Introducción
El domingo 28 de noviembre, desde muy temprano las calles de la Ciudad de México (CDMX) se vieron colmadas con los 20 000 corredores que ansiosos esperaban el pistoletazo de salida de la edición 2021 del Maratón Internacional de la CDMX.1 Esta multitudinaria concentración de atletas es un claro indicativo de la gran popularidad que hoy en día ostenta el atletismo de ruta o running.2 En México, la industria del running mueve al alrededor de 35 000 millones de pesos al año.3 Asimismo, aunque cerca de 57% de la población no realiza ningún tipo de actividad física; se considera que existen alrededor de 6 000 000 de corredores - principalmente recreativos - que pagan entre 200 y 700 pesos para correr una de las más de 2 000 carreras que se celebran cada año en las calles de nuestro país.4
Sin embargo, aunque el atletismo de ruta goza de gran popularidad y representa un lucrativo negocio, académicamente hablando, sigue siendo un tema subestimado por los historiadores y los científicos sociales, ya que principalmente han centrado su atención en los aspectos políticos y económicos, mientras el amplio espectro de actividades sociales y culturales - en donde se engloba a los deportes - se han dejado de lado.5
En efecto, según Andrés Fábregas (2005; 2010), aunque los deportes son laboratorios sociales en donde se puede observar cómo se construyen las identidades y cómo los pequeños grupos desarrollan sus interrelaciones tal y como sucede con los partidos políticos y la Iglesia, en México todavía “estamos rezagados”, ya que la producción académica es mínima en comparación con otras academias como por ejemplo la brasileña.6 En ese mismo tenor, el finado historiador Álvaro Matute señala que: “En México, la historia ha sido demasiado lenta para incorporar estudios sobre la cultura física y el deporte a su seno. (…) Nuestra historiografía, salvo excepciones, ha permanecido al margen” (2021, p. 14).7
En palabras de César Federico Macías (2009), resulta necesario enfocar el análisis académico en los aspectos interrelacionados con los deportes, para explicar el impacto social que tienen y cómo inciden en otros ámbitos y esferas humanas - como la política y la economía - y con ello vencer la reinante apatía y los prejuicios que hasta la fecha han limitado su estudio sistemático. El estudio de los deportes permite comprender cómo se construyen las comunidades que practican las actividades deportivas, cómo son utilizados o cómo surgen las instituciones que los regulan y rigen - como clubes, asociaciones y federaciones - ya sea en escala local, nacional o incluso internacional.8
Para el caso del atletismo de ruta, el análisis histórico de la carrera de las Crucitas permitirá comprender, en primer término, cómo surgió y cómo se desarrolló el atletismo de ruta en Jalisco. Posteriormente se analizará cómo surgió la carrera de las Crucitas y cómo fue que se convirtió en uno de los eventos más tradicionales del atletismo jalisciense en los momentos en que la ciudad de Guadalajara y el municipio de Tlaquepaque, experimentaban una serie de cambios y transformaciones, tanto urbanísticas como económicas y políticas.
Para llevar a cabo nuestro análisis, se hará uso de dos herramientas conceptuales tomadas del trabajo de Eric Dunning (1999), para ubicar heurísticamente en la información empírica cómo surgió el atletismo en Jalisco, cómo surgió la carrera de las Crucitas y cómo se modificó el contexto social que vio nacer a esta carrera atlética, y me refiero con ello a los términos “patrón” y “situación”. Dunning define el término “patrón” como todas aquellas estrategias implementadas por los individuos con el fin de desarrollar y fomentar las prácticas deportivas, mientras que el término “situación” refiere al contexto social, económico y político en donde tales acciones tuvieron lugar (1999, p. 50).
Teniendo en consideración que el atletismo, como todas las actividades sociales, es una actividad interdependiente que forma parte de una dinámica social establecida, al indagar en sus principales patrones, se podrá explicar cómo funciona y cómo se ha ido modificando además de conocer aspectos y detalles hasta ahora desconocidos, ya que su dinámica social encierra tras de sí sistemas de comportamiento, costumbres y tradiciones que se conjugan entre ellas y que derivan en afectaciones tanto positivas como negativas en los individuos, así como en sus prácticas y entornos.
El atletismo en Reino Unido y Estados Unidos
Tomando distancia del atletismo que se practicaba en la antigua Grecia, la versión moderna de correr, saltar y lanzar, surgió en el Reino Unido durante el siglo XIX.9 En el Reino Unido una amplia gama de recreaciones y pasatiempos tradicionales se transformaron a partir de una estricta regulación, lo que permitió su configuración en las actividades que hoy en día conocemos como deportes.10 Posteriormente, en Estados Unidos el atletismo adquirió otra característica que en México se volvería una norma a seguir; me refiero a la celebración de eventos atléticos adjuntos a las fiestas patrias.11
Fue a partir de 1876 que surgen los “juegos patrióticos”, concursos atléticos organizados a la par de los festejos patrios del Fourth of July. Estos eventos deportivos eran concursos comunitarios en donde todos los individuos, sin distinción de clases o razas, competían y socializaban en un marco festivo, donde después de las ceremonias patrióticas - como discursos, izado de bandera, etcétera - se daba paso a las carreras atléticas en las que deportistas de todos los niveles, tanto novatos como profesionales, se disputaban los honores deportivos.12
El atletismo en México
En lo tocante a nuestro país, el atletismo ingresó a México durante el porfiriato de la mano de los migrantes extranjeros, principalmente los estadounidenses.13 Ellos comenzaron a practicar el atletismo tal y como lo hacían en su país; es decir, celebraban la independencia de su nación con juegos patrióticos. En 1892, por ejemplo, el Daily Anglo-American publicó que los clubes “Anáhuac” y “Athletic”, organizarían una competencia atlética para conmemorar la independencia estadounidense.14
Los juegos patrióticos fueron para la diáspora estadounidense un espacio de socialización que les permitía reforzar su identidad nacional.15 Además de funcionar como un espacio de socialización para los estadounidenses, los juegos patrióticos funcionaron como una zona de contacto y encuentro con la sociedad mexicana;16 es decir, fueron una oportunidad para que estadounidenses y mexicanos socializaran de manera más cercana en un entorno no tan formal y de carácter más festivo y lúdico.17
En México, los juegos patrióticos representan la simiente en donde los individuos tendrían el primer contacto con el atletismo, aprenderían sus conceptos básicos y los asimilarían. En la actualidad el formato de juegos patrióticos sigue teniendo vigencia y arraigo, ya que en diversas partes del país se organizan concursos y carreras atléticas para celebrar la independencia de México.18
Desde 1897 la sociedad mexicana comenzó a conmemorar la independencia nacional con concursos atléticos, muy a la usanza de los organizados por los estadounidenses.19 Sin embargo, fue a partir a partir de 1907 cuando estos concursos atléticos mostraron una organización y una estructura más deportiva, dando por resultado que las competencias atléticas se convirtieran en el evento más concurrido y esperado de todos.20
El atletismo de ruta en la CDMX
Aunque los concursos atléticos organizados para festejar la independencia nacional se celebraban en el espacio público, no se les puede considerar como carreras de ruta, ya que estas competencias simplemente intentaban replicar un evento de pista y campo en donde las distancias a correr rara vez sobrepasaban los 1 500 metros, pues para organizar una carrera de mayor distancia, debía trazarse y medirse una ruta, además de implementar un operativo de vigilancia con policía y médicos para cuidar a los corredores.21
Es hasta 1907 cuando se puede hablar del surgimiento del atletismo de ruta en México, una vertiente atlética que se convirtió en la favorita de los mexicanos, debido a que esta modalidad permitió a los individuos poner a prueba sus cualidades físicas, principalmente la resistencia.22 En esa ocasión, se celebró una carrera de 5 millas que formaba parte de los juegos patrióticos por la independencia estadounidense y en donde participaron varios atletas mexicanos y solo un estadounidense.23
A partir de este momento, las carreras de ruta serían una forma recurrente tanto para festejar la independencia de México, como para poner a prueba las cualidades físicas de los corredores mexicanos. Para la sociedad mexicana, las carreras de ruta fueron un nuevo espacio social en donde los individuos tenían la posibilidad de reconfigurar su imagen pública realizando despliegues físicos intensos y prolongados, aspecto que se ve coronado con la celebración del primer maratón que fue organizado en 1910 para celebrar el centenario de la independencia de México.24
El atletismo en Jalisco
En lo correspondiente a Jalisco, la situación resulta muy similar; es decir, al igual que en la CDMX, el formato que vio nacer al atletismo fue el modelo de juegos patrióticos, el cual como ya se ha señalado, fue introducido al país por los residentes extranjeros, principalmente por los estadounidenses. En efecto, en julio de 1904 se celebró en una quinta cercana a Guadalajara, “un banquete” para festejar la independencia de la “gran república del norte”; posteriormente, se organizaron algunos “juegos de sport”.25 Días después, la prensa mexicana daría cuenta del programa del 94 aniversario de la Independencia de México, que incluyó carreras pedestres, entre otras actividades. Este evento tuvo lugar en el parque Agua Azul y fue más una feria que un concurso atlético, pues además de las carreras hubo bailes, cucañas y ascensión en globos.26
La forma más deportiva de este tipo de concursos se alcanza hasta 1910 con un evento atlético de pista y campo organizado por el Club Marte para celebrar el centenario de la Independencia de México.27 Para los años subsecuentes la tónica fue la misma; es decir, en Jalisco se seguían organizando concursos atléticos de pista y campo para conmemorar las principales fiestas de la patria.28
Fue hasta después de 1930 cuando se experimentaron algunos cambios en el atletismo jalisciense y comenzaron a surgir los primeros eventos de ruta.29 Durante el porfiriato y hasta la década de los veinte del siglo pasado, la actividad atlética estuvo concentrada en los clubes, donde se celebraban competencias que no sobrepasaban los 1 500 metros, y cuando lo hacían, era en la modalidad de relevos.30 En contraste, las primeras carreras celebradas en las calles de la ciudad resultaron ser muy exitosas como competencia y muy atractivas como espectáculo.31 Deportivamente, al irrumpir en el espacio público, el atletismo logra ganar nuevos adeptos de todas las clases sociales y con ello se logró construir una comunidad deportiva.32
La comunidad deportiva del atletismo jalisciense comenzó a existir cuando el espacio público fue usado para celebrar eventos atléticos de manera masiva, pues mientras la práctica estuvo confinada en los clubes, el atletismo estuvo disgregado, puesto que cada club celebraba eventos en exclusiva para sus socios. Pero en el momento en que las competencias fueron llevadas al espacio público, los clubes y sus afiliados pudieron reunirse entre sí, conformando de este modo una comunidad deportiva practicante y consumidora de los eventos atléticos.
En cuanto al formato de juegos patrióticos, siguió estando en vigencia, aunque fue readaptado y reapropiado, ya que diversos grupos e instituciones como empresas y partidos políticos comenzaron a organizar carreras atléticas de ruta para conmemorar una fecha representativa para ellos. Por ejemplo, el Club Forbec, perteneciente a las Fábricas de Francia, organizó una carrera atlética con salida y meta frente a su casa comercial para celebrar el aniversario de su fundación.33 De igual forma, el Partido Nacional Revolucionario (PNR) organizó una carrera para festejar el día del voceador y otra para conmemorar el aniversario de la Revolución Mexicana.34
También fue utilizado para inaugurar obras públicas; por ejemplo, en 1934, se organizó una carrera para inaugurar la calzada Independencia, la avenida más moderna, mejor iluminada y pavimentada del estado.35 Finalmente, el modelo de juego patriótico comenzó a ser utilizado para celebrar al Santo Patrono de alguna parroquia. Esto último fue lo que dio origen a la carrera de las Crucitas, aunque con sus detalles y particularidades.36
El surgimiento de la carrera de las Crucitas
Hablar de la carrera de las Crucitas es hablar de historia y tradición, porque este evento atlético es uno de los más antiguos y representativos no solo del atletismo jalisciense, sino de todo el país. Esta carrera vio la luz hace medio siglo por iniciativa del profesor Antonio Galán y los miembros del Club Atlético Vanguardia (Comunicación personal con Antonio Galán, 7 de mayo de 2020).37 La idea principal era la de celebrar una carrera pedestre cada 3 de mayo, día que los vecinos de los cuatro barrios más antiguos de San Pedro, Tlaquepaque, conmemoran y festejan a su manera a la Santa Cruz.38
La carrera de las Crucitas es un evento que se adjuntó a una celebración religiosa ya establecida y que surgió en los momentos en que Tlaquepaque y Guadalajara vivían una profunda transformación. En efecto, entre 1950 y 1980, Jalisco vivió un acelerado proceso de industrialización que propició la vinculación de los municipios de Guadalajara, Zapopan y Tlaquepaque en lo que hoy se conoce como área conurbada de Guadalajara (ACG).39
La conurbación de Guadalajara y el arribo de empresas transnacionales - como Kodak y Motorola - redefinieron el espacio público y modificaron la interacción social, ya que la nueva coyuntura provocó que los individuos ingresaran en una nueva dinámica social y económica, movilizándose más allá de los confines de sus barrios, ya sea para estudiar o trabajar. Esta nueva realidad social volvió a la ciudad un espacio impersonal en donde resultaba difícil mantener los hábitos y las tradiciones, porque la vida cotidiana y las costumbres de los jaliscienses se trastocaron.40 Solo en las fiestas pervivían las costumbres y las tradiciones que, en una gran cantidad de casos, fueron la forma de mantener vigente los lazos de identidad de cada barrio o comunidad.41
En el caso de Tlaquepaque, la fiesta de las Crucitas históricamente ha fungido como un foro social en donde los individuos refuerzan su identidad barrial y sus vínculos grupales mediante la participación en los distintos festejos, principalmente en la procesión, donde en poco más de 3 kilómetros, se realiza una visita a las cuatro cruces ofrendando el esfuerzo y sufrimiento corporal, buscando con ello expiar los pecados.42 Este tortuoso recorrido por calles empedradas, bajo un sol abrumador, fue lo que le dio la idea al profesor Galán de organizar una carrera atlética que cubriera la misma ruta que los penitentes y en donde los corredores, al igual que los devotos, ofrendaran su esfuerzo físico a las Crucitas.43
A fin de poder llevar a cabo su objetivo, el profesor Galán y los miembros del Club Vanguardia acudieron con los mayordomos de los cuatro barrios, solicitando su autorización para celebrar una carrera que recorriera la misma ruta que se cubría durante la visita a las cuatro capillas (Comunicación personal con Antonio Galán, 7 de mayo de 2020).44 Aunque en un principio estuvieron renuentes, los mayordomos dieron su autorización para que el domingo 2 de mayo de 1971, se celebrara la primera edición de la carrera de las Crucitas, pero eso sí, dejaron en claro que la carrera no debía interferir con los festejos y las actividades religiosas ya agendadas.45
La primera edición de la carrera de las Crucitas no hubiera sido posible llevarla a cabo sin la anuencia de los mayordomos, pero tampoco sin los donativos y apoyos que el profesor Galán y el Club Vanguardia lograron reunir con los vecinos. En este periodo, el dinero fue una condicionante para que muchos eventos atléticos pudieran prosperar. De hecho, resultaba muy difícil que algunas carreras pudieran celebrar una segunda edición.46
Tampoco era común correr fuera de Guadalajara; sin embargo, la carrera de las Crucitas fue uno de los pocos eventos atléticos que atrajo la atención de los corredores, gracias a que el comité organizador se preocupó por premiar el esfuerzo de los atletas otorgando medallas y trofeos a los primeros 20 participantes. Esto fue un aliciente que convenció a los mejores corredores de la ciudad para trasladarse hasta Tlaquepaque y correr en una ruta empedrada y en un horario poco propicio por el sofocante calor.47
En la primera edición la inscripción tuvo un costo de 2 pesos y participaron entre 50 y 60 corredores, resultando vencedor José Torres, con un tiempo de 10 minutos y 22 segundos.48 Para la tercera edición, la distancia sufrió modificaciones en función de que se incrementó la distancia a poco más de 6 000 metros, luego de que el comité organizador observara que los corredores daban la vuelta al circuito de manera muy rápida.49
El incrementar la distancia nos indica que se concebía el espacio público en un espacio deportivo. Es decir, las calles de Tlaquepaque, sin importar lo irregular que fueran, serían vistas como un espacio racional y codificado, sometido a medición y a un control deliberado para que estuviera lo más despejado posible de todo obstáculo y así permitir la búsqueda de los récords.50 El atletismo es un deporte que se basa en batir récords, el récord es un valor cuantitativo que numéricamente representa el desempeño de un atleta y que, al compararlo con los récords de otros atletas, permite establecer cuál es el lugar del deportista no solo en la competencia celebrada, sino en la historia, pues el récord, a decir de John Bale (2004), pone en el mismo plano a los atletas novatos “con el campeón de todos los tiempos”.51
Un aspecto que ha consolidado a la carrera de las Crucitas y que le ha dado prestigio, es que desde su surgimiento se ha caracterizado por ser un evento en donde han participado los mejores atletas de la localidad y en el que reiteradamente se ha roto el récord del evento. Estos dos aspectos han permitido que la carrera de las Crucitas se estableciera en el gusto del público y de los atletas; sin embargo, todavía resultaba necesario asegurar la continuidad del evento, pues no podía ser dependiente de los apoyos de los vecinos.52
Fue gracias a que la carrera lograba convocar y reunir una gran cantidad de personas - en sus inicios la prensa habla de más de 3 000 de asistentes entre aficionados y corredores - que el comité municipal del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en conjunto con la regiduría de deportes comenzaron a hacerse cargo de la organización y financiamiento de la carrera. Esto no era nada nuevo, por el contrario, era la norma, pues otras actividades y agrupaciones, como el gremio de los artesanos, estaba vinculado al partido oficial por medio de alguna organización - como la Confederación Nacional de Organizaciones Populares o la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos - que, a cambio de votos y asistencia a mítines y desfiles, ofrecían intermediación para facilitar trámites y gestionar permisos y apoyos económicos.53
Para 1981 se convocó por primera vez a la categoría femenil. Las mujeres corrieron un tercio de lo que corrían los varones - poco más de 3 kilómetros - y resultó vencedora Irma Núñez, con marca de 12 minutos y 34 segundos.54 La inclusión de las mujeres representa un gran cambio de paradigma, pues, aunque desde 1924 participaban en concursos de pista y campo, las carreras de ruta seguían estando vedadas para ellas, porque se pensaba que no eran capaces de realizar esfuerzos físicos intensos y prolongados.55
Históricamente, el cuerpo femenino ha estado bajo un escrutinio moral que ha condicionado su socialización en público. La socialización es el mecanismo que permite a los individuos aprender las normas y los valores de la sociedad. En ese sentido, las mujeres fueron instruidas para mantener un rol más pasivo en público por su condición de género.56 En el atletismo, la hegemonía masculina mantuvo esta actividad deportiva como un coto exclusivo para varones, donde por mucho tiempo se negaba por completo la inclusión y participación de la mujer. Sin embargo, esa situación fue modificándose paulatinamente y la mujer comenzó a tener un rol más participativo y en ese sentido, la carrera de las Crucitas fue pionera, ya que fue la primera de las carreras más importantes y antiguas celebradas en Jalisco, en incluir la categoría femenil.57
La carrera de las Crucitas: su expansión y su consolidación
Para el año de 1985, la carrera de las Crucitas estaba por alcanzar sus primeros 15 años de existencia, a pesar de todas las dificultades, principalmente de la constante necesidad de recursos para organizarla, pues es pertinente señalar que las primeras ediciones del evento no fueron rentables, ya que el costo de la inscripción era simbólica o gratis, además, la afluencia de corredores difícilmente lograba alcanzar o sobrepasar los 100 competidores.58
Sin embargo, a partir de 1985, la carrera logró consolidarse, en primer lugar, porque la participación fue incrementándose año con año. La constante demanda por los números de participación obligó al comité organizador a abrir nuevas categorías. En efecto, en la decimoquinta edición del evento, el comité organizador convocó a cuatro categorías: libres, veteranos (mayores de 40 años), femenil y juvenil (hasta 14 años).59
Otro aspecto que revela que la carrera se había consolidado, es que se comenzó a premiar a los ganadores con dinero en efectivo.60 Finalmente, la carrera se consolidó porque en 1989 comenzaron a participar en ella corredores de otros estados del país, principalmente del vecino estado de Michoacán, quienes lograron tener presencia en el atletismo local en 1986, cuando vinieron a participar en la segunda edición del Maratón de Guadalajara.61
Debido a que en Michoacán no había carreras de maratón, para muchos atletas la única posibilidad de competir en esa distancia era viajar a Guadalajara. La posibilidad de competir en una maratón justificaba los costos del viaje, pero pagar viáticos para competir en una carrera de barrio, de 10 000 metros, solo se entiende y se justifica porque tal carrera debía ser una de las mejores, no solo de Jalisco, sino de la región occidente.62
En efecto, para 1985 era sabido que la carrera de las Crucitas era uno de los eventos atléticos más reconocidos de Jalisco y donde se daban cita los mejores atletas de la localidad. El prestigio adquirido a lo largo de 15 años se había difundido a los estados vecinos, despertando el interés en más de un corredor para venir a probar suerte y medir sus capacidades con los jaliscienses Pedro Lara, Eduardo Blake o Audón Hernández, quienes también comenzaban a labrarse un nombre en el nivel nacional.63
Fue en 1989 cuando por primera vez un atleta no jalisciense logró vencer en la carrera de las Crucitas. En esa ocasión, el mexiquense Benedicto Núñez consiguió hacerse con el triunfo con un tiempo de 30 minutos y 56 segundos. Mientras que en las damas la victoria fue para la jalisciense Claudia Venegas con 24 minutos y 53 segundos.64 Un año después, el michoacano Carlos Bautista fue el ganador de la categoría varonil, logrando establecer una nueva marca.65
La carrera de las Crucitas: la internacionalización
En la década de los noventa la carrera de las Crucitas siguió progresando e ingresó en una nueva etapa. En esta tercera etapa, la carrera se convirtió en un evento de alcance internacional, pues ya no solo atrae a corredores de otros estados, sino también a atletas extranjeros que vinieron a enriquecer deportivamente el escenario atlético de Jalisco y de México; se convirtieron en el rival a vencer.
Por otra parte, en lo administrativo, la carrera de las Crucitas se desmarca de manera definitiva de las personas y los grupos que estaban vinculados a algún partido político y que se hacían cargo o participaban en la organización de la carrera. Esto tampoco fue un caso aislado, sino que fue parte de una reestructuración política que vivió el estado de Jalisco, pero principalmente el ACG.66
Fue en la década de los noventa cuando algunas organizaciones de artesanos tlaquepaquenses buscaban afanosamente dejar de pertenecer al partido oficial, para ello formaron nuevas asociaciones y agrupaciones gremiales y, además, apoyaron a los candidatos de otros partidos en la contienda electoral de 1994. El triunfo de la oposición reconfiguró la repartición de recursos, pues los nuevos gobiernos denegaron otorgar dinero a las personas y organizaciones vinculadas al otrora partido oficialista (Mariscal, 2010, pp. 253, 254).
Estas nuevas disposiciones pudieron afectar la organización y desarrollo del evento, pero afortunadamente, el gobierno municipal por conducto de Fomento Deportivo y junto con la Asociación de Atletismo del Estado de Jalisco, se encargaron de arropar la carrera y lograron asegurar su continuidad y permanencia, no solo con la aportación de recursos económicos, sino también con la gestión de trámites y la suma de voluntarios.67
Como se dijo anteriormente, la carrera ingresó a una nueva etapa, pues a partir de 2004, hicieron acto de aparición los atletas extranjeros - principalmente keniatas - pero también se observó una significativa progresión del desempeño atlético de los corredores jaliscienses y mexicanos, ya que en su currículo deportivo varios de ellos ostentaban la participación y triunfos en eventos de talla internacional.68
Este exponencial crecimiento deportivo es producto de la Olimpiada Nacional, un evento surgido en 1996 y cuyo objetivo principal era la de comprometer a los gobiernos estatales con inversión directa para la formación de capital humano - atletas y entrenadores - y el desarrollo de infraestructura deportiva de primer nivel.69 No pasó mucho tiempo para que varios prospectos emanados de la Olimpiada Nacional hicieran acto de presencia en la carrera de las Crucitas y dejaran su marca en los registros históricos del evento.70 Por ejemplo, Servando Rubio, ganador de la carrera en 2005, se inició como corredor en su natal Tapalpa, Jalisco, a los 16 años. Posteriormente, ingresó al programa de Olimpiada Nacional en donde terminó de formarse como atleta, logrando clasificarse para el campeonato mundial de cross country, en Saint Etienne, Francia, en 2004.71
Por otra parte, aunque el objetivo de la Olimpiada Nacional era formar nuevos atletas, su implementación ha beneficiado a todos los deportistas del estado, puesto que ha permitido que aquellos deportistas no surgidos de este programa, puedan hacer uso de las instalaciones, tener asesoría de entrenadores e incluso apoyos económicos. Ese es el caso de la jalisciense Laura Flores, quien se inició como corredora en 1991 en los campos de fútbol de la colonia Constitución. Su primera participación en las Crucitas fue en 1996, cuando logró la victoria con marca de 36 minutos y 14 segundos. Laura Flores dice tener una gran estima por la carrera de las Crucitas, debido a que ha sido trascendental en su carrera deportiva y vida personal, porque en su consideración, fue el evento que le hizo conocer sus capacidades, tener confianza en sí misma y a hacer frente a todo lo adverso que pueda presentarse en una carrera y en la vida misma. Por esa razón, siempre que le ha sido posible, busca regresar y participar nuevamente en este tradicional evento.72
Aunque Laura Flores ni Servando Rubio son atletas 100% profesionales, sus resultados hacen notoria una especialización en su formación, preparación y entrenamiento. Según Jean Marie Brohm (1982), la especialización deportiva consiste en la racionalización de la producción con el objetivo de masificar los resultados. “El deporte concibe al hombre como una máquina animal en la que pueden dividirse los miembros y racionalizarlos tecnológicamente de manera separada (carrera, salto, lanzamiento)” (pp. 107-8). La especialización deportiva va en el mismo sentido que la división del trabajo, donde algunos obreros son especialistas en una técnica en particular del proceso de producción que le permite un mejor y más rápido desempeño laboral.
Consideraciones finales: La carrera de las Crucitas, una tradición de vanguardia
A lo largo de 50 años, la carrera de las Crucitas se ha posicionado como uno de los eventos atléticos más importantes de Jalisco y de la región occidente del país, pero también se ha constituido en una tradición de vanguardia, considerando que la sociedad jalisciense comenzó a atribuirle un valor patrimonial a esta actividad que presenta símbolos y características rituales y que ha mantenido cierta continuidad y periodicidad histórica (Mariscal, 2010, pp. 74-76).
Dicho de otro modo, la carrera de las Crucitas representa lo que Eric Hobsbawm (2002) denomina como una “tradición inventada”. El acto de inventar una tradición es un criterio de selección arbitrario de símbolos, prácticas e historias que son utilizados en conjunto para legitimar o establecer comunidades reales o artificiales, instituciones o relaciones de poder y con ello, reafirmar, reformar o reinterpretar la historia y la experiencia presente para desplazar o sustituir los patrones y las circunstancias que ya no satisfacen las necesidades de los individuos o que no se ajustan a la realidad de los tiempos actuales.73
Administrativamente, la carrera de las Crucitas no es el mismo evento que surgió como un número más adjunto a la celebración religiosa hace 50 años, ya que se le han ido agregando o quitando algunos patrones y porque su celebración implica una gran cantidad de recursos económicos que solo podrían sufragar las autoridades municipales.74 Además, su organización conlleva una planificación de 12 meses en donde se involucran varias dependencias públicas y asociaciones civiles, que antes, durante y después del evento, realizan gestiones, despliegan a su personal y prestan sus materiales e implementos.75
Deportivamente hablando, desde su surgimiento, la carrera se ha ido transformado y al menos ha pasado por tres etapas. En la primera, la carrera fue un evento eminentemente local y sobrevivió a otros eventos que contaban con el apoyo de instituciones como la Cruz Roja, gracias a que fue una de las primeras carreras atléticas en premiar hasta el vigésimo lugar, una innovación que atrajo y motivó a los mejores corredores de Jalisco a trasladarse hasta Tlaquepaque para participar en el evento.
En su segunda etapa, la carrera nuevamente vuelve a innovar al ser la primera de las carreras más antiguas y tradicionales en convocar a la categoría femenil. De igual forma, la carrera de las Crucitas por su gran nivel competitivo se convirtió en un referente del atletismo jalisciense y de la región occidente del país, luego de que a mediados de la década de los ochenta comenzaran a incursionar en el evento atletas de otros estados de la república.
En la tercera etapa, los patrones más evidentes son la aparición de los atletas extranjeros - principalmente keniatas - y el surgimiento de los prospectos formados en el proyecto de Olimpiada Nacional, que a pesar de no ser atletas 100% profesionales, hacen evidente un profundo progreso del deporte jalisciense, pues estos atletas no se conforman con participar en carreras de barrio o eventos de escala nacional, sino que aspiran a participar y ser referentes en eventos internacionales.
Finalmente, la carrera de las Crucitas hoy en día es uno de los eventos con mayor prestigio entre los runners - expertos y novatos. Se ha vuelto un referente identitario y una tradición de la que todos quieren ser parte, por lo que se ha convertido en una de las carreras preferidas y concurridas del calendario running jalisciense. La gran demanda por las inscripciones del evento hace que los números disponibles se agoten desde muchos días antes de dar inicio al evento, sobre todo desde que el comité organizador resolviera ofertar en paquete las inscripciones para el serial de carreras.76 Estos, como otros tantos patrones que de manera breve hemos explicado, son los elementos construidos que permitieron a la carrera prevalecer y constituirse como una tradición de vanguardia, a pesar de los múltiples cambios que el contexto social ha experimentado en los últimos 50 años.