea colocando directamente su oído en el punto o simplemente sintiendo las variaciones y vibraciones que emite la persona. Parte de sus atributos como especialista es que puede recibir señales de confirmación o aclaración en diversos puntos de su propio cuerpo, los cuales le ayudan a tener un diagnóstico más claro sobre el mal que aqueja al paciente.

Lectura de huevos de aves

Se usa principalmente en el tratamiento de niños y se trata de una técnica diagnóstica empleada tanto en el ámbito de la medicina doméstica, como entre especialistas médicos. Consiste en pasar por el cuerpo de la persona afectada un huevo de gallina, pavo o pato que después es vertido en un vaso con agua para descubrir las enfermedades que puedan estar presentes, por medio del desciframiento de las figuras, formas y hasta colores que se forman en la mezcla.

Cuando se trata de un mal menor, este procedimiento puede ser suficiente para sanar a la persona.

Diagnóstico físico por medio de masajes y toques diagnósticos

Cuando se presentan dolores corporales, estomacales, “de vientre” y en general, padecimientos internos, además de problemas motrices, musculares y óseos; las y los médicos kaqchikeles realizan masajes que les permiten sentir dónde se encuentran las anomalías o desequilibrios, para poder aplicar remedios y técnicas que permitan recuperar la salud.

Las personas que son médicas por nacimiento tienen la capacidad de ubicar el sitio exacto donde se aloja el mal por medio de ligeros toques con la mano o las yemas de los dedos, para posteriormente realizar los movimientos necesarios y erradicar la enfermedad. Se considera que esta habilidad proviene de la combinación de “algo que ya se trae”, el don dado por su misión de vida, con la habilidad adquirida y de las enseñanzas de terapeutas con mayor experiencia.

Sueños y mensajes de los abuelos

Cuando existen padecimientos relacionados con elementos espirituales y sobrenaturales, las y los ajq’ijab piden a los abuelos que les expliquen en sueños de dónde viene el mal y cuál es la mejor forma de tratarlo. Este tipo de diagnóstico es únicamente asequible para quienes son médicos mayas por nacimiento y por tanto también son ajq’ij (especialistas calendáricos), ya que tienen el permiso de las entidades sagradas, las cuales les asisten en el desarrollo de su misión de vida.

Algunos especialistas tienen la capacidad de recibir estos mensajes por medio de ensoñaciones, intuiciones, sensaciones corporales, percepciones y visiones.

Diagnóstico por medio de piedras y cristales

Algunos médicos mayas poseen piedras, cuarzos y otros cristales que les auxilian en el diagnóstico de enfermedades, aunque se trata de una técnica poco difundida entre ajq’ijab kaqchikeles.

Consiste en la lectura de cambios perceptibles en el mineral únicamente para el especialista, en presencia de un paciente, al elaborar una pregunta específica en la consulta o en contextos rituales.

XUKULEM/MEJELEM: ESPACIO SAGRADO

Uno de los actos rituales más importantes en la espiritualidad maya es la realización de ofrendas en ceremonias de fuego sagrado. Este espacio numinoso en el que se recrea simbólicamente el Cholq’ij se denomina xukulem o mejelem y durante el mismo se invocan las 260 energías calendáricas, en una forma de recreación del tiempo original al invocar el ordenamiento primigenio.

En un xukulem se ofrecen como ofrenda numerosos materiales: distintos tipos de resinas y copales, candelas, alimentos, flores, plantas medicinales o consideradas sagradas, bebidas alcohólicas, azúcar, miel, dulces u otros elementos específicos.

Las ofrendas son entregadas a los abuelos y a los alaxïk/nawales como “un banquete” que se les otorga en agradecimiento a las bendiciones y dones recibidos, así como para pedir su consejo y ayuda en el diagnóstico y tratamiento de la persona afectada. Aunque generalmente se realizan para rogar por el restablecimiento del equilibrio espiritual necesario para recuperar la salud; en ocasiones los padecimientos son difíciles de diagnosticar y el o la ajq’ij debe recurrir a estos espacios rituales para entablar un diálogo directo con los abuelos, quienes responderán por medio de señales y mensajes en el fuego11 que serán discernidos e interpretados por el o la ajq’ij.

El xukulem se realiza en “altares mayas”: sitios arqueológicos y otros lugares considerados sagrados desde la cosmovisión maya kaqchikel, como cimas de montañas, entradas de cuevas, lagunas, volcanes, nacimientos de agua o formaciones rocosas con formas alusivas a alguno de los alaxïk/ nawales. El sitio donde se hacen las ceremonias destinadas a recuperar la salud del paciente dependerá de las características del padecimiento y como consecuencia del alaxïk específico con quien se trabajará. En los espacios rituales se llevan a cabo limpias, armonizaciones y otros procedimientos destinados a equilibrar al paciente en aras de que recupere su salud.

Las ofrendas varían ligeramente, así como la manera de colocar los materiales y el desarrollo del rezo, dependiendo del origen y causa de la enfermedad, por tanto, el alaxïk/nawal con quien se establece el diálogo. Aunque los detalles dependen de la creatividad del ajq’ij y el motivo de la ceremonia, en términos generales se comienza al colocar una base de azúcar que representará la figura del glifo perteneciente al día calendárico con el que se trabajará.

Posteriormente se colocan panelas o piloncillos de caña, inciensos de diversos tipos: palito (extraído de árboles de copal o ramas de algún otro árbol bañadas con trementina), copal “de lagrimita” y “de cáscara” (resina y corteza de Bursera spp.), pom o copal cobanero,12 ensartes (conglomerados de copal con elementos inflamables, como aserrín y brea), copales en forma de bola, estoraque (pequeñas copas de aserrín, brea y resinas), cuilcos,13 frutas, mirra (Commiphora myrrha), puros, ocote de pino, dulces, miel, cacao, semillas como ajonjolí y maíz palomero, pan, canela, chocolate, cuxa o aguardiente, velas y veladoras de diversos colores y materiales, en algunas ocasiones colocan carnes, pescados o algún animal vivo que es sacrificado en casos de enfermedades o daños espirituales graves.

Generalmente se utilizan candelas de seis colores base que representan los cuatro rumbos del cosmos: rojo en el oriente, negro en occidente, amarillo para el sur y blanco para el norte, además de azul para representar el Uk’ux Kaj (Corazón del Cielo) y el Uk’ux Ulew (Corazón de la Tierra). A estas velas se suman otras de distintos colores para reforzar la intención de la ceremonia, además de candelas de sebo de res, ofrendadas a las personas que han fallecido y a los alaxïk/nawales Keme’ y Ajmaq, relacionados con la muerte, el inframundo, los ancestros y la admisión de culpas y faltas, así como la respectiva asunción de compromisos para el resarcimiento de daños cometidos.

Algunos ajq’ijab ofrendan huevos de aves, limones, chile o sal. En general, los elementos utilizados son determinados por la intención de la ceremonia, así como el tipo de “trabajos” que realiza el o la ajq’ij. Se afirma que quienes ofrecen alimentos picantes o que no son dulces ni desprenden olores agradables son personas que trabajan con mayor frecuencia con entidades del inframundo o ligadas a aspectos negativos del cosmos. Sin embargo no existe una categorización tajante entre energías o entidades “buenas” y “malas” ya que uno de los principios fundamentales de la cosmovisión maya kaqchikel es que todo en el cosmos tiene una naturaleza dual y lo que mantiene el universo es el equilibrio dinámico entre estos dos grandes aspectos y energías que sostienen al mundo.

USO DE PLANTAS MEDICINALES EN LA MEDICINA MAYA KAQCHIKEL

Uno de los elementos terapéuticos más importantes de la medicina maya kaqchikel es la herbolaria. Entre numerosos ajq’ij, su uso y procesamiento se basa en aspectos cosmogónicos íntimamente ligados a los ciclos calendáricos marcados por el Cholq’ij. Así, la intención con la que se maneje la planta estará en función del tipo de padecimiento a tratar, ya sean enfermedades preponderantemente físicas o padecimientos espirituales o energéticos, en cuyo caso las especies seleccionadas se asocian simbólicamente con los alaxïk/nawales que es necesario equilibrar en los pacientes.

En la medicina maya kaqchikel cada planta tiene su energía (chajinel) y su espíritu (rajawal), los cuales le dan características asociadas al Xibalba (inframundo) o a las esferas celeste o terrestre. Ello determina su uso en enfermedades específicas, ya que los padecimientos también se asocian a las diversas esferas cósmicas. Algunas plantas tienen cualidad dual y ello les permite tener la capacidad de atender tanto la afección física, como la energética o espiritual, equilibrando las energías del paciente.

Con base en el alaxïk/nawal de nacimiento del paciente y las características de la enfermedad, el o la ajq’ij elegirá las plantas usadas, ya que cada alaxïk/nawal rige una parte específica del cuerpo y se relaciona con una planta medicinal; aunado, hay otras 13 plantas consideradas sagradas que se asocian a los 20 alaxïk/nawales; algunos ajq’ijab afirman que se asocian a las 13 principales coyunturas que determinan el número como elemento sagrado, que reflejan la relación entre el ser humano y los ciclos calendáricos. La mezcla de plantas usadas en el tratamiento será resultado de la combinación entre una o más de las 13 plantas sagradas, alguna de las 20 plantas medicinales de cada alaxïk/nawal y plantas útiles para el padecimiento específico.

Para asegurar la eficacia del remedio herbolario, se deben armonizar las energías del Cholq’ij con la fase de la luna y el lugar en que se obtengan las plantas y prepare el remedio; así como las características espirituales y simbólicas de las plantas: se considera que algunas de ellas tienen energía masculina y otras son de naturaleza femenina, además de tener cualidad fría o caliente. Debido al equilibrio dinámico y complementario de las fuerzas que integran el cosmos, el tratamiento, por medio de sus componentes y formas de aplicación y consumo, tratará de emular los principios de dualidad y complementariedad para lograr el equilibrio que traiga salud al paciente.

Cada día calendárico o alaxïk es propicio para recolectar diferentes tipos de plantas, dependiendo del padecimiento que quiera ser tratado.

Por ejemplo, en el caso de enfermedades relacionadas con la cabeza y el sistema nervioso central, el día en que se colectarán los elementos terapéuticos usados será No’j, debido a su relación directa con el cerebro, los pensamientos y la inteligencia.

Como en el resto de los elementos de la medicina maya kaqchikel, existen algunas variaciones entre ajq’ijab; por ejemplo mientras que para algunos las enfermedades de la sangre son tratadas y relacionadas con el alaxïk/nawal Imox (relacionado con el agua), para otros deben ser vistas en el día B’atz, por su relación simbólica con las venas y arterias que forman el “tejido” interno que poseen los seres humanos. Éste es uno de los campos más vastos del conocimiento especializado de la medicina maya kaqchikel; refleja la experiencia y dones de cada ajq’ij y su desarrollo escapa a los alcances del presente escrito.

Es ampliamente conocido que uno de los aspectos fundamentales de la cultura maya es su sistema matemático y de numeración; en la medicina maya kaqchikel se concibe que ciertos numerales se relacionan con la sacralidad de elementos del cosmos. Números como el tres, cuatro, siete, ocho, nueve, 13, 20, 21 y 40 son usados para contar y medir los elementos terapéuticos que serán usados, así como los materiales usados durante los discernimientos y xukulem. Se afirma que los números impares se relacionan con aspectos negativos del universo, mientras que los números pares pueden ser aliados para reforzar aspectos positivos de la energía de la persona.

De igual manera, el uso de sistemas de medición vernáculos es fundamental en la colecta y procesamiento de plantas. Una manera de establecer una relación cosmogónica entre la persona tratada y el elemento que será usado es tomar medidas que refieran a ciertas partes del cuerpo, tales como extremidades y dedos. Así, la combinación de medidas corporales, días calendáricos, cantidades y números es determinante en la eficacia que tendrá el uso de plantas medicinales para tratar enfermedades dentro de la medicina maya kaqchikel.

OTROS ELEMENTOS TERAPÉUTICOS: TODO TIENE UK’UX

Además de plantas, en la medicina maya se encuentra ampliamente difundido el uso de animales, hongos, aguas y diversas piedras y minerales, tanto de manera ritual como en forma de instrumentos y elementos curativos. Desde la cosmovisión maya, todos los elementos de la naturaleza tienen un uk’ux, un corazón y un rajawal o espíritu, por tanto, tienen vida, que les dota de características anímicas, fortaleza, sentimientos y personalidad. Estos elementos, con los que se convive y que forman parte de la terapéutica maya, son concebidos como seres vivos y el sentido de “tener vida” es lo que en última instancia les otorga la facultad de curar.

En la medicina maya kaqchikel el mineral terapéutico más importante es la piedra obsidiana, representación del alaxïk Tijax, relacionado con la medicina, las enfermedades, las curaciones y las cirugías. Cada médica o médico maya y cada ajq’ij posee su propio tijax u obsidiana, adquirido por herencia, porque le ha sido entregada por alguno/a de sus maestros/as o por haberlo encontrado en cierto altar o sitio ceremonial o sagrado. La manera en que cada uno de ellos utiliza su tijax es un secreto que únicamente transmite a quienes enseñe a curar.

Algunos ajq’ijab también emplean cuarzos, cristales, piedras de jade u objetos pétreos tallados que frecuentemente son de origen prehispánico y han sido encontrados en campos de cultivo, altares o lugares sagrados. Los procedimientos y aspectos específicos de su empleo como herramientas terapéuticas con frecuencia guardan aún mayor secrecía que el uso de las obsidianas o tijax, aunque frecuentemente son usados en el discernimiento y diagnóstico de enfermedades o para retirar males específicos, frecuentemente relacionados con padecimientos de origen espiritual.

Sobre los elementos acuáticos, las fuentes de aguas termales o sulfurosas son consideradas poseedoras de propiedades medicinales, principalmente en el tratamiento de afecciones de la piel. A esto se suma la concepción de que se trata de lugares custodiados por entidades sobrenaturales que, si son tratadas con reverencia y respeto, pueden tener incidencia en la recuperación de la salud de la persona que se dirija a ellos.

Para el tratamiento de ciertas enfermedades sobrenaturales y emocionales se realizan procedimientos rituales y terapéuticos en cuerpos de agua como ríos, lagunas, arroyos o lagos, que consisten generalmente en “limpias” energéticas o rituales para eliminar el “susto”.

De igual manera, el fuego presente en las ceremonias o xukulem se considera uno de los elementos más importantes de la medicina maya, como mensajero y sanador.

CONCLUSIONES

Como todo sistema etnomédico, la medicina maya kaqchikel está constituida por un complejo entramado de prácticas, creencias, símbolos, rituales y conocimientos transmitidos de manera generacional y por medio de sistemas de enseñanza determinados por la cosmovisión. En ella, el conocimiento, uso y manejo de los elementos constitutivos del calendario de 260 días Cholq’ij son fundamentales para el desarrollo de procesos de diagnóstico, tratamiento y prevención de padecimientos tanto de naturaleza física como de origen espiritual.

En el presente escrito procuramos documentar y sintetizar los principales aspectos calendáricos de la medicina maya kaqchikel tal como sus custodios han deseado que se transmita. Comprendemos que esto podría disminuir los esfuerzos de un análisis teórico profundo, aunque consideramos que es importante visibilizar las epistemologías locales y apuntalar a la reflexión y sistematización de los conocimientos mayas en los propios términos. Este ejercicio de escritura “a cuatro manos”, entre la investigadora y la especialista etnomédica, pretende ser una invitación para elaborar cada vez más escritos en coautoría, a la par de una provocación para reflexionar acerca de sus alcances y limitaciones. Comprendemos que aún falta sistematizar numerosos aspectos de la cosmovisión y la medicina maya kaqchikel y en ese sentido el presente trabajo desea abrir la puerta y provocar el interés de más investigadores/as, activistas mayas y especialistas rituales para sumarse a los esfuerzos de documentación y análisis endógeno de la cultura maya kaqchikel, como un modesto ejercicio de justicia epistémica que sirva para el reforzamiento de las epistemologías mayas locales.

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1En este texto usaremos las reglas gramaticales para la escritura de idiomas mayas establecidas por la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala. Así mismo nos sumamos a la corriente del Movimiento Maya que recomienda el uso de mayúscula inicial en los nombres propios que designan elementos culturales significativos para el pueblo maya.

2Sobre la construcción del pueblo maya como sujeto político colectivo, véanse las importantes reflexiones de Demetrio Cojtí [2006], Santiago Bastos y Manuela Camus [2003, 2007], Morna Macleod [2006] o Virginia Ajxup y compiladores [2010], por mencionar algunos autores. Micheka Craveri [2012], Canek Estrada [2014] , Aaudelino Sac Coyoy [2007], Paul Van den Akkeen [2015], así como la primera autora junto con Estrada, Page y Zent [2020] han escrito acerca de la permanencia, uso y características actuales de dicho calendario en Guatemala.

3Con seguridad este sitio refiere a la actual Tula, como sitio histórico; aunque es probable que se trate de un espacio mítico de creación.

4Derivada de los procesos de reivindicación política, autoafirmación y reapropiación identitaria como respuesta al genocidio perpetrado contra los pueblos mayas durante el conflicto armado interno en Guatemala, la postura actual generalizada en la esfera pública y colectiva es la priorización de la adscripción “maya” antes que las autodenominaciones etnolingüísticas. Aunque no se prescinde de estas últimas, se refuerza el sentido colectivo de una noción panmaya (todos los mayas), que les sitúa como sujetos políticos con injerencia y envergadura nacional [Ajxup 2000; Ajxup et al. 2010; Bastos et al. 2003, 2007; Cojtí 2006; Macleod 2006; Morales 2004].

5De esta manera se nombra a las entidades sobrenaturales que acompañan el quehacer de los ajq’ijab y designan tanto a las 20 energías alaxïk/nawales del Cholq’ij, como a miembros del linaje colectivo y familiar, deidades y héroes míticos.

6Cuando un/a ajq’ij consulta el alaxïk y el numeral (del uno al 13) cuando ha nacido la persona, para comprender su misión y características, también puede discernir —por medio de ciertos cálculos matemáticos relacionados con el cómputo del tiempo en el Cholq’i—- cuál es la energía que marcó su concepción y cuáles son los nawales/alaxïk que acompañan su misión en esta vida y complementan su ser, dotándole de características energéticas, de personalidad y espirituales que pueden coadyuvar en el desarrollo de sus dones y la paliación de sus debilidades o “vergüenzas”, wuqu’ kaqix (o antivalores) que debe vencer una persona para fortalecer la misión del ser. Éste es el conocimiento del kajtzuj o “cuadrante energético”, concebido como un “mapa” que permite conocer en profundidad a la persona [Gabriel-Xiquin, 2000, 2008; García et al. 2009].

7También llamada patan samaj. Con este vocablo se designa tanto al envoltorio sagrado que contiene las semillas de tzi’te, como a la misión de vida en sí misma que implica ser ajq’ij.

8Este número se relaciona con una de las festividades calendáricas más importantes para los ajq’ijab, el wajxaqib b’atz, día 8 b’atz, fecha cuando se entregan nuevas misiones y se renuevan y agradecen las que ya son ejercidas, pues el día b’atz se relaciona con el tejido. Metafóricamente implica “amarrarse ocho veces”, con la propia faja, en la sagrada misión: el mismo número de formas en que se puede consultar el tzi’te’. El 8 b’atz ha sido propuesto por algunos autores [Akker 2015; Tedlock 1982; Zamora 2019] como el día en que inicia el Cholq’ij.

9Myrica cerífera, un árbol de cuyos frutos se obtienen velas de uso principalmente ritual. Su elaboración es artesanal y el conocimiento necesario para su fabricación está casi extinto, permaneciendo en pequeñas familias oriundas del departamento de Baja Verapaz.

10Ya sean tobillos, rodillas, cadera, hombros, codos, muñecas y nuca. Su número refiere a los 13 “niveles” de energía que componen el Cholq’ij.

11Por ejemplo, la dirección hacia la cual se dirigen las llamas, la presencia de humo de diversos colores, olores, chispas y otras percepciones que tiene el o la ajq’ij en su propio cuerpo.

12Llamado así porque se extrae de los árboles de Protium copal en comunidades del departamento de Alta Verapaz, cuya capital es Cobán.

13Se trata de dos tipos de inciensos usados como combustibles del fuego a manera de pago simbólico; están elaborados con aserrín, brea y copal. Originalmente recibieron este nombre en alusión a la localidad Cuilco en el departamento de Huehuetenango.

Recibido: 12 de Febrero de 2022; Aprobado: 13 de Junio de 2022

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Grupo para el Fortalecimiento de la Medicina Maya Rujotay K’aslemal

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