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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versión On-line ISSN 2448-8488versión impresa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.28 no.80 Ciudad de México ene./abr. 2021  Epub 04-Abr-2022

 

Misceláneos

Rostros de privilegio. Élites y afectos en Nueva Delhi (1975-2015)

Faces of privilege. Elites and affects in New Delhi (1975-2015)

Saurabh Dube1 

1Colegio de México


Resumen

Este ensayo forma parte de una historia antropológica más amplia de las élites y el privilegio, vinculados al capital y a la clase, al género y la diferencia, en tiempos neoliberales y nacionalistas, plutócratas y populistas. El estudio empezó como una etnografía e historia de una generación de preparatoria, la clase de 1979, en Modern School, una institución mixta que encarna el estatus de élite en el corazón de Nueva Delhi. Desde entonces, este ejercicio se ha expandido para incluir encuentros variados con agentes del poder, desde administradores de fondos y capitalistas clientelistas hasta burócratas, abogados, periodistas y académicos. Considerando las diversas formas de investigar las élites y sus mundos, el esfuerzo exploratorio del estudio se enfoca en representaciones de privilegio, exhibiciones de memoria, proclamaciones de entitlement, economías del afecto y usos del capital, así como sus genealogías presentes. En el contexto de las transiciones del desarrollo poscolonial al capitalismo neoliberal, en el último cuarto del siglo XX, se ofrece una descripción crítica que entrelaza relatos etnográficos, énfasis analíticos y teoría anecdótica. Esto también se refleja en el estilo y la estructura de este ensayo, que entreteje instantáneas sociológicas, relatos cotidianos, viñetas antropológicas y texturas teóricas.

Palabras clave Élites; privilegio; afecto; neoliberalismo; capital

Abstract

This essay is part of a broader anthropological history regarding the elites and privilege, linked to capital and class, gender and difference, in neoliberal and nationalist, plutocratic and populist times. The project began as the ethnography and history of a specific high school generation, “the class of 1979,” at the ‘Modern School,’ a co-ed institution that embodies the elite status in the heart of New Delhi. Since then, this study has expanded to include varied encounters with agents of power, from fund managers and their capitalist clientele, to bureaucrats, lawyers, journalists and academics. Considering the various ways of investigating the elites and their worlds, the study’s exploratory effort focuses on representations of privilege, displays of memory, proclamations of entitlement, economies of affect and the uses of capital, along with their present genealogies. In the context of the transitions from postcolonial development to neoliberal capitalism, throughout the final quarter of the 20th Century, a critical account is offered that intertwines ethnographic accounts, analytical emphases and anecdotal theory. This is also reflected in the style and structure of this essay, which weaves together sociological snapshots, everyday stories, anthropological vignettes and theoretical textures.

Keywords Elites; privilege; affect; neoliberalism; capital

Este artículo tiene el objetivo de esbozar una historia antropológica de las “élites” y el privilegio —ambos vinculados tanto al capital y a la clase como al género y la diferencia— en tiempos neoliberales y nacionalistas, plutócratas y populistas. El estudio empezó como una historia y etnografía de mi generación de preparatoria, la clase de 1979, en Modern School, una institución mixta que encarna el estatus de élite en el corazón de Nueva Delhi. Desde entonces, este ejercicio se ha expandido para incluir encuentros variados con agentes del poder, administradores de fondos y capitalistas clientelistas; pláticas con periodistas, publicistas y abogados, al igual que con académicos y conocidos dentro de los mundos intelectuales y cotidianos donde habito de manera cotidiana.

Durante las últimas dos décadas, se ha hecho un replanteamiento crítico de ese elemento básico de los estudios sociológicos y políticos que son las élites [Cousin et al. 2018; Khan 2010, 2012; Mears 2011; Sherman 2017; Hay 2013; Jodhka et al. 2019; Davis et al. 2017];1 dichos cambios en la sociología han estado acompañados de esfuerzos conectados en disciplinas relacionadas, como las antropologías de élites [Abbink et al. 2013; Shore et al. 2002; Ho 2009; Ortner 2003] y nuevas historias del capitalismo [Beckert et al.2018; Moreton 2010; Sklansky 2012; Hyman 2012; Mihm 2009]. Aunque recurre a estos planteamientos, pero con un énfasis personal, mi estudio se basa en un extenso e intermitente trabajo de campo llevado a cabo durante los últimos años, principalmente en la India, pero también en los Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá, así como en el uso de un cuestionario y de Facebook, además de materiales de archivo e historias públicas, recursos de internet y reportajes contemporáneos.2

Considerando las diversas formas de investigar las élites y sus mundos, mi esfuerzo exploratorio se enfoca en representaciones de privilegio, exhibiciones de memoria, proclamaciones de entitlement, economías del afecto y usos del capital, así como sus genealogías presentes, que me permite ofrecer una descripción crítica al entrelazar relatos etnográficos, énfasis analíticos y teoría anecdótica, reflejo también del estilo, la estructura y el contenido del presente ensayo, el cual mezcla instantáneas sociológicas, relatos cotidianos, viñetas etnográficas y análisis precisos.3

Obertura

Después de que la India obtuviese su independencia del gobierno colonial en 1947, se introdujo una economía “mixta” en la siguiente década, que implicó, por una lado, un control estatal de industrias estratégicas y de desarrollo de infraestructura, así como corporaciones del sector público que guiaran la inversión; por el otro, un sector privado de venta al por menor, de intercambio y de producción industrial no estratégica. Al mismo tiempo, empezando con la Ley de regulación del desarrollo industrial de 1951, hubo una estricta regulación de la industria, particularmente sobre restricciones de concesión para aquellos segmentos involucrados en la manufactura de maquinaria industrial, telecomunicaciones y productos químicos. Este plan, conocido de manera despectiva como “licencia Raj”, se acompañó de impuestos elevados y concesión de importación, esto dificultaba o prevenía que mercancías extranjeras llegaran al mercado indio. Como era de esperar, la moneda india, la rupia, era una divisa inconvertible y la política comercial se basaba en “industrialización por sustitución de importación”, así que dependía de mercados internos (y no del comercio internacional) para el desarrollo económico.4

¿Y qué hay de la agricultura? En este sector, la propiedad se mantuvo en manos privadas. A pesar de que el estado buscó llevar a cabo reformas agrarias, mediante la desintegración de extensos latifundios “feudales” y la devolución de tierra a los campesinos, muchos de estos esfuerzos se socavaron. El crecimiento en la producción agrícola desde 1950 en adelante estuvo acompañado de escasez de alimentos, de tal manera que el grano se debía traer desde otras naciones, notablemente desde Estados Unidos y el éxito que se obtuvo mediante la “revolución verde” en ciertas zonas rurales tuvo como consecuencia una intensa degradación medioambiental, debido al uso de fertilizantes y pesticidas, por una parte, y la sustitución del cultivo básico de alimentos por cultivos comerciales, por el otro.

Todos estos desarrollos subyacen al establecimiento de las tres principales clases privadas dominantes en la economía política de la India: los campesinos más ricos de la región, las importantes casas de negocios, y la administración de alto rango. Mientras que los campesinos ricos, entre los que se incluyen antiguos terratenientes, obstaculizaron el reparto de tierras, varios burócratas “obtenían rentas de las concesiones y permisos que se establecían para, en parte, proteger a la limitada burguesía industrial contra la competencia interna y externa” [Corbridge et al. 2013: 124]. Para 1980, los grupos se habían unido gracias a diversos intereses mercantiles, el campesinado medio y los escalones superiores de la fuerza laboral y todos ellos se opusieron a la liberalización de la economía india.

No obstante, la liberalización sucedió a partir de 1991-1992, desencadenando la “desregularización de la economía, la liberalización de la industria y del comercio y la privatización [gradual] de las empresas propiedad del estado” [Ganti 2014: 91]. La crisis de deuda que enfrentaba la India a principios de 1990, el “decreto de los expertos”, la difusión de disconformidad por parte de políticos hábiles y la incorporación de grupos privados dominantes e intereses de clase en la política y en los programas que sustentaban la reforma integran una historia fascinante y enfrentada que no podremos desarrollar aquí. En su lugar, pretendo descubrir una historia subterránea del cambio de desarrollo poscolonial al capitalismo neoliberal entre mediados de 1970 y mediados de 1990.

En junio de 1975, en medio del malestar creciente, una crisis económica y un veredicto judicial desfavorable en contra del uso personal incorrecto de la maquinaria oficial, la Primera Ministra Indira Gandhi del Partido del Congreso declaró un estado de Emergencia Nacional. Se suspendieron las libertades civiles, se encarcelaron a los detractores, se censuró a la prensa en el ejercicio de un gobierno autoritario, especialmente mediante las órdenes del parlamento, la judicatura, la administración, la policía y los medios de comunicación. Los excesos políticos de los años de Emergencia (1975-1977) son muy conocidos, incluidos la escandalosa campaña de esterilización forzada como medida de control poblacional —política respaldada en la India por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (fmi)— y el violento desplazamiento de musulmanes en la zonas urbanas. Al mismo tiempo, se obstaculizaron cambios emergentes en la política económica que habían comenzado en el periodo. Si bien esta combinación de acontecimientos puede interpretarse como prehistoria de la clase media india [Rajagopal 2014], durante aquellos años también se establecieron vínculos entre destacadas figuras de la política económica y de los altos escalones del poder político. De hecho, a cambio de favores —como libertad de concesiones y ventajas absolutas frente a la competencia— un líder privilegiado de la industria transfirió clandestinamente inmensas sumas de dinero a la máxima autoridad; dichas transacciones se hicieron mediante la ayuda de los delegados más leales y confiables del Partido del Congreso.5 Estas sumas consolidaron el culto a la personalidad de un líder y el primer control de una familia sobre el partido, su perfil y sus cálculos electorales. No había distinción entre las fortunas del Partido del Congreso y de su líder supremo, quien ordenaba lealtad absoluta, así que derivó en la disolución de la democracia al interior del partido y la eliminación de funcionarios independientes que se habían convertido en una burocracia “entregada” a una sola fuente de poder.

Indira Gandhi perdió las elecciones tras la Emergencia el 1977 y se mantuvo fuera del poder hasta 1979. Desarrollos paralelos tuvieron amplias implicaciones. En primer lugar, las contradicciones inherentes a la coalición en la que se basó el gobierno del partido Janata (1977-1979) resultaron no sólo en una creciente consolidación mercantil y asociaciones entre el campesinado medio, sino también en inconvenientes aperturas a intereses de negocios, como estrategia en contra de la postura socialista oficial del Congreso de Indira. En segundo lugar, cuando Indira Gandhi y el Congreso volvieron al poder, las aperturas clandestinas al capital continuaron, a través de vínculos con Volkswagen y Suzuki para la fabricación del “automóvil del pueblo” a principios de 1980. Finalmente, como se ha precisado en diversos estudios críticos [Corbridge et al. 2013], en la década de 1980, además de presenciarse resultados positivos en la economía —tanto en la agricultura y la industria como en el comercio y en el campo laboral— también se observaron tentativas de liberalización especialmente a mediados de la década por parte de Rajiv Gandhi—el hijo mayor de Indira Gandhi, quien ascendió al poder luego del asesinato de su madre en 1984— y que fueron rechazadas por intereses dominantes.

Ahora bien, estos cambios contradictorios en la economía política de la India desde mediados de 1970 en adelante son precisamente los que se han exorcizado de la narrativa mágica, del tendencioso cuento de reforma y ruptura de la liberalización que inicia en 1990, secundado por el Midas del mercado y los encantos del crecimiento. Al mismo tiempo, en vez de únicamente desmitificar la historia heroica de la economía india liberalizada, es todavía más significativo identificar sus atributos como parte de los mundos sociales, con el fin de convertir las aparentes rupturas de la liberalización en lámina y espejo que cuenten otras historias.

En la siguiente sección, brindo una breve descripción de mi generación y de la escuela con el objetivo de delinear la inestable decodificación del desarrollo poscolonial a la par que se originaba el capitalismo neoliberal; mi generación abarcó esta transición, su infancia y adolescencia imbuidas de desarrollo y deseos poscoloniales, y su juventud y adultez primero coqueteando, luego habitando el capitalismo neoliberal, cada uno en su correspondiente avatar indio. En las secciones subsecuentes se presentan sujetos —no sólo de mi generación— que respaldan el recuento oficial de la liberalización, las seducciones del neoliberalismo y la magia del mercado.6 Aun así, lejos de ser meros fantasmas de los imaginarios neoliberales, ni siquiera pueden ser considerados sujetos estrictamente con tales. Destacándose entre los favorecidos por el régimen liberal, antes y después de ser instaurado en el subcontinente, estos sujetos moldearon el capitalismo neoliberal en la India a través de sus privilegios y prejuicios, de sus afectos y entitlements, de la corrupción y del favoritismo.

La escuela, la cohorte y otros protagonistas

Modern School en la avenida Barakhamba de Nueva Delhi es una institución intrigante y una entidad conocida. Su establecimiento y articulación, su pasado y presente están íntimamente ligados a las múltiples expresiones del imperio, el nacionalismo, el Estado-nación y el sujeto-ciudadano. La escuela fue fundada en 1920 por algunos prominentes residentes indios de la capital imperial como una institución que combinaba la educación occidental “moderna” con los valores indios “tradicionales”, entrecruzando y uniendo así las antinomias de la modernidad. Como escuela principalmente diurna y mixta, aunque con un internado para varones, Modern School siempre se ha asociado con el poder, los negocios y la cultura de élite de la capital —todo en una era de posindependencia que promueve nacionalismos dominantes que van desde el socialismo nehruviano, pasando por populismo autoritario y liberalización económica, hasta capitalismo neoliberal.

Al mismo tiempo, los hijos de las clases medias profesionistas también han sido otro de sus pilares. De igual manera, la escuela ha aceptado a un número considerable de “estudiantes de mérito”, generalmente pertenecientes a una clase media-baja, que son seleccionados con base en su situación económica y a quienes se les otorgaba una beca tras aprobar un riguroso examen. Estos estudiantes fueron separados de sus familias, apartados de sus vecindarios y trasladados al internado para una inmersión total en el estilo de vida de la escuela pública. Para quienes nos quedamos en el internado, la experiencia de la escuela estuvo marcada por otra faceta de lo moderno, una indudablemente vernácula, una que articulaba las virtudes del desarrollo poscolonial.7

Mi generación de Modern School es una criatura curiosa, considerando no sólo su naturaleza representativa sino también ejemplar.8 Juntos, los algo más de 200 miembros de la generación —de entre los cuales una cuarta parte vive en la diáspora— son portadores de insólitas historias de encuentros con la adolescencia, precisamente cuando presenciábamos los años severamente autoritarios del estado de Emergencia (1975-1977) —quienes resuenan en las despolitizadas pero autoritarias orientaciones hacia la corrupción, la política y los pobres hoy en día—; de narraciones de cómo crecer en mundos rutinarios de televisión en blanco y negro —el color no llegó sino hasta 1982— sólo para anticipar, mediante las opciones de carrera, los términos de una economía global-liberal una década entera antes de su apertura oficial en la India a principios de 1990; de anécdotas sobre la importancia del deporte, la ética de la competencia y de ganar en nuestra formación, con el fin de convertirnos en fantásticos jugadores dentro de los mágicos mercados, en alquimistas consolidados del capital sin restricciones, en aturdidos consumidores de bienes sin límite, en medio del capitalismo de crony-casino.

Anclada desde muy temprano en los agitados inicios de un orden neoliberal, ahora la generación incluye al menos una docena de directores de fondos de cobertura e inversionistas de alto riesgo que en conjunto manejan miles de millones y millones de dólares y sólo la mitad de ese número de funcionarios públicos, no necesariamente enemigos de los discretos encantos del capital. Abundantes son los médicos y contadores públicos, así como los ingenieros, quienes han adquirido maestrías en Administración y Dirección de Empresas (mbas) para unirse al mundo empresarial. Al mismo tiempo, muchos contadores iniciaron sus propias empresas y la mayoría de los médicos no sólo ejercen su práctica de manera privada, sino que también forman parte de cadenas de hospitales. Como era de esperar, las empresas ya existentes se expandieron exponencialmente y han despegado otras nuevas. En resumen, para una parte significativa de la clase de 1979, la riqueza es el indicador del éxito.9 Como estudiantes de una escuela rodeada por la fragancia del poder en la capital de la ciudad, mi generación estaba consciente de las aperturas en la economía y de las agitaciones políticas que acontecieron a partir de 1977; mucho de ellos presentían que el dinero y el capital, más que la nación y el desarrollo, serían el horizonte para el futuro.10

¿Y qué hay de los demás sujetos privilegiados de otras generaciones fuera de mi clase que están presentes en este estudio? Los empresarios industriales, los capitalistas financieros y los agentes de poder frecuentan el centro de Delhi y a menudo proporcionan historias más coloridas de negociaciones y crony-capitalismo, de masculinidades y sexualidades que los miembros de mi generación. La mayoría de estos hombres, en sus cincuenta y sesenta años, se ven tanto individualmente como en grupo para pasear por los jardines Lodhi, parque de recreación de los ricos y los poderosos en la capital india. Ocasionalmente se encuentran para desayunar, almorzar o cenar; en alguna fiesta, pero rara vez en sus casas. Al mismo tiempo, en mis estancias anuales de varias semanas —incluso de hasta tres meses— durante la última década en Nueva Delhi, los periodistas y académicos, publicistas y funcionarios, conocedores y críticos de arte nos reunimos principalmente en el Centro Internacional de la India (cii); charlas y conciertos siguen o preceden estas reuniones; las cuales se llevan a cabo tomando un café o almorzando, durante una caminata corta o una copa en el bar; la conversación se desarrolla principalmente en torno a la política y las artes. Considerando que el sitio del CII encarna en sí mismo entitlements y privilegios: mientras aprendía mucho acerca de política económica y crony-capitalismo en estos coloquios, también comprendía que las élites políticas-económicas y culturales-intelectuales personifican distintos niveles de “escolasticismos” [Dube 2021b].

Sin embargo, tiene implicaciones más generales que desencadenan una serie de cuestiones críticas. Para empezar, en lugar de asumir que las “élites” connotan una categoría unificada a priori, así como un electorado que posee una agencia innata —en contraste con los pobres y sus limitaciones estructurales— [Cousin et al. 2018: 227] mi interés radica en articular el término “élite” como un recurso-técnica narrativa de doble filo, con múltiples matices y necesariamente abierto, pero críticamente óptico-analítico. Así, frente a escritos socio-científicos sobre las élites, mi estudio se aprecia mejor como una etnografía histórica sobre entitlements y privilegios, de sus representaciones y persuasiones como característica constitutiva de las élites y su manera de ser; todos éstos entrelazados con afectos y recuerdos, atrapados en jerarquías y amistades atravesados por diferencias fundamentales, concernientes especialmente a la esfera laboral y al espectro de la casta. En otras palabras, el estudio desarrolla cuestiones clave sobre las variaciones entre las élites, sus luchas internas, sus divisiones clave y su relación con la estructura social [Cousin et al. 2018] de formas bastante particulares.11 Los muchos rostros, colores y olores del privilegio son cruciales para rastrear las distinciones y diferencias, las contradicciones y contenciones entre la élite.

Moradas de la jerarquía

El valor de la propiedad en Nueva Delhi —me dijo un compañero de clase, en aquel tiempo prometedor y ahora sabio— depende de su cercanía con la residencia del primer ministro en 7 Race Course Road, la verdadera sede del poder estatal. Más que la proximidad física a la toma de decisiones políticas, lo que está en juego son las mutuas determinaciones de escasez y valor de los bienes raíces dentro del diseño más amplio de la ciudad capital. Como es bien sabido, ministros, políticos, jueces, burócratas y personal de defensa viven en la Zona de Bungalows de Lutyen (zbl), la cual cubre 26 km2. La zbl se compone de alrededor de 1 000 bungalós, de los cuales un poco menos de la décima parte son propiedad privada. Ahora, muy cerca de la zbl hay vecindarios como Jor Bagh, Golf Links y Sundar Nagar, donde hay muchas más propiedades para repartir, dado que aquí los lotes se han dividido en la medida que los promotores inmobiliarios demuelen casas antiguas para reemplazarlas con construcciones de cuatro pisos con un departamento en cada uno. Los precios de las propiedades en la zbl y sus vecindarios cercanos son alucinantes. En términos generales, una casa en un lote de un acre (4 840 yd2 o 4 050 m2) en la zona puede tener un precio de alrededor de 600 millones de rupias inr (u 80 millones de dólares), mientras que en los vecindarios cercanos los precios pueden subir hasta 250 millones de rupias inr (o 34 millones de dólares) por una casa en una propiedad de medio acre. Por supuesto, estos valores no se refieren sólo a los precios reales, sino que, de manera crucial, son objeto de diversos y polémicos reclamos sobre el estatus de élite.

Poco después de comenzar a planificar el proyecto sobre mi generación, me puse en contacto con un exitoso empresario y extremadamente rico compañero de clase para concertar una posible reunión. Estaba llamando desde un número de teléfono fijo en el este de Delhi, hogar de varias cooperativas de vivienda, donde ahora habitan un gran número de académicos. La llamada fue bien recibida, pero también interrumpida por una pregunta impaciente: “¿Desde qué clase de número extraño me llamas?”. Mi anónima, desconocida y extraña ubicación era ya una medida de distanciamiento social con respecto al lujoso vecindario al que estaba llamando. Presenciamos indicios de entitlements encarnados en moradas de privilegio, que en conjunto producen un estatus de élite dentro de los jerárquicos paisajes urbanos, sugiriendo la importancia no sólo de prestar atención a las propiedades estructurales que influyen en las élites [Cousin et al. 2018], sino también comprender los espacios estructurados que éstas ocupan.

En realidad, todavía me sorprende la cantidad de miembros de mi generación que viven en los vecindarios que rodean la Delhi de Lutyens; contados son los que poseen propiedades en el corazón de esa zona. Si aquí hay historias dentro de historias de entitlements, también hay que considerar que las promulgaciones de los privilegios, del grupo antes mencionado, se basan principalmente en conocerse entre sí, evitando siempre a las clases medias. Dicho de otra manera, el afecto, los recuerdos y la amistad a menudo engendran entitlements, jerarquías, privilegios y ocasionalmente se deshacen mutuamente.

En la trigésima reunión de mi generación de preparatoria, se instalaron pequeñas y elegantes carpas, afuera de la inmensa arena principal donde se llevó a cabo el evento; que fue un gesto considerado ya que era posible reunirse con los amigos lejos del tumulto después de mucho tiempo para ponerse al día. Desde el principio, tres miembros de la clase se instalaron en uno de estos recintos y se negaron a salir. Uno de ellos declaró, en nombre de todos los absolutamente privilegiados: “¿Esperas que entre y salude de mano a toda esta gente de clase media?”. No estoy seguro de cómo se resolvió el embrollo. Quizá las circunstancias permitieron que la clase se promulgara dentro de la clase, recurriendo al conjuro del elegante whisky puro de malta en lugar del más barato escocés, un acto de clase dentro de la reunión de la clase. A fin de cuentas, estos tres miembros de la clase viven en las partes más primorosas de Nueva Delhi.

A pesar del drama, la historia no es una excepción. No hace mucho, me invitaron a cenar a un vecindario tremendamente elegante. Los invitados eran principalmente miembros de diferentes generaciones, desde mediados hasta finales de la década de 1970, de Modern School y, en un caso, sus hijos adultos, quienes también asistieron a dicha institución. Pero ésta no fue la única conexión entre los invitados. Uno de los estudiantes mayores, quien deambulaba cerca del bar increíblemente bien surtido y con sus meseros uniformados, comentó a un pequeño grupo: “Es realmente asombroso que todos vivamos en gl (este vecindario), ¿no?”. La declaración es aparentemente simple, pero tiene una gran importancia.

En primer lugar, el entitlement innato y la distinción de un grupo de alrededor de 20 alumnos de una escuela, todos de edad cercana, se reafirmó y se capturó mediante un marco singular: el habitar un vecindario exclusivo, encarnando una poética del privilegio. En segundo lugar, la evocación de esta unidad de entitlement —dentro de un grupo, aunque pequeño, con atributos dispares de estatus y riqueza— sirvió para delimitarlos como una entidad distinta, girando sobre el propio eje de su vecindario, separados de las molestas clases medias, pertenecientes a la escuela, a la ciudad y a la nación en general. Finalmente, este acto de privilegio, colocado junto a las prácticas de élite, materializadas en los vecindarios más importantes de la capital, sugiere una élite que habita un país de su imaginación, pero que también ha abdicado de la India. Porque en este mundo, en su cúspide: “volar en primera clase (en aerolíneas comerciales) es tan aburrido, ¿no?”. Y si los jets privados son la opción, el destino es un fin de semana en Capri, para celebrar el cumpleaños número 40 y un segundo divorcio, que implica un modesto desembolso de alrededor de 300 000 dólares.12 No me pregunten cómo lo sé.

Distinciones de privilegio

Es fácil suponer que tales declaraciones, prácticas y portadores pertenecen principalmente a los nuevos ricos. Sin embargo, asumirlo no sólo sería fácil, sino que también pondría en juego conjeturas previas —a menudo avaladas por las clases medias, así como por los culturalmente privilegiados como los académicos e intelectuales— concernientes a la vulgaridad inherente de mostrar/hablar sobre la riqueza/dinero, mientras que la “vieja” élite se abstiene de tal rudeza. En realidad, lo que se evidencia son las reconfiguraciones de clase, previamente distinguida por antiguos privilegios y capital político, que ahora encuentra nuevas expresiones de dinero y poder, mediante una riqueza novedosa, derivada de corporaciones y capital multinacional, la banca y la industria, los bienes raíces y el corretaje de poder que entran en acción.13

Lejos de las distinciones inamovibles entre “antiguas” y “nuevas” élites, es importante centrarse, en cambio, en las verdaderas articulaciones de privilegio y élite, clase y capital, poder y política, que pueden revelar inusuales aliados íntimos, y registrar claras diferencias en las demostraciones de privilegio. Cabe destacar que las historias que a continuación se relatan no tratan sólo de las transformaciones de la economía y el capitalismo sino también de los cambios del estado y del gobierno. Al mismo tiempo, es importante considerar las formas en las que modelos “indígenas” previos y modelos “cosmopolitas” más recientes de ser élite representan el privilegio. Dentro de los intersticios de estos procesos —cada uno atendiendo proyecciones de privilegio que están necesariamente ligadas al contexto— las promulgaciones del entitlement se manifiestan en la silenciosa presencia de la casta y la inquieta interpretación del género, temas a los que no puedo hacer justicia aquí.

Hace algunos años recibí una curiosa invitación. En un atardecer de octubre en el centro de Delhi, en los increíblemente hermosos jardines Lodhi, seguía el paso de dos altos caminantes, cada uno representaba objetivos distintos de los intereses comerciales del consumo y del capital en la India neoliberal de la corrupción pública y desenfrenada. Sin previo aviso, mi principal compañero, un miembro de mi generación, preguntó de repente: “¿Quieres venir a una fiesta esta noche?”. Me sentí abrumado y me negué. Al ver mi titubeo, agregó: “Waise bhi, lala log milenge (en cualquier caso, conocerás gente con nuevas fortunas —y falta de clase—)”. Entonces, mi interés despertó y acepté la invitación con entusiasmo. El lugar era un hotel de súper-lujo, pero el anfitrión me advirtió: “No preguntes por mí. El anfitrión de la fiesta es el señor Agarwal”. Inmediatamente se me ocurrió decir: “CBI se darr lagta hai (me da miedo la cbi14)”. La suerte estaba echada. La oscuridad había descendido. Cuando nos acercábamos al final de nuestro paseo, mi compañero llamó a otro caminante, acompañado de lo que parecían dos guardias en la lejanía: “Sir, aarahe hain na aaj raat ko? (señor, vendrá esta noche, ¿verdad?)”.

La fiesta fue la celebración de un evento en la política y otro en el deporte, o mejor dicho la adquisición de importantes puestos en ambos terrenos por una misma persona. Cuando llegué a las lujosas instalaciones del recinto principal en un modesto taxi, el señor Rana, el conductor, sugirió que, en lugar de detenernos en el porche principal, era mejor que me abriera camino a pie entre los inmensos autos que obstruían la entrada. Y así maniobré entre un ejército de Bentleys, Rolls-Royces, Maseratis y otras insignificantes creaturas, hasta encontrarme en un enorme y resplandeciente vestíbulo. Había mesas repletas de delicioso sushi, barra libre que servía licor de primera y de fondo música instrumental basada en viejas canciones de películas de Bollywood, que representan —para mí— un mal gusto monumental. Antes de conocer a mi anfitrión, volví a ver al caballero con los guardias que habíamos encontrado esa misma tarde en los jardines Lodhi. Parado en un rincón distante y tranquilo, los principales invitados, aquellos que podían acceder a él, lo felicitaban por su doble adquisición.

Mi anfitrión me saludó con una joya sociológica: “Todas estas personas que ves aquí —dijo como si fuese un hecho aceptado y con un toque de condescendencia— han hecho su dinero en la última década más o menos (desde principios de la década del 2000)”. Rodeado de agentes de poder, desarrolladores y gestores, burócratas y políticos, todos ellos en la confluencia de intereses empresariales y corporativos, me di cuenta que estaba en medio de mundos que se yerguen como una nueva edad del glitter, de sofisticada ostentación y gusto vulgar, formado y transformado por los productos de una India recién forrada de oro.

La primera persona que conocí en la fiesta fue presentada sencillamente como “el rey del carbón de la India”. No siguió ningún nombre, pero sí una descripción: “Él vale 32 000 crores (inr)”. Empezaba a reflexionar sobre la prenda superior del caballero, una evidentemente cara aunque incomprensible y poco atractiva, pero al escuchar aquello me quedé completamente desconcertado y terriblemente confundido: ¿Acaso no más del 80% de la industria del carbón, desde su nacionalización, estaba en manos de Coal India Limited, empresa del sector público? ¿Acaso no eran 32 mil millones de rupias inr, equivalentes (en aquel entonces) a unos 6 mil millones de dólares? Espera, ¿no eran 6 mil millones en realidad? Entonces, ¿por qué el caballero no figuraba en revistas de valoración de la riqueza como Forbes India? ¿Acaso es porque forma parte de la mafia del carbón y tiene las manos manchadas de sangre?

Incluso antes de que pudiera comenzar a entender todo esto, fue mi turno de ser presentado; una vez más, no se consideró necesario ningún nombre. Ésa era la política de la fiesta y simplemente me presentaron como el amigo de mi anfitrión desde que estábamos en la escuela, así que el rey del carbón me dijo: “Arrey inhonain hummey teen saal main itna sikhaya hai to aapko tees saal main kitna sikhaya hoga? (Él —mi anfitrión— me ha enseñado tanto en tres años, ¿cuánto no te habrá enseñado a ti —refiriéndose a mí— en 30 años?)”. Mi sangre se congeló.

Hay más historias de esa fiesta sobre mis encuentros con uno de los propietarios de una franquicia de críquet de la ipl (Liga Premier de la India); con un administrador muy exitoso y conocido por ser terriblemente corrupto; con el propietario de un gimnasio frecuentado por los poderosos y bien conectados en la capital; y con un intermediario sospechoso y astuto que no dejaba de sacudir la cabeza y chasquear los dedos al ritmo del fondo instrumental. No hace falta decir que todo esto sucedía mientras importantes promotores, serios impulsores y gestores formidables de los terrenos de los negocios y la burocracia, la política y la actuación articulaban mutuamente los modismos y medios de las agencias de poder. El punto es que, si bien se reconocieron las distinciones entre estos protagonistas, también se les entendió como jugadores comunes en el mismo campo. Así, cuestionar las invocaciones preestablecidas de diferencias absolutas entre la “antigua” y la “nueva” élite significa rastrear, en su lugar, nuevas formaciones tanto de dinero y élite, como de riqueza y poder. Después de todo, lo que se pone en evidencia es nada menos que el estado espectral, con agentes de poder como protagonistas que no han abdicado a la India en realidad, sino que han subastado y comprado, poseído y apropiadose del estado (no de todo, por supuesto, pero sí de componentes cruciales de todos modos).

Todo esto se aclara aún más en mis otros encuentros, especialmente en la Delhi de Lutyens y sus alrededores cercanos. En los jardines Lodhi, las élites y las clases medias —desde los escalones superiores hasta los niveles inferiores— encuentran a sus propios compañeros para caminar y hacer ejercicio. Mientras que algunos programan citas previamente, los miembros de la mayoría de los grupos llegan en horarios más o menos conocidos y se unen a sus otros compañeros: los paseos son siempre por la pista exterior en una dirección determinada, conforme a las manecillas del reloj o a la inversa. Casualmente, hace algún tiempo, me uní durante unos días a un pequeño grupo de caminantes de élite, la mayoría entre cinco y 10 años mayores que yo. Se ofrecían pláticas enormemente reveladoras.

Una mañana caminaba solo por los jardines cuando un conocido del Centro Internacional de la India me gritó desde lejos y me pidió que me uniera a su grupo. Me presentó con sus compañeros como un profesor en México que daba clases a “las chicas más sexys del mundo”. El escenario estaba listo y me preguntó: “Amigo, dijiste que Machu Picchu es realmente hermoso. ¿Debería ir allí con mi esposa — una arquitecta, a la que había visto en algunas ocasiones— o con mi novia?”. Supongo que tengo el humor en la sangre, porque respondí: “El lugar es lo suficientemente hermoso como para ir dos veces”. En lugar de tomarlo a mal, se agradeció el comentario y me incluyeron como compañero de honor de caminatas (antes de cansarse de mí después de cuatro paseos).15

Esos paseos contienen una vorágine de historias y cuentos dentro de cuentos a los que planeo regresar en un futuro próximo. Bastará con hacer aquí algunas observaciones. Primero, el grupo de caminantes de élite está lejos de estar unificado en términos de antecedentes de clase y estatus previo. Más bien, representa trayectorias distintas en la creación y destrucción del capital indio, presente y pasado. Considérense, por ejemplo, los contrastes entre dos de las piezas clave del grupo: un desarrollador inmobiliario de primera generación, con formación educativa incierta, que ha acumulado vastas propiedades, gracias al aprendizaje en el trabajo y al ser inteligente en la calle y quien ahora vive en un acre que vale 600 crores inr (80 millones de dólares) en la Delhi de Lutyens; y un heredero de una familia venerable —sus riquezas, estatus e influencia se remontan a los últimos siglos— que cuenta con impresionantes credenciales educativas junto con la fortuna familiar, apropiadamente fortalecida en tiempos más recientes. Las distinciones se extienden al empresario industrial que se abrió paso en una India tambaleante en proceso de liberalización para disponer de importantes recursos en la actualidad, pero cuyo estatus está principalmente ligado a la conexión de la familia, quien diseñó algunos de los edificios más emblemáticos en el corazón de Delhi; y a un personaje extraño, sombrío y sigiloso, el alumno de una universidad de élite que parece tener relaciones cercanas con el ejército de Israel. En segundo lugar, lo que une al grupo son los privilegios, la propiedad y el poder; así al caminar juntos, los miembros se presentan como una élite compartida que gira en torno al dinero y la masculinidad, cada uno de ellos con un género ineludible. De hecho, la manera en la que me presentaron al grupo no fue excepcional: una sexualidad depredadora y omnipresente es el alma y la sustancia de las conversaciones que consolida su estatus mutuo. Finalmente, la edad, la experiencia y los intereses muestran que dentro del grupo no estaban en juego los términos de una abdicación incierta de la India, sino un fácil dominio sobre la tierra. Una vez más, la antigua riqueza y la nueva fortuna, los entitlements anteriores y el actual privilegio se transforman y se engendran mutuamente en la India contemporánea.

No obstante, nada de esto sugiere que la presencia del dinero y la búsqueda del demonio Mammó., mal engendrado o no, hayan disuelto todas las distinciones entre la vieja y la nueva élite en la neo-Delhi. Las diferentes formas de “mantener los límites” importan inmensamente: de hecho, cada una de las promulgaciones de entitlements —ya sea de vecindario, de crony-capitalismo o de rutinas de caminatas— discutidas anteriormente, están sujetas a su lugar de actuación. Aquí, los puntos clave en común del privilegio compartido se cultivan cuidadosamente; incluso se suturan con ansiedad, porque de lo contrario todo podría desmoronarse.

Después de nuestra última reunión, hablé por teléfono con un modelo de éxito empresarial de la clase del 79 para programar una cita para platicar. Sugirió una copa por la noche. Estuve de acuerdo, mencionando el bar del Centro Internacional de la India, ampliamente considerado como el lugar de los adinerados para ir a beber en Nueva Delhi. Obviamente, esto no fue suficiente, porque mi compañero de clase dijo simplemente: “Mejor vamos a un lugar más interesante”. Entonces supe que me esperaba un encuentro intrigante, pero no estaba preparado para la inmensa limusina negra que apareció para llevarme a un club tremendamente exclusivo de un hotel de súper lujo, donde se reúnen los jefes corporativos.

Una vez más, la reunión tuvo como resultado varias historias insólitas que conducen en direcciones distintas, aunque superpuestas. Considerando esto, aquí me centraré en dos puntos críticos. Al llegar al lujoso salón, descubrí que mi compañero de clase, quien estaba sentado en una mesa mirando hacia una reluciente piscina, era uno de los dos únicos clientes ocupando el inmenso salón. El otro hombre, con un mechón de cabello rojo teñido con henna y vestido con un llamativo traje de safari, estaba sentado a cierta distancia en una sección distinta al interior del salón. Poco después, a mi compañero de clase y a mí, se nos unió su esposa, una directora ejecutiva de una importante empresa, a quien conocí por primera vez y cuyo elegante vestido indio —no recuerdo ahora si era un sari o un salwar-kameez— complementaba el costoso traje de su marido. Después de presentarnos y con la primera ronda de bebida y delicados canapés consumidos, la agradable conversación, los chistes discretos y las risas espontáneas comenzaron a fluir. Claramente, todo esto —junto con mi playera polo, pantalones casuales y un uso desconocido del lenguaje— despertó la curiosidad del caballero pelirrojo con el traje de safari, quien se trasladó a la mesa de al lado con la intención de ver y escuchar mejor lo que estaba pasando. Fue un mal movimiento. El caballero en cuestión podría haber sido un miembro destacado del club y repleto de dinero para soltar, pero no se podía jugar con los límites y las infracciones de clase. Esta élite recién nombrada “la mafia de la tierra o la minería”, como otro amigo más tarde identificó a los de su especie, fue persuadida gentil pero firmemente por un camarero, siempre alerta, para que regresara a su mesa anterior. Los círculos de privilegio permanecían marcados.

Aquí, un camarero del club era el instrumento para establecer los límites del entitlement. Esto está totalmente en consonancia con las formas en que los sirvientes, el personal y los subordinados, en general, son fundamentales para los actos de privilegio y sus jerarquías, no sólo como un mero telón de fondo, sino como un frente asiduo y silencioso de estos fenómenos.16 Como era de esperar también, durante nuestro tiempo en el club, los dos camareros se mantuvieron atentos a cada palabra, a cada gesto y cambio en el comportamiento mental y corporal de mi compañero de clase. En general fueron respetuosos conmigo, educados con su esposa y completamente serviles con él. Cuando salimos del club, mi compañero de clase nos guio hacia la salida, con los dos camareros tres pasos detrás de él, seguidos por su esposa y por mí. Si el lenguaje corporal del protagonista principal, sostenido y sustentado ahora por tres pequeños whiskies escoceses, era visiblemente majestuoso, los cuerpos ligeramente encorvados de los camareros, la conducta demasiado educada y el discurso simplón durante la caminata ensayada hacia las puertas del club, me recordaron las teatrales actuaciones de humildes cortesanos ante el rey o emperador en el antiguo cine de Bollywood, generalmente en blanco y negro. Una realeza recreada/ reencarnada en la riqueza corporativa surgió como el leitmotiv resonante de la élite en la India contemporánea.17

¿Qué pasa entonces con la casta, el género y las diferencias que introducen entre los temas a discusión? Los privilegiados modernos de la India brillante afirman, implícita y urgentemente, que han superado la casta como institución e imaginación. Sin embargo, los espectros de casta son constitutivos de su entitlement. Por un lado, las moradas precisas y el habitus mismo de los sujetos modernos, sus pretensiones sobre el cosmopolitismo y sus privilegios precisos decretan la obsolescencia de la casta. Esto, por supuesto, concuerda con la mejor tradición del “deber” triunfar sobre aquello que “es”. Por otro lado, si el entitlement tiene que ver con el logro, el estatus de casta tiene que ser negado ambivalentemente pero también aceptado con incertidumbre. Después de todo, el privilegio tiene que venir de algún lado, incluso en los extraños casos (que involucran a una persona de casta inferior ahora privilegiada) que los surgen de la nada. Los cuentos abundan, pero hay que esperar otra narración. Al igual que las historias de género, masculinidades y sexualidades que se derraman desde la superficie hasta lo subterráneo y se unen mutuamente, las esposas de estos hombres no son meros peones en un patriarcado incesante y sin fisuras, sino sujetos que infunden arenas desiguales, jerárquicas y privilegiadas con su espíritu y sustancia, alma y subversión [Bhandari 2019]. Y así, también, las solidaridades de afecto y amistad entre las mujeres a menudo exceden los términos del entitlement y la jerarquía, al mismo tiempo que acceden a formaciones de privilegio, en situaciones que deshacen los mejores lazos entre los hombres.

Coda

Luego de tres décadas y media de haber estudiado principalmente sujetos desposeídos, marginales y subalternos [Dube 1998] ¿cómo hacer que ese aprendizaje y desaprendizaje sirva para comprender atributos clave del estudio de entitlement y privilegio? Mi propósito en este ensayo no es desmitificar deliberadamente los mundos sociales y sus habitantes, sino afirmar críticamente y cuestionar con cautela estos terrenos y sujetos, con el fin de desentrañar sus texturas, términos y transformaciones [Dube 2004]. Sin embargo, se deben asumir estas tareas enfatizando que tal interacción entre el significado y el poder nunca es inocente [Dube 2017], y está en el centro de nuestros mundos profundamente desiguales y turbios. En otras palabras, lejos de ser un enemigo distante, una totalidad distópica, el poder forma parte de representaciones rutinarias de entitlements e interminables reclamos de privilegios, que giran en torno a lo espacial y lo sexual, el dinero y la masculinidad, la casta y el género, lo mágico y lo moderno, y que he narrado mediante historias extrañas, incluso insólitas.

Por supuesto, hay más en el panorama. En un ensayo reciente en el que se discuten los desarrollos de la disciplina antropológica bajo la sombra del capitalismo neoliberal desde la década de 1980, Sherry Ortner [2016] establece un contraste entre dos tendencias: las antropologías “oscuras”, enfocadas en el poder, la dominación, la opresión, la inequidad, y sus dimensiones/experiencias; por otro, los estudios de lo “bueno”, enfocados en la felicidad, la moralidad y lo ético, así como la buena vida. Sin negar las valiosas contribuciones de éstas, ella respalda un tercer desarrollo: un estudio etnográfico y críticamente revitalizado de la “resistencia” que incluye activismo y crítica como una “antropología del bien” distintita. Aprendiendo, como de costumbre, de las ideas de Ortner, me gustaría sin embargo discutir las formas en las que la tarea de la comprensión crítica puede también desentrañar la mutua interacción del poder (lo “oscuro”) y la diferencia (lo “bueno”). En juego están las agudas ansiedades de la autoridad y las íntimas inflexiones del poder, que conllevan a las disrupciones de la diferencia y las interrupciones de la alteridad [Dube 2004, 2010, 2017]. Trazar tales resonancias y disonancias es rastrear las incesantes encrucijadas entre el entitlements y el afecto.

Ahora bien, ¿acaso no es importante comprender el entitlement y el privilegio, las formas corpóreas, afectivas y sensuales de experimentar/conocer/ser [Ahmed 2004, Clough et al. 2007, Stewart 2007, Mahmood 2011, Mitchell 2005]? Al hacer estas preguntas, vuelvo a Ortner [2016] para aclarar que hoy en día el anhelo y la pérdida, lo sensible y lo sensual, el afecto y lo corpóreo se presentan frecuentemente como atributos de la vida ética o como antropologías de lo “bueno”. Al mismo tiempo, ¿cómo incluir esos inmanentes atributos de la vida social en descripciones de entitlements y exploraciones de los privilegiados, lo que Ortner [2016] considera antropologías de lo “oscuro”? ¿Cómo entender la obsesión actual del mundo y el planeta por la interacción entre privilegio y política, entitlement y jerarquía, amiguismo y amistad, injusticia e indecencia, y dominación y despojo? ¿Acaso podemos aproximarnos a estos ultrajes rutinarios no como meros errores de compresión, sino como portadores de atributos corporales, encarnados, afectivos, sensuales y mundanos de la economía, la sociedad y la politica?

En la medida que el estudio se desenvuelve, el camino por delante sigue siendo un poco extraño, un poco incierto. Mantenerse alejado de una rápida conclusión, depende mucho de los términos y texturas de la descripción, los requisitos y registros de escritura. Teniendo en cuenta que las ciudades suelen ser descritas por sus analistas como utópicas y distópicas, si el enfoque está en los pobres, ¿acaso los mundos parecen paradisíacos o paradójicos cuando se ven desde la perspectiva del privilegio, en el espejo de sus predilecciones, prejuicios y prácticas? ¿Cómo podemos escribir sobre vertiginosos y aterradores espectáculos del capital y consumo, aquellos que avergüenzan incluso al Ángel de la Historia de Walter Benjamin, ángel que se cierne sobre nosotros sus alas atrapadas en la tormenta que sopla del paraíso, esa tormenta a la que llamamos progreso? ¿Acaso no son los escombros de la historia, del progreso, los que el ángel ve de lejos aún más petrificantes de cerca? Sin embargo, ¿de qué debemos huir y qué podríamos promover al enfrentarnos a los mundos sociales comandados por los privilegiados y la élite?

Agradecimientos

Agradezco a los editores de Cuicuilco Revista de Ciencias Antropológicas el interés brindado a mis investigaciones; a Ishita Banerjee-Dube por sus valiosas y pertinentes observaciones; a Úrsula Natalia Wood Guadarrama por las numerosas conversaciones acerca de distopías; finalmente, a los lectores anónimos del artículo, cuyos comentarios, ayudaron a puntualizar el texto. Aprovecho también este espacio para aclarar que los diálogos que aparecen en itálicas están originalmente en hindi, su traducción al español se incluye inmediatamente después. De igual manera, se decidió mantener la palabra entitlement, dados los matices que ésta tiene en la lengua original.

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Notas

1Por falta de espacio, no hago el recuento de los estudios “clásicos” de las élites —como los de Vilfredo Pareto, C Wright Mills, y Pierre Bourdieu por mencionar algunos— a pesar de que ofrecen lecciones valiosas el día de hoy.

2Tres puntos merecen una mención adicional. Primero, el trabajo de campo para el estudio ha incluido conversaciones grabadas con alrededor de 50 miembros de mi generación, que van desde una a ocho horas de duración. Segundo, he seguido (y he interactuado con) varios miembros de la generación y otros sujetos de este estudio en Facebook. Finalmente, los reportajes contemporáneos incluyen recuentos como los de Crabtree [2018], Dasgupta [2014], McDonald [1998] y Guha Thukurta et al. [2014], que se leen mejor junto con las historias críticas en internet y los principales medios de comunicación, por un lado, y relatos académicos [Gupta 2017], por el otro.

3Nótese que nada de esto es artificio meramente “posmoderno”, por el contrario, reúne las principales tendencias de los últimos dos siglos en las ciencias humanas modernas: lo analítico, lo hermenéutico y sus interacciones, al mismo tiempo que se interrogan los términos de una razón legislativa y enaltecida mediante una superposición de narrativa y teoría [Dube 2004, 2010, 2017, 2021a].

4En esta sección se recurre y se resumen numerosos estudios que se han leído a lo largo de varios años. Aquí se citan únicamente estudios esenciales que permiten orientar al lector interesado hacia temáticas clave.

5Dichas historias difícilmente han circulado debido a su naturaleza reservada y delicada. Considérese que el bribón elegido en el Congreso para llevar a cabo turbias transacciones durante la Emergencia (y después) se convirtió en presidente de la República de la India desde 2012 hasta 2017; y que el alma en la industria química que contribuyó silenciosamente al partido era el padre del ahora décimo primer hombre más rico del mundo —así como su billonario hermano menor— quien tiene vínculos cercanos con el actual gobierno de la derecha hindú. Las presentes anécdotas me las compartieron periodistas experimentados y exfuncionarios, quienes son también sujetos de élite de este estudio [McDonald 1998; Crabtree 2018].

6Aunque con énfasis diverso s, por separado estos sujetos hablan del neoliberalismo como: i) Un programa económico de desregulación, liberalización y privatización. ii) “Un modelo normativo de desarrollo” que otorga distintivos “papeles políticos para el trabajo, el estado y el capital”. iii) Una ideología que valora el cambio de mercado como ética absoluta que guía las acciones humanas. Y iv) “Un modo de gobierno que acoge la idea de autorregulación del libre mercado” como terreno para un gobierno eficiente y eficaz” [Ganti 2014: 91].

7Se proporciona aquí la información mínima necesaria sobre Modern School y mi generación, especialmente cuando se trata de plasmar el cambio de “desarrollo” poscolonial a “crecimiento” neoliberal discutido con anterioridad.

8El contexto socioeconómico de la clase de 1979 se aclara mediante un directorio compilado por los organizadores de la trigésima reunión de la generación; un cuestionario abierto que envié a 170 miembros de la clase y que fue respondido por alrededor de 100 de ellos; extensas conversaciones grabadas, mencionadas anteriormente, con alrededor de 50 integrantes de la generación; y mi más amplio trabajo de campo entre ellos que también integra la base del estudio. 9 También hay lugar para el capital cultural controlado por cineastas, artistas y académicos.

9También hay lugar para el capital cultural controlado por cineastas, artistas y académicos.

10Sin duda, no todos los miembros de la clase han sido exitosos. La competencia y la envidia hierven a fuego lento; la rivalidad y el desdén abundan. Desde su formación, mi generación aparece constituida por competencias y contradicciones internas — como efectivamente sucede con las élites y los privilegiados en general— que implican a la vez representaciones de concesiones, patrones de heterogeneidad, invocaciones de unidad y declaraciones de amistad.

11Un proyecto que comenzó como un estudio de mi propia generación cuestiona las distinciones habituales entre sujeto y objeto, observador y observado, analizador y analizado. Después de todo, no sólo soy quien analiza, sino que también soy uno más de los sujetos del proyecto, por lo que también deseo reflejar las vanidades y los entitlements, las jerarquías y los privilegios de las culturas intelectuales. En lugar de esos seguros y herméticamente sellados mundos de erudición evocados por académicos, habría que plantearse ¿cuáles podrían ser las complicidades entre las diferentes actuaciones de la élite, incluida su participación en formas cada vez mayores de desposesión cotidiana?

12Sobre estas cuestiones de sociabilidad de la élite y demarcaciones territoriales, véanse Bruno y Salle [2018]; Cousin y Chauvin [2013]; Sherman [2007, 2017].

13La casta es un significante silencioso de priviliegio a priori (y de su ausencia) más que un medio constitutivo entre los sujetos de estudio. En otros contextos, la casta ha sido crucial para el capitalismo en la India.

14Oficina Central de Investigaciones (CBI), la principal agencia de investigación de la India, que se ocupa de los delitos económicos, los delitos especiales y los casos de corrupción y de alto perfil.

15Algunos lectores podrán encontrar este pasaje particularmente incómodo, dado el lenguaje y las expresiones que se utilizan. Se decidió no modificarlo pues aporta claros indicios de la importancia que los sujetos brindan al deseo en su cotidianeidad.

16Esto es cierto para todos los encuentros discutidos hasta ahora, incluidos los paseos por los jardines Lodhi: después de todo, en casa y en la oficina —en clubes y hoteles, restaurantes y gimnasios— es un séquito de subordinados de distintas descripciones, quien en realidad soporta la carga de los entitlements del amo. La relación con los camareros y sirvientes puede extenderse desde variedades de paternalismo y conexiones contractuales sensatas, hasta el desencadenamiento de los abusos más sucios y viles, en los peores casos. Por supuesto, hay muchos matices intermedios. Al mismo tiempo, las mujeres de la familia pueden comandar el séquito en formas particulares, planteando cuestiones críticas de género, que sólo se tratan brevemente más adelante en este capítulo.

17Vale la pena indagar cómo esto podría ser una variación de un tema: de modelos de privilegio de hallazgo de manifestaciones culturalmente particulares que integran el 1% Por el momento, me limito a señalar dos cuestiones; por un lado, la idea de una nueva realeza del gusto que tiene amplias implicaciones —que se extienden más allá de la élite— hasta las identificaciones con la celebridad y el consumo: viajes en primera clase/clase ejecutiva, cruceros de lujo y marcas de diseñadores, junto con hoteles, restaurantes y clubes exclusivos, por ejemplo. Por otro lado, al menos algunos entre los inmensamente ricos, especialmente aquellos que están conectados con la economía de las agencias del poder y del estado, pueden referirse a sí mismos como raja-log (persona real), reivindicando la figura real y la forma de la realeza, ahora de dudoso negocio de propiedad y riqueza. Aún queda mucho por explorar.

Recibido: 25 de Enero de 2021; Aprobado: 08 de Marzo de 2021

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