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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versión On-line ISSN 2448-8488versión impresa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.24 no.69 Ciudad de México may./ago. 2017

 

Dossier

Presentación

Francisco de la Peña Martínez


Una de las características más llamativas del giro posmoderno al interior de la Antropología es el interés de nuestra disciplina por el estudio antropológico de los propios estudiosos y de las comunidades que éstos forman. La llamada meta-antropología se interroga, entre otras cosas, por lo que hace a un antropólogo ser reconocido como un antropólogo: ¿una experiencia vital?, ¿un título?, ¿el tiempo dedicado a trabajar sobre el terreno?, ¿una formación académica?, ¿la elaboración de una tesis?, ¿una forma de escribir?, ¿una teoría?, ¿un método de investigación?, ¿su personalidad?, ¿su objeto de indagación?, ¿el ser tratado como tal por los otros?, ¿algunos de estos criterios o todos juntos?

El interés por la escritura etnográfica y por las retóricas y estilos que pueden caracterizar a los diferentes textos elaborados por los antropólogos; el peso que la subjetividad del antropólogo tiene en su trabajo (género, raza, edad, nacionalidad); el carácter residencial o viajero de su experiencia entre los otros; las vías institucionales y jerárquicas a través de las cuales se forman antropólogos profesionales, escuelas, teorías y comunidades; éstos son algunos de los temas que derivan de esta antropología de la Antropología.

Trabajos en esta dirección han permitido interrogarse a fondo sobre las relaciones desiguales y problemáticas, en la mayoría de los casos, que mantienen entre sí los antropólogos y sus sujetos de estudio, los antropólogos entre sí y las comunidades antropológicas de los países centrales en relación con las de los países periféricos.

Sabemos que muchas de las tradiciones antropológicas nacionales han sido fecundadas por los aportes de antropólogos venidos de otros países. El polaco Malinowski dejó una impronta mayor en la antropología británica; el alemán Boas está en el origen de la moderna antropología norteamericana y el escocés Victor Turner impactó a la vez en la antropología británica y norteamericana. Y así como Lévi-Strauss o Bastide son referentes de la antropología que se hace en Brasil hoy en día, en nuestro país diferentes oleadas de antropólogos venidos del exterior han moldeado buena parte de nuestra tradición local. Boas participó en la creación de la primera escuela de antropología en México y su discípulo Gamio desarrolló el primer proyecto interdisciplinario e integral de investigación antropológica. Muchos antropólogos norteamericanos han tenido un peso significativo en el desarrollo de la disciplina y la formación de antropólogos en estas tierras: Robert Redfield, Ralph Beals, Elizabeth Kelly o George Foster, por citar algunos nombres. Y lo mismo puede decirse de antropólogos de origen francés, desde Jacques Soustelle hasta Jacques Galinier. El exilio español trajo a este país a toda una pléyade de intelectuales que contribuyeron con su trabajo al crecimiento y la consolidación de la investigación antropológica, entre los que destacan los nombres de Ángel Palerm, José Luis Lorenzo, Juan Comas, Pedro Bosch Gimpera o Claudio Esteva-Fabregat. Más recientemente, desde los años 70, el éxodo sudamericano trajo a nuestro país a antropólogos uruguayos, chilenos y argentinos. Muchos de estos últimos echaron raíces en México y desarrollaron una intensa vida académica que se tradujo en significativas aportaciones a nuestra disciplina.

El presente Dossier está dedicado específicamente a los antropólogos argenmex y a sus aportes al campo antropológico. Varios son los motivos para convocar a algunos de los más destacados de entre ellos. El primero y más importante, es documentar de viva voz, por medio de un formato que se quiere testimonial, la historia de cada uno de estos académicos cuya autobiografía se entreverá tanto con la historia reciente de su país de origen como con la del nuestro, así como con la historia de la Antropología. Es sabido que existen pocos trabajos que se interesen por hacer el recuento y el balance de los aportes y las experiencias de los antropólogos de origen extranjero que viven en México, así considero que abordar el caso de la comunidad de los antropólogos argenmex puede ser un buen punto de partida en esta dirección.

Un segundo motivo es aún más urgente, porque visibilizar la presencia, las vivencias y los trabajos de los antropólogos argenmex es una manera de rendirles homenaje, de reconocer su trayectoria, de conocerlos más de cerca, para combatir los prejuicios xenófobos a los que somos tan dados los mexicanos, escrúpulos que son la contraparte de un malinchismo no menos lastimoso. Ni idealización, ni rechazo del otro, la Antropología es la disciplina mejor dotada para dar cuenta del otro desde una mirada que se quiere a la vez cercana y distante, también autorreflexiva, capaz de volver su mirada sobre sí misma con el fin de interrogarse sobre el quehacer y el destino de los antropólogos y su profesión.

Es por eso que hemos cedido la palabra a los antropólogos invitados para que presenten, en sus propios términos, la historia de su itinerario vital e intelectual. Cada quien lo hizo a su manera, enfatizando más o menos la dimensión subjetiva, la biográfica o la académica. No todos los antropólogos participantes en este Dossier llegaron a México por motivos políticos, aunque el exilio forzado marcó a la mayoría. Asimismo, muchos de ellos han estado relacionados con la ENAH, en la que han dejado una impronta relevante. Cada uno ha hecho aportes decisivos en distintos ámbitos de la antropología: la antropología médica, la antropología de las religiones, la identidad étnica y el estudio de las relaciones interétnicas, la etnoterritorialidad y la etnopolítica, los estudios de género y salud reproductiva, la antropología del arte, los estudios urbanos y de consumo cultural o la antropología del alcoholismo.

Este número abre con el trabajo del Dr. Eduardo Menéndez, con quien surgió la idea de editar este número. El Dr. Menéndez, connotado investigador del CIESAS, ofrece el testimonio de su formación inicial en Argentina -donde desarrolló muy diversas investigaciones- y su llegada a México por motivos políticos, así como por sus trabajos en el ámbito de la teoría antropológica y la antropología médica, en los cuales es una de las autoridades más renombradas a escala internacional, dando cuenta de sus principales hallazgos y elaboraciones conceptuales en este terreno, en el que ha propuesto modelos y teorías para estudiar y comprender los procesos de salud-enfermedad y en el que ha formado a legiones de antropólogos en nuestro país.

El segundo trabajo es del Dr. Miguel Bartolomé, investigador del INAH, quien llegó a México con la invitación para dar clases por el Dr. Arturo Warman a la Universidad Iberoamericana. Bartolomé recrea los distintos proyectos de investigación en los que participó a partir de entonces y desarrolla una amplia reflexión sobre la historia de la cuestión étnica en México y el surgimiento de un movimiento, del cual él es uno de los protagonistas más connotados, en favor del pluralismo cultural y el etnodesarrollo y en contra del indigenismo integracionista imperante en nuestro país, objeto de una crítica muy profunda.

El tercer texto de este Dossier es el de la Dra. Alicia Barabas, quien da cuenta de su llegada a México a inicios de los años 70; de su paso por la ENAH como docente, su inserción en el INAH y su formación como posgraduada en la UNAM, así como de su involucramiento en diversos proyectos de investigación. Al igual que su marido, Miguel Bartolomé, Barabas ha sido defensora de una antropología pluralista y en favor de los movimientos etnopolíticos; ha desarrollado importantes trabajos sobre movimientos etnoreligiosos y de etnoterritorialidad simbólica, entre otros temas, de los que da cuenta en su escrito.

El cuarto trabajo es del Dr. Elio Masferrer, profesor de tiempo completo de la ENAH con una formación plural (historiador, psicólogo y antropólogo), quien describe su itinerario académico, político y vivencial “a tres bandas”, desde su Argentina natal, pasando por Perú hasta su arribo a México, en donde se ha desempeñado desde 1980 como investigador del INAH. El texto de Masferrer, muy rico y detallado en el ámbito autobiográfico, da a conocer sus principales trabajos en el terreno antropológico mexicano, entre los que destacan sus investigaciones sobre los totonacos de la Sierra Norte de Puebla y su teoría del campo religioso, un modelo que le ha permitido desarrollar importantes y variadas investigaciones sobre la religión en México.

Más adelante, el Dr. Nestor García Canclini nos ofrece un valioso testimonio de su trayectoria académica, que se despliega desde el campo de la filosofía, su formación inicial, hasta de la antropología. Exiliado en México en 1976, García Canclini describe su trabajo como docente en la ENAH durante varios años, así como las diversas investigaciones que llevó a cabo en nuestra institución, investigaciones que lo llevaron a interesarse por el fenómeno de la hibridación cultural, las culturas fronterizas y la mercantilización de las tradiciones artesanales. Posteriormente, da cuenta de su traslado a la UAM-I, en 1990, donde ha impulsado importantes trabajos en el campo de los estudios urbanos, en torno a diferentes temas como las industrias culturales, los imaginarios urbanos, el consumo cultural, la gestión cultural, el patrimonio, los medios de comunicación, la cultura juvenil o la globalización.

El sexto trabajo corresponde a la Dra. María Eugenia Módena, quien, en un tono muy personal, nos ofrece el testimonio de sus experiencias académicas y vitales tanto en Argentina como en México. Relata cómo desde su formación en la Facultad de Ciencias Naturales, en su país natal, se dio el encuentro con la antropología y con Mario Margulis, cuyas enseñanzas fueron decisivas en el terreno teórico y práctico. Posteriormente, su exilio a México la condujo a la ENAH, donde prosiguió su formación de posgrado, trabajó para el Centro de Estudios del Tercer Mundo; luego ingresó al CIESAS, donde ha trabajado desde los años 80 en el campo de la antropología médica.

El séptimo y último trabajo corresponde a la Dra. Diana Reartes, quien representa a las nuevas generaciones de antropólogos argentinos venidos a México fuera del contexto del exilio. La Dra. Reartes da testimonio de su trayectoria formativa en la Universidad de Rosario y del medio antropológico rosarino, en el que desarrolló sus primeras investigaciones. Posteriormente, nos habla de su llegada a México en 1995, con el fin de realizar estudios de posgrado en antropología, y describe su experiencia académica, tanto en el CIESAS como en el COLMEX, que la ha llevado a explorar los procesos salud-enfermedad-atención entre la población juvenil indígena desde la perspectiva de la salud reproductiva, sirviéndose para ello de la antropología médica y los estudios de género.

Hablar de los antropólogos argentinos que viven y trabajan en México, los llamados argenmex, nos obliga a interrogarnos sobre la posible diferencia entre la antropología mexicana, hecha por mexicanos, frente a la “antropología hecha en México”. ¿Son equiparables los trabajos hechos por los antropólogos mexicanos en nuestro país y los realizados por aquellos de origen extranjero, en este caso los de origen argentino? ¿Está en juego una mirada distinta de los fenómenos culturales o se trata de la misma? ¿Los trabajos de estos últimos forman sólo parte de la antropología nacional o rebasan y redefinen sus fronteras? Pienso que no existe ninguna tradición antropológica que no haya sido catalizada por la labor de gente proveniente de otros lugares y que la interculturalidad aplica entre los antropólogos de cualquier país, que conforman en muchos casos comunidades multinacionales. En cualquier caso, habría que pensar en lo enriquecedor que resulta para cualquier tradición antropológica la existencia de cosmopolitismos discrepantes, como piensa Clifford, y celebrar los aportes de los antropólogos argenmex a las disciplinas antropológicas de México.

Francisco de la Peña Martínez

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