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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versión On-line ISSN 2448-8488versión impresa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.24 no.68 Ciudad de México ene./abr. 2017

 

Reseñas

La Locura en el México Antiguo

Cristina Sacristán1  * 

1Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Centro Público Conacyt

Echeverría García, Jaime. Los locos de ayer. Enfermedad y desviación en el México Antiguo. Instituto Mexiquense de Cultura, Biblioteca de los Pueblos Indígenas, México: 2012. 202p.


Desde las primeras líneas del libro Los locos de ayer. Enfermedad y desviación en el México Antiguo, Jaime Echeverría recorre con gran oficio las fuentes históricas, las etnográficas y los materiales arqueológicos en la búsqueda del significado que tuvieron la locura y los comportamientos desviados para los nahuas del México Antiguo durante los tres siglos previos a la Conquista. Para ello, apela a sus conocimientos de lingüística, antropología, historia y arqueología, y nos invita a establecer una conexión entre el dato arqueológico, las fuentes escritas por los españoles con la colaboración de informantes indígenas y el registro etnográfico levantado en comunidades nahuas contemporáneas del actual estado de Puebla. Restos arqueológicos, diccionarios, códices y trabajo sobre el terreno conforman un universo muy plural de fuentes para el estudio de la locura que requieren un acercamiento metodológico y heurístico muy distinto. En este proceso, discriminar qué aspectos de la cultura española se interpusieron en la mirada de quien por primera vez se acercaba a una cultura extraña, resulta tan importante como determinar la persistencia de elementos de origen prehispánico entre los nahuas actuales.

Sin duda, el registro arqueológico representa el mayor reto interpretativo frente a la locura. En este sentido, el autor detecta figurillas inmovilizadas que podrían representar seres humanos sometidos a algún tipo de sujeción física. Pero ¿cómo reconocer qué ideas o conductas fueron calificadas bajo el concepto de locura, cuando precisamente la distinción entre locura y cordura ha enfrentado a quienes tenían la encomienda de delimitar dichos estados en sus propias sociedades? [Ordorika 2009]. Firmemente convencido de que el material arqueológico puede develar un significado oculto, muy diferente de la impresión que sugiere a primera vista, el autor fija su postura frente a las interpretaciones que desde la nosología psiquiátrica actual han descrito estados depresivos a partir de representaciones escultóricas que denotarían tristeza, “neurosis de angustia” incluso, “psicosis”.

Desde el punto de vista teórico, al sostener Jaime Echeverría que la locura “es un fenómeno universal”, pero “concebido de diferente forma” en cada cultura (p. 24), se sitúa en la perspectiva teórica del constructivismo social que defiende la idea de que los significados de las enfermedades se encuentran inscritos en coordenadas sociales y culturales determinadas [Arrizabalaga 1992]. Por ello, el libro abunda en ejemplos de cómo al colocar la etiqueta de locura estamos ante “un acto social” [Porter 1989:20].

Al ser la concepción de la locura en el México Antiguo expresión de los comportamientos y valores que mantenían el orden social y el orden cósmico, su significado puede ser conocido, asegura Jaime Echeverría, mediante el análisis de los sistemas ideológicos que conformaron la concepción del ser humano y sus principios morales. Así, recogiendo la doble naturaleza de la locura establecida por Alfredo López Austin como enfermedad y como transgresión, se analizan los conceptos utilizados para designar diversos estados de locura, su etiología y terapéutica, así como el comportamiento moral asociado a cada padecimiento. Para él, los sistemas ideológicos que conformaban la ideología dominante en el mundo nahua el sistema médico, el mágico y el religioso , participaron en la definición de la locura tanto porque constituían una unidad, como porque no existía una delimitación precisa entre la locura como enfermedad y como desviación moral.

Para comprender las representaciones de la locura, el autor describe con mucha amplitud la cosmovisión nahua, el ideal de hombre y los medios de control de las conductas reprobables que alteraban el principio de equilibrio, el cual debía prevalecer en el plano individual, en el social y en el sobrenatural. El desequilibrio, por el contrario, representaba la enfermedad, una anomalía del cuerpo que también suponía la infracción de una norma, cuyos efectos recaían en el individuo que la cometía y en toda la comunidad. En este sentido, la enfermedad “actuaba como un mecanismo de contención de la conducta” (p. 82). Un ejemplo muy ilustrativo de esta interpretación lo encontramos en aquellos que tras cometer adulterio o amancebamiento, sufrían la enfermedad tlazolmiquiliztli, que se puede traducir como “muerte de basura”. Este mal podían padecerlo incluso los niños en cuyo nacimiento hubiera estado presente una persona de moral poco edificante, según los valores de la sociedad mexica. En este sentido, la enfermedad no sólo causaba un malestar corporal, sino un daño social en detrimento de toda la comunidad. La enfermedad suponía entonces un castigo a los excesos, las imprudencias o la franca transgresión. Desde la perspectiva de la locura, un caso muy interesante es la asociación entre el falto de entendimiento y el extranjero, pues en ambos casos carecían de los elementos para una óptima comunicación, lo que los convertían en torpes o poco hábiles para la vida en sociedad.

Pero ¿qué podía provocar la locura? Siendo la cabeza, el corazón y el hígado los órganos desde donde se generaban los pensamientos y las pasiones, la locura podía originarse por la acumulación de flemas en el pecho. Éstas, al oprimir el corazón, lo hacían girar, dar vueltas, pero también provocaban lesiones en la cabeza. El daño en ambos centros vitales -el corazón y la cabeza- afectaba las funciones del pensamiento. Los términos para designar este padecimiento yollotlahueliloc y cuatlahueliloc son ejemplares: significan literalmente “malvado del corazón” y “malvado de la cabeza” o “loco del corazón” y “loco de la cabeza”. De igual modo, las flemas también podían dañar el hígado, órgano productor de pasiones, las que por sí mismas también lo alteraban.

Como en otras culturas, la locura también podía ser causada por seres sobrenaturales mediante la posesión (los dioses pluviales, por ejemplo), inducirse de manera temporal o permanente (mediante el consumo de ciertas plantas o bebidas), por acciones mágicas, por efecto de la herencia, incluso por la fecha de nacimiento. Dichos agentes alteraban el estado de conciencia, desataban estados emocionales perturbadores como el miedo y provocaban cambios en el comportamiento. Así, los efectos por el consumo de alcohol y psicotrópicos generaban el proceso patológico señalado: el giro del corazón que conducía a la locura. Desde una perspectiva moral, el alcoholismo fue una de las prácticas más castigadas, incluso con la pena de muerte. Quien se emborrachaba recibía en su interior obviamente la bebida, pero también a uno de los 400 conejos que la habitaban, pudiendo adoptar hasta 400 tipos diferentes de comportamiento, todos ellos reprobables, desde la desnudez hasta el incesto, desde la alegría incontenible hasta la violencia.

Como ya dijimos, la locura también podía ser causada por las faltas cometidas por el ser humano. De él se esperaba modestia, buenos modales, sensatez, vida sexual moderada, sociabilidad, de ahí que los comportamientos que atentaran contra este ideal como el ocio, la sexualidad desbordada, la desobediencia o la vagancia, se reflejaran en los tres órganos principales mencionados: la cabeza, el corazón y el hígado. La desviación en las pasiones o en los pensamientos que emanaban de estos órganos “conducía a la locura y la maldad, concebidas como un mismo estado patológico, y en consecuencia, al quebrantamiento de las normas sociales” (p.142).

Desde luego que la terapéutica, e incluso las medidas preventivas para evitar caer en la locura, buscaban restablecer el orden moral y social que había sido alterado. Los remedios podían ser medicinales, también exhortaciones mediante la palabra orientadas a no repetir el comportamiento censurado y por tanto, a reparar el corazón.

Los locos de ayer. Enfermedad y desviación en el México Antiguo es la primera investigación que de manera integral aborda el fenómeno de la locura entre los antiguos nahuas, ya que desarrolla su concepción, etiología y terapéutica. Por ello, como todo libro seminal, permitirá a otros investigadores ahondar en las líneas directrices que lo atraviesan para seguir develando la incógnita que siempre provoca la locura.

Referencias

Arrizabalaga, Jon 1992 Nuevas tendencias en la historia de la enfermedad: a propósito del constructivismo social. Arbor. Ciencia, Pensamiento y Cultura, vol. CXLII, nos. 558-560: 147-165. [ Links ]

Ordorika, Teresa 2009 ¿Herejes o locos?. Cuicuilco. Revista de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, 45: 139-162. [ Links ]

Porter, Roy 1989 Historia social de la locura. Crítica. Barcelona. [ Links ]

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