SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.25 número71El porvenir de los terrícolas y el futuro de la antropología índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versión On-line ISSN 2448-8488versión impresa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.25 no.71 Ciudad de México ene./abr. 2018

 

Reseña

Una lectura familiar de El regreso del camarada Ricardo Flores Magón

Luis de la Peña Martínez1 

1Escuela Nacional de Antropología e Historia. México luis_delapena@INAH.gob.mx

Lomnitz, Claudio. El regreso del camarada Ricardo Flores Magón. ., Ediciones Era, México: 2016.


Existen muchas formas de leer un libro… quizá tantas como personas, pero lo que pretendo aquí es comentar esta obra desde mi propia experiencia con el tema del magonismo; no como historiador (que no lo soy), ni como político (aunque tenga una perspectiva particular del anarquismo), sino como un lector más…

¿Qué me dice y qué significa para mí este libro? Desde su título evoca la idea de un retorno: el del cadáver embalsamado de Ricardo Flores Magón en 1923 a tierras mexicanas desde la prisión de Leavenworth, Kansas, donde muere en 1922 (o es asesinado, según otras versiones); esto es, la referencia a un “espectro” o fantasmagoría que habita en nuestra memoria o inconsciente colectivos.

Esa sola imagen trae a mi recuerdo conversaciones familiares: mi madre siempre nos contó, a mis hermanos y a mí, esa anécdota, que a su vez le fuera contada por mi abuelo. El regreso de Flores Magón fue organizado por el sindicato de ferrocarrileros (la “Confederación”, en ese entonces), del que mi abuelo formó parte en Aguascalientes. O mejor: es ése un recuerdo compartido que las generaciones transmitieron de abuelos a padres e hijos. De hecho, en el libro aparece una fotografía como fiel testimonio en el que se atrapa el momento de la espera de la llegada del tren a Aguascalientes (Ilustración E.2), con el siguiente pie: “Una multitud recibe el cuerpo de Ricardo en Aguascalientes. La peregrinación comenzó en Ciudad Juárez, con paradas en las ciudades de Chihuahua, Torreón, Aguascalientes y México”.

Al observar esa foto me pregunto: ¿Estaría mi abuelo presente ahí? ¿Es quizá alguno de quienes aparecen en la fotografía? No lo sé, pero esa imagen, incluso antes de conocer la mencionada fotografía, permanece en mi memoria familiar como un “hecho” imborrable. Mi abuelo tendría apenas los veinte años cumplidos y su ingreso a la “Confederación de Ferrocarrileros” fue en 1922; y al sindicato, del que fue socio fundador, hasta los años 30, periodo en el cual se constituyó como un sindicato nacional para convertirse después en lo que sería el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana. Ahora creo que quizá haya sido durante ese periodo que comenzó a leer sobre anarquismo y los Flores Magón, atendiendo al hecho de que tuvo que viajar hasta el puerto de Tampico para trabajar, y era en ese lugar, precisamente, donde se desarrollaba una intensa actividad de anarquistas, muy importante y en la que participó Librado Rivera, el compañero de la última celda de Flores Magón antes de su muerte, cuando regresó a México.

Otra imagen interesante que recupero de este libro en mi memoria es ésta: la de los hoboes (de hobo: “vagabundo”) o tramps, que era como se les llamaba en Estados Unidos a quienes se trasladaban en los trenes de carga a las ciudades donde había alguna oportunidad de trabajo, y que Lomnitz caracteriza como el “andar los rieles”. Este “andar los rieles” llevó a mi abuelo a trabajar junto con sus hermanos en la instalación del cableado eléctrico y tal vez ahí tuvo la oportunidad de entrar en contacto con grupos de trabajadores de orientación anarquista.

Al leer el libro de Lomnitz nunca dejé de pensar en todo lo que se nos contaba de Flores Magón y el magonismo en casa. En la biblioteca de mi abuelo y mi madre había ejemplares de la colección “Ricardo Flores Magón: vida y obra”, editada por Nicolás Bernal, que el Grupo Cultural Ricardo Flores Magón había publicado en los años veinte: El epistolario revolucionario e íntimo, Tribuna roja, Tierra y libertad, Víctimas y verdugos, entre otros libros; los que conforman una de las fuentes principales para el conocimiento de la escritura libertaria magonista. De hecho, la primera edición del Epistolario de Ricardo Flores Magón que publicó el Fondo de Cultura Económica en 1964 fue realizada por unos historiadores para el Gobierno de Sonora y del material que consultaron, además de las fuentes de archivos, hubo la petición a mi abuelo para poder consultar su edición original de 1925, perteneciente a esa colección.

Tal vez por ello, conforme avanzaba en la lectura del libro iba recordando otras situaciones familiares. En casa, al lado de Ricardo Flores Magón, Zapata y Pascual Orozco, eran los únicos héroes revolucionarios considerados como tales. Por eso, la mención a este último en el libro me recordó una fotografía de este personaje que mi abuelo tenía en su cuarto. Orozco se ligó al magonismo, aunque provenía del protestantismo, como también nos lo hace saber Jean-Pierre Bastian en su libro Los disidentes, donde analiza lo que llama el “espíritu de asociación” de distintos grupos y círculos políticos, religiosos y culturales que existieron y convivieron durante esa época.

Debo reconocer, que la lectura que hice del libro de Lomnitz estuvo condicionada por todos estos aspectos… Mi aproximación a este tema ha sido de modo muy personal y hasta sentimental, pero como dije al principio, “existen muchas formas de leer un libro”, y en este caso me resulta difícil no leer este libro así…

Y más que juzgar el manejo de las fuentes, el que me parece adecuado, cabe mencionar que en algunos aspectos pudo haber ahondado más, como es el que tiene que ver con la relación con Praxedis G. Guerrero, con quien Ricardo colaboró en el periódico Revolución en 1907, en la ciudad de Los Ángeles, pues considero que Guerrero fue una influencia fundamental no sólo para el pensamiento ideológico de Flores Magón, sino sobre todo en su trabajo como escritor y periodista (u opinar sobre la redacción del texto, que de paso hay que decirlo fue publicado originalmente en inglés en 2014 y traducido por el escritor e historiador Jorge Aguilar Mora) creo que el libro tiene un valor, al menos para mí, de presentar a un personaje como Ricardo Flores Magón, no como un “santón” (no es una hagiografía), sino como uno más perteneciente a una generación y a un grupo de intelectuales revolucionarios (la generación de jóvenes del 92).

Claudio Lomnitz (Santiago de Chile, 1957), de quien reseño este libro, formado como antropólogo e historiador en la ENAH y actualmente profesor de la Universidad de Columbia, nos ofrece una visión de este personaje histórico en la que destaca su contexto cultural, comenzando por su genealogía familiar y su origen indígena oaxaqueño, y por la relación que mantuvo con los grupos anarquistas y “socialistas” de ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos y la estancia de los magonistas en este país; algo que Lázaro Gutiérrez de Lara (él mismo, “magonista” en su momento) ya había señalado en su libro Las luchas del pueblo mexicano por su libertad, de 1916, publicado en los Estados Unidos (hay una versión en inglés de 1914).

Precisamente, Lomnitz le dedica varias páginas a Gutiérrez de Lara (autor también de una novela titulada Los bribones) a propósito de su relación con John Kenneth Turner, pues fue él quien guió al periodista norteamericano por distintos lugares de nuestro país, de donde surgieron los artículos que conformarían el libro México bárbaro. Gutiérrez de Lara era un abogado, proveniente de una rica familia del norte, que estuvo ligado al Partido Liberal Mexicano (participó activamente en el movimiento sindical y huelguístico de Cananea, Sonora), aunque después se vincularía a Francisco I. Madero, por lo que Flores Magón lo atacaría.

La visión “transfronteriza” de Lomnitz le otorga un matiz singular que enfoca las formas y redes de solidaridad entre grupos e individuos de ambas nacionalidades (John Kenneth Turner y su esposa, entre otros varios) en un momento histórico decisivo para la consolidación política de México durante y después de la Revolución de 1910. Son de destacar las descripciones que Lomnitz hace de la “forma de vida” familiar y colectiva llevada a cabo por los miembros del PLM, tanto en México como en su exilio en los Estados Unidos: sus maneras de convivencia, sus gustos y lecturas.

Cabe decir, que no se trata solamente de ver a sus personajes como meros héroes, sino de entender las complejidades y dificultades de toda una generación de luchadores sociales con su carga de contradicciones ideológicas y políticas, como sucedió en la relación entre Ricardo y otros miembros del Partido Liberal Mexicano (Manuel Sarabia, o los hermanos Jesús y Enrique Flores Magón).

Lomnitz se sabe consciente de la importancia de abordar una figura como Flores Magón, pero a la vez, no teme en lanzar algunas observaciones que pudieran bajarlo un tanto del pedestal, para rastrear de esa manera y hasta donde le es posible, las ligas que lo vinculaban con muchos otros aspectos que no han sido abordados con respecto a su personalidad y su actividad política, como ocurre con la separación entre Ricardo y Enrique debido a conflictos personales, como también ideológicos. Y lo mismo sucede con el círculo más cercano que rodeaba a Ricardo en sus últimos años: su compañera María, su hija Lucía y su nieto, así como su relación epistolar con Ellen White, una camarada norteamericana cuyo verdadero nombre era Lily Sarnoff, quien era una joven poeta anarquista de 22 años, rusa y judía, que vivía en Nueva York, y con quien Ricardo tuvo un interesante y bello intercambio de cartas.

Creo que si bien constituía una tarea necesaria la de poder “recuperar” la memoria de los hechos aquí narrados, Lomnitz va más allá y crea en su libro nuevas perspectivas de interpretación al colocar a Ricardo Flores Magón como parte de un grupo, aunque sea él uno de los integrantes más relevantes.

Por ejemplo, queda por ahí mencionado el papel jugado por otros revolucionarios “magonistas” como Lázaro Gutiérrez de Lara (asesinado por Plutarco Elías Calles, por entonces gobernador de Sonora), quien fuera acusado por Flores Magón de traidor a la clase trabajadora cuando decidió unirse a las filas del maderismo, aunque después Gutiérrez de Lara haya criticado a Madero. Y también, Blas Lara, autor de una novela titulada La vida que yo viví: Novela histórico-liberal de la Revolución mexicana, recientemente publicada por el INAH.

Por último, hay que destacar el trabajo de la iconografía y edición de la misma, plasmados en el interior del libro, así como la fotografía y el diseño de la portada. Es pues este un libro escrito desde el “exilio” académico de su autor y en el que rescata del olvido los acontecimientos y vivencias de un grupo de revolucionarios mexicanos, quienes igualmente compartieron una vida en el exilio.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons