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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versión On-line ISSN 2448-8488versión impresa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.27 no.79 Ciudad de México sep./dic. 2020  Epub 21-Mayo-2021

 

Dossier

Del proyecto católico a la articulación neoliberal. De Ernesto Corripio a Norberto Rivera

From the Catholic project to the neoliberal articulation. From Ernesto Corripio to Norberto Rivera

Elio Masferrer Kan 1   *  

1Escuela Nacional de Antropología e Historia, Instituto Nacional de Antropología e Historia. México


Resumen

El artículo analiza la dinámica histórica de la Iglesia católica en México desde distintas perspectivas; toma en cuenta los contextos internacionales y nacionales. Analiza los diferentes escenarios socio político religiosos y contextualiza las rupturas y alianzas políticas de la Iglesia con el Sistema. Describe la crisis del proyecto político de los católicos y desarrollo el contexto de las alianzas con la izquierda. Explica las alianzas de la jerarquía católica con el sistema PRI-PAN. Se utilizó información de primera mano para fundamentar y explicar el proceso de articulación de la jerarquía con el poder y la ruptura con las bases católicas.

Palabras clave: Ernesto Corripio Ahumada; Norberto Rivera Carrera; Iglesia católica mexicana; sistema político mexicano

Abstract

This article analyzes the historical dynamics of the Catholic Church in Mexico from several perspectives; taking into account international and national contexts. It analyzes the different socio-political religious scenarios and contextualizes the ruptures and political alliances of the Church with the System. There is also a description of the crisis regarding the political Catholic project and development, in context, of alliances with the political left, as well as explaining the alliances of the Catholic hierarchy with the PRI-PAN system. First-hand information was used to support and explain the process of articulation of the hierarchy with the circle of power, as well as the break away from the Catholic bases.

Keywords: Ernesto Corripio Ahumada; Norberto Rivera Carrera; Mexican Catholic Church; Mexican political system

ALGUNAS CUESTIONES CONCEPTUALES Y METODOLÓGICAS

Mis planteos conceptuales y metodológicos los he desarrollado en tres libros ¿Es del Cesar o es de Dios? Un modelo antropológico del campo religioso; Religión, poder y cultura. Ensayos sobre la política y la diversidad de creencias, y en Religión, política y metodologías. Aportes al estudio de los sistemas religiosos; como no pretendo que lean los tres libros antes que este artículo, haré algunas precisiones.

Considero que el análisis científico de los sistemas religiosos es un trabajo inter, multi y transdiciplinario; en esta perspectiva aplicaré fundamentalmente los aportes de Braudel en torno a los tiempos de la historia: el tiempo mítico o tiempo estructural, la larga duración y el tiempo corto o de los acontecimientos. No se puede aplicar a Braudel sin los aportes de Jan Assmann, quien desarrolla una estrategia de investigación y deconstrucción de la memoria profunda de las sociedades. Lo religioso está anclado en estos cuatro tiempos y en el desarrollo del texto el lector debe estar preparado para incursionar en distintos escenarios que se desarrollan a la vez. Para entender la Iglesia “hay que comprender que juega varias partidas (de ajedrez) en el mismo tablero”.

Siguiendo las estrategias de investigación antropológicas aplico la observación participante y la entrevista a informantes claves, esto me lleva a otras consideraciones, en muchos casos la persona con quien interactúo hizo “votos de silencio” y en otros acuerdos de confidencialidad, esto me llevó a enriquecer las técnicas de investigación con los aportes de la psicología profunda, particularmente Psicopatología de la vida cotidiana de Sigmund Freud, donde explica el papel de los “actos fallidos” o expresiones aparentemente contradictorias, pero que evidencian algo que se quiere omitir o censurar. No puedo omitir la influencia de Anna Freud y particularmente El yo y los mecanismos de defensa para analizar las entrevistas donde se abordan temas complejos.

Finalmente, toda entrevista o conversación informal con expertos en el tema está en el contexto de la aplicación de los códigos de ética antropológicos. Para las realizadas en los Estados Unidos por el de la Asociación Americana de Antropólogos (AAA), las de México por el Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales (CEAS). Las aplicadas en Roma, siendo los entrevistados personal diplomático mexicano, también las del CEAS. No puedo dejar de mencionar el Manual de Campo del Antropólogo del Real Instituto de Antropología.

CUESTIONES CONTEXTUALES

México es uno de los países de mayoría católica más complejos del mundo, posee una historia muy peculiar [Cosio 1981], donde la Iglesia Católica Apostólica y Romana (ICAR) está siempre en una situación de desventaja, trato qué fue y es respaldado por la mayoría de la población, quien simultáneamente es católica, no puede olvidarse una frase muy popular entre los católicos mexicanos: “creo en Dios, pero no en los curas”.

A diferencia de otros países latinoamericanos, la Iglesia mexicana siempre tuvo dificultades para “entender los signos de los tiempos”. Vivió durante mucho tiempo pensándose a sí misma como eterna e inmutable, “institución perfecta creada por Dios”, y pocas veces tomó en cuenta, los cambios que pudieran desarrollarse en los sistemas de visión del mundo de los mexicanos, soslayando la complejidad de los cambios sociales, culturales, económicos y políticos de la diversa y pluricultural sociedad nacional e internacional.

Al inicio del periodo colonial se instaló un catolicismo trasplantado del mundo medieval europeo, en la particular lectura del catolicismo de la Reconquista, la derrota de los musulmanes y la expulsión de estos y los judíos de la península [Goizueta 2007: 81], aplicando en forma rigurosa la persecución contra judaizantes, herejes, blasfemos, protestantes, homosexuales y las religiones anteriores a la invasión europea en el continente [Gruzinsky 1986, 1997; Jiménez y González 2009; Jiménez 2009].

Relativamente ajena a los cambios generados en Europa por la Reforma Protestante, las novedades del Concilio de Trento se consolidaron en las ciudades novohispanas impulsadas por los jesuitas, pero con poca energía y menos interés entre las poblaciones indígenas, donde los curas veían a sus parroquias como un beneficio en el más estricto sentido de la palabra, los asociados con caciques y corregidores eran considerados una plaga para indígenas y africanos esclavizados.

Los abusos de los sacerdotes fueron motivo de revueltas y rebeliones indígenas [Young 1992], hasta el siglo XIX y ya en el siglo XX la derrota militar de los cristeros alzados en armas y respaldados por la jerarquía católica, fue una demostración más que los mexicanos son católicos “a su manera” y simultáneamente desconfían del clero. Según el Censo General de Población de 1921, el 97.3% de la población era católica y en el Censo de 1930, contra todo pronóstico, se elevó al 98.1%

ALGUNOS ANTECEDENTES

El proceso independentista alineó a la jerarquía católica y un sector importante del clero en su mayoría peninsulares al bando realista, donde la excomunión y ejecución de los sacerdotes Morelos e Hidalgo fue parte de esta confrontación, que alejó a la Iglesia católica del proceso de construcción de la Nación. Convirtiéndola en el baluarte de los conservadores y en la última institución colonial vigente hasta 1860 en que se decreta la libertad de cultos [Masferrer 2017]. Sin comprender el apoyo de su propia feligresía a los gestores de la Reforma fueron a Europa para ofrecer la corona imperial a Maximiliano de Hausburgo. La aventura del II Imperio terminó en una estrepitosa derrota para los conservadores, la Iglesia católica y el Ejército francés. Se fortalecieron los liberales y la masonería mexicana, en sus diversas expresiones se afianzaría durante un siglo en el control del poder político [Bastian 1990].

Como resultado de la guerra de la Independencia, que con distintas dinámicas se extendió desde 1810 hasta 1821 cuando Iturbide proclamó el Imperio mexicano, las disputas entre liberales y conservadores continuaron. En 1823 fue destituido Iturbide y se proclamó la República. Comenzaría un largo periodo de inestabilidad que se cerraría con la invasión norteamericana (1846-1848) que implicó la pérdida del 52% del territorio nacional (Texas, Arizona, Nuevo México, California y gran parte de los estados de Utah, Nevada, Colorado y Wyoming).

La Independencia implicó también la expulsión de los españoles, que incluyó el exilio de muchos sacerdotes católicos, esto llevó la consolidación de un catolicismo “a la mexicana”, muy alejado del catolicismo romano [Stapels 1976: 15].

Ante esta realidad, Roma se lanzó a romanizar el catolicismo mexicano e impulsó el desarrollo de lecturas romanas de la realidad sociopolítica religiosa mexicana. En esta perspectiva se involucró activamente en impulsar las políticas antimodernistas de Pio IX y León XIII. Parte de la estrategia de romanización consistía en formar sacerdotes mexicanos en Roma, de allí saldrían los nuevos obispos, quienes impulsarían la ansiada “conversión” del clero mexicano

La ICAR se sintió amenazada por las políticas liberales impulsadas por Benito Juárez y Lerdo de Tejada y realizó acuerdos secretos con Porfirio Díaz iniciándose lo que se conoce como el periodo Regalista. El Porfiriato implicó una modernización de país, ferrocarriles, electricidad, extracción del petróleo, el desarrollo de formas capitalistas con sistemas de servidumbre agraria, el acasillamiento de los peones agrícolas, en definitiva un desarrollo para las élites y las empresas extranjeras que implicaba pobreza y sistemas de servidumbre para las grandes mayorías que desembocaría en la Revolución mexicana, la cual sería junto con la Revolución rusa, los dos movimientos y transformaciones sociales más importantes de la primera mitad del siglo XX.

La jerarquía católica no entendió nuevamente la situación mexicana y optó por aliarse con los conservadores, atemorizada por el posicionamiento sistemático del ala radical de la masonería mexicana. Le apostó a la dictadura de Victoriano Huerta, que ejecutaría al presidente constitucional Francisco I. Madero y a su vicepresidente José María Pino Suárez y no tuvo otra opción que incorporarse al bando derrotado por los revolucionarios, encabezados por el primer jefe del Ejército Constitucionalista Venustiano Carranza, quien proclamó la Constitución de 1917, afianzó la reforma agraria y aplicó más límites al poder eclesiástico. La jerarquía repudió el reparto agrario y señaló que, según la doctrina de la Iglesia, la propiedad privada era sagrada y por ello no podían recibir la tierra de los hacendados.

Más aún, facciones integristas del catolicismo se lanzaron a la Guerra Cristera (1926-1929), una insurrección que fue derrotada por las fuerzas federales, que algunos intelectuales católicos se resisten a comprender que si el 98% de la población era católica, los integristas fueron derrotados por tropa y oficiales, que también eran católicos. Los soldados, que ejecutarían a los sacerdotes alzados en armas, le pedían su bendición antes de ejecutarlos [Campbell 1976; de Anda 1991; González 2001].

Finalmente, la Iglesia católica en los Acuerdos de Bucarelli (1930) debería aceptar, lo inaceptable, condiciones más restrictivas aún para su desempeño [Blancarte 1992]. Lo que nunca entendió la jerarquía, era el tipo de pacto social que había entre la Iglesia católica, en tanto aparato burocrático que impartía los sacramentos y las formas de conciencia social y política de sus feligreses que asistían masivamente a los servicios religiosos. La institución se preparó para una larga marcha, convencida que el tiempo la favorecería y el estado posrevolucionario terminaría por desgastarse agotándose, buscando el momento oportuno para una ofensiva clerical.

ALGUNOS ASPECTOS IMPORTANTES DEL CARDENISMO Y EL POSCARDENISMO

Cárdenas, un miembro muy importante del rito nacional mexicano de la masonería impulsó la instalación del protestantismo, particularmente entre las poblaciones indígenas de México y firmó el acuerdo de colaboración entre el Estado mexicano y el Instituto Lingüístico de Verano (ILV), dirigido por William Cameron Towsend, quien fundó dos organizaciones: Traductores de la Biblia Wycliffe ( Wycliffe Bible Translators ) y el Instituto Lingüístico de Verano (Summer Institute of Linguistics) [González Solano 2020; Stoll 1985].

El México posterior a la Segunda Guerra Mundial sería muy distinto al que vivió la Guerra Cristera. El periodo cardenista implicó una profundización de la reforma agraria. Impulsó un proceso de industrialización por sustitución de importaciones, nacionalizó el petróleo [Silva Herzog 1963, 1986] y durante la Segunda Guerra Mundial, ya en el periodo presidencial de Ávila Camacho, quien trataba de reconciliarse con la ICAR, miles de mexicanos migraron en forma temporal o definitiva a los Estados Unidos (Mexican Farm Labor Program, popularmente llamado Programa Bracero) para sustituir la fuerza de trabajo local, que estaba movilizada en las fuerzas armadas. Este programa se extendió desde 1942 a 1964 y con distintas versiones continúa hasta la actualidad.

La Segunda Guerra Mundial implicó también la siembra de amapola destinada al aprovisionamiento de morfina al ejército norteamericano con fines de sanidad militar. En varios estados mexicanos, terminada la Guerra, en muchos casos, los antiguos compradores militares de goma de opio se transformarían en muchos casos en los compradores no legales de la posguerra. Del mismo modo, la introducción de cannabis en el ejército norteamericano durante la Guerra de Vietnam (1955-1976) produjo la apertura y ampliación del mercado para la marihuana mexicana en los Estados Unidos.

EL ALEMANISMO, EL DESARROLLO ESTABILIZADOR Y UN NUEVO (Y DISCRETO) PACTO CON LA IGLESIA

Con el presidente Alemán (1946-1952) se inició el periodo del Desarrollo Estabilizador y un fortalecimiento del papel de la Iglesia católica en la sociedad mexicana. Simultáneamente esta milenaria institución no retomó mayor presencia en las comunidades indígenas, sino que por el contrario fortaleció su presencia en las grandes ciudades y preferentemente con las élites políticas y los sectores empresariales y de clase media.

La ICAR desdeñó el trabajo entre las poblaciones indígenas y las nuevas barriadas de las grandes ciudades, este “vacío” sería llenado por los protestantes y evangélicos, y en forma más sistemática por las denominaciones pentecostales [Garma 1984, 1987]. Esta situación requiere una explicación estructural y está referida a la dificultad de la ICAR para construir una nueva relación con sus feligreses que tuvieron grandes cambios en sus sistemas de visión del mundo.

Es interesante mencionar que recién en 1962 la Conferencia del Episcopado Mexicano creó una comisión dedicada al trabajo misionero en áreas indígenas, luego sería desconocido por la Jerarquía alarmada por los planteos innovadores que surgían del Concilio Vaticano II y pasaría a llamarse Centro Nacional de Apoyo a Misiones Indígenas (CENAMI), pero ya como asociación civil, fuera del mandato de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), aunque sus estatutos dicen que debe ser presidida por un obispo. Por otro lado el ILV estaba desde 1938, 44 años antes.

La Iglesia se dedicó a mantener su presencia en las clases altas conservadoras afectadas por la Revolución y a la cooptación de las esposas y las nuevas generaciones de la clase política. En sus Memorias Porfirio Muñoz Ledo [Wilkie et al. 2017] relata cómo los maristas entrevistan a su padre para ofrecerle la educación de él, ante la respuesta de su padre que no pagaría un centavo, los maristas respondieron que no se preocupara por el dinero, no les interesaba de ninguna manera cobrarle, lo que querían era educar a su hijo, quien luego sería uno de los políticos más importantes del país.

Las sociedades campesinas e indígenas protagonizaron un fuerte crecimiento demográfico como consecuencia del desarrollo de la medicina y una mejora en las condiciones de salud y de vida de la población indígena. Simultáneamente se pasó de los cultivos de subsistencia a los productos agrocomerciales como resultado de la Revolución verde [Ceccon 2008], esto implicó un proceso de obsolescencia simbólica de los sistemas de visión del mundo católicos vinculados con los ciclos agrícolas que se habían instalado en los imaginarios indígenas y campesinos originados antes del Concilio de Trento (1545-1563).

En los medios urbanos, aparecieron nuevas categorías ocupacionales, millones de campesinos, indígenas, hijas e hijos de éstos se incorporaron a las nuevas industrias y al sector servicios.

Varios millones emprendieron el complicado camino de la migración al “otro lado”, ante la falta de oportunidades en México, sabiendo que por el mismo trabajo probablemente ganarían 10 o 20 veces lo que se les pagaría en su tierra natal. Los intensos movimientos migratorios a la Franja Fronteriza con los Estados Unidos y a ese país, intensificaron un conjunto de cambios sociales, culturales y religiosos. Un proceso que sería importante investigar es la conversión de los migrantes mexicanos en los Estados Unidos. Este proceso ya había sido señalado por Manuel Gamio [2003] en El migrante mexicano; en varios casos observamos en algunos migrantes conversiones permanentes y en otros conversiones “operativas”, evangélicos en los Estados Unidos y católicos en México.

El camino estaba abierto por la experiencia del Programa Bracero que se extendió durante 22 años en forma legal, aunque de hecho continúa como resultado de la expansión de los cultivos agrocomerciales en Estados Unidos, que requieren uso intensivo de mano de obra barata y mal renumerada, sustituyendo a los trabajadores agrícolas norteamericanos, que migraban a las ciudades. Actualmente podemos agregar un proceso migratorio de mano de obra calificada de origen mexicano hacia Estados Unidos y Canadá, no en vano, el principal ingreso de México son las remesas de sus paisanos en el exterior.

EL CONCILIO VATICANO II Y SUS DIFICULTADES ANTE LA REALIDAD MEXICANA

Hacia los años de la década de los setentas la situación nacional e internacional había cambiado radicalmente. La Iglesia católica consciente de los cambios en la posguerra llamó al Concilio Vaticano II para reformular sus estrategias institucionales, a su vez, en México el discurso revolucionario se estaba agotando y en gran parte la confrontación con la Iglesia católica perdía vigencia. El clero era consciente que no podía instalar una sociedad teocrática y los viejos revolucionarios habían alcanzado muchas de sus metas y no tenían claro como continuar el proceso.

Simultáneamente, la insurgencia estudiantil de 1968, cruelmente reprimida, mostraba el agotamiento del Sistema. El entonces presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) dio el primer paso y se entrevistó en Roma con el Papa Paulo VI. México no tenía relaciones diplomáticas con el Vaticano y la Constitución le negaba cualquier tipo de existencia jurídica a las iglesias. El gobierno del PRI encontraba amplias coincidencias con las preocupaciones del Vaticano II y con las Encíclicas Pacem in Terris y Populorum Progressio [Wilkie et al. 2017: 245]. Se iniciaba así el descongelamiento y la revisión de las relaciones entre México y la Iglesia católica. La masonería mexicana cuestionó la política de Echeverría y López Portillo en materia religiosa [González Solano 2019].

Muy al estilo de la política oscilante y ambigua de aquellos tiempos, el gobierno mexicano honraría con la medalla del Águila Azteca, la condecoración de alto nivel que se puede entregar a un extranjero, a Towsend, fundador del Instituto Lingüístico de Verano, en junio de 1978, un año antes el ILV había inaugurado en su sede internacional el Museo México-Cárdenas, acompañado de Cuauhtemoc Cárdenas y su madre Amalia Solórzano, la viuda del general, quienes eran miembros del Patronato del Instituto, con la presencia del embajador mexicano en Estados Unidos.

Cuauhtémoc Cárdenas en una entrevista que realicé con González Solano, en 2015 en su despacho de la Oficina de Relaciones Internacionales del Gobierno de la Ciudad de México, a pregunta expresa dijo que el ILV nunca representó un problema de seguridad nacional. Destacó que conocía el trabajo del Instituto desde que su padre lo llevaba a observar sus actividades en el estado de Morelos.

TREINTA Y TRES DÍAS QUE CAMBIARON EL CONTEXTO DE LA RELACIÓN ESTADO-IGLESIA

Paulo vi falleció el 6 de agosto de 1978 y el 26 de ese mismo mes el Cónclave de Cardenales designó a Albino Luciani como nuevo pontífice, éste asumió un nombre compuesto: Juan Pablo. Juan por Juan XXIII, quien convocara al Concilio Vaticano II y Pablo por Paulo vi que lo aplicara. Cometió la indiscreción de adelantar algunas medidas que aseguraban la continuidad de los papas anteriores y una profundización de temas que quitaban poder a los aparatos burocráticos de la Curia Romana. Treinta y tres días después de su designación, el 28 de septiembre fue encontrado muerto en los dormitorios pontificios. La Curia se ocuparía de que no se le hiciera una autopsia. Los más optimistas mencionan un problema cardíaco y los pesimistas que fue envenenado [Yallop 1985, 2007].

El Conclave se reunió nuevamente y el 16 de octubre designó a un candidato totalmente diferente. Karol Józef Wojtyła, arzobispo de Cracovia, Polonia, el primer papa no italiano desde 1523 y el primer polaco en la historia de la Iglesia. Uno de los respaldos más consistentes del sindicato Solidaridad, que dirigido por Lech Walesa cuestionaba al Partido Comunista, que en esos momentos hegemonizaba el poder político en ese país.

Juan Pablo II inició un cuestionamiento sistemático a las transformaciones que proponía el Concilio Vaticano II e instaló un concepto restauracionista de “Nueva Cristiandad”. Para el contexto mexicano el mensaje fue más transparente.

INICIA UNA NUEVA FASE EN LAS RELACIONES ENTRE LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA Y EL ESTADO

Juan Pablo II aceptó la invitación que le hiciera Luis Echeverría Álvarez a Paulo vi para visitar México. Se reunió en la Casa de la Legión de Cristo en Roma, donde Marcial Maciel le comentó que no habría problemas para su visita, a pesar de las restricciones legales existentes en México, pues en el Colegio Cumbres estudiaban los hijos de los más altos funcionarios del gobierno mexicano. Karol Wojtyła se sentía cómodo en la Casa de la Legión, se comenta que allí se alojó cuando se realizaba el Concilio Vaticano II y en otras oportunidades. También Maciel era uno de los canales para el financiamiento clandestino de Solidaridad en Polonia.

El 26 de enero de 1979 llegó a la ciudad de México acompañado sólo por un prelado mexicano en el vuelo: Fray Marcial Maciel Degollado LC., fundador y superior de la Legión de Cristo. El mensaje era muy claro para la Iglesia mexicana, ahora se sabía de “qué lado masca la iguana” dice un dicho popular. Fue recibido en el Aeropuerto Benito Juárez de la ciudad de México por el presidente López Portillo y su esposa, en calidad de turista. Se haría un tiempo para oficiar una misa privada en la residencia presidencial de Los Pinos. Inauguraría la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano, donde se iniciaría un lento, pero inexorable, desmantelamiento del II CELAM de Medellín (1968), liderado por el cardenal conservador López Trujillo.

Según los priistas entrevistados, la explicación de la misa papal en Los Pinos era porque la madre del presidente López Portillo, doña Socorro, era muy católica y don José, como buen hijo, no podía dejar a su madre sin esa satisfacción. También sirvió para enterarnos que había una capilla privada en la residencia presidencial del Estado laico mexicano.

LA RUPTURA CON LOS PROTESTANTES Y LA ALIANZA CON EL MUNDO CATÓLICO

En ese mismo mes de enero de 1979, sorpresivamente, la prensa oficialista mexicana se haría eco de los cuestionamientos que se planteaban al ILV desde la izquierda de la antropología y las ciencias sociales: los miembros del ILV y el propio instituto serían acusados de ser agentes del espionaje norteamericano. Las acusaciones se hicieron más extensas y prácticamente incluían no sólo a los lingüistas misioneros del ILV que estaban bajo la sospecha de sus críticos; se extendería también a los protestantes y evangélicos mexicanos por nacimiento, en términos generales y sin mayor precisión, descalificando de un plumazo a todas las alternativas religiosas a la Iglesia católica [González Solano 2015, 2016].

Desde la prensa oficial comenzó a instalarse el concepto que los católicos eran parte de la identidad nacional y que los protestantes apuntaban a su disolución, impulsando comportamientos antipatrióticos como no saludar a la bandera nacional o no entonar el Himno Nacional, comportamiento exclusivo de los testigos de Jehová. En síntesis, un llamado al linchamiento popular de los protestantes y evangélicos, quienes ahora eran descalificados como “sectas”.

Los intelectuales orgánicos del sistema lanzaron la hipótesis de que en México se podía ser ateo, no creer en Dios, pero sí en la Virgen de Guadalupe, que este requisito era “prácticamente ineludible” para ser mexicano. “México patriota, católico y guadalupano” proponía el Grupo Bimbo de Lorenzo Servitje en las pancartas de bienvenida al papa. En estas acciones comienza el divorcio entre los “líderes de opinión” y la sociedad. Inicié un seguimiento sistemático en las encuestas y menos del 25% de los entrevistados planteaban que para ser mexicano había que ser guadalupano; quienes aceptaban esto eran personas de más edad y con educación primaria [Masferrer 2009].

LA CONSTRUCCIÓN DE UN PROYECTO SOCIO POLÍTICO DE LA INTELECTUALIDAD CATÓLICA

El Partido Acción Nacional (PAN) había sido fundado por Manuel Gómez Morín [Campos et al. 2013] en 1939 para responder al cardenista Partido de la Revolución Mexicana (PRM), quien disolvió el callista Partido Nacional Revolucionario (PNR). El PRM tenía cuatro sectores: obrero, campesino, popular y militar. Estaba diseñado como una “democracia de corporaciones políticas y sociales”, la versión local de un partido político destinado a continuar el movimiento armado de la Revolución mexicana, caracterizado como un partido vertical de afiliación obligatoria. El PRM (y luego su sucesor, el PRI) generaba una cierta sintonía con el Partido Comunista de la Unión Soviética, según la derecha y una excesiva similitud con el Partido Fascista Italiano, para la izquierda.

El PAN, al contrario, se planteaba como un partido de cuadros, de afiliación voluntaria y discretamente inspirado por la doctrina social de la Iglesia católica, aunque no figuraba entre sus principios abiertamente, pues después de la experiencia del Partido Católico Nacional y la Guerra Cristera estaban interesados en evitar el estigma de ser descalificados como un partido confesional, estando financiado por sus propios militantes. El establecimiento de una sociedad democrática, conservadora, pero basada en procesos electorales transparentes eran las consignas más notables del nuevo partido. Cuya existencia sería francamente testimonial durante muchos años.

Lentamente el PAN se abría paso en la sociedad impulsando acciones de resistencia civil significativas como el ayuno de Luis H. Álvarez, se financiaba con las cuotas de sus militantes, realizando sorteos y rifas para apoyarse. Tenían un proceso de formación política y se ingresaba al partido mediante exámenes de competencia y conocimiento de la historia, la doctrina y la línea política partidaria.

El PAN no sólo nucleaba a la derecha, sino que además incluía un segmento centrista, vinculado al movimiento cooperativo y al Secretariado Social Mexicano, que impulsaba acciones entre migrantes, productores agrícolas, pequeños y medianos empresarios católicos [Correa 1991]. Este sector centrista estaba en muchos casos vinculado con órdenes y congregaciones religiosas que habían desarrollado una intelectualidad católica como es el caso de los jesuitas, quienes a través del Centro de Reflexión Teológica tenían un servicio formativo muy importante.1 En este periodo presentan un papel importante las congregaciones dedicadas a lo educativo, auténticas potencias como maristas, La Salle y salesianos. Estos centros de análisis y reflexión iban avanzando en una alternativa moderna, inspirada por el Concilio Vaticano II que iba construyendo un pensamiento propio y que no coincidía necesariamente con la teología de la liberación y la teología india, aunque tampoco se confrontaban con esas tendencias.

En la jerarquía católica se consolidaba una tendencia que generaba una propuesta política, muy cercana a la democracia cristiana europea, que confiaba en un proyecto católico, modernizador en lo político y social, aunque conservador en lo moral y familiar. La estrategia estaba basada en la noción de pluralismo católico, dar juego a las diversas tendencias, pero hegemonizando en la propuesta desde los conceptos social cristianos del Concilio Vaticano II, sin romper con la teología de la liberación, pero a su vez subordinándola. El hombre que representaba este proyecto en la Iglesia católica era Ernesto Corripio Ahumada.

Nuestro personaje tiene una biografía singular nació en Tampico (1919), un puerto ubicado en el estado de Tamaulipas a orillas del Golfo de México, estudió en el Seminario de Puebla y fue enviado a Roma para cursar sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana, en 1942, en plena guerra fue ordenado sacerdote y continuó formándose en la Gregoriana hasta 1945 en que regresó a México. Le tocó presenciar el ascenso y el ocaso del fascismo italiano, salió en pleno cardenismo y regresó con Miguel Alemán. Con muy buenos contactos en Roma, su carrera episcopal fue meteórica, aunque sistemáticamente demostraba que asumía y resolvía los desafíos.

Designado vicerrector del Seminario de Tampico, en 1950 se hizo cargo de la Secretaría de la Curia Diocesana (1950-1952). Obispo auxiliar de Tampico en 1953 (Pio XII), tenía 34 años. Asumió la titularidad de la diócesis de Tampico en febrero de 1956 a los 36 años y asistió al Concilio Vaticano II (1962-1965), arzobispo a los 48 años, le asignaron la arquidiócesis de Antequera (Oaxaca) en julio de 1967 por Paulo vi; electo presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) entre 1967 a 1973; transferido a la Sede Metropolitana de Puebla (marzo de 1976). En julio de 1977 fue designado arzobispo primado de México y será uno de los tres presidentes delegados en la III Conferencia General del Episcopado Mexicano, Puebla, en febrero de 1979; Juan Pablo II lo designó cardenal, el 30 de junio de 1979, y el 30 de marzo de 1980 le tocó representar al papa en los funerales de Oscar Romero, el arzobispo de San Salvador, asesinado por los militares.

Fue miembro del Consejo de Cardenales para el estudio de los problemas organizativos y económicos de la Santa Sede en mayo de 1981; asistió a la IV Conferencia General de Episcopado Latinoamericano (Santo Domingo, 1992); renunció al cumplir los 75 años el 29 de septiembre de 1994 y continuó hasta el 13 de junio de 1995, cuando se hizo cargo de la Arquidiócesis Norberto Rivera Carrera. Falleció en su residencia particular el 10 de abril de 2008.

La tarea de Corripio tendría mucha complejidad, su preocupación estaba centrada en canalizar los cambios estructurales de la sociedad mexicana en el marco de un proyecto católico, aplicando los planteos del Concilio Vaticano II [Soriano 1999]. Para ello se apoyó en los cuadros más innovadores de la ICAR, configurando un equipo de laicos católicos, donde tuvieron un papel muy importante varios de los cuadros intelectuales de mayor nivel de su presbiterio; me parece importante mencionar a dos de ellos, Mario Ángel Flores y Alberto Athié Gallo.

Ya en 1968 se había publicado un documento firmado por un grupo de sacerdotes, llamados por la derecha los “curas rojos” y se iba configurando un grupo de obispos, el del Pacífico Sur, cuyas sedes episcopales estaban en los estados de Oaxaca y Chiapas, quienes impulsaban una pastoral indígena. En Cuernavaca el obispo Sergio Méndez Arceo desarrollaba una pastoral vinculada a la teología de la liberación.

También se construían en la derecha católica sociedades secretas y otras sólo “discretas” que se organizaban para descalificar y/o neutralizar los cambios propuestos por el Concilio, las más notables serían la Fraternidad Sacerdotal Pio x, fundada por el arzobispo Lefevbre (1977) y las corrientes sede vacantistas, quienes planteaban que el verdadero papa estaba prisionero y que quien se presentaba como tal era un judío impostor. Por ello la Santa Sede estaba vacante y no se mantenía la obediencia al papa. Planteos similares fueron formulados por Tradición, Familia y Propiedad de Plinio Correa de Oliveira [1993].

Las corrientes conservadoras de la Iglesia católica estaban disconformes con los cambios formulados por el Concilio. Querían mantener la misa en latín, no aceptaban el concepto de “asamblea” que se quería dar a la eucaristía y el planteo de que la Iglesia ya no era “una sociedad perfecta” creada por Dios, les resultaba inaceptables.

Del mismo modo, el discurso “cristocéntrico” que hacía énfasis en la figura de Jesucristo y relegaba el culto a los santos generaba confusión entre los feligreses de muchos países. Más conflictivo fue cuando se intentó actualizar la lista de santos y algunos cuyas biografías y milagros presentaban dificultades a la luz de los conocimientos contemporáneos, como el caso de San Jorge, quien habría matado a un dragón, para citar un ejemplo. San Cristóbal sería motivo de gran polémica pues no había ninguna fuente primaria que acreditara su existencia.

Estas formulaciones se confrontaban con la “piedad popular”, para la cual dichas discusiones eran extravagantes y los partidarios de la “teoría de la conspiración” veían en estas propuestas un intento de los protestantes para socavar el catolicismo. Por el contario un sector de los católicos “más en el mundo” consideraban, con cierto alivio, estas propuestas como una forma de eliminar aspectos “supersticiosos” del catolicismo, que se reflejaban en el sistema de catolicismo popular, donde se creía que los “santos y vírgenes” tenían autonomía propia y hacían los milagros “por sí mismos” y no como simples mediadores ante Dios. “Tengo a San Antonio puesto de cabeza, no me busca novio, ni me interesa”, dice un dicho popular.

LA RADICALIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA RELIGIOSA DE LOS CATÓLICOS EN AMÉRICA LATINA

El CELAM de Medellín realizado en 1968, en el marco internacional de las insurgencias juveniles preocupó aún más a los grupos conservadores de las iglesias y a las oligarquías y gobiernos latinoamericanos, a la vez que los Estados Unidos de América veían con preocupación los procesos de radicalización del continente al que consideraba su “patio trasero”. El triunfo de la Revolución cubana en 1959 estuvo asociado al desarrollo de movimientos insurreccionales en varios países. En Colombia particularmente la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, fundada por tres sacerdotes católicos, tuvo a su primer mártir: Camilo Torres Restrepo, un sacerdote con doctorado en Sociología de la Universidad Católica de Lovaina, quien murió en combate en febrero de 1966. Camilo Torres era presentado por muchos líderes católicos de América Latina como un ejemplo, en sus controversias con la antigua izquierda marxista.2 Los procesos de radicalización rebasaban a las antiguas izquierdas y se propagaban a sectores de las juventudes católicas, donde muchos militantes de la antigua derecha católica pasaban a cuestionar en profundidad el sistema político, como es el caso de Argentina, donde antiguos cuadros de católicos de derecha se enrolaban en Montoneros. Lo mismo sucedía en Centroamérica, particularmente Guatemala, El Salvador y Nicaragua. En México sacerdotes se comprometían con los movimientos sociales y muchos abandonaron el sacerdocio y la vida religiosa.

En este contexto se fundaron centros teológicos muy importantes como el Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS) en México [López 2007] y Cristianismo y Revolución en Argentina [Campos 2014: 88]. La Encíclica Populorum Progressio (1967) tuvo un gran impacto y dio lugar a la fundación del Movimiento Sacerdotes por el Tercer Mundo. Pues ésta criticaba al sistema capitalista vinculándolo con el concepto de violencia institucionalizada. En 1968 Gustavo Gutiérrez formuló el concepto de la teología de la liberación [Gutiérrez 1971].

No podemos dejar de mencionar la consolidación de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBS), una herramienta eficaz de participación de los laicos, que escapaban con facilidad al control de los obispos y generaban más inquietud en las jerarquías.3 El caso mexicano es muy peculiar pues por la particular historia de la Revolución mexicana y la vinculación de la ICAR con los movimientos conservadores, los grupos más progresistas y contestatarios fueron pequeños, pero no por ello menos activos.

LAS ESTRATEGIAS DE JUAN PABLO II EN AMÉRICA LATINA

El nuevo papa tenía un proyecto conservador que implicaba el desmantelamiento del Concilio Vaticano II, de sus aplicaciones derivadas del CELAM de Medellín (1968), la eliminación de las CEBS y la designación de nuevos obispos vinculados a su propuesta política-teológica, eliminando la pluralidad y el juego de distintas corrientes internas del catolicismo. Lenta pero inexorablemente los obispos que cumplían 75 años eran sustituidos por cuadros conservadores, en otros casos como el de Sao Paulo, Brasil, se dividió la arquidiócesis para quitarle poder al cardenal Arns y a su sucesor Hummes. Lo mismo sucedió con la arquidiócesis de París.

Tenía un conjunto de prejuicios hacia la teología de la liberación Latinoamericana a la cual percibía como una “cabeza de puente” de los soviéticos dentro de la Iglesia. La experiencia de los intentos de infiltración del Partido Comunista Chino, que impulsaba e impulsa la Iglesia católica patriótica china, confrontando a la Iglesia católica en China, leal al papa. Agregando a esto, el reconocimiento de la República de China en Taiwán por la Santa Sede y el no reconocimiento de la República Popular China, con capital en Beijing.

El papa estaba al tanto de los intentos de los servicios secretos soviéticos por infiltrar y cooptar cuadros de la Iglesia católica. Es fama que La Santa Sede tiene uno de los mejores sistemas de espionaje e inteligencia del mundo.

En esta perspectiva, para Juan Pablo II, la Revolución Sandinista en Nicaragua y movimientos similares en la región, no le dejaba mayores dudas que se trataba de una maniobra comunista y en ese contexto criticó y excomulgó a los sacerdotes y religiosos que participaban en el Gobierno Revolucionario de Nicaragua. Sintetizando, los parámetros de Guerra Fría era el modelo de toma de decisiones del nuevo pontífice, quien dejó de lado las propuestas de Juan XXIII, Paulo VI y el efímero Juan Pablo I.

Juan Pablo II aplicó una versión modificada de las doctrinas de seguridad nacional de los gobiernos dictatoriales de América del Sur. Los católicos de la teología de la liberación y la teología india no podían ser considerados católicos romanos y debían ser expulsados de la Iglesia o crearles condiciones difíciles para que se fueran. Muchos seminaristas “sospechosos” serían eliminados de los seminarios y los curas liberacionistas hostilizados y presionados para que abandonaran el sacerdocio o relegados a posiciones nada relevantes. Por añadidura, los obispos serían cuidadosamente seleccionados y sólo se designarían aquellos leales a su propuesta, aunque fueran notoriamente mediocres.

LA APLICACIÓN DE LA NUEVA POLÍTICA VATICANA EN MÉXICO

Estos criterios generales de la política de Karol Wojtyla tendrían una especificidad en México, adquiriendo matices muy peculiares pues se produjo un doble movimiento, por una parte el gobierno mexicano rompía con el anticlericalismo producto de la Reforma y la Revolución mexicana, lo cual quitaba del juego político a la masonería mexicana, el proyecto liberal, el proyecto político y el discurso del nacionalismo revolucionario.

Implicaba también que se implantaban cambios estructurales que apuntaban hacia la consolidación de un modelo económico neoliberal cambiando la legislación en materia agraria y privatizando el sector estatal de la economía, que implicaba una renuncia expresa a lo poco que quedaba del nacionalismo revolucionario. El gobierno de Carlos Salinas de Gortari se proponía implantar un modelo similar a los Estados Unidos (demócratas-republicanos), con un juego bipartidista que compartiera el gobierno entre el PRI y el PAN, que se transformaban así en dos caras de una misma moneda, lo que terminó llamándose el PRIAN.

En esta perspectiva ambos partidos debían ser adecuadamente reconvertidos, en el PRI el proceso era relativamente sencillo pues dado que el presidente de la república era también el jefe del partido, se inició el desplazamiento de los que impulsaban el nacionalismo revolucionario y fueron sustituidos por tecnócratas y “gerentes” sin mayor tradición partidaria, muchos de ellos hijos de políticos priistas que se habían formado en universidades privadas o en el extranjero. Imponiéndose cuadros tecnocráticos que la clase política priista de viejo cuño les llamaba: “la primera generación de americanos nacidos en México”, según me explicó un cuadro importante del PRI.

Durante muchos años el PAN había sido un partido testimonial sistemáticamente desdeñado por los empresarios, quienes eran conscientes que debían negociar con el PRI para hacer negocios y que lo más prudente era no involucrarse en partidos opositores para evitarse problema de diverso tipo que perjudicarían sus negocios. Ahora la situación cambiaba radicalmente y podían involucrarse con el PRIAN y beneficiarse del proceso de privatización de las empresas del Estado, donde en muchos casos serían socios y prestanombres de los funcionarios priistas. Como afirma un conocido analista político:

De acuerdo con estadísticas serias, más del 90% de las enormes fortunas que hay en México, históricamente se han hecho al amparo del poder. Con la ley en la mano, a políticos en retiro y “empresarios fast track”, se les puede y se les deberían recordar sus atracos. Ninguno podría demostrar que sus cuantiosos haberes son lícitos [Mario Ramón Beteta, El Universal, 6 de junio de 2020: 14].

El PAN sería copado por un nuevo segmento denominados los “neopanistas”, también gerentes y ejecutivos de despachos especializados en “ingeniería fiscal” (que otros llaman traficantes de influencias) con mentalidad empresarial dispuestos al pacto con el PRI y que se sentían comprometidos con el proyecto neoliberal.

Abandonando así el proyecto fundacional y democrático que propusiera Gómez Morín; quienes podían ser un obstáculo sufrieron lamentables “accidentes” como fue el caso de José Ángel Conchello Dávila, legislador panista que se oponía tenazmente a los cambios en los sistemas jubilatorios y su sustitución por las Administradoras de Fondos para el Retiro (AFORES), quien falleció atropellado por un camión el 4 de agosto de 1998 y el “derrotado” candidato presidencial Manuel Clouthier, fallecido de la misma manera el 1 de octubre de 1989. Entre políticos priistas que tuve oportunidad de entrevistar se decía sarcásticamente que “los opositores a Salinas tienen un camión en su futuro”.

El asesinato del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, el 23 de marzo de 1994, contribuyó notablemente a confirmar los métodos de violencia política que operaban en esos tiempos. En torno al proyecto eclesiástico, el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el 24 de mayo de 1993, no dejaba mayores perspectivas sobre las posibilidades de una propuesta alternativa [González 1996]. Tuve oportunidad de conversar con uno de mis contactos en la Secretaría de Gobernación y preguntarle si pensaba que efectivamente los narcos asesinaron al cardenal. Su respuesta fue contundente: “Los narcos son hombres de negocios, no se meten en política, pero en este país no cualquiera es narco, y para ser narco necesitan un político que los proteja y si son muy grandes ellos protegen a un político. Es fácil saber con qué político están relacionados y ese es que lo mando matar”.

En este contexto político el modelo de un México con justicia social relacionado con la doctrina social de la Iglesia que sustituyera al nacionalismo revolucionario quedaba “en fuera de juego”. El proyecto político que impulsaba Corripio Ahumada y sus intelectuales católicos necesitaba otra expresión partidaria. Hubo varios intentos de fundar partidos políticos alternativos al PAN que el PRI, desde el poder, hizo fracasar. Esta situación es clave para entender la construcción, más adelante, de una oposición al régimen neoliberal.

EL DESPLAZAMIENTO DE LOS CUADROS PROGRAMÁTICOS PANISTAS A LA “IZQUIERDA”

Ante el copamiento del partido por los ejecutivos de empresas, gerentes, despachos de gestores empresariales y otros cuadros de dudosa calidad política, un sector importante de los cuadros programáticos del PAN se alejaron del partido y tuvieron el respaldo de un segmento importante de cuadros de cooperativas de crédito, ahorro, producción y consumo de los estados del norte y el occidente de México, cuyas organizaciones cooperativas habían sido organizadas por la Iglesia católica, incluso desde periodos pre-revolucionarios y que tenían como referente al Secretariado Social Mexicano (SSM) del padre Pedro Velázquez, quien le había impreso al secretariado un protagonismo político sumamente importante [Guzmán 1990].

El secretariado se refundó con el padre Velázquez a finales de los cuarenta y cincuenta del siglo pasado, tratando de organizar obreros al margen de las centrales corporativas; desarrolló un sistema de cooperativas muy eficientes y organizó a los empresarios en torno a la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM), entre otras estrategias. El trabajo sindical fue muy importante y derivó en la fundación del Frente Auténtico del Trabajo (FAT).4

De alguna manera esta red de organizaciones católicas de base era el soporte organizativo del Partido Acción Nacional, quienes tomarían distancia del partido en el contexto de las concertacesiones del PAN. Esta red se alió con otra generada en torno a la pastoral juvenil que había logrado una penetración muy importante en otros sectores sociales y en muchos casos relacionados con las redes de organizaciones no gubernamentales (ONGS) impulsadas desde la Compañía de Jesús. Muchas de éstas se vincularon también al Centro de Comunicaciones Sociales (CENCOS) y al Centro de Estudios Ecuménicos (CEE). Estas ONGS son claves para comprender el desarrollo de la sociedad civil que buscó la construcción de una oposición ciudadana a los sistemas corporativos desarrollados desde el Estado por el PRI. Entre otros, están los intentos por controlar las estrategias fraudulentas en los procesos electorales implementados desde Alianza Cívica.5

Estas corrientes de católicos sociales dejaron de lado las relaciones que podían tener con el PAN, se organizaron en torno al Foro Democrático y Doctrinario, integrado por Bernardo Batiz, Pablo Emilio Madero, José González Torres, Jesús González Schmal y varios de ellos se incorporaron al Partido de la Revolución Democrática (PRD).

El PAN dejó de ser el partido de inspiración humanista, que actuaba con independencia y con valor, que defendía los derechos de las personas contra los abusos de la autoridad y buscaba una justa distribución de la riqueza; les recordamos que el PAN, anteriormente, movía voluntades con ideas, principios y programas propios y concluimos que nos separábamos porque el partido era, en contra de su historia, pro salinista, pro liberal y pragmático. [Bernardo Batiz, La Jornada, 14 de enero de 2013: 31].

Negociaron tanto con Cuauhtémoc Cárdenas como con Andrés Manuel López Obrador cuando fueron jefes de gobierno de la Ciudad de México y se incorporaron a sus equipos; puedo mencionar a Bernardo Bátiz y Jesús González Schmal. Arturo Alcalde Justiniani y su esposa Bertha Luján Uranga, vinieron del FAT. La mayoría de estos cuadros políticos entraron a Morena más adelante. Aunque sus hijas actuales funcionarias de la 4t militaron directamente en el PRC y Morena, Bertha Lujan es presidenta del Consejo Directivo de Morena.

LAS REORGANIZACIONES DEL PARTIDO (SEMI) ÚNICO PNR, PRM, PRI Y PRIAN

Una de las particularidades del PRI fue su organización por sectores, ya el PRM fundado por Lázaro Cárdenas (1936-1940), como ya mencionamos, tenía cuatro sectores: obrero, campesino, popular y militar, a la cual estaban adscritas las organizaciones sindicales y sociales, en términos políticos no era un partido de afiliación voluntaria de los ciudadanos, sino que la participación política era corporativa, un partido que reproducía los esquemas verticales del Partido Comunista de la Unión Soviética y según Laura Collin [2008] asumían la estructura de poder de la Iglesia católica de obispos y cardenales. El presidente tenía, entre otras atribuciones, desempeñarse como comandante supremo de las fuerzas armadas. Miguel Alemán Velasco (1946-1952) disolvió el PRM y fundó el PRI, con tres sectores: obrero, campesino y popular, se dice que eliminó el sector militar por presiones de los Estados Unidos, aunque los militares mantuvieron una cuota de poder como heredero de las milicias triunfantes en la Revolución mexicana.

Mi hipótesis es que Alemán, temeroso de las tendencias políticas del ejército que mantenían su lealtad al nacionalismo revolucionario y al cardenismo y pudiera cuestionar su política regresiva en lo político y lo social, no confiaba en esta fuerza armada. Por ello fundó el Estado Mayor Presidencial, un ejército paralelo que respondía directamente al presidente, mejor pagado que el ejército mexicano, con mejores prestaciones y mayor capacidad de fuego.

Alemán mejoró notablemente las relaciones con la Iglesia católica, debilitó el poder de la masonería, fortaleció el proceso de industrialización por sustitución de importaciones, a la vez que castigó con relaciones asimétricas al campo para subvencionar así el desarrollo urbano.

DE LA “ABUNDANCIA” A LA CRISIS Y LA MEGAINFLACIÓN

Para entender los cambios en las relaciones Estado-Iglesia católica debemos comprender varios factores, lo más notable fue la quiebra de las finanzas mexicanas como resultado de la baja de los precios del petróleo por los errores de la política petrolera mexicana. Del llamado a “administar la abundancia” de López Portillo se pasó a la insolvencia del Estado y la deuda mexicana se cotizaba al 38% de su valor. El gobierno de Miguel De La Madrid (1982-1988) inició la privatización del sector estatal de la economía que benefició a un sector de nuevos empresarios enriquecidos por las prebendas gubernamentales y quien dirigía este proceso sería Carlos Salinas de Gortari, el secretario de Programación y Presupuesto.

El sismo de 1985 puso de relieve la incapacidad y obsolescencia del Estado y el gobierno para afrontar la emergencia y fue rebasado por la organización espontánea de la sociedad que lentamente inició la puesta en marcha de un conjunto de organizaciones de la sociedad civil que generaría nuevos líderes sociales que tendrían proyección política. En esta situación crítica se posicionó la Iglesia y particularmente los jesuitas, a través de la Fundación de Apoyo a la Comunidad (FAC), liderada por Enrique González Torres SJ [Mutolo 2019: 36].

Los sectores programáticos del Partido Acción Nacional se lanzaron a cuestionar una vez más al PRI. Es interesante la historia personal de Manuel J Clouthier del Rincón, ingeniero agrónomo por el Tecnológico de Monterrey, presidente del Movimiento Familiar Cristiano en Sinaloa. En el sexenio de Echeverría 1975-1976 participó en las reuniones de los encapuchados de Chipinque, sociedad secreta de la derecha católica, luchando contra las expropiaciones del presidente Echeverría. Fue presidente nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana de 1978-1980 (COPARMEX) y en 1982-1983 presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE). En 1984 se afilió al PAN por su afinidad ideológica: “Yo que conocí las entrañas del Sistema y lo que vi no me gustó, por lo que el cambio tendrá que ser político, democratizando el país” [semblanza biográfica de su hijo Manuel J. Clouthier, El Universal, 12 de junio de 2020: A13].

En el interior del viejo partido de estado surgió la Corriente Democrática liderada por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Rodolfo González Guevara y otros cuadros políticos. El Partido Mexicano Socialista, resultado de sucesivas fusiones de organizaciones de izquierda como el Partido Comunista Mexicano, retiró la candidatura de Heberto Castillo, fundador del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), junto con José Álvarez Icaza; para respaldar a Cárdenas. Aparentemente los días del Sistema Político Mexicano estaban contados [Xelhuantzi 2016: 19].

LA CONFIGURACIÓN DEL PRIAN

Carlos Salinas de Gortari se lanzó a una reformulación profunda del sistema político mexicano, hubo una discusión sobre mantener o no las siglas del PRI y después de un estudio mercadológico se decidió mantenerlo, los viejos sectores creados por Alemán (obrero, campesino y popular-CNOP) perdieron toda su fuerza y Salinas fundó otros espacios con más poder de decisión. Los nuevos sectores fueron el empresarial, el sector universidad, el sector religioso y el de los grupos sociales con carencias (ONGS):

El Sector empresarial sería acaudillado por el Consejo Coordinador Empresarial y el Consejo Mexicano (de Hombres) de Negocios (CMHN), este último representaba a 34 grupos económicos, los más fuertes de México, el CCE es un organismo cúpula que articula a las organizaciones empresariales y donde el CMHN ejerce hegemonía.

El sector universidad involucraba a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y las universidades estatales. De allí saldrían cuadros para ocupar gubernaturas y espacios de cierta calificación técnica. También los miles de estudiantes eran una fuerza social susceptible de cierta manipulación partidaria. Asimismo, las universidades privadas tenían sistemáticamente espacios de poder en la alta administración pública: ITAM, Tec, UP-IPADE, Anahuac, Ibero, para citar las más notables.

El sector religioso sería creado desde la Secretaría de Gobernación e implicaba, hasta le fecha, el ala católica y la evangélica. La operación política con los católicos ha sido descrita y en otros trabajos describiré el trabajo con los no católicos.

Finalmente los grupos sociales con carencias y no reconocimiento pleno de sus derechos fue quizá la estrategia más novedosa del salinismo, quien instaló “la trampa de la diversidad”. Impulsó un complicado sistema de organizaciones no gubernamentales, en la mayoría de los casos articuladas por la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), el Instituto Nacional de Solidaridad (INSEDESOL) y las redes de ONGS que organizara Enrique González Torres SJ. La fundación del Partido Verde Ecologista Mexicano por Jorge González Torres, hermano de Enrique y de Víctor (el Dr. Simi) y ahora administrado por su Hijo, el “Niño Verde” es parte de ese proceso, nuevo partido “palero”, sin ecologistas de carne y hueso. En esta estructura se incluían ambientalistas, defensores de derechos humanos, de los indígenas, de la mujer, madres solteras, discapacitados, de artesanos y productores, un sinfín de temáticas reales, una amplia gama de segmentos sociales que de alguna manera estaban en desventaja en el acceso a las oportunidades, bienes y servicios. La estrategia era escindirlos en problemas parciales, cooptarlos políticamente e incorporarlos a las estructuras que se iba creando.

Este nuevo manejo desde el Estado le permitía mantener sistemas clientelares más actualizados a la realidad del modelo neoliberal. Se complementaba con el Nuevo PAN, en la perspectiva de crear un sistema de alternancia en los cargos electorales que no cuestionara el plan transexenal de Carlos Salinas.

El momento fundacional del PRIAN fue cuando el licenciado Diego Fernández de Ceballos, líder de la bancada del Partido Acción Nacional (1991-1993) propuso en la Cámara de Diputados que se incineraran los “míticos paquetes electorales” que contenían los documentos originales de las elecciones de 1988, que tanto el candidato panista Manuel J. Clouthier como el del Frente Democrático Nacional, Cuauhtémoc Cárdenas, habían impugnado como fraudulentas, Clouthier ya había fallecido en 1989 víctima de un “accidente”.

EL PAPEL DE LA IGLESIA CATÓLICA EN LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES DE 1992

El 1 de diciembre de 1988 Carlos Salinas de Gortari asumió la presidencia de la república, como corolario de un controvertido proceso electoral, que no convencería a muchos mexicanos, quienes consideraban que Cuauhtémoc Cárdenas, el líder de la Corriente Democrática del PRI y candidato del Frente Democrático Nacional (FDN) era quien había triunfado en las elecciones. Lo más relevante para nuestro análisis es que cinco prelados estarían invitados a la toma de protesta en la Sesión Solemne del Honorable Congreso de la Unión, se presentarían además con ropa clerical, lo cual estaba prohibido en la legislación mexicana, para mayores datos no tenían existencia jurídica, según la Constitución.

El equipo de transición de Salinas había tomado la cuestión religiosa como un tema central y contrató al doctor Roberto Blancarte, licenciado en Relaciones Internacionales en el Colegio de México (1981), quien se doctoró en Francia (1988). Para desarrollar su asesoría crearía el Centro de Estudios de las Religiones en México (CEREM), presidido por él y como vicepresidente otro graduado en Francia, el maestro en Sociología de las religiones Bernardo Barranco, quienes agregaron otros tres investigadores, cooperando con el doctor José Córdoba Montoya, quien era el todopoderoso jefe de la oficina de la presidencia. Continuó asesorando al gobierno y en el periodo de Ernesto Zedillo se desempeñó como coordinador de asesores de la Subsecretaria de Asuntos Religiosos de la Secretaria de Gobernación, ministro consejero de la Embajada de México ante la Santa Sede. Ya en el período de Vicente Fox se replegó al Colegio Mexiquense, en el Estado de México.6 En 1995, Barranco inició en Radio Red su programa Religiones del Mundo que lo posicionaría en los contextos eclesiásticos y religiosos. Financiado por la Secretaría de Gobernación, un “juego de espejos”, el sistema político creaba líderes de opinión controlados.

El 12 de diciembre de 1991 el pleno de la Conferencia del Episcopado mexicano se trasladó a Los Pinos, donde en persona el presidente Salinas les informó que estaba presentando la propuesta de cambio constitucional que cambiaría la legislación promulgada por la Reforma, la Revolución y el Maximato de Plutarco Elías Calles. La Iglesia católica había triunfado en su estrategia “a largo y larguísimo plazo”. Corripio y los religiosos de la CIRM no estaban de acuerdo con los términos del convenio, el cual nunca sería público, pero serían controlados por Girolamo Prigione, el delegado de Juan Pablo II [Masferrer 2004: 137].

LOS FONDOS DE LA IGLESIA Y SU PAPEL EN LA CRISIS FINANCIERA MEXICANA. UNA HIPÓTESIS

En esos tiempos México, al igual que la mayoría de los países latinoamericanos, estaba agobiado por el peso de la deuda externa que era prácticamente impagable. Ante esa realidad Nicholas Brady, Secretario del Tesoro de los Estados Unidos implementó un plan, que sería bautizado como el Plan Brady, que consistía en un mecanismo de recompra de la devaluada deuda de cada país, para volver a transferirla a dicho país, quién a su vez pagaría una tasa alta de interés, pero que aparentemente el país podía a largo plazo absorber.

En esta época hubo varios abordajes desde instituciones eclesiásticas de la deuda externa mexicana. Por una parte, como lo describe Andrea Mutolo [2019] y en este volumen vuelve a mencionarlo, Enrique González Torres SJ y la FAC potenciaron las donaciones recibidas desde el exterior comprando swaps de la deuda externa mexicana al 38% y el gobierno les recompraba estos swaps al valor nominal (100%) pero en pesos. Prácticamente triplicaban la donación. El Plan Brady en el que estaba involucrada la Banca, otros capitales eclesiásticos y Marcial Maciel no eran tan benevolentes. En esa operación financiera no perdían, simplemente bajaban el capital, pero lo recuperaban en intereses a largo plazo, además ponían condiciones políticas como lo explicaré a continuación.

Mis contactos de alto nivel en el PRI me explicaron que los cambios en las relaciones Estado-Iglesia se debían a que “la Iglesia católica había comprado los bonos de la deuda mexicana y esto estaba entre las condiciones”. Según mis informantes, el papel cada vez más protagónico de Marcial Maciel Degollado LC se debía a que de alguna manera él era uno de los gestores de la operación financiera.

Ante esa información entrevisté un alto funcionario del Banco Mundial que trabajaba en el área de América Latina. La reunión tuvo lugar en la ciudad de Washington DC y fue muy complicada, me aseguró que no sabía nada sobre México pues no era su área, pero además que si supiera algo tampoco me lo diría, lo cual implicaba que de alguna manera tenía información sobre el tema. Era imposible aceptar que mi interlocutor, con mucha antigüedad en el Banco y por la importancia de su nivel en el organigrama, no estuviera al tanto de una operación de esa magnitud y relevancia. Le contesté que era una respuesta lógica y que de ninguna manera mencionaría su nombre. Le repliqué que había recibido estas versiones y que simplemente quería saber si eran verosímiles, no esperaba que me las confirmara pues era consciente del secreto bancario, de su seriedad profesional y respeto a los criterios de confidencialidad en el Banco Mundial.

En la segunda parte de la entrevista me explicó que el Sistema Financiero Internacional tomaba recursos de fuentes privadas, que a su vez administraban recursos de otros fondos financieros, de tal manera que era “muy difícil” conocer realmente de quién era el dinero. También era posible que esos intermediarios financieros recibieran instrucciones de los dueños del dinero para solicitar (exigir) determinadas condiciones o determinaciones que estaban en documentos adjuntos, los cuales no se daban a conocer públicamente, pero que los gobiernos debían cumplir a rajatabla.

En esta perspectiva las versiones recibidas eran verosímiles, pero mi interlocutor afirmó por quinta ocasión, que no sabía de esa operación y que por supuesto si lo supiera no me lo diría. Simultáneamente le reiteraba que los antropólogos nos guiábamos también por reglas de confidencialidad y protección de los informantes. También le pregunté sobre si sería factible que la Iglesia católica financiara programas de este tipo, su respuesta fue más interesante, “la Iglesia participa o es dueña de muchos fondos de inversión”, también aclaró “muy difíciles de identificar”. Mi entrevistado era lo que técnicamente llamamos los antropólogos un “informante clave”.

Siguiendo en la búsqueda de más datos entrevisté a un sacerdote, perteneciente a una orden religiosa, quien había tenido actividades institucionales en torno al manejo de recursos. Me explicó que las instituciones religiosas habían tenido fuertes pérdidas por la quiebra del Banco Ambrosiano y que desde entonces preferían poner su dinero en el circuito financiero de los Estados Unidos y que ya no confiaban en el escenario europeo. Agregó que México, por su vecindad con los Estados Unidos era clave en el trasiego de recursos de América Latina y de otras partes del mundo, aunque no quiso darme detalles operativos.

También me explicó que los bienes de la Iglesia no estaban consolidados en una sola estructura, cada orden y congregación religiosa, así como las diferentes diócesis tenían su propia estructura financiera, además de lo que pudiera manejar la Santa Sede o sus dicasterios. El libro publicado por Raúl Olmos [2015], sobre la Legión de Cristo y su estructura corporativa financiera empresarial, es muy interesante por su documentación y seriedad, empero sólo nos explica cómo funciona una de dichas estructuras financieras que me mencionaron mis entrevistados anteriores.

Cada una de las diferentes instancias organizativas de la milenaria institución tiene su propia historia y cuantiosos recursos. “El papa va a morir sin saber cuántas congregaciones femeninas hay en la Iglesia, lo que piensa un jesuita y las finanzas del Vaticano”, afirma un dicho popular en la Iglesia católica. Los franciscanos le agregan una variable que no viene al caso en este texto.

LA UTILIZACIÓN PÚBLICA DE LOS RECURSOS DE LA DEUDA EXTERNA MEXICANA. LOS SWAPS SOCIALES

La deuda externa mexicana había crecido de seis mil a 86 000 millones de dólares y con la caída del precio del petróleo era prácticamente impagable, este periodo de Miguel de la Madrid es conocido como la “megainflación, en que simbólica y prácticamente se corrieron tres decimales al peso mexicano para que pudiera entrar en las calculadoras. Enrique González Torres SJ era secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal de Pastoral Social y creó la Fundación de Apoyo a la Comunidad (FAC) e hizo acuerdos con el gobierno federal para apoyar a la reconstrucción de la ciudad tras el sismo del 85 [Mutolo 2019: 36].

La estrategia para fondear recursos consistió en obtener donaciones en el exterior, y como expliqué, comprar deuda externa mexicana, y ésta era recomprada en pesos por el gobierno. Se abrió así un poderoso canal para el financiamiento a la reconstrucción, pero el asunto no terminaba allí pues González Torres7 organizó un sistema de ONGS que cooperaria activamente con el salinismo. Creando también confianza con el gobierno federal, que se podía trabajar con la Iglesia católica y simultáneamente instalaba el concepto de subrogar los servicios a las ONGS y desmantelar el “estado del bienestar priista”. Se consolidaba de esa manera lo que luego se llamaría la sociedad civil, el cuarto sector del nuevo PRI(AN). Laura Collin, quien fuera funcionario de INDESOL y ISEDESOL en el periodo de Colosio lo describe con detalles minuciosos [Collin 2009, 2012]. La clave para cooptar este sector y articularlos era la subrogación de los servicios y simultáneamente se creaban aparatos burocráticos asistencialistas que respaldarían al sistema político y contribuían a “reducir” el Estado.

EL CAMBIO CONSTITUCIONAL DE 1992, NUEVOS ROLES DE LA IGLESIA CATÓLICA Y EL ESTADO

La Iglesia católica iniciaba lentamente su transformación y los obispos eran sustituidos por individuos leales al PRI o que en su defecto no se involucrarían en cuestionamientos al mismo. Los gobernadores priistas lograron mecanismos para influir en la designación de obispos con quienes “trabajar en forma constructiva”. En 1994 pude visitar al embajador de México ante la Santa Sede, el profesor Enrique Olivares Santana, quien fuera gobernador de Aguascalientes, secretario general del PRI y presidente del Senado, un hombre del llamado Primer Círculo [Smith 1980]. Le tocó sustituir en la Secretaria de Gobernación a Jesús Reyes Heroles cuando renunció indignado por la visita de Juan Pablo II. Se mencionaba en distintos medios que nuestro personaje era confiable de no caer “en tentaciones eclesiásticas” pues era Grado 33 de la Masonería mexicana. La entrevista la había logrado por un contacto quien, en esos momentos, también trabajaba en la Embajada, fui recibido por el embajador y estaban otros miembros de su equipo, la plática fue un tanto formal, hasta que me preguntó “cuando cree que podremos quitar a Samuel Ruiz”. Mi respuesta fue espontánea: “señor embajador, Samuel Ruiz es una persona muy importante para la Iglesia, como para que el papa pueda destituirlo, aunque por supuesto no coincida con su línea teológica y política”. Olivares Santana replicó algo molesto: “entonces no nos queda de otra que dejar que se cocine en su propio jugo”. “Así es” le respondí. Mi anfitrión había quedado “congelado y espantado”, pues en la política mexicana era una regla no contradecir al interlocutor de más nivel. El peligro era que “se mate al mensajero”. El embajador quedó fascinado con mi respuesta contundente e irreverente, propia de un investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, invitó a su equipo a comer, más el autor de estas líneas. Me interesaba entender a que se dedicaba la Embajada de México ante la Santa Sede, teniendo en cuanta la peculiaridad qué en la ciudad de Roma, nuestro país tiene además acreditado un embajador ante la República de Italia, concurrente ante la República de San Marino.

Terminada la comida y de regreso a las oficinas de la Embajada, mi anfitrión me preguntó: “Quien crees que quedará de Arzobispo de la ciudad de México”, la pregunta me llevaba a la posibilidad de corroborar una hipótesis y mi respuesta fue Berlié Belanzauran, ante lo cual me respondió: “sería lo ideal para nosotros, pero no creo que lo logremos”. Ante lo cual pude tener la certeza que los negocios de la Embajada de México ante la Santa Sede consisten en la negociación de políticas eclesiásticas y la gestoría de la designación de obispos “amigables”, dejar fuera a los “inquietos” o la erradicación de quienes son molestos para el régimen en turno.

En este contexto no es difícil imaginar quiénes gestionaron que Raúl Vera OP, quien había sido designado obispo coadjutor (con derecho a sucesión) de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, en Chiapas no siguiera en la diócesis. El obispo Samuel Ruiz García cumplía 75 años el 3 de noviembre de 1999. Contra lo esperado, quienes habían designado a Vera por su talante conservador, observaron sorprendidos y escandalizados que don Raúl apoyaba decididamente el trabajo de don Samuel. Ante el asombro por la pérdida elemental de las formas, Vera no fue ratificado para que asumiera la diócesis de San Cristóbal. Sorpresivamente, el 30 de diciembre de 1999 fue designado obispo de Saltillo. El sucesor de Samuel Ruíz, don Felipe Arizmendi Esquivel se dedicó a desbaratar todo lo que pudo del trabajo de don Samuel, tarea que había sido encargada Vera y evidentemente no aplicaría. La Embajada de México en la Santa Sede estaba a cargo de Guillermo Jiménez Morales, quien fue embajador entre 1995 y 1998, luego se hizo cargo de la Subsecretaría de Asuntos Religiosos de Gobernación, su sucesor en la Embajada fue Horacio Sánchez Unzueta. Con Jiménez Morales durante este sexenio Roberto Blancarte fue su brazo derecho.

Ya dentro de la Jerarquía católica, los operadores de este proceso serían Marcial Maciel Degollado, fundador y superior de los Legionarios de Cristo y el delegado y luego nuncio apostólico Girolamo Prigione. “Maciel es una persona del mayor aprecio de Su Santidad” le diría el cardenal Ratzinger al arzobispo Almeida cuando le llevó las denuncias contra Maciel a la congregación para la doctrina de la fe. Un arzobispo mexicano contaba desalentado la anécdota de que en una visita ad limina cuando después de visitar los distintos dicasterios, tras la consiguiente antesala, al entrar al despacho previo para saludar a Juan Pablo II, estaba allí Marcial Maciel quien apenas los saludo, para que quedara claro quien tenía “derecho de picaporte” con Su Santidad.

LA CONSOLIDACIÓN DEL ALA CATÓLICA DEL SECTOR RELIGIOSO DEL PRI

Prigione, Maciel, Berlié y Onésimo en forma sistemática desmantelaron las estructuras de los movimientos católicos que apoyaban al PAN, a la vez que se incorporaban al bloque dominante hegemonizado por el PRI y respaldado por los “nuevos empresarios” surgidos de la privatización de las empresas estatales, cuyos capellanes serían Maciel y Onésimo Cepeda. Los cuadros más notables del bloque priista en la CEM serían además de Maciel y el nuncio, Onésimo Cepeda, y Emilio Berlié Belaunzaran [Franco 2009].

Onésimo se hizo cargo de la Comisión Episcopal de Comunicación Social y desde allí apoyó sistemáticamente al PRI, dejando de lado al secretario general de la CEM, quien por reglamento es el portavoz. Debo dejar claro también que la prensa nacional y local, controlada por el PRI sistemáticamente entrevistaba a Onésimo, quien siempre era considerado como “la Iglesia dice”. En esta perspectiva de intoxicación informativa, nunca entrevistaban a la Conferencia de Superiores de Institutos Religiosos (CIRM), que muchos periodistas y público en general ignoraban su existencia.

También fue desmantelado el periódico de la Arquidiócesis Nuevo Criterio, que era dirigido por el padre Mario Ángel Flores y que expresaba las propuestas de Corripio. Sería sustituido por Desde la Fe, que se dedicaba a reproducir los cables de la Agencia Zenith operada por la Legión de Cristo. En esa estrategia de control el influyente Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC) destituiría a uno de los laicos e intelectuales más importantes de la época Corripio: Manuel Gómez Granados y lo sustituiría personas afines a la Legión. En este contexto, ya jubilado Ernesto Corripio Ahumada como arzobispo primado de México, apenas a los nueve meses de cumplir los 75 fue sustituido. Alberto Athié, uno de los sacerdotes de mayor nivel intelectual e inteligencia fue el artífice del documento de trabajo de la CEM para el nuevo milenio “Del Encuentro con Jesucristo a la Solidaridad con todos” (CEM, 2000). Después de un tortuoso proceso sería obligado a dejar el sacerdocio. Los obispos designan en votación secreta al presidente de la CEM, Norberto Rivera, nunca consiguió serlo, aunque fuera el cardenal y arzobispo primado, aun así quitó al presidente de la CEM el cargo de gran canciller de la Universidad Pontificia y puso a la Basílica bajo su control manejando el 90% del presupuesto, dejándole un modesto 10% a la CEM para las “diócesis pobres” como me explicaría alguna vez un obispo.

LA SUCESIÓN DE CORRIPIO AHUMADA

Los criterios vigentes en esa época definían que el candidato natural a la Arquidiócesis Primada debía ser otro arzobispo con larga trayectoria y que hubiera sido presidente de la CEM, una forma de evidenciar el consenso y la capacidad de liderazgo del personaje, demostrando experiencia probada y capacidad pastoral para el desarrollo de una de las arquidiócesis más importantes y complejas el mundo, que había sido la trayectoria de los anteriores arzobispos. Todas las miradas apuntaban hacia Sergio Obeso Rivera, formado en la Universidad Gregoriana en Roma, rector del Seminario de Xalapa, Veracruz, en 1971 designado obispo de Papantla, en 1974 coadjutor de la Arquidiócesis de Xalapa, en 1979 sucedió al arzobispo y fue presidente de la CEM dos períodos (1983-1988) y en 1995 fue nuevamente designado como presidente de la CEM. Era el candidato natural, se menciona también a Javier Lozano Barragán obispo de Zacatecas, pero el equipo Prigione-Maciel tenía otro candidato: Norberto Rivera Carrera, quien finalmente sería designado como sucesor de Ernesto Corripio Ahumada. En el Consistorio de 2018, Francisco designó a Sergio Obeso cardenal, teniendo 88 años, un año antes de su fallecimiento, como una reivindicación tardía del “golpe” que había recibido.

EL DESMANTELAMIENTO DEL PROYECTO DEL CATOLICISMO MEXICANO

La designación de Norberto Rivera Carrera como arzobispo primado de México fue algo sorprendente y fuera de toda lógica. Rivera era un obispo de tercer nivel, ubicado en una diócesis poco importante, la de Tehuacán. Norberto destaca por sus carencias, no fue rector de ningún seminario, nunca fue arzobispo y nunca presidió la CEM. Permaneció 10 años al frente de su diócesis y no fue promovido, una señal que el resto de los obispos, y en particular el arzobispo de Puebla, de la cual era sufragánea Tehuacán no lo recomendaba para ningún ascenso.

Norberto haría méritos en niveles más altos de la jerarquía católica. En su diócesis estaba el Seminario Regional del Sureste (SERESURE), un centro interdiocesano de formación de sacerdotes inspirado por la teología de la liberación y la teología india. El mismo entró rápidamente en la mira de los sectores conservadores, quienes lograron el respaldo de Juan Pablo II, quien envió visitas para evaluar al SERESURE. Terminó siendo clausurado por Norberto Rivera en 1990.8

Es importante señalar que Rivera Carrera había sido reprendido debido a la protección que brindara al sacerdote pederasta Nicolás Aguilar el arzobispo de Puebla. A Norberto le pareció fácil enviarlo a la Arquidiócesis de Los Ángeles, en California, donde volvió a delinquir, de allí huyo a la Arquidiócesis de México, donde estuvo a cargo de una parroquia con Rivera, ya como arzobispo primado, donde tuvo nuevamente que huir ante nuevos escándalos.9

EL OCULTAMIENTO DE LA PEDERASTIA COMO ESTRATEGIA DE CONTROL POLÍTICO

El tema de los sacerdotes pederastas sacudiría a la Iglesia católica y la pondría en una situación límite de la cual no ha logrado reponerse. A Norberto Rivera lo dejó en una situación de desventaja y deterioro de su imagen, desde fines del siglo pasado con las denuncias contra Marcial Maciel, su protector [González 2009]. En esos tiempos pregunté a un alto cargo de la Secretaría de Gobernación que harían con los casos de abusos sexuales en las iglesias, su respuesta desbordaba cinismo. “¿Qué quieres que hagamos? Si los apretamos caen muchos, no sólo charales (peces pequeños) también hay peces gordos, muy gordos (jerarcas) mejor los tenemos de los h….s y se disciplinan”. Concluyó con una amplia sonrisa. La jerarquía estaba dispuesta a lo que fuera para evitar que la pederastia clerical se ventilara públicamente. Fue paradigmática la respuesta del arzobispo Sergio Obeso Rivera a una periodista: “La ropa sucia se lava en casa”.10

LOS SOLDADOS (CAPELLANES) DEL PRI

La consolidación de una facción de obispos que apoyaban al PRI respaldados por la nunciatura apostólica sería leída en la prensa como la consolidación de la llamada línea vaticana, frente a la línea mexicana de Corripio, creo que el asunto es más complejo. Las actividades de la Embajada de México en la Santa Sede y la Subsecretaría de Asuntos Religiosos de Gobernación lograron instalar a la cabeza de muchas diócesis mexicanas a obispos priistas decididos a operar para este partido. Simultáneamente sustituían la ideología del nacionalismo revolucionario por la teología de la prosperidad católica. En las elecciones del 2000 para sorpresa de muchos el Nuncio Sandri recibió al candidato priista (que sería derrotado) Francisco Labastida y su esposa. Labastida sería recibido por Norberto en su casa y explicó que eran amigos de familia. Fox no sería recibido por el Nuncio, si por Norberto pero en las oficinas de la Curia. El Tigre Azcarraga, dueño de Televisa se definió alguna vez como soldado del PRI.11

El otrora partido (casi) único logró finalmente sus capellanes y la posibilidad de reconciliarse con la Iglesia católica, en 2013 se terminó de eliminar de la Constitución mexicana lo que sobrevivía del artículo 24 constitucional de Benito Juárez [Masferrer 2014b] y en febrero de 2016 el presidente Peña Nieto, un priista formado en la Universidad Panamericana del Opus Dei recibió en Palacio Nacional al papa Francisco y por la tarde fue a comulgar a la Basílica de Guadalupe.

CONCLUSIONES

Aparentemente la Iglesia católica había logrado triunfar desde su larguísima travesía después de los Acuerdos de Bucarelli, tras la derrota Cristera. Por fin obtenían un reconocimiento del Estado y el gobierno. Los obispos se incorporaban en todos los estados y en el ámbito nacional a las élites del poder, transformándose en operadores privilegiados del sistema político neoliberal. Hicieron oídos sordos a las advertencias del papa Francisco, quien les reclamó en su visita de 2016 en la Catedral que iban “tras el carro del Faraón”. A cambio perdieron su feligresía [Masferrer 2011] y el éxito les duró poco tiempo. Los resultados electorales del 2018 mostraron la orfandad social de quienes quisieron administrar la fe del pueblo sin entender una vez más los signos de los tiempos.

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Recibido: 02 de Julio de 2020; Aprobado: 31 de Julio de 2020

*Contacto de correspondencia: eliomasferrer@gmail.com

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